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Patricia Lara Salive

Septiembre 28 de 2023

¿Por qué tanto misterio, presidente y cacaos?

Con gran misterio, el presidente Gustavo Petro comenzó una serie de reuniones discretas con los jefes de los grupos económicos Alejandro Santo Domingo, Carlos Julio Ardila y Luis Carlos Sarmiento Gutiérrez. La revista Cambio publicó la primicia el viernes 22 de septiembre.

No obstante, desde entonces, ninguno de los medios de esos grupos (Caracol TV, Blu Radio, El Espectador, El Tiempo y RCN Radio y TV) se ha referido a la noticia. Solo lo han hecho La Silla Vacía y El Universal de Cartagena.

A pesar del misterio que ha rodeado los encuentros, Cambio confirmó, con fuentes allegadas tanto al Gobierno como a los cacaos, que una de las primeras reuniones se realizó en Nueva York con Alejandro Santo Domingo, adonde asistieron el primer mandatario; su esposa, Verónica Alcocer, y Laura Sarabia, hoy directora del Departamento de Prosperidad Social (DPS).

Petro sostuvo también conversaciones con Carlos Julio Ardila y Luis Carlos Sarmiento Gutiérrez.

El arquitecto de esos encuentros, según las fuentes, ha sido nada menos que Jaime Gilinski, quien no solo es el jefe del Grupo Gilinski y padre de Gabriel —dueño de la revista Semana, medio que también guardó silencio sobre esas reuniones—, sino además una de las personas más cercanas a Petro hoy en día.

Se ha sabido que esos encuentros harían parte de la construcción del gran acuerdo nacional. Pero más allá de eso el presidente estaría buscando que se acordara colaborar en un plan para aliviar la inequidad no solo con los cacaos, sino también con otros grandes empresarios que no alcanzan a clasificar como tales, pero sí son muy importantes en la economía nacional.

Dice una fuente cercana al Gobierno que en ese gran acuerdo participarían además los sectores políticos, los movimientos sociales e incluso el ELN. “Se están tejiendo muchos diálogos”, afirma. “Se trata de lograr hacer un pacto por el país en el que todos pongamos y todos ganemos, como decía Mockus”, agregó.

Todo eso está muy bien. Pero de aquí a que se construya el gran acuerdo los indicadores de inversión pueden seguir cayendo. Entonces, ¿por qué el presidente y los cacaos les ponen tanto misterio a esos encuentros que pueden darle un aire fresco a la economía? ¿Será que a Petro, como hombre de izquierda que es, le queda más fácil aceptar que se reúne con los elenos que con los ricos? ¿Y será que a los cacaos no les gusta que quede en evidencia su pragmatismo, es decir, algo así como que si este exguerrillero les sirve a mis intereses, bienvenido sea?

No sé cuál sea la razón de los secretos. Pero, en todo caso, guardar silencio sobre esos encuentros no es inteligente: si bien los ministros de Hacienda Ocampo y Bonilla han manejado la economía de modo responsable, la pugnacidad en el lenguaje utilizado por el presidente más ciertas medidas que han alterado las reglas de juego, como congelar los precios de los peajes, que atenta contra los acuerdos bajo los cuales se construyeron algunas carreteras, han minado la confianza de sectores inversionistas.

Que en estas circunstancias se conozca de manera oficial que el presidente y los grandes empresarios están tejiendo un acuerdo para beneficio del país le haría bien a la economía y, en gran parte, les devolvería la confianza a los inversionistas.

Así que, por favor, presidente y cacaos, no esperen a que se haga el gran acuerdo nacional. ¡Eso puede tomar mucho tiempo! La economía necesita pronto la buena noticia.

www.patricialarasalive.com@patricialarasa

Patricia Lara Salive

Septiembre 21 de 2023

Eso no puede volver a pasar, generales

El 12 de septiembre las redes sociales divulgaron un video de una incursión armada ocurrida en la vereda Bocas del Manso, en Tierralta (Córdoba). Se pensaba que los protagonistas eran del Frente V de las disidencias de las FARC.

“Mientras transcurría el partido entre Colombia y Chile”, dice el periodista Javier Patiño, “miré los videos y detecté que había elementos de las prendas que llevaban los llamados disidentes que no correspondían a las que ellos utilizan, sino a las usadas por el Ejército. Las pañoletas, boinas y presillas también eran de las utilizadas por los miembros del Batallón Junín, adscrito a la Brigada XI, con sede en Montería. Aprovechando el intermedio del partido”, agrega Patiño, “hice llamadas a altos mandos de la Brigada y de la Séptima División y les dije que esas personas no me parecían guerrilleros, sino militares. Luego de insistirles, para confirmar la información, una fuente confiable me dijo: «Sí, son militares»”.

Entonces, a las 9:05 p.m., Javier publicó en Cambio un artículo titulado: “¿Disidentes de las FARC o militares disfrazados? Esto es lo que se sabe del video en Córdoba”. Unos 10 minutos más tarde, W Radio sacó la información.

Hacia las 5:00 a.m. del día siguiente, el Comando del Ejército afirmó en un comunicado que, al parecer, un grupo de militares estaría involucrado en los hechos.

Y los hechos se referían nada menos a que ocho soldados, un sargento y un cabo del Ejército, disfrazados de miembros de las disidencias de las FARC, llegaron a la vereda, amenazaron con sus armas a la población, la insultaron y hasta abusaron sexualmente de una menor indígena. Pero una mujer, con un niño en brazos, se enfrentó a los impostores mientras uno de los habitantes de Tierralta, cuyo celular no alcanzaron a arrebatarle, como lo hicieron con otros, registró lo ocurrido. Ese fue el video que se volvió viral.

Después se supo que el operativo lo comandó el teniente Felipe Alberto Niño, quien dijo que él nunca tuvo conocimiento de que sus hombres se iban a disfrazar y agregó que tenía problemas mentales, lo cual fue desmentido por el coronel José Edilberto Lesmes, comandante de la Brigada XI, quien, no obstante que estaba en vacaciones, fue retirado del Ejército, al igual que los 10 uniformados involucrados en los hechos, más otros siete oficiales, entre ellos el sargento viceprimero Flabio Yamid Aldana, quien ordenó que se disfrazaran.

Como antecedente a la salida de los militares, el 13 de septiembre a las 3 p.m., el presidente Petro trinó: “Volver al paramilitarismo y al despojo de tierras sería el peor error militar de la Fuerza Pública. Esto no puede pasar en este gobierno”. Al día siguiente dijo: “El mensaje iba a un grupo específico, a los hacendados de Córdoba. Los que dieron la orden de lo ocurrido (…) lo hicieron porque quieren que los hacendados vuelvan a ser paramilitares”.

Hicieron bien el presidente, el ministro de Defensa y las Fuerzas Armadas al sacar de manera fulminante a los militares involucrados en los hechos. Se trata de difundir el mensaje de que esos comportamientos tienen que erradicarse, porque no parecen casos aislados: por ejemplo, en Putumayo, en 2022, también se disfrazaron de guerrilleros, con la diferencia de que entonces mataron a varios ciudadanos.

Eso no puede repetirse: es demasiado grave que se diga, como informó Cambio que lo dicen en Tierralta, que “aquí no se vive en paz con los grupos ilegales, porque lo ilegal es ilegal. Pero sí se vive mejor que con el Ejército”.

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Patricia Lara Salive

Septiembre 07 de 2023

¡Abajo los godos!

¡Este país se ha godificado de una manera atroz! Tanto escándalo que han hecho con la reforma agraria del presidente Gustavo Petro, y la del presidente Carlos Lleras Restrepo fue mucho más de izquierda, más avanzada: Lleras contemplaba la expropiación de las tierras inadecuadamente explotadas, mientras que Petro, hasta ahora, lo que ha dicho es que les comprará las tierras a los ganaderos para distribuirlas luego entre los campesinos.

La historia, en resumen, es la siguiente: en 1961, siendo presidente Alberto Lleras Camargo, el entonces senador Carlos Lleras impulsó y logró la aprobación de la Ley 135 de reforma agraria, que establecía la entrega de tierras a los campesinos carentes de ellas, la adecuación de tierras para incorporarlas a la producción y su dotación con servicios sociales básicos y otros apoyos complementarios. En ese mismo año se creó el Instituto Colombiano de Reforma Agraria (Incora), cuyo primer director fue Enrique Peñalosa Camargo (hombre extraordinario, padre del exalcalde Enrique Peñalosa Londoño), quien después fue ministro de Agricultura de Carlos Lleras. Los dos Lleras y Peñalosa iniciaron la reforma agraria, la cual después fue frenada por el siguiente presidente conservador, Guillermo León Valencia. Pero luego, durante el gobierno de Carlos Lleras, la reforma agraria se convirtió en una de sus principales prioridades. (Recuerdo que en esa época a mi tía Amelia Lara le “incoraron” —es decir, le expropiaron— la finca).

Carlos Lleras, por su política agraria, soportó una fuerte oposición de los sectores latifundistas. Entonces creó la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC), similar a los Comités Municipales para la Reforma Agraria que quiere crear el Gobierno de Petro para promover “la movilización y organización campesina”, mediante un proyecto de decreto que encendió la polémica esta semana.

Así, pues, en su gobierno Carlos Lleras impulsó la reforma agraria, con expropiaciones de tierras improductivas y construcción de distritos de riego, etc.

Pero llegaron los godos y se la tiraron: el sucesor de Lleras Restrepo, el conservador Misael Pastrana, firmó con congresistas y latifundistas el Pacto de Chicoral el 9 de enero de 1972, cuyo propósito fue frenar la reforma agraria.

¿Saben cuál fue una de las consecuencias de ese famoso pacto? Debido a la inmensa frustración que generó en los campesinos el frenazo en seco de la reforma agraria, muchísimos de ellos se sumaron entonces a las FARC y al EPL y, especialmente, fortalecieron el ELN, que había quedado diezmado por la Operación Anorí, ocurrida entre agosto y octubre de 1973, en la que murieron sus dirigentes Antonio y Manuel Vásquez Castaño.

Y ahora estamos en las que estamos, con el 93 % de la tierra en poder del 7 % de la población.

Le pregunté al historiador Álvaro Tirado Mejía (para no quedar ante ustedes de llerista dogmática) qué diferencia hay entre la reforma agraria de Petro y la de Carlos Lleras. Él me respondió: “La de Lleras era más avanzada, había sido precedida por un amplio debate nacional y estaba sustentada en una ley. En la de Petro hay ideas buenas, pero no tiene una sustentación clara. Hasta ahora son proyectos sin un rumbo definido”.

De modo que a definir el rumbo, presidente. La reforma agraria debe hacerse bien y rápido. De lo contrario, esa nueva frustración haría que se le incendiara el país.

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Patricia Lara Salive

Agosto 31 de 2023

La eterna impuntualidad del presidente Petro

2006. La campaña presidencial marchaba a todo vapor. Carlos Gaviria tuvo la deferencia de designarme como su fórmula vicepresidencial. Por eso, todos los días, a las 7:45 a.m., él me recogía en mi casa, que le quedaba en la vía hacia la oficina del Polo Democrático Alternativo, para llegar a tiempo a las reuniones del Comité Ejecutivo, que él iniciaba a las 8 a.m. en punto. Allí siempre estaba Antonio Navarro, trabajando como una hormiguita desde las 6 a.m. Poco a poco llegaban los otros. Finalmente, a veces a las 10, otras a las 11, fresco, aparecía Gustavo Petro. Nunca se disculpó, que yo recuerde. Por supuesto, Gaviria, que era obsesivo con la puntualidad, se tragaba la rabia. (Una vez les dije: A ustedes lo que les falta es haber tenido una tienda: así sabrían que las lechugas tienen que llegar a las 6 a.m., que hay que abrir a las 7 a.m., etc.).

Después, en 2009, mi hijo Federico, quien era entonces presidente del Comité Cultural de su colegio, invitó a un panel a los jefes de los partidos. Petro acababa de renunciar al Senado y había fundado el Movimiento Progresistas. El panel comenzaba a las 8 a.m. Todos llegaron a tiempo salvo Petro, que apareció a las 10, cuando ya todo terminaba. Ni una disculpa.

El último episodio de impuntualidad que me consta ocurrió el jueves de la semana pasada. El presidente les había concedido una entrevista a Daniel Coronell y a Federico Gómez Lara, de la revista Cambio. Daniel viajó de Miami en la mañana del jueves. Cuando aterrizó, supo que el presidente había cancelado su agenda “por motivos de salud”. La noche anterior, según informó el “El Reporte Coronell”, él se había quedado hasta tarde departiendo con los empresarios Jaime y Gabriel Gilinski, quienes lo habían invitado a un encuentro con el expresidente Duque. Pero Petro llegó tarde y Duque no lo esperó. Al parecer, no regresó a la Casa de Nariño ni el miércoles ni el jueves. El viernes a las 6 a.m. Daniel regresó a Miami. Al llegar, supo que el presidente los había citado de nuevo para el día siguiente. Regresó a Bogotá esa noche. La entrevista se realizó el sábado al mediodía. Ni una disculpa.

