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Patricia Lara Salive

Diciembre 31 de 2021

Un año crucial

Mañana comienza un año crucial no solo porque tendremos otro presidente, sino porque en julio, con nuevo mandatario electo, conoceremos el informe final de la Comisión de la Verdad, el cual nos hablará de los horrores que se vivieron durante más de 60 años de conflicto, explorará sus porqués y dejará abonado el camino para que se garantice la no repetición y se rompa la cadena de odio ocasionada por la guerra.

Esos dos acontecimientos —la elección del próximo presidente y la presentación del informe de la Comisión de la Verdad— están relacionados de manera estrecha, porque de la actitud del nuevo mandatario dependerá en gran parte que ese informe tan revelador no quede sepultado en los anaqueles de los archivos históricos. Ello es fácil que ocurra porque el documento llegará a conclusiones que molestarán a muchos, o a casi todos, pues de esa guerra todos somos responsables por acción, complicidad, omisión o, simplemente, como ocurre en la mayoría de los casos, por haber ignorado el conflicto por el solo hecho de que no nos tocó de manera directa.

Como lo ha dicho el padre Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad, en el informe final se entregará “un legado que no eludirá verdades fuertes y dolorosas sobre lo definitivamente intolerable”. Pero agrega que “el informe dejará (…) un conjunto de recomendaciones en marcha para que no haya más repetición. La construcción de la paz grande es una tarea de largo plazo, la ruta de la transición hacia ella continuará después de la finalización de nuestro mandato”.

En ese punto es fundamental la actitud del nuevo presidente con respecto a la conquista y consolidación de esa “paz grande” de la que habla Francisco de Roux. Porque el próximo mandatario puede seguir empequeñeciendo la paz, como lo ha hecho el presidente Duque al ignorar la implementación de temas fundamentales del Acuerdo de Paz, como son la reforma rural integral y las garantías de seguridad en los territorios; puede ignorar también las recomendaciones para la no repetición que haga la Comisión de la Verdad y seguir eludiendo la posibilidad de llegar a la paz negociada con los distintos grupos que aún dicen luchar por razones políticas. O, por el contrario, el nuevo presidente puede impulsar el informe final y sus recomendaciones de modo que el Gobierno entero y, en lo posible, toda la sociedad seamos conscientes del horror que vivimos y nos comprometamos con la no repetición.

Pero para ello se requiere que el próximo mandatario tenga la convicción de que la conquista de la paz completa es indispensable para lograr el salto adelante que Colombia requiere, y disponga del carácter, la generosidad y la valentía necesarias para conseguirlo.

Por eso hay que pensar muy bien por quién votar. Hasta ahora, hay en el panorama un candidato de la derecha, camuflado en la Coalición de la Experiencia, quien, por lo que ha dicho, haría que el país retrocediera 14 o 15 años y los odios, en vez de apaciguarse, se multiplicaran. Los demás —como la paz ahora no da votos— no se han comprometido a fondo con ella, y menos con la paz grande de la que habla Francisco de Roux. Pero ya es hora de que dejen de pensar en sus conveniencias personales y, de verdad, se preocupen por las de Colombia.

¡Feliz año, queridos lectores! Y para estos días de descanso les recomiendo que lean Qué hacer con estos pedazos, la nueva novela de Piedad Bonnett.

www.patricialarasalive.com@patricialarasa

Patricia Lara Salive

Diciembre 24 de 2021

Miedo justificado

 

Mientras celebramos la Navidad, Carlos Alfonso Negret, exdefensor del Pueblo, piensa cómo proteger su vida porque siente que el Gobierno la puso en peligro.

“Ni siquiera durante la quimioterapia tuve una semana tan dura. La pasada fue la peor de mi vida, por el daño moral que me hicieron y por mi seguridad”, afirma.

Su miedo se justifica: resulta que luego de las protestas del 9 y 10 de septiembre de 2020 en Bogotá, la alcaldesa Claudia López le pidió a Negret que elaborara una relatoría sobre los hechos. Esta, apoyada por la ONU, terminó en octubre. Fueron seis meses en los que se recogieron más de 100 testimonios de policías y familiares de las 14 víctimas asesinadas. En su mayoría fueron jóvenes de los barrios populares, varios de los cuales estaban en sus casas y murieron porque salieron a comprar algo o se asomaron a la protesta callejera, con tan mala suerte de que los atravesó un tiro que a la loca disparó algún policía.

En su relatoría, Negret concluyó que en esos dos días se produjeron 14 muertes violentas, 11 de ellas ocasionadas por la policía, que reaccionó de forma desproporcionada y ocasionó “una masacre”, que según el Diccionario de la Real Academia significa: “Matanza de personas, por lo general indefensas, producida por ataque armado o causa parecida” (según Negret, la tragedia se produjo porque no hubo una orden civil ni policial de no disparar). Agregó que los policías actuaron con violencia desproporcionada contra los más pobres, los avances investigativos son casi nulos, la estrategia para garantizar la no repetición es escasa y, si no se adoptan medidas urgentes, se transitará hacia la impunidad. Afirmó que no obstante los preceptos constitucionales, operativamente, la Policía no se encuentra subordinada a las autoridades civiles.

El 13 de diciembre, día en que Negret les entregó el informe primero a las víctimas y después a la alcaldesa, insistió en que debe haber un proceso de reconciliación entre la Policía y la gente de los barrios donde ocurrieron las tragedias, y en que la Policía debe reconocer los hechos y hacer una petición genuina de perdón. En el mismo acto, Juliette de Rivero, representante en Colombia de la alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, afirmó que creía “en el poder transformador de ese informe”. Y la alcaldesa asumió la total responsabilidad de lo ocurrido y le pidió al presidente, en su condición de comandante supremo de la Policía, que reconozca la gravedad de lo ocurrido y acometa las recomendaciones del informe, empezando por la de pedirles perdón a las víctimas.

Pero no. Ocurrió lo contrario: dado que un par de días antes Negret había aceptado ser parte de la lista al Senado por el Nuevo Liberalismo (NL), el presidente, en lugar de leer el informe y tomar correctivos, dijo que “nadie puede (…) hacer politiquería con el nombre de la institución (la Policía)”, y que “hacerlo es la forma más vil de aspirar a cualquier cargo de elección popular”.

Por favor, presidente: fue desafortunado que la publicación de la relatoría coincidiera con la presentación de la lista del NL. Pero despreciar ese informe tan minucioso, elaborado cuando ni siquiera el NL había sido reconocido como partido, es un acto de irrespeto e irresponsabilidad, primero con las víctimas; con la propia Policía, que necesita que usted se ocupe de ella, y con Negret, a quien sus palabras pusieron en la mira de los fanáticos.

***

Feliz Navidad.

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Patricia Lara Salive

Diciembre 17 de 2021

Hablando de cosas buenas

 

Para hablar de cosas buenas, les cuento que Villegas Editores presentó este año una selección de libros preciosos, de esos que vale la pena tener y mirar de vez en cuando. Uno es Tierra colombiana, del fotógrafo documentalista Santiago Harker, con un prólogo del escritor Juan Esteban Constaín que acompaña esas imágenes extraordinarias que el ojo mágico de Harker sabe captar: la Sierra Nevada de Santa Marta, la del Cocuy, el nevado del Ruiz, la laguna de Otún, el cañón del Gualí, en fin, fotos de ese país bonito que todos debiéramos conocer. Otro es Paraísos de Colombia, un libro con magníficos textos y fotografías de Andrés Hurtado García, fruto, como él dice, de su “pasión por Colombia” y su conocimiento del país, porque, como afirma, él es graduado “summa cum laude en caminos”. ¡Gran libro, apreciado Andrés!

Pero también hay dos libros para leer. Ciudad, igualdad, felicidad, del exalcalde Enrique Peñalosa, plantea que en una ciudad debe buscarse la felicidad a base de construir la igualdad, de modo que nadie se sienta inferior o excluido. Memorias, de Pedro Gómez Barrero, es un texto donde cuenta su vida este empresario hecho a pulso, oriundo de Cucunubá, quien tras superar dificultades se convirtió en líder del desarrollo urbanístico del país.

Hay dos libros para consultar. Uno es 200 años de república, escrito por el historiador Fabio Zambrano y el jurista Manuel José Cepeda, una obra ilustrada en dos tomos: el primero, sobre la Constitución de Villa del Rosario de Cúcuta, de 1821, que dio nacimiento a la Gran Colombia y fue sancionada cuando aún no había concluido la guerra de la Independencia; el segundo, sobre la Constitución de 1991, que nos rige actualmente. El otro libro es Corte Constitucional de Colombia, ilustrado también, que incluye textos del magistrado Alberto Rojas Ríos, el expresidente César Gaviria, los juristas Rodrigo Uprimny, Karena Caselles y Jorge Enrique Ibáñez, y del editor Benjamín Villegas.

Además de otros libros como En busca del origen (Felipe Guhl), Iglesia de San Ignacio III. Pintura colonial e Historias del clavel, hay uno para deleitarse que viene muy bien en esta época festiva: Mis recetas favoritas de Navidad, de María Villegas, que trae esos deliciosos platos que ella, de manera fácil, nos enseña a hacer: la milhoja de queso gruyer, el pavo relleno de peras y nueces, el pescado a la sal, el ponqué de ciruelas y las galletas de limón y flores, entre otros manjares para chuparse los dedos en esta Navidad.

Y para hablar de otra cosa buena, aunque de origen aterrador e inaceptable, quiero felicitar al general en retiro Paulino Coronado Gámez, excomandante de la Brigada 30 del Ejército, con sede en Cúcuta, por haber tenido el valor no solo de reconocer ante la JEP, sin rodeos, su responsabilidad por la muerte de 55 personas y la desaparición de otras más, sino por atreverse a decir: “Les hago un llamado a los líderes del país para que asuman los errores que hemos cometido por omisión de nuestra condición de garantes (y) por darle la espalda a la realidad, pensando que, si no lo vimos o no dimos la orden, no es de nuestra incumbencia”.

¡Claro que es de su incumbencia, señores! Si, además de los guerrilleros y paramilitares, todos los militares, políticos y empresarios involucrados en el conflicto aceptaran de frente su responsabilidad y les pidieran perdón a sus víctimas, como lo hizo el general Coronado, pasaríamos la página y Colombia, por fin, marcharía hacia adelante.

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Patricia Lara Salive

Diciembre 10 de 2021

 

Un canto a los cuatro vientos

Un grupo de 102 artistas -indígenas, negros, blancos, hombres, mujeres, niños-, venidos de la Colombia profunda, emergen de la oscuridad y marchan hacia adelante bajo el árbol de la vida, mientras la voz poderosa de la solista Lucía Pulido canta:

“Qué bonita es nuestra gente,

qué bonita es nuestra tierra…

Sería mucho más bonita

Si esta tierra fuera nuestra”.

Y el padre Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad, surge en contraluz de entre la multitud mientras la mezzosoprano canta:

“Que vuelva a brillar la vida

con la luz de la verdad”.

Y los asistentes que colman el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo, de pie, aplauden sin parar, y las lágrimas humedecen los rostros porque han pasado 70 minutos en los que, en escenas tan tristes como bellas, ha desfilado la realidad de este país donde “se crían la rabia y las orquídeas por parejo”, como cuenta el poeta Juan Manuel Roca.

La rapsodia Develaciones, un canto a los cuatro vientos es un proyecto de la Comisión de la Verdad en coproducción con el Teatro Mayor y la Paz Querida; dirigido por Iván Benavides, Nube Sandoval y Bernardo Rey; asesorado por Ricardo Silva, Lucía González, Sara Malagón, Ramiro Osorio y Alberto Heredia; financiado por fondos de cooperación internacional y privados; y actuado por grupos artísticos de altísima calidad hallados en los territorios.

Fue un ejercicio de creación iniciado hace un año por los tres directores, quienes, en una inmersión de 20 días en Minca, produjeron el guión, conformado por una secuencia de 15 escenas en las que utilizan una mezcla de expresiones artísticas —teatro, danza, poesía, música, canto, percusión, video y los murales y grafitis de Óscar González— y retratan el conflicto, con sus causas y consecuencias, incluida una escena en la que las madres de Soacha desentierran a sus hijos.

Cada una de las escenas (La huida, El lamento, Éxodo, Rostros, Entre paredes, El banquete, El polvo blanco, Resistencia, Las madres, Secuestro, Infancia y guerra, Cantos del agua y El árbol de la vida) fue dirigida en los territorios y montada por los grupos locales: Fundación Saüyee’pia Wayuu, Guardia Indígena Nacional, Krump Colombia, Sankofa Danza Afro, Semblanzas del Río Guapi, Tambores de Cabildo, Tonada, Colectivo de Madres de Falsos Positivos y Corporación Jóvenes Creadores del Chocó, conformada por muchachos que, en Quibdó, gracias al arte, cada día sobreviven a la muerte en esa ciudad donde a diario asesinan a jóvenes que por descuido u osadía traspasan las fronteras invisibles impuestas por las bandas armadas.

Después, entre el 18 de noviembre y el 3 de diciembre, se reunieron en Bogotá los directores, los 64 artistas provenientes de los territorios y los 38 actores de la capital, y ensamblaron esta obra monumental, digna de presentarse en el Lincoln Center de Nueva York o en la Ópera de París, que el año entrante se proyectará muchas veces en TV y en cine en el país entero, y se presentará en vivo, de nuevo en julio, cuando la Comisión de la Verdad entregue su informe final.

Ojalá, a partir de ese momento, Colombia entera sienta el dolor de todas las víctimas y entienda que si nos decimos la verdad, pasamos la página y miramos adelante, la pesadilla quedará atrás.

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Patricia Lara Salive

Noviembre 26 de 2021

Santos se volvió duquista

“Si Duque se vuelve propaz y verde, soy el primero en volverme duquista”, le dijo el expresidente Juan Manuel Santos a la incansable periodista María Jimena Duzán en uno de esos pódcasts interesantes y largos que casi a diario ella hace en Spotify.

Un par de días después, en la conmemoración del quinto aniversario del Acuerdo de Paz llevada a cabo en la sede de la JEP, con la presencia del secretario general de la ONU, luego de estrecharle la mano a su sucesor por primera vez desde cuando abandonó la Presidencia, Santos afirmó: “Tengo que reconocer que, gracias a Dios, el presidente Duque se montó en el tren de la paz”. Y agregó: “Tengo entendido que el presidente también está explorando caminos para reanudar las conversaciones de paz con el Eln. Eso nos llena de esperanza. En ese esfuerzo encontrará todo nuestro apoyo y estoy seguro de que también el de Naciones Unidas y de la comunidad internacional. La paz no es de nadie en particular, sino de todos los colombianos y del mundo entero. Por la paz debemos trabajar juntos hasta el fin de nuestros días”.

En su discurso ante el mismo auditorio, Duque se mostró fan de la paz, le agradeció a Dios por ese día, pidió un minuto de silencio por las víctimas y dijo que el tren de la paz se encuentra en el artículo 22 de la Constitución, que dice: “La paz es un deber y un derecho de obligatorio cumplimiento”.

¿Quiere decir que Santos y Duque comenzaron a fumar la pipa de la paz, a pesar de la carta que el expresidente Uribe le envío al secretario general de la ONU, tan destemplada como fuera de lugar, en la que le dice que “proceso de paz no ha habido”?

Esa sería la mejor noticia que podría recibir el país en este momento, cuando reina la incertidumbre electoral y apenas estamos empezando a superar la devastación económica y social que dejó la pandemia.

Es que ponerle zancadillas a la paz, como tanto hizo este Gobierno, pasó de moda: ya no da réditos políticos, ya cada vez más la mayoría de la gente considera a Uribe un viejito gagá y ya incluso alguna encuesta señala que existe un porcentaje alto de colombianos que quieren votar por la derecha, siempre y cuando esta no sea uribista.

Así que, presidente Duque, por favor acabe de fumarse la pipa de la paz con Santos y déjele al país un legado por el cual valga la pena recordarlo: el de haberle puesto fin a la polarización.

***

SOS, ministro de Salud: el campesino Luis Fernando Cruz, quien trabaja conmigo, tiene una sonda puesta desde el pasado 18 de octubre porque una inflamación benigna de la próstata le impide orinar. Según valoración del gran urólogo Pablo Gómez, deben operarlo de inmediato. En el hospital de Facatativá, adonde llegó de urgencia el 19 de octubre, porque la sonda que le pusieron en el hospital de Sasaima fue demasiado gruesa, le dijeron que debía pedir una cita de urología y en la orden anotaron “prioritaria”.

Sin embargo, ha sido imposible que le den la cita porque, al parecer, la EPS Convida, a la que el señor Cruz le ha cotizado desde agosto del 2016 $2’121.924, hace tiempo que no le paga al hospital de Facatativá. De modo que al buen Luis Fernando, quien anda montaña arriba y montaña abajo con esa sonda molesta, conectada a una visible bolsa llena de orines, le han inventado toda clase de disculpas para no atenderlo y, por supuesto, para no operarlo. Así lleva 40 días. ¿Cuántos más tendrá que esperar en esa situación, señor ministro de Salud, Fernando Ruiz?

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Patricia Lara Salive 

Noviembre 19 de 2021

 

Íngrid Betancourt, salve usted el centro

 

Realizar un cónclave para acordar una consulta presidencial en marzo, “amplia e incluyente”, les propuso Juan Fernando Cristo, miembro de la Coalición de la Esperanza, a los demás precandidatos y dirigentes del centro, a quienes en carta que les dirigió mencionó en estricto orden alfabético: Carlos Amaya, Íngrid Betancourt, Humberto de la Calle, Sergio Fajardo, Juan Manuel Galán, Carlos Fernando Galán, Alejandro Gaviria, Angélica Lozano y Jorge Enrique Robledo.

Agregó Cristo que no debe levantarse el cónclave hasta que no lleguen a un acuerdo. Y añadió que la exsecuestrada y excandidata Íngrid Betancourt y el exnegociador de paz Humberto de la Calle deben liderar las conversaciones.

Indudablemente, la propuesta de Cristo es buena. Pero para que la reunión no fracase ni se convierta en otra encerrona maltratadora contra Alejandro Gaviria —como fue la pasada cuando, según cuentan, llegó a decírsele que su proyecto y el de la Coalición de la Esperanza no eran compatibles— se requiere que Íngrid Betancourt haga el milagro de lograr que antes de la reunión haya un comienzo de acuerdo.

¿Y por qué Íngrid? Porque ella, quien después de su secuestro y de sus estudios de teología ha adquirido cierto halo espiritual, es la única persona respetada, querida y escuchada por todos: por los miembros de la Coalición de la Esperanza, especialmente Sergio Fajardo, de un lado; por Alejandro Gaviria, de otro, e incluso por el mismo expresidente y jefe del Partido Liberal, César Gaviria, a quien Íngrid no sólo no descalificó en declaraciones recientes, sino que invitó a que fuera parte de la solución, realizando la depuración que, con urgencia, el Partido Liberal requiere.

“Es la hora de deshacernos de las maquinarias; (…) si hay alguien que puede hacerlo en el Partido Liberal es César Gaviria”, dijo Íngrid, y agregó: “Hay un pensamiento liberal que está vivo y César Gaviria representa parte de ese pensamiento. Hoy él está en la posición de darle esta vez «el revolcón» al Partido Liberal, cuando más se necesita. Ya empezó a hacerlo, porque le apuesta a Alejandro Gaviria, que es lo más opuesto a cualquier maquinaria”.

Independientemente de si se está de acuerdo o no con ese planteamiento, es evidente que Íngrid tiene razón cuando afirma que “hay que hacer un esfuerzo por (…) tener una vocación de gobierno y no de oposición profesional. Esto implica deponer miedos y desconfianzas”.

Eso parece haberlo entendido ya y por fin Juan Fernando Cristo quien, seguramente porque tuvo la epifanía de la que habla Íngrid, propuso el cónclave. Pero esa propuesta hay que manejarla bien para que no se convierta en dinamita para la posibilidad de unión del centro.

En evitar la catástrofe, Íngrid juega un papel fundamental. Y también pueden jugarlo Humberto de la Calle y Carlos Amaya, exgobernador de Boyacá, quien tuvo la claridad política para decir que “ni la Coalición de la Esperanza tiene futuro sin Alejandro, ni la candidatura de Alejandro tiene esperanza sin la Coalición”.

Pero Íngrid Betancourt (a quien aquí quiero decirle que la admiro) es la persona que tiene la clave. De modo que la invito a que, antes de que se reúna el cónclave de Cristo, despliegue toda su sabiduría y su conocimiento de la condición humana y logre el milagro: que sus miembros acepten un mecanismo para que el centro todo, sin exclusiones ni vetos que sólo restan, se presente unido a la primera vuelta.

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Patricia Lara Salive 

Noviembre 12 de 2021

 

El centro, camino al suicidio

En marzo serán las consultas presidenciales y se avizora que ocurrirá lo mismo que en el 2018: se escogerá un candidato de la derecha y la extrema derecha unidas, que probablemente será María Fernanda Cabal o Federico Gutiérrez; surgirá un candidato de la izquierda y de un sector del centroizquierda, que será Gustavo Petro, y el centro irá dividido a la primera vuelta entre Sergio Fajardo, Alejandro Gaviria y a lo mejor alguien del Partido Verde. Ese sería el imperdonable suicidio del centro que, según las encuestas, es mayoría. Y probablemente sería también el entierro de la izquierda y del centroizquierda, porque muchísimos en Colombia le tienen pánico a que con Petro el país se vuelva como la Venezuela de Maduro, lo cual no creo que ocurra, pero así lo piensa mucha gente.

Si pierde el centro y seguimos gobernados por esta derecha obtusa que acabaría de incendiar el país, o por Petro, que es un gran político pero dividiría aún más a Colombia y sería probablemente un pésimo administrador, la culpa recaería exclusivamente sobre los candidatos del centro, incapaces de llegar a un acuerdo, pues algunos han demostrado que anteponen sus dogmas (¿o sus egos?) a los intereses del país.

Reproduzco apartes de una carta que, a manera de columna, les dirigí en marzo de 2018 a los candidatos Sergio Fajardo y Humberto de la Calle. Hoy escribiría la misma carta. Pero el nombre de Humberto lo reemplazaría por el de Alejandro Gaviria, el de Fajardo lo dejaría intacto y tal vez le agregaría el de Juan Manuel Galán. Les decía entonces:

Por favor, “lleguen a un acuerdo YA. (...) El país está ansioso de verlos unidos, conformando una sola candidatura fuerte que represente el centro. (…) Colombia está clamando porque (…) no la sometan a elegir entre los extremos. Ofrecerle esa posibilidad tan sólo depende de ustedes. ¡El tiempo apremia! (…) Colombia no puede seguir votando por miedo. Ojalá pudiera votar por convicción. (…) Por favor, no excluyan a más colombianos de la posibilidad de apoyarlos. En eso bien valdría la pena que escucharan al profesor Antanas. Él sí que tiene claro el paseo de la corrupción: no hay nadie que sea absolutamente malo ni absolutamente bueno. Todos tenemos un toquecito de maldad. Todos, alguna vez, nos hemos pasado un semáforo en rojo. Hay que abrirles la puerta a los colombianos de a pie(...). Hay que dejarlos entrar y, más bien, enseñarles a las ovejas descarriadas a enderezarse, (…) así como hizo Fajardo cuando manejó la reinserción de los paramilitares en Medellín, así como hizo De la Calle cuando construyó con las Farc el Acuerdo de Paz. Hay que sumar, Sergio; hay que unir, Humberto; hay que ganar (...)”.

¿Esto les suena conocido?

Y para aliviar el espíritu, porque la política lo atormenta, les cuento que un grupo de niños chocoanos y franceses acaba de presentar en París y en Nanterre El bunde del agua, obra de teatro conjunta en la que hablan de sus dolores. Pero lo que es muy esperanzador, en el caso de los chocoanos, es que la Fundación Círculo de Estudios ha rescatado a cerca de 500 niños de Quibdó, explotados sexualmente por los actores del conflicto armado o nacidos de violaciones cometidas por los mismos, y los ha puesto a sanar sus heridas a través del arte. Esta vez fue el actor Miguel Borrás, quien se formó en el Teatro Libre de Bogotá y hace décadas vive en París, el que dirigió esa obra de teatro, que conmovió al público hasta las lágrimas.

Posdata. Ya entregada esta columna, Sergio Fajardo recapacitó e invitó a todos los candidatos del centro, sin exclusiones, a buscar un acuerdo para llegar unidos a las elecciones. Buen comienzo.

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Patricia Lara Salive 

Noviembre 05 de 2021

 

Infamias que matan

La cultura vale huevo para este Gobierno. Bien lo escribió Claudia Hakim, directora del Museo de Arte Moderno de Bogotá, a propósito del ridículo presupuesto (0,16 % de los recursos) asignado al sector. Según ella, el orgullo que los funcionarios dicen sentir por representantes de nuestra cultura, a quienes llevan a los escenarios internacionales para mostrar la cara amable de Colombia, es solo de dientes para afuera. Como de dientes para afuera es el apoyo que en el exterior el presidente Duque dice darle al Acuerdo de Paz, cuyos pilares ha querido torpedear más de una vez. O como lo es el respaldo que dicen ofrecerle al Acuerdo de Escazú, que el Gobierno presentó de nuevo al Congreso pero sin mensaje de urgencia, lo cual equivale a dejarlo en el limbo otra vez. Es que casi todo en este Gobierno tiene doble rostro.

Pero la peor infamia en el ámbito de la cultura la están cometiendo ahora. Y puede ser una infamia que literalmente mate. Como lo dijo Aura Lucía Mera en su columna del martes en El Espectador, y como se ha dicho en otros medios, a nuestra gran poeta Maruja Vieira, al borde de cumplir 99 años, le van a reducir su ingreso pensional de $2’500.000 miserables a $908.526. Sí, a María Vieira —bautizada Maruja por el poeta Pablo Neruda—, una de las grandes de Hispanoamérica; autora de 20 libros; traducida al inglés, francés, griego, húngaro, alemán, portugués, ruso, italiano y gallego; galardonada, entre otros premios, con la Orden Gabriela Mistral en Chile, la Medalla Simón Bolívar del Ministerio de Educación de Colombia y el Premio Nacional Vida y Obra otorgado por el Ministerio de la Cultura. Digo miserables porque $1’072.000 le cuesta la medicina prepagada; $300.000, la hospitalización domiciliaria y $1’500.000, la empleada que la atiende. De manera que en gastos de salud y atención para esta anciana brillante, lúcida y cultísima se van $2’872.000. Es decir que, con la pensión actual, le queda un déficit de $372.000 mensuales, sin contar lo que se paga por administración, servicios y comida para ella, la enfermera, la empleada y su hija, la poeta Ana Mercedes Vivas, que hace malabares para sufragarlo todo, pues de la poesía solo vive el espíritu.

El argumento para disminuir la pensión de Maruja, usado por la Unidad de Gestión Pensional y Parafiscales (UGPP) —¡vaya nombre para una entidad que fácilmente puede acabar con la vida de una de las glorias de la cultura colombiana!—, es que nadie puede disfrutar de dos pensiones. Como Maruja tiene la pensión de Colpensiones de un salario mínimo, gracias a que cotizó 500 semanas cuando además de escribir poesía trabajaba en cuanta cosa había, y la pensión de Cajanal por $1’800.000, que obtuvo por sus servicios al Estado y con la que se jubiló antes de que se promulgara la Ley 100, le van a revocar la pensión de mayor cuantía y le van a dejar la de salario mínimo.

El Gobierno de Duque, quien además fue jefe de la división de Cultura, Creatividad y Solidaridad en el BID, no puede quedarse impávido ante esa infamia. Así los leguleyos puedan prenderse de algún inciso que mate de tristeza y falta de atención a la gran poeta, el Ministerio de Cultura y el mismo presidente (antes que gastarse miles de dólares en llevarse a Glasgow a su esposa, hijos, hermano, etc.) tienen el deber moral de inventarse algo, un premio, por ejemplo, que garantice que Maruja Vieira termine su vida con tranquilidad y dignidad. Pero, por favor, que no sea un premio póstumo.

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Patricia Lara Salive 

Octubre  08 de 2021

Qué hace Duque viendo “El coronel no tiene quien le escriba”?

“¡Preparados, situación, acción!”, exclama Jorge Alí Triana al comenzar, en el Colón, el último ensayo de El coronel no tiene quien le escriba, la primera gran novela de Gabriel García Márquez, adaptada para teatro por Verónica Triana y su padre, Jorge Alí, experto en la obra del premio nobel, pues llevó a las tablas La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada y Crónica de una muerte anunciada, y en cine dirigió Tiempo de morir, con guion de Gabo.

De inmediato, bajo el sonido de la lluvia, aparece en el escenario el viejo coronel que espera una pensión que nunca le llega, personificado por el actor Germán Jaramillo, veterano del Teatro Libre y cofundador del ID Studio Theater en Nueva York.

El coronel se dirige a la cocina, raspa con un cuchillo el tarro con los restos del café y, mientras tanto, su esposa asmática —interpretada por Laura García, la actriz escogida por el nobel para protagonizar hace 27 años su gran Diatriba de amor contra a un hombre sentado— le pregunta desde la cama:

—¿Qué haces?

—Esperar —responde el coronel.

—Desde que terminó la guerra civil, hace 56 años, no has hecho nada distinto que esperar —le dice ella.

Así comienza esta obra demoledora y genial, que se presentará del 12 al 24 de octubre en el Teatro Colón. Esta semana la vieron en sesión de gala el cuerpo diplomático y el presidente Iván Duque, por invitación de la vicepresidenta y canciller, Marta Lucía Ramírez, para conmemorar el bicentenario de la Cancillería.

Lo que no se entiende es por qué a ella se le ocurrió escoger justo esa obra de teatro para celebrar la efeméride. La única explicación que eso tiene es que no se haya leído El coronel no tiene quien le escriba, extraordinaria novela escrita por Gabo mientras casi moría de hambre en París, donde se protegía de la dictadura de Rojas Pinilla, y Tachia, su compañera de entonces, una carismática declamadora española, lo alimentaba con las sobras que le llevaba del restaurante donde trabajaba de cocinera.

En El coronel no tiene quien le escriba se palpa no solo el hambre que padecía el autor de la novela en el momento en que la escribió, sino también el ambiente de violencia, represión y censura que se vivía en Colombia durante la dictadura.

Imaginemos entonces la cara que habrá puesto al oír estos diálogos este presidente nuestro que se disfrazó de policía luego de que, a raíz de las jornadas del paro nacional, policías dispararon indiscriminadamente contra la ciudadanía y mataron a decenas de manifestantes:

Abogado: El alcalde manda a decir que el entierro no puede pasar frente al cuartel de Policía.

Don Sabas: Siempre se me olvida que estamos en estado de sitio.

Coronel: Pero esto no es una insurrección. Es un pobre músico muerto.

Coronel: Este entierro es un acontecimiento. Es el primer muerto de muerte natural que tenemos en muchos años.

Esposa: En esa maldita gallera mataron a mi hijo.

Coronel: El gallo no tiene la culpa. Agustín no tenía por qué ponerse a repartir propaganda clandestina.

Esposa: Veinte años esperando los pajaritos de colores que te prometieron después de cada elección, y de todo eso nos queda un hijo muerto.

Coronel: Por primera vez en la vida vi de cerca al policía que disparó contra mi hijo (…) Nos miramos a los ojos fijamente. El policía me puso el cañón del fusil en el vientre. Yo le dije: “Permiso…”, y él me contestó: “Pase usted, coronel”.

Nota. Por vacaciones, esta columna reaparecerá el 5 de noviembre.

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Patricia Lara Salive 

Septiembre 24 de 2021

 

 

La gazapera debe terminar

¡Cuánto tienen que aprender del expresidente Uribe los sectores progresistas que no quieren que la derecha siga en el poder, es decir, los de centro, centroizquierda y los liberales que aún creen en las ideas de López Pumarejo, Gaitán y Lleras Restrepo, cuya política agraria fue más avanzada que la de Gustavo Petro! ¡Y cuánto tiene que aprenderle a Uribe, también, la izquierda colombiana, especializada en dividirse y subdividirse al infinito!

Fíjense no más cómo, por más disminuido que esté, Uribe ya logró que el 22 de noviembre su partido tenga un candidato único que se enfrentará, en la consulta de marzo, con los demás aspirantes de derecha, es decir, con Fico Gutiérrez, Juan Carlos Echeverry, etc. Así, la derecha llegará a la primera vuelta con un solo nombre que podría competir con un candidato único que represente al centro y a la izquierda si actúan con inteligencia, caso en el cual el sector alternativo podría ganar la Presidencia en primera vuelta. Pero si siguen equivocándose, insultándose y excluyendo a este y a aquel, es probable que lleguen a la primera vuelta con dos, tres o cuatro candidatos, entre los cuales estaría Petro, quien probablemente repetiría la hazaña del 2018, es decir, asustaría tanto a la mayoría del país, que de nuevo perdería y le volvería a entregar el poder a la derecha.

Que eso no suceda depende de los candidatos, fundamentalmente de Gustavo Petro, Sergio Fajardo, Juan Manuel Galán, Alejandro Gaviria y Humberto de la Calle, quien posee la sensatez necesaria para hallar la fórmula.

Ahora, ya han empezado a dar pasos inteligentes: algunos dirigentes del Partido Verde, el Polo Democrático, la UP, el MAIS y el Pacto Histórico, así como parlamentarios de la talla de Iván Cepeda, Roy Barreras y el hombre en cuestión, Gustavo Petro, plantearon buscar un acuerdo con el centro.

La propuesta, en esencia, dice que, al ser conscientes de que son más grandes las coincidencias que las diferencias, hacen “un llamado a la unidad de todos los sectores alternativos”; convocan “a la Coalición de la Esperanza y demás actores políticos y sociales que luchan por el cambio a iniciar un diálogo propositivo y constructivo y a tramitar [las] diferencias de manera respetuosa, fraterna y solidaria [… y se comprometen] a construir una agenda común para garantizar el triunfo en las próximas elecciones”. Agregan que presentan “un programa de gobierno para derrotar la corrupción, la violencia, el desempleo y la pobreza en Colombia”.

Esa es una propuesta sensata y muy similar a la que aplicará Uribe: algo así como que, mediante encuestas en las que tendrían que ser incluidos Alejandro Gaviria y los aspirantes de la Coalición de la Esperanza, se determine quién sería el candidato único del centro. El elegido se enfrentaría a Petro en la consulta interpartidista de marzo y el ganador, de común acuerdo con el sector que saliera derrotado, concertaría un programa común que sería el que ejecutaría el nuevo gobierno, tal como ocurrió en Francia cuando fue elegido François Mitterrand.

Pero lo que no puede ocurrir es que se firme un llamado a la unidad, como hizo Petro, y se insulte y se hiera a sus futuros aliados, o se permita que sus huestes lo hagan. Tampoco puede ser que personajes del Partido Verde insulten a Petro y a su gente. Ni que estos les inventen mentiras a Sergio Fajardo y Alejandro Gaviria.

Señores, la gazapera debe terminar.

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Patricia Lara Salive

Septiembre 17 de 2021

Hasta siempre, Antonio

Hasta rara tristeza no se despega de mis huesos... Y, por lo que veo, no se despegará jamás… Al comienzo, cuando a las 3:52 p.m. del pasado viernes me entró ese chat de Isabel, su hijita, que jamás hubiera querido recibir (“Hola, Patricia, mi papá se fue ya”), sentí un escalofrío que no acababa de comprender. La víspera ella me advirtió que el médico le había dicho que los pulmones de Antonio, invadidos por una neumonía no COVID, tenían un daño irreversible, facilitado, seguramente, por los miles de Pielroja que se fumó durante muchos años. De modo que la noticia de la muerte de Antonio Caballero la estaba esperando.

Además, la vida que él llevaba desde hacía unos años ya no era vida: lo agobiaba una neuropatía incurable que hacía que los nervios fueran perdiendo su cobertura y le producía unos dolores cada vez más fuertes e invasivos, a tal punto que ya casi no podía caminar. Recuerdo una vez, hace quizá un par de años, a la salida de un almuerzo en mi apartamento, cuando, al ver que las piernas le flaqueaban un poco al permanecer de pie, llevé un asiento al ascensor para que se sentara en el trayecto del séptimo piso al primero. Pero hace meses el mal había avanzado tanto que llegó a las manos y le dolía pintar, y después le dolía escribir.

—¿Por qué no dictas, Toño? —le pregunté.

—Porque yo pienso con los dedos —dijo.

De modo que para Antonio Caballero la vida se había convertido en una especie de tortura progresiva. Así que lo mejor, para él, era irse a descansar en paz. Sin embargo, Antonio se mantenía vivo y, seguramente, seguía escribiendo sus columnas. Primero, por generosidad con los suyos; segundo, porque amaba escribir, y tercero, principalmente, porque tenía un compromiso inquebrantable con sus principios.

En ese punto es donde radica la explicación de por qué esta rara tristeza que me produce su ausencia y que, al parecer, me va a acompañar siempre… Es que Antonio Caballero, como escribió su amigo Enrique Santos Calderón, “fue hasta el final un hombre fiel a sí mismo y a sus convicciones. Nunca transigió en la defensa de los más débiles ni en la denuncia de corruptelas o abusos de poder. No supo qué era un cargo público, ni cedió a halagos, tentaciones ni zalamerías. Tampoco flaqueó ante las amenazas, que no le faltaron a lo largo de medio siglo”.

Como dijo el lunes durante la homilía que en su memoria ofició Fernán González, padre del CINEP, en la iglesia del Gimnasio Moderno, su colegio, luego de resaltar “la inmensa capacidad de Antonio para desenmascarar las apariencias que ocultaban la realidad”, lo que nos reunía ese día era “la presencia de un amor más allá de la separación física, que nos invita a continuar su esfuerzo, su testimonio y su compromiso por un mundo mejor (o, al menos, como diría Antonio Caballero, por un mundo menos malo)”.

¡Pero es que nos vamos quedando solos en esta tarea, padre Fernán! Ya se fue Alfredo Molano. Y ahora partió Antonio. Por más que nos esforcemos en continuar con su lucha, no hay nadie tan vertical, honesto, brillante, erudito, cáustico, magnífico escritor, buen ser humano ni tan tierno como él. Como me dijo en un chat la escritora Laura Restrepo: “¡Qué pérdida tan berraca, mi Patricia: cuántas generaciones tienen que pasar para que se produzca un Antonio Caballero!”.

