El maltrato a los niños siembra violencia
- Patricia Lara Salive
- 28 jul 2019
- 3 Min. de lectura
Ahora que acabamos de realizar esa multitudinaria marcha en muchos lugares del país y del mundo para gritar ‘NO MÁS’ asesinatos de líderes sociales, y ‘NO MÁS’ muertes de exguerrilleros que se acogieron a la paz, vale la pena analizar los resultados del estudio de violencia contra los niños, que acaba de dar a conocer el Ministerio de Salud, porque justamente una de las causas profundas de que los seres humanos se vuelvan violentos es haber padecido violencia en la infancia. Así me lo explicaron detalladamente en 1995 los doctores Otto y Paulina Kemberg, psicoanalistas, expertos mundiales en las llamadas personalidades fronterizas, justamente las que tienen muchas de esas personas que se vuelven violentas. A ellos tuve el privilegio de entrevistarlos para la revista Cambio16 Colombia. Entonces afirmaron que el principal generador de violencia es haber padecido en la infancia violencia física, luego psicológica y después sexual.
Y según esta encuesta realizada por el Ministerio de Salud a fines del 2018, a 5218 personas entre 13 y 24 años, el 41,4% de los colombianos menores de 18 años (40,8% de mujeres y 42,1 % de hombres), han padecido algún tipo de violencia física, psicológica o sexual.
La violencia física en la infancia, que es la que más desencadena comportamientos violentos en la edad adulta, ha sido padecida por el 26,5% de las mujeres y por el 37,5% de los hombres.
La violencia psicológica en la niñez, ejercida por padres, cuidadores o parientes adultos, la han soportado el 21,2% de las mujeres y el 9,5% de los hombres.
Y la violencia sexual la han sufrido el 15,3% de las mujeres y el 7,8% de los hombres. Hay que resaltar que el primer incidente de violencia sexual en menores de 18 años ocurre principalmente en la casa (71,6 %).
Todo lo anterior nos lleva a la conclusión de que si de verdad (genuinamente como tanto repite el presidente Duque), se quiere erradicar la violencia de este país, el gobierno tiene que empezar por crear una masiva escuela de padres y de madres; por desarrollar una gigantesca campaña entre ellos y entre los cuidadores de menores para que no les peguen a los niños; para que entiendan que la letra con sangre no entra; para que no los maltraten psicológicamente; para que no los abandonen ni los amenacen con abandonarlos o dejarlos de querer si no se comportan de tal manera; para que no los agredan sexualmente; en una palabra, para que los respeten, los quieran y los rodeen de afecto.
Y para lograr ese propósito, el gobierno tendría que ponerle atención a la grave situación de salud mental de los colombianos y considerarla una prioridad, porque mientras las mamás y los papás estén invadidos de sentimientos de rabia y de rencor contra sus propios padres, madres o agresores, o contra ellos mismos, es muy probable que vuelquen esa agresividad contra sus hijos y que perpetúen, así, la cadena de violencia.
Pero no, los gobiernos, -todos- no parecen entender ese punto; consideran el tema de infancia como un asunto menor; lo adscriben casi siempre al despacho de las Primeras Damas; gastan el presupuesto en cosas no tan prioritarias y, así, seguimos incrementando los ciclos de violencia.
Los presidentes -todos- tendrían que entender que para lograr llevar la violencia casi a cero en los próximos 15 años, tendrían que desinvertir en armas y en represión, e invertir mucho más en educación.
Mientras eso no se haga, estaremos perdidos.
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