Es la misma historia de las casi 90 cancelaciones o aplazamientos de citas que ha hecho como presidente, comenzando por el reconocimiento de tropas y la reunión con los alcaldes del país.

Cuando Cambio le preguntó: “¿Cuál es la razón de salud que lo obliga a cancelar sus compromisos?”, él respondió: “No es nada grave y no es lo mismo siempre”. Explicó que son otros quienes le hacen la agenda. “Los equipos empiezan a organizar como si uno no durmiera (…) Al principio eran sábados, domingos y hay un momento en que uno dice no más. Yo necesito mis equilibrios, el cansancio permanente es un mal consejero. Si usted se excede (…) va a cometer errores”.

Pues déjeme decirle, querido presidente, que el principal error que usted ha cometido en su primer año de gobierno es no haber corregido su insoportable maña de la impuntualidad. Tal vez no se dé cuenta de que, al incumplir sus compromisos, hiere a la gente porque le demuestra que su tiempo le tiene sin cuidado. Es como si careciera de la empatía necesaria para ponerse en los zapatos del otro. Y es como si tampoco se diera cuenta de la plata que le hace perder al Estado con esos cambios de planes y con el tiempo que les hace perder a sus ministros y a todos los que tienen que esperarlo porque a usted se le da la gana. No, presidente, aún es tiempo de corregir...

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Patricia Lara Salive

Agosto 24 de 2023

No acabe lo bueno, presidente, por favor

A propósito del debate sobre si deben acabarse o no las EPS y de la carta que Compensar, Sanitas y Sura le enviaron al Gobierno planteando su difícil situación, creo que es mi deber contar la experiencia que tuve con Compensar, mi EPS.

Yo jamás había utilizado sus servicios. Siempre acudía a mis médicos personales y las cuentas, tanto de sus consultas como de las drogas que debo tomar todos los días, se las pasaba a un seguro de salud extranjero que me valía un montón de plata y que, a medida que envejecía, costaba más. Además, para reembolsarme cualquier factura me exigían toda clase de justificaciones incómodas y, si me iba bien, a regañadientes me la pagaban. Hasta que decidí salirme. Preferí quedarme sin seguro.

Consulté con mi médico, quien me aconsejó que aplicara al plan complementario de Compensar y en esas estoy.

“Ese plan le cubre hospitalizaciones largas y costosas en clínicas como la Santa Fe”, me dijo.

Pues bien, hace un par de meses pedí cita con el endocrinólogo que siempre me ha tratado la diabetes. Le conté que un médico en España me había recetado las famosas inyecciones Ozempic, cuya función principal es controlar la diabetes, pero son muy difíciles de conseguir porque se han puesto de moda ya que, supuestamente, reducen el apetito. En España solo pude conseguir tres cajas con cuatro inyecciones cada una (se pone una semanal), a 180 euros, es decir, a $800.000 la caja. En Bogotá no había en las farmacias.

“En la EPS se las consiguen”, me dijo mi endocrinólogo.

Fue así como pedí una cita médica en Compensar. Me la dieron para dos semanas después. Asistí puntual. Me indicaron que me acercara a la máquina donde debía pagar mi consulta. Cuál no sería mi sorpresa cuando el aparato me indicó que pagara algo más de $4.500 (los médicos privados cobran alrededor de $300.000). Esperé unos 10 o 15 minutos. Me llamaron del consultorio médico. Entré. Le resumí al médico mi historia clínica. Me recetó el montón de drogas que tomo (para la gastritis, la tiroides, la tensión, los pulmones, tres para la diabetes incluidas las inyecciones de Ozempic, el diurético, el potasio y la de los triglicéridos). Me dio una cita para que regresara en tres meses a control de la diabetes y la hipertensión y me entregó tres órdenes de remedios para tres meses, que debía comprar en una de las droguerías de Compensar.

El promedio mensual de mi gasto en remedios era de $988.972 y a eso tenía que agregarle ahora el Ozempic. Es decir que estaba preparada para que la cuenta me costara mínimo $1’700.000, pero podía ser más porque me habían dicho que esas inyecciones eran más costosas en Colombia que en España.

Cuál no sería mi sorpresa cuando en la droguería de Compensar me dijeron que toda la cuenta, con las famosas inyecciones incluidas, me valdría algo más de $10.000. Al segundo mes, no sé por qué razón, el costo de mis medicinas bajó a un poco menos de $5.000.

Independientemente de que algunas EPS funcionan mal, de que los servicios de salud en los territorios sean pésimos y haya que mejorarlos, de que el presidente Petro tenga razón en que lo ideal es que la salud sea preventiva, y de que se requiere una reforma inteligente a la salud, sería el mayor de los disparates acabar con las EPS que prestan un magnífico servicio, como me consta que es el caso de Compensar.

Presidente Petro: es tan difícil hacer empresas que funcionen, que le ruego, por favor, que no las acabe.

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Patricia Lara Salive

Agosto 17 de 2023

Aclarando el gran acuerdo nacional

¿Qué es el gran acuerdo nacional del que tanto se habla? ¿Cómo y entre quiénes sería ese gran pacto que el país pide a gritos, según una reciente encuesta del Centro Nacional de Consultoría que establece que el 70 % de los colombianos lo anhelan? ¿Qué pasos concretos deben darse para lograrlo?

 

No sabemos.

 

Por eso la revista Cambio ha convocado el foro “El gran acuerdo nacional: el camino hacia la paz grande (a propósito de las recomendaciones de la Comisión de la Verdad)”. Será lo más pluralista posible y se realizará el próximo jueves 24 de agosto en la sede de Chapinero de la Universidad de la Salle, desde las 8 a.m. hasta las 6 p.m.

El padre Francisco de Roux, expresidente de la Comisión de la Verdad, impulsará el debate con una entrevista que le haremos antes de que se inicie el primer panel, “El acuerdo nacional y la paz”, en el que participarán el ministro del Interior, Luis Fernando Velasco (Partido Liberal); los senadores Humberto de la Calle (Partido Verde) y David Luna (Cambio Radical); los negociadores de paz con el ELN José Félix Lafaurie (Centro Democrático), presidente de Fedegán, e Iván Cepeda, senador (Pacto Histórico), y el jefe de la delegación de diálogos de esa guerrilla, Pablo Beltrán (ELN). Estos tres últimos lo harán virtualmente, desde Caracas.

En el segundo panel, “El acuerdo nacional y la desigualdad”, intervendrán Alejandro Gaviria, exministro de Salud y de Educación (Coalición Centro Esperanza); Carlos Caicedo, gobernador del Magdalena (Fuerza Ciudadana, de izquierda), y Marina Gallego, coordinadora nacional de la Ruta Pacífica de las Mujeres. Además, participarán tres empresarios importantes: Gonzalo Pérez, presidente del Grupo Sura; Carlos Enrique Cavelier, presidente de Alquería y fundador de la Asociación de Bancos de Alimentos, de cuya junta directiva es miembro, y Maurice Armitage, empresario y exalcalde de Cali.

Después de un almuerzo que se les ofrecerá a los asistentes, hablaremos de seguridad, quizás el tema más álgido del país de hoy. En ese panel participarán Iván Velásquez, ministro de Defensa; el general William Salamanca, director de la Policía Nacional; la senadora Paloma Valencia (Centro Democrático); Yesid Reyes, exministro de Justicia de Juan Manuel Santos; el senador Ariel Ávila (Partido Verde), y la académica y exfiscal Ángela María Buitrago.

En el último panel, “Medios de comunicación y cultura de paz: la conversación pendiente”, intervendrán Juan David Correa, ministro de Cultura; los periodistas Juan Roberto Vargas, director de Noticias Caracol; José Guarnizo, director de Vorágine, y Yolanda Ruiz, experta a cargo del consultorio de ética periodística de la Fundación Gabo, así como el director de esa fundación, Jaime Abello Banfi, y el director de Pastoral Social, padre Rafael Castillo.

 

Al final habrá un cierre y unas conclusiones que esperamos sean lo suficientemente contundentes y sirvan de detonante para iniciar el camino cierto hacia la consolidación de ese gran acuerdo nacional que el país anhela y que debe conducir no solo al silencio de los fusiles sino, principalmente, a la paz de verdad, es decir, a la erradicación de ese “modo guerra” que sigue incrustado en la mente, en el lenguaje y en el corazón de tantos colombianos.

Esperamos que el foro dé sus frutos.

La entrada es gratuita, pero deben inscribirse aquí: https://eventos.cambiocolombia.com/foro-paz/

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Patricia Lara Salive

Agosto 03 de 2023

Los claroscuros del primer año de Petro

El lunes cumple su primer año de gobierno Gustavo Petro. En este tiempo, la inclusión y la economía han ido bien, pero la ejecución, el estilo, la seguridad, la narrativa y la confianza han ido mal.

En la era Petro se ha dado un salto en inclusión: su vicepresidenta y su embajador en Washington son negros y su terna para fiscal está compuesta solo por mujeres. Como escribió Ramón Jimeno en Cambio, “el país ya sabe que los de tenis, mochilas y camisetas pueden mandar”.

En economía, a juzgar por las cifras macro, las cosas van bien. Así me lo explicó el exministro de Educación Alejandro Gaviria, botado por Petro. (A propósito, acaba de publicar La explosión controlada, un libro de obligatoria lectura: a pesar de las duras críticas que le han hecho los petristas, un análisis desprevenido del libro por parte de Petro lo puede ayudar a corregir errores).

Según Gaviria, “las cifras de empleo han mejorado y son mejores que en los últimos cinco años. La estabilidad macroeconómica en todos los frentes parece estar bien. El déficit fiscal viene disminuyendo. Se viene cumpliendo la regla fiscal. La inflación ha caído. Probablemente el Banco de la República podrá dejar de subir las tasas de interés. El déficit externo, el déficit de cuenta corriente, ha venido disminuyendo. Esto es, la economía está estable. Ha mostrado sus fortalezas y está creciendo, incluso mucho más que en otros países de la región”.

Al mismo tiempo, la ejecución ha sido mala. Por ese motivo, el presidente ha regañado a algunos ministros. Sin embargo, en gran parte eso se debe a su estilo peculiar de administración: él es un jefe que no se comunica; que llega tarde a las citas o no llega; que poco se reúne con cada ministro; que les manda razones, incluso cuando los nombra y los desnombra; que espera que le adivinen sus proyectos. En fin, es un presidente al que le vendría bien adoptar dos de las costumbres de Carlos Lleras Restrepo: una, la de hacer acuerdos ministeriales bilaterales y periódicos para definir la ruta de cada cartera; otra, tomar solo jugo de guayaba mientras sea presidente, como lo hizo Lleras, a quien le gustaba tomarse sus buenos whiskies.

Ahora, un punto negro del Gobierno Petro es la seguridad: la extorsión extendida, el secuestro en aumento, los robos callejeros por doquier, las masacres que no paran hacen que la gente se sienta insegura… Esos factores inciden no solo en que los colombianos tengan temor, sino en que algunos inversionistas duden de invertir. Y ese miedo se incrementa con el lenguaje agresivo que el presidente usa cuando se refiere a los empresarios. Tanto la inseguridad como la agresividad dividen al país y minan la confianza.

Finalmente, hay un tema crucial: la dificultad de Petro para gobernar con un equipo estable y para consolidar la coalición de gobierno, indispensable para que le aprueben sus proyectos.

Este primer año fue de aprendizaje. Los tres próximos tienen que ser de ejecutorias. De lo contario, las expectativas que el presidente despertó se nos devolverán cual boomerang y correremos el riesgo de que nos caiga encima una bukele.

 

En sus manos está evitarlo, presidente.

***

Felicitaciones por el manejo digno y sin injerencias que usted le ha dado al doloroso caso de su hijo capturado por corrupción, presidente, y por el nombramiento de Juan David Correa como ministro de Cultura. Se demoró mucho en llenar esa vacante, pero acertó.

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Patricia Lara Salive

Julio 20 de 2023

“¡Lo que quiero es escribir, carajo!”

Las cartas del Boom, que acaba de publicar Penguin Random House, contiene las cartas que se cruzaron entre 1955 y el 2012 los escritores Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Julio Cortázar y Mario Vargas Llosa. Es un texto lleno de anécdotas que lo vuelven indispensable para los aficionados a descubrir las costuras de los libros y los detalles íntimos de la vida de sus autores.

