Bienvenido el Nuevo Liberalismo
- Patricia Lara Salive
- 13 ago 2021
- 3 Min. de lectura
Recuerdo a Luis Carlos Galán, vestido con ese saco jaspeado en tonos verdes que tanto le gustaba, contándome que iba a recorrer el país porque quería promover una nueva manera de hacer política, en la que el clientelismo y las trapisondas brillaran por su ausencia. Lo veo, casi todos los jueves o viernes, saliendo de afán de las oficinas de la revista Nueva Frontera, dirigida por el expresidente Carlos Lleras y codirigida por él, luego de dejar su columna escrita a mano con esa letra suya que siempre se inclinaba hacia arriba: iba a montarse en un jeep viejo para ir con su primo Alfonso Valdivieso a recorrer Santander, su departamento, y a pregonar su nueva forma de hacer política. Así fue fundando su movimiento, el Nuevo Liberalismo, y librando las más duras batallas, la última de las cuales, contra el narcotráfico y su penetración en la política, los llevó a la muerte a él y al ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, su segundo al mando en el movimiento.
Ahora, la Corte Constitucional le dio vía libre a la resurrección del Nuevo Liberalismo, partido que oxigenará la política y, sobre todo, servirá de refugio a las ideas liberales que tienden a quedar asfixiadas entre la izquierda extrema y el neoliberalismo, que nada tiene que ver con el liberalismo de verdad, ese que pregonaban el general Uribe Uribe, Alfonso López Pumarejo y Jorge Eliécer Gaitán, ese que respeta de manera absoluta la libertad de pensamiento y opinión, ese que se sitúa a años luz de cualquier forma de dogmatismo y propugna un país equitativo y menos desigual.
El aterrizaje del Nuevo Liberalismo en la política nos alegra a los liberales irremediables que nos entristecemos por el rumbo que tomó el viejo Partido Liberal, no soportamos la peleadera entre los verdes y los del Pacto Histórico, y seguimos creyendo, como lo repetía el doctor Carlos Lleras Restrepo, que el liberalismo era y debe ser una coalición de matices de izquierda.
Por eso es una muy buena noticia que los hermanos Galán quieran construir un Nuevo Liberalismo en el que no solo militen dirigentes como ellos o Rodrigo Lara Restrepo, sino que esté abierto a nuevas figuras e inviten a participar en él a un verdadero liberal en el sentido filosófico de la palabra, a un ingeniero, economista y humanista de la estatura intelectual y ética del exministro y rector de la Universidad de los Andes: Alejandro Gaviria. Y es una magnífica noticia también que Juan Manuel Galán insista en que Gaviria y la excandidata Íngrid Betancourt participen en la Coalición de la Esperanza. Así, en la consulta interna que esa coalición planea hacer en marzo, tomaría parte un interesante grupo de candidatos que estimularía que esa consulta fuera la de mayor votación. De ellos saldría el candidato único del centro a la Presidencia. Ese atractivo abanico estaría integrado, entre otros, por Sergio Fajardo, Juan Manuel Galán, Alejandro Gaviria, Humberto de la Calle, Juan Fernando Cristo, Íngrid Betancourt y Jorge Robledo, quien se equivoca al vetar a Gaviria, no solo porque vetaría a un candidato extraordinario, sino porque al hacerlo se arriesgaría a que, al final, el vetado fuera él.
De modo que si la política se enrumba en esa dirección y si los votos sumados de la Coalición de la Esperanza superan los del Pacto Histórico, Petro podría reflexionar y generar movimientos telúricos que garantizaran el triunfo del centroizquierda en la primera vuelta.
Soñar no cuesta nada, ¿verdad?
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