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Para que el horror no se repita

  • Foto del escritor: Patricia Lara Salive
    Patricia Lara Salive
  • 17 oct
  • 3 Min. de lectura

El 14 de octubre se lanzó la Fundación Carlos H. Urán, memoria para la democracia, una iniciativa de Helena Urán Bidegain, hija de ese magistrado auxiliar del Consejo de Estado, en cuya memoria bautizó la fundación, un hombre íntegro y progresista cuya muerte, el 7 de noviembre de 1985, a raíz de la toma del Palacio de Justicia por parte del M-19 y de la contra toma por parte del ejército, constituye una vergüenza para el Ejército, para el M-19 y para el país. Pongo de primero en la lista al Ejército, o mejor, a los militares responsables del operativo y al presidente que lo permitió y avaló, porque el 7 de noviembre el magistrado Urán salió del Palacio cojeando, ayudado por unas personas, como consta en un video, y sus restos aparecieron al día siguiente en un cuarto en medicina legal donde acumularon cadáveres lavados de supuestos guerrilleros. En segundo lugar, pongo al M-19 porque ese movimiento, o mejor, sus jefes de entonces, Álvaro Fayad y Carlos Pizarro, fueron los culpables de que se realizara esa acción criminal, estúpida y absurda. Y pongo en tercer puesto al país porque en estos 40 años hemos permitido que prevalezca la verdad oficial, hemos tenido oídos sordos a los angustiosos llamados para que cesara el fuego que hizo el presidente de la Corte Suprema de Justicia, magistrado Alfonso Reyes Echandía, muerto por proyectiles disparados por el Ejército, y hasta hemos dejado que durante más de 30 años el General que dirigió el operativo ostentara las cuatro condecoraciones que le confirieron en los cinco años siguientes. Y en la medida en que esas exaltaciones y silencios se permitan, la conciencia sobre los horrores cometidos no aflora. Y si ella no surge y toca el alma del país, los horrores se repitirán. Por todo lo anterior es tan importante apoyar esta obra que acaba de emprender Helena Urán.

Pero, como ella bien lo dijo en la presentación, la fundación “es una respuesta ética, política y pedagógica frente a las múltiples formas de violencia que han marcado la historia reciente de Colombia”. Su misión es “aportar a la construcción de una sociedad más consciente y comprometida con la realidad del país”, y promover “los valores democráticos y mecanismos de no repetición a partir de la memoria”. Además, busca resignificar los lugares donde ocurrieron los horrores, para que ellos no se repitan: no solo el Palacio de Justicia, también las caballerizas de Usaquén, el Club El Nogal, el lugar donde mataron a Galán, en fin, tantos sitios emblemáticos de nuestra intolerancia.

Como decía en el lanzamiento Simon Herchen, representante de la embajada de Alemania, se trata de descubrir cómo puede una sociedad tramitar su pasado y confrontarlo críticamente. Y el padre Múnera, rector de la Universidad Javeriana, afirmaba: se trata de “ser capaces de encontrarnos con los otros para construir un futuro compartido”. Y Helena decía: se trata de “sanar el trauma en términos individuales y colectivos” y de “crear conciencia de los valores democráticos a través de la memoria”. Y el escritor Ricardo Silva concluía: la fundación será “el lugar donde los opuestos de una guerra pueden encontrarse y ver que no tienen razones para odiarse”.

Todo nuestro apoyo, pues, para esta labor titánica de Helena Urán.

Les invito a colaborar: Bancolombia, Fundación Carlos H. Urán, Cuenta de Ahorros # 91500004319, Nit 901966963.

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