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Germán Arciniegas

Su última entrevista

El viernes 26 de Noviembre, el maestro Germán Arciniegas respondió su última entrevista. De doce preguntas contestó seis. La fatiga de su respiración hizo que dejara las restantes para responderlas luego. Pero en ese descanso se le atravesó la muerte. Y ese paseo que íbamos a dar por el siglo XX llevados de su mano y que, de todas maneras, íbamos a publicar hoy para celebrar mañana la llegada de su 99 cumpleaños, quedó en la mitad del camino.
Faltó un día más de trabajo para acabar el reportaje; le faltaron seis para llegar a los 99 años; y le faltaron 31 para cumplir su sueño: asistir al amanecer del siglo XXI con la mente lúcida y con esa sabiduría que debe dar el haber vivido un siglo estando siempre de acuerdo consigo mismo; empujado por la curiosidad de descubrir el por qué de las cosas; acompañado por la convicción de que no hay que ceder en lo fundamental; animado por su sentido del humor; inspirado por el amor a Gabriela Vieira, su mujer durante 70 años; consentido a más no poder por sus hijas Aurora y Gabriela; convencido de que para vivir no es sino mantener el cerebro activo ; rejuvenecido siempre por su pasión por la vida.
Habíamos planeado que, para su cumpleaños, apareciera un reportaje sobre Germán Arciniegas, ese escritor de casi un siglo, ciego, casi sordo, que vivía siempre rodeado de libros, de papeles, de sus hijas y acompañado por Graciela Riveros, su fiel secretaria que le leía todo: la prensa del día; el artículo que acababa de dictarle (el último fue su columna sobre la muerte del poeta Rafael Alberti, publicada en El Tiempo del pasado 11 de Noviembre); el libro que acababa de salir (el último que le leyó fue La Isla de La Pasióni, novela de Laura Restrepo cuya trama le interesó mucho) y que le resumía Graciela antes de comenzar la lectura del día, luego de lo cual el maestro le ordenaba: échele, pues .
Por eso le enviamos este cuestionario. Y por eso, el 1 de Diciembre, al día siguiente de su muerte, íbamos a ir a recibirle este texto. Ese día supimos por Graciela que el día antes de adquirir esa enfermedad que mata a los viejos la gripa-, Germán Arciniegas había interrumpido la respuesta a un cuestionario que le envió el diario Miami Herald para contestar estas preguntas.
Así, pues, el destino nos concedió este privilegio, tal vez porque consideró que era justo recompensar esa inmensa admiración que siempre tuvimos por este escritor americanista, incansable fundador de revistas y autor de sesenta libros y de millares de columnas que comenzó a escribir en 1918 y en las cuales trató todos los temas pero a las que siempre acompañó el leit motiv de su maravillosa y ejemplar pasión por la vida.
VIAJE AL SIGLO XX Maestro, qué recuerda de la Guerra de los Mil Días? La Guerra de los Mil Días había penetrado tanto que yo alcanzo a recordar hasta dónde en mi casa había penetrado los costumbres diarias. Yo era un niño que en Diciembre de 1903 cumplí tres años y recuerdo episodios de la época. Es posible que en algunos casos se trate de relatos que se hacían en las comidas. Pero en todo caso, la Colombia que yo viví fue la de la guerra civil.
Y cómo lo afectó la pérdida de Panamá, producida al final de la Guerra de los Mil Días,? Yo fui de esa generación que tuvo el destino de asistir a la consumación de la pérdida de Panamá. Los colombianos de entonces tuvieron que presenciar la pérdida de territorio que estaba destinado a ser el pedazo de América por donde se abriera el camino que uniera los dos océanos. Yo nací bajo el signo de Panamá. Fue lo primero que ideó mi imaginación. Recuerdo que Manuel Ugarte inició una gira de conferencias contra el imperialismo yanqui. Venía de la Argentina explotando todo el rencor hispanoamericano, echando sobre los Estados Unidos la responsabilidad íntegra de la pérdida de Panamá. Ugarte llegó a la estación de la Sabana. Se había anunciado en todos los periódicos. Todos los estudiantes estaban en la estación esperándolo. Se le subió en un coche Victoria . Se le quitaron los caballos y los estudiantes arrastraron el coche de la estación al hotel en el Parque de Santander, en medio de una muchedumbre vociferante que anticipaba lo que iba a decir Ugarte: Vivas a la América Latina y abajo al Imperialismo Yanqui. Ugarte llevaba por adelantado el gran aplauso para su conferencia.
De la Primera Guerra Mundial, qué recuerda? La Primera Guerra Mundial la seguíamos nosotros en un mapa donde iban señalándose, paso a paso, los avances de los ejércitos alemanes sobre el territorio francés. Se llevaba al día tal como iban moviéndose las trincheras, clavando banderitas, así como iban anunciando los movimientos las noticias cablegráficas. El mapa lo exhibía en la vitrina el almacén de Hollmann, una tienda de ferretería alemana que venía registrando desde el principio de la guerra los avances del ejército alemán, que en forma impresionante iba acercándose a París. No podía acusarse al señor Hollmann de imparcialidad en la exhibición de su vitrina, porque hasta llegar a la Batalla del Marne sólo se registraban los avances de las tropas del Kaiser.
Maestro, el triunfo de la Revolución Rusa y el ascenso de Lenin al poder tuvieron algún impacto en usted? El ascenso de Lenin no fue recibido con mayores reservas. El comunismo en ese momento no era sino un triunfo sobre el pangermanismo, y las reservas sobre el comunismo fueron apenas surgiendo a medida que Lenin le daba forma al nuevo despotismo.
Recuerda alguna anécdota de la Segunda Guerra Mundial? La opinión en toda nuestra América era abiertamente favorable a los aliados, menos en los grupos militares que se habían formado bajo la dirección de los instructores alemanes que principalmente tenían sus directivas en Buenos Aires, en Santiago. Había subido a la presidencia en Argentina Ramón Castillo, quien en el fondo simpatizaba con la causa alemana. La opinión argentina era abiertamente favorable a los aliados, sobre todo la inmensa masa de origen italiano que no ocultaba sus simpatías por la causa latina. Yo tuve una vasta amistad con los grupos latinos, especialmente con Alberto Guerchonof y con los refugiados españoles republicanos. Primero fueron relaciones incidentales de un viaje a Buenos Aires. Luego, en los dos años de mi residencia en la capital argentina, (me relacioné) con todos los escritores porteños y del interior. Siempre recuerdo cómo, en una tarde en que un grupo de fanáticos rosistas tenían una reunión en la calle San Martín, pasábamos incidentalmente con Ricardo Rojas: oíamos los gritos de los asistentes que decían: !Viva Rosas! Muera Urquiza Me dijo Ricardo: Ellos lo hacen así: gritan Viva Rosas! Porque está muerto. Muera Urquiza! Porque está vivo. Ramón Castillo, que era Presidente, era un rosista tapado. Durante la Segunda Guerra, uno se definía en política más por sus opiniones frente al conflicto europeo que por los mismos problemas colombianos.
Y del lanzamiento de la bomba atómica, qué nos dice? Con la bomba quedó totalmente definida la opinión del mundo entero. Los primeros relatos se difundieron en horas y, al día siguiente de lanzada la bomba, no había un lugar en la tierra que no supiera lo que había ocurrido. Hiroshima quedaba borrada del mapa y la imagen del magnicidio llegaba al último rincón del mundo. Quedaban advertidas todas las naciones de que los Estados Unidos tenían en sus manos un arma que podía borrar del mapa la parte del territorio ocupada por el enemigo. (Pero la muerte no tiene en sus manos el arma para borrar del mapa la lección de vida que nos dejó usted, maestro Germán Arciniegas…)

