La Coalición de la Desesperanza
- Patricia Lara Salive
- 28 ene 2022
- 3 Min. de lectura
Dividir el mundo entre buenos y malos es de los comportamientos más generadores de violencia, nos explicaban a los reporteros de Cambio 16, hace 26 años, los doctores Otto y Paulina Kernberg, psicoanalistas considerados en ese momento autoridades mundiales en las llamadas personalidades fronterizas.
Ese maniqueísmo —unido a otros factores como el maltrato físico, psicológico y sexual en la primera infancia, y la falta de una justicia que opere e impida que la gente busque hacer justicia por mano propia— puede disparar la violencia porque incita a la sociedad a que piense: “Aquí estamos los buenos y allá están los malos; los buenos tenemos el derecho y hasta el deber de acabar con los malos”. Con esa reflexión de base, los comportamientos violentos para arrasar con “los malos” casi pueden comenzar a ser vistos como un mandato de Dios. Entonces se extiende la violencia...
Pues bien, ahora la gran sorpresa es que la Coalición de la Esperanza, esa que dice que lucha contra los extremos y desea unir al país, esa que debería entender más que cualquier otro sector que no hay nadie completamente bueno ni completamente malo, es la que está dando el peor ejemplo de maniqueísmo: resulta que Íngrid Betancourt —quien hace poco declaró que César Gaviria, el jefe del liberalismo, “está en la posición de darle «el revolcón» al Partido Liberal, cuando más se necesita. Ya empezó a hacerlo, porque le apuesta a Alejandro Gaviria, que es lo más opuesto a cualquier maquinaria”— en el debate del martes descalificó públicamente a Alejandro por recibir el apoyo, a título individual, de Germán Varón Cotrino, un político de Cambio Radical que, hasta donde sé, no tiene investigaciones en contra.
De inmediato, fue secundada por Sergio Fajardo, cuya costumbre de descalificar y excluir es conocida: hace cuatro años, por ejemplo, el descalificado y excluido fue Humberto de la Calle, su aliado de hoy. El argumento era el mismo: que Humberto era cercano a César Gaviria. De la Calle, el exjefe del equipo negociador del Acuerdo de Paz con las Farc, es un tipo estupendo que hubiera podido ser un gran presidente, como lo hubiera sido Fajardo en el 2018 si se hubiera despojado del maniqueísmo y hubiera hecho un acuerdo generoso con De la Calle, con lo cual, además, nos hubiera ahorrado la pesadilla de caer en este desgobierno de Duque, que ha permitido que varias zonas del país hayan vuelto a hundirse en la violencia.
Las discrepancias explotaron a tal punto que Íngrid amenazó con irse de la coalición si Alejandro persistía en recibir esos apoyos. Él se defendió con vehemencia y dijo que no solo los recibiría, sino que vendrían más y que a su campaña se unirían los exministros liberales Rafael Pardo y Eduardo Díaz.
En distintos chats se ha hecho evidente el rechazo a esas actitudes de Íngrid y Fajardo. La gente dice que han debido tramitar sus diferencias en el seno de la Coalición, no en público. Según una encuesta de MediLab App, en la que preguntaban: “Para usted quién ganó el debate?”, las respuestas fueron: Gustavo Petro (21 %), Rodolfo Hernández (18 %), Alejandro Gaviria (15 %), Federico Gutiérrez (11 %), Juan Manuel Galán (9 %), Sergio Fajardo (7 %), ninguno (7 %), Francia Márquez (5 %), Camilo Romero (4 %), Óscar Iván Zuluaga (3 %) e Íngrid Betancourt (0 %).
Así que el maniqueísmo no solo trae violencia sino además, en este caso, desprestigio.
Más vale que los de esta Coalición aprendan la lección , que ojalá no acabe volviéndose la de la Desesperanza.
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