A enamorarlos, Claudia
- Patricia Lara Salive
- 10 abr 2020
- 3 Min. de lectura
Que quien maneja la capital, durante una crisis tan difícil como la que está viviendo y la que vivirá Bogotá, sea la hija de una maestra, criada en Ciudad Bolívar, que se graduó a punto de becas en Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales en la Universidad Externado de Colombia, obtuvo una maestría en Administración Pública y Política Urbana en la Universidad de Columbia en Nueva York y terminó un doctorado en ciencia política en la Universidad de Northwestern en Chicago, es algo que, de verdad, tranquiliza.
Con una calificación de 8.1, la más alta entre todos los alcaldes del país, según encuesta realizada a comienzos de mes por el CNC, Claudia López se ha convertido, en sus primeros cien días de gobierno, en la principal líder nacional, hasta el punto de que ya es el blanco tanto de los ataques de la extrema derecha, como de Gustavo Petro, quien no le perdona que no haya necesitado su apoyo para ganar la alcaldía y no pierde oportunidad para atacarla por cualquier motivo. Incluso hay quienes dicen que Petro cree que Claudia renunciaría el año entrante para lanzar su candidatura presidencial y arrasar con él, algo que, seguro, a ella no se le ha pasado por la cabeza. Pero lo que sí va a ocurrir es que Claudia López termine su alcaldía con un enorme reconocimiento y que, en el 2.026, se lance como candidata presidencial con el apoyo de una amplísima coalición de centro y centro izquierda y se convierta, enhorabuena, en la primera mujer en llegar a la Presidencia de Colombia.
Pero, para que eso sea posible, Claudia tiene que hacer un gobierno estelar en Bogotá, en medio de los más difíciles retos: por el momento, el más urgente, es lograr ya que las ayudas que prometió para los más pobres, en efecto lleguen a sus destinatarios, lo cual constituye un desafío gerencial, especialmente en este país tan dado a dictar leyes y decretos que no se cumplen y que, por ende, en la práctica no sirven para nada.
El otro gran reto es lograr mantener controlada la curva del coronavirus de modo que el sistema de salud pueda adecuar su capacidad para atender el gran número de contagiados que van a seguir llegándole, sin desatender a los usuarios que se presenten con otras enfermedades y, al mismo tiempo, controlar la curva del desempleo o, por lo menos, tener listos subsidios para que las familias de los desempleados, empujadas por el hambre, no asalten masivamente los supermercados, etc.
Para conseguir ese milagro, la alcaldesa tiene no sólo que seguir impulsando su programa de donaciones a www.bogotasolidariaencasa.gov.co, sino enamorar a unos cuantos empresarios.
Y, viéndolo bien, el asunto no es tan difícil: con que los 4 colombianos más ricos donen el 10 por ciento de su patrimonio, se obtendrían cerca de 2.000 millones de dólares (no más entre Luis Carlos Sarmiento, Jaime Guillinsky, los hermanos Santo Domingo y Carlos Ardila, sobrepasan los 20.000 millones de dólares). Es decir que, sólo con ellos, que deberían sentir, al estilo de Bill Gates y Warren Buffet, que su deber es retribuir lo mucho que han recibido, se obtendrían 2.000 millones de dólares que, si se dividen en subsidios de 450.000 pesos mensuales, alcanzarían para sostener, durante 6 meses, a cerca de 2. 900.000 familias, cuando en Colombia hay aproximadamente dos y medio millones de familias en pobreza, y la alcaldesa apenas aspira a subsidiar 500.000.
De manera, Claudia, que láncese a enamorarlos... A ellos y a unos cuantos más…
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