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Ya lo hizo el ELN, ahora le toca al gobierno

  • Foto del escritor: Patricia Lara Salive
    Patricia Lara Salive
  • 3 abr 2020
  • 3 Min. de lectura

“Si los grupos violentos tuvieran un poquito de generosidad y pararan, el final de esta crisis podría ser el principio de una verdadera paz”, trinó el Senador Álvaro Uribe el pasado 28 de Marzo.

Coincidencialmente, ese día, el Comando Central del ELN respondió el llamado que el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, les hizo a los grupos armados para que, debido a la pandemia que azota a la humanidad, decretaran un “alto al fuego inmediato” en todos los rincones del mundo.

Entonces, después de liberar a cuatro secuestrados, los comandantes del ELN, incluidos los duros y los blandos, ordenaron “un cese unilateral activo por un mes,” desde el 1 hasta el 30 de abril. Ello significa que, en ese lapso, no harán acciones ofensivas.

Así, el ELN paró, como lo pidieron, además del Secretario General de la ONU y del Senador Uribe, las comunidades y sectores de la sociedad civil. Pero ese cese al fuego es demasiado corto: ojalá lo prorroguen. Sin embargo, la pelota está hoy en la cancha del gobierno. Y si le interesa la paz, tiene que moverse rápido porque un mes pasa volando.

Hasta ahora, el gobierno no ha dado señales positivas, porque si bien Uribe logró que el Presidente Duque nombrara Promotores de Paz a los antiguos miembros del ELN, Felipe Torres y Pacho Galán, y que liberara a éste último, quien salió de la cárcel luego de escribirle directamente a Uribe y de recibir asistencia de la Defensoría del Pueblo, el gobierno no ha respondido bien al cese al fuego decretado por el ELN pues, por un lado, Galán y Torres hoy no juegan ningún papel en esa organización; y, por otro, el Comisionado de Paz, Miguel Ceballos, en lugar de calificar positivamente los gestos del ELN, dijo que el cese al fuego fue tardío, e insistió en que las condiciones del Gobierno para sentarse a conversar con ellos siguen siendo las mismas: el cese de los ataques y la entrega de los secuestrados. Y, por su parte, el ELN insiste en que esos temas sólo los discute en la mesa de negociación. Mientras tanto, en medio de esa terquedad de unos y de otros, la gente sigue desplazándose y muriéndose en los territorios, por el fuego cruzado de las partes en guerra, enredadas, desde el comienzo de este gobierno, en un cruel diálogo de sordos.

 

Un gesto o paso positivo del gobierno podría ser, obviamente, valorar el cese unilateral del ELN; otro, sería liberar al antiguo gestor de paz, Juan Carlos Cuellar, quien sí es miembro activo de ese movimiento y serviría de puente efectivo con el Comando Central. Otro fundamental sería que el gobierno permitiera que se hicieran acuerdos humanitarios en los territorios. Y uno más podría ser que excarcelara a los presos que hayan cumplido más del 70 % de la pena, a los mayores de 65 años y a los que padezcan enfermedades terminales. Así, además, se deshacinarían un poco las cárceles y se disminuiría el riesgo de contagio en ellas del coronavirus. Y el ELN, por su parte, debería detener ya el reclutamiento de menores, como tanto lo ha pedido el Defensor del Pueblo, Carlos Alfonso Negret.

Ahora, si Duque se empeña en no dar su brazo a torcer con el ELN, en tiempos de coronavirus, por lo menos podría decretar un cese general y unilateral de hostilidades con carácter humanitario, dejando claro que respondería a cualquier agresión de los grupos armados.

 

A ver si así avanzamos hacia la paz completa... Porque no hay derecho a que a tantos muertos por la peste le añadamos ahora más muertos por la guerra.

                           *Nota: ¡Qué falta van a hacer en Semana los dos Danieles! ¡No hay derecho!

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