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David contra Goliat

  • Foto del escritor: Patricia Lara Salive
    Patricia Lara Salive
  • 5 oct 2018
  • 3 Min. de lectura

Al ver la pelea obsesiva por el chanchullo de Odebrecht entre el fiscal Néstor Humberto Martínez y el hijo del hombre más rico de Colombia, Luis Carlos Sarmiento, por una parte, y, por la otra, el exdirector de la Agencia Nacional de Infraestructura Luis Fernando Andrade, un tipo con pinta de ingenuo que nunca había sido funcionario público, y María Jimena Duzán, quien se ha enfrentado con valor al fiscal y, enhorabuena, acaba de derrotar a un fiscalito que la entuteló por una de sus columnas sobre el caso, fui a conocer a Andrade en su detención domiciliaria.

Después de tratar de entenderle su embrollo jurídico durante un par de horas, concluí que estamos ante un caso kafkiano porque es inconcebible que NHM —quien en su condición de ministro de la Presidencia y de abogado de Sarmiento tuvo que ver con las gestiones para que se le otorgara una adición a la concesionaria de la Ruta del Sol, la empresa que éste constituyó con Odebrecht, y luego, como abogado, dio un concepto positivo en el que se basó Andrade para celebrar un contrato— sea el mismo que dirige la institución que ahora quiere dejarlo preso 30 años por hacer lo que Martínez dijo en su concepto que podía hacerse.

Como esta es una pelea de David contra Goliat, transcribo apartes de mi charla con el más débil:

 

—Doctor Andrade, ¿de qué lo acusan?

—Tengo ocho cargos: 1°, interés indebido en el otrosí que autorizó los diseños del tramo de la carretera Ocaña-Gamarra y 2°, en el que autorizó las obras. Eso es absurdo porque se tuvo la aprobación de todas las instancias hasta llegar al Conpes, donde firmó NHM. 3°, celebración del contrato sin requisitos legales, también absurdo porque, para celebrar el contrato, nos basamos en tres conceptos jurídicos favorables: el de NHM, el de la interventoría y el del área jurídica de la ANI. 4°,interés indebido en reclamaciones por sobrecostos de la Ruta del Sol. Eso sí que es absurdo porque nunca aceptamos los sobrecostos y, por eso, están en un tribunal de arbitraje. 5°, interés indebido en el cierre financiero del contrato de Navelena, también absurdo porque no lograron el cierre y, por eso, declaré la caducidad. 6°, falso testimonio como determinador. 7°, alteración de material probatorio. Y 8°, falsedad en documento público, todo lo cual tiene que ver con el número de reuniones que tuve con el senador Ñoño Elías y con Martorelli, gerente de Odebrecht, pues remití un reporte del área administrativa que tenía el número de ingresos registrados en la ANI para esos personajes, y dicen que alteré los registros y le ordené al funcionario Juan Sebastián Correa que mintiera sobre el número de reuniones ante los entes de control. A la fecha no han demostrado que hubo alteración del sistema de ingresos. Y siempre dije que era posible que algún senador entrara sin registrarse. Esas acusaciones están montadas sobre un testimonio falso, sin pruebas documentales, que da Correa en un principio de oportunidad, y que son muy fáciles de desmontar. ¡Pero no me acusan de haber recibido un peso! Sospecho que me imputaron cargos porque me volví muy incómodo para Odebrecht y Sarmiento.

—¿Y por qué Sarmiento le tiene tanta bronca?

—Porque me negué a reconocer $750.000 millones en sobrecostos y a aceptar su fórmula de liquidación del contrato que les generaría ingresos adicionales por $400.000 millones.

—¿Y el fiscal por qué no lo quiere?

—Porque él representa los intereses de Sarmiento.

En esta columna no cabe más información. ¡Pero con esta es suficiente!

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