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Que Uribe sea el comisionado de Paz

  • Foto del escritor: Patricia Lara Salive
    Patricia Lara Salive
  • 8 feb 2019
  • 3 Min. de lectura

“Un facilitador es quien consigue que si Ud. no quiere vender un caballo y su vecino no desea comprar un caballo, Ud. venda el caballo y su vecino compre el caballo”, nos mandó a decir el presidente Álvaro Uribe con Luis Carlos Restrepo, comisionado de Paz, a los miembros de la Comisión Facilitadora del proceso con el Eln.

Para ser justos, hay que decir que en la era Uribe, cuando ya el Eln había cometido atrocidades como la masacre de Machuca y los secuestros masivos de la ciénaga del Torno y el fokker de Avianca, se avanzó en el proceso con esa guerrilla: a los cuatro meses de posesionado Uribe,

Restrepo visitó en la cárcel de Itagüí a los presos del Eln Pacho Galán y Felipe Torres, y les planteó que buscaran una salida negociada al conflicto. Los acercamientos siguieron. En el 2004 Uribe le propuso al presidente Vicente Fox que México facilitara la negociación. Tanto México como el Comando Central del Eln (COCE) aceptaron, y Fox nombró un enviado especial para ello. Pero México se alineó con la política gringa, se alejó de su tradición de no intervención, votó contra Cuba en la ONU de Ginebra y, por eso, el Eln dijo que no quería más la facilitación mexicana: los diálogos quedaron en el limbo. Entonces los académicos Alejo Vargas y Álvaro Jiménez, y el empresario Morris Ackerman, de acuerdo con Restrepo, se inventaron las Casas de Paz para desarrollar conversaciones entre el Eln y la sociedad civil —lo que es prioritario para los elenos— y convencieron a Restrepo de que sacaran de la cárcel a Galán y lo llevaran en detención domiciliaria a una Casa de Paz, pues llevaba 13 años preso mientras que los paramilitares la máxima pena que habían recibido, en virtud de la Ley de Justicia y Paz, era de ocho años.

Se continuó con esos diálogos y el 11 de noviembre del 2005 la Comisión Facilitadora y los garantes de Casas de Paz les enviamos una carta a Restrepo y al COCE en la que decíamos que ya se había dialogado con la sociedad civil y que ya era hora de que el Gobierno y el Eln conversaran directamente. El Gobierno y el COCE aceptaron de inmediato y, en diciembre, los miembros de la Comisión viajamos a Cuba, se instalaron los diálogos y se realizaron ocho rondas.

Dada la cercanía con Colombia, a comienzos del 2007 la mesa se trasladó a Venezuela, y se avanzó mucho en un documento base donde se hablaba de la convención nacional que proponía el Eln y de un cese temporal del fuego que ese grupo decretaría. Incluso el presidente Uribe propuso que se buscaran fondos para financiar la manutención del Eln durante el proceso de paz, de modo que suspendieran los secuestros. Pero, a fin de año, Uribe destituyó a Chávez como mediador en el proceso con las Farc, se armó la bronca entre los dos presidentes, el Eln suspendió los diálogos y se quedó en Venezuela. Después comenzó la era Santos.

Así que ahora, cuando es evidente que el comisionado de Paz, Miguel Ceballos, fracasó en su gestión porque recibió unas negociaciones avanzadas y un cese del fuego bilateral a punto de firmarse con el Eln pero, en lugar de terminar de hacer la paz, está consolidando la guerra y ya no tiene nada más qué hacer en ese puesto, hay que buscar otras opciones.

Y la mejor opción, indudablemente, sería que al senador Uribe lo nombraran comisionado de Paz: él muy probablemente lograría que Duque, que no parece querer la paz, y el Eln, que a veces la quiere y a veces la coge a patadas, lleguen a un acuerdo.

Senador Uribe, ¡salve usted la paz!

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