¡Cesó la horrible noche!
- Patricia Lara Salive
- 27 oct 2016
- 3 Min. de lectura
Si todo salió como se esperaba, hoy amanecimos con nuevo procurador general de la Nación, Fernando Carrillo Flórez, jurista con dos maestrías de la Universidad de Harvard, quien fuera constituyente, ministro de Justicia y del Interior, representante del BID en París y Brasilia y embajador en España.
Por su equilibrio, verticalidad, espíritu liberal y concepción de la democracia, Carrillo es garantía de que la Procuraduría va a dejar de ser una institución que parecía guiada por el Demonio, y se va a dedicar a lo que es su tarea: representar a los ciudadanos frente al Estado y velar por el correcto ejercicio de las funciones encomendadas a los servidores públicos en la Constitución y la Ley.
En manos de Carrillo, la Procuraduría se descentralizará, combatirá la corrupción desde las regiones y dejará de ser el Reino de la Santa Inquisión, pues ya él advirtió que iba a “desechar las ideas peregrinas que han convertido la Procuraduría en instrumento de persecución política”.
Y es que Alejandro Ordóñez, fanático de extrema derecha con aspiraciones presidenciales, hizo de la Procuraduría un organismo de control dedicado a proferir juicios arbitrarios que buscaban descabezar a la oposición e inhabilitar políticamente a los sectores progresistas (recuérdese como destituyó al exalcalde Gustavo Petro y lo inhabilitó por 15 años, por razones administrativas que jamás tuvieron que ver con hechos de corrupción, y cómo el Consejo de Estado le tumbó sus injustas decisiones con las que inhabilitó al exalcalde de Medellín Alonso Salazar y a la exsenadora Piedad Córdoba).
Pero Ordóñez también se dedicó a legislar según sus preferencias religiosas y a ir, por ejemplo, en contravía de las decisiones de la Corte Constitucional, como las relacionadas con abortos permitidos por ella, olvidándose de que este es un Estado laico.
Y ejerció su poder con doble moral, mirando la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Por eso acusó a los exministros Sabas Pretelt y Diego Palacios de sobornar con puestos a la exparlamentaria Yidis Medina, para que cambiara su voto a favor de la reelección de Uribe, mientras él se hizo reelegir Procurador a base de hacer lo mismo con muchos congresistas, pero con el fin de lograr un resultado más censurable: conseguir su propia reelección, y no la de un tercero. Eso fue tan evidente, que por ello el Consejo de Estado lo destituyó y no terminó su período.
Pero siendo procurador, Ordóñez hizo algo peor: usó sistemáticamente su poder para destruir el proceso de paz, inventándose toda suerte de mentiras, como esa de que los acuerdos implantarían la ideología de género, lo que hizo que tantos incautos creyeran que a sus hijos los iban a volver gais en los colegios, y votaran No en el plebiscito.
Así que ¡bienvenido procurador Carrillo! Con usted habrá cambio de era, y cesará la horrible noche.
Los invito a visitar la exposición Camino y Ausencia, de la escultora Clemencia Uribe, una mujer que vive para el arte –es dibujante, pintora, escultora y bailarina y, como tal, se ha dedicado a explorar el cuerpo—. Esta vez nos sorprende con figuras lúdicas, llenas de color y movimiento. Clemencia Uribe, quien ya ha llegado a la madurez de su carrera, ha realizado exposiciones no sólo en Bogotá, sino también en ciudades como Nueva York, La Habana, París y Brasilia. Esta nueva obra suya es digna de verse. (Abierta al público hasta el 12 de Noviembre, Mecánica Taller y Laboratorio de Arte, Cra 12 #119-86).
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