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Demuestre que usted es quien manda, presidente Duque

  • Foto del escritor: Patricia Lara Salive
    Patricia Lara Salive
  • 6 jul 2018
  • 3 Min. de lectura

A pesar de que las primeras señales muestran que Iván Duque no será malo, como creíamos sus opositores, sino peor, aún puede demostrarnos que estábamos equivocados: se aproxima el anuncio del gabinete y, en ese momento, se sabrá si será títere de Álvaro Uribe, o si tendrá la personalidad y la fuerza emocional para desprenderse del expresidente, nombrar un equipo de su absoluta confianza y resistir el bombardeo que le caería por gobernar con los que él quiere.

Hasta ahora, el balance es preocupante, no obstante que Duque ha dicho que se va a dedicar a unir al país; que llegó la hora de pasar la página de las ponzoñas, tan del gusto de Uribe; y que su gabinete estará compuesto, en su mayoría, por mujeres y jóvenes. Los hechos, hasta el momento, dan señales distintas: apuntan a dividir más a Colombia, a multiplicar la ponzoña y a permitir que la jauría uribista, “cargada de tigre”, como diría el expresidente, se apodere del país. Por una parte, con una actitud dulzona y ausente, Duque dejó que la senadora Paloma Valencia, asumiendo el liderazgo de la bancada uribista y pronunciando un discurso incendiario que concluyó con un “bienvenidos al gobierno de Iván Duque”, delineara cómo piensan hacer trizas la paz, a base de incumplir lo que es la nuez de los acuerdos (el funcionamiento de una justicia transicional que juzgue a los distintos actores del conflicto y la participación en política de los dirigentes de las Farc); por otra permitió, sin protestar, por lo menos que se sepa, que el uribismo demuestra que quien manda es Uribe y no Duque. No es sino recordar cómo Alicia Arango, la exsecretaria privada de Uribe y jefa de campaña de Duque, anunció que el presidente es Duque, pero que el jefe es Uribe; cómo Paloma Valencia, cuando supo que Duque le había aceptado al presidente Santos que se le consultara al presidente de la Corte Constitucional si el Congreso podía aprobar la reglamentación de la JEP antes de que la Corte se pronunciara sobre la constitucionalidad de la misma, llamó al “Pre”, que era Uribe, y no Duque, para pedirle instrucciones sobre cómo proceder ante la decisión de éste y Uribe le dijo que la aceptara, pero imponiendo como condiciones que se dinamitaran los pilares mencionados del acuerdo de paz; y cómo el senador José Obdulio Gaviria llamó insultante a dos generales a decirles que ellos eran militares “enmermelados”. Finalmente, en los comités de empalme, si bien figuran jóvenes, hay viejos retrógrados que, de llegar al gobierno, garantizarían el retroceso en vez de la innovación. Y, como si lo anterior fuera poco, parece como si, después de las elecciones, los paramilitares se estuvieran sintiendo con licencia para actuar, pues han amenazado a una profesora y a militantes petristas, asesinaron a otra y han matado a otras 19 personas en los últimos ocho días.

Iván Duque: basta ya de palabras dulces. Con diez millones de votos de respaldo, es su hora de demostrar, con hechos, que es capaz, como lo prometió, de unir al país, de impedir que volvamos a la guerra y de gobernar por sí mismo. Le llegó el momento de dejar claro que quien manda es usted y no el “Presidente Eterno”, que usted es capaz de nombrar un gabinete de jóvenes de su confianza; y que no va a dejarse meter, en sus círculos cercanos, caballos de Troya, como las alicias o las palomas, que levantarían el teléfono para pedirle instrucciones a Uribe ante su menor señal de independencia. Sí, Iván Duque, se le aproxima la hora de comprobar que el que los colombianos eligieron como presidente es usted, y no Álvaro Uribe.

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