La bomba de Álvaro Leyva
- Patricia Lara Salive
- 25 abr
- 3 Min. de lectura
“A Petro le queda año y medio de gobierno. Y la adicción, si la padece, tiene solución”
La carta que el excanciller Álvaro Leyva le dirigió al presidente Gustavo Petro, por más cuestionable que sea en cuanto a sus intenciones, su lealtad y su oportunidad, tiene tres temas de fondo que valdría la pena que el presidente no pasara por alto:
El primero es su inadecuado método de comunicarse o, mejor, de incomunicarse con sus funcionarios de alto nivel, con quienes debería mantener un diálogo (no un monólogo) fluido y permanente. Ese método es tan dañino que da pie para que sus exfuncionarios se pronuncien de formas inconvenientes para el propio presidente. Es lo que acaba de ocurrir con el excanciller Leyva. Esa queja sobre la inmensa dificultad para comunicarse con Petro ha sido manifestada por varios de sus excolaboradores, como la ex ministra de Cultura, Patricia Ariza, o, incluso, por sus actuales funcionarios, personas tan allegadas a él como Gustavo Bolívar, actual director del Departamento de Prosperidad Social, quien en La W no pudo negar el miércoles que es verdad que el acceso al presidente lo han bloqueado funcionarios ajenos al Pacto Histórico en quienes Petro ha depositado su confianza. Esa costumbre presidencial de encerrarse y de permitir que el acceso a él lo controlen uno o dos empleados es la que ha dado pie para que personas como Leyva digan tanto en público como en privado que Laura Sarabia, Armando Benedetti y Ricardo Roa, ex gerente de la campaña y actual presidente de Ecopetrol, lo tienen “secuestrado”.
El segundo tema es la revelación que Leyva hace sobre un supuesto problema de drogadicción del presidente, de lo cual se ha hablado mucho. Ese asunto, que pertenece a su vida privada, no tendría por qué tocarse en la medida en que no interfiera con lo público y no afecte la buena marcha del Estado y sus finanzas. Yo no sé si el presidente sea adicto o no, pero varios cercanos a su círculo lo dicen. En todo caso, hay comportamientos suyos que darían para pensar que algo extraño mueve sus frecuentes incumplimientos de compromisos que no podían incumplirse, como aquel de la reunión con los alcaldes del país, más de mil mandatarios de municipios que tuvieron que regresar a sus terruños sin haber hablado con él.
Bien valdría la pena que alguien hiciera la cuenta de lo que le han costado al estado los retrasos e incumplimientos de Petro en vuelos cancelados, en tiempo perdido de ministros, etc. Tienen que ser decenas de miles millones de pesos. Eso sin contar el impacto en la motivación del equipo que generan esos incumplimientos. Entonces, si ellos obedecen a un problema de adicción, ese asunto, que es personal, se convierte en un problema de Estado.
Ahora, a Petro le queda año y medio de gobierno. Y la adicción, si la padece, tiene solución, siempre y cuando acepte su condición y se trate, como lo ha hecho el ministro del Interior, Armando Benedetti, quien, según afirma Leyva en su carta, se puso en manos del doctor Miguel Bettin, experto en el tema, y ha salido del hueco. Claro que nada garantiza que no recaiga. Por otra parte, al asumir su problema, el adicto deja de ser susceptible a chantajes.
Y el tercer tema clave que plantea Leyva es este: “Colombia requiere la unión. No la confrontación caótica alimentada desde la jefatura del Estado. Evitemos entre todos un incendio social. Es posible, presidente”, concluye el excanciller.
Ojalá sobre esos tres temas medite el presidente.
Nota: Gracias, Papa Francisco, por su ejemplo de sencillez, de inclusión, de generosidad. Gracias.
Comments