Así que hasta siempre, Toño querido…

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Patricia Lara Salive 

Septiembre 10 de 2021

Se destapó Gilberto

Ahora resulta que para el expresidente Andrés Pastrana es verdad lo que los jefes del cartel de Cali, Gilberto y Miguel Rodríguez Orejuela, afirman en la carta que él le entregó a la Comisión de la Verdad, donde dicen que el expresidente Samper sí sabía que ellos financiaron su campaña, pero es mentira la afirmación que hace Gilberto en una nueva carta enviada el martes: que ellos también financiaron la campaña de Pastrana y que la misiva que el expresidente entregó a la Comisión la escribieron presionados por un chantaje suyo. Algo así como: “si no escriben una carta inculpando a Samper, los extradito”.

Sin embargo, en la última carta, Gilberto Rodríguez dice algo mucho más grave: que si bien ellos son “liberales de hueso colorado”, antes que todo son demócratas. Y que, por esa razón, en los últimos 50 años ayudaron tanto a liberales como conservadores.

A propósito, les cuento una historia: corría el año 1996 y los Rodríguez Orejuela habían sido puestos presos por el gobierno de Samper. Yo dirigía la revista Cambio. Entonces un amigo me contó que su conductor había sido por años chofer de Gilberto. Le dije que me gustaría hablar con él. Nos reunimos. Me dijo que él llevaba a Gilberto a las fiestas a las que asistían varios personajes, que en su casa se hacían parrandas a las que iban políticos de todos los pelambres, que una vez Gilberto y un presidente conocido por su gusto por las muchachas pasaron una noche encerrados con mujeres de la vida alegre, y, lo principal, que su jefe les enviaba cheques a los políticos. Él mismo los entregaba y guardaba fotocopias. Incluso me mostró una copia de un cheque girado a un encumbrado dirigente que se decía “defensor de la moral”, a quien no nombro porque está muerto.

Entonces le dije que a la revista Cambio le interesaba publicar esos cheques. Él contestó que, para entregármelos, necesitaba autorización de Gilberto. Días después, el hombre regresó y me informó que Rodríguez no había autorizado la publicación de los cheques. Decidí escribir una columna en la que instaba a los Rodríguez Orejuela a que dijeran la verdad y revelaran los nombres de todos los políticos que los habían utilizado, a quienes ellos habían financiado. Así le harían un gran servicio al país, agregaba. Después de publicada la columna me visitó en la oficina un abogado de los Rodríguez. Me dijo que Gilberto me mandaba a decir que si algún día decidía hablar, esa entrevista me la daría a mí.

Hoy, un cuarto de siglo después, todavía Gilberto no ha hablado. Pero, a juzgar por la carta que le envió a Pastrana, parece que ya quiere hablar. Y hoy el mejor modo de hacerlo es frente a la Comisión de la Verdad.

Les sugiero a los Rodríguez Orejuela que le soliciten de inmediato a la Comisión de la Verdad que los escuche, y a esta, que haga lo que sea necesario para oírlos de manera pública. Así se sabría la verdad. Porque no es justo que durante todos estos años el agua sucia le haya caído solo a Samper, cuando todos, o casi todos (recuerden al presidente Iván Duque y a su amigo el Ñeñe Hernández), se han beneficiado del dinero del narcotráfico, que tanto ha expandido y prolongado la guerra en Colombia.

Así, Gilberto Rodríguez, a sus 82 años, antes de que el cáncer termine de devorarlo, podría sentirse orgulloso de haber ayudado a rescatar a Colombia de ese mar de mentiras y corrupción en el que ha vivido sumergida. Gilberto tiene la clave.

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Patricia Lara Salive

Septiembre 03 de 2021

Ciego, sordomudo, traste y testarudo

 

Hacía un mes que Andrés Pastrana le había entregado la Presidencia a Álvaro Uribe. En el aeropuerto de Montería nos esperaba la Chave, muy cercana al paramilitar Carlos Castaño. Ella acababa de salir de la cárcel por delitos relacionados con su trabajo en las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc). Me acompañaban la fotógrafa Claudia Rubio y la actriz Carlota Llano. Yo había viajado a entrevistar a jóvenes paramilitares con el fin de indagar sobre sus móviles para ingresar a las Auc. A la Chave la acompañaba un hombre provisto de radio, que trabajaba en el aeropuerto e hizo que nos dieran trato preferencial. A la salida nos esperaba una camioneta con chofer que, según nos dijo la Chave, había sido puesta a su disposición por un amigo de Uribe.

Pasamos un retén. El chofer hizo cambio de luces. Nadie nos detuvo. Lo mismo ocurrió en todos los retenes. Pernoctamos en una hacienda bien dotada. Temprano salimos hacia Tierralta. En el camino, la Chave nos mostró proyectos productivos de las Auc. Para conocerlos, atravesamos tierras de Mancuso por una carretera interna que parecía no tener fin. En la tarde llegamos a Tierralta. En el pueblo, a pesar de que había un cuartel de Policía, no se veían uniformados sino civiles con radios. Entramos a un “hospital paramilitar”, localizado a metros de una escuela. Nos recibió un tipo en camuflado con un letrero bordado en la camisa que decía “Auc”. Lo llamaban HH y lo acompañaban unos diez uniformados de las Auc armados de metralleta. Era el “encargado de las relaciones del Comando Mancuso con los políticos”, dijo. Nos invitó a sentarnos. En la mesa había varias botellas de Buchanan’s desocupadas. Al rato llegó un hombre que, según nos dijeron, era alcalde de un pueblo cercano. Habló a solas con HH. Desde una tarima, localizada al frente de la escuela, salía música bailable a todo volumen. Un locutor invitaba a la fiesta que esa noche ofrecían “los paracos” (así los llamó por el megáfono) con motivo de la celebración del Día del Amor y la Amistad.

En la mitad del “paseo”, la Chave me dijo: “El jefe quiere verte” (yo no quería ver al jefe). Acabamos conversando un par de horas con Carlos Castaño —en jeans y camisa Lacoste roja—, en una finca donde, según nos dijo, si las autoridades querían, podían capturarlo en diez minutos porque ellas sabían siempre dónde estaba él. Después fuimos a San Pedro de Urabá. Allí, a pesar de que había un batallón del Ejército, los que patrullaban, y en abundancia, eran uniformados con metralletas y letreros de las Auc.

Pero la historia de ese viaje puedo detallarla después. Por ahora, lo que vale la pena decir es esto:

El presidente de la Comisión de la Verdad, padre Francisco de Roux, le preguntó a Pastrana por qué hubo esa enorme expansión del paramilitarismo en su gobierno y por qué, a pesar de los esfuerzos, quienes entonces vivían en los territorios sentían de modo tan fuerte las escaladas paramilitar y guerrillera. Después de oír a Pastrana responder que había sido justamente durante su gobierno cuando habían comenzado a acabarse las Auc, etc., solo resta agregar que al expresidente le acomoda bien esta estrofa de Shakira cantada en masculino:

“Bruto, ciego, sordomudo,

Torpe, traste y testarudo,

Es todo lo que he sido...”.

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Patricia Lara Salive

Agosto 27 de 2021

¿Se enloqueció Uribe?

Se quejaba Tomás Uribe de que a Juan Manuel Santos lo habían tratado como a un rey en la Comisión de la Verdad, aduciendo que, en cambio, a su padre, el expresidente Álvaro Uribe, lo habían atacado el padre Francisco de Roux, presidente de la Comisión, y los comisionados Leyner Palacios y Lucía González. Nada más alejado de la realidad: en un escenario hostil armado por Uribe, donde montaron la cámara de modo que él pareciera en una posición de superioridad con respecto al padre De Roux, este y los demás comisionados se limitaron a hacerle preguntas que les permitieran entender por qué sucedió el horror de los falsos positivos, por qué hubo connivencia entre paramilitares y militares, por qué, por qué, por qué... Y Uribe, de inmediato, dijo que lo estaban atacando, no asumió responsabilidades y no les pidió perdón a las madres de los inocentes asesinados. Entre tanto, Tomás Uribe, desde lejos, como gran crítica, vociferaba que Santos hasta les había llorado.

Por supuesto que el expresidente Santos lloró. Él —que fue ministro de Defensa de Uribe y en cuyo ministerio llegaron al máximo los falsos positivos, pero al descubrirlos los desmontó— lloró ante la Comisión de la Verdad, como cualquier ser humano hubiera llorado después de concluir su intervención con este párrafo: “Me queda el remordimiento y el hondo pesar de que durante mi ministerio muchas, muchísimas madres, incluidas las de Soacha, perdieron a sus hijos por esta práctica tan despiadada; unos jóvenes inocentes que hoy deberían estar vivos. Eso nunca ha debido pasar. Lo reconozco y les pido perdón a todas las madres y a todas sus familias víctimas de este horror, desde lo más profundo de mi alma”.

De manera que no fue que la Comisión de la Verdad tratara a Santos como un rey y atacara a Uribe. No. Lo que ocurrió fue que Santos, a diferencia de Uribe, supo pedir perdón…

Y a propósito de la propuesta de amnistía general que empezó a hacer Uribe a partir del encuentro con la Comisión de la Verdad, hay que decir que no es comprensible ni viable. Por una parte, no se sabe a quiénes se refiere, pues al hablar de amnistía Uribe mencionó a Epa Colombia y a los ladrones de bicicletas. ¿Significa eso que él, que tanto vociferó contra la impunidad, ahora propone vaciar las cárceles y amnistiar a todos los delincuentes? ¿O plantea solo amnistiar a los actores del conflicto, lo cual contraviene el Estatuto de Roma que obliga a Colombia a investigar y sancionar los crímenes de guerra y de lesa humanidad, y si no lo hace puede intervenir la Corte Penal Internacional? ¿O plantea amnistiar a los miembros de las Fuerzas Armadas, quienes, salvo que estén acusados de graves violaciones a los derechos humanos y al DIH, mediante la figura de la renuncia a la acción penal de hecho están cobijados en la JEP por una especie de amnistía? ¿O propone una autoamnistía?

Nadie lo sabe. Lo único posible sería que el Gobierno, por ley, les creara a los paramilitares que han contribuido a la verdad y llevan años presos beneficios similares a los que tienen los ex-Farc y los militares en la JEP. Los terceros y los agentes del Estado que no son miembros de la fuerza pública, si lo desean, también pueden someterse a la JEP. Entonces sí, después de que todos digan la verdad, sean juzgados por la justicia transicional y reciban una pena alternativa, se podría hacer ese borrón y cuenta nueva que ahora —¡oh, paradoja!— tanto reclama el irreconocible Álvaro Uribe.

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Patricia Lara Salive

Agosto 20 de 2021

Respeto para Pacho de Roux

 

La frialdad, la negación y el cinismo también sirven para construir el relato del horror. Hay que saber leerlo”, decía en un trino el periodista Félix de Bedout a propósito del encuentro que tuvieron el lunes el padre Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad, y los comisionados Lucía González y Leyner Palacios con el expresidente Álvaro Uribe. Y agregaba que el encuentro le había parecido útil.

Pero además de útil fue importante porque la Comisión de la Verdad —que escucha a quienes quieran dar su versión sobre el conflicto armado, les hace preguntas, contrasta las versiones y llega a conclusiones— no podía dejar de oír a uno de los expresidentes, quien además de ser el mayor opositor al Acuerdo de Paz con las Farc es el jefe del partido de gobierno.

A Uribe había que entrevistarlo a como diera lugar, así fuera en medio de relinchos de caballos y gritos de papagayos, rodeado de hijos malhablados y groseros. (Con el montaje de ese escenario, quien quedó muy mal fue Uribe, no Pacho de Roux). Porque si la Comisión de la Verdad elabora su informe final sin haberlo escuchado, tendrían argumentos para decir que es tan parcializada que ni siquiera tuvo en cuenta la opinión del expresidente, quien representa a cerca de esa tercera parte del país que, como él, se opone al Acuerdo de Paz.

Como dice el padre, en La Habana se hizo la paz entre el Estado y las Farc, pero falta mucho para que la sociedad se reconcilie. Para lograr esa reconciliación, Uribe, si lo quisiera, podría jugar un papel fundamental. De manera que, aunque parezca misión imposible, nada se pierde con que el padre De Roux le ruegue que tenga un poco de generosidad y apoye la paz. A lo mejor Uribe, ante sus ruegos, sienta que antes de llegar al tribunal de Dios le conviene pedirles perdón a las madres de los 6.402 jóvenes asesinados por el Ejército, en virtud de la presión por resultados que él ejerció sobre la institución.

Pero, además, en las respuestas y la actitud de Uribe quedaron en evidencia su frialdad, su negación y su cinismo: de los falsos positivos, tema sobre el que tan enfáticamente lo interrogó el padre, dijo que sus soldados lo habían engañado (¿qué dice el Ejército sobre semejante afirmación?); no aceptó la más mínima responsabilidad, no demostró sentir arrepentimiento ni empatía ante el sufrimiento de las víctimas, a quienes no acepta que se les llame así; se enfureció cuando el presidente de la Comisión de la Verdad le dijo que en el 2008 (entonces Santos era el ministro de Defensa), al tomarse la decisión de destituir a 27 oficiales involucrados en los falsos positivos, estos bajaron de 1.000 a 14 en el año siguiente; se quedó impávido ante la afirmación del padre de que es “muy difícil decir que (los responsables de los falsos positivos) fueron manzanas podridas”, porque fueron muchos; en fin, tuvo nula capacidad de autocrítica. Sin embargo, Uribe aceptó que hubo connivencia entre militares y paramilitares, pero, eso sí, dijo que él la había acabado porque desmovilizó a los paras. (No obstante, la connivencia siguió).

En fin, es mucho lo que se puede decir de ese encuentro. Y falta saber lo que pasó en la reunión privada que siguió a continuación. Pero lo que queda claro es que la Comisión de la Verdad hizo su tarea de escucha y que Francisco de Roux se erigió como un David de una estatura moral muy grande, que no se amedrentó ante Goliat.

Mi apoyo y respeto para Pacho de Roux.

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Patricia Lara Salive

Agosto 13 de 2021

Bienvenido el Nuevo Liberalismo

Recuerdo a Luis Carlos Galán, vestido con ese saco jaspeado en tonos verdes que tanto le gustaba, contándome que iba a recorrer el país porque quería promover una nueva manera de hacer política, en la que el clientelismo y las trapisondas brillaran por su ausencia. Lo veo, casi todos los jueves o viernes, saliendo de afán de las oficinas de la revista Nueva Frontera, dirigida por el expresidente Carlos Lleras y codirigida por él, luego de dejar su columna escrita a mano con esa letra suya que siempre se inclinaba hacia arriba: iba a montarse en un jeep viejo para ir con su primo Alfonso Valdivieso a recorrer Santander, su departamento, y a pregonar su nueva forma de hacer política. Así fue fundando su movimiento, el Nuevo Liberalismo, y librando las más duras batallas, la última de las cuales, contra el narcotráfico y su penetración en la política, los llevó a la muerte a él y al ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, su segundo al mando en el movimiento.

Ahora, la Corte Constitucional le dio vía libre a la resurrección del Nuevo Liberalismo, partido que oxigenará la política y, sobre todo, servirá de refugio a las ideas liberales que tienden a quedar asfixiadas entre la izquierda extrema y el neoliberalismo, que nada tiene que ver con el liberalismo de verdad, ese que pregonaban el general Uribe Uribe, Alfonso López Pumarejo y Jorge Eliécer Gaitán, ese que respeta de manera absoluta la libertad de pensamiento y opinión, ese que se sitúa a años luz de cualquier forma de dogmatismo y propugna un país equitativo y menos desigual.

El aterrizaje del Nuevo Liberalismo en la política nos alegra a los liberales irremediables que nos entristecemos por el rumbo que tomó el viejo Partido Liberal, no soportamos la peleadera entre los verdes y los del Pacto Histórico, y seguimos creyendo, como lo repetía el doctor Carlos Lleras Restrepo, que el liberalismo era y debe ser una coalición de matices de izquierda.

Por eso es una muy buena noticia que los hermanos Galán quieran construir un Nuevo Liberalismo en el que no solo militen dirigentes como ellos o Rodrigo Lara Restrepo, sino que esté abierto a nuevas figuras e inviten a participar en él a un verdadero liberal en el sentido filosófico de la palabra, a un ingeniero, economista y humanista de la estatura intelectual y ética del exministro y rector de la Universidad de los Andes: Alejandro Gaviria. Y es una magnífica noticia también que Juan Manuel Galán insista en que Gaviria y la excandidata Íngrid Betancourt participen en la Coalición de la Esperanza. Así, en la consulta interna que esa coalición planea hacer en marzo, tomaría parte un interesante grupo de candidatos que estimularía que esa consulta fuera la de mayor votación. De ellos saldría el candidato único del centro a la Presidencia. Ese atractivo abanico estaría integrado, entre otros, por Sergio Fajardo, Juan Manuel Galán, Alejandro Gaviria, Humberto de la Calle, Juan Fernando Cristo, Íngrid Betancourt y Jorge Robledo, quien se equivoca al vetar a Gaviria, no solo porque vetaría a un candidato extraordinario, sino porque al hacerlo se arriesgaría a que, al final, el vetado fuera él.

De modo que si la política se enrumba en esa dirección y si los votos sumados de la Coalición de la Esperanza superan los del Pacto Histórico, Petro podría reflexionar y generar movimientos telúricos que garantizaran el triunfo del centroizquierda en la primera vuelta.

Soñar no cuesta nada, ¿verdad?

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agosto 06 de 2021

Patricia Lara Salive

Armas a la basura, vida más segura”

Qué lejos estamos de la época en que el profesor Antanas Mockus pregonaba que “la vida es sagrada”, emprendía como alcalde de la capital una campaña de vacunación contra la violencia, promovía el desarme total y canjeaba las armas que estaban en poder de la gente por bonos que servían para comprar en distintos almacenes mercados, ropa y útiles escolares.

Ahora es otro tiempo, estamos ante otra pedagogía: la de que “el que la hace la paga”, cuando todos los días vemos que, salvo muy contadas excepciones, eso no ocurre. Ahora nos quieren convencer de que la violencia se frena con más violencia y nos encontramos ante el hecho de que dos miembros del partido de gobierno, la senadora María Fernanda Cabal y el representante a la Cámara Christian Garcés, muy seguramente apoyados por su bancada, insisten en presentar un proyecto de ley que flexibiliza y facilita el porte de armas en este país al que no le cabe una más. Aquí, donde lo único sensato es promover masivamente políticas del estilo de las de Mockus, para que la vida, de verdad, se considere sagrada.

Ese proyecto busca, por supuesto, echar para atrás el Decreto 2515 de 2015 de la administración Santos, que ordenó la suspensión general de los permisos de porte de armas en Colombia.

La argumentación que los congresistas Cabal y Garcés dan en favor de la norma que pretenden imponer es la misma de siempre: que ha aumentado la delincuencia en la ciudad y en el campo y que la gente tiene derecho a defenderse. En lugar de ello, deberían propugnar porque las fuerzas de seguridad fueran de verdad efectivas en el cumplimiento de sus funciones y defendieran a las personas de los peligros que las acechan. Porque ese argumento, el de la defensa y la justicia por mano propia, es el mismo que llevó al nacimiento y la expansión del paramilitarismo, el cual generó decenas de miles crímenes y de atrocidades inenarrables: desmembramientos, mutilaciones, empalamientos, etc.

Por otra parte, si no tienen en cuenta las incontrovertibles estadísticas sobre el impacto positivo del desarme en la disminución de homicidios (por ejemplo, en el mes en que el entonces alcalde Mockus decretó el desarme, se redujeron las muertes violentas en un 22 %), los congresistas uribistas deberían pensar en las horrendas masacres que ha habido en la historia de Estados Unidos por la permisividad absurda que existe en ese país para el porte de armas. Por ejemplo, según una investigación publicada en el 2013 en el Journal of Human Resources, se sabe que entre 2000 y 2010, cuando más de 20 estados de ese país aprobaron leyes que ampliaron la justificación legal para el uso de armas en defensa propia, los homicidios aumentaron un 8 % y la medida no tuvo poder disuasivo sobre los hurtos y las agresiones. Es que es obvio: si a usted le van a robar el celular y desenfunda un arma, lo más probable es que se lo roben y lo maten. Pero si va desarmado, lo más seguro es que sólo lo roben. Si se embarca en una pelea y su contendor está borracho y armado, es muy probable que a usted lo mate. En cambio, si está desarmado, apenas le pega.

Así que lo que hay que hacer, en vez de estimular el porte y uso de armas, es promover el desarme y volver al lema de Mockus, de “armas a la basura, vida más segura”. Y lo que los congresistas Cabal y Garcés tendrían que considerar, más bien, es pedirle al profesor Antanas que les dé un cursito de cultura ciudadana.

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julio 30 de 2021

Patricia Lara Salive

Pura paja, presidente

El presidente Duque, en entrevista con El Espectador, dijo que su gobierno ha hecho más que el anterior para cumplir el Acuerdo de Paz. Pero el tortuoso camino que han recorrido las 16 curules para las víctimas, establecidas en el Acuerdo, prueba que su gobierno dice una cosa y hace otra con respecto a la paz.

El exministro Guillermo Rivera acaba de mandarle un derecho de petición al presidente del Senado, el conservador Juan Diego Gómez, para que de inmediato cumpla la sentencia del Consejo de Estado que le ordena enviar a Presidencia el texto de la reforma constitucional que crea las curules para las víctimas, para que sea publicado en el diario oficial y entre en vigencia. Como lo recuerda Rivera, el calvario que el Centro Democrático y el gobierno de Duque les han hecho vivir a las curules para las víctimas es el siguiente:

Después de que la bancada uribista, en la que Iván Duque actuaba como senador, se opuso a que las víctimas tuvieran sus 16 curules con el argumento de que estas serían para las Farc, a pesar de que el texto establecía que ni la antigua guerrilla ni los movimientos o partidos representados en el Congreso podrían inscribir candidatos para esas circunscripciones, en noviembre de 2017 el Senado le dio el último debate a la reforma constitucional que las creaba y obtuvo 50 votos a favor. Sin embargo, el conservador Efraín Cepeda, presidente del Senado de la época, archivó el proyecto porque, según él, no tuvo los votos suficientes ya que, a su juicio, había 102 senadores y no 99, como decía la oposición, que no contaba para conformar el quorum a los tres senadores presos: Ñoño Elías, Musa Besaile y Álvaro Ashton.

Entonces Guillermo Rivera presentó ante el Consejo de Estado una acción de nulidad contra esa declaratoria de archivo, pero el proceso fue muy demorado porque el uribismo y el gobierno desplegaron su artillería: primero, los abogados del nuevo presidente del Senado por el Centro Democrático, Ernesto Macías, le pidieron al Consejo de Estado que no le diera curso al proceso porque, según ellos, una decisión política del Congreso no podía estar sujeta al control judicial del Consejo de Estado. El tribunal desestimó el argumento. No obstante, la Agencia de Defensa Jurídica del Estado se opuso entonces a la demanda presentada por Rivera, con un argumento similar al planteado por Macías. El Consejo de Estado volvió a desestimar el argumento. Cuando el proceso ya iba a fallarse, para dilatarlo, varios uribistas pidieron ser aceptados como coadyuvantes para oponerse a la demanda, y cada vez que el tribunal les negaba una petición, presentaban recursos de súplica. Eso tomó más de un año, hasta que finalmente el Consejo de Estado falló a favor de las 16 curules.

Por su parte, el senador Roy Barreras presentó acciones de tutela. Una de ellas fue seleccionada por la Corte Constitucional, que en mayo falló a favor, esgrimiendo el mismo argumento del Consejo de Estado, pero la sentencia no se ha cumplido en ninguno de los dos casos, porque ambos tribunales le ordenaron al presidente del Congreso enviar el texto a Presidencia y él no lo ha hecho.

El presidente Duque, que a lo largo de su gobierno ha dado declaraciones y presentado propuestas para enredar las 16 curules de las víctimas, con el poder que tiene, no ha movido un solo dedo para hacer que las sentencias se cumplan y las curules rijan.

¿Eso es cumplir el Acuerdo de Paz, presidente?

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Patricia Lara Salive

julio 23 de 2021

Dos buenas noticias

Recientemente me referí a dos temas que han tenido desarrollos importantes. Uno es la conveniencia de que se prorrogue el período de la Comisión de la Verdad, que vence en noviembre, pues la pandemia generó una interrupción de casi un año en muchas de sus labores, lo que significó que no disponga del tiempo suficiente para completar su trabajo con el detalle que había planeado.

El otro es la necesidad de que la Fiscalía y la justicia se pronuncien pronto sobre los señalamientos que exparamilitares han hecho de manera general ante el Tribunal de Justicia y Paz sobre las Fuerzas Armadas, a propósito de que estas les habrían suministrado a las Auc listas de personas que debían ser asesinadas, sin que hayan revelado los nombres de los acusados, lo cual hace daño a la credibilidad y al prestigio de las Fuerzas Armadas como institución.

Pues bien, en ambos temas ha habido progresos:

Por una parte, la Corte Constitucional asumió el estudio de una demanda que busca extender la duración de la Comisión de la Verdad y plantea, justamente, que no debe contabilizarse en su mandato el periodo de vigencia del estado de emergencia sanitaria. El caso está en manos del magistrado Jorge Enrique Ibáñez Najar, quien admitió la demanda y solicitó conceptos al respecto tanto a expertos como a entidades gubernamentales y no gubernamentales.

Por la trayectoria de la Corte y por lo crucial del tema, esperamos que el fallo sea a favor de la prórroga de la vigencia de la Comisión de la Verdad.

Por otra parte, la justicia profirió esta semana dos sentencias importantes. De un lado, un fiscal de la Dirección Especializada contra las Violaciones a los Derechos Humanos demostró en juicio que el coronel retirado del Ejército Juan Carlos Castañeda, quien se desempeñó como comandante del Batallón 44 Ramón Nonato Pérez, y el exalcalde de Casanare Flaminio Cocinero Costo “participaron en un plan criminal ejecutado por las autodefensas” de Martín Llanos contra los pobladores de Chámeza y Recetor (Casanare), y les entregaron “listados con los nombres de supuestos auxiliadores de grupos guerrilleros (…) En total, 54 habitantes fueron asesinados y sus cuerpos desaparecidos”. El Juzgado Único Especializado de Yopal avaló los argumentos del fiscal e impuso las penas respectivas.

De otro lado, la JEP profirió el Auto 125/21 en el que se identificó que, entre 2002 y 2005, algunos miembros del Batallón La Popa (a quienes cita con nombres y apellidos) tenían dos patrones de acciones criminales: el de relacionarse con los grupos paramilitares, en lo que se incluye el suministro de listados de personas para que fueran ejecutadas, y el de la atroz práctica de los llamados falsos positivos producidos como respuesta a las presiones por la obtención de resultados en la lucha contra la guerrilla. “Estos dos patrones permitieron a la Sala establecer la comisión de crímenes de guerra y de lesa humanidad”, declaró el magistrado Eduardo Cifuentes, presidente de la JEP.

Ambas sentencias son una buena noticia para las Fuerzas Armadas, pues en ellas se señalan con nombres y apellidos a los exmilitares responsables de esos crímenes y se evita, así, la generalización de la acusación que mancha a la institución como un todo.

De modo que vamos avanzando.

***

Paz en la tumba de Germán Castro Caycedo, maestro del gran reportaje escrito y televisivo. Mi abrazo de condolencia muy estrecho para su esposa, Gloria Moreno, y para los demás miembros de su familia.

 

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Patricia Lara Salive

julio 02 de 2021

 

Que continúe la Comisión de la Verdad

Faltan cuatro meses para que concluya el mandato de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad (CEV), pero es tal el impacto positivo que su labor está teniendo en la conciencia de esta sociedad, tan proclive a aupar el odio, que se debería prorrogar su vigencia por un buen tiempo. O al menos por el año que la Comisión perdió a causa de la pandemia, pues durante ese tiempo a sus miembros les fue imposible ir a las zonas más apartadas a recoger testimonios que les servirían de base para elaborar su informe final.

Ese informe, cuyo propósito es esclarecer los patrones y las causas que han generado el conflicto armado en los últimos 60 años, debe entregarlo a las ramas del poder público y al conjunto de la sociedad en noviembre de este año, cuando concluye su mandato. El decreto que creó la CEV establece que esas conclusiones se deben publicar y socializar durante el mes siguiente a la terminación de su período. Sin embargo, se perderá gran parte del beneficio que podría producir la labor de la CEV si entrega su informe sin disponer del tiempo necesario para hacer una labor de pedagogía profunda a lo largo y ancho del país; si no puede explicarle a Colombia dónde están y cuáles son las raíces del horror que hemos vivido, que tiende a eternizarse; si no cuenta con la logística requerida para hacer que los colombianos entendamos cuáles son los patrones culturales que debemos cambiar con el fin de que cese el desangre y no se repita cada tanto la pesadilla.

Porque el bien que ya ha hecho esta entidad es enorme, así políticos y periodistas fanáticos se empeñen en demeritarlo: ¿quién puede negar el impacto positivo que han generado los muchos encuentros propiciados por la CEV en las víctimas, los victimarios y quienes han escuchado esas intervenciones, en los cuales los victimarios han reconocido sus crímenes y les han pedido perdón a sus víctimas? ¿Quién puede negar el bien que le hizo al país esa entrevista tan profunda que el año pasado le hizo el padre Francisco de Roux, presidente de la CEV, a Íngrid Betancourt? Ella, al reflexionar sobre la degradación que sufrió su dignidad durante los seis largos años que duró secuestrada por las Farc, produjo el milagro de que los antiguos miembros del Secretariado de esa guerrilla enviaran una carta en la que afirmaron: “Estamos aquí para, desde lo más profundo de nuestro corazón, pedirles perdón público a todas nuestras víctimas de secuestro y a sus familias (…). El secuestro solo dejó una profunda herida en el alma de los afectados e hirió de muerte nuestra legitimidad y credibilidad (…). Tuvimos que arrastrar ese lastre que hasta hoy pesa en la conciencia y en el corazón de (…) cada uno de nosotros”. ¿Y quién puede negar el bien que significa para Colombia que la conclusión del encuentro entre secuestrados y secuestradores propiciado la semana pasada por la CEV haya sido que “quienes actuaron como señores de la guerra y quienes los padecieron nos levantamos al unísono para decirle al país que la guerra es un fracaso, que solo ha servido para que nada cambie y para seguir postergando el futuro de nuestra juventud”, como lo señaló Íngrid Betancourt?

Es hora de que le pidamos al Gobierno que prorrogue la vigencia de la CEV, pero no que modifique su misión ni su composición. Solo que le dé un impulso para que siga adelante con esa tarea de verdad y reconciliación que Colombia nunca terminará de agradecerle.

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Patricia Lara Salive

Junio 24 de 2021

Un libro para leer muchas veces

“«Trabajo con mi memoria. La memoria es mi herramienta y mi materia prima. No puedo trabajar sin ella. Ayúdenme»”, cuenta Rodrigo García —en su libro Gabo y Mercedes: una despedida— que decía su padre, Gabriel García Márquez, agobiado por esa enfermedad del olvido que predijo en Cien años de soledad. Esa frase la repetía “muchas veces por hora y por media tarde. Era extenuante. Con el tiempo pasó. Recobraba algo de tranquilidad y a veces decía: «Estoy perdiendo la memoria, pero por suerte se me olvida que la estoy perdiendo»”.

En su libro, que ocupa el primer lugar en ventas desde cuando fue publicado hace un mes, Rodrigo se despide de sus padres y narra el fin del Club de los Cuatro, compuesto por ellos, su hermano y él. Lo hace en un texto impecable de 104 páginas, que he leído dos veces y leeré muchas más, porque está lleno de ternura, distancia, cercanía, sinceridad y amor, se atreve a revelar los detalles más humanos del impacto de la enfermedad en Gabo y se aproxima a su final con tal maestría que, con seguridad, él, quien siempre lamentó que su muerte fuera la única faceta de su vida sobre la cual no podría escribir, estaría orgulloso de la perfección con que la narró su hijo. (“Mis hijos me han quedado mejor hechos que mis libros”, me dijo Gabo una vez).

Pero Rodrigo no se detiene solo en la enfermedad y en la muerte de sus padres, sino que a través de esas pocas páginas los retrata: a Gabo, con su disciplina de hierro, su capacidad de concentración, su sentido del humor, su interés por la música y por la gente (por toda la gente, desde los reyes y los presidentes hasta las cocineras y los choferes); a Mercedes, con su complejidad y su dureza acompañada de ternura a la vez.

Rodrigo, espléndido director de cine, ha hecho, pues, un libro magistral, dedicado a su hermano Gonzalo. Sostiene que no escribirá otros libros. Sin embargo, escudriñándolo más, confiesa que a lo mejor escriba uno sobre sus hijas. “Este fue sobre la relación hacia arriba, el otro sería sobre la relación hacia abajo; pero me estoy recuperando de este libro todavía”, dice. “La muerte de un segundo padre es como si se acabara un planeta. Hay esa sensación de ¡guau!: ¿a dónde se fue todo aquello? Y, claro, ¡no se ha ido!”, afirma, porque, como dice en la última frase de su libro, “por ahora todavía estoy aquí, pensando en ellos”.

Como estoy aquí yo pensando en ti, Herman Moreno, neurocientífico brillante, discípulo predilecto de Rodolfo Llinás. Herman, ser humano de los grandes, ensayista, dramaturgo, melómano, lector voraz, gran conversador, gocetas, el mejor de los amigos... ¿Quién iba a imaginarse que se iría tan pronto, a los 56 años, con tantas investigaciones por concluir sobre el mal de Alzheimer y el impacto de las enfermedades metabólicas en la capacidad cognitiva, con tanto por disfrutar y por vivir… Sin embargo, un cáncer de páncreas fulminante lo truncó todo. Pero quedaron sus textos científicos, su obra de teatro, sus ensayos, sus reflexiones, la huella que estampó en sus alumnos, los buenos recuerdos que dejó en su familia y sus amigos… Para su madre, su familia y amigos, mis sentidas condolencias. Para el doctor Llinás, quien me escribió que “la pérdida de un colega y amigo como lo fue Herman es una catástrofe emocional”, un abrazo grande. Y para ti, Herman Moreno, mi cariño y gratitud sin límites. Y ahora, tú, descansa en paz.

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Patricia Lara Salive

Junio 17 de 2021

Una oportunidad para desembarrarla, presidente

Después de meter tanto la pata en política internacional, al presidente Duque se le va a presentar una oportunidad de oro para desembarrarla: el miércoles, la Asamblea General de la ONU votará, por vigesimoséptima vez, la resolución sobre la “necesidad de poner fin al bloqueo” de EE. UU. a Cuba.

Como recuerdan, el 17 de noviembre de 2019 Colombia se abstuvo, por primera vez desde 1992, de votar a favor de su levantamiento. Mientras 187 naciones apoyaron la resolución y solo tres se opusieron (EE. UU., Israel y el Brasil de Bolsonaro), ¡Colombia adoptó la posición de Ucrania! y se abstuvo porque, según el entonces canciller, Carlos Holmes Trujillo (q. e. p. d.), Cuba albergaba a terroristas. Se refería a que en la isla se encuentra la delegación de paz del Eln y a que Cuba se niega a extraditarlos, como Duque plantea, pues como país garante de los diálogos de paz, junto con Noruega, no puede desconocer los protocolos que en caso de ruptura de las negociaciones rigen entre el Estado colombiano y el Eln.La hostilidad de Duque hacia Cuba ha sido inexplicable y llegó a tal punto que el 14 de mayo del 2020 el entonces comisionado de Paz, Miguel Ceballos, celebró la inclusión de Cuba por parte de EE. UU. en la lista de países que no cooperan en la lucha contra el terrorismo, y afirmó que dicha inclusión constituía “un espaldarazo del gobierno de EE. UU. a Colombia”. ¿Quería decir que el gobierno de Duque había hecho lobby para que los gringos incluyeran a Cuba en semejante lista? No sabemos. Lo que sí sabemos es que esa guerrita terminó en que, poco antes de acabar su período, Trump incluyó a Cuba en la lista de países que patrocinan el terrorismo, con lo que se intensificó el bloqueo. Ahora, en desarrollo de esa medida, los cubanos no pueden hacer transacciones con los dólares que hay en sus bancos, lo cual, entre otros desastres, causa que se retarde la producción de vacunas contra el COVID-19.

Hasta ahí, con la información que se tenía, la actitud de Colombia hacia Cuba se podía interpretar como intransigente y dura, aunque de principios. Pero cuando el entonces comisionado Ceballos reveló, hace más de un mes, que desde diciembre del 2019 comenzaron las exploraciones del Gobierno con miras a reanudar los diálogos con el Eln y que en ese período se realizaron 28 encuentros —22 en la sede de la Nunciatura en Bogotá, seis en la Casa de Nariño con la participación de Duque y cuatro viajes a La Habana—, la actitud de Colombia se reveló servil con el gobierno de Trump, torcida e hipócrita.

Sin embargo, las cosas han cambiado: en la Casa Blanca ya no está Trump, a quien Duque le apostó todo a favor. Está Biden, un demócrata cuya prioridad, en el caso de Colombia, es que se respeten los derechos humanos y se implemente el Acuerdo de Paz. Además, Biden está revisando la política de Trump con respecto a La Habana y es muy probable que flexibilice los viajes a Cuba, que se vuelva a permitir el envío de remesas desde EE. UU. y que se retire a la isla de la lista de países que patrocinan el terrorismo.

Así las cosas, si el miércoles, por la misma razón del 2019, Colombia se vuelve a abstener en la ONU de condenar el bloqueo, no solo quedará ante el mundo como un país incoherente, sino que perderá la oportunidad de mejorar y “deselenizar” la relación con Cuba y, muy probablemente, volverá a aparecer a los ojos de Biden como un país nostálgico de Trump. Y esa sensación, justamente, es la que Duque intenta cambiar.

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Patricia Lara Salive

junio 10 de 2021

Mejor a las buenas, así el ministro de Injusticia diga lo contrario

Que el ministro de Justicia, Wilson Ruiz, diga por TV: “Empresarios, les ruego un favor, no se dejen enredar con ese decreto que sacó el alcalde”, es un escándalo que atenta contra el Estado de derecho. Pero lo es mucho más si se examina por qué lo dice.

Resulta que el alcalde de Cali, Jorge Iván Ospina, emitió el Decreto 304 del 2021 por el cual “se institucionaliza la mesa de diálogo”. Gracias a la colaboración de la Iglesia y del arzobispo de Cali, monseñor Darío Monsalve; a la cooperación de las universidades y los organismos de derechos humanos de la ONU y la OEA, y a la participación de empresarios, se han logrado acuerdos con los jóvenes de la Unión de Resistencias Cali-Primera Línea Somos Tod@s. Por ello se levantaron a las buenas 21 de los 25 bloqueos que quedaban en Cali. (Otros dos los había levantado a las malas la Fuerza Pública, con un saldo de tres muertos, entre ellos un policía, y seis habían terminado espontáneamente cuando el presidente Duque anunció la asistencia militar). Aún quedan cuatro que se espera se suspendan cuando se establezca el plan de inclusión social de emergencia. (Este miércoles de paro se hicieron otros bloqueos que se cree serán transitorios).

