“Los tebanos”, una obra fundamental
- Patricia Lara Salive
- 9 ago 2019
- 3 Min. de lectura
Solo a Ricardo Camacho, fundador y director del Teatro Libre desde hace más de 45 años, obsesivo genial del teatro clásico, podía ocurrírsele realizar Los tebanos, que reúne en una sola obra cuatro de las tragedias principales del teatro griego: Edipo rey, Edipo en Colono y Antígona, de Sófocles, y Los siete contra Tebas, de Esquilo.
Adaptada con inteligencia y conocimiento de las claves del teatro por Patricia Jaramillo, Los tebanos cuenta la historia completa de Edipo, rey de Tebas, y de su descendencia; su alzamiento para salvar la ciudad de la maldición de la Esfinge; su trágico descubrimiento de ser, sin saberlo, el asesino de su padre y, luego, el marido de su madre y el padre de sus propios hermanos; el suicidio de Yocasta, su madre y esposa, desesperada al darse cuenta de su vida incestuosa; la decisión de Edipo de sacarse los ojos atribulado por la culpa; su abandono del trono; su deambular desterrado acompañado por su hija Antígona; la maldición que Edipo profiere contra sus hijos, Eteocles y Polinices, cuando se entera por su otra hija, Ismene, de que ellos se disputan el trono de Tebas y el primero logra desterrar a su hermano de la ciudad; la muerte de los dos hermanos en lucha fratricida por el poder; la decisión de Creonte, convertido en rey de Tebas, de que Eteocles reciba sepultura y honras fúnebres por haber defendido al pueblo mientras Polinices debe ser arrojado al campo para que lo devoren las alimañas y las aves de rapiña; la decisión de Antígona de desobedecer al rey y enterrar a su hermano; su condena a ser sepultada viva, y su suicidio seguido por los de su prometido y su madre.
Esta obra, que parece una locura por lo ambiciosa, según Patricia Jaramillo, le fue propuesta al Teatro Libre por Ricardo Camacho, quien “había venido cavilando en los últimos años (para) contar en una sola obra la historia de Edipo, rey de Tebas, condenado por los dioses a envilecer no solo su vida sino la de su pueblo y la de sus descendientes (...) La propuesta implicaba ensamblar las obras de los dos dramaturgos (Sófocles y Esquilo), tratando de superar las diferencias de estilo y de lenguaje teatral, pero también era la ocasión para aproximarse al mundo griego con una nueva mirada, puesto que ya, en 1999, el Teatro Libre había montado La orestíada y en esa ocasión se habían desentrañado las lecciones cardinales de los padres del teatro”.
Según Ricardo Camacho, la mayor dificultad de hacer Los tebanos “fue encontrar la especificidad de cada obra y, luego, la de integrarlas en un espectáculo orgánico y coherente. Y este proyecto solo ha sido posible porque se trata de un grupo permanente y estable, que ha desterrado el temor de caminar por el borde de la cornisa”.
Y sí, Los tebanos demuestra que el hecho de que Camacho y su grupo hayan perdido el miedo a caminar por el borde del abismo, siempre haciendo el mejor teatro con las uñas y contra viento y marea, ha valido la pena y ha permitido que en Colombia podamos disfrutar de un buen teatro clásico.
No se pierdan, pues, Los tebanos, que estará en cartelera hasta mañana en el Teatro Libre de Chapinero y hasta el 14 de septiembre en la sede del centro (calle 12B n.° 2-44).
Y no puedo terminar esta columna sin darles mi más sentido abrazo de condolencia a Ricardo y a todo el grupo del Teatro Libre por la muerte, esta semana, de Héctor Bayona, uno de sus grandes actores de siempre. Paz en su tumba.
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