¿Chambonería o manipulación?
- Patricia Lara Salive
- 30 ago 2020
- 3 Min. de lectura
No tienen ni explicación ni perdón los cuatro errores que, hasta ahora, ha cometido el gobierno del presidente Duque para conseguir (¿o más bien entorpecer?) la extradición a Colombia del ex jefe paramilitar Salvatore Mancuso, quien fue extraditado por narcotráfico a EE.UU. por el gobierno de Álvaro Uribe, no obstante que aquí debe responder por más de 52.000 crímenes, reparar a las víctimas y contarles dónde están enterrados sus muertos. Pero Mancuso, además, le debe al país esa verdad que, al parecer, él ya está dispuesto a contarle: la de quiénes fueron sus cómplices en los sectores políticos, militares y empresariales.
Según informa la Silla Vacía del pasado 22 de agosto, a pesar de que el Alto Comisionado de Paz, Miguel Ceballos, afirmó que el gobierno haría todo lo posible para evitar la deportación a Italia del exjefe paramilitar Salvatore Mancuso, el gobierno “hizo las dos primeras solicitudes de extradición cuando ya había vencido el tiempo de condena de Mancuso y ambas fueron devueltas por la Embajada, porque no correspondían a una figura legal en Estados Unidos. La tercera, tuvo que ser retirada porque el fallo del juez colombiano que respaldaba la solicitud ya había sido integrado a la condena cumplida. Y, como si lo anterior fuera poco, en la cuarta solicitud de extradición el gobierno volvió a equivocarse -¡y de qué manera!- puesto que la presentó en español y no en inglés, como expresamente lo exige el tratado firmado entre Colombia y EE.UU. Y si esa exigencia no se cumple, el trámite de extradición no puede hacerse efectivo.
Al parecer aún no hay una decisión definitiva de parte del gobierno norteamericano, de deportar a Mancuso a Italia, donde viviría a cuerpo de rey y sin restricción alguna.
Todavía el presidente Duque puede agilizar la traducción de la solicitud de extradición y presentarla a más tardar el martes, de modo que el 4 de septiembre, cuando han dicho que EE.UU. decidirá si extradita a Mancuso a Colombia o si lo manda para Italia, donde él quiere ir, los norteamericanos dispongan de una petición de parte de Colombia, coherente en lo jurídico y escrita en inglés.
Si ello no ocurre, significará que al gobierno no le interesa que Mancuso venga a contar esas verdades que incomodan a tantos, comenzando por el Presidente Eterno, quien tuvo a Mancuso de vecino en su hacienda de El Ubérrimo y con quien, por lo menos, conversó varias veces, como lo reconoció en una entrevista que le hice cuando aún era candidato presidencial. Tal vez no quieran que Mancuso explique en detalle, por ejemplo, esa masacre del Aro, para la cual, como lo dijo ante un tribunal de Justicia, las coordenadas sobre la ubicación de las Farc y de Iván Márquez en la zona “las dio la inteligencia militar”, y donde “estuvo sobrevolando el helicóptero de la Gobernación de Antioquia (y) sobrevoló el helicóptero de Ejército”.
En esa época, el gobernador de Antioquia era Álvaro Uribe. Pero él ha negado que en el área de la masacre hubiera habido un helicóptero de su gobernación.
No obstante, esa y muchas otras verdades que permanecen ocultas a los ojos del país, son las que tiene que aclarar Mancuso.
El presidente Duque aún tiene la oportunidad de decidir si pasa a la historia como el mandatario que manipuló la solicitud de extradición de Mancuso para ocultarle la verdad al país, o si fue el que impulsó que la verdad se conociera para, que así, cambiara para bien la historia de Colombia.
Comments