Lo anterior se ha logrado gracias a que el decreto reconoció como actor a la Unión de Resistencias Cali-Primera Línea Somos Tod@s y como cooperantes a la minga indígena, el sector académico y entidades de cooperación internacional; a que se han acordado con los jóvenes programas de emergencia que contemplan ollas comunitarias, planes de empleo, atención psicosocial y de salud, y garantías de seguridad; a que se ha creado un comité interinstitucional conformado por Alcaldía, Gobernación, universidades, gremios y empresarios, “donde todos ponen para sacar adelante este plan de choque que ha venido funcionando progresivamente”, según el alcalde. “Veo mucha disposición de los empresarios. Ellos quisieran que de inmediato todo estuviera desbloqueado, pero los términos de negociación son más largos”, agrega.

Según otras fuentes, varios empresarios están empezando a darse cuenta de que el diálogo es la mejor vía para superar la crisis. El reconocimiento como actor que la Alcaldía hizo de la Unión de Resistencias Cali-Primera Línea Somos Tod@s había levantado roncha en los sectores altos, pues, con cierta razón, consideraban que no se podían legitimar las vías de hecho.

Sin embargo, antes que la discusión jurídica debe prevalecer el sentido de la realidad, el cual, en este caso, significa entender que esos jóvenes, si bien llevan pasamontañas y escudos, en realidad son bailarines de salsa, universitarios, barberos, constructores, drogadictos, desescolarizados, desempleados o víctimas de la exclusión que quieren vivir con dignidad y, ante el anuncio de una reforma tributaria que los afectaría aún más, se manifestaron de forma violenta, bloquearon las calles y algunos participaron en saqueos. Ellos no están vinculados al Comité de Paro ni siguen a ningún político. Como me explicó monseñor, necesitan una renta básica, trabajo y oportunidades: “Esta protesta pacífica es un grito ético, un llamado de atención de esta gente que quiere presionar por todos lados para que la liberen de la corrupción, pues están siendo empujados a buscar dinero por los caminos no debidos”.

Los poderes locales, los empresarios y todos estamos obligados a ayudarles a que no caigan en el mundo del crimen. Así el ministro de Injusticia opine lo contrario.

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Patricia Lara Salive 

junio 03 de 2021

Presidente, por favor, frene ya el paramilitarismo urbano

 

Ahora que se han publicado editoriales advirtiendo el peligro que significan los ataques contra manifestantes realizados por civiles armados en presencia de policías que parecen ciegos, sordos y mudos, es decir, ahora que muchos claman porque no prospere el paramilitarismo urbano, vale la pena recordar, para que el fenómeno no se repita en las ciudades, que el paramilitarismo rural creció y se consolidó gracias a la complicidad de sectores militares, políticos y empresariales.

Para corroborarlo, no es sino leer lo dicho en el 2009 por Salvatore Mancuso, comandante de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc), ante el Tribunal de Justicia y Paz. (No obstante, el general Rito Alejo del Río —a quien Uribe ofreció, en 1999, un homenaje de desagravio por las investigaciones que se hacían en su contra por vínculos con paramilitares— acaba de asegurar en la JEP que él jamás se reunió con las Auc).

Dijo Mancuso: “A Rito Alejo del Río lo conocí en el Nudo de Paramillo, en una primera reunión que se hizo en El Diamante junto con Carlos Castaño (y) Rodrigo Doble Cero. Y luego en otra reunión en un sitio llamado 21 (…), entre San Pedro de Urabá y Valencia (...), donde (estuvimos) Carlos Castaño, Alemán (y) yo”.

“¿Se reunía con frecuencia con el general Rito Alejo?”, le preguntó el juez.

“Así es, doctor. Yo estuve en la Brigada XVII (…) patrullando con el Ejército (…). Entramos al latifundio donde quedaba el campamento madre del Bloque José María Córdova y allá nos recogió un helicóptero, porque se estaban tomando Urrá y secuestraron a los suecos constructores de Urrá. El helicóptero que nos recogió tenía que aterrizar en Tierralta, porque yo iba a apoyar las tropas del Ejército (…). Me descargaron a mí con los hombres: estábamos en ese momento como 12 (o) 13 hombres en la Brigada XVII. Llegamos barbados, con fusiles (que) nos puso el Ejército, M-16, AUG MK-47, y dormimos allá (…). Esa noche me reuní con el comandante de la Brigada XVII (y con) el de la XI (…). Yo hablaba por radio de comunicaciones del Ejército, por teléfono con ambos (…). Al día siguiente me sacaron hasta (…) la base militar de Tierralta. Ahí (…) planificamos la operación de rescate de los suecos, pero ya la guerrilla llevaba muchísima ventaja (…). Hubo combates fuertísimos (…). Yo antes combatía hombro a hombro con el Ejército (…). Ahora todo el mundo niega que combatía a mi lado (…), que me conocía (…). El paramilitarismo de Estado y las operaciones encubiertas no fueron el producto de algunas mentes enfermizas (…); tampoco, el resultado de la reacción fanatizada de algunos oficiales (…). Tales acciones ilegales fueron el resultado directo de la aplicación de una concepción (…) que se señala en las academias militares (…) y se (difundió) entre los llamados sectores dirigentes del campo político y económico”. Hasta ahí las palabras de Mancuso.

Ahora, si el presidente, el director de la Policía y demás autoridades y estamentos civiles y militares no toman conciencia del peligro en que estamos, si no descalifican de manera contundente y muy pública cada transgresión policial y cada complicidad con el hecho de que civiles ejerzan justicia por su propia mano, hoy se puede cocinar un paramilitarismo urbano que resulte de la aplicación de una política de “dejar hacer, dejar pasar”, venida desde lo alto... Eso sería nefasto y volvería definitivamente invivible el país urbano, como invivible se volvió durante años gran parte de la Colombia rural.

 

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Patricia Lara Salive

27 de mayo de 2021

Duque, igual a Maduro

Así es: uno acaba pareciéndose a quien más ha combatido. Eso es lo que le está sucediendo al presidente Iván Duque con su homólogo Nicolás Maduro: tanto criticarlo, tanto armar conspiraciones de camiones en fila (parece un chiste, pero es verdad) para tumbarlo, tanto criticar a los organismos de control de Venezuela porque están cooptados por el gobierno y no son confiables, tanto rasgarse las vestiduras porque en enero del 2020 Maduro le negó la autorización a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la OEA para ir a Venezuela a investigar la situación de los derechos humanos, ¿y Duque, por intermedio de su canciller, Marta Lucía Ramírez, acaba haciendo lo mismo? ¡No hay derecho!

Pero hay algo que hace más vergonzosa la posición de Colombia: el argumento que utilizó Maduro para rechazar la solicitud de ingreso a su país de la CIDH fue que Venezuela no pertenece a la OEA desde abril de 2019 y, por lo tanto, no tiene por qué someterse a los lineamientos de esa organización. En cambio Colombia, que no solo pertenece a la OEA, sino que la considera hoy el organismo multilateral más afín a su política, le respondió al presidente de esa entidad, Luis Almagro —quien además era uno de los más obsecuentes seguidores de la política de Trump y de Duque para América Latina (de esos, supongo yo, que le hacían eco al cuento del castrochavismo)—, que por ahora no autoriza el ingreso al país de la CIDH. “Hemos dicho que todas las visitas (son) bienvenidas, pero en este momento consideramos que hay que esperar que los propios organismos de control (Fiscalía, Procuraduría, Contraloría y Defensoría) terminen de hacer su tarea e investigar cada uno de los casos”, contestó la canciller.

Mejor dicho, en este país en el que 73 años después aún no se sabe quién ordenó asesinar a Jorge Eliécer Gaitán, donde las investigaciones por los homicidios de José Antequera, Carlos Pizarro, Luis Carlos Galán, Rodrigo Lara, Bernardo Jaramillo, Jaime Pardo Leal y muchos más llevan enredadas más de tres décadas, y sobre el asesinato del estudiante Dilan Cruz, ocurrido en las manifestaciones de noviembre de 2019, la Fiscalía acaba de decir que a él no lo mataron sino que Dilan se le atravesó al proyectil, la canciller le responde a la OEA que la CIDH será muy bien recibida en Colombia cuando los organismos de control concluyan sus pesquisas: es decir, nunca.

Mientras tanto, el paro sigue y las manifestaciones continúan, ocurren abusos y crímenes de un lado y otro, los bloqueos desesperan a la población, los víveres escasean y se encarecen, los productores de alimentos quiebran, se mueren dos bebés que no son atendidos a tiempo porque sus ambulancias quedan detenidas por la obstrucción de las vías, la violencia aumenta, incendian el Palacio de Justicia de Tuluá... ¿y qué más? Cualquier cosa puede pasar.

No obstante, todo podría empezar a mejorar si el presidente mostrara alguna empatía con las víctimas, si les pidiera perdón, si diera el primer paso, como le sugirió Alejandro Gaviria; si en vez de disfrazarse de policía descalificara de inmediato el más mínimo abuso policial; si permitiera y además estimulara el ingreso al país de la CIDH para hacer esas investigaciones a fondo que la gente reclama en las calles y que los organismos de control, por estar cooptados por el Gobierno, no realizan. Así se podría empezar a solucionar la crisis, pero para ello sería necesario que el presidente empezara a conectarse con la realidad.

Nota. Esta columna se escribió antes de que el Gobierno, por fin, autorizara el ingreso de la CIDH.

 

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Patricia Lara Salive

Mayo 20 de 2021

Intolerancia a la carta

Como hija de sobrevivientes de la Segunda Guerra Mundial, me impacta la falta de tolerancia”, dice Estela Goldstein, presidenta del ancianato judío Beit Avot y una de las asistentes al encuentro que se realizó el pasado viernes entre miembros de la comunidad judía, el embajador de Israel y el candidato Gustavo Petro, en casa del empresario Jean Claude Bessudo y de su esposa, Danielle.

Pero antes de hablar de esa reunión —por cuya causa Bessudo ha recibido en las redes toda clase de improperios y cartas provenientes de representantes de la extrema derecha—, vale la pena ilustrar la dimensión del drama que, por la discriminación, el racismo y la falta de tolerancia, padecieron los padres de Estela en la época de Hitler, por el solo hecho de ser judíos. Resulta que ellos, quienes pasaron la guerra escondiéndose en Polonia, en esa época tuvieron un niño. Y el “amigo” que los escondía sintió tanto miedo de que los nazis los descubrieran en su casa, que mató al bebé.

Ya entenderán ustedes por qué a Goldstein la afecta tanto la falta de tolerancia que se ha expandido en Colombia, a tal punto que se arme semejante escándalo porque un grupo de judíos se reúne con el candidato de la izquierda, quien puntea en las encuestas y es considerado por la derecha como una especie de Satanás. Sin embargo, como dice uno de los asistentes a la reunión, no fueron la comunidad judía ni el Estado de Israel los que validaron a Petro, sino la sociedad colombiana, que lo eligió alcalde de Bogotá, que le dio ocho millones de votos y que lo tiene como senador con un sueldo pagado por el Estado. De manera que, como afirma la fuente, “las acusaciones son ridículas. Además, si uno se encuentra con alguien, no significa que apoye sus ideas”. Y, como dice Bessudo, “la polarización sólo conduce al odio y a la violencia; la única manera de bajarle a la violencia y a la polarización es conociéndonos los unos y los otros. Por otra parte, en mi colegio, el Liceo Francés, me enseñaron a formarme mi propia opinión”.

Para formarse su propia opinión, la comunidad judía escuchó a Petro, como acostumbra hacerlo con otros candidatos. Los Bessudo prestaron su casa para ello y les sirvieron a las 34 personas presentes (22 integrantes de la comunidad, Petro, tres acompañantes suyos y ocho miembros de la familia Bessudo) un almuerzo compuesto por lomo a la pimienta, pollo barbecue, papas con paprika, ensalada, flan de chocolate con almendras y buen vino.

La reunión no era fácil para nadie. Pero después de hora y media, durante la cual Petro habló de las relaciones con Israel, del desarrollo agrícola e industrial, del carbón y el petróleo, de la necesidad de que la Policía se convierta en un cuerpo civil que no dependa del Ministerio de Defensa, el almuerzo terminó de manera cordial. Unos “quedaron inconformes y otros interesados”, afirma Estela Goldstein, quien salió contenta de haber asistido a ese encuentro que, según ella, constituyó “una muestra de democracia, de apertura y de tolerancia”. Así les haya sabido a cacho a los campeones de la polarización, como el periodista Gustavo Rugeles y el presidente de la Federación Colombiana de Ganaderos, José Félix Lafaurie. Además, no solo es importante que los empresarios conozcan a Petro, quien tiene chances de convertirse en presidente, sino que Petro escuche a los empresarios, pues no hay nada más difícil que construir y mantener una empresa. Y nada más fácil que destruirla.

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Patricia Lara Salive

Mayo 13 de 2021

Hipócrita y desleal

Como diría la escritora Laura Restrepo, esta es la “historia de una traición”. Pero además es la prueba del manejo irresponsable, hipócrita y desleal que el gobierno de Duque les ha dado a las relaciones con Cuba. Para corroborarlo, no es sino mirar esta cronología:

1) El 17 de enero de 2019, el Eln explota un carro bomba en la Escuela de Policía General Santander en Bogotá y asesina a 22 cadetes. Entonces, con toda razón, Duque rompe los diálogos con esa guerrilla.

2) Cinco días después, Duque le solicita a Cuba que extradite a los miembros de la Delegación de Paz del Eln que están en La Habana, desconociendo así los protocolos que, en caso de ruptura, rigen entre el Estado colombiano y el Eln, de los cuales Noruega y Cuba son garantes.

3) Durante 2019, Duque le insiste a Cuba en su pedido de extradición de los elenos.

4) El 17 de noviembre, Colombia se abstiene, por primera vez en muchos años, de condenar en la Asamblea General de la ONU el bloqueo de EE. UU. a Cuba. El canciller Carlos Holmes Trujillo (q. e. p. d.) dice que la abstención de Colombia obedece a que Cuba alberga a terroristas.

5) Un mes después (hace 17 meses, según reciente entrevista del comisionado de Paz, Miguel Ceballos), comienzan “las exploraciones” con miras a reanudar los diálogos entre el gobierno de Duque y el Eln. Dice él que en ese período se han realizado 28 encuentros, 22 en la sede de la Nunciatura Apostólica en Bogotá y seis en la Casa de Nariño con la participación de Duque, además de cuatro viajes a La Habana.

6) El 18 de febrero de 2020, con la aprobación de Colombia, el representante del Vaticano, padre Darío Echeverri, y el del secretario general de la ONU, Carlos Ruiz Massieu, viajan a La Habana en vuelo privado para hablar con Pablo Beltrán y otros miembros del Eln.

7) El 14 de mayo, el comisionado Ceballos celebra la inclusión de Cuba, por parte de EE. UU., en la lista de países que no cooperan en la lucha contra el terrorismo, y afirma que dicha inclusión constituye “un espaldarazo del gobierno de EE. UU. a Colombia”.

8) El 20 de mayo, con el mismo propósito, Ruiz Massieu y el padre Darío Echeverri vuelven a viajar a La Habana.

9) El 1° de junio, la Cancillería cubana emite un comunicado en el que rechaza las declaraciones de Ceballos y le pide a Colombia que aclare “si la afirmación formulada por (él) constituye la posición oficial” del gobierno de Duque.

10) El 8 de septiembre repiten el viaje a La Habana el padre Darío Echeverri y Ruiz Massieu con el fin de dialogar con los elenos.

11) El 11 de enero de 2021, el gobierno de Donald Trump incluye a Cuba en la lista de países que patrocinan el terrorismo, con lo cual se intensifica el bloqueo y se ocasionan millonarios perjuicios económicos a la isla y a sus pobladores.

12) El 11 de febrero, viajan de nuevo a La Habana, para hablar con el Eln, Ruiz Massieu y el padre Darío Echeverri, con el beneplácito del gobierno de Duque. Como me dijeron ambos, esas visitas no hubieran sido posibles sin el apoyo de Cuba.

13) El 7 de mayo, Colombia expulsa al diplomático cubano Omar García, quien se ocupaba de las relaciones de la Embajada de Cuba con los partidos políticos, con las organizaciones sociales y con el Movimiento de Solidaridad con Cuba, y les hacía propaganda por Twitter a las vacunas cubanas contra el COVID-19.

Si ese no ha sido un manejo desleal, hipócrita e irresponsable de las relaciones del gobierno de Duque con Cuba, ¿de qué otra forma puede calificarse?

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Patricia Lara Salive

06 de mayo de 2021

La misma pendejada

En este paro, el presidente Iván Duque está haciendo la misma pendejada que hizo en el paro de noviembre del 2019, pero peor. Por una parte, retiró su esperpento de reforma tributaria después de cuatro días de paro, cuando ya habían matado a raíz de las protestas, según Indepaz, a 31 personas, entre ellas a un capitán; ya la Policía había cometido 170 agresiones contra la población civil, y ya habían desaparecido a 89 personas. Por otra parte —al igual que en el paro del 2019, cuando Duque se inventó la tal conversación nacional que terminó en nada y excluyó, en la práctica, al Comité del Paro—, el presidente convocó a un diálogo difuso, en el que aparentará que hablará con todos para no hablar con nadie. Y ahora también, en lugar de liderar el diálogo él, como tiene que ser, pues el primer deber de un presidente es conseguir que el país no se desintegre en sus manos, puso a liderarlo no a Diego Molano, hoy ministro de Defensa, quien mostraba tener cierta capacidad de concertación, sino a Miguel Ceballos, el comisionado de Guerra —mas no de Paz—, pues allí donde él mete las narices desbarata cualquier posibilidad de consenso o de acuerdo entre las partes en conflicto.

Es que la agenda pero sobre todo las fechas del diálogo darían risa, si no fuera por lo angustioso de la situación. Hoy, miércoles, cuando escribo esta columna, Bogotá amanece con la noticia de que la víspera hubo 91 heridos, entre ellos 19 policías, y que en Usme se llegó a la barbarie de incendiar un CAI con 10 policías adentro que por fortuna escaparon. En Cali se habla de que ha habido cerca de 30 muertos, 125 policías heridos y el alcalde convoca a una marcha para garantizar un corredor humanitario que facilite el abastecimiento de alimentos y medicinas. Y el expresidente Uribe incita con trinos a la violencia o muestra a policías desmoralizados y en llanto. Mientras tanto, el comisionado Ceballos esperará hasta el lunes para reunirse con el Comité del Paro. (¿Quedará país el 10 de mayo, presidente?). Hoy, 5 de mayo, cuando escribo esta columna, el paro sigue. Y sólo hasta el 7 Ceballos empezará a dialogar con alcaldes de capitales; el 8, con gobernadores; el 10, con el Comité del Paro; el 12, con estudiantes; el 13, con los alcaldes de los municipios PDET; el 14, con los partidos políticos; el 17, con los transportadores; el 18, con representantes de la Acción Comunal, y el 20, con los gremios.

¡Por Dios, presidente Duque! ¿No le parece que usted, en persona, debe reunirse de inmediato con Gustavo Petro, el líder de la oposición, y con los jefes de los demás partidos y grupos que se opusieron a su reforma tributaria? ¿No cree que debe hablar usted, también, con el Comité del Paro? ¿Y no piensa que tiene que convocar a los expresidentes, incluido Juan Manuel Santos, quien se ofreció a ayudarle a superar esta crisis?

Deje de seguir utilizando el sistema de dialogar yo con yo, porque con él está llevando el país al abismo, presidente. Un gobernante llega a acuerdos con sus opositores, no con sus áulicos. Recuerde al presidente Carlos Lleras cuando estando ad portas de un paro enorme citó a Palacio a los dirigentes de todas las centrales obreras y les dijo: de aquí no salen hasta que no lleguemos a un acuerdo. Así fue: luego de dos extenuantes días y noches sin dormir, presidente y centrales lograron un acuerdo. Y no hubo paro.

¡Gobierne, presidente!

Posdata. Si declara la conmoción interior, todo será peor, presidente.

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Patricia Lara Salive

Abril 22 de 2021

Nadie se conmueve

Aquí parece que nadie se conmueve, o se conmueven pocos… Porque la noticia de que el 92 % de los ex-Farc asesinados han sido comparecientes ante la JEP tendría que alarmarnos a todos, empezando por el presidente y su fiscal general (porque es suyo no más). Pero aquí no pasa eso. Aquí Yamid Amat le pregunta a Eduardo Cifuentes, presidente de la JEP, si eso significa que a quien comparezca ante ese tribunal lo matan, y él responde que la paz peligra, porque si los comparecientes son asesinados y no terminan de aportar su verdad, sus compañeros y las víctimas temerán hacerlo, y tampoco casi nadie se conmueve.

Lo más grave es que si el 92 % de los asesinados de las antiguas Farc han sido comparecientes ante la JEP, eso significa, ni más ni menos, que lo más seguro es que el móvil de esos crímenes haya sido evitar que revelen la verdad, y no, como han dicho fiscales y ministros de Defensa, líos de faldas, venganzas, disputas familiares o el regreso de los exguerrilleros a sus antiguos malos pasos. Obviamente, en ocasiones, esos móviles deben existir. Pero ese 92 % es demasiado alto como para no pensar que el propósito principal de esos homicidios haya sido silenciar y amedrentar a los comparecientes.

Ante esa situación, un verdadero fiscal general y un verdadero comisionado de Paz actuarían de inmediato. Y un defensor del Pueblo comprometido con su misión hubiera asistido de manera presencial, no virtual, a la reunión que realizaron los presidentes de la JEP y de la Comisión de la Verdad, y los directores de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas y de la Unidad de Investigación y Acusación, acompañados por los presidentes de las altas cortes y por varios funcionarios de Naciones Unidas.

El defensor del Pueblo, Carlos Ernesto Camargo, tenía la obligación de asistir, porque el propósito de semejante reunión era entregarle una carta de 55 páginas en la que le exponen la situación de los asesinatos de defensores de derechos humanos y excombatientes de las Farc. También le solicitan que emita, a propósito de ese genocidio, una resolución defensorial, principal herramienta que tiene la Defensoría del Pueblo para denunciar vulneraciones a los derechos humanos y que constituye un mandato moral para que el Gobierno actúe. Pero no: el defensor emitió por Zoom una declaración babosa, en la que no increpa al Gobierno ni se compromete en concreto a nada. Tampoco intercambió opiniones con tan importantes asistentes ni participó, ni siquiera virtualmente, en la rueda de prensa que hubo a continuación. Es decir, no demostró la voluntad política que tenía Carlos Alfonso Negret, su antecesor, para defender la paz.

Y un presidente de verdad interesado en detener las muertes de excombatientes y defensores de derechos humanos tendría funcionando a todo vapor la Comisión Nacional de Garantías de Seguridad, creada por el Acuerdo de Paz, para desmantelar las conductas y los grupos criminales, incluidos los herederos del paramilitarismo. Pero como Cifuentes le dijo a Yamid, esa Comisión, que se debe reunir mensualmente, no está actuando. Quien la preside, de manera indelegable, es el presidente de la República, que en sus 32 meses de mandato solo ha asistido a seis de sus reuniones.

Entonces, dadas estas consideraciones, abundan las razones para que la Corte Constitucional declare que, efectivamente, existe una vulneración masiva del Acuerdo de Paz.

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Patricia Lara Salive

abril 15 de 2021

Presidente y minsalud, entren en razón

Ahora que el coronavirus en Colombia se torna angustioso, hay demoras en los envíos de la vacuna Sinovac y EE. UU. recomienda suspender la vacuna de Johnson & Johnson —como ocurre en Alemania con la de AstraZeneca para menores de 60 años—, ha llegado el momento de que el presidente Iván Duque abandone su sectarismo, componga la relación con Cuba e importe sus vacunas, para que termine de inmunizar este año a toda nuestra población. Y, además, para que esté en capacidad de volver a vacunarla en un tiempo, pues no se sabe aún cuánto durará la inmunidad generada por las vacunas.

El presidente debe pensar que lo que importa no es que la vacuna sea “castrochavista”, sino que salve vidas de colombianos y, de paso, que salve la economía, pues esta no terminará de recuperarse mientras haya gente que tema salir de su casa. Ese miedo solo desaparecerá cuando la población entera esté vacunada. A decir verdad, nuestras perspectivas no son tan halagüeñas como las pinta Duque, quien ha dicho que al final del año habrá vacunado a 35 millones de colombianos. La realidad epidemiológica es que terminar esta etapa de vacunación en Colombia demorará 687 días —casi dos años—, según calcula el portal Timetoherd.com, que tiene en cuenta variables como la disponibilidad y producción de vacunas, las compras realizadas y la capacidad de los países.

Pero miremos qué puede ofrecernos Cuba: por una parte, el envío, a un precio razonable, probablemente en el próximo semestre, de un gran número de vacunas Soberana 02 y Abdala, que pronto terminarán la fase III de ensayo clínico y ya están en ensayo de intervención poblacional controlado, lo que significa que superaron la etapa del placebo y están siendo aplicadas al personal médico de primera línea y a los científicos. (La meta de Cuba es producir este año 100 millones de vacunas, inmunizar a toda la población y a los turistas, y exportar vacunas a países que han manifestado interés). La Soberana Plus entró en fase II y sería ideal para aplicarla a niños, mayores de 80 años y convalecientes de COVID-19, para que estos aumenten su respuesta inmunológica. Y la Mambisa y la Soberana 01 están en fase I.

Pero lo más interesante es que Cuba puede transferir a Colombia, en muy poco tiempo, la tecnología para montar su propia producción de vacunas en la fase final, a partir del ingrediente farmacéutico que le suministraría la isla, como se hará en Irán y Venezuela, que pronto empezará a producir dos millones mensuales de dosis.

Además, las vacunas cubanas tienen la ventaja de que se pueden almacenar en neveras a una temperatura que oscila entre 2 °C y 8 °C, lo cual reduce los costos y complicaciones logísticas.

Ahora, hay que decir que ese desarrollo de las vacunas cubanas no es gratuito pues, debido al bloqueo económico, Fidel Castro se empeñó en convertir la isla en una potencia biotecnológica. Por eso inventaron vacunas contra la meningitis b, la hepatitis b, la Haemophilus influenzae tipo b y, según The New York Times, fabrican ocho de las 12 vacunas que se les aplican a los niños.

Así que es muy urgente que el ministro de Salud, Fernando Ruiz, ahora se llene de paciencia y valor, y convenza al presidente de que deje la pendejada, se acerque a Cuba y haga una buena negociación para que nos venda las vacunas contra el COVID-19 que vamos a necesitar por muchos años.

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Patricia Lara Salive

Abril 08 de 2021

El caso Fajardo, vergüenza para la Fiscalía

El plan del fiscal Francisco Barbosa de llevar a la cárcel al exgobernador Sergio Fajardo, el candidato presidencial más opcionado de la coalición de centro, por no haber previsto que el dólar podría subir (como también hubiera podido bajar) al contraer en el 2013 una deuda de US$77 millones para la Gobernación de Antioquia, es un despropósito de tal magnitud que denota, por una parte, una ignorancia inmensa en asuntos económicos y penales y, por otra, una torcida intención política del fiscal.

Veamos: en cuanto al aspecto económico, vale la pena recordar la opinión que en este diario dio el economista Salomón Kalmanovitz. Según él, adquirir deudas en dólares tiene ventajas porque, por lo general, las tasas de interés son más bajas que en el mercado bancario colombiano y los plazos son más largos. Claro que existe el riesgo de cambio, pero “en general los beneficios de un crédito externo superan sus posibles desventajas”. Y claro que Fajardo hubiera podido tomar un seguro cambiario, pero esos seguros son costosos. Si el dólar hubiera bajado, a lo mejor lo hubieran acusado de detrimento patrimonial.

Y en cuanto al aspecto político, la intención torcida del fiscal es evidente: por una parte, a un año de las elecciones presidenciales, desengavetó una investigación que llevaba dormida cinco años y que había sido solicitada a la Fiscalía por un funcionario del sucesor de Fajardo en la Gobernación, su enemigo Luis Pérez. Por otra, son varios los ejemplos de que el fiscal no utiliza la misma vara para medir los actos de los funcionarios. Es decir, los acusa o no según sus preferencias políticas. Por ejemplo, Noticias Uno recordó cómo el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, en el 2004, cuando también era ministro de Hacienda pero de Álvaro Uribe, hizo una transacción por US$500 millones a una tasa cercana a los $2.700, pero tres años después el dólar cayó por debajo de los $1.800. Si se hubiera esperado, el fisco se habría ahorrado cerca de $400.000 millones. Pero por ese caso la Fiscalía no le ha imputado cargos a Carrasquilla. Como bien lo dice Kalmanovitz, “cuando comenzó el gobierno Duque, la deuda pública era del 47 % del PIB y en su tercer año supera el 64 %. En 2020, casi dos tercios de la deuda del Gobierno central correspondían a obligaciones en dólares. ¿Por qué el fiscal no les abre cargos a Iván Duque y Alberto Carrasquilla por haberse endeudado de esa manera, en momentos de intensa penuria fiscal, sin prever que el dólar subiría más de $300 en el primer trimestre de 2021? (…) Si Fajardo termina en la cárcel e inhabilitado para participar en la justa presidencial de 2022”, concluye Kalmanovitz, “Duque y Carrasquilla deberían ser destituidos y enjuiciados”.

En verdad, no hay derecho a que mientras se han cometido más de 1.000 asesinatos de líderes sociales y de excombatientes de las Farc, cuyos autores intelectuales es indispensable que la Fiscalía descubra, esta se dedique a desperdiciar sus recursos inculpando a inocentes y persiguiendo a los opositores y rivales políticos del presidente y sus amigos.

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Patricia Lara Salive

marzo 25 de 2021

Uribe, a la baja

Parece que la historia está comenzando a hacer justicia: mientras que la imagen positiva del expresidente Álvaro Uribe se deteriora, la de su sucesor, Juan Manuel Santos, muestra un claro ascenso, a tal punto que, según la última encuesta del Centro Nacional de Consultoría para el noticiero CM&, Santos es el expresidente con mejor imagen. La percepción positiva de Santos sobrepasa la de Uribe en 10 puntos, cuando hace un tiempo ocurría lo contrario. Y mientras la imagen favorable de Santos (54 %) está 16 puntos por encima de su imagen desfavorable (38 %), la imagen negativa de Uribe (47 %) supera en tres puntos su imagen favorable (44 %).

Las razones de que esto esté ocurriendo son obvias: por una parte, mientras Santos ha mantenido una actitud discreta con respecto al gobierno del uribista Iván Duque y lo ha dejado gobernar sin interferir en su gestión ni hacerle esa oposición virulenta que a él tocó aguantarle a Uribe, este ha seguido atacando a Santos, lanzándole dardos envenenados al proceso de paz e inventándose toda clase de propuestas para acabar con la Jurisdicción Especial para la Paz, que tanto le preocupa y lo atormenta. Pero ya, por fortuna, parece que la gente se mamó de la peleadera.

Sin embargo, lo que más ha perjudicado a Uribe es el espectáculo de manipulación de la justicia que han dado tanto él como sus defensores: primero fue su renuncia al Senado para evadir su juicio ante la Corte Suprema y ponerse en manos de la Fiscalía, dirigida por Francisco Barbosa, un compinche de juventud del presidente Duque. No obstante, tiempo atrás, el propio Uribe había dicho que la Corte era la competente para juzgarlo: “Nunca he eludido a la Corte Suprema para que ahora inventen que la renuncia al Senado es para quitarle la competencia. La acusación sobre testigos que me hacen la basan en hechos realizados al tiempo que ejerzo como senador, lo cual mantiene la competencia de la Corte”, escribió en Twitter hace casi tres años, luego de su primera renuncia al Senado, ocurrida inmediatamente después de que la Corte lo llamó a indagatoria (pero pronto se arrepintió y volvió al Congreso).

Más tarde fue el show que armó, estando en su hacienda El Ubérrimo, con la publicación de la foto con el cartel de preso número tal y la complaciente entrevista que le hicieron dos reconocidas periodistas, en la cual asumió el papel de víctima. Más adelante, ocurrió el desfile de noticias sobre los testigos que Uribe y compañía han querido voltear a su favor y poner en contra de su contendor en el proceso, el senador Iván Cepeda. Pero el remate fue el espectáculo que dieron en la Fiscalía el abogado Iván Cancino y su defendido Diego Cadena, uno de los abogados de Uribe, preso por los delitos por los que se acusa al expresidente. Cadena, quien antes se había autodenominado “abogánster”, fue regañado en plena audiencia por Cancino, pues respondió espontáneamente, de una manera que podría incriminarlos tanto a él como a Uribe, un par de preguntas de la Fiscalía. Y ante el regaño de su defensor, Cadena cambió las respuestas, hecho que fue amparado por la actitud cómplice del fiscal del caso, como lo vimos en un video publicado por El Espectador.

Ahora vendrá la decisión del fiscal Gabriel Jaimes, quien seguramente va a precluir la investigación. Sin embargo, la mayoría del país no creerá en la inocencia de Uribe. Son demasiados los indicios de que ahí hay más de un gato encerrado. Por eso, su imagen seguirá cayendo.

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Patricia Lara Salive

18 de marzo de 2021

Perdón, Jineth Bedoya

No se sabe qué es peor: si el secuestro y las torturas que sufrió la periodista Jineth Bedoya a las puertas de la cárcel La Modelo y la violación masiva de que fue víctima después, el 25 de mayo del 2000, o el empeño del Estado colombiano en ocultar su responsabilidad en el caso, para lo cual, el pasado lunes, Camilo Gómez, director de la Agencia Nacional de Defensa Jurídica del Estado, recusó por supuesta parcialidad a los jueces de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que apenas habían interrogado a la periodista.

El testimonio de Jineth ante la Corte fue conmovedor y lo único que hicieron los jueces fue expresarle su empatía como personas: con lágrimas, ella contó cómo, luego de recibir amenazas por sus informes sobre tráfico de armas y compra y venta de secuestrados en la cárcel La Modelo de Bogotá, por recomendación de funcionarios de Inteligencia de la Policía acudió a la prisión en compañía de un fotógrafo y de Jorge Cardona, editor de este diario, donde ella trabajaba en ese momento, para hablar con el jefe paramilitar de la cárcel y ver si era posible que cesaran las amenazas. (Para entonces, ella y su madre ya habían sido víctimas de un atentado). No obstante que la boleta de ingreso estuvo lista, la entrevista no se dio porque, mientras Cardona fue a buscar al fotógrafo para entrar a La Modelo, Jineth fue abordada por un hombre y una mujer y encañonada con una pistola 9 mm. Luego de pasar frente a una patrulla de Policía, fue llevada a un sitio cercano, golpeada y, después de una larga travesía en la que afrontó toda clase de torturas, violada masivamente en un lugar donde había uniformados. Después fue abandonada, casi muerta, en una carretera. En el trayecto, le repitieron que todo eso se lo hacían para que la prensa escarmentara, “porque los periodistas se metían donde no debían”.

Interrogada sobre las investigaciones realizadas al respecto por la justicia colombiana, Jineth contó que, inicialmente, los periodistas allegaron pruebas e hicieron grabaciones a autores materiales en compañía del CTI de la Fiscalía. Pero después se perdió parte del expediente y el proceso estuvo paralizado 11 años. La investigación solo se reactivó cuando la Fundación para la Libertad de Prensa denunció el caso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Muchos años después, gracias a investigaciones periodísticas y declaraciones de paramilitares, se estableció que quien les habría pedido a esos delincuentes que secuestraran a Jineth habría sido un exgeneral de la Policía. Sin embargo, después de semejante inculpación, nada pasó: la investigación siguió congelada. Ahora que la asumió la Corte Interamericana, el Estado colombiano, en lugar de pedirle perdón a Jineth y brindarle una reparación, recusó a los jueces, se retiró de la audiencia y optó por encubrir semejante atrocidad que atentó no solo contra Jineth, sino contra toda la prensa.

Con esos hechos del 25 de mayo del 2000, como ella lo dijo, a Jineth Bedoya le acabaron la vida. Y con la actuación, el pasado 15 de marzo, de la Agencia Nacional de Defensa Jurídica del Estado, a Colombia le acabaron la dignidad.

Nota. Felicitaciones al director de la Policía, general Jorge Luis Vargas, a quien respeto y en quien confío, por la reforma que planea para la institución: educar a los policías en derechos humanos y ponerles microcámaras que filmen permanentemente sus actuaciones hará la diferencia. ¡Gracias, general!

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

MARZO 11 DE 2021

Que retumbe la verdad

Parece que el 18 de marzo se realizará, ante la Comisión de la Verdad, la tan solicitada audiencia pública entre los excomandantes de las Autodefensas y los antiguos jefes de las Farc.

Desde fines del año pasado, varios exparamilitares, encabezados por Salvatore Mancuso, y excomandantes de las Farc, como Pastor Alape y Rodrigo Londoño, le habían insistido a la Comisión de la Verdad que los escuchara de manera conjunta en una audiencia a la que también asistieran medios de comunicación nacionales e internacionales, ONG y organizaciones sociales.

El 27 de febrero, en una carta que Mancuso le envió al padre Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad, el exparamilitar explicó por qué es tan importante que ese encuentro sea de cara al país: según él, Justicia y Paz fue un proceso valioso, en el cual comenzó a contarse la verdad sobre el conflicto armado, pero ese trabajo fue limitado, “pues el mismo Estado colombiano es juez y parte y, obviamente, no desea que se conozcan y trasciendan las verdades para poder eludir su responsabilidad en el conflicto”. Agregó que “en dicha justicia transicional, al igual que en la justicia ordinaria, muchas verdades quedaron perdidas”. Por eso Mancuso pidió que además se escuche a terceros civiles, miembros de la Fuerza Pública activos y no activos, agentes del Estado, políticos, etc., de modo que se conozca la verdad completa.

Si bien la Comisión de la Verdad no tiene funciones jurisdiccionales, es muy importante que ella realice cuanto antes ese encuentro de verdad conjunta, el cual, como lo dijo Pacho de Roux, aportará “una verdad nueva (…) que entrega la complejidad del conflicto armado colombiano, donde los que al final disparaban para matar o cavaban las tumbas eran ejecutores de órdenes de otros, que estaban detrás y que a su vez dependían de un enjambre de relaciones que involucraban a miembros de instituciones, a terceros políticos o financiadores. Esta verdad compleja es indispensable”, afirma el padre De Roux, porque “es obvio que hay responsabilidades políticas, históricas y éticas que no pueden callarse”.

