Pacho Santos, ¿embajador hasta cuándo?
- Patricia Lara Salive
- 15 ene 2021
- 3 Min. de lectura
“¿Cuándo fue privatizada la libertad de expresión? Twitter y Facebook han tomado un peligroso camino”, escribió en inglés, en su cuenta de twitter, en protesta por el cierre de las cuentas del Presidente Trump, Pacho Santos, Embajador de Colombia en Washington, luego de que las turbas trumpistas, impulsadas por Trump, se tomaran el Capitolio, dejando un saldo de cinco muertos y más de noventa heridos.
Nuestro embajador emitió ese trino justo cuando el nuevo presidente, Joe Biden, dijo que “quien haya intervenido en la desinformación en las elecciones de E.U. enfrentará consecuencias” (recuérdense las acusaciones a Biden de ser “castrochavista”); cuando en los círculos demócratas se habla de que el Congreso investigará a los que intervinieron en las elecciones; y cuando se dice que Colombia ocupará uno de los primeros lugares en esa investigación.
Y si bien el embajador Santos, que es uno de los acusados de haber querido interferir durante la campaña para favorecer a Trump, borró el trino, el hecho de que lo haya puesto es no sólo una imprudencia, sino la prueba de que el Presidente Iván Duque tendría que enviar ya, como embajador en Washington, a alguien que pudiera reconstruir las maltrechas relaciones que, por más de que lo nieguen, tiene el gobierno de Duque con los demócratas quienes, a partir de la semana entrante, mandarán en E.U.
Pero no sólo fue Pacho Santos el que trinó para protestar porque las redes sociales censuraron a Trump. Lo hicieron igualmente senadores del partido de gobierno, encabezados por su jefe, Álvaro Uribe. Sin embargo ellos no protestaron por la toma violenta del Congreso por parte de los trumpistas. Esa doble moral del jefe de Duque y de su partido, poco le ayudan a su gobierno.
Ahora, otra cosa es el debate sobre las redes sociales y la libertad de expresión: así como en los medios tradicionales hay un director que responde por la veracidad de lo que se publica, en las redes cualquiera dice lo que le da la gana.
Claro que la posibilidad de que todos podamos expresarnos públicamente es un avance para la democracia. Pero ¿qué pasa si quien utiliza las redes es un loco que gobierna al país más poderoso del mundo, y cuyas mentiras, opiniones e incitaciones pueden llevar a la violencia y al delito?
Según The Washington Post, desde que se posesionó, el Presidente Trump ha dicho un promedio de 14,6 mentiras al día. Después de su derrota electoral, el promedio subió porque se dedicó a repetir, sin una sola prueba, que había habido fraude y que el ganador de las elecciones era él. Esa afirmación, repetida por Trump en las redes, puede poner a E.U al borde de la guerra civil. De manera que la decisión de clausurar sus cuentas, no puede ser más acertada.
Por otra parte, la traumática experiencia del gobierno de Trump, debería llevar a los parlamentos, empezando por el nuestro, a aprobar una ley que obligara a todos los candidatos presidenciales, antes de inscribir su candidatura, a someterse a una evaluación siquiátrica, para determinar si están mentalmente habilitados para ejercer el poder.
¡Cuántas tragedias nos hubiéramos ahorrado, y cuántas nos ahorraríamos, si esa ley existiera!
Conocí a Virgilio Barco: era un liberal de convicciones profundas, un demócrata. Él jamás, como presidente, hubiera mandado a exterminar a un partido político. Su memoria no puede mancillarse cuando ya Barco, y quienes podían defenderlo, están muertos.
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