El Ejército, ante el espejo
- Patricia Lara Salive
- 7 jul 2023
- 3 Min. de lectura
Es urgente que el Ejército se mire al espejo y examine lo sucedido con cada uno de los 6.402 jóvenes, pobres e inocentes, asesinados por distintas brigadas y disfrazados de guerrilleros, luego de haber sido engañados con la promesa de que les iban a dar empleo. Es urgente que los miembros del Ejército, desde el comandante de las Fuerzas Militares hasta el último soldado, pasando por los oficiales de la reserva, con honestidad respondan estas preguntas: ¿cómo llegamos a ese horror? ¿Cómo nos empeñamos en taparlo durante tantos años? ¿Qué nos pasó?
Esta semana, por primera vez, un ministro de Defensa, Iván Velásquez, y un comandante del Ejército, general Luis Mauricio Ospina, le pidieron perdón a la familia de una víctima de falso positivo: Alix Fabián Vargas, asesinado por el Ejército y acusado de haber pertenecido al ELN y de haber muerto en un combate que, según el Consejo de Estado, nunca existió.
Está bien que lo hayan hecho y que sigan pidiendo perdones públicos a las familias de las víctimas, pero eso no es suficiente. Se requiere que el Ejército haga una profunda reflexión, se olvide del cuento de las “manzanas podridas” y los casos aislados, y se pregunte qué lo llevó, como institución, a cometer semejantes crímenes, si de verdad quiere garantizar la no repetición. Como institución, digo, porque si en por lo menos 10 departamentos (Antioquia, Meta, Caquetá, Cesar, Norte de Santander, Tolima, Huila, Casanare, La Guajira y Cauca) hubo abundantes casos de falsos positivos, es porque la institución estuvo comprometida.
También debe preguntarse el Ejército qué lo llevó a hacerse el loco y querer ocultar su barbarie a toda costa. Es que no es sino escuchar lo que dijo en la ceremonia de perdón Ana María Rodríguez Valencia, directora de la Comisión Colombiana de Juristas, representante de la familia de Alix Fabián Vargas Hernández. Luego de pedirles al ministro y al comandante del Ejército que se comprometan a garantizar que la “justicia penal militar deje de investigar ejecuciones extrajudiciales”, afirmó: “En el caso de Alix Fabián, dos años y cuatro meses en manos de la justicia penal militar significaron dos años y cuatro meses de retrasos, de tolerancia con la falta de colaboración de militares investigados, quienes decidieron guardar silencio intencionalmente, y de pérdida irreparable de evidencia importante para la investigación”.
Rodríguez insistió en que lo de los falsos positivos “se trató de un plan”. Y así tuvo que ser, pues de otra manera no se explica que hubieran sido tan masivos. Alguna vez un excomisionado de la Verdad me dijo que estos habían obedecido a una decisión estratégica del Ejército que creyó que para desmoralizar “al enemigo” tenía que hacerle creer que le ocasionaba muchas bajas y, por ende, que le estaba ganando la guerra.
Solo así se entiende que el general Mario Montoya, comandante del Ejército de la época, les dijera a sus hombres que él lo que necesitaba era que le llevaran “carrotanques de sangre”, como lo han revelado varios militares a quienes el malestar de conciencia los llevó a confesar sus crímenes ante la JEP.
El general Montoya no ha querido aceptar su responsabilidad. El expresidente Uribe apenas se lamenta de que sus soldados hayan mentido. ¿Pero no cree que, ante tanta evidencia, ya es hora de que él, por acción u omisión, acepte su responsabilidad por esos crímenes y le pida perdón al país como lo hizo el expresidente Santos ante la Comisión de la Verdad?
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