Cuando se conozcan y se acepten esas responsabilidades, por fin, podrá empezar la verdadera reconciliación.

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

MARZO 04 DE 2021

Bienvenido el regaño de la JEP

Esta semana, la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) regañó de manera severa al Gobierno porque no está haciendo los esfuerzos suficientes para evitar nuevos asesinatos de excombatientes de las Farc. Ese regaño, que seguramente será cuestionado por el consejero para la Estabilización, Emilio Archila, y por el comisionado de Paz, Miguel Ceballos, no podía ser más justo y necesario. Los hechos son tozudos: van 249 excombatientes de las Farc asesinados desde la firma del Acuerdo de Paz, diez de los cuales han sido sacrificados en los dos primeros meses de este año. Según la JEP, si continúa la tendencia actual, en diciembre del 2026 los ex-Farc asesinados serán 1.600. Un verdadero genocidio que se acercaría al de la Unión Patriótica; una tragedia inenarrable para este país que se empeña en continuar en guerra y, por eso, castiga sin misericordia a quienes entregaron las armas ilusionados con la idea de construir su vida en paz.

Pero el pronunciamiento de la JEP no se limita a regañar al Gobierno, sino que emite órdenes muy concretas: luego de señalar que en los 280 procesos iniciados por homicidios, tentativas de homicidios y desapariciones forzadas de reincorporados de las Farc solo se han proferido 33 sentencias, y de decir que es muy poco lo que se ha avanzado en la identificación de los autores intelectuales de los crímenes, la JEP le advierte al consejero Archila que él es quien debe velar por la implementación del Plan Estratégico de Seguridad y Protección. Al ministro de Defensa le pide que apoye a la Fiscalía para que avance en las investigaciones en las zonas donde no se le ha permitido trabajar porque son de alto riesgo. A la Defensoría del Pueblo le solicita que fortalezca el Sistema de Alertas Tempranas. Al Ministerio del Interior le exige que responda rápidamente a esas alertas. Y al comisionado Ceballos le da 15 días para que envíe a la JEP los lineamientos y el plan de acción de la política pública en materia de desmantelamiento de organizaciones criminales.

Es a ese funcionario al que la JEP le dirige su más fuerte llamado de atención, pues, en su condición de secretario técnico de la Comisión Nacional de Garantías de Seguridad, Ceballos es uno de los mayores responsables por la demora en la adopción de la política pública para el desmantelamiento de las organizaciones criminales pactada en el Acuerdo de Paz.

“Resulta inexplicable e inaceptable que exista un retraso de más de dos años en la creación de lineamientos de política pública y criminal para el desmantelamiento de las organizaciones criminales, cuando es claro que todas las autoridades estatales están obligadas al cumplimiento del Acuerdo de Paz”, dice la JEP. Agrega, además, que en julio de 2020 ya le había ordenado al alto comisionado que remitiera los lineamientos y el plan de acción de esa política pública, y “ni siquiera con esta orden la Comisión Nacional de Garantías ha finalizado los lineamientos”.

Sin embargo, ese justo regaño de la JEP al alto comisionado de Paz se debería hacer extensivo al presidente de la República, pues es él quien debe presidir las reuniones de la Comisión Nacional de Garantías de Seguridad, que se deben realizar mensualmente, pero en realidad son muy pocas las que se han celebrado en este Gobierno.

¿Por qué? ¿Será que así de poco les importan los asesinatos de excombatientes y líderes sociales? Por eso, mientras el Gobierno decide actuar, por favor, que la JEP lo siga regañando.

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PATRICIA LARA SALIVE

febrero 25 de 2021

Y si hubiera sido Tomás?

Expresidente Uribe:

En el 2008, su hijo Tomás y Fair Leonardo Porras Bernal tenían 26 años. Pero mientras Tomás era un empresario precoz y exitoso, hijo del presidente de la República, Fair Leonardo era un joven discapacitado, con dificultades de movilidad en la pierna y el brazo derechos, que también padecía un retardo mental, a pesar de lo cual hacía mandados en su barrio de Soacha y, con lo que ganaba, a diario le llevaba de regalo una rosa a su madre. En enero del 2008, mientras Tomás hacía crecer sus negocios, Fair Leonardo era engañado por alguien a quien le pagaron $200.000 para que lo llevara a Ocaña, donde miembros del Ejército le cambiaron la ropa, lo asesinaron, le pusieron un arma nueve milímetros en la mano derecha, fotografiaron el cadáver, escribieron en el informe que era jefe de un grupo narcoterrorista y lo arrojaron a una fosa común.

Después de buscarlo sin descanso durante ocho meses en hospitales, morgues, calles, Fiscalía y Medicina Legal, a su madre, Luz Marina Bernal, la llamaron de esa institución a la que había acudido semanalmente a preguntar por su hijo, para que identificara nombres de un listado. El primero que escuchó fue el de Fair Leonardo.

“¡Es mi hijo!”, exclamó.

Cuando dio el número de su cédula, apareció en el computador de la funcionaria el rostro de su muchacho, desfigurado por dos impactos de bala: uno le había desprendido la mandíbula y otro le había destruido casi media cara.

Días después, Luz Marina, su marido y su hijo mayor fueron a Ocaña y asistieron a la exhumación no solo de Fair Leonardo, sino de otros jóvenes que habían corrido la misma suerte. Estando en ello, según dijo Luz Marina en el testimonio que publiqué en la última edición de Las mujeres en la guerra, 24 militares interrumpieron para pedir información. “Somos una delegación enviada por el señor presidente, Álvaro Uribe Vélez”, dijeron.

Tres semanas más tarde, expresidente Uribe, cuando estalló el escándalo de los falsos positivos, usted dijo que los jóvenes de Soacha no habían ido precisamente a coger café, sino que tenían propósitos delincuenciales.

Y ahora, cuando la Jurisdicción Especial para la Paz afirmó que esos asesinatos, atroces crímenes de guerra sin antecedentes en la historia, no habían sido 2.248, como dijo la Fiscalía, sino mínimo 6.402, ocurridos en varias zonas del país y la inmensa mayoría en los seis primeros años de su gobierno, usted descalificó a la JEP y dijo que se trataba de una persecución en su contra.

No, expresidente. Como afirmó en un editorial el diario El País, de España, usted tiene que responder: se trata nada menos que de 6.402 jóvenes inocentes que fueron ultimados y disfrazados como guerrilleros por miembros del Ejército a los que su gobierno les pagó y les dio prebendas por mostrar resultados, es decir, por matar guerrilleros, pero estos muchachos no lo eran. Como tampoco lo era su hijo Tomás.

Una pregunta final, expresidente Uribe: ¿qué habría hecho usted si el que hubiera aparecido en la fosa común no hubiera sido Fair Leonardo sino Tomás? ¿No hubiera exigido que juzgaran a los responsables? ¿No hubiera agradecido que, por lo menos, el presidente de la República de entonces le hubiera ofrecido una disculpa?

Nota. Un lector se molestó porque en mi anterior columna describí a uno de los inquilinos tramposos mostrados por el programa Séptimo Día como un “inmigrante obeso”. Ofrezco disculpas.

 

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Patricia Lara Salive

Febrero 18 de 2021

El calvario de los arrendadores

Cuando el domingo vi en el programa Séptimo Día a la señora María Buitrago, en llanto, contando que un tal Renzo Guyún habitaba en su vivienda desde hacía más de un año sin que le pagara un solo peso de arriendo, me dije: “No estoy sola”. Luego, cuando en el mismo programa de TV vi a la señora Sandra Suárez (quien, por supuesto, no es la misma gerente de una revista que de un día para otro se convirtió en una vergüenza) reclamando con desesperación que su inquilino, César Vívenes, un inmigrante obeso con pinta de tinterillo, llevaba ocho meses viviendo gratis en su apartamento, concluí que el calvario que padezco es el mismo de muchísimos colombianos.​ 

Pues bien, mi caso se parece a los de doña María y doña Sandra, pero con algunas diferencias. Por una parte, sus arrendatarios, si bien no les pagaron, ya les liberaron sus viviendas; en cambio el mío, Luis Fernando Bermúdez Rivera —a quien, un año antes de que empezara la pandemia, le arrendé un apartamento que, con la idea de habitarlo un día, compré en Barranquilla, la tierra de mi madre—, vive en él desde hace dos años, ha pagado solamente un mes de arriendo y de administración, y ahí sigue fresco, cual lechuga. Pero, además, como si eso fuera poco, nuestra justicia santanderista ha actuado de una manera tan absurda que parece que se hubiera convertido en su cómplice. Después de que el pasado 4 de agosto el Juzgado 14 de Pequeñas Causas de Barranquilla profirió un auto en que dio por terminado el contrato de arriendo y ordenó que si Bermúdez no entregaba el inmueble voluntariamente se procediera a su lanzamiento, diez días después se echó para atrás y dejó sin efecto la sentencia. El argumento es que el inquilino había alegado que el contrato de arrendamiento de ese lindo apartamento —ubicado en un decimonoveno piso, con dos habitaciones, dos baños, sala-comedor y balcón con vista al río Magdalena, que él usufructúa gratis desde hace 22 meses— indica unos metros más de los que realmente tiene el inmueble, que por supuesto se arrendó como cuerpo cierto.

Aunque mi abogado hizo el alegato pertinente y en noviembre le solicitó al Juzgado que profiriera sentencia anticipada ordenando la restitución del inmueble, por cuanto la causal invocada era mora y el demandado no podía ser escuchado por el juez sin que el inquilino consignara los cánones adeudados, el juez no se ha pronunciado y Bermúdez continúa ahí, feliz, disfrutando de la vista al Magdalena, la piscina y demás comodidades del edificio, sin pagar un peso de arriendo ni de administración.

A propósito del tema que afecta a tantos arrendadores que padecen semejante calvario, la periodista de Séptimo Día entrevistó al ministro de Justicia, Wilson Ruiz. Y su respuesta fue que los jueces estaban desbordados de trabajo y no daban abasto. Pero en el caso que me incumbe el juez, después de proferir la única sentencia posible, retrocedió y se echó más trabajo encima, con lo cual benefició a un inquilino sinvergüenza. ¿Por qué?

***

Dijo un editorial de El Espectador que si la administración Duque dejara un poco “su resistencia a los procesos de paz y su animosidad hacia el presidente pasado, podría ver que Cuba es un aliado útil (…) y dejar de defender tesis extrañas sobre cómo operan los Estados”. ¿Pero qué puede esperarse de un presidente que tomó la pueril decisión de no mencionar por su nombre a su antecesor? ¿Creerá que así borra su existencia?

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

FEBRERO 11 DE 2021

Deslealtad y torpeza

Más tardó el embajador cubano, José Luis Ponce, en llegar a su casa luego de entregarle al vicecanciller, Francisco Echeverri, el memorando donde decía que en la Embajada habían recibido información sobre “un supuesto ataque militar del Frente Oriental de Guerra del Eln para los próximos días en Bogotá”, que la noticia en filtrarse a la prensa y el Gobierno en salir a demeritar el gesto de Cuba, en vez de agradecerlo.

En realidad, se trataba de una información que debía manejarse con cautela, de modo que los servicios de inteligencia colombianos pudieran hacer las averiguaciones del caso y prevenir el atentado, sin infundirles miedo a los bogotanos ni alertar a esa estructura del Eln. Pero no, el gobierno del presidente Iván Duque optó por revelarla de inmediato y, como ya es su costumbre, atacar a Cuba. También exigió que la isla incumpliera los protocolos firmados por solicitud del Estado colombiano, como país garante del proceso de paz con el Eln, y que extraditara a los miembros de la delegación de paz que están en La Habana, quienes, según le dijeron al gobierno cubano, desconocían esa información.

De inmediato, el ministro de Defensa, Diego Molano, salió a decir que ese no era un tema nuevo y que el Gobierno reiteraba su firme decisión “de desmantelar” el Eln como “único mecanismo para prevenir que siga con sus actos terroristas en diferentes regiones del país”. Eso estaría muy bien. Sin embargo, en lo que va de la administración Duque solamente hemos visto que han caído un par de cabecillas y que se desmovilizó un grupito, pero la guerra en los territorios continúa y la matazón y el sufrimiento de sus habitantes aumentan, mientras estos claman que, por favor, se reanude el proceso de paz con el Eln, pues cuando hay diálogos los matan menos.

Si bien el comisionado de Paz, Miguel Ceballos —quien más bien debería llamarse comisionado de Guerra—, reconoció el gesto de Cuba y dijo que ese país había cumplido con sus obligaciones como firmante de tratados sobre lucha contra el terrorismo, por otra parte, insistió en que la isla incumpliera sus compromisos internacionales y extraditara a los miembros de la delegación del Eln, cuya presencia ya le sabe a cacho al gobierno cubano.

Como si la contradicción fuera poca, el comisionado le añadió a su galimatías una burrada más: según él, si los guerrilleros del Eln que están en Cuba desconocían la información sobre los supuestos planes para realizar ataques terroristas en Bogotá, no se puede llevar a cabo un proceso de paz con dicho grupo porque eso demuestra que no tienen mando o están divididos.

Pero si es verdad que el Eln está fragmentado, ¿no sería mucho más sensato creer que al dialogar con ellos se debilitarían los sectores militaristas de esa organización? ¿No se dan cuenta el comisionado Ceballos y el presidente Duque de que si cierran sistemáticamente las puertas del diálogo lo que hacen es fortalecer el ala militarista del Eln, porque les envían el mensaje de que la única opción que tienen es la guerra? Si emprendieran una nueva negociación y al final constataran que podría pactarse la paz sólo con un sector de la guerrilla, ¿no sería eso mejor para Colombia y que disminuyera así el número de efectivos en armas?

Esas serían las preguntas que muy seguramente se haría un Gobierno que quisiera la paz, pero como no sabemos si este lo que quiere es la guerra...

 

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

Febrero 04 de 2021

El desafío del ministro de Defensa

El reto del nuevo ministro de Defensa, Diego Molano, es monumental. Recibe una cartera que, por omisión, es responsable de que el año pasado hubiera, según Naciones Unidas, 66 masacres con un saldo de 250 víctimas, la cifra más alta desde el 2011; que 120 líderes sociales fueran asesinados; que en el primer mes de este año llevemos siete masacres, 19 líderes sociales y cinco excombatientes acribillados, según Indepaz, y que desde la firma del Acuerdo de Paz vayan, según esa institución, 254 excombatientes asesinados.

Todo ello obedece, sin duda, a que el Estado no controla el territorio. De modo que la principal tarea del ministro Molano es diseñar y ejecutar una política de seguridad coherente con la que se logre ejercer control en todo el territorio, para que cesen los enfrentamientos entre las bandas armadas que luchan por ser el único poder en sus respectivas zonas. Para conseguir ese propósito se requiere, ante todo, entender el problema, es decir, estar convencidos de que la situación cambió. Ya no se trata de combatir una organización político-militar empeñada en tomarse el poder por las armas, sino de derrotar organizaciones mafiosas enquistadas en los poderes locales y, en muchos casos, apoyadas por sectores de ellos, las cuales, a veces, cuentan también con la complicidad de algunos miembros de la fuerza pública.

Además, el ministro Molano encuentra unas fuerzas armadas que han sido cuestionadas por actos de corrupción, el escándalo de las “chuzadas”, las denuncias de brutalidad policial, asesinatos como el del ex-Farc Dimar Torres, delitos sexuales y peleas internas, como la que ocasionó la salida del anterior director de la Policía.

Como si todo esto fuera poco, Molano llega a dirigir una institución profundamente dividida, cuya unidad es indispensable para conseguir el que debe ser su propósito principal: consolidar el monopolio de la fuerza, de manera que en todo el territorio reinen la paz y la seguridad ciudadana. Para obtener esa meta tan ambiciosa en el año y medio de gobierno que queda, el ministro tendría que ejercer un liderazgo contundente sobre las fuerzas armadas, que no lo tiene ni el presidente de la República.

En pocas palabras, lo que debe conseguir Molano es que terminen de depurarse las fuerzas armadas, que salgan de sus filas quienes hayan cometido delitos o abusos, que se recupere su credibilidad y que no acabe de fracasar la política de seguridad democrática en la era de Iván Duque, porque, paradójicamente, este gobierno uribista en lo que más ha fallado es en consolidar la principal bandera de su jefe.

¡Menuda tarea la que tiene por delante el ministro Molano!

***

La salida de Roberto Pombo de la dirección de El Tiempo es una mala noticia para el periodismo y para el país. Su profesionalismo, don de gentes y sentido del humor lograron llevar al periódico por una senda de equilibrio en momentos en que ocurrían grandes cambios internos: el tránsito del poder accionario de los Santos, una familia de periodistas, a Planeta, una empresa editorial, y finalmente a Luis Carlos Sarmiento, principal dueño de la banca en el país. Esperamos que quien reemplace a Roberto sea un periodista idóneo como él, que garantice la calidad y la credibilidad del periódico.

@patricialarasa

Patricia Lara Salive 

Enero 28 de 2021

Torpeza en política exterior repercute en vacunas

Luego de más de 52.000 muertos por COVID-19, el Gobierno por fin comunicó un cronograma de llegada de las vacunas. En febrero se esperan 850.000 dosis y entre abril y junio se completarían 17’441.800, que alcanzarían para inmunizar a los primeros dos grupos: el personal de salud y los mayores de 60 años. En el resto del año se completarían las vacunas para 29 millones de colombianos.

Por otra parte, el presidente ha dicho que a más tardar la semana entrante dirá cuándo llegarán las primeras dosis y cuándo se empezará a vacunar. Ojalá sea cierto. Sin embargo, en este tema fundamental han reinado el secreto y la confusión. Y hay una pregunta que ronda: ¿por qué, siendo Colombia la tercera economía de América Latina, hace semanas comenzaron a vacunar en Chile, México, Argentina, Brasil, Costa Rica, Ecuador y Panamá, pero aquí no?

Entre tanta opacidad, no es fácil responder esa pregunta. No obstante, vale la pena reproducir los comentarios que la experta Claudia Vaca hizo en el programa Sin corbata, del columnista Gabriel Cifuentes.

“Pfizer está jugando un juego duro”, y no solo tiene problemas de producción, sino que trata “de presionar al Gobierno con solicitudes que serían inaceptables”. Por ejemplo, dijo, se ha anunciado para la próxima semana la visita de un delegado de la Oficina del Representante de Comercio de EE. UU. (USTR) para hablar sobre una agenda de cambio de reglamentaciones locales, como el control de precios de medicamentos o la posibilidad de establecer una regulación para remedios nuevos muy costosos. “De pronto, lo que le están pidiendo al Gobierno sería ceder en estas materias”, dijo Vaca. Según ella, Pfizer les está haciendo esas mismas exigencias a otros países, “pero Colombia ha puesto un hermetismo peligroso”. Ese secretismo le permite al Gobierno dejarse manipular sin consecuencias o ceder a condiciones leoninas.

Ante el interrogante de por qué, si hay nueve vacunas en el mercado, no se negoció con otros, como los rusos, la experta explicó la razón por la cual Colombia eligió a la farmacéutica más agresiva y a las que no estaban listas, en lugar de unirse a Argentina y Brasil para acceder a otras vacunas. De acuerdo con Vaca, eso tiene que ver con la política internacional del Gobierno, que no está concentrada en la pandemia: “El problema de Venezuela o de la lucha contra las drogas desatiende el problema de salud pública más importante”, dijo.La salida hubiera sido “tener un portafolio más amplio, no solo Covax, de manera que se tuviera un plan B y se le pudiera decir, por ejemplo, a Pfizer: si no me entrega vacunas, me voy con Sputnik, o si no son transparentes me voy en bloque con China y Brasil”. Como Argentina tenía ese plan B, según ella, después de leer en el contrato de Pfizer cláusulas inaceptables, les dijo: “Muchas gracias, pero me voy con Sputnik. Y hoy ya tiene 400.000 dosis aplicadas, con una tecnología que aprobó la agencia sanitaria argentina y que es la misma que utiliza Oxford-AstraZeneca”.

Para la experta, Colombia hubiera podido hacer un bloque de países del sur y aliarse con Sudáfrica, India, Brasil y otros en el marco de Organización Mundial del Comercio, pero decidió irse sola en una negociación bilateral, en condiciones desiguales, que la tienen en el peor de los mundos, pues somos de los países más retrasados en la vacunación, a pesar de que esta hubiera podido anticiparse con otra estrategia.

¡Y todo es debido a la política exterior sin norte de este Gobierno!

 

 @patricialarasa

PATRICIA LARA 

ENERO  14 DE 2021

Pacho Santos, ¿embajador hasta cuándo?               

 

“¿Cuándo fue privatizada la libertad de expresión? Twitter y Facebook han tomado un peligroso camino”, escribió en inglés, en su cuenta de twitter, en protesta por el cierre de las cuentas del Presidente Trump, Pacho Santos, Embajador de Colombia en Washington, luego de que las turbas trumpistas, impulsadas por Trump, se tomaran el Capitolio, dejando un saldo de cinco muertos y más de noventa heridos.

Nuestro embajador emitió ese trino justo cuando el nuevo presidente, Joe Biden, dijo que “quien haya intervenido en la desinformación en las elecciones de E.U. enfrentará consecuencias” (recuérdense las acusaciones a Biden de ser “castrochavista”); cuando en los círculos demócratas se habla de que el Congreso investigará a los que intervinieron en las elecciones; y cuando se dice que Colombia ocupará uno de los primeros lugares en esa investigación.

Y si bien el embajador Santos, que es uno de los acusados de haber querido interferir durante la campaña para favorecer a Trump, borró el trino, el hecho de que lo haya puesto es no sólo una imprudencia, sino la prueba de que el Presidente Iván Duque tendría que enviar ya, como embajador en Washington, a alguien que pudiera reconstruir las maltrechas relaciones que, por más de que lo nieguen, tiene el gobierno de Duque con los demócratas quienes, a partir de la semana entrante, mandarán en E.U.

Pero no sólo fue Pacho Santos el que trinó para protestar porque las redes sociales censuraron a Trump. Lo hicieron igualmente senadores del partido de gobierno, encabezados por su jefe, Álvaro Uribe. Sin embargo ellos no protestaron por la toma violenta del Congreso por parte de los trumpistas. Esa doble moral del jefe de Duque y de su partido, poco le ayudan a su gobierno.

Ahora, otra cosa es el debate sobre las redes sociales y la libertad de expresión: así como en los medios tradicionales hay un director que responde por la veracidad de lo que se publica, en las redes cualquiera dice lo que le da la gana.

Claro que la posibilidad de que todos podamos expresarnos públicamente es un avance para la democracia. Pero ¿qué pasa si quien utiliza las redes es un loco que gobierna al país más poderoso del mundo, y cuyas mentiras, opiniones e incitaciones pueden llevar a la violencia y al delito?

Según The Washington Post, desde que se posesionó, el Presidente Trump ha dicho un promedio de 14,6 mentiras al día. Después de su derrota electoral, el promedio subió porque se dedicó a repetir, sin una sola prueba, que había habido fraude y que el ganador de las elecciones era él. Esa afirmación, repetida por Trump en las redes, puede poner a E.U al borde de la guerra civil. De manera que la decisión de clausurar sus cuentas, no puede ser más acertada.

Por otra parte, la traumática experiencia del gobierno de Trump, debería llevar a los parlamentos, empezando por el nuestro, a aprobar una ley que obligara a todos los candidatos presidenciales, antes de inscribir su candidatura, a someterse a una evaluación siquiátrica, para determinar si están mentalmente habilitados para ejercer el poder.

¡Cuántas tragedias nos hubiéramos ahorrado, y cuántas nos ahorraríamos, si esa ley existiera!

Conocí a Virgilio Barco: era un liberal de convicciones profundas, un demócrata. Él jamás, como presidente,  hubiera mandado a exterminar a un partido político. Su memoria no puede mancillarse cuando ya Barco, y quienes podían defenderlo, están muertos.

@patricialarasa

PATRICIA LARA 

ENERO  07 DE 2021

Cinco libros

Las vacaciones permiten leer los libros que el trajín de los oficios va dejando relegados en la pila de obras pendientes. Hoy quiero hablarles de cinco textos espléndidos que pude abordar:

El primero, Cartas a Antonia, del inolvidable Alfredo Molano Bravo, un libro lleno de ternura y sabiduría que él empezó a escribir casi desde el nacimiento del amor de su vida, su nieta Antonia Rodríguez Molano, y terminó diez días antes de su propia muerte, ocurrida el 31 de octubre de 2019, cuando ella tenía 13 años. En esas cartas, el autor se retrata de cuerpo entero: Alfredo Molano fue no solo un gran sociólogo y cronista que quiso profundamente a su país, estudió a fondo su historia, lo recorrió a pie y a caballo, se compenetró con su gente y con su sufrimiento, conoció la guerra y siempre trabajó para detenerla. También fue un ser humano de una honestidad a toda prueba, una conmovedora ternura y una inmensa capacidad de amar quien, a propósito de su nieta, confesó: “Morirme sería como dejarla sola atravesando un río (…) Me sentí culpable por el daño de haberla querido tanto”.

El segundo libro, Otro fin del mundo es posible, escrito por Alejandro Gaviria, exministro de Salud y actual rector de la Universidad de los Andes, es un texto muy interesante. Aunque se refiere al pensamiento de un filósofo y escritor (británico) como es Aldous Huxley, es fácil de leer y mantiene un sentido del suspenso. Popularizar la obra de un intelectual importante y complejo, aterrizar su pensamiento en Colombia y mostrar el absurdo manejo que se le ha dado al problema del narcotráfico y de las drogas son los méritos principales de este libro.

El tercero es la biografía que la periodista Ana Cristina Restrepo escribió sobre el maestro Carlos Gaviria, que tituló El hereje, para la cual investigó durante cerca de seis años. Se trata de una semblanza rigurosa, que retrata todas las facetas del personaje: desde la del jurista, el magistrado, el intelectual, el académico y el político, hasta la del ser humano que sufrió el trauma del suicidio de su padre y la del bohemio coqueto, amante del tango y de la poesía. Como bien lo dice la autora en el primer párrafo, el libro “es la historia de un hereje en tierra de mojigatos”. ¡Y cómo habrán brincado los mojigatos con esta gran biografía del maestro!

El cuarto es Río Muerto, la última novela de ese gran escritor que es Ricardo Silva Romero, un libro indispensable donde se aborda el tema de la violencia sin fin que hemos vivido en este país. Una violencia de facetas extremas, como la muestra el autor de este texto cuyo protagonista, Salomón Palacios, un mudo buena persona, es asesinado porque sí, como asesinan a la mayoría de los muertos en esta tierra inverosímil donde, como dice Silva y como ocurre tantas veces, “los vecinos les hacen café a los asesinos”.

Y el quinto libro es El fin del océano Pacífico, la última novela de Tomás González, autor de La luz difícil, obra inigualable de este escritor perfeccionista y tímido, que cada vez nos sorprende con textos extraordinarios como este, donde retrata, en medio de la exuberancia y la belleza del Pacífico chocoano, a unos personajes complejos y aborda de manera profunda la proximidad de la muerte.

Son, pues, cinco libros. Vale la pena no dejar de leer.

@patricialarasa

PATRICIA LARA 

DICIEMBRE 17 DE 2020

Una obra imperdible

 

Ahora, cuando uno se pregunta qué regalar y qué regalarse de Navidad, encuentro una obra monumental, espléndida, escrita por la artista e investigadora Beatriz González, y editada por Villegas Editores: Historia de la caricatura en Colombia, que en tres tomos que suman 1.049 páginas retrata nuestra realidad, desde la Independencia hasta la era de Iván Duque, a través del dibujo artístico y lleno de humor de los más brillantes caricaturistas. “Es la historia de Colombia contada por la oposición”, como dice Benjamín Villegas, ese quijote de los libros que, desde hace 47 años, ha mantenido una editorial que ha publicado cerca de 600 obras, 300 de gran formato, de las cuales más de 200 han ganado, por su calidad, premios internacionales.

Historia de la caricatura en Colombia comenzó a ser elaborada hace 15 años, cuando González visitó a Villegas para indagar por su abuelo materno, el periodista Manuel José Jiménez, quien, en la primera mitad del siglo pasado, fue director y propietario de los semanarios Fantoches y Sal y Pimienta, donde las caricaturas ocupaban un espacio importante.

Villegas se enamoró del proyecto, durante tres lustros apoyó a González y, ahora, publicó esta obra, la cual, además de incluir los dibujos, da el contexto histórico en el que fueron hechos.

De manera que uno entiende por qué, en 1928, el maestro Ricardo Rendón, a raíz de la masacre de las bananeras, dibujó a Ignacio Rengifo, ministro de Guerra de Miguel Abadía Méndez, como una gran calavera que llevaba terciados un revólver, un machete, una daga y una botella, y sobre su frente tenía dibujado el símbolo del aborrecido Partido Comunista. Por qué, en 1949, Adolfo Samper pintó otra caricatura, La danza macabra, en la que un director de orquesta, cuyo sacoleva tenía un letrero que decía: “Directorio Conservador”, conducía una agrupación de calaveras que llevaban espadas con la leyenda “chulavitas”. Por qué una portada de la primera revista Semana, en 1946, traía un dibujo hecho por Jorge Franklin del presidente Ospina Pérez, con el signo pesos al fondo y una frase que decía: “Distribución equitativa del descontento”. Por qué Antonio Caballero, en 1978, pintó a Alberto Santofimio vestido a rayas, junto a una leyenda que rezaba: “Cárcel que no mata engorda”. Por qué Osuna, en 1988, dibujó una jirafa que miraba para los lados y decía: “No me imaginé que hubiera tanto laboratorio por ahí”, mientras que un rinoceronte casi la embestía y afirmaba: “Bueno, yo sí me había dado cuenta”. O por qué Matador, en el 2017, tituló una caricatura: “Lobo con piel de Duque”, y en ella un marrano con los rasgos del candidato, acaballado sobre un lobo feroz, se disponía a bajar una cuesta en la que una flecha indicaba: 2018.

De modo que esta obra, que trae además textos de Daniel Samper Pizano, Eduardo Arias y Juan David Giraldo, es no solo indispensable e interesante, sino entretenida. Es decir que puede convertirse en la mejor compañía para estas vacaciones en confinamiento.

Y a propósito de la Navidad, les regalo, queridos lectores, esta canción de Marta Gómez, Para la guerra nada, interpretada por la Orquesta Filarmónica de Medellín y cantada no solo por Marta, sino también por un grupo de colombianos refugiados en Canadá y por el Coro Reconciliación, integrado por víctimas del conflicto y excombatientes de las Farc, del Eln y de las Autodefensas. Porque en la música se hace posible la paz: https://youtu.be/sKb34myhS30.

¡Feliz Navidad!

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PATRICIA LARA 

DICIEMBRE 10 DE 2020

 

Al oído de Fajardo y de Petro

Ahora que está de moda el extremo centro y, ¡oh, sorpresa!, se declaran de esa corriente tanto el presidente Iván Duque como el periodista Enrique Santos Calderón, recuerdo al expresidente Carlos Lleras Restrepo cuando insistía en que el Partido Liberal no era un partido de centro y menos de extremo centro, sino “una coalición de matices de izquierda” (incluso así se definía en sus estatutos). En efecto, en el viejo Partido Liberal cabían desde Luis Carlos Galán, un liberal de centro, hasta Apolinar Díaz Callejas, un liberal de izquierda radical. Pero luego se desdibujaron los viejos partidos Liberal y Conservador y comenzaron a surgir otros. Y a ellos se sumaron las subdivisiones y los movimientos por firmas.

Ahora tenemos un montón de partidos y movimientos, pero en el fondo lo que hay es una montonera de políticos que aspiran a ser presidentes de la República. Entre ellos están los que conforman los matices de derecha, que el expresidente Álvaro Uribe sabrá cohesionar para que lleguen a la primera vuelta con un solo candidato: el que diga él. Están los de izquierda que, aprovechando las elecciones parlamentarias, concurrirán en marzo del 2022 a una consulta que ganará Gustavo Petro. Y, finalmente, está la aglomeración de los aspirantes del centro, que también planean competir en una consulta en marzo. Tal vez la ganará Sergio Fajardo, quien, como algunos del centro, ha dicho que jamás hará una alianza con Gustavo Petro. En cambio, a los que conforman los matices de derecha nunca se les oye decir que jamás harán una alianza, por ejemplo, con María Fernanda Cabal.

Es un error muy grave el que comete el centro, sobre todo porque estamos en un momento crucial, pues si la derecha extrema gana en el 2022, como ganó en el 2018, el proceso de paz se acabará definitivamente, el país terminará de incendiarse de violencia y el autoritarismo arrasará con casi todas las libertades. De manera que los del centro deben ser conscientes de su responsabilidad histórica y abrirle la puerta a una alianza con los diversos matices de la izquierda, para que en la primera vuelta lleguen unidos en torno a un candidato y a un programa. ¿O acaso creen que, en el 2014, Juan Manuel Santos hubiera podido derrotar a la derecha si no lo hubiera apoyado la izquierda en la segunda vuelta?

Petro, especialmente y por su parte, también debe ser consciente de su responsabilidad histórica y abonar el terreno para que se dé esa posible alianza, para lo cual, ante todo, no solo debe dejar ya de atacar e insultar a Fajardo y a la alcaldesa Claudia López, sino además disculparse públicamente con ellos.

De manera, pues, señores Sergio Fajardo, Gustavo Petro y compañía, que les llegó la hora de la grandeza. ¿No sería mucho más sensato que el centro y la izquierda acordaran que el sector cuyos candidatos sumados obtuvieran más votos en las consultas de marzo pusiera el candidato presidencial y, luego, se hiciera un acuerdo programático entre ambas corrientes (por el estilo del que se ha hecho en España) para que llegaran juntos a la primera vuelta?

Así el progresismo sería imbatible y el próximo presidente, seguramente, pertenecería al centro, pues el centro es mayoría en el país. Además, se elegiría en la primera vuelta.

¿Por qué no entran en razón, señores? ¿Por qué se empeñan en hacerle correr a Colombia semejante riesgo?

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PATRICIA LARA 

DICIEMBRE 03 DE 2020

La traición de Néstor Humberto

Si la paz con las Farc “resistió las mentiras y entrampamientos de Néstor Humberto y la DEA, aparentemente resiste todo (...) Hay que llegar al fondo de este sórdido asunto”, dijo el expresidente Juan Manuel Santos sobre quien fuera el fiscal general ternado por él, Néstor Humberto Martínez. (¡Aunque bien valdría la pena averiguar si el jefe de NHM era entonces el expresidente Álvaro Uribe, obsesionado con acabar el proceso de paz, a lo cual él se dedicó a ayudarle!).
Es muy grave que Santos diga que el fiscal general de entonces mintió, mejor dicho, que es un mentiroso; que entrampó la paz e hizo lo posible por tirarse el proceso, a tal punto que le puso cáscaras de plátano a Santrich para que se resbalara en el narcotráfico, o permitió que la DEA se las pusiera; y que “hay que llegar al fondo de este sórdido asunto”, es decir, que no descansará hasta que se descubra cuál es la verdad de semejantes marrullas antipaz hechas por el binomio NHM-DEA, porque, como me dijo una fuente muy conocedora, “la DEA no se mete en una operación de esas sin tener una solicitud de asistencia judicial”. En otras palabras, no puede ser cierto que NHM no supiera lo que estaba ocurriendo, como le dijo a María Jimena Duzán en una entrevista, a quien además maltrató de manera inaceptable, y como lo había afirmado en otra entrevista con Yolanda Ruiz, realizada en mayo del 2019. Así que el exfiscal no ha hecho más que contradecirse y enredarlo todo.

Pero sí hay una cosa que no pudo enredar ni negarle a María Jimena: que él le ocultó al presidente Santos lo que estaba pasando, o sea que lo traicionó de manera imperdonable. ¿Y cuál era el propósito? No podía ser otro que darle jaque mate a su legado: el proceso de paz.

Por eso Santos, aunque no es un hombre de grandes pasiones y, como dice su señora Tutina, no le corre sangre sino agua aromática por las venas, tiene que estar muy dolido con NHM. Porque es inaudito que desde el 1° de noviembre del 2017, cuando se produjo “la famosa transacción de los cinco kilos de coca”, como el exfiscal lo afirmó, él le hubiera ocultado el hecho al presidente, y que incluso hubiera guardado silencio sobre ese punto el 8 de abril de 2018, cuando estuvo en la casa privada hasta cerca de las diez de la noche hablando con Santos sobre otros temas, para llamarlo a las seis de la mañana del día siguiente y decirle que tenía algo muy urgente que contarle.
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“Ahora estoy haciendo ejercicio. ¿Tiene que ser ya?”, le preguntó el presidente.

“Sí, es muy urgente”, le respondió NHM, quien en minutos llegó a la Casa de Nariño con el cuento de que estaba en proceso una operación para capturar a Santrich con fines de extradición. Y cuando Santos le reclamó por qué no le había contado la noche anterior, NHM salió con disculpas, al igual que lo hizo el embajador estadounidense de la época, Kevin Whitaker.

Además, con el caso Santrich NHM se voló los procedimientos regulares: normalmente, las solicitudes de extradición se tramitan vía Cancillería y esta le informa al presidente; sin embargo, en este caso, los estadounidenses le pasaron la circular roja a la Fiscalía para que detuviera a Santrich, a espaldas de la canciller y del presidente.

Definitivamente, además de las otras zancadillas de NHM al proceso de paz, que darían para otra columna, algo muy sórdido se tejió tras este episodio. Ya será el gobierno Biden el que ayude a descubrirlo...


@patricialarasa

 

PATRICIA LARA 

NOVIEMBRE 26 DE 2020

Lo que no esperábamos es que un gobierno del Centro Democrático fuera a hacer las cosas tan mal en materia de seguridad”, manifestó, a los cuatro años de la firma del Acuerdo de Paz, Sergio Jaramillo, exmiembro del equipo negociador del gobierno Santos con las Farc.

Si se piensa en lo que pasa en los territorios —y si se compara esa situación con lo que ocurre en la esquina de la calle 94 con carrera séptima de Bogotá, donde los ladrones, sin temor alguno, atracan sistemáticamente—, se concluye que Sergio Jaramillo tiene toda la razón. Según la Fundación Ideas para la Paz, las masacres casi se han cuadruplicado; las acciones de grupos armados distintos de las Farc —que ya no existen— han aumentado en un 65 %; los homicidios se han incrementado en un 39 %; los asesinatos de líderes sociales han pasado de 82, antes de la firma del Acuerdo, a 128 en el último año; los homicidios de excombatientes de las Farc alcanzaron en el 2019 la cifra récord de 78, y este año ya van en 18.