“He aquí la noticia”, le escribe Gabo a su amigote Carlos Fuentes el 30 de julio de 1966. “Se acabó Cien años de soledad”. Luego viene lo sorprendente: su obsesión por la precisión de los datos. Dice: “Pulo los últimos [capítulos] con unas dificultades de información más o menos tremendas: hoy necesito saber cuáles eran los métodos medievales de matar cucarachas, cuánto pesaban 7.214 doblones de cuatro, encontrar alguien que me traduzca un diálogo al papiamento y unas veinte exquisiteces más, pero ya estoy al otro lado. En la drástica reducción final, todo quedó reducido a 550 cuartillas, pero mi ilusión es que agarren y tengan que ser leídas de una sola sentada (…) En agosto la mando a Suramericana (...) Tiemblo de miedo y espero a ver qué pasa”.

Sobre la angustia económica escribe: “La novela del dictador ya me atropella y necesito ver qué hago, pues no tengo derecho a someter a Mercedes a la prueba que le hice con Cien años de soledad. Hemos pasado ocho meses muy duros, estamos en la ruina y cargados de deudas que tengo que pagar de aquí a diciembre para empezar el otro libro en enero”.

 

A propósito de que los comentarios no le habían sido favorables a La casa verde, de Vargas Llosa, García Márquez le menciona a Fuentes su eterna pelea con los críticos: “A mí me gustaría que los cabrones gacetilleros se sentaran a escribir un libro para que sepan cómo es la cosa y no hablen tan a la ligera”.

La inseguridad sobre la calidad de sus textos recién escritos aparece una y otra vez. El 30 de septiembre de 1966 le escribe a Fuentes: “De pronto me asaltó el terror de que en realidad no había dicho nada en 500 cuartillas y me encerré con el neurótico propósito de hacerla otra vez de otro modo. Todo se redujo, por fortuna, a unos cuantos machetazos (…) ya está en Buenos Aires. La mandé sin mostrársela a nadie. Te imaginarás cómo estoy todavía esperando que los lectores de Suramericana me manden a decir que es una mierda”.

Y siguen las dificultades: “Por ahora estoy haciendo trabajos espantosos en publicidad y la situación mejora, pero cada día me convenzo más de que este no es mi camino. ¡Lo que quiero es escribir, carajo!”.

Hasta que le llegan la gloria y la plata. Pero el miedo sigue: “Cien años sigue vendiéndose como salchichas (…) La editorial Suramericana me ha resultado estupenda: me liquidan mis sustanciosos derechos con una religiosidad asombrosa, y esto me está permitiendo hacer a largo plazo los planes europeos que estaban previstos como cortos y estrechos (...) Mercedes, con su vieja sabiduría egipcia, lo ve y no lo cree. Yo simplemente estoy asustado, aunque trate de que no se me note”.

Nota. Qué bien que el emisario presidencial de Estados Unidos para el Clima, John Kerry, y su homólogo chino, Xie Zhenhua, representantes de los países más responsables del calentamiento global, se hayan cocinado a 36 ° C en Pekín. ¿Será que ahora sí creen que la vaina es en serio y van a hacer algo efectivo para aminorar el cambio climático?

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Patricia Lara Salive

Julio 13 de 2023

OIZ: de mentira en mentira

“Padre, yo lo sabía (…) yo quiero que me diga qué debo hacer, desde la luz. Yo soy un hombre de fe”, le preguntó el creyente Óscar Iván Zuluaga, excandidato del Centro Democrático y exministro de Hacienda de Álvaro Uribe, a su asesor espiritual: el padre Arturo Uría. Entonces el sacerdote, olímpicamente, sin reato alguno de conciencia, le recomendó que mintiera: “Uno tiene que protegerse a sí mismo ante la maldad de los demás. A usted nada lo obliga a no protegerse, a usted y a su familia (…) Usted no tiene por qué inmolarse”, le contestó.

Todo esto consta en el audio que su “amigo” Daniel García Arizabaleta, exdirector del Invías, le grabó subrepticiamente a su confidente y jefe Óscar Iván Zuluaga. Esa grabación luego fue entregada por García Arizabaleta a la Fiscalía para negociar un principio de oportunidad en el caso de la financiación ilegal de la empresa extranjera Odebrecht a la campaña de Zuluaga, como lo reveló recientemente la revista Semana. Consta también en el audio, porque lo dijo Zuluaga, que entre los tres —García Arizabaleta, Óscar Iván y su hijo David— existía “un pacto de sangre” para evitar que se conociera la verdad sobre la financiación ilegal de la campaña presidencial del candidato del Centro Democrático en 2014.

Sin embargo, luego de que el país conociera semejante confesión de Óscar Iván Zuluaga, él no tuvo inconveniente en declararse inocente ante la Fiscalía.

Es comprensible que, por razones de conveniencia procesal, los reos se declaren inocentes. Pero no tiene presentación que ahora Óscar Iván Zuluaga diga eso, cuando todos los que escucharon el audio lo oyeron decir, de viva voz, que él sabía que la empresa Odebrecht le pagó más de US$1’600.000 al estratega Duda Mendonça para que lo asesorara en su campaña presidencial.

A pesar de que, según el audio mencionado, Zuluaga le había dicho al expresidente Uribe, en presencia de doña Lina Moreno: “Si yo tengo que aceptar cosas que no hice, lo voy a hacer para salvar a mi hijo”, la Fiscalía le hizo a Óscar Iván inculpaciones tan duras como que él “engañó e instrumentalizó” a su hijo y director administrativo de la campaña para evitar que quedara rastro del valor de la asesoría pagada a Duda Mendonça con el aporte de Odebrecht.

La situación en la que queda la imagen de Zuluaga es lamentable. Él era una persona a quien, aunque muchos no lo apoyaran porque no estaban de acuerdo con sus planteamientos, le reconocían cierta respetabilidad. Pero, ahora, al verlo dar tumbos entre mentira y mentira, le han perdido el respeto y su reputación ha quedado por el suelo.

Y por más de que el Centro Democrático haga toda clase de piruetas para distanciarse de él, la mala imagen de Zuluaga lo salpica por completo.

Ahora, a la Fiscalía, que posa de tan pulquérrima, dirigida por Francisco Barbosa, compinche y compañero de pupitre del expresidente Iván Duque, también hay que hacerle una pregunta: ¿por qué en esta investigación no involucró al entonces senador Iván Duque Márquez, quien fue a Brasil con Óscar Iván Zuluaga a hablar con Duda Mendonça en compañía de un alto funcionario de Odebrecht, según contó María Jimena Duzán en su sección “MJD Al Día” de la revista Cambio? ¿Será que considera que la justicia no es para aplicársela a los amigos?

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Patricia Lara Salive

Julio 06 de 2023

El Ejército, ante el espejo

Es urgente que el Ejército se mire al espejo y examine lo sucedido con cada uno de los 6.402 jóvenes, pobres e inocentes, asesinados por distintas brigadas y disfrazados de guerrilleros, luego de haber sido engañados con la promesa de que les iban a dar empleo. Es urgente que los miembros del Ejército, desde el comandante de las Fuerzas Militares hasta el último soldado, pasando por los oficiales de la reserva, con honestidad respondan estas preguntas: ¿cómo llegamos a ese horror? ¿Cómo nos empeñamos en taparlo durante tantos años? ¿Qué nos pasó?

Esta semana, por primera vez, un ministro de Defensa, Iván Velásquez, y un comandante del Ejército, general Luis Mauricio Ospina, le pidieron perdón a la familia de una víctima de falso positivo: Alix Fabián Vargas, asesinado por el Ejército y acusado de haber pertenecido al ELN y de haber muerto en un combate que, según el Consejo de Estado, nunca existió.

Está bien que lo hayan hecho y que sigan pidiendo perdones públicos a las familias de las víctimas, pero eso no es suficiente. Se requiere que el Ejército haga una profunda reflexión, se olvide del cuento de las “manzanas podridas” y los casos aislados, y se pregunte qué lo llevó, como institución, a cometer semejantes crímenes, si de verdad quiere garantizar la no repetición. Como institución, digo, porque si en por lo menos 10 departamentos (Antioquia, Meta, Caquetá, Cesar, Norte de Santander, Tolima, Huila, Casanare, La Guajira y Cauca) hubo abundantes casos de falsos positivos, es porque la institución estuvo comprometida.

También debe preguntarse el Ejército qué lo llevó a hacerse el loco y querer ocultar su barbarie a toda costa. Es que no es sino escuchar lo que dijo en la ceremonia de perdón Ana María Rodríguez Valencia, directora de la Comisión Colombiana de Juristas, representante de la familia de Alix Fabián Vargas Hernández. Luego de pedirles al ministro y al comandante del Ejército que se comprometan a garantizar que la “justicia penal militar deje de investigar ejecuciones extrajudiciales”, afirmó: “En el caso de Alix Fabián, dos años y cuatro meses en manos de la justicia penal militar significaron dos años y cuatro meses de retrasos, de tolerancia con la falta de colaboración de militares investigados, quienes decidieron guardar silencio intencionalmente, y de pérdida irreparable de evidencia importante para la investigación”.

Rodríguez insistió en que lo de los falsos positivos “se trató de un plan”. Y así tuvo que ser, pues de otra manera no se explica que hubieran sido tan masivos. Alguna vez un excomisionado de la Verdad me dijo que estos habían obedecido a una decisión estratégica del Ejército que creyó que para desmoralizar “al enemigo” tenía que hacerle creer que le ocasionaba muchas bajas y, por ende, que le estaba ganando la guerra.

Solo así se entiende que el general Mario Montoya, comandante del Ejército de la época, les dijera a sus hombres que él lo que necesitaba era que le llevaran “carrotanques de sangre”, como lo han revelado varios militares a quienes el malestar de conciencia los llevó a confesar sus crímenes ante la JEP.

El general Montoya no ha querido aceptar su responsabilidad. El expresidente Uribe apenas se lamenta de que sus soldados hayan mentido. ¿Pero no cree que, ante tanta evidencia, ya es hora de que él, por acción u omisión, acepte su responsabilidad por esos crímenes y le pida perdón al país como lo hizo el expresidente Santos ante la Comisión de la Verdad?

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Patricia Lara Salive

Junio 29 de 2023

Sean valientes: denles la cara a sus víctimas

En otra de sus salidas antipáticas y desconectadas del sentir del país, el comandante del ELN, Antonio García, regañó en un trino al jefe del equipo negociador del Gobierno, Otty Patiño, y al senador Iván Cepeda por estar “haciendo declaraciones sobre cómo ellos interpretan los acuerdos. Las partes en una negociación no cumplen acuerdos con base en interpretaciones sino teniendo en cuenta la letra exacta de lo que está escrito”. Y agregó: “Los tiempos y el orden de la discusión de los temas también se pactan, algunos de ellos ya son parte de los acuerdos”.

Aquí viene un asunto de fondo: resulta que el tema de víctimas figura en el punto cuarto de la agenda. Se espera que los tres primeros puntos, que fundamentalmente tienen que ver con la participación de la sociedad en el proceso, concluyan en mayo de 2025. ¿Significa eso que el señor García quiere dejar su encuentro con las víctimas para después de esa fecha?

Si es así, sería nefasto. Está claro que el proceso con las FARC solo comenzó a avanzar de verdad a partir del encuentro de los guerrilleros con sus víctimas, tal vez porque entonces empezaron a darse cuenta del dolor tan grande que les habían causado. Pero los de las FARC duraron mucho tiempo convencidos de que el país los adoraba y de que todas las encuestas que se hacían, en las que aparecía su bajísimo porcentaje de aceptación, estaban manipuladas y compradas. Cuando llegaron a Colombia y se encontraron con su pésimo resultado electoral, se estrellaron con la realidad: el país no los quería y no estaba dispuesto a votar por ellos.

A los señores del ELN les pasa lo mismo: el país los detesta y en los territorios donde operan les tienen pánico. Desplantes como los que hace con frecuencia García y declaraciones como la que hizo Pablo Beltrán (dijo que solo secuestrarán si es necesario) no hacen más que agravar la antipatía que les tienen los colombianos.

Pero no se dan cuenta y parecen sentirse felices de hacerse los difíciles. ¡Qué equivocados están!

Ojalá los elenos sepan que a los ex-Farc les hizo un daño político inmenso la cínica frase de “quizás, quizás, quizás”, pronunciada por Santrich cuando un reportero le preguntó si estaba preparado para pedirles perdón a las víctimas. Un impacto similar causó en la opinión la frase de Beltrán.

 

Por eso no hay duda de que a los del ELN les hace falta encontrarse con sus víctimas. Es muy importante que ese encuentro se dé pronto. No pueden esperar hasta mayo de 2025 para llevarlo a cabo y deben asistir Antonio García, Pablo Beltrán y los demás. De todos ellos, el que más claro tiene el panorama es Gabino, el antiguo comandante general que asistió a la reunión de la firma del cese en La Habana, quien dijo: “En el ELN hay una decisión plena de apostarle a este proceso de paz”. Y agregó: “Aportaré lo que me queda de vida en este esfuerzo por la paz”.

