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Lo que deja el año viejo

  • Foto del escritor: Patricia Lara Salive
    Patricia Lara Salive
  • 27 dic 2019
  • 3 Min. de lectura

A pesar de que en este año no cesaron los asesinatos de líderes sociales, desmovilizados, indígenas y afros, el 2019 deja avances muy importantes para el desarrollo de la paz y de las fuerzas progresistas: por una parte, en el Congreso, la bancada por la paz, que reúne a la oposición y a los partidos Liberal, de la U y Cambio Radical, funcionó coordinadamente y pasó por encima de sus diferencias ideológicas con el solo propósito de defender el Acuerdo de Paz. Fue así como tapó todos los goles que el presidente Iván Duque y el Centro Democrático quisieron meterle al Acuerdo. Detuvo primero el de las objeciones presidenciales a la JEP. Derrotó la proposición que dispersaba los recursos de los PDET para dárselos a otras regiones. Y consiguió prorrogar la Ley de Víctimas sin los micos que pretendía meterle el uribismo.

 

Por otra parte, en las elecciones locales los sectores independientes y progresistas obtuvieron un triunfo sin precedentes, como fue la elección de alcaldes del Partido Verde y de coaliciones alternativas e independientes en las principales ciudades: Bogotá, Medellín, Cali, Cartagena, Bucaramanga, Villavicencio, Cúcuta, Santa Marta y Popayán, entre otras. La presencia de esos mandatarios locales en la política le va a dar un impulso indiscutible a las fuerzas progresistas.

 

Y, por último, la protesta social hizo explosión en las calles con una dimensión que no imaginaron ni los mismos convocantes del paro nacional, a pesar de la campaña de miedo que desarrolló el Gobierno para que la gente no saliera a las calles: centenas de miles de personas, especialmente jóvenes, marcharon en ciudades del país, no un día sino varios, y muchísimos más hicieron sonar sus cacerolas y protestaron por múltiples motivos, los principales de ellos, tal vez, la desigualdad y la desesperanza. Y esa protesta generó que el Gobierno tomara algunas medidas, sin que reconociera por qué lo hacía: redujo los aportes de salud de los pensionados; casi duplicó el subsidio a los adultos mayores; firmó el Acuerdo de Escazú; e impulsó la aprobación de algunos puntos de la ley anticorrupción.

 

Sin embargo, ese movimiento de masas contundente y antes impensable, que continuará en el 2020, corre el riesgo de diluirse si el Comité Nacional de Paro no actúa con sabiduría y si sigue haciendo demandas tan numerosas que se diluyen y desvirtúan, permitiéndole al Gobierno seguir ignorando olímpicamente sus peticiones. Como el que mucho abarca poco aprieta, sólo tendría que hacer tres o cuatro: que el Acuerdo de Paz se cumpla en su totalidad y de manera integral, no a pedazos, como quiere Duque; que se cumplan los compromisos que el Gobierno adquirió con los estudiantes, indígenas y demás sectores; que se garantice a cabalidad el derecho a la protesta social; y que rápidamente todas las políticas del gobierno se encaminen a alcanzar los puntos señalados en la hoja de ruta trazada por el Comité de Sabios, conformado por el propio Gobierno y a las cuales, por esa razón, él no puede oponerse: que este sea “un país donde todos los niños puedan estudiar; en donde podamos tomar agua del río; en donde las personas sean alegres y vivan en paz; un país libre de violencia y en donde se pueda salir de la casa sin miedo; en donde (…) no haya hambre; (…) en donde todos tengan los mismos derechos” y un etcétera de propuestas hechas por los sabios que, si se cumplieran, harían de Colombia el mejor de los paraísos.

 

Y ahora, queridos lectores, ¡les deseo un 2020 muy feliz!

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