Así no se empieza la lucha anticorrupción, presidente
- Patricia Lara Salive
- 31 ago 2018
- 3 Min. de lectura
Que casi 12 millones de colombianos se hayan movilizado para votar en contra de la corrupción, con el senador Álvaro Uribe boicoteando la consulta y trinando en su contra, y sin que hayan sido motivados por dádivas o compra de votos, ni haya habido una gran campaña publicitaria, ni la clase política tradicional haya apoyado la votación, indica que algo se está moviendo en el país.
Ese despertar del inconformismo comenzó a verse en la campaña presidencial, cuando Gustavo Petro, con su movimiento Colombia Humana, llenó las principales plazas y obtuvo ocho millones de votos.
Semejante alarido contra la corrupción ha obligado al presidente Iván Duque a encabezar la cruzada contra los corruptos y, así, no dejarles del todo la bandera a los ganadores indiscutibles de la jornada: las senadoras Claudia López y Angélica Lozano, y los senadores Antanas Mockus, Antonio Navarro y Jorge Robledo. ¡Para ellos, felicitaciones!
Por lo anterior, el presidente, en persona, radicó en el Congreso su proyecto anticorrupción, que contiene algunas preguntas votadas en la consulta. Por lo mismo recibió en la Casa de Nariño a sus promotores. Y por eso también está tratando de dar ejemplo al no ofrecer mermelada a cambio de que le aprueben sus propuestas en el parlamento, actitud encomiable que, de paso, afectará su gobernabilidad.
Sin embargo, hay un contrasentido: un presidente que quiere luchar contra la corrupción no puede premiar, nombrándolo embajador ante la OEA, a Alejandro Ordóñez, quien fue destituido de la Procuraduría por corrupto, es decir, por utilizar, para perpetuarse en su cargo, justamente las prácticas que se pretenden erradicar, esto es, entre otras, el intercambio de apoyos a cambio de nombramientos de allegados de sus electores como procurador. Y, como si esto fuera poco, ese ex “guardián de la moral pública” se hizo poner 15 camionetas blindadas y 70 escoltas que se pagaron con nuestros impuestos, cuando abandonó su puesto.
Ese personaje, por más votos que haya aportado, ¡no puede representar ante la OEA a un gobierno que tiene la lucha contra la corrupción como su principal bandera!
El presidente, que ha tenido el valor de rectificar en el caso de otros nombramientos equivocados, puede hacerlo en este, el cual, además, es mucho más significativo, ya que a la OEA está adscrita la Corte Interamericana de Derechos Humanos, contra la que el exprocurador se ha expresado de manera agresiva.
Esperamos que el presidente Duque rectifique esa incomprensible designación. Así podremos comenzar a creer en su cruzada anticorrupción.
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Es inaudito que la ley pretenda encasillar la realidad: alguna interpretación distinta tiene que haber para que Colombia Humana, el movimiento de Petro, sea reconocida como partido político y obtenga los beneficios que se derivan del Estatuto de Oposición. El argumento de que no tiene derecho a ello porque la Constitución dice que sólo se les puede conceder personería jurídica a los grupos que obtengan más del 3% de la votación en las elecciones de Senado y Cámara, y que Colombia Humana no participó en esa elección pues los candidatos que respaldó Petro se inscribieron en la Lista de la Decencia, tiene que tener un contraargumento. ¡Es que mucho más peso que el 3% de la votación para Senado y Cámara tiene el 42% que obtuvo Petro con su Colombia Humana en las elecciones presidenciales! ¡Así que esperamos que en el próximo Consejo Nacional Electoral, que estrena nuevos magistrados, se imponga la lógica!
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