Ojalá la autoridad moral de Gabino sea tenida en cuenta por los elenos. Y ojalá se enteren de que este país está absolutamente mamado de su violencia y sus salidas destempladas, que la mayoría interpreta como zancadillas que a cada rato le pone el ELN al anhelo nacional de paz.

***

Les expreso toda mi solidaridad a Héctor Abad, Sergio Jaramillo, Catalina Gómez y Victoria Amelina, quienes estuvieron a punto de morir por un misil ruso lanzado contra un restaurante en Ucrania. Rusia tiene que sentir que toda la humanidad rechaza su guerra absurda y criminal.

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Patricia Lara Salive

Junio 22 de 2023

Uno solo debe dar las peleas que puede ganar

Como están las cosas, esa batalla en la que se embarcó el presidente Gustavo Petro es una batalla perdida y no es otra que la de querer imponer sus puntos de vista a toda costa, sin buscar los consensos políticos necesarios para que sus reformas pasen en el Congreso. Está convencido de que es el dueño de la calle y de que así, a punta de manifestaciones, puede presionar a los congresistas para que le aprueben lo que él quiere.

Es una batalla perdida por dos razones. La primera, porque su grupo, el Pacto Histórico, no tiene la mayoría en el parlamento y, para que los proyectos se aprueben, debe desarrollar una labor de filigrana y llegar a acuerdos con los partidos Verde, Liberal y de la U. Además, para conseguir su propósito de pasar unas reformas que signifiquen un cambio en el país, así no sean tan profundas como él quisiera, debe ceder en ciertas cosas, no insistir en que sus propuestas queden intactas, transar en puntos que no impliquen ceder principios y abandonar la agresividad y la arrogancia.

Pero esa batalla también la tiene perdida el presidente porque, como se vio en las manifestaciones que esta semana convocó la oposición, Petro y el Pacto Histórico no son los únicos dueños de la calle. El mandatario tiene que reconocer que hoy en día la oposición puede competirle en ese terreno. Ante todo, debe recordar que él obtuvo el 50,44 % de los votos y que esa mayoría la completó gracias al apoyo que le dieron sectores de centro, centroizquierda y personajes como el excandidato Alejandro Gaviria y los exministros José Antonio Ocampo, Cecilia López y Rudolf Hommes. Sin su apoyo, no habría ganado porque la presencia de esos dirigentes en su campaña calmó bastante el “miedo a Petro” que le impidió ganar las elecciones de 2018.

Sin embargo, ¿qué ha pasado en el último tiempo? El presidente desbarató su gabinete pluralista y cometió el error craso de declarar rota la coalición de gobierno, a pesar de que carecía de las mayorías en el Congreso. Confió en que podría conquistar a los parlamentarios uno a uno y resulta que las cosas no son tan fáciles. Además, a punta de utilizar un lenguaje agresivo y polarizante —que divide a los colombianos entre los buenos que defienden a los pobres y los malos que, apoyados por los medios, únicamente buscan enriquecerse—, ha reducido su base de apoyo (solo le queda la izquierda que siempre ha estado de su parte), ha asustado a muchos empresarios colombianos que han frenado sus planes de inversión en el país, ha generado incertidumbre y ha aburrido a un montón de gente que está hasta la coronilla de la confrontación y la peleadera. Todo esto, en medio de una carestía, especialmente en el sector de alimentos, que ha golpeado muy duro a la población más pobre.

 

Entonces, como resultado de esa conjunción de factores, a los cuales hay que agregarles los escándalos protagonizados por sus más cercanos colaboradores (su ex jefe de gabinete, Laura Sarabia, y su exembajador en Venezuela y compinche, Armando Benedetti), se ha generado una complicada situación política. El único que puede lograr superarla es el propio Petro. Pero, para conseguirlo, debe abandonar su ensimismamiento, salir de su búnker mental, abrir con generosidad las puertas del gran acuerdo nacional que tanto ha pregonado y permitir que construyamos un país donde quepamos todos.

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Patricia Lara Salive

Junio 15 de 2023

Oficio para Petro en La Guajira

Bien hará el presidente Petro en irse una semana a gobernar a La Guajira, como se anunció en días pasados. Allá están ocurriendo hechos muy graves. Tal vez el más preocupante sea la suspensión del proyecto de generación de energía eólica que desarrollaba la empresa Enel, que debía entrar en funcionamiento el año pasado. Que Enel hubiera preferido no continuar con el proyecto es un golpe muy duro para los planes del Gobierno y para la futura oferta de energías limpias en el país. Máxime en momentos en que el Gobierno supuestamente le está apostando todo a la transición energética y las posibilidades de nuevas exploraciones de gas y petróleo están en veremos, a pesar de que las reservas de esos productos solo alcanzan para siete años y tal vez para menos, porque su demanda está aumentando.

Para entender por qué Enel prefirió abandonar una inversión que supera los US$200 millones, en lugar de seguir luchando por ese proyecto, hay que mirar cuál es la situación en esa zona:

Por una parte, La Guajira es una de las regiones más ricas de Colombia por sus reservas minero-energéticas, su potencial turístico y su gran riqueza en vientos, lo cual permite desarrollar allí importantes proyectos de energía eólica. Pero la presencia del Estado en ese departamento es nula: allá todo es deficiente o inexistente: los hospitales, los colegios, las carreteras, los acueductos... Y ello se debe en gran parte a la corrupción.

 

Por otra parte, en La Guajira habitan comunidades indígenas, algunas nómadas, muy abandonadas por el Estado, con derechos sobre esos territorios. Con ellas el Estado tendría que estar en contacto, desarrollando un diálogo que las lleve a entender la importancia de que en La Guajira se desarrollen proyectos de esa magnitud, que les brinden empleo y desarrollo.

 

Finalmente, por esa falta de información y comprensión de la situación de las empresas, que requieren producir todos los días con el fin de generar recursos para pagar sus nóminas y gastos, las comunidades realizan bloqueos casi permanentes de las carreteras y los caminos, a tal punto que Enel el año pasado solo pudo operar la mitad de los días hábiles y este año solo ha operado el 40 %. Además, por supuesto, la autoridad estatal no se ha hecho presente, no existe; eso es tierra de nadie.

 

Esa situación no es atribuible solo a la administración de Petro. Así ha sido desde la época de Duque, cuando se definió que en La Guajira se desarrollaría una industria eólica competitiva: entonces el Gobierno no preparó a las comunidades y la empresa llegó sola, sin acompañamiento. No obstante, hizo algunos acuerdos con las comunidades, pero “de una fragilidad absoluta”, según un funcionario de Enel, quien agrega que “esa situación terminó reventándose porque las comunidades tienen exigencias abismales que son imposibles de soportar: no podemos sustituir al Estado haciendo vías, hospitales… Ellos exigen todo porque no hay nada. Y el Estado no dice nada. Si antes estaba ausente, ahora está peor. Además, el Gobierno está envalentonando a esas comunidades para que pidan ser socias de los proyectos. Y eso no lo podemos aceptar”.

De manera pues que Enel no aguantó más y se fue de La Guajira. Ahora la solución que está en que alguna empresa estatal (Ecopetrol, ISA, Gecelca) se haga cargo del lío.

Ojalá el presidente Petro logre, en su semana de gobierno en La Guajira, salvar tan importante proyecto.

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Patricia Lara Salive

Junio 01 de 2023

Hasta siempre, Heriberto Fiorillo

“Es el otoño de 1978 y aún llueve a cántaros en Londres.

Desde el umbral de una puerta que acabo de abrir, la sombra de un hombre termina de alargarse en contraluz sobre la pared interior de mi cuarto de hotel. Enciendo una lámpara cercana y el visitante da un paso atrás, pero anima luego un movimiento doble hacia adelante y entrega a plenitud su identidad. Trigueño, de mediana estatura, apenas en sus treintas, lleva un sombrero encintado de ala doblada sobre la frente, una bufanda alrededor del cuello y viste una gabardina de color caqui, asegurada con el lazo de su propio cinturón de tela. En su mano izquierda, entrecerrado, apuntando al suelo, un paraguas chorrea sobre la alfombra oscura (…).

—Eligio García Márquez —me dice, como iluminado, mostrando sus dientes y estirando la otra mano”.

 

Así comienza Eligio, el texto que Heriberto Fiorillo escribió y que releo hoy, no solo con mi pesar intacto por la ausencia de Yiyo, sino con esta tristeza espesa porque ya tampoco está Fiori, de quien el periodista y escritor argentino Tomás Eloy Martínez escribió en el prólogo del libro Nada es mentira: “Cronista mayor de una generación de grandes cronistas, Fiorillo es el único de todos ellos que incurre en dos admirables virtudes: es fiel al legado de sus ancestros y, a su vez, tiene la osadía de apoyarse en ellos para volar hacia otros horizontes”.

Así era…

Mucho se ha escrito sobre Fiori desde el martes, cuando se conoció su muerte: se ha dicho que fue “autor, guionista, cineasta y gestor cultural eminente”; que a los 25 años fue jefe de redacción y subdirector de Cromos; que dirigió y escribió películas como Ay, carnaval, Aroma de muerte y Amores ilícitos; que fue subdirector y libretista del Noticiero de las 7 y en su época este tuvo el mayor récord de audiencia; que luego fue director del Noticiero del Mediodía y después diseñó, produjo y escribió Noticias Uno; que dirigió y produjo el programa Talentos, en colaboración con Daniel Coronell, quien considera a Fiorillo como su maestro; que el Ministerio de Cultura le otorgó la Medalla al Mérito Cultural; que en 2002 creó la Fundación La Cueva, que funciona donde quedaba el bar en el que se emparrandaban los miembros del Grupo de Barranquilla (Gabriel García Márquez, Álvaro Cepeda Samudio, Alfonso Fuenmayor, Germán Vargas y Alejandro Obregón, entre otros); y que en 2006 se inventó el Carnaval de las Artes, certamen cultural que ha congregado a escritores, músicos, cuentistas, etc. Se ha dicho también que escribió varios libros (Nada es mentira, Arde Raúl, Cantar mi pena, La mejor vida que tuve, El hombre que murió en el bar, Entre líneas, La Cueva. Crónica del Grupo de Barranquilla).

Pero no se ha dicho que Fiorillo estaba escribiendo con furor una novela sobre un hombre que pedía el milagro de cambiar de sexo y que después de empezarla no se podía parar de leer. “Es puro realismo mágico”, me dijo luego de que leí el comienzo.

Eso fue el 19 de febrero, cuando los visité en Barranquilla a Claudia y a él.

Al día siguiente, Fiori me escribió: “Nos encantó estar contigo. (…) Pat, te queremos mucho y aquí estamos para la próxima”.

No hubo próxima, Fiori. Pero quedan tus textos, tus películas y el recuerdo de más de 40 años de amistad. Y quedan tus hijos y Claudia, esa mujer quien con su inteligencia y dulzura supo hacerte feliz y construir contigo un amor sabroso y divertido... Para ellos, mi abrazo fuerte y largo. Para ti, mi hasta siempre, gran Fiori.

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Patricia Lara Salive

Mayo 25 de 2023

María Mercedes Carranza, “in memoriam”

“¡Le dio un infarto a Aseneth!”, gritó, al otro lado de la línea, María Mercedes Carranza. Tiró el teléfono.

Era el 23 de enero de 2003. Poco después, Aseneth Velásquez, su gran amiga, crítica de arte y fundadora de la Galería Garcés Velásquez, murió.

Ese fue un golpe que María Mercedes no supo soportar, seguramente porque su corazón ya estaba minado por otros dolores profundos: el asesinato de su gran amigo Luis Carlos Galán —en cuya memoria escribió ese impresionante poema que lleva como título la fecha de su muerte, 18 de agosto de 1989, y comienza: “Ese hombre va a morir / hoy es el último día de sus años”— y el secuestro y la desaparición, a manos de las FARC, el 21 de septiembre de 2001, de su hermano Ramiro Carranza. Su familia, que no era adinerada, pagó un jugoso rescate y María Mercedes le mandó mensajes a través del programa radial de Herbin Hoyos, cada mañana, hasta que ella, ese nefasto 11 de julio de 2003, decidió terminar su vida.

