Armas a la basura, vida más segura”
- Patricia Lara Salive
- 6 ago 2021
- 3 Min. de lectura
Qué lejos estamos de la época en que el profesor Antanas Mockus pregonaba que “la vida es sagrada”, emprendía como alcalde de la capital una campaña de vacunación contra la violencia, promovía el desarme total y canjeaba las armas que estaban en poder de la gente por bonos que servían para comprar en distintos almacenes mercados, ropa y útiles escolares.
Ahora es otro tiempo, estamos ante otra pedagogía: la de que “el que la hace la paga”, cuando todos los días vemos que, salvo muy contadas excepciones, eso no ocurre. Ahora nos quieren convencer de que la violencia se frena con más violencia y nos encontramos ante el hecho de que dos miembros del partido de gobierno, la senadora María Fernanda Cabal y el representante a la Cámara Christian Garcés, muy seguramente apoyados por su bancada, insisten en presentar un proyecto de ley que flexibiliza y facilita el porte de armas en este país al que no le cabe una más. Aquí, donde lo único sensato es promover masivamente políticas del estilo de las de Mockus, para que la vida, de verdad, se considere sagrada.
Ese proyecto busca, por supuesto, echar para atrás el Decreto 2515 de 2015 de la administración Santos, que ordenó la suspensión general de los permisos de porte de armas en Colombia.
La argumentación que los congresistas Cabal y Garcés dan en favor de la norma que pretenden imponer es la misma de siempre: que ha aumentado la delincuencia en la ciudad y en el campo y que la gente tiene derecho a defenderse. En lugar de ello, deberían propugnar porque las fuerzas de seguridad fueran de verdad efectivas en el cumplimiento de sus funciones y defendieran a las personas de los peligros que las acechan. Porque ese argumento, el de la defensa y la justicia por mano propia, es el mismo que llevó al nacimiento y la expansión del paramilitarismo, el cual generó decenas de miles crímenes y de atrocidades inenarrables: desmembramientos, mutilaciones, empalamientos, etc.
Por otra parte, si no tienen en cuenta las incontrovertibles estadísticas sobre el impacto positivo del desarme en la disminución de homicidios (por ejemplo, en el mes en que el entonces alcalde Mockus decretó el desarme, se redujeron las muertes violentas en un 22 %), los congresistas uribistas deberían pensar en las horrendas masacres que ha habido en la historia de Estados Unidos por la permisividad absurda que existe en ese país para el porte de armas. Por ejemplo, según una investigación publicada en el 2013 en el Journal of Human Resources, se sabe que entre 2000 y 2010, cuando más de 20 estados de ese país aprobaron leyes que ampliaron la justificación legal para el uso de armas en defensa propia, los homicidios aumentaron un 8 % y la medida no tuvo poder disuasivo sobre los hurtos y las agresiones. Es que es obvio: si a usted le van a robar el celular y desenfunda un arma, lo más probable es que se lo roben y lo maten. Pero si va desarmado, lo más seguro es que sólo lo roben. Si se embarca en una pelea y su contendor está borracho y armado, es muy probable que a usted lo mate. En cambio, si está desarmado, apenas le pega.
Así que lo que hay que hacer, en vez de estimular el porte y uso de armas, es promover el desarme y volver al lema de Mockus, de “armas a la basura, vida más segura”. Y lo que los congresistas Cabal y Garcés tendrían que considerar, más bien, es pedirle al profesor Antanas que les dé un cursito de cultura ciudadana.
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