¡Adiós querido Obama!
- Patricia Lara Salive
- 12 ene 2017
- 3 Min. de lectura
¡Qué falta va a hacer Obama!
A partir del 20 de enero, cuando se posesione Donald Trump como presidente de EE. UU. y empecemos a escuchar sus disparates, sus descalificaciones y sus planteamientos llenos de concepciones que incitan a la discriminación y a la violencia, a Obama lo van a extrañar, incluso, muchos abstencionistas y otros tantos de los que votaron contra él.
Su discurso de despedida, pronunciado el pasado martes en Chicago, la ciudad donde inició su carrera política, fue especialmente inspirador y generoso con su gente, con su esposa y con su país.
A lo largo de su alocución de más de una hora se le escucharon frases como estas:
“Cada día aprendí de ustedes. Ustedes me hicieron un mejor presidente y un mejor hombre”.
“Michelle(…), tú hiciste de la Casa Blanca un lugar que le pertenece a todo el mundo. Y una nueva generación eleva sus aspiraciones porque te tiene a tí como modelo. Tú me llenaste de orgullo. Y llenaste de orgullo al país”.
“Aquí (en Chicago) aprendí que el cambio sólo ocurre cuando la gente ordinaria se involucra, se compromete, se une y lo pide”.
“El trabajo de la democracia siempre ha sido duro, polémico y a veces sangriento. Por cada dos pasos que se dan hacia adelante, a menudo se siente como si se diera uno para atrás”.
“Continuamos siendo la nación más rica, poderosa y respetada de la Tierra(...) El futuro debe ser nuestro. Pero ese potencial se realizará solo si nuestra democracia funciona. Sólo si nuestra política refleja la decencia de nuestra gente”.
“Debemos estar en guardia contra el debilitamiento de los valores que nos convirtieron en lo que somos (...) Por eso, en los pasados ocho años, trabajé para basar la lucha contra el terrorismo en un terreno legal firme. Por eso acabamos con la práctica de la tortura”. (¡Y pensar que una de las promesas de campaña de Trump fue reestablecerla!).
En su discurso, Obama se detuvo en explicar su concepción de la democracia. “La democracia”, dijo, “require un sentido básico de la solidaridad”. A su juicio, ella está amenazada por la desigualdad, el racismo y “la costumbre creciente de aislarnos en especies de burbujas tanto en los vecindarios, como en las escuelas y en las redes sociales: sólo compartimos con quienes tienen nuestras mismas opiniones; no nos mezclamos con los que piensan distinto; y nos sentimos tan seguros en nuestra burbuja, que en lugar de basarnos en evidencias, aceptamos únicamente información que encaje con nuestras opiniones, así sea falsa o verdadera”, afirmó.
Y agregó: “la política es la batalla de las ideas(...) Pero sin una referencia común sobre los hechos, sin un deseo de admitir nuevas informaciones y de aceptar que los opositores pueden tener razón en algo, y que lo que diga la ciencia importa, (…) es imposible hacer compromisos”.
Al final, el presidente se declaró optimista porque, según él, su trabajo “no sólo ha ayudado sino que ha inspirado a muchos americanos”.
“El honor de mi vida ha sido servirles”, dijo. “Y no me detendré; de hecho, estaré junto a ustedes, como ciudadano, durante todos los días que me queden. Por ahora (…) tengo una sola petición para hacerles en mi condición de presidente, la misma que les hice hace ocho años: les pido que crean. No en mi habilidad de traerles el cambio, sino en la de ustedes de conseguirlo”, concluyó.
¡Ojalá este no sea un sueño suyo más! ¡Ojalá en cuatro años, EE. UU. y el mundo se hayan sacudido la pesadilla que se aproxima!
¡Sí, qué falta va a hacer Obama!
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