Ahora, cuando la Tertulia Literaria de Gloria Luz Gutiérrez le rinde homenaje con motivo de su cumpleaños (nació el 24 de mayo de 1945) y de la conmemoración de los 20 años de su muerte, recuerdo a María Mercedes sentada frente a un barril lleno de flores secas cubiertas por un vidrio que servía de mesa de centro en la sala del pequeño apartamento que compartía con su marido, el poeta y periodista Fernando Garavito, estudiando los textos de Kant, Nietzsche y Heidegger para preparar los difíciles exámenes orales que debíamos presentar ante Danilo Cruz Vélez, decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de los Andes. La veo en los consejos de redacción que celebrábamos en la biblioteca de la casa del expresidente Carlos Lleras Restrepo, director de la revista Nueva Frontera, conversando con él sobre política y poesía. La evoco entrando presurosa a la oficina de Luis Carlos Galán, codirector de la revista, o sentada frente a su escritorio en la Casa de Poesía Silva. La recuerdo en la sala de su apartamento del barrio La Macarena, frente a una terraza repleta de materas con flores que ella se esmeraba en cuidar, hablando con su amigo el poeta Darío Jaramillo Agudelo, mientras Melibea, su niña, correteaba por ahí. La veo en mi casa con su padre, el poeta Eduardo Carranza, en noches de parranda en las que él —vaso de whiskey en mano—, el doctor Lleras, su hijo Fernando y el escritor Pedro Gómez Valderrama recitaban de memoria a los grandes poetas y Pedro, además, con su vozarrón de barítono profundo, cantaba esos tangos que no se olvidan: “Si yo tuviera el corazón…”. La observo en el comedor de su apartamento sirviéndome unas alcachofas y un exquisito cordero al horno que acababa de preparar. La evoco en su casa, en otra noche de bohemia, con una pañoleta amarrada en la cabeza y un canasto colgándole del brazo del cual sacaba flores que, coquetamente, ofrecía mientras cantaba cuplés: “Clavelito, clavelito, clavelito de mi corazón”. La escucho a las seis de la mañana comentándome por teléfono la noticia del día. La recuerdo entrando a mi casa con un regalo para mi hija que acababa de nacer: era un librito de poemas de Rafael Pombo, empastado en cuero café con una frase en la portada grabada en dorado que decía: “Para María”. Evoco a María Mercedes Carranza y su talento me deslumbra. Su solidaridad permanece en mi corazón, porque la solidaridad era su impronta y la amistad era su religión.

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Patricia Lara Salive

Mayo 18 de 2023

No le huyan a la verdad de Mancuso

Por fin Mancuso dio su testimonio público ante la JEP y se armó el revuelo. Gran parte de lo revelado por él ya lo había relatado a partir de 2006 en Justicia y Paz y quedó oculto. Entonces dio nombres, como también los dieron otros jefes paras que declararon ante ese tribunal. Fueron miles de folios llenos con acusaciones gravísimas que involucraban a expresidentes, políticos, empresas, fiscales, alcaldes, gobernadores, parlamentarios, militares y policías de todos los niveles. En fin, fue la revelación de que había todo un entramado en el que participaba una gran parte del establecimiento político, económico, militar y policial, y de que existía una relación estrecha entre paramilitares y muchos militares de distintos rangos, demasiados como para que solo fueran manzanas podridas.

Sin embargo, en casi 20 años no pasó mayor cosa. Gracias a las investigaciones de la Corporación Nuevo Arco Iris, de León Valencia, se comenzó a hablar de parapolítica y la Corte Suprema condenó a varios parlamentarios. También condenó a José Miguel Narváez, exsubdirector del DAS, como determinador del crimen del periodista Jaime Garzón. ¿Pero qué ocurrió con las demás acusaciones? Prácticamente nada. En pleno gobierno de Uribe, el entonces fiscal Mario Iguarán, quien, según se ha sabido, fue nombrado por presión de Fedegán, no movió un dedo para investigar a los acusados por los jefes paras. Sus sucesores tampoco lo hicieron o, por lo menos, no se conocen los resultados de sus investigaciones.

Ahora dicen que Mancuso tiene que probarlo todo. Obvio. Pero es que no es sino recordar lo que ocurría entonces. Me acuerdo, por ejemplo, de un viaje que hice a Córdoba en septiembre de 2002, cuando Andrés Pastrana le acababa de entregar el mando a Álvaro Uribe. Yo iba con la actriz Carlota Llano y la fotógrafa Claudia Rubio en busca de material para una novela. Mi contacto era la Chave, una paramilitar cercana a Carlos Castaño, jefe de las Autodefensas. De su mano recorrimos buena parte de Córdoba en una camioneta que, según ella, le había prestado alguien que después fue candidato a fiscal de Álvaro Uribe. Atravesamos tierras de Mancuso por una carretera interna que parecía no tener fin. En Tierralta, a pesar de que había un cuartel de Policía, solo se veían civiles con radios. Entramos a un “hospital paramilitar”, localizado a metros de una escuela. Nos recibió un tipo en camuflado con un letrero en la camisa que decía “AUC”. Lo llamaban HH y lo acompañaban unos 10 uniformados de las AUC armados de metralleta. Era el “encargado de las relaciones del Comando Mancuso con los políticos”, dijo. Nos invitó a sentarnos. En la mesa había botellas de Buchanan’s desocupadas. Al rato llegó un hombre que —dijeron— era alcalde de un pueblo. Habló a solas con HH. Desde una tarima, junto a la escuela, salía música a todo volumen. Un locutor invitaba a la fiesta que esa noche ofrecían los paracos. Luego fuimos a San Pedro de Urabá: a pesar de que había un batallón del Ejército, los que patrullaban eran uniformados con metralletas y letreros de las AUC. De pronto, en la mitad del “paseo”, la Chave me dijo: “El jefe quiere verte” (yo no quería ver al jefe). Acabamos conversando con Carlos Castaño —con jeans y camisa Lacoste roja— en una finca donde, según nos dijo, si las autoridades querían, podían capturarlo en 10 minutos porque ellas sabían siempre dónde estaba él.

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Patricia Lara Salive

Mayo 11 de 2023

Con amigos así…

En un texto altivo, escrito para Cambio, el padre Francisco de Roux, expresidente de la Comisión de la Verdad, afirma que, al sacar del Plan Nacional de Desarrollo (PND) el artículo que acogía sus recomendaciones, el Congreso “le hace un daño enorme a la autoridad ético-política de la Comisión y deslegitima el Informe Final y el enorme proceso de toma de conciencia que durante cuatro años llevó al país a reconocer la necesidad de un cambio estructural para hacer realidad al acuerdo firmado en el Teatro Colón”.

Realmente, lo que constituyó un golpe duro para la Comisión de la Verdad no fue tanto que no quedaran incluidas sus recomendaciones para erradicar la violencia de este país ensangrentado, pues de hecho el presidente Petro se comprometió a cumplirlas y a lo largo del PND se incluyen varias de ellas, sino que quienes pidieran su hundimiento fueran el senador Humberto de la Calle, jefe del equipo negociador del Acuerdo de Paz con las Farc, y la estridente senadora de extrema derecha María Fernanda Cabal. No voy a referirme al irrespeto ni a las sandeces y groserías vociferadas por ella contra Pacho de Roux, el colombiano a quien más admiro, para hundir las recomendaciones. Ella no merece que le dedique ni una línea. En cambio, sobre los equivocados argumentos del senador Humberto de la Calle, a quien considero un demócrata, sí hablaré.

En el artículo 8 del PND se hacía explícito que las recomendaciones del Informe Final de la Comisión de la Verdad serían cumplidas y se agregaba: “Las entidades del orden nacional sobre las cuales recaigan recomendaciones del Informe Final (…) las acogerán de forma progresiva según su viabilidad, competencias y capacidades”.

A pesar de que en el Senado hundieron el artículo 8, en la Cámara lo aprobaron con una adición que excluía del PND las recomendaciones que implicaran cambio en las leyes o en la Constitución. No obstante, tristemente, en la conciliación se impuso la visión del Senado y quedó sepultado el artículo.

En un texto para Cambio, el senador De la Calle explicó sus razones:

“Las recomendaciones de la Comisión de la Verdad no hacen parte del Acuerdo de La Habana”, dijo. “No es cierto que esto sea un desarrollo de lo que se pactó”, agregó.

Las recomendaciones no pueden hacer parte del Acuerdo de La Habana, apreciado senador, porque este se firmó a finales de 2016 y la Comisión se creó en 2017, en virtud del Decreto 588 de ese año que le ordenó entregar un informe con unas recomendaciones para que el conflicto armado interno no se repita eternamente. Como dice la excomisionada Marta Ruiz en su columna de La Silla Vacía, “no es cierto”, como dijo usted, “que esa fuera una tarea autoimpuesta”.

Afirma usted que el gran problema de incluir las recomendaciones en el PND “es la inoportunidad”.

¿Entonces cuándo va a ser oportuno atender esas recomendaciones surgidas de las vivencias recogidas por los comisionados en cerca de 30.000 entrevistas a víctimas de todo el país durante casi cuatro años de trabajo?

¿Acaso no es oportuno modificar la vieja política de seguridad que nos dejó más de 450.000 muertos entre 1985 y 2018? ¿No hay que cambiar la política sobre el narcotráfico? ¿No conviene crear un Ministerio para la Paz que le ponga orden al despelote que hay en esa materia?

No hubiera sido mejor, apreciado senador De la Calle, que usted propiciara una conciliación sobre ese artículo en lugar de hundirlo y propinarle semejante golpe moral a la Comisión de la Verdad?

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Patricia Lara Salive

Mayo 04 de 2023

Menos agitación y más acción

El presidente Gustavo Petro debe tener cuidado. Su discurso del 1° de mayo, pronunciado desde el balcón de la Casa de Nariño ante una multitud no demasiado numerosa, consiguió asustar —¡y de qué manera!— a gran parte de los empresarios y miembros de esa otra mitad de Colombia que no votó por él. Estuvo cargado de referencias históricas que comenzaron por recordar la historia sin par del Libertador Simón Bolívar y la admirable de José María Melo, y buscaron entusiasmar a los viejos liberales que vibramos cuando nos recuerdan a López Pumarejo y su frustrada Revolución en Marcha, a Jorge Eliécer Gaitán y su grito de “¡A la carga!”, a Carlos Lleras Restrepo y su también frustrada reforma agraria.

 

Ese miedo que Petro parece disfrutar sembrando en las élites, como él las llama, tiene el efecto nefasto de que frena la decisión de los inversionistas colombianos de invertir más en el país, los impulsa a llevarse sus capitales al exterior, les infunde temor sobre la estabilidad de las reglas de juego y les mina la confianza, condición indispensable para que la economía y las empresas funcionen.

 

Hay que reconocer que, objetivamente, hasta ahora, a la economía en estos nueve meses del gobierno de Petro no le ha ido tan mal. El exministro José Antonio Ocampo hizo una gran labor. Muestra de ello es que el desempleo tuvo una reducción significativa y llegó al 10 %, la tasa más baja en los últimos cinco años. Esperemos que su sucesor, Ricardo Bonilla, siga por el mismo camino. Pero si el presidente continúa utilizando un lenguaje generador de pánico, que por otra parte divide al país entre “los buenos que están conmigo y los malos que están contra mí”, no solo puede lograr que aumente aún más la violencia, que ya está llegando a niveles muy preocupantes, sino que seguramente lleve a que se deteriore la economía y, por ende, el bienestar de muchísimos colombianos. Además, es factible que al final de su mandato Petro entregue no la Colombia unida que él prometió, sino una profundamente dividida y atravesada por el odio.

Ahora, claro que el presidente Petro tiene todo el derecho de hacer lo posible para sacar adelante sus reformas. Pero estas se deben discutir en el Congreso, única instancia que puede decidir si se aprueban, se modifican o se hunden.

Una vez ese trámite se supere, cualquiera que sea su resultado, el país vivirá más tranquilo porque ya conocerá su rumbo. Sin embargo, ahora todo es incertidumbre, incluso para el propio presidente, que en algunas oportunidades ha expresado su temor de no poder cumplirle a su pueblo. Y tiene razón. Porque si las cosas siguen como van y él continúa dedicado al activismo y no a coordinar e impulsar la acción del Gobierno, terminará su período en la inacción. Entonces su pueblo, agobiado por una nueva y grave frustración, fácilmente podría inclinarse por una opción de derecha extrema, que quién sabe cuánto dure. Por eso le pedimos, presidente Petro: por favor, menos agitación y más acción.

Es muy grave que el Senado haya eliminado el artículo 8 del Plan Nacional de Desarrollo, que le permite al Gobierno implementar las recomendaciones de la Comisión de la Verdad. Es indispensable que la Cámara de Representantes y después las dos cámaras en conciliación aprueben ese artículo y salven el principal legado de la Comisión. Colombia tiene que salir definitivamente de la violencia. Señores políticos, no nos hundan más en ella.

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Patricia Lara Salive

Abril 27 de 2023

Váyanse, señores del Eln

“Aquí no”, dice Juan, el conductor que nos lleva desde Arauca hasta El Amparo, en el estado de Apure, el primer pueblo venezolano al que se llega luego de pasar el puente internacional José Antonio Páez, sobre el río Arauca, que comunica a Colombia con Venezuela. Se refiere a la propuesta que le hago para que nos detengamos en alguna cafetería a tomarnos una gaseosa y hablar con la gente.

