En los calzones de los otros
- Patricia Lara Salive
- 13 abr 2018
- 3 Min. de lectura
¿Qué pensaría hoy si usted fuera un desmovilizado de las Farc, guerrilla en la que vivía en peligro pero donde tenía su comida y su ropa aseguradas? ¿Qué se diría al recordar que en dos meses y medio tiene que salir a ganarse la vida quién sabe cómo, porque el Gobierno no le ha cumplido con involucrarlo en esos proyectos productivos que le prometió y que le aseguró que iban a garantizarle su sustento, lo cual fue un motivo importante para que usted decidiera desmovilizarse? ¿Y qué sentiría al oír que la plata de la paz se la están feriando en burocracia, contratos inútiles, sueldos jugosos y sistemas de información inoperantes? ¿Y qué creería cuando oye que lo más probable es que el próximo presidente sea un señor que va a desbaratar el proceso de paz y a acabar con la justicia transicional con cuya existencia usted sentía tranquilidad para desmovilizarse y entregar las armas? ¿Y qué tan seguro cree que se sentirá cuando, bajo el próximo gobierno, ande por el campo sabiendo que incluso en el de Santos, tan comprometido que estaba con sacar adelante el proceso de paz, mataron a centenares de líderes sociales? ¿Y qué pensaría si recuerda que en el Congreso volvieron patas arriba varios aspectos de los acuerdos de paz? ¿Y, para rematar, qué piensa ahora cuando sabe que a uno de sus jefes, Jesús Santrich, lo capturaron por solicitud de la DEA y, probablemente, lo extraditen a Estados Unidos acusado de cometer delitos de narcotráfico después de que entraron en vigencia los acuerdos de paz? ¿Y qué creería cuando escucha a sus jefes decir que eso un montaje, pero ve al fiscal exhibir las pruebas de que Santrich iba a mandar cocaína a Estados Unidos por valor de 15 millones de dólares? ¿A quién le creería? ¿Al Gobierno que le ha incumplido las promesas o a sus jefes que se fueron a Bogotá, ya son congresistas, van a ganar un muy buen sueldo y, por lo visto, se olvidaron de usted?
Seguro si el Gobierno le hubiera cumplido sus promesas, si su palabra no pareciera tan fácil de modificar por cualquier circunstancia, si usted tuviera su proyecto productivo andando y ya sus plátanos estuvieran a punto de cogerse o sus cachamas a punto de pescarse y usted albergara la ilusión de comenzar su nueva vida en paz, con su mujer y con ese hijo que ya, lejos de la guerra, se atrevió a tener, le creería al presidente y pensaría que Santrich delinquió luego de firmada la paz, que los acuerdos tienen que cumplirse y que, por eso, debe ser llevado a la justicia. Pero como casi nada de lo que dicen que se va a hacer se hace, y casi nada de los acuerdos se cumple, ¿por qué va a creerle al Gobierno ahora? ¿Y por qué va a creerles a sus jefes que desde hace tiempo viven tan cómodamente en la ciudad cuando usted pasa trabajos en el campo? Así las cosas, ¿qué camino va a coger? ¿Cuál le conviene más? ¿Quedarse ahí, muerto de miedo, sin armas, viviendo del rebusque? ¿O volver al monte e ingresar a una disidencia? ¿O entrar a una bacrim?
Pero eso no es lo que usted quería… Usted lo que deseaba era vivir en paz…
Si usted fuera ese guerrillero, querido lector, ¿qué respondería?
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El Senado no puede frustrar a este país: el martes debe dar su aval para llevar a las urnas la #ConsultaAnticorrupción. Los senadores tienen que saber que lo que más atormenta hoy a los colombianos es la corrupción. Por favor, demuéstrennos, con su voto, que sí quieren acabarla.
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