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Senador Uribe: Gaviria y Vargas Lleras no son unos peleles

  • Foto del escritor: Patricia Lara Salive
    Patricia Lara Salive
  • 26 abr 2019
  • 3 Min. de lectura

Sin reparar en que ya existe un acuerdo de la mayoría del Senado, el senador Álvaro Uribe, jefe del Centro Democrático, haciendo gala de su omnipotencia, les pidió a los demás partidos “un tiempo” para alcanzar un “acuerdo mayoritario en el Senado” con el fin de “por lo menos aprobar” dos de las objeciones que el presidente Iván Duque le hizo a la Ley Estatutaria de la JEP: la que tiene que ver con la extradición y la de los supuestos colados.

Para lograr su propósito, Uribe, quien tiene como norma ese dicho que le repetía su mamá: “La constancia vence lo que la dicha no alcanza”, anunció una ofensiva para enloquecer al jefe del Partido Liberal, el expresidente César Gaviria, y al excandidato Germán Vargas Lleras, jefe de Cambio Radical, con el fin de que vuelvan a reunir a sus bancadas para que cambien su decisión y aprueben las objeciones.

Pero ¿qué está creyendo el expresidente Uribe? ¿Que Gaviria y Vargas Lleras son unos peleles a quienes él puede manipular a su antojo? ¡No, señor! César Gaviria es tan expresidente como Uribe; es un convencido de las bondades del Acuerdo de Paz y está decidido a defenderlo. Y Vargas Lleras, quien antes de que se aprobara la Ley Estatutaria de la JEP tuvo algunos reparos que fueron corregidos, quedó satisfecho con el texto y se comprometió, junto con su bancada, a negar las objeciones, como lo hicieron también Aurelio Iragorri, jefe del Partido de la U, y su bancada. Y los tres están decididos a cumplir su palabra porque este, además de ser un tema de principios y de defensa del Estado de derecho pues la constitucionalidad de esa ley ya había sido revisada por la Corte, también es un asunto de dignidad.

Y es que lo que está en discusión puede tener una repercusión enorme en el país: es, nada menos, la de que nunca se conozca la verdad de lo ocurrido en el conflicto, porque lo que pretende el Centro Democrático con su empeño en salvar la objeción de la extradición es que se facilite que se sepulte en las cárceles de EE. UU. a los jefes de las Farc y a ciertos militares sometidos a la JEP, de modo que no hablen, como hizo el gobierno de Uribe con los jefes paramilitares, y como se está haciendo ahora con el exfiscal anticorrupción Gustavo Moreno, extraditado por aceptar un sobornito de 10.000 dólares, cuando él es el que sabe, y quiere revelar, los secretos del andamiaje de la corrupción en nuestra justicia.

Y la otra objeción que desean salvar es la que pretende que sea el comisionado de Paz, y no la JEP —una entidad respetable con toda la capacidad investigativa—, el que rechace o conceda las garantías de no extradición. Es decir, el que en últimas determine o manipule quién entra a la JEP y quién no.

De manera que queda claro que lo que está en juego es el propósito desesperado de Uribe y su Centro Democrático de impedir que se conozca la verdad. Pero ni Gaviria, ni Vargas Lleras, ni Iragorri le van a jalar al asunto, ni se van a dejar presionar, ni van a permitir que les pisoteen su dignidad.

Y lo otro que queda claro es el poco compromiso del presidente Duque con las reglas del juego democrático: si presentó las objeciones para que el Congreso decidiera, en lugar de quedarse impávido viendo o promoviendo dilaciones para que no decida, lo que lo enaltecería como líder sería que promoviera que se votaran cuanto antes, de modo que, una vez chuleado el tema, por fin pudiera empezar a gobernar… Por fin…

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