Regalo anticipado de Navidad
- Patricia Lara Salive

- 21 nov
- 3 Min. de lectura
Jaime Abello, director de la Fundación Gabo, me envió un tesoro: el libro Gabriel García Márquez: Vida, magia y obra de un escritor global, del historiador y sociólogo español Álvaro Santana Acuña, curador de la exposición Gabriel García Márquez, the making of a global writer, basada en documentos y fotografías del archivo personal del escritor, que se inició en el Harry Ransom Center de Austin, Texas, donde se custodia su archivo; se mostró luego en el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México y después llegó a la Biblioteca Nacional de Bogotá.
El libro contiene los principales documentos y fotografías de la exposición que se intercalan con un texto bien escrito que lleva a que el lector recorra la vida de Gabo, desde sus orígenes, cuando llegó al mundo con el cordón umbilical enredado en el cuello y fue bautizado con el nombre de Gabriel José de la Concordia; sus primeros nueve años transcurridos en Aracataca junto a sus abuelos maternos, Tranquilina Iguarán y Nicolás Ricardo Márquez, después de cuya muerte, según decía Gabo, no volvió a ocurrirle nada importante; las historia de fantasmas de la tía Petra; las del abuelo, veterano de la Guerra de los Mil Días; su tiempo en la escuela Montessori; su maestra Rosa Elena Fergusson quien les recitaba a sus alumnos poemas clásicos; la masacre de las bananeras; su traslado a Sincé, Sucre, y luego a Barranquilla; su paso por el Liceo Nacional de Varones de Zipaquirá; los libros que leía con voracidad desde su época en el Liceo: Las Aventuras de Tom Sawyer; El Doble, de Dostoyevski; Azul, de Ruben Darío; Las Profecías, de Nostradamus; Don Quijote, de Cervantes; La vida maravillosa de los libros, de Jorge Zalamea; La Metamorfosis de Kafka; su grado de bachiller; su paso por la Universidad Nacional de Bogotá donde abandonó la carrera de derecho; el Bogotazo, en uno de cuyos incendios sus cuentos quedaron vueltos cenizas; su vida en Cartagena y Barranquilla como periodista de El Universal y de El Heraldo; sus influencias: William Faulkner, Virginia Woolf; sus inicios como escritor; La Hojarasca; sus paso por El Espectador; la publicación de su reportaje Relato de un Náufrago, a raíz de la cual el diario tuvo “la mayor tirada jamás publicada por periódico colombiano”; su vida en París como corresponsal de El Espectador; sus amigos Plinio y Soledad Mendoza, Carlos Fuentes, Álvaro Mutis, Carmen Balcels; su matrimonio con Mercedes Barcha; sus hijos; su paso por Prensa Latina; su vida en México; el Boom; sus dibujos; su epifanía viajando con su esposa e hijos a Acapulco cuando en plena carretera interrumpió su viaje para regresar a escribir Cien Años de Soledad, y le entregó a Mercedes la responsabilidad de lidiar con la realidad mientras él terminaba su obra maestra y, como último recurso, ella vendió la licuadora para sobrevivir; la explosión del éxito con Cien Años; la invasión de la fama; su Otoño del Patriarca; su amigo Fidel; su afición por el baile y la música; su Premio Nobel; Crónica de una muerte anunciada; El amor en los tiempos del cólera; El General en su Laberinto; su paso por la revista Cambio; Vivir para Contarla; Historia de mis putas tristes; la enfermedad del olvido; en fin, toda esa vida suya llena de cosas para contar, salpicada de fotografías antiguas, manuscritos corregidos de su puño y letra, portadas de sus libros en todos los idiomas y colores, recortes de la prensa mundial… todo lo necesario para recordar a Gabo, irrepetible.
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