Fin de año de violencia y esperanza
- Patricia Lara Salive
- 29 dic 2019
- 3 Min. de lectura
El año termina con malas noticias sobre el manejo del orden público en el post conflicto, pero con buenos augurios para la paz completa. No es sino ver la cronología de los hechos:
En cinco días, entre el 19 y el 26 de diciembre, hubo nueve homicidios, un atentado y una amenaza de muerte contra líderes sociales, reincorporados y defensores de derechos humanos: el 19 atentaron contra el líder sindical valluno e impulsor del Paro Nacional, Jorge Iván Vélez Campo. El 20 mataron a la ambientalista Natalia Jiménez y a su marido, Rodrigo Monsalve, cerca de Santa Marta. El 21 asesinaron al reincorporado Ender Elías en Tibú, a Jairo Ortiz, miembro de la Guardia indígena, en Iquira, Huila, y las Águilas Negras (a propósito, ¿de dónde viene esa organización y quiénes la componen, que nadie parece saber?) amenazaron a dirigentes de Fecode y organizadores del paro nacional y anunciaron que habría un diciembre negro. El 22, en Saravena, mataron a Martha Cecilia Pérez Giraldo y a Marleny Rueda Giraldo, integrantes de la Asociación Amanecer de Mujeres por Arauca. El 23 asesinaron a Gustavo Adolfo Cárdenas Rojas en el Valle, y en Tumaco acabaron con la vida de Lucy Villarreal, activista de cultura y derechos humanos, cuando salía de dictar un taller para niños. Y el 24 mataron al líder de la Anuc, Reinaldo Carrillo Vera, en Pitalito, Huila.
Sin embargo, también hay noticias buenas: en un par de días, el Eln ha liberado a cinco secuestrados: Diana María Toro, Octavio Sánchez y a tres menores. No obstante, el Gobierno, en boca del Comisionado de Paz, Miguel Ceballos, en lugar de valorar como positivo el gesto del Eln, dijo apenas que tenían que liberar a todos los secuestrados. ¡Obviamente que el Eln tiene que liberarlos a todos o informar qué paso con el resto! ¡Pero ya ha liberado a la mitad en dos días, pues el Gobierno había dicho que ese grupo tenía a 10 secuestrados en su poder!
Ese gesto, que tal vez sea un gesto de paz, debe reconocérselo el presidente Duque. Y debe tenderle puentes al Eln y entender que, no sólo ellos tienen fisuras internas, lo cual requiere un manejo político inteligente de parte del Gobierno, sino que si logra sentar al Eln en la mesa de conversaciones y convencerlo de que deje de secuestrar y de volar oleoductos, daría un paso gigantesco hacia la paz completa y apaciguaría en gran medida esas zonas donde, en medio de la inacción e ineficacia del Ejército y de la Policía, la pugna por el control del territorio entre los distintos grupos del narcotráfico, disidencias de las Farc y Eln, está llevando a la masacre de los líderes sociales y está volviendo invivibles esas regiones, todo lo cual genera malestar a nivel nacional, como se palpó en el paro, y afecta negativamente la imagen internacional del Gobierno.
¡Cómo será de grave la situación y la falta de control en esas zonas, que ya, y enhorabuena, la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez hizo lo que han debido hacer hace mucho tiempo Duque y sus ministros de Defensa: ¡Llamarles la atención a las Fuerzas Armadas! “¿Quién asesinó a Lucy Villareal mientras sus hijos la esperaban para Navidad? ¿Qué muestran las cámaras? ¿Por qué la gente tiene miedo de hablar? Fuerza pública y justicia deben redoblar esfuerzos en Tumaco”, trinó la Vicepresidenta. Y mandó otros trinos similares que llevaron al periodista Félix de Bedout a decir que ella ya está a punto de ¡sacar su cacerola! No creo que sea para tanto. Pero si es encomiable que la vice se desmarque del horror y exija resultados. A ver si en el 2020 tenemos paz!
¡Feliz año, queridos lectores!
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