Es que, según Jaramillo, si bien el proceso de paz con las Farc se ha mantenido, entre otras razones, porque la política de reincorporación de Duque, dirigida por Emilio Archila, ha sido un éxito, “el derrumbe de la seguridad en las regiones” constituye “la mayor amenaza a la paz”. Ello se debe a que “algunas personas pueden comenzar, ante el riesgo, a titubear y preferir meterse bajo la sombrilla de alguna organización ilegal para protegerse de los asesinatos”.

Sin embargo, tan preocupante como lo anterior es su comentario sobre la pugna que hay en esas zonas por el control territorial: “La pregunta, más bien, es por qué el Estado ha sido tan ineficaz en su respuesta. ¿Cómo es posible que en el Cauca maten a un líder cada tres días y el Gobierno se comporte como un espectador parado en una esquina frente a un accidente de tránsito?”.
El mismo Jaramillo da la razón: “Primero”, dice, este “es un Gobierno que (…) no sabe leer la realidad. Actúan como si estuvieran enfrentando a las Farc (…), cuando la realidad es que la gran guerra militar en Colombia se acabó”. Ya lo que hay son “muchas pequeñas organizaciones ejerciendo otro tipo de control, más basado en asesinatos selectivos y plata. De ahí las masacres”.

Y agrega algo peor: hay una “ausencia total de lucha contra la corrupción en las propias filas (…). No es posible que se mueva la droga como se está moviendo (…) sin que haya mucha gente comprada dejando pasar. Eso funciona así, tristemente. Y la gente lo ve, lo que rompe la confianza en la protección de la fuerza pública. Si no limpian la casa por dentro, no hay nada que hacer”.

Eso es exactamente lo mismo que sucede en la calle 94 con carrera séptima: todos saben que ahí operan los ladrones, pero miran para el lado opuesto. Como preguntaba hace poco Julio Sánchez Cristo: ¿por qué no se sube a un árbol, ahí, un policía vestido de paisano y acaba con los robos?

Por la misma razón que en los territorios, en las narices de la fuerza pública, matan líderes sociales y excombatientes, procesan y transportan droga, y las retroexcavadoras amarillas y gigantescas explotan ilegalmente las minas sin que nadie “vea”.

Definitivamente, como dice Sergio Jaramillo, lo primero que hay que hacer es limpiar la casa…

Nota. Le envío un abrazo de felicitación a Jorge Cardona por su Premio Simón Bolívar a la Vida y Obra de un Periodista, ese gran editor general que le ha entregado buena parte de su vida a El Espectador.

¡Muy merecido!

www.patricialarasalive.com, @patricialarasa

PATRICIA LARA 

NOVIEMBRE 19 DE 2020

Carta a Alejandro Santo Domingo


Aun cuando a usted no lo conozco, hoy le repito lo que le dije en mi correo del 9 de julio: gracias por su decisión de mantener El Espectador. Entonces usted me respondió: “Seguiremos invirtiendo en El Espectador para que siga siendo un medio de alcance nacional, independiente, cuyo propósito es contribuir al fortalecimiento de las instituciones democráticas de Colombia”.

Es admirable que un empresario como usted tenga ese talante liberal, que le permite rendirle culto a la libertad de expresión y respetar la independencia de sus columnistas, su director y sus periodistas, así en ocasiones esta vaya contra los intereses de su grupo económico, como fue el caso de una vieja columna de Salomón Kalmanovitz. Nada ha hecho tambalear su convicción de que la misión de El Espectador es defender la libertad de expresión y la buena marcha de las instituciones. Y mucho menos lo intimidan las llamadas que a cada rato le hacen para protestar por informes del periódico o por el tan cacareado “riesgo del castrochavismo” que, de manera ridícula, hasta Trump llegó a esgrimir.

Es justamente ese talante liberal, que usted demuestra al permitir que El Espectador denuncie cualquier abuso de poder, el que lo hace tan digno de respeto y admiración.

Desafortunadamente, y eso es grave para nuestra democracia, otro medio escrito que antes era un referente en América Latina ha caído en manos de un empresario inmaduro, desequilibrado e ignorante, al que solo le interesa ganar dinero y hacerle venias al poder de turno para que lo invite a almorzar el fiscal hoy o el presidente mañana.

De modo que, una vez asesinada la verdadera revista Semana, solo queda El Espectador como medio escrito independiente.

Afortunadamente usted, Alejandro Santo Domingo, un historiador graduado de la Universidad de Harvard, ha sabido honrar la amistad que tuvieron su padre y Gabriel García Márquez, a quien, según la leyenda, él le prometió que nunca cerraría El Espectador, diario que cumplió 133 años de existencia y cuyo legado, desde su fundador, don Fidel Cano, usted ha sabido mantener.

Por todo ello estoy convencida de que, a pesar de la crisis económica desatada por la pandemia, El Espectador se mantendrá vivo, pues cuenta no solo con el apoyo de sus fieles lectores y el enorme respaldo económico que le dan usted y su grupo, sino con esa decisión política que usted tomó de apostarle a que en Colombia exista un periódico independiente. Uno que, de la mano de su director, Fidel Cano, se la juegue por mostrar la verdad desde sus distintos ángulos, contribuir a la paz y a la reconciliación que tanta falta le hacen al país, y dejar que columnistas representantes de todo el espectro político opinen sin limitación alguna.

Ese es el pluralismo que Colombia necesita. Gracias por permitirlo y estimularlo, así le ocasione pérdidas. Esa actitud suya enseña qué es tener principios y qué es defender la libertad de expresión. Es obvio que un día el periódico tendrá que cambiar y adaptarse a la nueva realidad de los medios. ¡Pero El Espectador no puede desaparecer! Colombia no merecería quedarse en manos de unos medios manipulados por dueños que carecen de eso que a usted le sobra: el talante liberal que estimula la convivencia pacífica y la construcción de un país donde quepamos todos...

 

Gracias, señor…

PATRICIA LARA 

NOV 12 DE 2020

Gracias, Felipe

Se acabó Semana. Es muy triste aceptarlo: llegó a su fin esa revista, la nuestra, la que reflejaba el pensamiento de un gran sector del país, el de las ideas liberales, el que esperaba que los medios fiscalizaran el poder y no se arrodillaran ante él.

Terminó ese sueño. No solo se acabó porque renunció su director, Ricardo Calderón. Lo fue solo por un mes, pero antes había sido director de investigaciones durante 20 años; se ganó, entre otros, dos de los principales premios de periodismo en el mundo —el Rey de España y el Maria Moors Cabot—; resistió toda clase de amenazas y sobrevivió a un atentado; publicó las más documentadas investigaciones, entre ellas la de las chuzadas, la del intento de resurrección de los falsos positivos por parte del anterior comandante del Ejército, la de corrupción en sus filas... en fin, informes que pusieron a temblar al poder.

Y no solo se acabó porque además renunció Alejandro Santos, también Premio Maria Moors Cabot, quien dirigió la revista de manera acertada durante 20 años. Y porque después renunciaron muchos redactores y se retiraron el irremplazable Antonio Caballero; la valiente María Jimena Duzán; el brillante caricaturista Vladdo; el director editorial, Rodrigo Pardo, y el editor general, Mauricio Sáenz, como antes había renunciado Daniel Samper Ospina. Y porque la gerente uribista había botado a Daniel Coronell, el mejor columnista del país, y a ese gran investigador que es Ariel Ávila. Se acabó, ante todo, porque se va Felipe López, ese genio del periodismo y de las relaciones que se lo inventó todo, ese psicólogo perspicaz capaz de captar el secreto más profundo que esconde cada personaje, llámese entrevistado, empleado o amigo.

Se va Felipe, el creador del equipo, el fundador y el sostenedor de ese sueño. Se retira Felipe, el alma de esa publicación y de esa empresa que durante 36 años sostuvo solo, primero aguantando las pérdidas en los tiempos iniciales y luego disfrutando las mieles de la bonanza. Pero hace menos de dos años, consciente de cómo la crisis de los medios, especialmente de los impresos, amenazaba con hacer desaparecer su revista —esa a la que le entregó su vida y, hasta el martes, le dedicó todo su tiempo, toda su inteligencia, que es asombrosa, y toda su energía—, encontró un socio al que le vendió la mitad de la empresa, con la condición de que no interviniera en la parte editorial de la revista y solo se ocupara del nuevo proyecto digital. Sin embargo, esos territorios sagrados fueron invadidos. La marca de la revista, algo tan sagrado, tan difícil de conservar, tan intangible pero tan importante, se fue deteriorando y llegó un día —el pasado martes— en que todo explotó y de Semana solo quedó el recuerdo.

Hoy me resta no más decirle a Felipe: ¡gracias! Gracias por haber construido ese emporio periodístico liberal, como lo fue su padre. Gracias por haberlo mantenido él solo durante 36 años. Y gracias por haber sabido renunciar a tiempo.

Nota. Ahora que ganó Biden la Presidencia de EE. UU., el presidente Duque tendrá que replantear su política interna, cual camaleón: ya no podrá seguir poniéndole zancadillas al proceso de paz, haciéndose el de la vista gorda con la parte de la implementación que no le gusta y aplicando solo la que le gusta; ya tendrá que priorizar el respeto a los derechos humanos; ya va a tener que deshacerse de su Juan Guaidó, porque lo probable es que Biden busque una salida negociada en Venezuela, en fin, ya va a tener que ver cómo cambia de piel sin que se le note tanto...

 @patricialarasa

PATRICIA LARA

OCT 22 DE 2020

Presidente en fuga

Que Duque no hubiera ido a Cali ni al Cauca a reunirse con los indígenas, y que hubiera viajado al Chocó a ocuparse del orden público (lo cual ha debido hacer hace muchos meses), justo cuando la minga llegaba a Bogotá para hablar con el presidente, primordialmente, del derecho de los indígenas a la vida porque los están matando en sus territorios, no es solo un acto de la mayor descortesía y una actitud que denota desprecio hacia ellos, sino la muestra de una peligrosa inseguridad.

Lo mismo ocurrió el año pasado: la minga estaba en la plaza de Condoto y el presidente se encontraba encerrado a 100 metros de distancia. Luego de unas horas se fue y no habló con la minga, dizque porque habían descubierto un plan para atentar contra su vida. ¡Nadie va a atentar contra Duque! Mucho menos los indígenas, que justo esta semana demostraron cómo se protesta de manera pacífica.

Algo parecido ocurrió con el comité del paro el año pasado: se reunió tres horas con él. Pero el Gobierno planteó que en los encuentros tenían que participar los entes de control, los gremios y los empresarios. El comité del paro no aceptó y se diluyó la posibilidad de concertación directa. A cambio, el presidente se inventó la tal conversación nacional, que no terminó en nada.

Y, al momento de escribir esta columna, parece que con este paro va a pasar lo mismo: el director del Departamento Administrativo de la Presidencia, Diego Molano, dijo que el presidente no pensaba reunirse con los organizadores del paro, y Julio Roberto Gómez, presidente de la Confederación General del Trabajo (CGT), aseguró que las protestas persistirán hasta que el presidente se “baje del pedestal”.

Pero mientras Duque continúa encaramado en su pedestal o, mejor, fugado o encerrado para ocultar su inseguridad, el malestar social crece y la ciudadanía siente que el país se desbarata.

¡Qué lejos están los tiempos de los grandes líderes! Es famoso, por ejemplo, ese episodio ocurrido en el gobierno de Carlos Lleras Restrepo, que bien relata Jaime Aponte, su secretario privado, en su libro Confidencias del poder: a raíz de un alza en el transporte, a comienzos de 1969, se preparaba un gran paro nacional que amenazaba con paralizar el país y tornarse violento. Entonces Lleras citó a las centrales obreras a una reunión para analizar las propuestas del Gobierno. Fueron dos días de discusiones casi ininterrumpidas. La última terminó a las seis de la mañana. Los asistentes salieron extenuados y convencidos de que había que desistir del movimiento. Meses después, Lleras nombró al sindicalista Antonio Díaz ministro de Comunicaciones. Pero esos eran otros tiempos. Y otros líderes…

Nota. El martes asesinaron a dos dirigentes de Colombia Humana: Eduardo Alarcón, exconcejal en Huila, y Gustavo Herrera, gerente de la campaña presidencial en el Cauca. Y el domingo acribillaron en La Uribe, Meta, a Jesús Monroy Ayala, líder ex-Farc conocido como Albeiro Suárez, quien dirigía el proceso de reincorporación en el departamento. Él es el excombatiente número 234 asesinado después de la firma del Acuerdo de Paz. ¡Tres dirigentes políticos de oposición baleados en tres días!

Presidente, por favor, detenga la matazón. No puede seguir con el cuento de que va a hacer y va a tornar, y se va a reunir y va a investigar. No más palabras huecas. Se requiere que muestre resultados ya.

 @patricialarasa

PATRICIA LARA

OCT 15 DE 2020

Llegó la hora de las verdades

Ya sabemos que Tirofijo y el antiguo Secretariado de las Farc son los responsables de los atroces asesinatos de Álvaro Gómez Hurtado, Jesús Antonio Bejarano, el general Fernando Landazábal, el parlamentario Pablo Emilio Guarín y los disidentes de las Farc Hernando Pizarro y José Fedor Rey.

Pero aún nos falta saber quiénes ordenaron matar a los candidatos presidenciales Jaime Pardo Leal, Carlos Pizarro y Bernardo Jaramillo. Quiénes, dentro del Estado y la clase política, fueron cómplices de los magnicidios del candidato Luis Carlos Galán; del ministro de Justicia Rodrigo Lara; del periodista y humorista Jaime Garzón; del director de El Espectador Guillermo Cano; del periodista Jorge Enrique Pulido; del senador Jorge Cristo; del defensor de derechos humanos Héctor Abad Gómez; de los parlamentarios de la Unión Patriótica Leonardo Posada, Pedro Nel Jiménez, Pedro Luis Valencia, Manuel Cepeda, Jairo Bedoya y Octavio Sarmiento; del líder José Antequera; del abogado José Eduardo Umaña y de quién sabe cuántos más que se me escapan de la memoria. Muertos a los cuales hay que sumarles los miles de asesinados en masacres inenarrables, todo ello ocurrido en esos años 80, 90 y la primera década de este siglo, que constituyen una pesadilla macabra a la que no podemos regresar.

En esa lista entra el asesinato del líder Jorge Eliécer Gaitán, que fue la chispa que encendió la guerra y cuyos autores intelectuales se desconocen aún, 72 años después de ocurrido, todo lo cual no solo demuestra el fracaso de la justicia ordinaria en este país de leyes, sino la imperiosa necesidad que tenemos de cambiar de ruta para no seguir ahogados en el fracaso.

Esa nueva ruta no es otra que consolidar la JEP y la Comisión de la Verdad, las cuales —a diferencia de la justicia ordinaria, donde los pleitos, si es que se resuelven, duran hasta 20 o 30 años— ya han comenzado a dar frutos, como se ha visto en la carta del antiguo Secretariado de las Farc donde asumen la responsabilidad por los secuestros y se avergüenzan de ellos, en el reconocimiento que hicieron de los crímenes mencionados arriba y en avances logrados en los procesos de falsos positivos y reclutamiento de menores de edad.

Pero aún falta mucho. Y lo que más falta, aun cuando suene extraño decirlo, es que a los otros actores del conflicto, los paramilitares, les permitan decir la verdad. Empezando por Salvatore Mancuso, responsable de tantos asesinatos y guardián de tantos secretos, que quiere hablar ante la JEP y la Comisión de la Verdad, como se lo dijo en una carta a Álvaro Leyva. Solo pide a cambio que haya garantías de seguridad para él y su familia. Y parece que Jorge 40 y otros también quieren hacerlo.

Es un deber del presidente Duque propiciar que los paramilitares también digan la verdad. Porque este país, más que justicia, lo que necesita es verdad, para que sepamos cuáles fueron los caminos que nos llevaron a esa guerra absurda y entender qué debemos hacer para no repetirla.

Por eso es muy importante impulsar el Movimiento por la Verdad que plantea Álvaro Leyva. Porque todos los actores del conflicto deben decir la verdad, así sea tan dura y dolorosa como la dicha por los autores del asesinato de Álvaro Gómez.

Decir las distintas verdades, escucharlas y asimilarlas es el único camino que tenemos para superar el conflicto. Después de hacerlo, nos sentiremos livianos. Después de saberlas, poco a poco, dejaremos de estar anclados en el odio… y en la guerra.

 @patricialarasa

PATRICIA LARA

OCT 08 DE 2020

Por qué creo que las Farc sí mataron a Álvaro Gómez

Somos los únicos responsables de su muerte, por favor, dejen de buscar el ahogado aguas arriba”, escribió Rodrigo Londoño, jefe del partido FARC, respecto al homicidio de Álvaro Gómez. Y el senador Julián Gallo (antes Carlos Antonio Lozada), exjefe de la red urbana, dijo que la orden de matarlo la recibió de su superior directo, el Mono Jojoy, y que él se la transmitió a “un comando de cuatro personas”. Es decir que Gallo afirmó ser el responsable del crimen.

No obstante, la familia de Álvaro Gómez, empeñada en acusar al expresidente Ernesto Samper y a su entonces ministro Horacio Serpa de ser los responsables, duda de la versión de los ex-Farc. Hasta el propio Samper, que insistía en una hipótesis que involucraba a militares en el magnicidio, se muestra sorprendido y, como es lógico, todos dicen que los ex-Farc tienen que probar ante la JEP que fueron ellos los autores del magnicidio.

Sin embargo, como dice un amigo mío, “lo único lógico es la verdad”. Entonces, examinemos las teorías:

¿Es lógico, como dicen los Gómez, que las críticas de Álvaro Gómez y sus editoriales en El Siglo tuvieran en jaque al gobierno de Samper y que, por ello, él y Serpa quisieran eliminarlo? No es lógico, primero, porque tres de los ministros de Samper eran alvaristas. Segundo, porque el gobierno tenía opositores de alto calibre, que aparecían en medios con mucha más audiencia que El Siglo. Y, tercero, porque Samper y Serpa pueden tener muchos defectos, pero no han sido ni serán asesinos.

¿Es lógica la teoría de Samper que apunta a que como Gómez se habría negado a participar en un golpe de Estado en su contra, algunos militares lo habrían matado porque, al estar informado del plan, si seguía vivo, quedaba un cabo suelto sobre la conspiración? No es lógico, porque Álvaro Gómez era el político más querido y admirado por los militares, y no es creíble que quisieran asesinar a su inspirador.

¿Es lógica la versión de los ex-Farc de que ellos mataron a Álvaro Gómez? Por una parte, no debe ser fácil, y más para un senador como Julián Gallo, declararse culpable de tan atroz crimen. Por otra parte, si se tiene en cuenta el móvil que dicen que hubo, esto es, el discurso de Gómez en el parlamento, que llevó al gobierno de Guillermo León Valencia a bombardear las que Gómez llamó “repúblicas independientes”, lo cual, según Gallo, “fue el detonante (de) una guerra de 50 años con cientos de miles de muertos y torturados de todos los bandos”; si se piensa que los ex-Farc perderían los beneficios y tendrían que pagar muchos años de cárcel si fueran falsas sus declaraciones ante la JEP; si se considera que los ex-Farc no tendrían razones para beneficiar a Samper, y si se tiene en cuenta el libro Cartas y documentos, de Manuel Marulanda Vélez (1993-1998), mencionado por el uribista José Obdulio Gaviria en dos columnas publicadas en El Tiempo en julio de 2012, donde hay varias referencias de Tirofijo al homicidio de Gómez Hurtado, entonces la hipótesis de que a Álvaro Gómez lo mataron las Farc suena como la más lógica.

Ahora, quedan varias preguntas: ¿por qué si José Obdulio, en una de sus columnas, citó esta frase de Tirofijo: “Lo de la muerte del señor de las ‘repúblicas independientes’ creo que podemos estudiar cuándo conviene hacerlo saber”, no denunció entonces a las Farc como autoras del magnicidio? ¿Por qué la Fiscalía del 2012 nunca investigó lo revelado por Gaviria? ¿Por qué lo callaron? ¿O no se enteraron?

Llegó la hora de que todos digan la verdad.

 @patricialarasa

PATRICIA LARA

OCT 02 DE 2020

El mundo no ha olvidado el Acuerdo de Paz

El apoyo internacional al Acuerdo de Paz es aún tan contundente, que al presidente Duque le queda muy mal seguir manteniendo una doble actitud al respecto.

Dicho apoyo fue evidente en la conferencia “El mundo exige paz”, organizada por Defendamos la Paz, donde participaron cuatro premios nobel, representantes de la ONU, la Unión Europea, los países garantes, los notables y delegados de Georgetown University y de los parlamentos de Alemania, España y EE. UU.

He aquí algunos extractos de sus palabras.

Premios nobel de Paz:

José Ramos-Horta, Timor Oriental: “Se cuán difícil es perdonar y reconciliarse con aquellos que asesinaron a nuestros hermanos, violaron a nuestras hermanas, torturaron a nuestros parientes, desaparecieron a nuestros hijos (…) Pero (…) cuanto más dure el conflicto, más profundas serán las cicatrices del alma y por lo tanto más difícil borrar las pesadillas, los recuerdos”.

Jimmy Carter, EE. UU.: “No existe mayor obligación tanto para un gobierno como para sus ciudadanos que cumplir la promesa de terminar con la violencia”.

Denis Mukwege, República Democrática del Congo: “La paz y la democracia corren peligro cuando se intimida y asesina a los que defienden los derechos de los demás”.

Juan Manuel Santos, Colombia: “La paz, por encima de los partidos”.

Unión Europea:

Eamon Gilmore, enviado especial para el proceso de paz: “El Acuerdo fue apenas el principio. Como ha ocurrido en otros procesos de paz, el verdadero trabajo comienza después de la firma”.

Naciones Unidas:

Carlos Ruiz Massieu, representante en Colombia del secretario general: “Desde la ONU insistimos en más y mejores mecanismos de prevención, protección y seguridad, muchos de ellos previstos en el Acuerdo de Paz (...) (Este) se firmó como una apuesta integral (…) en la que la interconexión de sus puntos es la que permitirá que el avance en el desarrollo rural consolide el proceso de reincorporación; que las víctimas, además de satisfacer sus derechos, puedan tener mejores oportunidades económicas o participen en política; o que la presencia integral del Estado sea la mejor estrategia para la no repetición”.

Los garantes:

José Luis Ponce, embajador de Cuba: “Mi gobierno (…) reitera su compromiso con la búsqueda de una solución a las interrumpidas negociaciones entre el Estado colombiano y el Eln”.

Dag Nagoda, ministro consejero de la Embajada de Noruega: “Los acuerdos representan una totalidad que hay que implementar integralmente (...) Hoy día, lo que más nos duele son los asesinatos de los líderes sociales y de los excombatientes (...) Como país garante, para Noruega, es insoportable que en el medio de la implementación de los acuerdos se sigue matando a quienes los firmaron (…) La producción de víctimas tiene que parar (...) En el fondo, de esto se trata la implementación del Acuerdo de Paz.”

Los notables:

Felipe González, España, sobre las disidencias: “Se trata de gente que traicionó su compromiso con la implementación, pero es una mínima parte. El 95 % sigue con el esfuerzo de paz y algunos lo han pagado con su vida”.

Pepe Mujica, Uruguay: “Este proceso tiene muchas dificultades (…) Es grandioso lo que se ha logrado y grandioso lo que queda por hacer (…) El narcotráfico no se va a arreglar solo con fumigaciones. Se tiene que enfrentar con alternativas y las alternativas son todo lo que dispuso el Acuerdo de La Habana sobre la tierra (…) No se puede tener la mezquindad de torpedearlo”.

 

 @patricialarasa

PATRICIA LARA

SEPT 25 DE 2020

Terquedad antidemocrática

No puede llegar en mejor momento el fallo de la Corte Suprema de Justicia en defensa de la protesta pacífica y en contra de los abusos (léanse asesinatos y golpizas), que la policía y el Esmad han cometido contra algunos manifestantes. Porque dos policías sometieron a punta de descargas eléctricas al abogado Javier Ordóñez y lo mataron a golpes en un CAI, en presencia de cinco policías más; y cerca de diez jóvenes murieron en la capital, seguramente por las balas perdidas disparadas a la loca por los policías en las protestas que ocurrieron a raíz de la rabia despertada en la población por el asesinato de Ordóñez. Y justo pocos días después de eso, el presidente Iván Duque no solo no se solidarizó de manera inmediata con las víctimas, sino que apoyó a la Policía y al ministro de Defensa: “Hemos visto hechos dolorosos el día de hoy —dijo—, pero hemos visto también la actitud gallarda, férrea, no solamente de los comandantes de la Policía, sino también del señor ministro de la Defensa”, etc. Como si no bastara semejante declaración hecha en medio del dolor de las víctimas y de la ira de buena parte del país, Duque salió en los noticieros disfrazado de policía, con lo cual avaló, de manera subliminal, los atropellos que estaban cometiendo. De manera que, en este momento, la sentencia de la Corte es un freno al Gobierno en su carrera hacia el recorte de las libertades y la restricción de la democracia.

Porque la Corte fue muy clara en que el Esmad debe suspender el uso de escopetas calibre 12, en que de parte de este y del Gobierno ha habido “sistemáticas agresiones” que amenazan el derecho a manifestarse, y en que el ministro de Defensa debe pedir perdón por los abusos cometidos en las protestas de noviembre del año pasado, cuando un policía asesinó al joven Dilan Cruz. Y eso que la Corte no analizó el asesinato de Ordóñez ni las muertes por balas perdidas ocurridas este mes.

Sin embargo, al cierre de esta columna, el Gobierno insistió en su odiosa y provocadora terquedad, pues en una declaración dada desde la Casa de Nariño por el ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, quien apareció acompañado por el director de la Policía, general Óscar Atehortúa, se anunció que el ministro no solo no va a pedir perdón, sino que el Gobierno le pedirá a la Corte Constitucional que revise el fallo de la Corte Suprema porque, según dice, el Esmad como institución no comete excesos, pues actúa con base en protocolos, sino que ocurren casos puntuales en los que sus miembros incumplen las normas.

O sea que siguen montados en el mismo cuento de las manzanas podridas, cuando es evidente que en la Policía hay, por lo menos, una falla grave en la selección de sus miembros, su formación y los principios que les inculcan.

Si el presidente Duque y su ministro de Defensa siguen diciéndose mentiras y ocultando el sol con las manos, el país va a explotar. Y ellos continuarán preguntándose por qué, si a sus ojos todo anda divinamente.

Nota. Los invito mañana sábado, entre 8:30 a.m. y 1 p.m., a la conferencia “El mundo exige paz”. Hablarán, entre otros, además de miembros del Gobierno y de los equipos negociadores, los presidentes de la JEP y de la Comisión de la Verdad y cuatro premios nobel de Paz, incluido Juan Manuel Santos, quien dialogará con los expresidentes Pepe Mujica y Felipe González. ¡No se la pierdan! Facebook Live, YouTube, @Defendamoslapaz y La Línea del Medio.

 @patricialarasa

PATRICIA LARA

SEPT 18 DE 2020

Íngrid y Pacho de Roux lograron el milagro

A los cuatro años de firmado el Acuerdo de Paz, por fin los dirigentes del partido FARC entendieron y, lo más importante, sintieron el inmenso dolor y el mal tan hondo que les causaron a sus víctimas y a la sociedad colombiana con el secuestro.

El milagro lo produjo la entrevista que, con su enorme profundidad espiritual, el padre Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad, le hizo a Íngrid Betancourt, quien duró seis años y medio secuestrada por las Farc, encadenada gran parte del tiempo, humillada y privada no solo de su libertad sino de su dignidad.

El choque que en la conciencia de los ex-Farc produjeron las profundas preguntas de Pacho de Roux y las brillantes, humanas y filosóficas respuestas de Íngrid se constata en la declaración que emitieron sus dirigentes una vez vieron la entrevista, pues en ese texto, por primera vez, llaman las cosas por su nombre y no justifican el secuestro con la disculpa de que era un arma de la guerra.

Así como hace poco escribí una dura columna en la que criticaba la renuencia de los ex-Farc a reconocer el reclutamiento de menores de edad y los abusos sexuales cometidos por algunos, hoy destaco que en su declaración sobre el secuestro hicieron afirmaciones como estas:

“Estamos aquí para, desde lo más profundo de nuestro corazón, pedirles perdón público a todas nuestras víctimas de secuestro y a sus familias”.

“El secuestro solo dejó una profunda herida en el alma de los afectados e hirió de muerte nuestra legitimidad y credibilidad (…) Tuvimos que arrastrar ese lastre que hasta hoy pesa en la conciencia y en el corazón de (…) cada uno de nosotros”.

“Sentimos como una daga en el corazón la vergüenza que nos produce no haber escuchado el clamor de Andrés Felipe Pérez, quien murió esperando reencontrarse con su padre”.

Finalmente, los dirigentes del partido FARC se comprometen a “rendir cuentas ante la justicia” y a “invertir cada día del resto de (sus) vidas (en) recomponer el mapa de los desaparecidos y buscar sus restos para entregarlos a sus seres queridos”.

Ese lenguaje sin arrogancia y ese arrepentimiento son lo que el país espera en las declaraciones y actitudes de los ex-Farc. Pero aún les queda un largo camino por recorrer: aun cuando parece que ya algunos comenzaron a hacerlo, todavía deben reconocer y aceptar ante sí mismos, con igual arrepentimiento, el dolor y el mal tan grande que les causaron a tantos niños y niñas que, por una razón u otra, con una justificación u otra, ellos permitieron que se involucraran en la guerra. Reconocer esa verdad que tanto les cuesta, porque en muchos casos atenta contra sus propios principios, no les hace daño. Al contrario: los enaltece y los libera. Por eso vale la pena recordar lo que uno de los firmantes de la declaración le dijo a Pacho de Roux, según le contó él a Yamid Amat: “Siento que nosotros, los de las Farc, al firmar este documento nos hemos salido de una cárcel de alambre en la que nosotros mismos estábamos metidos. Estábamos encerrados en el pasado y hoy nos hemos abierto hacia el futuro con una enorme decisión”.

Por ello es importante reconocer el gesto de los dirigentes del partido FARC, impulsarlos a que sigan por ese camino, a ver si un día, por fin, las víctimas y el país consiguen perdonarlos. Y hay que darles las gracias por haber obrado el milagro a Íngrid Betancourt, a la Comisión de la Verdad y a Francisco de Roux, a quien el país no imagina aún cuánto tendrá que agradecerle en el futuro.

 

@patricialarasa

PATRICIA LARA

SEPT 11 DE 2020

Ojo a la propuesta de Santos

No podemos ser tan idiotas como para ignorar la propuesta hecha por el expresidente Juan Manuel Santos —tanto en su interesante libro, Un mensaje optimista para un mundo en crisis, como en las entrevistas que ha dado a propósito de la publicación del mismo— de abrir un diálogo constructivo con el expresidente Álvaro Uribe y con el presidente Iván Duque, con miras a lograr un gran acuerdo nacional sobre los temas claves del país. Este acuerdo sería apoyado por la oposición y por los partidos Liberal, de la U y Cambio Radical, y permitiría superar la polarización, condición indispensable para avanzar después de esta pandemia que ha hecho retroceder a Colombia 20 años en sus indicadores de pobreza y desempleo. Y, además, para atajar de nuevo la violencia, que en este año ha crecido de manera galopante por la inacción del Gobierno en la implementación del Acuerdo de Paz y por su falta de comprensión de las causas del problema.

La propuesta de Santos, por demás sencilla —si Uribe se despojara de su odio, y si Duque superara su inseguridad y dejara, por ejemplo, esa bobada de no mencionar por su nombre a Santos (único nobel colombiano vivo, además)—, consiste en encontrar comunes denominadores sobre temas como los siguientes: la reforma política, la reforma electoral y el primer punto del Acuerdo de Paz, que tiene que ver con el desarrollo rural, pues es en el campo donde están concentradas la violencia y la pobreza.

Dice el expresidente que lo anterior ambientaría la posibilidad de realizar acuerdos adicionales, por ejemplo, sobre una reforma tributaria progresiva que se va a necesitar, o sobre la necesidad de no basar el desarrollo, de ahora en adelante, en los combustibles fósiles, sino en lograr que este sea sostenible.

Santos insiste en que “si el presidente Duque quiere dejar un legado, tiene que unir al país”. Y eso es obvio. En su libro explica que la causa con la que puede lograrlo es la paz, esto es, el cumplimiento del Acuerdo, con lo cual, según lo ha repetido Duque, está comprometido.

Ese acuerdo, dice Santos, no solo tendría el respaldo de la inmensa mayoría de las vertientes políticas y de la comunidad internacional, sino que permitiría arreglar los problemas del campo y de los cultivos ilícitos, “generaría apoyo para una reforma política que abarque la justicia y el régimen electoral”, facilitaría “avanzar hacia un país más igualitario” y “sentaría las bases para una transición rápida y efectiva —muy necesaria— hacia una economía justa, verde y sostenible”.

Para conseguir semejante milagro, solo se necesitaría que los dos, Santos y Uribe, acompañados por Duque y ayudados por un buen terapista de pareja, se sentaran a dialogar…

¡Ojalá la Virgen de Chiquinquirá nos concediera el milagrito! Porque si no, el país seguiría por el despeñadero, en caída libre, como va…

A propósito del libro de Santos, cuya lectura recomiendo, vale la pena destacar que, en la mayor parte del texto, el autor actúa como periodista y entrevista a especialistas destacados en los diferentes temas, que le dan objetividad al libro: Ana María Ibáñez en pobreza, Salomón Kalmanovitz en economía, Moisés Wasserman en educación, Alejandro Gaviria en salud, Julio Carrizosa en medio ambiente y a Rodrigo Londoño le pregunta sobre la paz. Volver a encontrar al Santos periodista, para mí, es de las cosas más interesante de ese libro.

@patricialarasa

PATRICIA LARA

SEPT 04 DE 2020

Una pregunta para el fiscal Barbosa

La vieja y entrañable amistad que existe entre el presidente Iván Duque y el fiscal Francisco Barbosa se describe bien en el interesante libro Iván Duque. De frente y a fondo, de Diana Calderón. Allí, en una larga entrevista, la periodista logra que Duque se muestre como es, un personaje incoloro, lleno de lugares comunes, con nula capacidad de autocrítica, muy religioso (su oficina está llena de imágenes de la Virgen), apasionado desde niño por la política y los discursos, muy cercano a su padre, estudioso y amante del rock: “Escucho rock de todo tipo, aunque me gustan la salsa, los vallenatos, el pop, las rancheras, el tango”, dice. “En fin, soy un melómano empedernido y mis hijos me han enseñado a disfrutar mucho el reguetón”, agrega. (¡Melómano, pero, por lo visto, no se le ocurre oír a Beethoven, ni a Mozart, ni a Bach…).

Sobre la larga amistad entre el presidente y el fiscal general, Diana Calderón nos cuenta que, todos los días, a las 5:20 a.m., Duque recogía a Barbosa, a quien cariñosamente llama Pacho, para ir a la ahora famosa Universidad Sergio Arboleda, seleccionar un buen puesto y, en el camino, escuchar discursos de John F. Kennedy, Jorge Eliécer Gaitán, Alberto Lleras, Luis Carlos Galán y Alberto Santofimio. Pero no todo lo que oían era tan “intelectual”: “A veces le metíamos musiquita”, cuenta el presidente.

El libro revela, además, la idolatría que siente Duque por su jefe. Sobre él dice: “Para mí la definición de Álvaro Uribe es honorabilidad”.

Y sobre el proceso contra Uribe por soborno de testigos y fraude procesal, que cuando se escribió el libro estaba en la Corte Suprema, el presidente afirma: “Como colombiano siempre he creído que la presunción de inocencia parte de la base de poder defenderse en libertad, mucho más cuando se ha demostrado en vida su entrega al país, incluyendo sus dos gobiernos, donde Colombia recuperó su viabilidad institucional gracias a la Seguridad Democrática”. “Una medida de aseguramiento, en mi opinión, debe ser excepcional y para personas cuya criminalidad probada represente una amenaza a la justicia, a la sociedad. Me duele, y por eso invito a la reflexión”.

¿No sería mucho más conveniente para el país, para la credibilidad de la justicia y para usted mismo que se deshiciera de esa papa caliente y se declarara impedido?

Piénselo, doctor Barbosa.

@patricialarasa

PATRICIA LARA

AGOSTO 28 DE 2020

 

A Duque le quedó grande

Ahora que las masacres van en un ascenso vertiginoso, a pesar de que el presidente Duque niegue la evidencia, recuerdo el único encuentro que, sin yo buscarlo, tuve con Carlos Castaño, el temido jefe de los paramilitares y ordenador de la mayoría de las masacres que ocurrían en el país, las cuales sus colaboradores llamaban “objetivos militares múltiples”, así como Duque las denomina “homicidios colectivos”.

Sucedió a mediados de septiembre del 2002, cuando gobernaba Álvaro Uribe. Yo había viajado a Córdoba invitada por una antigua presa de las Autodefensas a quien había entrevistado para mi libro Las mujeres en la guerra, pues quería que me llevara a conversar con adolescentes paramilitares, ya que estaba investigando por qué los niños se iban a la guerra. Me acompañaban la actriz Carlota Llano y la fotógrafa Claudia Rubio. Cuando estaba realizando los reportajes en un hospital paramilitar localizado al frente de una escuela de Tierralta, me interrumpió mi anfitriona y me dijo: “Tenemos que irnos: el jefe quiere verla”.

Me dio pánico: años antes, yo había estado en varias listas de amenazados, seguramente elaboradas por él. Le pedí que me permitiera antes hacer una llamada. Me comuniqué con Carlos, mi compañero, le conté lo que iba a ocurrir y le dije:

“Si esta noche no he aparecido, ya sabes dónde estoy”.

Castaño nos recibió en la finca que tenía por la ruta hacia San Pedro de Urabá. Llevaba jeans y camisa Lacoste roja. Con él estaban su guardia personal y un coronel retirado de la Policía. Conversamos dos horas. Me reclamó por varios artículos que yo había escrito. Entre las muchas cosas que me dijo, afirmó:

Obviamente, hoy el fenómeno es distinto: sucede que después de la desmovilización de las Farc, que ejercían control en esas zonas, se creó en ellas un vacío de poder que no llenó el Estado, y entonces permitió que allí llegaran bandas que se disputan el control territorial de los negocios del narcotráfico y de la explotación del oro, el cual, con los altos precios que ha alcanzado, está a punto de desbancar al negocio de la coca.

