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Estamos con usted, ministro Pedro Sánchez

  • Foto del escritor: Patricia Lara Salive
    Patricia Lara Salive
  • 2 may
  • 3 Min. de lectura

“Es innegable que, desde que se posesionó el nuevo ministro (...) las disidencias han recibido golpes contundentes”

“Las Fuerzas Militares comienzan a superar el estado de postración en el cual se encontraban”, escribió en un análisis que publicó en la revista Cambio Eduardo Pizarro, profesor y sociólogo experto en temas militares. Afirmó también que “el nombramiento del general Pedro Sánchez ha sido un acierto (…), ante todo, gracias al nuevo enfoque orientado hacia el control del territorio y el debilitamiento de las gobernanzas criminales, a las cuales no se les puede permitir de ninguna manera echar raíces aún más profundas en las zonas periféricas del país”.

Pizarro tiene razón. Es innegable que, desde que se posesionó el nuevo ministro, un militar de méritos que renunció a las Fuerzas Armadas para ser ministro de esa cartera en condición de civil, tanto el Clan del Golfo como las disidencias de Iván Mordisco han recibido golpes contundentes:

Por un lado, al Clan del Golfo las Fuerzas Militares le han dado golpes como la muerte de Chirimoya, quien era el quinto en la línea de mando de esa organización mafiosa; los bombardeos en Antioquia que les han dejado cerca de 20 muertos; y grandes incautaciones de cocaína como la de Cartagena, donde decomisaron más de dos toneladas del polvo blanco.

Tristemente, como retaliación a esas acciones contundentes de las Fuerzas Armadas, el Clan del Golfo ha desatado un macabro “plan pistola” que recuerda las épocas tenebrosas de Pablo Escobar, y que hasta ahora ha tenido un saldo lamentable de víctimas, que debe despertar toda nuestra solidaridad con esos soldados y policías que se arriesgan a que los asesinen simplemente por llevar el uniforme de las Fuerzas Armadas: en dos semanas, desde el 16 de abril, el Clan del Golfo ha matado a 16 policías y a 12 soldados uniformados, ya que ofrece unas recompensas macabras por militares y policías asesinados: por un intento de atentado paga tres millones; si la víctima muere paga 12 ó 15 millones; y si el muerto es de un rango superior al de capitán, ofrece 20.

Y las disidencias de Iván Mordisco, que también han recibido golpes fuertes, no solo porque las Fuerzas Militares han estado a punto de dar de baja al cabecilla, sino porque mataron a Tornillo, financista del Frente Primero que opera en el Cauca, y a El Paisa Duber, jefe del Frente Armando Ríos, también han desencadenado retaliaciones a base de hacer atentados con drones y motobombas: en Semana Santa, en la Plata, Huila, mataron a dos civiles; en Mondomo, Cauca, pusieron una motobomba en la estación de policía y asesinaron a una mujer; y, a diario, en el Cauca, lanzan drones asesinos.

No obstante estos ataques inmisericordes, el ministro Pedro Sánchez, y también el presidente Petro, han dicho que arreciarán la ofensiva. Y no pueden hacer otra cosa.

El presidente estaba empeñado en hacer la paz con todos y les dio todas las oportunidades para llegar a un acuerdo. Pero la mayoría de esos grupos no quisieron tomar la decisión de emprender el camino de la paz. Y ahora, dolorosamente, no queda más alternativa que privilegiar el camino de la guerra. Es que el Estado no puede permitir que las organizaciones mafiosas y criminales sigan apoderándose del territorio nacional. Y a los colombianos no nos queda más alternativa que solidarizarnos con el ministro de Defensa, Pedro Sánchez, y hacerles sentir a los soldados y policías que estamos con ellos. Pero lo que es muy triste es que, en ese camino de la guerra, la única sacrificada es la población civil.

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