¡Qué mamera la testosterona!
- Patricia Lara Salive
- 13 oct 2023
- 3 Min. de lectura
“¡Qué cansancio la testosterona gobernando el mundo! No podemos seguir mandados por unos líderes impulsivos y violentos como Putin, Netanyahu, el presidente de Irán, los de Hamás, etc., que creen que la guerra es la solución a los problemas de la Tierra”, me dijo la periodista Alejandra de Vengoechea, mi amiga. “¿Viste el discurso del ministro de Defensa israelí?”, agregó.
Lo busqué: “Estamos imponiendo un asedio total a Gaza”, afirmó el ministro Yoav Gallant. “No habrá electricidad, comida, agua, ni combustible; todo será cerrado. Estamos peleando contra animales humanos y actuando en consecuencia”.
Resulta que esos “animales humanos” pueden estar escondiéndose en la Franja de Gaza, donde hay más de dos millones de personas, la mayoría palestinos, que están sufriendo las consecuencias del brutal ataque que desencadenaron, con misiles y toda clase de armas, los testosteronudos de Hamás sobre Israel, generando, hasta cuando escribo esta columna, más de 1.200 muertos, incluidos niños; 2.900 heridos y cerca de 150 secuestrados, que quizás esperan canjear por los casi 5.000 presos políticos que tiene Israel.
Pero ese ataque bárbaro e inhumano de Hamás no justifica la reacción bárbara e inhumana de Israel contra Gaza.
“¡Qué diferencia la respuesta que tuvo Jacinda Ardern, entonces primera ministra de Nueva Zelanda, cuando en 2019, a raíz de unos tiroteos en dos mezquitas, se puso el velo con todo el respeto hacia los musulmanes, visitó a las víctimas y afirmó: ‘Ellos son nosotros’. Eso muestra el talante femenino en el poder”, añadió Alejandra. “Durante la pandemia, Ardern logró que Nueva Zelanda fuera uno de los países bandera en el manejo del COVID. Y renunció, con lágrimas en los ojos, por la maternidad: fue la primera mujer que reconoció que ser mamá era mucho más importante que ser primera ministra”, dijo.
En efecto, falta otra aproximación para manejar los problemas del mundo. La guerra de Ucrania ya casi va a cumplir dos años y no parece tener fin a la vista, a pesar de los efectos devastadores que ha tenido en la población de Ucrania y en la economía mundial. El conflicto palestino-israelí lleva cerca de tres cuartos de siglo, como más de 75 años lleva el colombiano y todavía estamos tratando de terminarlo. Los tres conflictos son la prueba del fracaso de la testosterona gobernando el mundo.
Sí, definitivamente se requiere que las mujeres asumamos posiciones de poder. Aunque no lo hagamos, de todas maneras urge que nos inventemos formas mucho más inteligentes y eficaces para acabar las guerras. Como la que ideó la liberiana Leymah Roberta Gbowee, ganadora del Premio Nobel de Paz, quien lideró el movimiento Mujeres de Liberia Acción Masiva para la Paz (WLMAP), el cual logró que se unieran las mujeres cristianas y musulmanas de Liberia en el propósito de no ceder a los deseos de sus maridos y compañeros hasta que terminara la guerra civil liberiana y consiguió que se hiciera la paz.
Así también lo hizo Lisístrata, en la famosa comedia de Aristófanes, y funcionó.
¿Qué tal si así lo hicieran las mujeres israelíes y las palestinas? ¿Y las colombianas que les alcahuetean la testosterona a los elenos, a las disidencias, a las marquetalias, al Clan del Golfo y a todos los demás?
Señores, usen más bien la testosterona para cuidar a sus hijos y sus hogares, y aprender lo que es la empatía, como lo hizo el marido de la ex primera ministra de Nueva Zelanda.
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