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Ante Trump, más acción y menos carreta

  • Foto del escritor: Patricia Lara Salive
    Patricia Lara Salive
  • 17 ene
  • 3 Min. de lectura

“Llega Trump: ajústense los cinturones”. Así titula el excanciller Julio Londoño un análisis que publica en Cambio. Y agrega: “además, pueden necesitarse las máscaras de oxígeno”.Si semejante afirmación la hace un gran experto en política internacional como es él, no nos queda más remedio que hacerle caso y estar listos para lo que venga. Por ahora, Trump no se ha metido con Colombia. Y ojalá se mantenga alejadito.

Sin embargo, ha dicho que quiere reincorporar a Estados Unidos el Canal de Panamá porque le parece muy caro lo que cobra por el tránsito de los barcos, es decir, que aspira a echar por la borda los Tratados Torrijos-Carter que Colombia ayudó a consolidar y en los que obtuvo un trato preferencial en cuanto al paso de sus naves por el canal; ha declarado que podría presionar económicamente a Canadá para convertirlo en el estado número 51 de Estados Unidos; ha afirmado que tiene la intención de incorporar Groenlandia a Estados Unidos; y ha añadido que desea cambiarle el nombre al Golfo de México, compartido por México, Cuba y Estados Unidos, para bautizarlo ‘Golfo de América’, a lo cual la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, sonriente y con ironía, mientras señalaba un viejo mapa que mostraba cómo era el territorio de Estados Unidos el siglo antepasado, contestó: “¿por qué no le llamamos América Mexicana? ¿Se oye bonito? ¿Verdad que sí?”

Esas aspiraciones de Trump, que según el excanciller Londoño implican que “volveríamos a la época del expansionismo norteamericano y del “Gran Garrote” del presidente Theodore Roosevelt, que inundó de intervenciones militares el continente”, paradójicamente, pueden tener un efecto bumerán para Trump: unir en su contra a todos los países de América, Canadá incluido, y fortalecer las doctrinas de izquierda que propenden por la lucha contra el imperialismo norteamericaon

Lo curioso es que, con respecto a Venezuela, la actitud del nuevo gobierno de Trump es ambigua: el presidente electo no recibió a Edmundo Gonzalez y el senador republicano Bernie Moreno afirmó que Trump quiere trabajar con Maduro los temas de repatriación de venezolanos y que busca que Venezuela deje de hacer negocios con Rusia y China y los haga con su país. Entonces sí, añadió Moreno, se podría discutir sobre una elección libre y justa monitoreada por la comunidad internacional.

 

Sin embargo, hay algunas esperanzas: como dijo en diciembre el expresidente Juan Manuel Santos, Trump es un negociante y con él se puede negociar. Y como me contó nuestro embajador en Washington, Daniel García Peña, en una entrevista que saldrá el domingo en Cambio, quedó claro, a raíz de la visita a esa ciudad de la ministra de Ambiente, Susana Muhamad –quien con otros funcionarios viajó a presentar la “plataforma país”– que con la administración Trump se puede trabajar en cosas concretas. Resulta que en una reunión que tuvo ella con Ed Russo, asesor de Trump en materia ambiental, este le dijo: mire, el gobierno de Trump quiere trabajar en cosas muy concretas, por ejemplo, agua limpia. Y la ministra, muy inteligentemente, en lugar de embarcarse en discusiones ideológicas, le contestó: bueno, trabajemos en eso, nosotros tenemos proyectos de tratamiento y saneamiento ambiental. Y Russo le respondió: estamos cansados de tantas reuniones, conferencias y seminarios y necesitamos acciones concretas. Entonces la ministra contestó: estamos de acuerdo.

Los gringos son prácticos. Esa puede ser la salida. Así que, con Trump, la fórmula sería más acción y menos carreta.

 

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