Pero es curioso que donde ocurren la mayoría de masacres (Nariño, Cauca, Catatumbo) y donde más líderes sociales matan es donde hay más presencia militar y policial. ¿Entonces qué sucede? ¿Será que la fuerza pública vive divorciada de la población, aislada y encerrada en sus cuarteles? (Ahora recuerdo a un policía que en Cáceres, Bajo Cauca, me dijo el año pasado que a ellos ni siquiera les vendía arepas la señora del mercado). ¿O será que sí saben quiénes son y dónde están los jefes de las bandas en sus zonas, pero se hacen los locos, bien sea por miedo, porque sienten que no tienen garantías jurídicas o porque han sido sobornados? ¿O será que el Gobierno no ha diseñado una estrategia para combatir el fenómeno porque sencillamente no entiende lo que pasa en el país y se quedó en la película de que todo es culpa de “la Far”?
Yo no sé. Pero lo que es innegable es que Duque perdió el control, sencillamente no sabe en qué país vive y menos aún cómo es el país que debe gobernar.

Le quedó grande.

@patricialarasa

 

PATRICIA LARA

AGOSTO 14 DE 2020

 

AL OÍDO DEL PARTIDO FARC

Al partido FARC le llegó su hora de la verdad: ahora sí tendrán que comprobar su compromiso con ella. Porque la verdad que se les aproxima será la más difícil de aceptar desde su propia ética: se trata de la relacionada con el reclutamiento forzado de menores de edad, el cual, en ocasiones, estuvo ligado a delitos de abuso sexual, como figura también en el proceso. Y es la verdad más difícil porque para las Farc los delitos de secuestro y asesinato figuraban en sus códigos de guerra. En cambio, como lo han dicho varios de sus excomandantes, el abuso sexual estaba proscrito en sus leyes y la violación era castigada con el fusilamiento. Sin embargo existía, así no fuera de manera generalizada, porque se trataba de una guerrilla conformada en su mayoría por hombres machistas y armados, que obedecían a una estructura patriarcal, como valerosamente lo dijo la senadora Victoria Sandino. Tan ocurrían esos abusos, agregó ella, que en sus códigos existían esas penas.

Digo que se les aproxima la hora de la verdad más difícil porque, así lo nieguen, a pesar de las acciones de los abogados del partido FARC para dilatar ese proceso en la JEP, lo más seguro es que el próximo 18 de agosto, y hasta el de 4 septiembre, tengan que rendir en este caso su versión voluntaria los 37 comparecientes (36 hombres y una mujer). Afirmo que es lo más seguro, porque aún esta semana sus defensores continuaban haciendo peticiones que dilatarían el proceso. Por ejemplo, que las versiones individuales fueran recibidas presencialmente cuando, por la pandemia, deben recibirse de forma virtual. Y también han solicitado que las diligencias sean recibidas en forma colectiva y que no participen las víctimas en las versiones voluntarias, porque ello afectaría los derechos tanto de las víctimas como de los comparecientes.

En fin, como lo más seguro es que en la JEP rechacen sus argumentos, es indispensable que los 37 comparecientes, en soledad, se miren al espejo y acepten ante sí mismos, que es lo más difícil, su triste verdad. (No se trata de que se tenga que probar primero: eso ocurre en la justicia ordinaria, no en la transicional). Luego, deben aceptarla ante sus víctimas y pedirles perdón. Si lo hacen, no solo se quitarán de su conciencia y de sus hombros un peso enorme, sino que no perderán los beneficios concedidos por el Acuerdo de Paz, según los cuales serían sometidos —por ocho años— a sanciones restaurativas, que podrían ser, por ejemplo, encargarse de una fundación que prevenga el reclutamiento o emprender procesos productivos que beneficien a las víctimas, etc. Pero si no lo hacen, aumentaría el peso que llevan sobre sus hombros y su conciencia, y tendrían que pasar 20 años purgando su pena en una cárcel común.
Desde el punto de vista político, si ahora, cuando su mayor contradictor, el expresidente Álvaro Uribe, está en detención domiciliaria, los miembros del partido FARC confiesan la verdad y les piden perdón a las víctimas, impulsarían un cambio político de tal magnitud, que lograrían que el país pasara la página del conflicto con las Farc y, por ende, de la polarización, y que se abriera el camino para una profunda democratización política.
Además de ser la actual ministra de Justicia, Cabello pasó por la Corte Suprema de Justicia. La elección de Procurador ahora queda en terrenos del Congreso
Margarita Cabello es la candidata de Iván Duque para la Procuraduría
El expresidente anunció que ya había superado la enfermedad. Además, lanzó duros comentarios en contra de magistrados.
“No entiendo por qué la Corte no ha llamado al Tuso Sierra”: exagente de la CIA sobre caso Uribe
Pero si los miembros del partido FARC continúan haciéndole el quite a la verdad, terminarán por acabar con la JEP y con la Comisión de la Verdad, con lo cual romperían el eje del Acuerdo de Paz.

Es una tremenda responsabilidad la que van a enfrentar. Tanto con el país como con ellos mismos

 

@patricialarasa

PATRICIA LARA

AGOSTO 07 DE 2020

 

EL QUE LAS HACE SE LAS IMAGINA

 

La justicia es para los de ruana, dice el dicho. Sin embargo, la detención domiciliaria del expresidente Álvaro Uribe, dictada por unanimidad por la Sala de Instrucción de la Corte Suprema de Justicia, por los delitos de soborno y fraude procesal, parece contradecir ese adagio popular. Digo parece porque con esa decisión —basada, según afirmó la Sala en su comunicado, en abundantes pruebas que son parte de la reserva del sumario— se ha formado tal alboroto, que el Centro Democrático no se resigna y hará todo lo posible para deslegitimar la determinación de la Sala de Instrucción de la Corte, inventándose infundios tan absurdos como que se trata de una conspiración de la izquierda y del resultado de un pacto celebrado entre el gobierno de Santos y las Farc. Entonces, como en este caso no les conviene, no acatan la institucionalidad y salen con el absurdo de que van a promover la convocatoria de una constituyente para reformar la justicia, cuando, esta vez, lo único que sucedió fue que la justicia funcionó de acuerdo con la ley.

Pero miremos los hechos: en primer lugar, el proceso contra Uribe se produjo porque él demandó al senador Iván Cepeda por soborno de testigos a raíz de un debate que Cepeda le hizo en el Congreso. La Corte no encontró méritos, dictó auto inhibitorio y, en cambio, halló indicios de que quien podría estar sobornando testigos era Uribe contra Cepeda. Es lo que en psicoanálisis se llama proyección: que el que las hace se las imagina.

En segundo lugar, los magistrados de la Sala que dictaron la medida contra Uribe fueron elegidos por la Corte durante el gobierno del presidente Iván Duque y son funcionarios de trayectoria en la Rama Judicial. Nada que ver con Santos. El magistrado César Augusto Reyes, por ejemplo, ponente en este caso, es especialista en derecho penal de la Universidad Nacional; doctor en derecho de la Universidad de Buenos Aires; formado en EE. UU. y Puerto Rico en sistema acusatorio, juicio oral y metodología de la enseñanza; fue abogado litigante durante 30 años, profesor universitario por 22, defensor público por 13 y coordinador académico de barras de defensores públicos. Los otros cuatro magistrados tienen hojas de vida similares.
Ahora, que a la senadora Paloma Valencia le quepa en la cabeza que un hombre tan respetable como Humberto de la Calle hubiera podido pactar en La Habana que las Farc firmaran el Acuerdo de Paz a cambio de que Uribe fuera a prisión (¡que no es prisión, es El Ubérrimo o su casa de Rionegro!) es un disparate descomunal que sólo puede ocurrírsele a los fanáticos.
Un tema pendiente a dos años de la presidencia de Iván Duque es el tema del Eln, además no hay signos de resolución.
El presidente Duque y el Eln
El pasado martes, la Corte Suprema de Justicia dictó medida de aseguramienton en contra del expresidente quien es investigado por soborno y fraude procesal
Álvaro Uribe solicita a la Corte Suprema que todo su expediente sea público
El presidente se niega a borrar su mensaje sobre la Virgen y el Tribunal de Cali insiste en que lo haga. 
Polémica por trino de Duque sobre Virgen de Chiquinquirá llega a la Comisión de Acusación
Con este caso de Uribe no pasó nada especial. Como lo dijo un editorial de El Espectador, “la pregunta jurídica es sencilla, aunque el ruido del debate público quiera oscurecerla: ¿tuvo algo que ver el expresidente con el soborno al testigo Juan Guillermo Monsalve? Si la respuesta es afirmativa, el tribunal concluirá en una condena por fraude procesal. Si es negativa, el expresidente será absuelto. ¿Por qué tantos aspavientos frente a un proceso judicial apenas natural?”.

No obstruyan las instituciones, señores del Centro Democrático. Dejen que la justicia funcione.

*

Hoy se conmemora el centenario del nacimiento del gran Otto Morales Benítez, escritor prolífico, liberal de convicción, varias veces ministro, parlamentario, testigo de todas las violencias, ser humano como pocos, amigo de verdad. Cómo hacen de falta sus tertulias, sus opiniones inteligentes, su sonora carcajada…

 

@patricialarasa

PATRICIA LARA

JULIO 24 DE 2020

La propuesta de Humberto

En una columna titulada “Centroizquierda”, el excandidato Humberto de la Calle lanzó el domingo la única propuesta que podría impedir que el arca de Noé en la que navegan los divididos sectores de centro y de izquierda naufrague en las elecciones del 2022 y, con ellos, se hunda durante décadas la posibilidad de conseguir la paz completa.

En resumen, De la Calle plantea que, para las elecciones del 2022, se construya una coalición con un programa compartido, que aleje los riesgos de que Colombia caiga en los extremos. Humberto dice, primero, que los posibles integrantes de esa coalición de centro y de izquierda moderada señalen sus líneas rojas; esto es, sus puntos no negociables. Después, que fijen las metas concretas de un gobierno de coalición; es decir, que elaboren un programa conjunto, el cual no es tan difícil construir. Luego, que se comprometan ante la opinión a que el candidato, cualquiera que sea, gobernará con ese programa y lo ejecutará colectivamente con los miembros de la coalición. Y, finalmente, que determinen las reglas para elegir al candidato.

Esa propuesta es interesante porque permite morigerar el tema de los egos de los aspirantes, que es lo que de verdad torpedea las posibilidades de unión del espectro del centro y del centroizquierda. Lo que haría falta es que los precandidatos dieran el primer paso, el más difícil de todos, que consiste en que decidan si están dispuestos a pensar en el país antes que en sí mismos y a comprometerse a impulsar un programa común, así cada uno de ellos no sea el que resulte ungido como candidato único de ese sector mayoritario de la opinión.

Ahora lo urgente es diseñar la mecánica para poner a marchar la propuesta. Primero, podría conformarse una comisión en la que participaran algunos precandidatos o sus delegados y buscar a un experto facilitador, ojalá extranjero, que estaría presente en las reuniones. Sería estupendo, por ejemplo, que pudieran reunirse, inicialmente, Sergio Fajardo o un delegado suyo (como Iván Marulanda), De la Calle, Alejandro Gaviria, Camilo Romero, Juan Manuel Galán, Roy Barreras, Juan Fernando Cristo y Jorge Robledo, quienes determinarían a qué otros precandidatos invitarían a participar en la construcción del programa común: por ejemplo, Ángela María Robledo, Iván Cepeda, Carlos Amaya, Antonio Sanguino, Jorge Londoño, Clara López, Mauricio Cárdenas, Fernando Carrillo, en fin… Luego, todos elegirían una subcomisión que compaginaría las distintas propuestas programáticas. Una vez acordado el programa común, se discutiría cómo se escogería al candidato: si mediante consultas interpartidistas, rondas de encuestas, etc. En ese momento, los electores ya no escogerían entre las propuestas, porque todos tendrían el mismo programa, sino entre las condiciones de cada uno: su inteligencia, simpatía, confiabilidad, conocimiento de los temas, etc.

Es urgente trabajar en esa dirección. No se puede perder tiempo. De lo contrario Álvaro Uribe, con su gran habilidad política, encontraría la forma de hacer converger a los candidatos de extrema derecha (Paloma Valencia, Rafael Nieto, Paola Holguín, etc.) y a los de la derecha (Marta Lucía Ramírez, Álex Char, Federico Gutiérrez y demás), para derrotar, otra vez, a Gustavo Petro, quien sería el que pasaría a segunda vuelta si esa gran mayoría, compuesta por el centro y la izquierda moderada, no es capaz de presentarse con un solo candidato a la primera vuelta.

Así que apúrense.

@patricialarasa

PATRICIA LARA

JULIO 17 DE 2020 

¡Respeto para Francisco de Roux!

 

 

Los últimos ataques a la Comisión de la Verdad y a su presidente, el padre Francisco de Roux, revelan un plan para minar su credibilidad.


Primero fue el calumnioso trino de Juan Carlos Pinzón, exministro de Defensa, quien luego de haber sido parte de la construcción del Acuerdo de Paz, en la medida en que ocupó, durante siete años, cargos claves en los gobiernos de Santos —secretario general de la Presidencia, ministro de Defensa y embajador en Washington—, renunció para lanzar su candidatura presidencial y lo traicionó.

En ese trino, Pinzón afirmó nada menos que la “mayoría de los comisionados registran afinidad ideológica o nexos con grupos armados”, una calumnia que estigmatizó a sus miembros y que puso en peligro su vida. A propósito, vale la pena que Pinzón recuerde al presidente Alberto Lleras, cuando decía que un discurso en el parlamento equivale a 20.000 muertos en las veredas.

Y lo segundo fue la grosera petición de Edward Rodríguez, representante a la Cámara por el Centro Democrático, para que Francisco de Roux renuncie a la Presidencia de la Comisión de la Verdad. Miren el irrespetuoso tonito que utiliza: “Padre Francisco de Roux, si usted no puede con esto, apártese del cargo, pero necesitamos que le diga la verdad al país”.

En primer lugar, seguro el representante Rodríguez no sabe que la función principal de la Comisión de la Verdad es rendirle al país, al final de su mandato, en diciembre del 2021, un informe sobre lo que sucedió en el conflicto armado para que, una vez conocidos los hechos y sus razones, no los repitamos. De manera que mal pueden pedirle ahora resultados a la Comisión de la Verdad. Solo será a finales del año entrante, una vez rendido el informe, cuando se podrá evaluar su gestión.

Y, en segundo lugar, seguro el representante Rodríguez tampoco sabe que el padre De Roux es un hombre cultísimo, graduado en Filosofía y Letras y Economía, con una maestría de la London School of Economics y un doctorado en Economía de la Universidad La Sorbona, de París. Fue, además, Premio Nacional de Paz y jefe de los jesuitas en Colombia. De modo que sus credenciales académicas, su conocimiento del país y su inmensa calidad humana lo hacen el mejor presidente posible de la Comisión de la Verdad.

Así que más vale que Rodríguez compare su hoja de vida con la de Francisco de Roux y guarde silencio. Y más vale que Pinzón tenga en cuenta, como exministro de Defensa, la sangre que, por culpa de las estigmatizaciones, se ha derramado en Colombia y rectifique.

Notas. Felicitaciones a Ricardo Calderón, jefe de investigaciones de Semana, por su muy merecido y prestigioso premio Maria Moors Cabot. Gracias a sus investigaciones, se han destapado las “chuzadas”, la corrupción en sectores de las Fuerzas Armadas, etc. Ese, el de Ricardo, es el periodismo que Colombia necesita.

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PATRICIA LARA

JULIO 10 DE 2020 

Presidente, no desperdicie esta oportunidad de paz

Más tardaron el Consejo de Seguridad de la ONU, el papa y hasta el Eln en proponer un cese al fuego de tres meses por razones humanitarias, que el presidente, Iván Duque, en responder que no.

Esas salidas destempladas de Duque ante las pequeñas ventanas que se le abren a la paz completa son ya un leitmotiv de su retórica. Sin embargo, vale la pena recordar la cronología de los hechos e insistir en que tanto Duque como el Eln entren en razón.

El 1° de julio, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, por unanimidad, expidió una resolución en la que insta a un cese general e inmediato de las hostilidades en todas las situaciones, y “exhorta a todas las partes en los conflictos armados para que se comprometan inmediatamente en una pausa humanitaria duradera, durante al menos 90 días consecutivos, a fin de permitir la prestación de asistencia humanitaria en condiciones de seguridad, sin obstáculos y de forma sostenida”.

El 2 de julio, Carlos Ruiz Massieu, representante especial y jefe de la Misión de Verificación de la ONU en Colombia, expidió un comunicado en el que recuerda que el cese unilateral declarado por el Eln en abril, “junto con la ausencia de operaciones militares contra ese grupo por parte de la fuerza pública, resultó en la reducción de la violencia en algunas zonas del país y, por lo tanto, en un alivio en las condiciones de muchas poblaciones afectadas por el conflicto”, y agregó que “la resolución del Consejo de Seguridad brinda una nueva oportunidad para redoblar los esfuerzos en esta dirección”.

El 5 de julio, el papa calificó de “encomiable el llamamiento a una cesación del fuego, que permitiría la paz y la seguridad indispensables para prestar la asistencia humanitaria que se necesita con tanta urgencia”, y afirmó “que esta resolución del Consejo de Seguridad puede convertirse en un valiente primer paso para el futuro de paz”.


Colombia cuenta con 1.200 intensivistas que, antes de la emergencia, ya atendían 5.346 camas de 390 unidades de cuidados intensivos. Con la emergencia sanitaria, y la falta de personal calificado, se pusieron en marcha capacitaciones a otros especialistas para apoyar los servicios de cuidado crítico.
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El 7 de julio, el Comando Central del Eln, en respuesta a los llamados del Consejo de Seguridad de la ONU y del papa, le propuso a Duque “pactar un cese al fuego bilateral por 90 días” y agregó que en caso “de pactarse este cese bilateral, se crearía un clima de distensión humanitaria, favorable para reiniciar los diálogos de paz entre el Gobierno colombiano y el Eln”.

Pero horas después de expedido el comunicado, Duque respondió con un trino: “Nuestro Gobierno nunca dejará de cumplir el deber constitucional de enfrentar la criminalidad en todo el territorio. El Eln es un grupo terrorista que ha flagelado con barbarie el país por décadas. Colombia les exige que liberen a los secuestrados y pongan fin a sus actos criminales”.

Es decir, guerra y más guerra.

Ya es hora de que tanto el Eln como el presidente recapaciten: si bien es cierto que el primero ha empezado a recibir golpes contundentes del Ejército (la muerte, hace semanas, de un importante comandante de esa organización y la captura de varios responsables del atentado a la Escuela de Policía General Santander), también lo es que el Eln tiene una gran capacidad de hacerle daño al país y al Gobierno, y que, en los territorios, la gente clama porque se dé ese cese al fuego, para que los pocos recursos del Estado puedan dedicarse a controlar la pandemia.

De modo que a ambos les conviene dejar la terquedad y pactar ese cese al fuego humanitario y bilateral, que debería ser también un cese a las hostilidades, con lo cual el Eln tendría que dejar de secuestrar y reclutar menores.

Pero deberían pactarlo ya.

@patricialarasa

PATRICIA LARA

JULIO 03 DE 2020 

¿Manzanas podridas o sociedad podrida?

 

“¿Qué fallas hay en la cultura colombiana y en la educación que brinda el Ejército a sus miembros como para que por lo menos siete soldados participen en la violación de una niña de 12 años?”, preguntaba la semana pasada El Espectador en un editorial titulado “Dejemos de hablar de monstruos y vamos al fondo”, escrito a propósito de la violación de una niña embera chamí, ocurrida hace poco en Risaralda.

Y ahora, luego de conocida la revelación hecha por Ariel Ávila en su programa El Poder de Semana TV, sobre el caso de una indígena nukak de 15 años que en septiembre pasado, en Guaviare, habría sido secuestrada y violentada sexualmente durante cuatro días por “integrantes del Ejército que la llevaron al sitio del campamento” y, sin que le dieran “de comer ni de beber, luego la dejaron desnuda deambulando por la carretera”, según dice el informe elaborado por la Defensoría del Pueblo, El Espectador tendría que repetir su pregunta, pero con más contundencia: ¿qué aberraciones hay en nuestra sociedad y en la formación que el Ejército les da a sus miembros para que esos horrores sucedan?

Lo primero que hay que decir es que la violación denunciada por Ávila se suma a cuatro casos más de niñas indígenas presuntamente violadas por soldados en Guaviare. Los hechos los investigó la Defensoría del Pueblo debido a denuncias que la comunidad hizo sobre el comportamiento de soldados con niñas del resguardo de la comunidad nukak.
Los interesados podrán ser parte del programa ofrecido por APPS.CO, del Mintic. Mediante este recibirán asesorías personalizadas, herramientas digitales y talleres de relacionamiento virtual, entre otros beneficios.
Emprendedores tienen hasta el 10 de julio para inscribirse a asesorías virtuales y gratuitas
Francisco Barbosa confirmó que estuvo en San Andrés con su hija y una amiga cercana de ella, ambas menores de edad. Dijo que él cubrió los gastos del viaje y que está dispuesto a responder ante la Comisión de Acusación.


Tres respuestas que dio el fiscal Francisco Barbosa sobre su viaje a San Andrés
El exdelantero de Santa Fe fue diagnosticado hace unas semanas con COVID-19 y se encuentra hospitalizado y luchando contra el virus. Esta anécdota, de hace seis años, resume la personalidad del argentino campeón con el cuadro cardenal en 1975.
Juan Carlos Sarnari y una tarde de fútbol y asado
Por lo visto, es frecuente que las víctimas de violación sean niñas indígenas y que los violadores sean soldados. Ello no significa que paramilitares, guerrilleros y disidentes no lo sean también. Según le dijo a W Radio el líder embera Gerardo Jumí, “el abuso sexual contra mujeres indígenas es frecuente, pero es invisibilizado y silenciado”.

Es decir que en esta sociedad machista, patriarcal y racista, que desprecia a los indígenas, en el fondo no es tan mal visto violar a niñas indígenas… De ahí que los delitos sexuales contra ellas sean silenciados o minimizados, sobre todo si quienes los cometen son miembros del Ejército.

Si no fuera así, ¿cómo se explica que luego de diez meses de que la Fiscalía, la Policía, el Ejército y la Procuraduría conocieran la denuncia de la violación de la niña nukak, aún hoy repose en la Fiscalía Segunda de San José del Guaviare sin que se haya avanzado en la investigación y sin que hayan capturado a ninguno de los militares responsables de los hechos

¿Y cómo se explica que en el caso de la violación de la niña embera la Fiscalía haya procesado a sus autores solo por acceso carnal abusivo y no por secuestro y acceso carnal violento, y que los violadores se encuentren recluidos en el Batallón Pedro Nel Ospina de Bello, Antioquia, y no en una cárcel común, como si el delito que se les imputa hubiera sido propio del servicio?

Se equivocan quienes pretenden minimizar y silenciar estos hechos tan graves cometidos por miembros del Ejército; lo que las autoridades deben hacer es justamente lo contrario: denunciar a los responsables no solo ante la justicia, sino ante la opinión y destituirlos de manera pública y fulminante, de manera que se produzca un escarmiento y una sanción social que comience a cambiar los patrones culturales que conducen a que esos horrores sucedan.

Porque si bien es muy grave que cualquiera viole a un menor, lo es mucho más si la víctima es una indígena discriminada y si los violadores son miembros de nuestras respetadas Fuerzas Armadas.

 

@patricialarasa

PATRICIA LARA

JUNIO 26 DE 2020 

Las vergonzosas perlas del libro de Bolton

El capítulo sobre Venezuela del libro de John Bolton, exasesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, muestra el irrespeto de Trump a la soberanía latinoamericana, el fracaso de su política hacia nuestro país vecino, su falta de simpatía por el autoproclamado presidente Juan Guaidó, la apuesta equivocada de Colombia con respecto a Maduro y el arrodillamiento del gobierno de Iván Duque ante Trump, con una excepción, equivocada también: cuando en una reunión Trump planteó que le gustaría reunirse con Maduro, Duque le dijo que sería un error hacerlo.

El hecho de que la soberanía de Venezuela y, por ende, de los demás países de América Latina le importa un carajo al actual presidente de EE. UU. se evidencia en esta frase de Bolton: “Trump insistió en que quería opciones militares para Venezuela y, luego, quedársela porque ‘es realmente parte de los Estados Unidos’”.

Semejante frase no puede pasar desapercibida. Los países de la región, incluidos los del Grupo de Lima y de la OEA, tendrían que protestar, pues una cosa es que rechacen el gobierno ilegítimo de Maduro y otra muy distinta que estén de acuerdo con la intención de Trump de anexarle a EE. UU. una nación latinoamericana.

Bolton reconoce el fracaso de la política estadounidense en Venezuela cuando dice, por ejemplo: “Llegué a la conclusión de que estos generales nunca tuvieron la intención de desertar”; o cuando, refiriéndose al fallido intento de levantamiento del 30 de abril del año pasado, comenta: “En Venezuela, ese día, todo se fue por la borda”.


El gobierno de Nicolás Maduro elevó ante la Corte Penal Internacional sus reclamos por las sanciones que Washington ha aplicado contra su país “en medio de la pandemia” del coronavirus.
Venezuela amplía su denuncia ante CPI por sanciones de Estados Unidos
Las memorias del exasesor de seguridad nacional de la Casa Blanca describen una política confusa y vacilante hacia Venezuela, con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, lleno de dudas sobre su respaldo a Juan Guaidó y a la eficacia de la estrategia que lideró Colombia contra Maduro.
Colombia y Venezuela, protagonistas en el libro de John Bolton
El presidente de Estados Unidos afirmó en una entrevista publicada ayer que estaría dispuesto a un diálogo con Nicolás Maduro. Las declaraciones suponen un giro inesperado en su política de máxima presión hacia Venezuela.

Trump, entre un posible diálogo con Maduro y la confianza parcial en Juan Guaidó
También es evidente la falta de simpatía de Trump por el autoproclamado presidente Juan Guaidó: “Él no tiene lo que hace falta… Apártate un poco, no te involucres mucho”, que era como decir: “No te comprometas mucho”, cuenta Bolton que le dijo Trump. Y agrega que Trump “pensaba que Guaidó era débil, en comparación con Maduro, que era fuerte”.

De otra parte, la apuesta equivocada de Duque con respecto a Maduro se muestra a lo largo del capítulo, pues se ve cómo Colombia ha asumido un papel protagónico en la conspiración para tumbar al mandatario venezolano, lo cual ha vuelto mucho más difíciles nuestras relaciones, de por sí complicadas, con el país vecino, y ha dejado libres las manos de Maduro para que les dé albergue a los del Eln y a los disidentes de las Farc.

El arrodillamiento de Duque ante EE. UU. no tiene nombre. Dice Bolton que Trump “preguntó si deberíamos mandar 5.000 hombres a Colombia en caso de ser necesitados, lo cual anoté en mi libreta”.

Ante esa afirmación del libro y ante la filtración, en esa época, de la anotación de las “5.000 tropas para Colombia” en la libreta amarilla de Bolton, ni Duque ni nadie del Gobierno de Colombia protestó, sino que el canciller de entonces, como gran chiste, le llevó de regalo a Bolton una libreta amarilla como la que había aparecido en las cámaras. No se les ocurrió pensar que con esa frase el gobierno de Trump atentaba contra la soberanía de Colombia, ni que para que ingresen tropas extranjeras al país se requiere la autorización del Congreso. ¡Nada!

En coyunturas tan difíciles como las que ha habido con Venezuela, Duque ni siquiera ha convocado una vez la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores. Todas las burradas las hace solo. Por ejemplo, ahora, rompió la tradición y apoyó al candidato de EE. UU. para la presidencia del BID, cuando siempre los presidentes del BID habían sido latinoamericanos.

Definitivamente, la política exterior de Colombia en tiempos de Duque ha sido una vergüenza.

@patricialarasa

PATRICIA LARA

JUNIO 19 DE 2020

Sí se puede

                         

El viernes ocurrió algo que hubiera sido imposible antes del Acuerdo de Paz: en un encuentro virtual, el ex soldado Jimmy Ramírez, quien quedó en silla de ruedas para siempre a raíz de que en septiembre de 1.994 fue emboscado por las FARC en Ciudad Bolívar en Bogotá, se reunió, en compañía de su madre y de otras víctimas, con los antiguos comandantes de las Farc, Timochenko y Carlos Antonio Lozada, para celebrar que el partido Farc hubiera ganado la tutela que interpuso para que el Estado le reconociera a Ramírez el derecho a la salud, que le había sido vulnerado en los últimos 25 años porque otra persona lo había suplantado.

Que hayan sido las Farc las que lograran que ese ex soldado vaya a recibir la atención en salud a la que tiene derecho, no puede pasar desapercibido en este país donde tantos insisten en exaltar los defectos del acuerdo de paz y en ocultar y minimizar sus logros.

En el Encuentro Transformador del viernes participaron también el Presidente de la Comisión de la Verdad, Padre Francisco De Roux, y la promotora de esos Encuentros Transformadores, Bertha Lucía Fríes, víctima del atentado de las Farc contra el Club El Nogal, donde se fracturó la columna a nivel cervical y perdió la movilidad de todo su cuerpo, salvo de tres dedos de su mano izquierda. Entonces tuvo que someterse, por más de un año, a un intenso tratamiento de seis horas diarias de fisioterapia y aprendió a caminar de nuevo. Luego viajó a Boston, pues su marido era profesor de educación en la Universidad de Harvard, y allí, dado que había perdido quince kilos y sólo dormía dos horas diarias, no sólo continuó con la fisioterapia intensiva, sino que durante seis años hizo un tratamiento de una hora diaria con una sicóloga de Bosnia que había vivido la guerra, para superar el stress post traumático que le había sido diagnosticado en máximo grado.

 

Así, con ese trauma a cuestas, hace ocho años, Bertha Lucía, en lugar de invertir sus energías en odiar, empezó a invertirlas en tratar de entender. Y en sus viajes a Colombia comenzó a encontrarse con reinsertados de las Farc, del ELN, de los paramilitares y, sin decirles que era víctima, les hacía dos preguntas: la primera, por qué habían entrado a la guerrilla y la respuesta era siempre porque no tenían más alternativas de subsistencia, porque huían del maltrato familiar, etc. Y la segunda, si se encontraran con una víctima qué le dirían, y todos respondían lo mismo: que le pedirían perdón. Entonces Bertha Lucía comenzó a reunirse con las víctimas de El Nogal. Y luego del plebiscito, las Farc la invitaron a La Habana para hablar sobre el Acuerdo de Paz. Ella les dijo que asistiría si se comprometían a contar por qué hicieron lo que hicieron y a encontrarse con las víctimas de El Nogal. Las Farc aceptaron y designaron a Carlos Antonio Lozada como interlocutor de Bertha Lucía. Así empezaron esos Encuentros Transformadores en los que las víctimas, la mayoría humildes como el soldado Jimmy Ramírez, o como los meseros y ascensoristas del Club El Nogal, vencían sus reticencias y se enfrentaban con sus victimarios, les reclamaban los horrores que habían cometido, lloraban, y ellos les pedían perdón.

 

Hoy a Bertha Lucía no le alcanza el tiempo para organizar los  encuentros que madres de asesinados en los llamados falsos positivos, soldados mutilados u otras víctimas, le ruegan que haga para que ellos puedan perdonar, pues están agotados de que el odio que sienten les haga daño.  

Con mil Bertha Lucías más, este país sería un paraíso…

@patricialarasa

PATRICIA LARA

JUNIO 12 DE 2020

Si fuéramos capaces de despertar…

Las cifras de los asesinatos de líderes sociales, solas, se convierten en una estadística que no muestra la tragedia humana que hay detrás de cada caso. Por eso, por iniciativa de esa enamorada de la paz que es Gloria Arias, un grupo de columnistas, encabezados por Humberto de la Calle y Rodrigo Uprimny, hemos querido recuperar los rostros y las vidas de algunos líderes asesinados, y contar la historia de tres de ellos, que terminaron asesinados en esta Colombia sobre la que Michel Forst, entonces relator de Naciones Unidas, afirmó que es uno de los países más peligrosos del mundo para la defensa de los derechos humanos.

Para corroborarlo basta recordar, por ejemplo, los gritos que el 21 de junio de 2019 daba ese niño que, enloquecido, corría por las calles de Tierralta, Córdoba, pidiendo ayuda para salvar a su madre, María del Pilar Hurtado, quien acababa de ser acribillada en la puerta de su casa.

María del Pilar, de 34 años, madre de cuatro hijos, ejercía su liderazgo social en un asentamiento de lotes de invasión. Había llegado allí un año antes, desplazada de Puerto Tejada, Cauca, donde, a través de la Fundación de Víctimas Adelante con Fortaleza, había denunciado redes de narcotráfico y “casas de pique”.

En Tierralta vivía del reciclaje y, con otras familias, había ocupado lotes y terrenos en desuso, entre los cuales se encontraba uno del padre del alcalde. María del Pilar se había convertido en vocera de las familias ante los dueños de los terrenos y la Alcaldía.

A raíz de su papel como líder, fue amenazada de muerte por las Autodefensas Gaitanistas de Colombia. La amenaza iba dirigida únicamente a los pobladores de la “invasión”. Días después, desconocidos que se movilizaban en una motocicleta la asesinaron frente a su casa en presencia de ese hijo; al ver a su madre muerta, empezó a correr y a dar esos alaridos de dolor que quedaron grabados en un video que, por unos días, conmovió a los colombianos. Pero, después, nos olvidamos de María del Pilar y, probablemente, la investigación sobre su crimen, del cual se dijo que era sospechoso el padre del alcalde de Tierralta, llegó a la Fiscalía a poblar los anaqueles del olvido.

También el 22 de diciembre de ese año nefasto fue abaleada, en Saravena, Martha Cecilia Pérez Giraldo, de 40 años, miembro de la Asociación Amanecer de Mujeres por Arauca (AMAR) y de la Red Departamental de Mujeres Emprendedoras. Martha Cecilia defendía los derechos de mujeres y niños afectados por la violencia intrafamiliar. Como casi siempre ocurre, quien figura como responsable del crimen es un “desconocido”. Y como si su muerte no hubiera bastado, ese mismo día, en Saravena, también su hermana fue asesinada.

Al día siguiente, en Nariño, Lucy Villarreal, de 32 años, activista cultural e integrante de la Fundación Cultural Indoamericanto, impulsora del Carnaval de Negros y Blancos, madre de dos niñas, quien resaltaba la labor de los defensores de derechos humanos en el territorio, fue asesinada en el corregimiento de Llorente, cuando salía de dictar un taller de arte para niños.

A manera de despedida, una de sus hijas escribió en las redes sociales: “Te vas siendo la mejor persona, la que llenaba con su sonrisa el alma de cualquier persona. Me haces mucha falta, mi mamita”.

¿Hasta cuándo seguiremos inconmovibles ante los asesinatos de los líderes sociales? ¿Cuándo seremos capaces de despertar y darnos cuenta del horror del que nuestro silencio nos hace cómplices?

@patricialarasa

PATRICIA LARA

JUNIO 05 DE 2020

Lecciones desde EE. UU.

Luego de décadas, es más, de siglos… de un racismo que parece indomable, Estados Unidos despertó por fin. Y con rabia… El hecho de que en millones de celulares y de televisores los ciudadanos de ese país hayan visto morir al afroamericano George Floyd, después de que durante ocho minutos y medio le repitiera al policía blanco de Mineápolis Derek Chauvin que no podía respirar, pues la rodilla que le mantenía clavada en el cuello le impedía hacerlo, ha generado la mayor ola de protestas que ha habido en Estados Unidos desde 1968, cuando fue asesinado Martin Luther King. Y las protestas, que ya llevan más de una semana, han sido tan masivas y violentas, que en Washington, Nueva York, Boston y otras ciudades importantes, ha habido toque de queda, no obstante lo cual almacenes emblemáticos como Apple, Coach, Chanel, Louis Vuiton y otros han sido saqueados.

Esos asesinatos cometidos por policías blancos contra negros acusados de cualquier tontería (a Floyd lo acusaban de que supuestamente había pagado un paquete de cigarrillos con un billete falso), son frecuentes en ese país: recuerdo que en 2015, durante una temporada que pasé allá, se dieron disturbios en Baltimore a raíz de las protestas desatadas luego del funeral de Freddie Gray, un afroamericano muerto porque un policía blanco le rompió la columna vertebral. Y hacía poco había ocurrido la muerte de Eric Gardner, un corpulento negro de 27 años, asmático y padre de seis hijos, quien en Staten Island, Nueva York, desarmado, había discutido con un policía porque fue acusado de vender cigarrillos en la calle de manera ilegal, y cuando forcejeaba para evitar que lo esposaran, fue asfixiado por el agente Daniel Pantaleo, no obstante que Gardner también había dicho con insistencia, igual que Floyd, “no puedo respirar”. El policía no fue procesado por su muerte, como tampoco lo fue el agente blanco Darren Wilson, quien un mes después, en Fergusson, Misuri, mató a tiros a Michael Brown, un negro de 18 años que, desarmado, fue baleado por robarse unos cigarrillos. Como estos, ha habido muchos casos.

Pero el asesinato de Floyd se dio en un momento distinto, justo cuando la mayor proporción de los más de 100.000 muertos dejados por el coronavirus está conformada por negros y latinos; justo cuando la crisis económica generada por la pandemia ha dejado 20 millones de desempleados, y justo cuando hay un presidente cercano a los supremacistas blancos que está en plan de reelección y quien, en lugar de apaciguar a la gente, se ha dedicado a echarle leña al fuego y a amenazar con sacar al ejército a la calle.

¿Qué pasará? Seguro las protestas acabarán por apaciguarse. Pero si la lógica política funciona, con lo que ha ocurrido y con los desaciertos de Trump en el manejo de la pandemia, tendría que hundirse su reelección, caso en el cual Colombia quedaría muy mal parada por haberse ligado exclusivamente con los republicanos y haberse olvidado de los demócratas.

Y a propósito de Colombia: ¿por qué aquí nos enteramos de que en Puerto Tejada un policía mató a bolillazos en la cabeza al joven negro Ánderson Arboleda por salir a la calle en medio de la cuarentena, y no pasa nada? ¿Por qué vemos que este año han matado a 117 líderes sociales y no reaccionamos? La violencia nos ha vuelto ciegos…

Nota. Por fin reaccionó Cuba de manera drástica ante la ingratitud de Colombia. Por fin le cantó la tabla al gobierno de Iván Duque por tanta deslealtad, por tanta manipulación, por tanta ignorancia, por tanta perfidia…

@patricialarasa

PATRICIA LARA

MAYO 22 DE 2020

Vergüenza

Vergüenza y pesar produce hoy la política internacional de Colombia. Después de que el país se había ganado el mayor respeto mundial, en el último año y medio se ha perfilado como una nación que no tiene palabra, que incumple sus compromisos internacionales y que es incapaz de diseñar una política exterior que beneficie a sus ciudadanos, porque está arrodillada ante el ala radical del partido de gobierno, Centro Democrático, y ante los caprichos e intereses electorales de Donald Trump.