“¿Por qué aquí no?”, le pregunto.

“Porque aquí se la pasan los «chiflecitos», los afiebrados…”.

“¿Y los jefes?”, agrego.

“Ellos están en las montañas”.

Juan detiene el carro en la marina, nos bajamos, subimos a una tarima rudimentaria y nos encontramos de frente con el imponente río Arauca, de unos 300 metros de ancho. Canoas motorizadas transportan a la gente de una orilla a otra.

“A la marina llegan vestidos de civil y lo investigan a uno como si nada”, dice Juan, mientras mira a un lado y otro, y desconfía de cada uno de los que nos observan.

El Amparo es el nido del Eln. Allá se llega por río o atravesando el puente. Nadie pide papeles. Más adelante, en Puente Lata, hay que mostrar el pasaporte. Pero hay un territorio grande sin control.

En las noches —me cuenta Juan— los elenos atraviesan tranquilos el río. Ellos son los que tienen el poder militar, político y económico en Arauca, usufructúan las rentas departamentales y se quedan con parte de las regalías porque, según Luis Emilio Tovar, exalcalde de la capital y exrepresentante a la Cámara, hoy miembro del Centro Democrático, “obligan a los contratistas, al ordenador del gasto y a los proveedores a que les paguen”.

“Para ser gobernador de Arauca hay que estar vinculado con un grupo al margen de la ley: de los últimos ocho, siete han sido cercanos al Eln y uno a los paracos”, dice él, que ha sufrido dos intentos de atentado, se mueve con 17 escoltas y a su mamá y su hermano los secuestraron las disidencias de las Farc. Para rescatarlos tuvo que pagar mucho dinero.

“¿El ejército y la policía qué?”, le pregunto.

“Ellos se preocupan por cuidarse y cuidar el petróleo, que es lo único que les importa”.

El exgobernador liberal Federico Gallardo dice: “El Estado le dejó el control al Eln, salvo el oleoducto”.

(De ahí que la Comisión de la Verdad haya insistido tanto en que hay que cambiar el modelo de seguridad para que las fuerzas del orden cuiden a la gente más que a los negocios).

La periodista Carmen Rosa Pabón coincide con Tovar en que a raíz de las negociaciones emprendidas por el presidente Petro ha bajado la confrontación. Pero los dos grupos siguen extorsionando.

“¿Qué salida le ve a esa situación?”, le pregunto a Tovar.

“Si no aprietan al Eln en Venezuela, el Gobierno no tendrá capacidad de acción”, dice.

Eso es evidente. De ahí que sea tan importante el acercamiento entre los presidentes Petro y Maduro, y el acuerdo al que, según Petro, llegaron ambos mandatarios para que los dos ejércitos cooperen y saquen al Eln del territorio venezolano.

Es la única solución. La otra es que los araucanos, que están sitiados por el miedo, se atrevan a manifestarse masivamente contra los grupos armados, que hagan cartas con 150.000 firmas, que les digan mil veces al Eln y a las disidencias de las Farc, como han hecho los indígenas: Señores, no los queremos, ustedes no nos representan, no los apoyamos, váyanse.

Finalmente, que el ejército comience a existir para los araucanos. Porque Arauca es el departamento donde más ejército y donde más muertos hay.

¡No hay derecho!

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Patricia Lara Salive

Abril 20 de 2023

Imposible no ver el documental “Cuando las aguas se juntan”

Luego de ver Cuando las agujas se juntan, documental de Margarita Martínez, concluí, bañada en lágrimas, que si aquí se acaba el machismo, termina el conflicto.

He aquí algunos testimonios:

“Empezaron a venir en las noches, mataban, se iban. Otra vez venían en las noches, mataban… Esa fue una estrategia que usaron para aterrorizar”. Ofelia, comuna 13, Medellín.

“Si usted me caía mal, vaya donde Fulano y mátelo. Si me debía plata y no me pagó, mátelo. Si me miró maluco, mátelo… Mi mamá era alegre, echada pa’lante, alta, blanca, muy bonita, ¡como la hija! Tengo sus facciones, porque ella tenía estos dos lunares. Una noche mi papá nos dijo que teníamos que recoger las cosas e irnos porque a mi mamá se la habían llevado y no iba a regresar. Yo tenía unos 12 años”. Mayerlis, Montes de María.

“Estábamos a la expectativa de que llegaran los actores armados a violarnos, a matarnos o incluso a llevarnos pa los grupos de ellos... Uno se enamoró de mí y me contaba cómo cogían a sus víctimas, se hacían amigos, las invitaban a cenar y a llevarlas para luego asesinarlas. Yo vivía con ese miedo… Yo pasaba en las tardes [por una finca] para bajar al pueblo a dormir. Entonces se iba conmigo charlando hasta que ya comenzamos el encarrete. Yo ya tenía como un compromiso con él y no lo podía soltar. Y mi familia me decía: «Usted en qué está metida, nos está poniendo en riesgo». Yo decía que la mejor forma no es dejarlo, es seguir el juego [para] que no [nos] haga daño. Era muy tensionante, pues [yo era] señalada como colaboradora de esos actores armados, obligada por miedo... Hasta que alguien me hizo el favor [sonríe], otra más bonita, [y] me lo quitó”. Azucena, Oriente Antioqueño.

“«Usted viene conmigo, que el patrón la mandó a buscar». Y él le dijo a mi esposo: «Usted se queda con los niños y ella se va conmigo». A las nueve de la noche me sacó para el Alto de Julio. Nueve días me eché con él allá haciéndole cuanto quiso que le hiciera [llora]… A mi esposo le pidió un galón de gasolina pa regresarme a la casa. Ya después mi esposo tuvo problemas conmigo. Por eso me dejó, me quedé con mis dos hijas”. Noelia, corregimiento Libertad, San Onofre.

“Le comenté al secretario de Educación del Putumayo: la mitad [de los estudiantes] se los están llevando los de las Farc. Les dan una cátedra, un manual de convivencia y se los llevan. Y las madres quedan muy tristes. Educación tiene que hacer algo. «Usted se calla, supervisora, en esas cosas no nos podemos meter, porque el presidente ha prohibido terminantemente que se hable con esa gente». Sin embargo yo les decía a las mujeres: «Vamos a ver dónde están los niños». A veces los rescatábamos y otras no”. Fátima Muriel, Putumayo.

“Los reclutadores... uno tenía una tienda, vendían cerveza… A los muchachos les gustaba ir… A los que les gustaban las drogas, el tipo les daba drogas. Y así se fue ganando su confianza. Entonces les hicieron proposición de trabajo, que iban a ganar muy buena plata. Y el hijo mío estaba sin trabajo [y] llegó a la casa muy contento y me dijo que ahora sí se iba a ganar su plata para ayudarme a pagar la casa. El 2 de marzo él salió a las siete de la noche. Me dijo que le guardara comida que no se iba a demorar, que hablaba con el señor del trabajo y venía para la casa. Nunca más volvimos a saber de él... Duramos seis meses para saber que estaba muerto y enterrado en una fosa común en Ocaña, Norte de Santander”. Blanca Monroy, madre de Soacha.

Función: Cinemateca Distrital, abril 26, 8 p.m.

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Patricia Lara Salive

Abril 13 de 2023

La pregunta que debe responder el Eln

Hay una pregunta fundamental que aún tiene que responder el Eln y a cuya respuesta le ha dado vueltas y vueltas. La hizo el jefe del equipo negociador, Otty Patiño, en una estupenda entrevista que publicó en El Espectador la periodista Gloria Castrillón.

La pregunta es esta: ¿el Eln sí quiere la paz o está sentado en la mesa simplemente para fortalecerse militarmente?

Esa pregunta conlleva otras: ¿ya tomó el Eln, en una reunión en pleno, la decisión de dejar la guerra? ¿Sí hay realmente unidad de mando en la guerrilla?

 

Si el Eln no ha decidido que quiere la paz —lo que implica decidir abandonar la guerra—, si no está impulsado por una meta clara de acabar el conflicto armado, ¿qué sentido tiene poner a un poco de gente a ir y a venir y a sentarse a echar carreta para hablar de la participación de la sociedad civil y para mamarle gallo al acuerdo de cese al fuego y hostilidades? Sobre todo, cuando es esa misma sociedad la que está sufriendo las dolorosas consecuencias de su guerra, como ocurre con ciertas comunidades indígenas a las que el Eln constriñe para que hagan y digan lo que a ellos les viene en gana.

Luego de que el jefe del equipo negociador de Petro hizo sus preguntas, el Comando Central (COCE) del Eln emitió un comunicado en el que se hizo el que contestaba, pero en realidad no respondió nada concreto. El COCE dijo:

“Para quienes hablan que (sic) no hay unidad en todo el Eln y que existen diferencias a (sic) nuestro interior y que nos aconsejan realizar consultas, les podemos informar que a finales de 2022 y comienzos del presente año realizamos una reunión de todos los mandos nacionales y regionales y con representantes de la delegación de diálogos. Ahí se analizaron los acuerdos del primer ciclo de diálogos y se tomaron todas las decisiones para la continuidad del proceso. Dichas conclusiones son de carácter totalmente unitario en el Eln y por tanto todos las compartimos o acatamos conscientemente, acá no hay ninguna imposición, sino deliberación y construcción de consensos políticos”.

 

En ese párrafo lo único que responde el COCE es que sí hubo una reunión de todos los mandos nacionales y regionales con representantes de la delegación de diálogos, pero no dice qué decidieron en ella. ¿Acaso la decisión que tomaron fue la de volver eternos los diálogos para acumular fuerzas? ¿O la de llegar a pactar con el Gobierno un cese bilateral al fuego, pero no un cese de hostilidades, lo cual implicaría que pararían los combates con el ejército y que el Eln podría continuar hostilizando a las comunidades, es decir, a la sociedad civil que dice defender?

Por otra parte, ante la justa protesta del país y del presidente Petro por el asesinato de nueve militares en Catatumbo en la madrugada del 29 de marzo, el Eln tranquilamente respondió que tiene derecho a defenderse. Entonces Otty Patiño les contestó que ellos dicen que atacan a la fuerza pública porque esta los ataca a ellos, pero “eso sugiere una segunda pregunta, por qué no han aceptado el cese al fuego para evitar eso. Todas esas preguntas, inquietudes y quejas merecen respuesta por parte del Eln. Sin esas respuestas es difícil seguir”, concluyó Patiño.

De manera que, señores del Eln, les llegó el momento de ponerse serios. El país y sobre todo las comunidades esperan que a partir del ciclo de diálogos que está próximo a comenzar sus palabras por fin concuerden con sus acciones.

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Patricia Lara Salive

Febrero 23 de 2023

Adiós, amiga

El mensaje que tanto temía llegó: “Mi mamá murió esta mañana”, decía Jimena Perry. María Candelaria Posada, editora, brillante, culta, amiga hace más de medio siglo, mi primera lectora, mujer valiente que luchó contra el cáncer desde hace 18 años, sin una queja, siempre con la misma respuesta —“yo estoy bien, mi Patty—, perdió su batalla este 21 de febrero, 15 días después de cumplir 74 años. Suspender el diálogo que mantenía con ella me va a ser difícil.

El mejor homenaje que puedo hacerle es publicar algunos de los poemas que escribió cuando luchaba contra el Innombrable.

En el correo en que me los remitió me decía: “Mis poemas por ahora tienen seis lectores: mis hijos, Luisa (su nieta), Laura (Restrepo), Carmen (Barvo) y tú”. Ahora mis lectores también leerán tus poemas:

 

Vieja

Soy una mujer vieja / Que le escribe a la muerte / La he visto muy de cerca / Reconozco sus ojos / Por ratos furibundos / Como brasas que arden / Por ratos destilando sarcasmo / Sabe bien que esta lucha / La ganó desde siempre / Pero al igual que el agua / Yo sigo / Camino hacia adelante / Con mi bastón certero / No caigo y si lo hiciera / Hay manos que me ayudan / Soy una mujer vieja / Eso quiere decir que / Han pasado los años / Que hay tiempos que viví / Tiempos en que no la veía / Años en que podía / Ir firme hacia adelante / Eso es una victoria / No ganaré la guerra / Pero sí las batallas / Quizás eso es lo que hace / Que me mire con rabia / Cada vez que le escribo / Le repito sonriente / Soy una mujer vieja

 

Oración

Ellas palabras / Todo ya está dicho / Pero día tras día / Hay que volver a visitarlas / Adorarlas rezarles / Pedirles que me dejen / Hablar de ellas con ellas / Lanzarlas como un garfio en una almena / Por donde pueda yo subir / A tomarme el castillo / O al menos su apariencia / Castillo de estar viva / De decir las palabras / Mi amor lucero mío / Mis hijos tan amados / Razones de vivir / Mejor dicho de querer estar bien / Ellas palabras me arrebaten / De la peor palabra la no viva / La que sigue danzando cerca de mí pavorosa / Ellas palabras / Deidades salvadoras / Acójanme en sus letras

 

Escudo

 

Como un escudo griego / Maladie me cubría / Pasaba horas sentada / Con ojos en los tiempos / En que movía montañas / Ahora me dicen que se ha ido / Podría volver pero hoy / Maladie me ha dejado / Y pienso / ¿Movería otras montañas? / Y me siento y escribo este poema

 

Visita

 

“Because I could not stop for Death / He kindly stopped for me”. Emily Dickinson

Ella estuvo aquí / Sus pasos se sentían desde lejos / Y el frío que la rodea se acercaba / Todos sabíamos que no venía por mí / Venía a reclamar al viejo perro / Y cuando se agachó a recogerlo / Me miró con los ojos que conozco / Hace tiempo / Nos hemos encontrado varias veces / No le temo a su oscura mirada / Ni a la ondulante hoz que blande / Esperando que en cada sacudida / Ruede alguna cabeza / La miré sin angustia / Ella sabe que un día seré suya / Y yo lo sé también / Mientras tanto / Tengo cosas que hacer

Maladie te ha llevado, María Candelaria querida. Paz en tu tumba. Un abrazo muy estrecho para Luisa, Jimena y Nicolás. Y para Laura y Carmen también.

