Error de Germán Vargas
- Patricia Lara Salive
- 6 oct 2017
- 3 Min. de lectura
Grave error político comete Germán Vargas Lleras al bombardear la Justicia Especial para la Paz (JEP): se puede quedar sin el pan y sin el queso.
Sin el pan porque, si lo que pretende es ganar méritos ante Uribe para que lo apoye en su aspiración presidencial, se equivoca: primero porque no sólo la relación personal y política entre ambos está muy deteriorada desde hace años sino, principalmente, porque Uribe no va a apoyar a ningún candidato que no le brinde garantía absoluta de que se comportaría como su títere en caso de llegar a la Presidencia. ¡Y Vargas Lleras está muy lejos de llegar a ser títere de nadie! Además, como bien lo dijo el senador Horacio Serpa, “al perro no lo capan dos veces”. Y después de que Uribe se sintió traicionado por Santos y de que Vargas Lleras ya una vez se le salió del redil, menos va a apoyarlo hoy, cuando demostró que tampoco tiene inconveniente en volteársele al presidente, luego de que le dio toda la mermelada posible durante siete años, al permitirle disponer de una burocracia gigantesca como ministro del Interior y de Vivienda y como vicepresidente. Y al darle la espalda a Santos en el tema que más le interesa —sacar adelante la JEP, que es el eje central del proceso de paz—, de carambola Vargas Lleras le corroboró a Uribe que en él no puede confiar.
Y Germán Vargas también se puede quedar sin el queso porque, si bien existía una probabilidad de que, de llegar a la segunda vuelta enfrentado al candidato de Uribe, el centroizquierda y algún sector de la izquierda acabaran apoyándolo, como hicieron con Santos en su última elección, esa posibilidad queda reducida a cero si, por culpa suya, se hunde la JEP.
Sin embargo, si bien la tensión entre Vargas y el Gobierno parece estar en su punto máximo después de que el presidente anunció que quienes no apoyen la JEP no pueden hacer parte de su administración, aún es tiempo de que Vargas Lleras modifique el rumbo: por una parte, él y el presidente mantienen una buena relación personal y, por otra, sus ministros y demás cuotas burocráticas no han renunciado todavía, y el presidente no les ha pedido la renuncia. Además, si bien Cambio Radical, el partido de Vargas Lleras, no votó a favor de la JEP en los debates en las comisiones, todavía falta la votación en la plenaria, que constituye el momento decisivo.
Ahora, como buenos políticos que son, Vargas Lleras y Santos aún pueden llegar a algún acuerdo que los deje bien ante la opinión, al pactar alguna pequeña modificación al proyecto de la JEP que no afecte su filosofía central, o al decir que son suficientes las precisiones hechas al proyecto por recomendación del fiscal. Así, Germán Vargas habría ganado más méritos ante la derecha, y no perdería todas sus posibilidades de que lo apoyara la izquierda si necesitara sus votos decisivos en una segunda vuelta.
Así que ¡piénselo, Germán!
Y a mi amiga, la senadora Claudia López, le pregunto: ¿cómo usted, que siempre ha apoyado el proceso de paz, lo torpedea ahora? ¿Cómo puede pedir que no se cumpla el pacto del Teatro Colón? Como dice Sergio Fajardo, su compañero de alianza, ¡los compromisos hay que cumplirlos!
Y también el fiscal general se equivoca: si por alguien se podría poner la mano al fuego es por Marcelo Torres y Camilo Romero. Creo en su honestidad.
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