Es así como el presidente Duque, en cuanto se posesionó y para complacer a Trump, insistió en que se reanudara la fumigación de la coca con glifosato y se fue olvidando de los compromisos sobre sustitución de cultivos adquiridos con los campesinos, única forma inteligente de enfrentar el problema. Se empeñó en que su prioridad era tumbar a Nicolás Maduro y, en lugar de acordar un mecanismo de comunicación mínima con un vecino conflictivo con el que se comparten más de 2.000 kilómetros de una frontera llena de problemas, apoyó hasta el ridículo al autoproclamado presidente Juan Guaidó, un señor sin poder alguno y cada vez más cuestionado. Duque ordenó que, por primera vez en la historia, Colombia se abstuviera de condenar el bloqueo de EE. UU. contra Cuba en la Asamblea de la ONU y, lo que es peor, indujo a ese país, según lo dio a entender el comisionado de Paz, Miguel Ceballos, a que incluyera a Cuba en la lista de países que no cooperan en la lucha contra el terrorismo, todo porque Cuba ha cumplido su compromiso como país garante del proceso de paz con el Eln y se ha negado a extraditar a los miembros de la delegación de diálogo que llegaron a la isla por solicitud del Estado colombiano, porque existe un protocolo que debe aplicarse en caso de ruptura de los diálogos y que estipula cómo deben regresar los guerrilleros a Colombia.

Esa actuación del gobierno de Duque dio al traste no solo con la posibilidad de que se negocie la paz con el Eln, sino también puso en peligro cualquier negociación de paz de otros países, porque ninguna nación va a querer servir de garante de un proceso si corre el riesgo de que, por hacerlo, la incluyan en la lista de países que apoyan el terrorismo.

(Y de que Cuba esté en esa encrucijada, también es responsable el Eln. Pero ese será tema de otra columna).

Por ahora, lo único que nos queda es ofrecerle disculpas a Cuba y decirle gracias de todo corazón.

***

Señor presidente, una amenaza en la que el “Bloque Capital (Reorganizado)” nos declara “objetivos militares” al exministro Carlos Bula, al senador Alexánder López, al sindicalista Hernando Hernández y a mí, por promover la reanudación del proceso de paz con el Eln, dice: “No somos una organización fantasma ni tenemos que utilizar seudónimos estúpidos. Fuimos fundados hace algunos años por importantes personalidades del país. Nos disolvimos cuando la ofensiva comunista del gobierno Santos impidió nuestro funcionamiento. Hoy con un gobierno distinto nos estamos reorganizando”.

¿Usted qué opina de que hagan esas afirmaciones, presidente? ¿Por qué ese bloque paramilitar siente que tiene licencia para reorganizarse durante su gobierno?

Respetuosamente le solicito que, de manera pública y contundente, descalifique al Bloque Capital, rechace sus afirmaciones y anuncie que los perseguirá de modo implacable. De lo contrario, creeremos que es cierto lo que dicen: que Santos les impidió funcionar, pero que, en su gobierno, tienen licencia para reorganizarse y para amenazar, por ahora…

 @patricialarasa

 

Patricia Lara 

Mayo 15 de 2020

Sin política de paz

“Este Gobierno no tiene una política de paz”, dice monseñor Darío Monsalve, arzobispo de Cali, en una entrevista con El Espectador en la que hace tres afirmaciones claves:

1. Que el Gobierno “habla de paz con legalidad; es decir, que le cuelga la paz a la ley”, cuando la cosa es al revés: que en esta sociedad “hay que conseguir la legalidad por medio de la paz”, porque la ley no vale para mucha gente. Y es cierto: si no hay paz en vastas zonas, se impone la ley del más fuerte, opuesta a la legalidad que promueve el presidente Duque, porque en esos territorios gobiernan los grupos armados, mientras que el Ejército, por carecer de metas y filosofía claras, se desgasta en corruptelas y peleas internas, y despilfarra sus recursos en espiar a la oposición, en vez de usarlos para capturar a los capos del narcotráfico y a los jefes de las bandas armadas.

2. Que el Decreto 601, que autoriza al alto comisionado para la Paz a verificar la voluntad real de paz y de sometimiento a la justicia de los grupos armados organizados, “es regresivo” e implica un retroceso, pues vuelve al concepto de sujeción individual y está planteado “en términos inferiores a (…) la Ley 1908 de julio de 2018, que hablaba de sometimiento colectivo”.

3. Que “lo único bueno” que tiene el Decreto 601 es que le reconoce carácter político al Eln, lo cual es, sin embargo, contradictorio, pues, como “no hay acuerdo colectivo, no hay proceso de paz” y “al Eln no le queda sino el sometimiento”.

Por supuesto que en esas condiciones, más allá de la desmovilización de 20 integrantes del frente José María Becerra del Eln, es difícil que ese decreto tenga efectos positivos, pues los grupos armados deben verlo como un retroceso, sobre todo si se tiene en cuenta, por una parte, que el cese bilateral con el Eln estuvo acordado, pero un antiguo líder de izquierda, convertido al uribismo, convenció a los elenos de que no lo firmaran con un gobierno que estaba por terminar y lo hicieran con el del nuevo presidente, Iván Duque, quien no movió un dedo para reanudar de inmediato los diálogos de La Habana y, cinco meses después, el Eln atentó contra la Escuela de Policía en Bogotá. Y, por otra, si se piensa, como lo cuenta monseñor, que durante el proceso de sometimiento de las Autodefensas Gaitanistas, al final del gobierno Santos, se tenía todo listo para el sometimiento colectivo, e incluso se había adaptado como lugar de reclusión un antiguo seminario en Yarumal (Antioquia), pero el proceso no siguió porque no se contemplaron “los porcentajes patrimoniales de supervivencia” que les permitieran vivir con sus familias.

La conclusión de monseñor no puede ser más desoladora: “Le hemos mandado no sé cuántas cartas al presidente pidiéndole audiencias, planteándole que si no quería esa política de paz (…) presentara una política alternativa (…). Pero el Gobierno (…) rechaza lo que venía y no ofrece una ruta al proceso” distinta del sometimiento. Entonces todo ha sido inútil.

¡Qué desesperación produce saber que mientras el tiempo pasa y el Gobierno no actúa, la gente se muere en los territorios!

Nota. Cerrada esta columna, me entero de que EE. UU. incluyó a Cuba en la lista de países que apoyan el terrorismo, por no aceptarle a Duque extraditar a la delegación de diálogo del Eln y violar así los protocolos que, como país garante, se comprometió a hacer cumplir. ¡Qué injusticia la de Trump y qué ingratitud la de Duque!

Esta columna reaparecerá en dos semanas.

@patricialarasa

PATRICIA LARA

MAYO 08 DE 2020

Resultados, no investigaciones

Con las investigaciones ordenadas por los altos mandos a raíz de las chuzadas reveladas una y otra vez por ese riguroso y valiente periodista que es Ricardo Calderón, jefe de investigaciones de la revista Semana, puede pasar lo mismo que con Edipo, quien ordenó que se averiguara quién había sido el asesino de Layo, hasta que descubrió que el asesino había sido él mismo y que Layo era su propio padre.

Porque, como lo afirmó uno de los chuzados, nada menos que Jorge Mario Eastman, ex secretario general de la Presidencia de Iván Duque, hoy embajador ante el Vaticano, “esa decisión no la toma cualquier persona de bajo rango”. Por eso Eastman no cree en la teoría de las manzanas podridas, como tampoco muchos creemos en ella. Es que no es posible que cada cierto tiempo la prensa haga nuevas denuncias, que siempre el ministro de Defensa y el presidente se rasguen las vestiduras y digan que se van a realizar investigaciones exhaustivas, que luego caiga uno que otro militar, pero, en el fondo, nada cambie, porque no cambian ni la filosofía ni los valores que inspiran y avalan ese proceder, que se puso tan de moda en el gobierno de Álvaro Uribe a raíz de las famosas chuzadas del DAS, denunciadas por el mismo Ricardo Calderón.

No es sino recordar que, por ejemplo, en agosto pasado, Semana publicó apartes del pliego de cargos de la Procuraduría contra el general Eduardo Quirós, antes a la cabeza del Comando de Apoyo de Combate de Contrainteligencia Militar (Cacim), y se estableció que, por orden del anterior comandante del Ejército, general Nicacio Martínez, se dio una persecución dentro de la institución para determinar, mediante interrogatorios y prácticas de polígrafo, qué militares les suministraron a The New York Times y a Semana las informaciones sobre directrices establecidas en el Ejército que podían conducir de nuevo a la práctica de los falsos positivos. Pero el general Martínez negó que esa persecución hubiera existido y se hizo el loco ante la revelación de que él había dado la orden, hecha por el general Quirós, quien hoy es uno de los caídos con el nuevo escándalo.

Y ahora el general Nicacio Martínez le dice a la prensa que se siente víctima, que “la inteligencia se rige por una ley”, que “hay una junta de inteligencia en la que se reúnen todos los jefes de inteligencia de la institución y el ministro de la Defensa”, que “hay unas políticas claras”, que él no ordenó chuzadas contra periodistas, magistrados, políticos o contra el Gobierno, y que “todo lo que hacía se lo informaba al señor general Luis Fernando Navarro, comandante general de las Fuerzas Militares”.

En fin, sigue el carrusel de Tongo le dio a Borondongo, y de Borondongo le dio a Bernabé…

Por eso, para evitarlo, es indispensable que cuanto antes, y para bien del mismo Ejército, el ministro de Defensa, en virtud del derecho de acceso a la información reservada que le otorga el Decreto 588, le entregue a la Comisión de la Verdad, como dice el pronunciamiento de su presidente, el padre Francisco de Roux, “los documentos relacionados con estos seguimientos y espionajes informáticos, a fin esclarecer la verdad histórica y de ética pública subyacente”.

A ver si, por fin, se erradican esos procedimientos para siempre...

Y una pregunta: ¿cómo piensan lidiar con la rabia que, con toda razón, deben sentir los gringos porque en lugar de usar sus fondos para perseguir el narcotráfico, el Gobierno los utilizó para espiar a los periodistas de su propio país?

 @patricialarasa

PATRICIA LARA

MAYO 01 DE 2020

Un médico en mi lugar

Hoy cedo mi lugar al monteriano Javier Romero Ogaza, neurorradiólogo del Hospital de Massachusetts y profesor de la Universidad de Harvard, quien, en esta emergencia, ha tratado pacientes con coronavirus.

En Colombia, donde la insolidaridad ha llevado a que se discrimine a los médicos y hasta se les amenace para que abandonen sus viviendas, vale la pena conocer el calvario que padece uno que atiende la pandemia con la protección adecuada. Imagínense ustedes cómo será el que han vivido tantos que aquí han tenido contacto con los contagiados sin disponer siquiera de guantes ni tapabocas.

***

Al llegar del hospital pensaba en Santos, de 56 años, contagiada de coronavirus, a quien le había explicado que si se deterioraba, tendríamos que entubarla para ayudarla a respirar. Limpié con paños de Clorox mi celular, mi carné de médico, el bíper y las llaves. Ese ritual lo practico siempre que llego a casa: así reduzco las posibilidades de contagiar a mi familia.

Los ojos de Santos, abotagados y saltones, y su sonrisa al oír que trataríamos de evitarle la entubación volvieron a mi mente.

Introduje en la lavadora mi vestido de cirugía, las medias y los pantaloncillos. Pensando que así mataría el virus de inmediato, vertí más detergente del necesario. Observé cómo se lavaba la ropa: imaginé que un virus gigante, rojo, agonizante, gritaba de dolor cuando le caía el jabón adicional. Recordé de nuevo a Santos: ¿podría regresar a su casa? Me había contado que vivía con unas ocho o doce personas en un apartamento de dos cuartos con camarotes que alquilaban a inmigrantes. Compartían un solo un baño y la cocina. Recordé La metamorfosis, de Kafka, e imaginé un virus gigantesco, rojo, irregular, que se reía y crecía a medida que Santos describía las condiciones de su hogar, que parecían un carnaval para la proliferación del virus. Creo que se dio cuenta de mi distracción, y exclamó: “Doctor, ¿se encuentra bien?”.

 

“Sí, Santos, pensaba que, para evitar el contagio, tendría que enviarla a un hotel adecuado para aislar a quienes no pueden aislarse en su casa”.

“Gracias por todo lo que hace por mí”, afirmó.

En lo más profundo escuché una voz que me decía: “Lo que haces no va a ser suficiente para salvarlos a todos”.

 

Oí que mi señora, en el baño adyacente, abría el agua caliente para que me duchara.

“Gracias, amor”, le dije, y me di cuenta del amor de mi esposa, quien lo arriesgaba todo al estar junto a mí. Pensé que no me perdonaría si llegase a contagiar a alguien de mi familia. Caminé hacia la ducha en puntas de pies, sin tocar las superficies del baño. Agarré la manija de la puerta. El temor de contagiar a alguien me produjo un huracán de adrenalina en las venas. Después de limpiarla, recordé que había tocado la ropa quirúrgica. Limpié todo de nuevo. Me duché. Me enjaboné. Me restregué con fuerza.

Cuando me secaba, el sonido del bíper rompió el silencio: “Santos necesita entubación respiratoria”. Me senté en el borde de la cama, semidesnudo, en silencio. Sabía que los estudios chinos determinan que el 80 % de los que necesitan conectarse a un ventilador fallecen.

A los cuatro días recibí un mensaje que me indicaba que ordenara el traslado a cuidados intermedios de Santos Cabrales.

Entonces me dije: “Amo lo que hago. A pesar de las dudas, de las tribulaciones, del dolor humano, siempre estamos acompañados por el trabajo incesante de los colegas y por nuestro Señor, que nos ilumina en este difícil camino”.

 @patricialarasa

PATRICIA LARA

ABRIL 24 DE 2020

Genocidio anunciado


¡No hay derecho!, en el sentido literal de la expresión. O lo hay tanto, hay tantas leyes, instancias, decretos y organismos de control, en este país heredero del nefasto general Santander, que aquí el derecho no sirve o, lo que es peor, sirve para enredarlo todo.

Veamos un ejemplo: el 21 de marzo hubo protestas en varias cárceles del país para exigir medidas de prevención de contagio de coronavirus, con un resultado de 23 muertos y 82 heridos en La Modelo, de Bogotá. Dos días después, la ministra de Justicia, Margarita Cabello, y el director del Inpec, general Norberto Mujica, decretaron la emergencia carcelaria con el fin de “trabajar por la salud y la seguridad” de los presos, los funcionarios y sus familias, pero aclararon que esa medida no les permitía hacer excarcelaciones, ya que estas eran de competencia de los jueces. Diez días más tarde, la ministra anunció que trabajaba en un decreto para disminuir el hacinamiento y reducir las posibilidades de contagio del coronavirus en las prisiones. Y mientras ella pensaba y consultaba a sus asesores jurídicos, estalló la bomba sin que, en la práctica, el Estado hubiera hecho nada para evitarla: el 5 de abril murió el primer infectado de coronavirus en una cárcel colombiana, la de Villavicencio. El 11 de abril, el Inpec confirmó la muerte por coronavirus de un recluso de 78 años que, en esa misma cárcel, padecía enfermedad respiratoria. Ese mismo día se conoció el contagio de otro preso que estaba hospitalizado allí.

Mientras tanto, continuaban los interminables estudios jurídicos del borrador de decreto de excarcelación, primero por parte del Consejo Superior de la Judicatura y después por parte del fiscal general, Francisco Barbosa, quien le puso tantos peros y le hizo tantos recortes, que lo volvió inoperante, y la ministra aceptó sus objeciones.

Entonces, por fin, el 14 de abril, el Gobierno expidió el famoso Decreto 546 de 2020, que establece condiciones para conceder medidas transitorias de prisión domiciliaria a los reclusos, “con el fin de evitar el contagio de la enfermedad coronavirus”. Y agrega que la duración máxima de la medida será de seis meses. Es decir: luego de que, con el tal decreto, salgan cerca de 4.000 presos (en lugar de los 40.000 que deberían salir para aliviar el hacinamiento), a los seis meses tendrán que regresar a las cárceles.

Pero como las cosas en la justicia marchan a paso de tortuga paralítica, es la hora en que no ha salido el primer recluso, porque la decisión final sobre su libertad depende de los jueces de ejecución de penas, que son pocos y no dan abasto.

A todas estas, el coronavirus ya llegó a las cárceles Las Heliconias, de Florencia, y La Picota, de Bogotá. A la hora de escribir esta columna, se sabe de 74 contagiados entre presos y guardianes. Y dado el 54 % de hacinamiento que hay en las prisiones del país, aunque en cárceles como la de Santa Marta este índice es del 300 %, la velocidad de propagación del virus será inimaginable.

Entonces, mientras discuten nuevas adiciones y modificaciones al decreto, se producirá el “genocidio carcelario”, como lo advierten en un comunicado decenas de docentes e investigadores de derecho penal y criminología. Luego vendrán las multimillonarias demandas que, con toda razón, interpondrán y ganarán los familiares de los presos muertos por la negligencia del Estado en este genocidio anunciado.

 

 @patricialarasa

PATRICIA LARA

ABRIL 17 DE 2020

 

A enamorarlos, Claudia

Que quien maneja la capital, durante una crisis tan difícil como la que está viviendo y la que vivirá Bogotá, sea la hija de una maestra, criada en Ciudad Bolívar, que se graduó a punto de becas en Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales en la Universidad Externado de Colombia, obtuvo una maestría en Administración Pública y Política Urbana en la Universidad de Columbia en Nueva York y terminó un doctorado en ciencia política en la Universidad de Northwestern en Chicago, es algo que, de verdad, tranquiliza.

 

Con una calificación de 8.1, la más alta entre todos los alcaldes del país, según encuesta realizada a comienzos de mes por el CNC, Claudia López se ha convertido, en sus primeros cien días de gobierno, en la principal líder nacional, hasta el punto de que ya es el blanco tanto de los ataques de la extrema derecha, como de Gustavo Petro, quien no le perdona que no haya necesitado su apoyo para ganar la alcaldía y no pierde oportunidad para atacarla por cualquier motivo. Incluso hay quienes dicen que Petro cree que Claudia renunciaría el año entrante para lanzar su candidatura presidencial y arrasar con él, algo que, seguro, a ella no se le ha pasado por la cabeza. Pero lo que sí va a ocurrir es que Claudia López termine su alcaldía con un enorme reconocimiento y que, en el 2.026, se lance como candidata presidencial con el apoyo de una amplísima coalición de centro y centro izquierda y se convierta, enhorabuena, en la primera mujer en llegar a la Presidencia de Colombia.

 

Pero, para que eso sea posible, Claudia tiene que hacer un gobierno estelar en Bogotá, en medio de los más difíciles retos: por el momento, el más urgente, es lograr ya que las ayudas que prometió para los más pobres, en efecto lleguen a sus destinatarios, lo cual constituye un desafío gerencial, especialmente en este país tan dado a dictar leyes y decretos que no se cumplen y que, por ende, en la práctica no sirven para nada.

 

El otro gran reto es lograr mantener controlada la curva del coronavirus de modo que el sistema de salud pueda adecuar su capacidad para atender el gran número de contagiados que van a seguir llegándole, sin desatender a los usuarios que se presenten con otras enfermedades y, al mismo tiempo, controlar la curva del desempleo o, por lo menos, tener listos subsidios para que las familias de los desempleados, empujadas por el hambre, no asalten masivamente los supermercados, etc.

 

Para conseguir ese milagro, la alcaldesa tiene no sólo que seguir impulsando su programa de donaciones a www.bogotasolidariaencasa.gov.co, sino enamorar a unos cuantos empresarios.

 

Y, viéndolo bien, el asunto no es tan difícil: con que los 4 colombianos más ricos donen el 10 por ciento de su patrimonio, se obtendrían cerca de 2.000 millones de dólares (no más entre Luis Carlos Sarmiento, Jaime Guillinsky, los hermanos Santo Domingo y Carlos Ardila, sobrepasan los 20.000 millones de dólares). Es decir que, sólo con ellos, que deberían sentir, al estilo de Bill Gates y Warren Buffet, que su deber es retribuir lo mucho que han recibido, se obtendrían 2.000 millones de dólares que, si se dividen en subsidios de 450.000 pesos mensuales, alcanzarían para sostener, durante 6 meses, a cerca de 2. 900.000 familias, cuando en Colombia hay aproximadamente dos y medio millones de familias en pobreza, y la alcaldesa apenas aspira a subsidiar 500.000.  

 

De manera, Claudia, que láncese a enamorarlos... A ellos y a unos cuantos más…

 

@patricialarasa

PATRICIA LARA

ABRIL 3 DE 2020

 

Ya lo hizo el ELN, ahora le toca al gobierno    

                  

“Si los grupos violentos tuvieran un poquito de generosidad y pararan, el final de esta crisis podría ser el principio de una verdadera paz”, trinó el Senador Álvaro Uribe el pasado 28 de Marzo.

Coincidencialmente, ese día, el Comando Central del ELN respondió el llamado que el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, les hizo a los grupos armados para que, debido a la pandemia que azota a la humanidad, decretaran un “alto al fuego inmediato” en todos los rincones del mundo.

Entonces, después de liberar a cuatro secuestrados, los comandantes del ELN, incluidos los duros y los blandos, ordenaron “un cese unilateral activo por un mes,” desde el 1 hasta el 30 de abril. Ello significa que, en ese lapso, no harán acciones ofensivas.

Así, el ELN paró, como lo pidieron, además del Secretario General de la ONU y del Senador Uribe, las comunidades y sectores de la sociedad civil. Pero ese cese al fuego es demasiado corto: ojalá lo prorroguen. Sin embargo, la pelota está hoy en la cancha del gobierno. Y si le interesa la paz, tiene que moverse rápido porque un mes pasa volando.

Hasta ahora, el gobierno no ha dado señales positivas, porque si bien Uribe logró que el Presidente Duque nombrara Promotores de Paz a los antiguos miembros del ELN, Felipe Torres y Pacho Galán, y que liberara a éste último, quien salió de la cárcel luego de escribirle directamente a Uribe y de recibir asistencia de la Defensoría del Pueblo, el gobierno no ha respondido bien al cese al fuego decretado por el ELN pues, por un lado, Galán y Torres hoy no juegan ningún papel en esa organización; y, por otro, el Comisionado de Paz, Miguel Ceballos, en lugar de calificar positivamente los gestos del ELN, dijo que el cese al fuego fue tardío, e insistió en que las condiciones del Gobierno para sentarse a conversar con ellos siguen siendo las mismas: el cese de los ataques y la entrega de los secuestrados. Y, por su parte, el ELN insiste en que esos temas sólo los discute en la mesa de negociación. Mientras tanto, en medio de esa terquedad de unos y de otros, la gente sigue desplazándose y muriéndose en los territorios, por el fuego cruzado de las partes en guerra, enredadas, desde el comienzo de este gobierno, en un cruel diálogo de sordos.

 

Un gesto o paso positivo del gobierno podría ser, obviamente, valorar el cese unilateral del ELN; otro, sería liberar al antiguo gestor de paz, Juan Carlos Cuellar, quien sí es miembro activo de ese movimiento y serviría de puente efectivo con el Comando Central. Otro fundamental sería que el gobierno permitiera que se hicieran acuerdos humanitarios en los territorios. Y uno más podría ser que excarcelara a los presos que hayan cumplido más del 70 % de la pena, a los mayores de 65 años y a los que padezcan enfermedades terminales. Así, además, se deshacinarían un poco las cárceles y se disminuiría el riesgo de contagio en ellas del coronavirus. Y el ELN, por su parte, debería detener ya el reclutamiento de menores, como tanto lo ha pedido el Defensor del Pueblo, Carlos Alfonso Negret.

Ahora, si Duque se empeña en no dar su brazo a torcer con el ELN, en tiempos de coronavirus, por lo menos podría decretar un cese general y unilateral de hostilidades con carácter humanitario, dejando claro que respondería a cualquier agresión de los grupos armados.

 

A ver si así avanzamos hacia la paz completa... Porque no hay derecho a que a tantos muertos por la peste le añadamos ahora más muertos por la guerra.

                     *   *   *
Nota: ¡Qué falta van a hacer en Semana los dos Danieles! ¡No hay derecho!

@patricialarasa

PATRICIA LARA

MARZO 27 DE 2020

Coronavirus carcelario: una bomba de tiempo

Cuando el coronavirus entre a las cárceles del país –y va a entrar-, estallará como un incendio que llegue a una bomba de gasolina, afirma Julián Urrutia, doctor en políticas públicas de salud de la Universidad de Harvard, graduado con una tesis sobre la salud en el sistema penitenciario colombiano.

 

Nuestras cárceles son un medio de cultivo ideal para el coronavirus, por la combinación de hacinamiento más higiene y sanidad pésimas, dice.

La consecuencia, añade, va a ser una plaga de proporciones bíblicas que primero arrasará con los presos, luego con los guardias, después con sus familias y, finalmente, con las nuestras. Tal vez ese sea nuestro castigo como sociedad, por nuestros excesos en el uso de la privación de la libertad para lidiar con cualquier crimen, grave o leve.

Es que la nuestra es una sociedad punitiva y carcelera: “el que la hace la paga”, repite el Presidente de la República. Hay que cambiar de chip: ¡bienvenida la JEP! Porque si persistimos en esa obsesión, va a aumentar la criminalidad y a empeorar la seguridad del país.

Miremos no más las cifras de nuestro absurdo sistema carcelario: según el abogado Manuel Iturralde, miembro del Grupo de Prisiones de la Universidad de Los Andes, de acuerdo con el Inpec, hay 123.472 presos en el país. Sin embargo deben agregarse los hacinados en estaciones de policía, que están en condiciones aun peores y no se sabe cuántos son; y los que están en las cárceles distritales, que no dependen el Inpec. De los del Inpec, cerca del 70 por ciento está condenado, y casi el 30 por ciento está sindicado sin haber recibido sentencia.

Y examinemos los casos: según el libro Cómo se negoció la paz de Víctor De Currea-Lugo (próximo a salir), en Diciembre había 330 presos de las FARC que, por haber sido amnistiados, han debido liberar desde fines del 2.016, cuando se firmó el acuerdo de paz. Además, hay ¡quién sabe cuántos! que ya tienen derecho a libertad condicional, porque han cumplido las tres quintas partes de la pena y han completado el proceso de resocialización, pero el juez de ejecución de penas no les ha autorizado la salida, y pueden pasar meses y hasta años esperando su libertad. Y también hay muchos sindicados que llevan más de dos años sin que les resuelvan su situación y, por ello, tienen derecho a que los suelten, pero no los liberan por la misma razón. E, incluso, hay presos que hace rato pagaron su pena y siguen en la cárcel.

Así, según Iturralde, si hubiera voluntad política y se cumpliera la ley, se podría especular que el hacinamiento carcelario disminuiría en un 20 o 30 por ciento. Y a eso habría que agregarle cerca del 10 o 12 por ciento que el gobierno dice que liberará por la emergencia carcelaria declarada a raíz de la epidemia de coronavirus. Pero es que esas personas, por razones humanitarias, no tendrían por qué estar en detención intra mural: se trata de los presos por delitos menores con penas hasta de 5 años, de los acusados de delitos culposos, de los mayores de 60, de los que padecen enfermedades crónicas o tienen movilidad reducida, y de las madres gestantes o con hijos menores de 3 años que viven con ellos en prisión.

 

Con esas medidas y cumpliendo la ley, se acabaría el hacinamiento. Se controlarían los motines y las matanzas en las prisiones. Y se desactivaría la bomba de tiempo del coronavirus carcelario.

 ¡Pero tienen que hacerlo ya!

@patricialarasa

PATRICIA LARA

MARZO 20 DE 2020

¡Feliz encierro!

El 13 de marzo, cuando había 24 pacientes diagnosticados con coronavirus, volé a Bucaramanga para realizar una entrevista. Salvo la dependiente de Avianca que, en El Dorado, se desinfectó las manos, no vi que en el aeropuerto o en el avión se tomara alguna precaución o se indujera a los pasajeros a hacerlo. El 16, cuando había 57 casos de coronavirus confirmados, regresé a Bogotá y tampoco observé medidas de protección. Hoy 18 de marzo, al escribir esta columna, ya hay 93 casos de coronavirus. Entonces converso con mi ahijado Juan Pablo, quien hace una semana regresó de Tailandia, Vietnam y España, y me cuenta que en el aeropuerto se limitaron a tomarle la temperatura. Él está en confinamiento voluntario pues nadie le dijo que lo hiciera y tampoco nadie de los servicios de salud lo ha llamado para verificar si ha presentado síntomas. Lo mismo me dice mi amiga Lila, quien regresó de Madrid y París el pasado sábado, con la diferencia de que a ella sí le recomendaron que se confinara.

Es de esperar que con el llamado de atención de la Procuraduría y con la renuncia del gerente de la empresa operadora de El Dorado hayan mejorado los controles. Sin embargo, es indudable que ese aeropuerto constituye la principal puerta de entrada de la pandemia y cerrarlo por unos días podría ser la medida apropiada en este momento en que se requiere contener como sea ese virus que se está expandiendo a una velocidad vertiginosa en este país donde hay pocas camas y los servicios de urgencias no están preparados para atender una emergencia de las dimensiones que esta podría tener.

 

Y porque hay que hacer hasta lo imposible para evitar la propagación del virus, transcribo algunas de las recomendaciones que mi amigo, el médico y escritor Víctor de Currea Lugo, ha pedido que divulguemos:

 

Dice él que, además de no salir de la casa, hay que evitar recibir visitas, compartir cubiertos, platos, toallas y otros elementos de uso personal; tocarse las manos, la nariz y la boca; asistir a lugares de alto flujo de personas; movilizarse en transporte público y acariciar mascotas. Además, hay que lavarse las manos constantemente frotándose las palmas, los nudillos y los dedos y secándose con toallas desechables; hay que usar pañuelos desechables y meterlos en una bolsa antes de botarlos; usar mascarillas y no reutilizarlas; medirse diariamente la temperatura y llevar un registro; observar si se respira más rápido de lo normal; si suena o duele el pecho al respirar; si se tiene fiebre por más de 24 horas y si no se controla fácilmente con antipiréticos; si se presentan convulsiones o decaimiento; si se duerme mucho; y si se tiene dificultad para respirar. Hay que lograr una limpieza adecuada de todos los entornos mezclando 500 ml de agua y 5 ml de blanqueador; hay que usar toallas desechables humedecidas con alcohol antiséptico y limpiar con ellas los aparatos eléctricos. A los pacientes se les recomienda permanecer aislados en una habitación con ventanas abiertas, puerta cerrada y baño de uso exclusivo; y a los familiares mantenerse alejados y, si van a darles medicamentos o comida, utilizar tapabocas.

 

Espero que mis lectores me excusen por ocupar este espacio con estas recomendaciones, pero este no es el momento para discusiones políticas, sino para adoptar medidas de prevención de la pandemia.

 

¡Feliz encierro!

@patricialarasa

PATRICIA LARA

MARZO 13 DE 2020

Fracasos en serie

Además del fracaso de la política de empleo del gobierno de Duque, de la matazón de líderes sociales, del aumento de las masacres, del escándalo de la Ñeñepolítica —del cual puede resultar que su campaña presidencial compró votos con dineros non sanctos—, de los escasos resultados de la tal Conversación Nacional y de las gravísimas implicaciones que para la economía puede tener la reducción a la mitad de los precios del petróleo, este Gobierno ha sufrido un fracaso mayúsculo, que ha pasado casi inadvertido para los columnistas: la absoluta ineficacia de su política antidrogas.

Después de que con bombos y platillos el comisionado de Paz, Miguel Ceballos, anunciara en septiembre, luego de cumplirse el primer año de la administración Duque, que se habían erradicado 98.200 hectáreas de coca (83.142 mediante erradicación manual, 11.411 por sustitución voluntaria de cultivos y 3.693 mediante el sistema de formalización de títulos de tierras), y después de que el ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, anunciara a comienzos de diciembre que la meta de erradicación de 2019 no solo se había alcanzado sino que se había superado, porque se habían erradicado 81.305 hectáreas, la Oficina de Política Nacional para el Control de Drogas de la Casa Blanca anunció que las hectáreas sembradas con coca habían pasado, en 2019, de 208.000 a 212.000, es decir, que habían aumentado un 1,92 %, y que la cocaína “exportada” había alcanzado la cifra récord de 951 toneladas, o sea que se había incrementado en un 8 %.

Entonces, ¿qué pasa con las cifras sobre cultivos ilícitos? ¿Por qué hay discrepancias entre las que suministra el comisionado y las que da el ministro? ¿Son ellos los que mienten o a ellos les danteriores es grave. Y de ellas no puede desprenderse sino una conclusión: que la política antidrogas del gobierno de Duque es un fracaso.

Y una pregunta final: ¿por qué tienen casi abandonada la sustitución voluntaria de cultivos, en la cual la resiembra, según la ONU, es menor del 1 %? ¿Será que les huele a política santista? Como dice Eduardo Díaz Uribe, experto en el tema, en este caso el Gobierno lo que hace es pedalear en bicicleta estática...

@patricialarasa

PATRICIA LARA

FEBRERO 28 DE 2020

 Chocó: “el gobierno sigue ciego, sordo y mudo”                    

_La paz no llegó al Chocó_, dijo un delegado de la Diócesis de Quibdó. _Antes había un solo actor, las FARC. Pero cuando se fueron y entraron el ELN y las AGC (Autodefensas Gaitanistas (AGC), se recrudeció la violencia.

 

En reunión con el Defensor del Pueblo, Carlos Alfonso Negret, durante la gira realizada por ese Chocó tan bello y tan rico, pero inmerso en la miseria y la violencia, los delegados de la Diócesis de Quibdó explicaron los horrores que los chocoanos padecen a diario: el reclutamiento de menores, en el que es campeón el ELN; el confinamiento en que viven muchas poblaciones debido a que los grupos armados minan los territorios y la gente no puede salir a coger plátano, a pescar, o a acudir a un médico; los asesinatos; las desapariciones; el desplazamiento generado por el pánico que producen principalmente las AGC, que viven buscando colaboradores del ELN para matarlos, y colaboradores son todos porque todas las comunidades están doblegadas por los violentos de turno y se encuentran en un sándwich de horror ya que saben, por ejemplo, que si les venden un producto a los unos los matan los otros, y viceversa…

 

_Por eso insistimos en que la única salida es que se sienten a dialogar el gobierno y el ELN_, afirmó otro delegado de la Diócesis. _Pero la terquedad de los dos es tremenda. Los obispos han firmado cartas y el gobierno sigue, como dice Shakira, ciego, sordo y mudo. Esperamos que algún día entiendan que la guerra engendra más guerra y que esto no se acaba con armas y con violencia. Todos tienen que ceder. Esta es una guerra que la están pagando los campesinos y, como Diócesis, vamos a seguir denunciando_, manifestó.

 

Entonces añadió algo aterrador: _hay una sistematicidad para desalojar a los chocoanos de los sitios donde hay megaproyectos. En esas zonas el conflicto es más agudo. Y los grupos armados operan como instrumentos. El ELN se ha prostituido y le juega al mejor postor. Muchos venezolanos han sido cooptados por los grupos armados. Y el paramilitarismo está enquistado en el territorio. Vayan a Vigía del Fuerte y vean… Nosotros hemos denunciado la connivencia de la Fuerza Pública con ellos. Pero esa relación no la quiere ver el gobierno...

 

Y en otra reunión con el Defensor del Pueblo, un líder de Dos Bocas dijo: _si me van a matar, que me maten… Pero lo digo: para nadie es un secreto que aquí la Armada está trabajando conjuntamente con las Autodefensas. Los ven pasar, y ni los miran... En cambio a nosotros nos requisan a más no poder... Yo nunca escucho que en las noticias digan: “vamos a acabar con las Autodefensas”. Dicen “vamos a acabar con la guerrilla”. Por eso nunca se va a resolver el problema de orden público en Juradó. Y ahora, en algunos lugares, andan juntos el ELN y las AGC…

En ese atroz sancocho de violencias que hay en ese vasto territorio localizado en una selva indomable, pueden entrar diez o veinte mil soldados a controlar el narcotráfico o la guerra, y no lograrán mayores resultados. Por eso, como dijeron los delegados de la Diócesis,  las únicas salidas son que el gobierno y el ELN negocien la paz; que se reviva el plan de sometimiento a la justicia del Clan del Golfo, hoy AGC, el cual, como el cese bilateral del fuego con el ELN, estuvo de un cacho al final del gobierno anterior; y que se haga un enorme plan de inversión para que los chocoanos, todavía inexplicablemente alegres, salgan de la miseria.

 

Lo demás es bla bla bla.

@patricialarasa

PATRICIA LARA

FEBRERO 21 DE 2020

Chocó, donde mata más la desidia que la guerra

“Si es difícil viajar al Chocó desde cualquier lugar del país, es más difícil viajar dentro del Chocó”, escribió Gabriel García Márquez en su serie “El Chocó que Colombia desconoce”, publicada en El Espectador en 1954.

Hoy sigue igual su desconexión. Solo ha mejorado la comunicación aérea, pues el gobierno anterior inauguró la ampliación del aeropuerto de Quibdó. Pero aun hoy es difícil salir del Chocó por carretera: solo hay un par de vías a medio hacer de Quibdó a Medellín y Pereira, no obstante que el gobierno Santos dejó cerca de $420.000 millones para terminarlas. Y viajar dentro del departamento es imposible, a no ser que sea por lancha o avioncitos, pagando pasajes carísimos. Ello significa que, por la dificultad del transporte, los alimentos son muy costosos y los pacientes con enfermedades medianamente graves se mueren en el camino, pues no pueden llegar a tiempo hasta el único hospital de segundo nivel que hay en el departamento, el San Francisco de Asís de Quibdó, el cual, además, está en huelga porque lo han saqueado varias veces y no hay con qué pagarles a los médicos, etc.