Nota 1. El Estado debe garantizar YA la seguridad de Leyner Palacios y su familia.

Nota 2. Esta columna reaparecerá en abril.

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Patricia Lara Salive

Febrero 16 de 2023

A retiro con los militares, ministro

En entrevista para Cambio, Eduardo Pizarro, experto en temas militares y de conflicto, hermano del asesinado jefe del M-19 Carlos Pizarro, hizo afirmaciones que generaron impacto, relacionadas con la paz total y la situación de los militares. Creo que Pizarro, quien es conferencista de la Escuela Superior de Guerra, dijo muchas cosas que los militares piensan y no pueden decir.

“El Ejército está (…) absolutamente inmovilizado”, manifestó. “¿Por qué razón? Porque se está planteando un cese al fuego con siete u ocho de los 40 o 50 grupos armados ilegales. Entonces los mandos militares dicen: si nosotros salimos a patrullar y (…) le damos plomo a este grupo armado (…) que ha firmado el cese al fuego, vamos a ver en riesgo nuestra carrera militar. Y si no le damos plomo a este grupo que no ha firmado el cese al fuego, le entregamos el territorio. Entonces las Fuerzas Militares están profundamente desconcertadas porque no saben cómo actuar. Y en estos momentos la situación es muy preocupante porque el patrullaje y la confrontación han caído dramáticamente y los grupos armados están teniendo presencia en forma creciente en los centros urbanos. Está aumentando el número de masacres, el de asesinatos de líderes... Yo creo que hay que tener mucha más claridad sobre cómo manejar este tema”.

Si bien el Gobierno no está negociando con siete u ocho grupos, como dijo Pizarro, el cese al fuego que decretó el presidente sí involucró a cinco: tres de origen político —el Eln, las disidencias de las Farc y el grupo de Iván Márquez— y dos de origen paramilitar y mafioso —el Clan del Golfo y las Autodefensas de la Sierra—. Hay que crear protocolos muy claros porque el tema se presta para confusión, sobre todo en zonas con presencia de varios grupos, como Arauca, donde luchan por el territorio el Eln, que no ha aceptado el cese al fuego, y las disidencias de las Farc, que sí lo han aceptado pero lo han violado. Entonces, ante la confusión y el miedo de los militares de que se les afecte su carrera, según Pizarro, prefieren encerrarse en los cuarteles. Cuando se trata de mafiosos, la inacción militar es gravísima porque si ellos no sienten a las fuerzas del Estado respirándoles en la nuca, no se someten a la justicia, pues lo que les interesa es atesorar dinero.

Pizarro afirma también que “el Ejército está en este momento muy desconcertado porque no hay una política de seguridad clara”, y agrega: “Lo que a mí me comentan los miembros del Ejército es que ellos tienen que tratar de adivinar qué es lo que el Gobierno está planteando, porque no hay claras directrices sobre cómo actuar”.

Si eso es así, es urgente que el Gobierno elabore un documento donde establezca claramente cuál es su política de seguridad. Los militares están enseñados a obedecer y punto. Para que funcionen, deben tener directrices claras.

Por otra parte, al hablar del golpe a la moral que las Fuerzas Armadas recibieron con el retiro de 50 generales, Pizarro dijo: “Es muy impresionante el número de oficiales que están solicitando el retiro (…) Colombia puede verse abocada a una crisis de mando militar y policial muy grave en los próximos años”.

Así las cosas, es indispensable que, cuanto antes, el ministro de Defensa se encierre con los generales en una especie de retiro espiritual donde se ventilen las molestias y los desacuerdos, y les explique, de modo detallado y claro, cuál es la política de seguridad del presidente Petro.

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Patricia Lara Salive

Febrero 09 de 2023

 

Así es, Claudia López

Lo mejor es enemigo de lo bueno. Ese sabio dicho popular parece no conocerlo el presidente Petro. Para darse cuenta de ello, no es sino observar lo que está haciendo con el metro de Bogotá.

La mayoría de los expertos y la alcaldesa Claudia López coinciden con Petro en que sería mejor para la capital tener un metro subterráneo, que el metro elevado perjudica el urbanismo, etc. Pero ocurre que el antecesor de Claudia López, Enrique Peñalosa, desechó los muy juiciosos estudios para el metro subterráneo que había mandado a hacer su antecesor (Petro), se empeñó en hacer un metro elevado, consiguió la plata, cumplió con los requisitos de viabilidad técnica, hizo una licitación en la que participaron tres proponentes y uno se la ganó en franca lid.

Con buen criterio, la nueva alcaldesa, al encontrarse con ese hecho cumplido, en lugar de desandar lo andado, decidió respetar el contrato, como tenía que hacerlo, y continuó con el proyecto del metro elevado. Hoy ya está en construcción, ya está financiado, ya se sabe que costará $22,3 billones, ya —según le dijo la alcaldesa a la periodista María Isabel Rueda— se han comprado casi todos los 1.427 predios que se requieren para hacer las estaciones, ya se ha ejecutado en un 18 % y ya está programado que la primera línea se termine en el 2028.

 

Pero ahora todo parece indicar que los maduritos tenemos bastante embolatado nuestro anhelo de estrenar el metro, porque el presidente Petro, haciendo gala de su terquedad, está empeñado en que sea subterráneo, lo cual implica, como mínimo, que el capricho nos cueste muchos billones adicionales y que la construcción de la primera línea se demore por lo menos seis años más.

Ante el empeño del presidente de cambiar el proyecto, que ya se comenzó a hacer, la alcaldesa se paró en la raya y dijo que la primera línea del metro elevado se hace y punto. Entonces, como respuesta, el ministro de Transporte, seguramente obedeciendo órdenes del presidente, amenazó diciendo que, si la primera línea del metro no se construye de manera subterránea, el Gobierno no destinará recursos para otros proyectos como la segunda línea del metro, la calle 13 o los cables aéreos.

Ese es un vil chantaje, así el presidente lo niegue. “Que Bogotá tenga un metro poderoso en favor de las mujeres, de toda la población trabajadora y estudiantil no es un chantaje”, afirmó. “Ofrecí financiar completamente con recursos de la nación la subterranización de la parte más activa de la primera línea, eso no es un chantaje”, agregó. Sin embargo, el presidente no dijo ni mu sobre la amenaza que hizo su ministro de dejar sin financiación las obras mencionadas, en caso de que la primera línea del metro no se haga subterránea como él quiere.

Ese manejo que el presidente le está dando al tema del metro es extremadamente perjudicial, no solo porque va a acabar retrasando el proyecto a tal punto que a lo mejor lo empantana, como se empantanaron todos los intentos que Bogotá viene haciendo para construir un metro ¡desde hace 81 años! También es perjudicial, y mucho, porque con ese manejo Petro lanza el mensaje de que aquí no importa no honrar los contratos. Así aumenta el miedo de los empresarios a invertir en Colombia, por la inestabilidad jurídica habitual en el país.

¡Ojo, presidente!, no se equivoque: la confianza es la que hace que las economías crezcan. ¡No la dilapide! 

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Patricia Lara Salive

Febrero 03 de 2023

 

 

¿Quiénes responden por los crímenes de Estado?

“Comunistas de mierda, esa familia no va a crecer”, le había dicho por teléfono un hombre a María Eugenia de Antequera, viuda del líder de la Unión Patriótica asesinado en el aeropuerto El Dorado de Bogotá el 3 de marzo de 1989, en el momento en que conversaba con el futuro presidente Ernesto Samper, a quien de paso casi asesinan también.

Esa fue una de las innumerables amenazas que tanto a ella como a las cerca de 6.000 víctimas de la Unión Patriótica (UP) debió hacerles el “Estado” colombiano, según la histórica sentencia que acaba de proferir la Corte Interamericana de Derechos Humanos, a raíz del genocidio de la UP.

Para la Corte, el “Estado” colombiano es culpable y debe responder por los delitos de ejecuciones extrajudiciales (3.170 casos), desaparición forzada (521 casos), desplazamiento forzado (1.596 casos), tortura (64 casos), judicializaciones infundadas (19 casos), atentados o tentativas de homicidio (285 casos) y lesiones (10 casos).

 

¿Pero qué es el Estado? ¿Quiénes conformaron el Estado en esos 20 años, entre 1984 y 2004, período en el que ocurrió el genocidio de la UP investigado por la Corte Interamericana? En ese tiempo hubo seis jefes de Estado que tuvieron 15 ministros de Defensa. Esos jefes de Estado y esos ministros de Defensa también tuvieron bajo su mando a decenas de generales que fueron comandantes de las Fuerzas Armadas, del Ejército y de la Policía. Todos ellos, además, nombraron a los jefes de los servicios de inteligencia donde trabajaban los escoltas que “cuidaban” a los miembros de la UP, quienes, en su mayoría, terminaron asesinados.

¿El Estado es acaso un ente conformado por marcianos? No. El Estado está y ha estado compuesto por personas de carne y hueso que han dado las órdenes de matar o se han hecho las pendejas ante los asesinatos y las desapariciones, primero de los casi 6.000 miembros de la UP y después de los 6.402 asesinados en los mal llamados falsos positivos.

En su sentencia la Corte dice: “Tomando en cuenta la sistematicidad y la gravedad de esas faltas (…) se podría considerar que las mismas llegaron a ser de un grado tal que implicaron una conducta estatal que propició la impunidad, al punto de constituir una forma de tolerancia sistematizada frente a los hechos de violencia contra los integrantes y militantes de la UP”.

Por eso la Corte le ordenó al Estado, entre muchas otras medidas que incluyen apoyo psicológico y pagos de indemnizaciones a las víctimas o a sus familiares, “iniciar, impulsar, reabrir y continuar en un plazo no mayor de dos años y concluir en un plazo razonable y con la mayor diligencia las investigaciones, con el fin de establecer la verdad de los hechos relativos a graves violaciones de derechos humanos y determinar las responsabilidades penales que puedan existir”.

Ese es el punto clave. Porque de lo contrario ocurrirá lo que dijo Érika, la hija de José Antequera: “No hay justicia. El culpable sigue siendo la mano negra que, aunque tiene nombre y apellidos, no pagará condena”.

Desentrañar esa maraña que permitió que durante seis gobiernos se produjera ese genocidio es un deber ineludible de esta democracia. Porque, como me dijo el senador Iván Cepeda, cuyo padre fue asesinado en ese genocidio, “esa es una severa impugnación a la democracia colombiana, porque democracia y genocidio son conceptos excluyentes”.

Pero aquí la democracia y el genocidio han convivido por décadas de una manera vergonzosa.

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Patricia Lara Salive

Enero 27 de 2023

Incertidumbre

Esa sensación de salto al vacío, de no saber qué va a pasar ni para dónde va este país, es la que se palpa de manera frecuente al conversar con muchas personas: ¿al fin se van a acabar las nuevas exploraciones de petróleo y gas? ¿Qué punto de vista prevalecerá: el de la ministra de Minas, que insiste en que no se autorizarán nuevas exploraciones, o el del ministro de Hacienda, que dice que esa decisión no está tomada?

Si se impone el punto de vista de la ministra, ¿qué le pasara a la economía colombiana dentro de siete o diez años? ¿De qué vamos a vivir? ¿Con qué infraestructura contará la industria del turismo para convertirse en la principal fuente de divisas, de manera que pueda reemplazar en gran parte los ingresos por concepto de exportaciones de carbón y petróleo que ahora generan más de la mitad de los ingresos del país?

