Están pasando cosas importantes…
- Patricia Lara Salive
- 6 ene 2023
- 2 Min. de lectura
Que el presidente les pida perdón a las madres de los jóvenes asesinados por el Ejército en el caso de los falsos positivos, tal vez el crimen más monstruoso cometido en el último siglo, es muy importante. (“Como presidente de la República de Colombia, yo me permito pedirles perdón, madres”, les dijo Petro).
Y es importante que el comandante del Ejército, general Luis Mauricio Ospina, exprese su “profunda tristeza ante las conductas de algunos integrantes del Ejército que cometieron actos reprochables que causan tanto dolor [y] mancillaron el honor de una institución”.
Pero no es suficiente: al general Ospina le faltó pedir perdón en nombre del Ejército. Es que los falsos positivos, por su volumen —6.402 jóvenes inocentes asesinados y disfrazados de guerrilleros—, no pudieron ser un caso aislado. De esos crímenes masivos tuvieron que darse cuenta todos los comandantes del Ejército, de las Fuerzas Militares, los ministros de Defensa y los presidentes. Si no se dieron cuenta, significa que fueron unos ineptos.
De ahí que no solo el actual comandante del Ejército tiene la obligación moral y política de pedir perdón, sino también el de las Fuerzas Militares, así como los anteriores comandantes y los ministros de Defensa desde el 2005, cuando el entonces presidente Álvaro Uribe nombró al silencioso Camilo Ospina, quien firmó la resolución que creó los incentivos por muertos y desencadenó la avalancha de falsos positivos. Como tiene la obligación el expresidente Uribe y como la tenía el exministro de Defensa y expresidente Juan Manuel Santos, el único de ellos que ha pedido perdón ante la Comisión de la Verdad.
También es muy importante lo que ha hecho la JEP: gracias a ella, los antiguos miembros del Secretariado de las FARC y muchos comandantes de frente han confesado sus crímenes (los secuestros y asesinatos más crueles) y les han pedido perdón a sus víctimas. Gracias a la JEP muchos militares han confesado esos crímenes tan atroces que cometieron a cambio de cualquier prebenda. Y también gracias a la JEP el país ha empezado a entender que debemos salir de esa barbarie.
Será aún más importante lo que haga la JEP en los próximos meses: no solo oirá a paramilitares, guerrilleros, soldados y policías en el macrocaso de reclutamiento forzado y violencia sexual, sino que escuchará a los altos mandos y a los viceministros y ministros de Defensa en el macrocaso de los falsos positivos; también oirá a Mancuso, Macaco y demás paramilitares que han pedido comparecer ante la JEP en el macrocaso sobre vinculación entre militares, paramilitares y terceros. Entonces empezará a aplicar las sanciones restaurativas… Veremos, primero en Ciudad Bolívar y en Usme, a 60 reos (senadores de Comunes, exmiembros del Secretariado y militares incluidos) trabajando en zonas de reconstrucción ambiental, sembrando árboles y haciendo memoria ante la comunidad sobre lo ocurrido. En Dabeiba observaremos a 35 guerrilleros y militares, juntos, desminando el territorio, todo lo cual tiene un enorme valor simbólico y garantiza mucho más la no repetición que las condenas en cárceles inhumanas.
Gracias, JEP. Gracias, magistrados y presidentes Patricia Linares, Eduardo Cifuentes y Roberto Carlos Vidal, por ese cambio profundo que están generando en la psique perturbada de nosotros, los colombianos. Gracias por ponernos frente a esos crímenes que no podemos permitir que se repitan. Gracias.
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