Patricia Lara Salive

Enero 31de 2025

Paz y salvo de salud mental para candidatos a presidente

Es claro que todo el que aspire a ser presidente de este país ingobernable debe tener en la cabeza una tuerca medio suelta. Por ello es tan brillante la ocurrencia del escritor Ricardo Silva sobre que en Colombia nos falta crear el cargo de psiquiatra general de la nación. Sería el empleo más importante de todos. Y ese funcionario, que debería manejar una entidad que se llamara Psiquiatría General de la Nación, tendría que tener una dependencia que se ocupara de expedir unas especies de paz y salvos sicológicos para quienes quisieran participar en las elecciones como candidatos presidenciales. Ese paz y salvo debería ser un requisito obligatorio para poder ser elegido primer mandatario.

Lo anterior, que puede sonar a chiste, nos ahorraría múltiples inconvenientes. Y si esa norma la adoptaran los otros países, también se le ahorrarían las peores desgracias a la humanidad, por ejemplo, la de haber sido empujada por un demente como Hitler a una guerra que le dejó un saldo de casi cincuenta millones de muertos. Y, a lo mejor, igualmente habría evitado que subiera al poder de la primera potencia del mundo un peligroso narcisista que carece de límites y que puede a llevar a la tierra, entre otras desgracias, a que se precipite el apocalipsis que, a este paso, mucho más temprano que tarde, generará el cambio climático: el cálculo es que, si seguimos como vamos, para 2030, la temperatura del planeta ya habrá pasado ese punto de no retorno que nos llevará al desastre.

Pero volvamos a Colombia. El gravísimo incidente ocurrido este fin de semana con Estados Unidos, cuyas consecuencias no están del todo solucionadas (los colombianos que viajan allá siguen siendo sometidos a requisas largas y molestas), tiene que demostrarle al presidente Petro que las relaciones exteriores del país no pueden manejarse a punta de trinos. El presidente tiene razón en que a los colombianos –y a los demás habitantes del mundo– debe garantizárseles un trato digno y que sus derechos no pueden ser violados. Pero esos temas deben ser tratados por los canales diplomáticos. Y si es cierto, como parece que lo es, que ya el gobierno colombiano había autorizado el vuelo del avión americano que traía a los deportados, el presidente no podía, a las tres de la mañana ni a ninguna otra hora, escribir un primer trino en el que decía que los colombianos debían ser recibidos con flores, y con 40 minutos de diferencia escribir otro en el que afirmaba que no autorizaba el aterrizaje en Colombia de ese avión que ya venía en vuelo.