¿El metro de Bogotá va a comenzar a operar al fin, como está planeado, en 2028, o el presidente Petro seguirá empeñado en que se haga un tramo subterráneo, lo cual elevaría astronómicamente sus costos e implicaría que solo comenzaría a operar en 2035 o más tarde?

¿Qué va a pasar con la prestación del servicio de salud? ¿Estará el Estado, de un momento a otro, capacitado para manejar con eficiencia todo lo que implica el cambio que el Gobierno quiere llevar a cabo en ese campo? ¿No será que a la larga se acabará desbaratando un sistema de salud que tiene una gran cobertura, aunque funciona con deficiencias, y costará mucho trabajo montar otro y hacer que funcione, sobre todo si se tiene en cuenta que la capacidad de ejecución no es propiamente la principal característica de este Gobierno?

 

¿Cómo será la reforma laboral? Si obligan, de manera indiscriminada, a que todos los empresarios paguen recargos nocturnos, horas extras y demás, ¿qué les pasará, por ejemplo, a los pequeños negocios de restaurantes, bares y hoteles, que trabajan fundamentalmente en las noches y durante los fines de semana? ¿Tendrán que cerrar y dejar sin empleo a un montón de gente? ¿No será que van a enfocar la reforma laboral como no es? ¿No valdría la pena que escucharan a Germán Arce, presidente del Consejo Gremial, quien dijo en Cambiocolombia.com que “el problema del régimen laboral es la informalidad y uno no ve a los informales en la mesa de discusión”? (“Cuando se tiene entre 55 y 60 % de informalidad, seguir discutiendo los beneficios de los que están dentro del sistema no solamente es miope sino egoísta (…) El problema de la discusión laboral no es cuántos días, cuántas horas, cuántas semanas (…) El eje es que este país ha venido construyendo una inequidad enorme en el acceso al trabajo formal de los ciudadanos (…) Entre todos deberíamos ser capaces de definir cuáles son esos estímulos que vamos a generar en un sistema que ha probado ser inflexible y que, por eso, ha contribuido al nivel de informalidad que tenemos (…) En la lógica del diálogo que el Gobierno ha planteado hay que invitar a la mesa a los formales y a los informales”, afirmó Arce). ¿No vale la pena generar entonces una discusión entre los sectores formales e informales, como propone el presidente del Consejo Gremial?

¿Y esas discusiones, así como las demás sobre otros temas fundamentales, que implican análisis técnicos y matemáticos, pueden darse en la plaza pública, como parece que se propone hacer el presidente Gustavo Petro?

Son ingredientes que solo aumentan la incertidumbre…

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Patricia Lara Salive

Enero 20 de 2023

Lo urgente es el cese unilateral

En un texto titulado No maten más, Camilo González Posso, presidente de Indepaz, hace reflexiones que deben ser tenidas muy en cuenta por los negociadores de paz, tanto del gobierno como de los grupos armados:

González Posso desarrolla la tesis central de que “lo urgente es el cese unilateral de agresiones a la población”. Eso es mucho más urgente que los ceses bilaterales anunciados por el presidente Petro. Es que las comunidades están desesperadas con la violencia y las arbitrariedades que tienen que padecer al estar en esa aterradora condición de sándwich entre los grupos armados enfrentados entre sí. Porque ahora, para ellas, los principales inconvenientes no les surgen de estar en la mitad de los combates entre los armados y el ejército, sino en el centro de la guerra a muerte que libran entre sí los distintos grupos guerrilleros y mafiosos.

“El pueblo Awa y las comunidades afrocolombianas en Nariño”, afirma Camilo González, “están exigiendo alto a las agresiones, reclutamiento, confinamiento y al asesinato, como el de los dos niños en Alto Mira el 31 de diciembre. (Y) aunque los frentes de las llamadas disidencias dicen estar en cese al fuego, parece que lo entienden solo frente a la fuerza pública porque no cesan de masacrarse entre ellos y de victimizar a la población como en Putumayo y Cauca”.

Y agrega: “Los pueblos Embera de todo el Pacífico, de la costa del Valle y Chocó, se han pronunciado exigiendo alto a las armas con las que los desplazan y confinan. Son muchas las voces en el Chocó que exigen Acuerdo Humanitario Ya y que emplazan al Eln y a las Agc Clan del Golfo a cesar el terror contra la población. Los Barí le pidieron al presidente una acción urgente para sacar las armas, la coca y toda violencia de sus territorios y del Catatumbo. Las organizaciones sociales del Cauca (…) se han pronunciado insistentemente exigiendo alto a toda agresión en contra de las comunidades y sus territorios”.

 

Por eso angustia que mientras el gobierno y el Eln discuten cómo solucionar sus diferencias y cuáles serán las reglas del juego de las próximas conversaciones; y mientras prosiguen los diálogos con el Estado Mayor Central, la Segunda Marquetalia y el Clan del Golfo con miras a precisar protocolos y procedimientos para hacer realidad el cese al fuego bilateral, no se hagan, como dice González, “compromisos unilaterales inmediatos de suspensión y condena a todas las agresiones en contra de las comunidades”.

Y agrega: “el que se ocupen de todo ese trámite y papeleo tan importante no puede ser pretexto para ocultar que lo inmediato, urgente, e indiscutible, es que todos los armados que vienen agrediendo a la población civil deben declarar ante el país y el mundo que prohíben matar civiles (…), desplazar o confinar (…), extorsionar, secuestrar, desaparecer, torturar, perpetrar delitos sexuales (…) desposeer a las familias y comunidades de sus bienes, atentar contra los niños, niñas, adolescentes (...) Ahora lo urgente y sin condiciones, al tiempo que se avance en el funcionamiento de las mesas bilaterales de diálogo, es que los grupos armados ilegales de todos los tipos se pronuncien unilateralmente anunciado que condenan cualquier agresión a las comunidades, organizaciones, líderes y ciudadanos y que harán públicos los reglamentos y medidas para evitar que sus integrantes y aliados atenten contra la población civil”.

Esa es la prioridad indiscutible, señores negociadores.

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Patricia Lara Salive

Enero 13 de 2023

Lecciones desde Brasil

El reciente asalto a los edificios del Congreso, la Corte Suprema de Justicia y la Presidencia de Brasil —donde por fortuna no se encontraba el presidente Lula, porque de haber estado ahí hubiera corrido grave riesgo—, unido a la exigencia que los seguidores enfurecidos del expresidente Bolsonaro hacían a las Fuerzas Armadas brasileñas para que derrocaran al presidente legítimamente elegido, deja varias reflexiones:

La primera, que hay vasos comunicantes entre los movimientos de extrema derecha del continente: lo sucedido en Brasilia es una imitación del asalto al Congreso de EE. UU., perpetrado dos años antes por las turbas trumpistas que desconocían el triunfo legítimo del presidente Biden, igual que las bolsonaristas con Lula. De modo que la tarea de los demócratas y los sectores progresistas del continente, ahora más que nunca, es defender la democracia por encima de todo, para lo cual hay que comenzar por solidarizarse con Lula, quien no la tendrá fácil ya que deberá gobernar un país dividido casi por mitad y lidiar con una oposición violenta y sin escrúpulos dirigida desde Florida por el fascista Bolsonaro, seguramente asesorado por Trump, otro tipo carente de límites.

La segunda, que el asalto contó con la complicidad de Anderson Torres, secretario de Seguridad del Distrito Federal de Brasilia, quien fue ministro de Justicia de Bolsonaro. Como lo reporta la Deutsche Welle, siendo Torres responsable de la seguridad de Brasilia, “miles de bolsonaristas radicales vagaron con total libertad por las sedes de los tres poderes y destrozaron mobiliario de gran valor durante cuatro horas”. Torres fue destituido de su cargo ese mismo domingo por Ibaneis Rocha, gobernador de Brasilia, quien después también fue apartado temporalmente de sus funciones, “por su supuesta omisión a la hora de detener a la horda bolsonarista que asaltó las sedes de los tres poderes”. Pero también es evidente, según videos divulgados por los medios brasileños, que algunos policías fueron cómplices de los hechos al adoptar una actitud de brazos caídos pues, frescos y sin inmutarse, se quedaron mirando a los asaltantes que invadían las instalaciones de los tres poderes y, en lugar de actuar, les tomaron fotografías. Por esa razón, el Gobierno de Lula, que cree que la insurrección de los bolsonaristas fue posible por la complicidad de la Policía de Brasilia, decretó una intervención federal del área de seguridad de la capital brasileña hasta el 31 de enero, lo cual significa que las corporaciones policiales dependerán de la administración central hasta esa fecha, a través de un interventor que recibirá órdenes directas de Lula.

Y la tercera reflexión es que lo ocurrido en Brasil debe llevarnos a agradecer la actitud de nuestras Fuerzas Militares y de Policía, las cuales han sido respetuosas del resultado electoral a pesar de las diferencias que hubo entre el candidato Gustavo Petro y el anterior comandante del Ejército, y de la poca simpatía de algunos sectores militares y policiales le tienen al actual presidente. Para ser justos, hay que hacerle el mismo reconocimiento a la oposición, encabezada por el expresidente Uribe, quien no solo reconoció el triunfo de Petro, sino que se mostró dispuesto a dialogar con él y a mantener abierto un canal de comunicación que les permita discutir sobre distintos temas. Sin duda, esas son lecciones de democracia.

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Patricia Lara Salive

Enero 06 de 2023

Carta a “Antonio García”

Señor García:

A usted y al Eln les llegó el momento de actuar con grandeza. Es hora de que demuestren si es verdad que su prioridad es el bienestar de la sociedad civil, como lo dicen.

Lo que acaba de suceder es sintomático de la poca importancia que el Eln le da al sufrimiento de las comunidades a las que dice defender: ocurrió que el presidente Petro, a pocas horas de iniciar 2023, llevado por el deseo y el clamor de las comunidades, cometió el error de apresurarse a anunciar que se había acordado un cese bilateral al fuego con ustedes y cuatro organizaciones más. Agregó que ese cese, de seis meses, sería verificado por la ONU, la OEA y la Iglesia, que se podría prorrogar si todo salía bien y dictó los decretos correspondientes.

Mientras las otras cuatro organizaciones (el llamado Estado Mayor Central —más conocido como disidencias de las Farc—, la Segunda Marquetalia, las Autodefensas Gaitanistas y las Conquistadoras de la Sierra Nevada) apoyaron la propuesta, ustedes emitieron un comunicado, “perfecto” desde el punto de vista leguleyo, donde dijeron que “la delegación de diálogo del Eln no ha discutido con el Gobierno ninguna propuesta de cese al fuego bilateral; por tanto, aún no existe ningún acuerdo en esa materia”, y agregaron que “en diversas oportunidades hemos señalado que el Eln solo cumple lo que se discuta y acuerde en la mesa de diálogo donde participemos. No puede aceptarse como acuerdo un decreto unilateral (…) En el siguiente ciclo (…) está acordado culminar el ajuste de la agenda. Una vez concluyamos lo que está previsto, estamos en disposición de discutir la propuesta de cese al fuego bilateral (…) Entendemos el decreto del Gobierno como una propuesta para ser examinada en el siguiente ciclo”.

Simultáneamente, usted, señor García, envió un trino en el que decía que “durante el cese al fuego unilateral realizado para Navidad y Año Nuevo por el Eln, el Gobierno colombiano y las Fuerzas Militares y de Policía no actuaron en correspondencia”.

Pero ahora, cuando nada menos que el presidente decretó ese cese al fuego al que ustedes se habían referido, le dieron con la puerta en las narices.

¿No habría sido más acorde con el bienestar de las comunidades que sufren su maldita guerra en los territorios que ustedes hubieran respondido algo así?: “Recibimos con beneplácito el anuncio del presidente, pero como ese cese bilateral no fue acordado previamente en la mesa, convocamos al equipo negociador del Gobierno a que, de inmediato, tenga una reunión extraordinaria con el nuestro y definamos entre ambos los términos del cese bilateral”.

¿Ha pensado, señor García, en cuántos muertos, amenazados y confinados les hubiera ahorrado el Eln a las comunidades que lo padecen si hubiera adoptado esa actitud? Con seguridad, eso ni siquiera se le pasó por la cabeza.

Ante su no aceptación del cese al fuego, al Gobierno no le quedaba más remedio que suspender el decreto en el que lo establecía, decir que las Fuerzas Armadas continuarán combatiéndolos hasta que se pacte el cese e invitarlos a hacer una tregua unilateral. Ojalá la decreten.

Porque tienen que entender, señores, que las comunidades están mamadas de ustedes, del Estado Mayor Central, de la Nueva Marquetalia, del Clan del Golfo, de las Autodefensas de la Sierra, de los paracos y de todos los grupos armados urbanos y rurales que matan, persiguen, extorsionan, amenazan y no las dejan vivir, trabajar y amar en paz.

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