Y, claro, esa reacción de nuestro presidente generó una respuesta desmedida, abusiva y peligrosa de parte de su homólogo estadounidense la cual, si se hubiera llevado a cabo, habría creado un terrible impacto económico en el país. Y para evitar semejante debacle, a los diplomáticos colombianos no les quedó más remedio que dar marcha atrás y recibir a los deportados colombianos a quienes, por lo demás, no podía negárseles la entrada a su patria.

No, presidente. Ya es hora de que se dé cuenta de que tiene que cambiar de métodos.

Nota. Esta semana se le rindió un sentido homenaje a Patricia Castaño, documentalista y pionera de importantes proyectos culturales, quien fue condecorada por el alcalde Carlos Fernando Galán con la Orden Civil al Mérito. Un abrazo estrecho de felicitación a esta mujer que lo merece todo.

Patricia Lara Salive

Enero 24 de 2025​

No deje que la tragedia se repita, presidente

Siento tristeza al escribir esta columna. Yo he sido una convencida de la necesidad de negociar la paz. He apoyado todos esos procesos. Desde 1999 he pertenecido a la Comisión Facilitadora del Proceso con el ELN. Pero para hacer la paz se necesitan dos. Y, definitivamente, los hechos han demostrado que el actual ELN no quiere hacer la paz. Tristemente, creo que no hay nada qué hacer, por lo menos mientras continúen los mismos mandos.

De modo que la decisión que acaba de tomar la fiscal general, Luz Adriana Camargo, de reactivar las órdenes de captura contra los 31 voceros del ELN en las mesas de diálogos de paz, incluidos los miembros del COCE Antonio García y Pablo Beltrán, no solo es acertada sino que debe cambiar rotundamente las relaciones entre el gobierno y el ELN y debe llevar a otra acción inmediata de parte del presidente Petro: solicitarle al gobierno de Maduro la extradición a Colombia de Antonio García y demás dirigentes y miembros del ELN que se encuentran en territorio venezolano.

Ya se acabaron las disculpas: después de los 60 u 80 o quién sabe cuántos asesinatos, muchos de ellos firmantes de paz, más los veinte o treinta mil desplazamientos que el ELN ha ocasionado en Catatumbo en una semana, más todo lo demás, no hay vuelta atrás. El presidente suspendió el proceso de paz con el ELN y, según el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, “el ELN ha botado a la caneca de la basura una vez más, y diría que de forma definitiva, la posibilidad de construir la paz en Colombia”. Es decir que el proceso de paz con el ELN se acabó. Por lo tanto, no hay justificación alguna para que Venezuela albergue a sus jefes y a sus bases y les ofrezca una cómoda retaguardia.

Y si existen protocolos que les impidan a los países garantes entregar a los jefes del ELN, deben deshacerse las cosas como se hicieron porque Colombia no puede seguir tolerando que esos salvajes se protejan en Venezuela, pasen a pie o a nado la frontera, asesinen a cuantos quieran, y regresen a sus casas como Pedro por su casa.

La gente del Catatumbo, y de las otras zonas afectadas por la pelea sangrienta de los grupos violentos (Cauca, Norte del Valle, Bajo Caguán, Chocó, Cesar), y los colombianos en general, necesitamos sentir que hay un estado que nos protege, y no que cada vez estamos más en manos de unas bandas criminales sin control que parece que le están ganando la pelea al Estado.

Como sostuvo en su pronunciamiento Aliadas, una asociación que agrupa a 32 de las principales asociaciones y gremios del país, “la Fuerza Pública no puede ser un actor expectante o un simple mediador; su papel debe ser el de garantizar la seguridad y enfrentar con firmeza a los grupos criminales que hoy desafían la estabilidad del país. La inacción no es una opción cuando la vida de miles de colombianos está en juego”.

Es que es inaudito que, en noviembre pasado, mediante una alerta temprana, la Defensoría del Pueblo vaticinara que, en el Catatumbo, se produciría una escalada de violencia debido a los enfrentamientos entre el ELN y una facción de las disidencias, el gobierno no haya tomado medidas preventivas, ahora estemos lamentando semejante tragedia y, encima de todo, el presidente diga que no sabe por dónde entraron ese montón de hombres armados.

Y lo más grave es que lo mismo puede ocurrir en el Norte del Valle, el Bajo Caguán, Quibdó y Cesar, territorios que también han sido advertidos.

Por favor, presidente, no deje que la tragedia se repita.

www.patricialarasalive.com

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