De ahí que Luis Murillo, defensor del Pueblo para Chocó, diga que allá la precaria atención en salud mata más gente que la guerra. Y es verdad, porque en ese departamento de belleza y riqueza inconmensurables la gente muere más que por la violencia y el narcotráfico, que son atroces, que por el abandono, la corrupción y la desidia de las autoridades locales. Cómo será esta, que después de que el defensor del Pueblo, Carlos Alfonso Negret, realizó un recorrido por Nuquí, Tribugá, Juradó, Jaqué, Bahía Solano y Quibdó, y escuchó a los habitantes de esos municipios y de las comunidades aledañas, el gobernador del Chocó y el alcalde de Quibdó no hallaron un espacio en sus agendas para dialogar con él. Es que les importa un bledo lo que les pasa a los chocoanos, que de hecho es muy grave. Escuchémoslos:

“En Tribugá no tenemos acueducto. Hay un pozo donde lavan ropa y utilizan esa agua para todo”, dice la profesora. Y agrega: “Aquí los niños hacen sus necesidades donde puedan. Tienen problemas gastrointestinales y malaria. Hay pozos repletos de zancudos. Aquí no hay centro de salud. Solo en Nuquí (a una hora en lancha por un mar difícil) hay un centro con dos médicos para 16.000 habitantes. En la escuela no hay baños. El techo se va a caer. Además, necesitamos una pequeña biblioteca, computadores, materiales, capacitación”.

“Es muy duro ver morir a la gente porque no hay una lancha para sacarla”, dice la alcaldesa de Juradó. “Y a veces, cuando la hay, se encrespa el mar y tampoco se puede salir”.

“Juradó era una despensa agrícola y ganadera. Ahora, por el orden público, no estamos produciendo nada. Hoy, si no nos traen los alimentos de Buenaventura, no comemos”, afirma Felipa Murillo, presidenta del Consejo Comunitario de Juradó.

“Necesitamos un carné, un Sisbén o algo que nos permita acceder a la salud en Colombia. Desde aquí hay que ir en avión a ciudad de Panamá y allá la salud es muy cara”, implora Flor Alba, una líder de Jaqué, el primer municipio panameño luego de pasar la frontera, a donde se han desplazado varias comunidades chocoanas en busca de paz.

Y otro líder de Jaqué, Vianor Hurtado, le dice al defensor Negret: “Le damos gracias a Dios porque por primera vez viene un funcionario de su nivel, que va a llevar el clamor de esta gente que salió del país por culpa del Gobierno, al que el problema se le salió de las manos”.

Continuará…

 @patricialarasa

PATRICIA LARA

FEBRERO 14 DE 2020

 

Chocó, sitiado por el miedo

                       

_Tenemos miedo. ¿Quién va a protegernos?,_ preguntó un indígena embera en Tribugá, a donde acompañamos al único funcionario que escucha en los territorios a la Colombia profunda, esa donde las amenazas, los asesinatos selectivos, el desplazamiento, el reclutamiento de niños, el tráfico de drogas, la minería ilegal y la disputa por el territorio entre los grupos de paramilitares y guerrillas, todo facilitado por la ausencia del Estado, son el pan de cada día.

A esa Colombia aterrorizada y pobre se desplaza el Defensor del Pueblo, Carlos Alfonso Negret, acompañado por su equipo, no importa si para hacerlo tiene que viajar a lomo de mula, o a pie, o en canoa o en avioneta destartalada: él va, mira, oye y lanza alertas tempranas en las que le advierte al gobierno las tragedias que se avecinan. Pero pocos trabajan para minimizar los riesgos advertidos. Entonces sobrevienen las desgracias profetizadas por él.

En esta ocasión el recorrido fue en una lancha que saltaba sobre las olas del Pacífico encrespado, desde Nuquí hasta Tribugá, Juradó (último pueblo antes de la frontera), Jaqué, en territorio de Panamá, Bahía Solano, y finalmente Quibdó, a donde fuimos en avión, porque a la capital del Chocó, no obstante que apenas está a 68 kilómetros del mar, no puede llegarse por carretera.

El Chocó vive, en efecto, atemorizado: el pánico de ese indígena embera que en enero se desplazó con los 126 miembros de su comunidad que abandonaron sus casas, cultivos y animales, porque las Autodefensas Gaitanistas (AGC) preguntaron por un joven a quien acusaban de tener vínculos con el ELN, y como no lo encontraron, mataron al tío, es igual al miedo que describieron la alcaldesa de Juradó, los miembros de otras comunidades y hasta los delegados de la Diócesis.

 

_En el casco urbano de Juradó, en el 92, hubo primero una toma guerrillera y ocurrió el primer desplazamiento_, dijo la alcaldesa del municipio. Y agregó: -en el 96, los paras sacaron a los hombres de las casas y los fusilaron; mi papá se salvó porque estaba en la finca. En el 99, durante una toma guerrillera, murieron muchos militares. En el 2.001, la guerrilla asesinó al alcalde. En el pueblo también murieron muchos civiles porque los paras los sacaban de sus casas y los mataban. Los niños, en los juegos, gritaban lo que ocurría... Aquí hay 2.116 víctimas registradas. La gente quiere regresar a sus territorios y volver a pescar, pero los amenazan y se van de nuevo. En Juradó vivimos con miedo porque este es un corredor de grupos armados que hacen presencia: AGC y ELN. Y no hay confianza en los militares…

 

La frase de la alcaldesa me quedó sonando…

 

_¿En Juradó quiénes son más fuertes, las AGC o el ELN?_, le pregunté a un soldado que, amablemente, me llevó la maleta.

 

_Las AGC_, dijo.

 

_¿Y la gente es cercana a ustedes?

 

_Poco_, respondió.

Y en Nuquí un oficial amable que comanda la base naval me contó que allí tienen 72 infantes de marina y 13 policías.

 

_¿Y la gente los apoya?_, le pregunté.

 

_Depende.

_¿Depende de qué?

 

_Por ejemplo, si ha caído un cargamento de droga nos gritan cosas.

_¿Buenas?_, le dije.

 

_No, nos insultan.

Es que en ese Chocó de selva cerrada, biodiversidad asombrosa y paisajes preciosos, poblado en su mayoría por negros e indígenas empobrecidos por la violencia y la corrupción, no hay salud, ni vías, ni paz para cultivar, ni de qué vivir a excepción de la pesca. Pero los peces, por lo general, no hay cómo distribuirlos. En cambio la coca sí…

 

Continuará…

@patricialarasa

PATRICIA LARA

ENERO 31 DE 2020

 

Merlano y la diplomacia del absurdo

La captura de la exparlamentaria conservadora Aída Merlano en Venezuela puso en evidencia el manejo absurdo que el presidente Iván Duque le ha dado a las cruciales y difíciles relaciones con ese país vecino, con el que compartimos 2.219 kilómetros de una frontera llena de conflictos y desgobierno.

Y el manejo ha sido absurdo porque, por más terrible que nos parezca el presidente de Venezuela, no podemos romper la comunicación con un vecino, máxime si es tan conflictivo como Maduro. Incluso durante el gobierno de Álvaro Uribe —quien tuvo períodos de luna de miel con Chávez—, cuando las relaciones se rompieron y Chávez se le volvió a Uribe su “nuevo peor enemigo”, Colombia y Venezuela mantuvieron abierto un canal por la vía de Julio Londoño Paredes, embajador de Colombia en Cuba, quien a través del gobierno de Fidel Castro se comunicaba con el de Chávez.

Pero ahora el diálogo con Venezuela es nulo y las relaciones con Cuba están frías, por cuenta de la abstención de Colombia en la votación de la última Asamblea General de la ONU contra el bloqueo de EE. UU. a la isla y del desconocimiento por parte de Duque de los protocolos que deben hacer cumplir los países garantes, como Cuba y Noruega, en caso del rompimiento de la negociación con el Eln. Entonces, por cuenta de esa actitud infantil de Duque, no solo nos quedamos sin comunicación con Venezuela, sino que herimos a las palomas mensajeras que podían llevarle razones a un vecino capaz de generarnos problemas tan complicados como el estímulo a la migración masiva y la protección abierta a los disidentes de las Farc y del Eln, organización con la que en este gobierno parece cancelada toda posibilidad de paz, lo que constituye otro error; sin embargo, ese tema corresponde a otra columna.

Pero la situación es grave no solo por la incomunicación, sino porque Duque se ha dedicado a torear a Maduro insistiendo por más de un año en que no reconoce a su gobierno, sino al del autodenominado presidente Juan Guaidó, que si bien cuenta con cierto apoyo internacional, no manda ni controla en Venezuela.

Duque debe comprender que el cerco diplomático que él ha encabezado contra esa nación puede liderarlo cualquier otro, salvo el presidente de Colombia, precisamente porque somos vecinos y tenemos delicados problemas en común, que solo podemos solucionar si dialogamos.

El caso de Merlano tiene que hacer que Duque y su canciller entiendan que el presidente de un país es el que duerme en el palacio presidencial y tiene el control del Ejército y la Policía. Y esas condiciones las cumple Maduro, pero no Guaidó.

Sin embargo, ahora, cuando se presenta la oportunidad de revisar esa política y de pedirle a Maduro la extradición de Merlano, el gobierno de Duque sale con el risible disparate de decir que la extradición se la pedirá a Guaidó, quien nada puede hacer.

Duque debe aterrizar en la realidad: el presidente de Venezuela es Maduro. Y él es el único que puede enviarnos a Merlano.

¿O será más bien que el Gobierno hizo el papelón de pedírsela en extradición a Guaidó porque sabe que él no la puede extraditar y no quiere que Aída Merlano llegue a Colombia y, bajo juramento, delate ante un juez la red de corrupción electoral en la Costa, la cual involucra no solo a los Gerlein, sino que salpica al clan Char, que aspira presidir el Senado y convertirse en uno de los principales aliados de Duque?

Siguiente pregunta…

Nota. Por viaje, esta columna reaparecerá en dos semanas.

@patricialarasa

PATRICIA LARA

ENERO 24 DE 2020

Al oído de Carlos Holmes Trujillo

“La gran pregunta en el poder es a quién creerle”, dijo Gabriel García Márquez en El olor de la guayaba. Y en el título de su prólogo para La guerra por la paz, libro de Enrique Santos Calderón, se preguntó: “¿A quién le cree el presidente?”.

Es que el aislamiento y la soledad de los poderosos eran obsesión para nuestro primer premio Nobel. Y esa debería ser también la preocupación de quienes están en el poder. Pero casi nunca lo es, pues ellos viven rodeados de áulicos que los desinforman según sus intereses y les dicen no la verdad, sino lo que quieren oír, así como al patriarca de El otoño le imprimían un periódico especial para que solo él lo leyera.

Pues bien, como lo ha visto el ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, en el Ejército y en la Policía están ocurriendo cosas muy graves, las cuales, por fortuna, han salido a la luz gracias al valor y el profesionalismo de los investigadores de la revista Semana y a la indignación que a los militares y policías honestos, que afortunadamente aún son la mayoría, les produce ver manchado el honor de sus queridas instituciones.

Con seguridad faltan más hechos bochornosos por salir a la luz. ¡Y eso es bueno para el Ejército, porque equivale a reventarle un forúnculo dañino y doloroso! Pero si esos hechos se publican y no pasa nada, es decir, si el presidente y el ministro se limitan a dar declaraciones tibias y no destituyen fulminantemente a los sospechosos, sin esperar a que pasen años hasta que la justicia decida si son culpables o no, el mal ejemplo cunde. Los militares y policías que no sean absolutamente honestos acabarán sintiéndose autorizados para enriquecerse a base de desviar hacia sus bolsillos fondos reservados y cosas por el estilo; o, lo que es peor, a base de hacerse los locos para que los mafiosos, los mineros ilegales o los que se oponen a los reclamantes de tierras hagan sus fechorías, entre ellas, asesinar a los “estorbosos” líderes sociales.

Creo que desde el punto de vista humano no hay que ser tan severos con esos uniformados que andan por los territorios, porque los delincuentes los ponen en una difícil disyuntiva: o no les cooperan y los matan; o les cooperan y, a cambio, les llenan los bolsillos de plata. Sin embargo, desde el punto de vista institucional, sí hay que ser muy severos porque, de lo contrario, el Ejército y la Policía se desintegran y el país queda entonces en manos de las mafias. Es lo mismo que sucede en las familias: si un hijo comete un delito menor y, de inmediato, sus padres no lo frenan y sancionan ejemplarmente, el muchacho se siente autorizado para cometer faltas cada vez más graves y, al cabo del tiempo, se convierte en delincuente.

Ahora, además de los investigados, ¿a quiénes hay que sacar del Ejército y la Policía? Para saberlo, ministro, usted debe hablar con muchas fuentes, no solo militares, policiales, gubernamentales o políticas; también busque fuentes independientes, confiables, bien informadas...

Usted tiene en sus manos una gran tarea y una oportunidad de oro: limpiar ya el Ejército y la Policía. Si no la hace, pasará por el Ministerio sin pena ni gloria y el país pagará las consecuencias de su inacción. Pero si saca a los pillos, se consagrará, los militares y los policías honestos se lo agradecerán, el país lo admirará y, a lo mejor, por gratitud y reconocimiento, hasta cumpla su sueño en el 2022.

¡Piénselo, ministro!

Y una buena noticia: me dicen que el nuevo comandante del Ejército, general Eduardo Zapateiro, es honesto.

 @patricialarasa

PATRICIA LARA

ENERO 17 DE 2020

 

Demasiadas manzanas podridas

Son tantas las manzanas podridas que ya parece como si el podrido fuera un buen pedazo del Ejército, una institución tan importante para el país.

Como lo anotó un editorial de El Espectador, refiriéndose a las revelaciones de la revista Semana, “miembros del Ejército Nacional le han mentido al país, han interceptado ilegalmente las comunicaciones de magistrados, políticos y periodistas, han hecho trampas para cubrir sus rastros frente a las investigaciones de los entes de control y han enviado amenazas para que no fueran puestos en descubierto”.

Y añado otros descubrimientos de Semana: han interceptado a quien ha llevado la investigación en la Corte contra el Senador Álvaro Uribe; le han pasado la información obtenida ilegalmente a un miembro del partido de gobierno; se han lucrado con recursos públicos; han asesinado a ex combatientes como Dímar Torres; han establecido directrices que podían conducir al regreso de los falsos positivos y que gracias a la denuncia del New York Times echaron para atrás; han ofrecido dinero y realizado pruebas de polígrafo con el fin de ubicar a las manzanas no podridas que le informan a la prensa los horrores que pasan; han desviado recursos para sufragar gastos personales; han recibido plata a cambio de entregar salvoconductos para porte de armas; han desviado combustible, etc. ¿Y qué ha pasado? Que, en muchos casos, como lo estableció la Silla Vacía, algunos de los responsables han sido ascendidos por el Presidente Duque.

Pero todavía siguen sucediendo cosas: el sábado, una hora antes de que Duque llegara a Bojayá, el Coronel Darío Fernando Cardona, Comandante de la Fuerza de Tarea Conjunta Titán, le envió al líder social Leyner Palacio, quien denunció que en el Atrato hay connivencia entre ciertos militares y miembros de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), un derecho de petición en el que le plantea, entre otros temas, que le dé los nombres de los miembros de la Fuerza Pública que hayan practicado la connivencia y el lugar donde hayan ocurrido los ilícitos. Y añade que indique las comunidades que, según Leyner, se encuentran en confinamiento por la presencia de grupos ilegales en la zona.

 

Para interponer ese derecho, el Coronel invoca la Constitución que dice que “toda persona tiene derecho a presentar peticiones respetuosas a las autoridades”. ¿Pero cómo puede hacerlo? Eso lo que significa es que, quien podría interponerlo, sería Leyner, para preguntarle al coronel por qué su unidad no es eficaz en la lucha contra las AGC. No él.

Ese derecho de petición del Coronel Cardona es ilegal e intimidatorio, pues en el futuro la población va a tener miedo de denunciar. Y es preocupante porque él parece sentirse muy sobradito y respaldado por sus superiores…

¿Qué hará Duque con ese coronel ineficaz que intimidó así a ese líder social a quien él quiere proteger de manera especial? ¿Y qué va a hacer con los demás militares implicados en los delitos destapados por Semana?

Para salvar a su querido paciente, un buen médico extirparía el cáncer de inmediato, sin dejarle una sola célula mala. El Presidente no puede esperar a que las autoridades tarden años en condenar a los culpables. Al menor indicio de corrupción o criminalidad, Duque debe destituir a los sospechosos. Porque si se sienten apoyados, o si el Presidente ignora la gravedad de los hechos y no practica ya la delicada cirugía que se requiere, el cáncer hará metástasis y el querido Ejército y el país colapsarán.

 

@patricialarasa

PATRICIA LARA

ENERO 10 DE 2020

¡Bien, Claudia! ¡Ojo, Petro!

El comienzo de la gestión de Claudia López augura no solo un gobierno incluyente y, contra todo pronóstico, tranquilo, no obstante el temperamento confrontativo que había exhibido antes, sino también que ella llenará el vacío de liderazgo que existe porque, ante situaciones delicadas, el presidente Duque guarda silencio o asume posiciones contrarias a lo que la gente quiere y siente. Así ocurrió con el descubrimiento del bombardeo de los niños, cuando ni siquiera tuvo una palabra de condolencia para sus madres; con el hallazgo de la fosa en Dabeiba colmada de cadáveres de falsos positivos, horror sobre el que no se pronunció, y con el paro y los cacerolazos, ante los cuales, en lugar de escuchar a sus líderes, armó una conversación nacional que probablemente no pare en nada. Mientras tanto, Claudia López dijo lo que la gente necesitaba oír: que el presidente debía escuchar primero a los líderes de la protesta y que el diálogo no era “para explicar con más profundidad las políticas gubernamentales y para comunicarlas mejor”, sino “para, con humildad, reconocer errores, hacer cambios y hacer concesiones”.

Y como gobernante, Claudia pronunció un discurso con cinco objetivos que, si logra cumplir, aun cuando sea en parte, hará una alcaldía que se recordará por años: poder vivir sin miedo; garantizar la educación superior gratuita con conexión al empleo; liberar más tiempo para la familia y las actividades lúdicas y no para el trancón; hacer reverdecer la ciudad, y lograr que Bogotá Región se convierta en el mejor hogar para los colombianos.

Además escogió un gabinete con criterios técnicos y de transparencia, ajenos a clientelismos y corruptelas, y tomó medidas que muestran su liderazgo: por ejemplo, designó como veedor a Guillermo Rivera, un hombre inteligente, estudioso, exministro del Interior del gobierno anterior, quien, con seguridad, atajará con perspicacia los goles de corrupción que quieran meterle al Distrito. Le pidió al Partido Verde que le cediera la presidencia del Concejo a Carlos Fernando Galán, su contendor en la lucha por la Alcaldía, pues representa a más de un millón de votantes y la alcaldesa cree que tiene, con él, más afinidades que diferencias, actitud que demuestra que seguro Claudia hará un gobierno capaz de reunir las mayorías necesarias en el Cabildo y evitará confrontaciones políticas innecesarias. Y ratificó por un tiempo a Andrés Escobar, gerente del Metro puesto por el exalcalde Peñalosa y acusado por algunos de corrupción (¿con qué fundamentos?), pues consideró que, primero, debía conocer a fondo ese complejo proyecto, apenas en ciernes, para después nombrar frente a él a una persona nueva.

Pero esas sensatas medidas, paradójicamente, despertaron la ira de su antiguo amigo Gustavo Petro, quien no le perdona que, siendo candidata, dijera que cumpliría el contrato del metro de Peñalosa; haría el metro elevado en vez del subterráneo que quería Petro, pues el incumplimiento del contrato le generaría a Bogotá enormes costos, y construiría sobre lo construido, única actitud que garantiza que las ciudades progresen.

Así que ¡va bien, Claudia!

Pero ¡ojo, Gustavo Petro! Debería recapacitar sobre su actitud hacia Claudia López, porque a base de atacarla y enviar trinos contra cada decisión de su exaliada está pareciéndose cada vez más a quien tal vez menos quisiera parecerse: Álvaro Uribe, que no logró aceptar que él ya no es el presidente, como tampoco usted ha logrado aceptar que ya no es el alcalde.

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

ENERO 3 DE 2020

Tenemos miedo

Mariana Garcés, ministra de Cultura durante los ocho años del gobierno anterior, compartió un texto que parece un alarido de angustia en el chat de Defendamos la Paz, ese movimiento convertido en el gran motor político de Colombia, porque reúne y coordina a líderes sociales, periodistas, trabajadores de la cultura, empresarios y miembros de todos los partidos, con excepción de los enemigos del Acuerdo de Paz, y que van desde representantes de la oposición, incluidos militantes del partido FARC, hasta parlamentarios y políticos de los partidos Liberal, de la U y Cambio Radical.

Mariana mandó el escrito después del asesinato, en Tumaco, de Lucy Villarreal, una joven madre y líder social y cultural que promovía el Carnaval de Blancos y Negros y, en vísperas de Navidad, fue acribillada al salir de dictar un taller para niños; y del asesinato, cerca a Santa Marta, de la pareja de ambientalistas Nathalia Jiménez y Rodrigo Monsalve, quienes pasaban su luna de miel.

Con autorización de su autora y del escritor Ethan Frank, con quien Mariana intercambia esas ideas, reproduzco ese texto que pone el dedo en la llaga, puede hacernos despertar y, de pronto, logre el milagro de que el presidente escuche y se ponga del lado de la gente.

A continuación, el escrito:

“Asesinados un antropólogo, una ecologista y una artista escénica experta en educación popular. Tengo miedo, en Colombia se persigue a la diversidad, a la diferencia y ahora al conocimiento. En este momento, todos estamos en riesgo. Los asesinos han puesto la mira en aquellos que trabajan en pro de las comunidades, del entendimiento de los territorios y la felicidad de las poblaciones. El odio por el que «sabe, conoce o estudia» lo he vivido en los más diversos entornos, ámbitos y momentos, pero siempre se expresó con dinámicas de exclusión o segregación. Pero ahora alcanza límites de eliminación directa. La brutalidad se ha enardecido y los bestiales han empezado su versión de la limpia. Estamos ante ese momento que muchos temíamos: el de la conversión de la ignorancia no solo en una obligación, sino en un valor. Siento miedo, por cada uno de nosotros, por cada uno de ustedes, que han creído que se puede hacer vida lejos de los esquemas y las propuestas de las mafias. Siento miedo por la vida de todos los que lograron localizarse en perspectivas que hacen posible imaginar un futuro de dignidad y libertad. El odio y la desconfianza por el saber ha tomado casi todos los escenarios en los que la idea de la legitimidad se hace concreta, el brutismo se impone cual poética, ya no es posible distinguir entre indiferencia y pánico. Nos inocularon sus formas traquetas hasta el tuétano, celebramos con sus músicas, nuestro avituallamiento lo dispusieron ellos, las viandas son las que sus caprichos proveyeron.

“Quieren que dejemos de saber, nos obligan a la ignorancia de nuestros propios muertos, de nuestras tragedias. Hemos pasado del desalojo a la sujeción.

“Demasiada tristeza… ¿Qué razón puede existir para quitarle la vida a la pareja de recién casados? ¿A los líderes? ¿A los desmovilizados? Una sociedad muy enferma es esta.

“Y un Gobierno que no oye. Que se remite a decir que la economía va bien. Y que le importa muy poco la gente... Si a esos jóvenes los matan como los mataron, todos estamos en riesgo solo por el hecho de existir. Las lógicas son otras y no tenemos quién nos defienda. El Estado no existe porque no está del lado de la gente”.

¿Escuchó, presidente Duque?

 

 @patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

DICIEMBRE 27 DE 2019

Lo que deja el año viejo

A pesar de que en este año no cesaron los asesinatos de líderes sociales, desmovilizados, indígenas y afros, el 2019 deja avances muy importantes para el desarrollo de la paz y de las fuerzas progresistas: por una parte, en el Congreso, la bancada por la paz, que reúne a la oposición y a los partidos Liberal, de la U y Cambio Radical, funcionó coordinadamente y pasó por encima de sus diferencias ideológicas con el solo propósito de defender el Acuerdo de Paz. Fue así como tapó todos los goles que el presidente Iván Duque y el Centro Democrático quisieron meterle al Acuerdo. Detuvo primero el de las objeciones presidenciales a la JEP. Derrotó la proposición que dispersaba los recursos de los PDET para dárselos a otras regiones. Y consiguió prorrogar la Ley de Víctimas sin los micos que pretendía meterle el uribismo.

 

Por otra parte, en las elecciones locales los sectores independientes y progresistas obtuvieron un triunfo sin precedentes, como fue la elección de alcaldes del Partido Verde y de coaliciones alternativas e independientes en las principales ciudades: Bogotá, Medellín, Cali, Cartagena, Bucaramanga, Villavicencio, Cúcuta, Santa Marta y Popayán, entre otras. La presencia de esos mandatarios locales en la política le va a dar un impulso indiscutible a las fuerzas progresistas.

 

Y, por último, la protesta social hizo explosión en las calles con una dimensión que no imaginaron ni los mismos convocantes del paro nacional, a pesar de la campaña de miedo que desarrolló el Gobierno para que la gente no saliera a las calles: centenas de miles de personas, especialmente jóvenes, marcharon en ciudades del país, no un día sino varios, y muchísimos más hicieron sonar sus cacerolas y protestaron por múltiples motivos, los principales de ellos, tal vez, la desigualdad y la desesperanza. Y esa protesta generó que el Gobierno tomara algunas medidas, sin que reconociera por qué lo hacía: redujo los aportes de salud de los pensionados; casi duplicó el subsidio a los adultos mayores; firmó el Acuerdo de Escazú; e impulsó la aprobación de algunos puntos de la ley anticorrupción.

 

Sin embargo, ese movimiento de masas contundente y antes impensable, que continuará en el 2020, corre el riesgo de diluirse si el Comité Nacional de Paro no actúa con sabiduría y si sigue haciendo demandas tan numerosas que se diluyen y desvirtúan, permitiéndole al Gobierno seguir ignorando olímpicamente sus peticiones. Como el que mucho abarca poco aprieta, sólo tendría que hacer tres o cuatro: que el Acuerdo de Paz se cumpla en su totalidad y de manera integral, no a pedazos, como quiere Duque; que se cumplan los compromisos que el Gobierno adquirió con los estudiantes, indígenas y demás sectores; que se garantice a cabalidad el derecho a la protesta social; y que rápidamente todas las políticas del gobierno se encaminen a alcanzar los puntos señalados en la hoja de ruta trazada por el Comité de Sabios, conformado por el propio Gobierno y a las cuales, por esa razón, él no puede oponerse: que este sea “un país donde todos los niños puedan estudiar; en donde podamos tomar agua del río; en donde las personas sean alegres y vivan en paz; un país libre de violencia y en donde se pueda salir de la casa sin miedo; en donde (…) no haya hambre; (…) en donde todos tengan los mismos derechos” y un etcétera de propuestas hechas por los sabios que, si se cumplieran, harían de Colombia el mejor de los paraísos.

 

Y ahora, queridos lectores, ¡les deseo un 2020 muy feliz!

 

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

DICIEMBRE 20 DE 2019

Superintendente de Salud, ¡por favor, actúe!

Édison España, portero del edificio donde habito, de 46 años, oriundo de El Banco (Magdalena), vino a Bogotá en busca de un trabajo que le permitiera mantener a sus padres. Se empleó en una empresa de vigilancia. Hoy gana $1’320.000 y le descuentan, como ordena la ley, 4 % ($52.800) del salario para pagar su seguro de salud.

En agosto de 2016 lo atacó un dolor brutal y acudió a la clínica Méderi, adscrita a la Nueva EPS. Le descubrieron tres cálculos en el riñón izquierdo, le extrajeron uno y le colocaron un catéter. Seis meses más tarde, debido a otro dolor, los médicos le retiraron otro cálculo y le dejaron el catéter. El 17 de enero de 2018, a raíz de una dolorosa punzada, regresó a la clínica y le dijeron que lo habían limpiado y le habían cambiado el catéter.

Un año después, el 3 de enero de 2019, regresó a urgencias de la clínica Méderi con inflamación y dolor insoportables. Lo mandaron a la sala de espera y, luego de dejarlo tres días sentado en un asiento de palo en un corredor helado, el urólogo de turno se negó a retirarle el catéter o a practicarle otro procedimiento con el argumento de que eso tenían que programarlo.

Édison le envió una queja a la Superintendencia de Salud, la cual, al parecer, le ordenó a la Nueva EPS que se ocupara del caso. ¡Pero el 30 de abril de este año la Nueva EPS ordenó que le practicaran una cirugía en una fecha del año pasado!

El 25 de junio Édison regresó a la Nueva EPS para que le asignaran la fecha correcta y le dijeron que tenía que programar la cirugía. Entonces interpuso un derecho de petición ante el superintendente de Salud, Fabio Aristizábal Ángel, solicitándole que le pidiera a la Nueva EPS “expedir de manera prioritaria la orden de consulta con el urólogo”, para que le diagnosticaran su “problema real de salud”, le explicaran “las posibles soluciones” y “el tratamiento adecuado”, y para que, “de forma prioritaria”, expidieran la orden para efectuar el procedimiento necesario en la clínica Méderi o en otro centro especializado”.

La Superintendencia le ordenó a la EPS que actuara de inmediato. Pero solo hasta mediados de noviembre se dio la orden para que se le realizara una “operación quirúrgica urgente”. El 27 de noviembre Édison volvió a la clínica con otro dolor agudo y estuvo hospitalizado dos días. Le diagnosticaron infección en las vías urinarias, le recomendaron continuar con los trámites para retirar el catéter, le practicaron una tomografía computarizada, le hallaron varios cálculos y lo despacharon con el argumento de que no había urólogo disponible y que programara la cirugía para retirar el catéter y los cálculos.

“He sufrido mucho con todo esto, doctora”, me dice. “La anterior empresa de vigilancia donde trabajaba me amenazaba con echarme, porque me daban incapacidades, y me decían que si me volvían a operar me botaban. Y me descontaban el sueldo… Lo que necesito es que me solucionen mi problema y me reprogramen la cirugía… ¡Pero dicen que me van a llamar y nada!”.

Durante este calvario de Édison España (C.C. N° 14.251.788), similar al que padecen miles de colombianos, de milagro no se ha muerto por una infección provocada por ese viejo catéter. Hasta le prohibieron ir a baños públicos para evitarse una infección.

¿Será que el superintendente de Salud ahora sí es capaz de lograr que le obedezcan y que, por fin, operen a Édison?

¡Por esas cosas es que marcha la gente, señor presidente!

¡Feliz Navidad, queridos lectores!

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

DICIEMBRE 13 DE 2019

Carta al Eln

Señores miembros del Comando Central del Eln:

Desde hace tiempo he querido preguntarles qué significa para ustedes la lealtad.

Lo digo porque luego de que Cuba acogió con toda generosidad a la delegación de paz del Eln, facilitó que se dieran los diálogos entre el Gobierno de Colombia y su organización, y ustedes cometieron el atentado contra la Escuela de Policía General Santander, lo cual llevó al presidente Iván Duque a romper las negociaciones y a desconocer, de una manera absurda, los protocolos pactados para aplicarlos en un caso semejante, ustedes no han hecho nada para facilitarle a Cuba la salida del enredo en que la metieron. Y es un enredo mayúsculo que puede costarle a la isla que EE. UU. vuelva a incluirla, de una manera muy injusta y perjudicial para esa nación, en la lista de países que auspician el terrorismo. Si ello ocurre, ustedes serían los responsables.

Me explico: el lío de los protocolos tiene las siguientes salidas: que Cuba acepte extraditar a los negociadores del Eln, lo cual no va a ocurrir, pues la isla, como país garante que es del proceso, no va a desconocer los protocolos; que Duque acepte que se equivocó, pida que se apliquen los protocolos y acuerde con el Eln y con los países garantes los detalles del regreso de la delegación del Eln a Colombia, enmarcados en lo establecido por los tales protocolos, lo que parece muy improbable que suceda, pues Duque ha demostrado no tener el más mínimo sentido de la autocrítica; o que el Eln facilite la reanudación de los diálogos de paz, tema en el cual han dicho estar interesados, pero no han movido un dedo para que esto suceda.

Porque mover un dedo sería, por ejemplo, atender el llamado del arzobispo de Cali y de los obispos de Quibdó, Apartadó e Istmina para que liberen a tres secuestrados. Y mover un dedo sería decretar un cese unilateral del fuego y las hostilidades por varios meses, lo cual implicaría suspender, mientras dure dicho cese, el secuestro, las voladuras de oleoductos y demás acciones violentas. Y ese mover un dedo por parte del Eln, en este momento, tendría que llevar al Gobierno a reanudar la negociación con ustedes, no solo porque así se lo están pidiendo a las partes varios sectores de la sociedad civil, sino también porque EE. UU. lo vería con buenos ojos, y porque al dar ese paso, Duque tomaría ese nuevo aire político que tanta falta le está haciendo.

Y si los diálogos de paz se reanudan, automáticamente Cuba saldría del lío de los protocolos, porque seguramente, después, se acordaría que continuaran las conversaciones en otro país, pues luego de palpar la deslealtad que le han demostrado tanto el Eln como el Gobierno de Colombia, probablemente Cuba no tendría interés en que los diálogos siguieran en su territorio.

Señores del COCE, les pido que reflexionen sobre esos puntos. No es posible que en momentos en que el comisionado de Paz, Miguel Ceballos, había manifestado que había “un ambiente positivo” para que se retomaran los diálogos de paz con el Eln, ustedes hayan quemado seis vehículos en el Bajo Cauca y le hayan dado a Duque argumentos para decir que “con este tipo de actos el Eln se aleja cada vez más de la mesa de negociaciones”.

Obviamente que el presidente debe entender que no puede obligar al Eln a que antes de negociar acabe por completo la guerra y se desmovilice. Pero ustedes, señores del Eln, también deben comprender que tienen una deuda de gratitud con Cuba y que deben darle una mínima prueba de lealtad.

 @patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

DICIEMBRE 6 DE 2019

El paro también es con ustedes, congresistas

Es una provocación que luego de dos semanas de paro, y en vísperas de la jornada de protesta del miércoles, en un solo día, el Congreso hubiera rechazado la propuesta de reducir los sueldos de los congresistas, hecha por el presidente del Senado, el liberal Lidio García; hubiera hundido el proyecto que establece un concurso de méritos para los candidatos a fiscal general promovido, entre otros, por los parlamentarios José Daniel López, de Cambio Radical, y Angélica Lozano, del Partido Verde; hubiera aprobado la llamada Ley Arias que crea la segunda instancia para su caso y, de paso, garantiza la impunidad para muchos, y le hubiera dado un pupitrazo al proyecto de reforma tributaria, cuyo retiro es uno de los 13 puntos presentados al Gobierno por el Comité del Paro.

Como ocurrió con el Acuerdo de Paz, cuando el Congreso hizo todo lo posible para hundir las 16 curules para las víctimas, modificar aspectos sustanciales del Acuerdo y no hacer nada para impulsar la reforma rural integral, ahora el parlamento, con la excepción de gran parte de la Bancada de la Paz, también está haciendo lo posible por exacerbar los ánimos de los colombianos que ven con simpatía el paro nacional.

Y, ojo, ni el Gobierno ni el Congreso pueden equivocarse: el país apoya la protesta. Ella no es asunto de unos extremistas fletados por el Foro de São Paulo, como lo han afirmado el senador Álvaro Uribe y su combo. No. Para probarlo, no es sino mirar las calles repletas de gente de todos los sectores, ponerles atención a los espontáneos cacerolazos que resuenan en las calles y ver las cifras de la encuesta del Centro Nacional de Consultoría: 55% de los colombianos tienen una imagen positiva del paro. Y si el dato se desagrega por edades, se obtiene que el 70% de los menores de 25 años y 60% de los que oscilan entre 25 y 40 años lo ven con buenos ojos. Es decir, que los jóvenes de este país, que en su mayoría viven en la desesperanza, apoyan masivamente la protesta. Y si bien el 60% de los colombianos quieren el regreso a la normalidad, el 72% cree que el país va por mal camino y el 73% considera que el manejo que el presidente Iván Duque le ha dado al paro ha sido desacertado.

Porque ocurre que la gente aquí no es boba y se ha dado cuenta de la táctica mamagallista del Gobierno. Y si el presidente persiste en diluir el paro a base de buscar atomizarlo, dividir a sus dirigentes y hablar con todos con el fin de no dialogar con nadie, a comienzos del próximo año la protesta va a tomarse las calles de una manera contundente, porque además, si comienzan las fumigaciones a los cultivos de coca, como planea el Gobierno, a las manifestaciones van a sumarse decenas de miles de campesinos cocaleros que llegarán a la capital para hacer oír su voz.

Y ahí la protesta será a otro precio.

Entonces, ¿por qué no desactivar de una vez la bomba social? ¿Por qué no sintonizarse con la gente? ¿Por qué no tener la humildad de reconocer lo evidente, por ejemplo, que el Esmad cometió muchos abusos que quedaron grabados en vivo y en directo, uno de los cuales desembocó en el asesinato de Dilan Cruz? ¿Por qué no aceptar, por lo menos, que ese organismo necesita reformas?

Es que a este presidente le falta sentido de la autocrítica. Y de la humildad. Y generosidad. Y sintonía, especialmente con esa Colombia joven que no imagina un futuro. Ojalá Duque salga pronto de su torre de marfil. Porque si no, nos hundimos…

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

NOVIEMBRE 29 DE 2019

Dialogar con todos para no dialogar con nadie

El asesinato por parte del Esmad del joven Dilan Cruz, a quien le llegó la muerte cuando protestaba pacíficamente, unido a las innumerables imágenes de abusos del Esmad contra miles de manifestantes cuyo “delito” había sido golpear cacerolas o gritar consignas, todo ello precedido por la indignación que causó la muerte de ocho niños en un bombardeo del Ejército, caldeó aún más los ánimos de cientos de miles de personas que, hace una semana, realizaron la mayor manifestación que haya tenido lugar contra un gobierno en los últimos 40 años.

Y el presidente Iván Duque, en lugar de dar de inmediato una respuesta adecuada y concreta, se inventó una “conversación nacional” con Raimundo y todo el mundo para ponerle un paño de agua tibia a la explosiva situación, atomizar el diálogo, desconocer el liderazgo de los organizadores del paro y tratar de dividirlos. Es así como el martes, después de que dio vueltas y vueltas para no reunirse con los dirigentes de la protesta, por fin se sentó con el Comité Nacional del Paro, pero en lugar de oírlos salió con el chorro de babas de que tenía que sentarse a dialogar con los empresarios, los gremios y los organismos de control. Ahí paró la conversación porque, según uno de los asistentes, el presidente tenía otras cosas que hacer. Entonces los miembros del Comité se fueron, le dejaron sus propuestas y esperan su respuesta por escrito.

Así el diálogo no funciona. Ese manejo no es serio. El presidente lo que tendría que haber hecho era coger el toro por los cachos y citar desde el principio al Comité del Paro para acordar los caminos del diálogo y, de común acuerdo con ellos, buscar la forma de escuchar a esa otra Colombia que espontáneamente se unió a la protesta. Lo que tenía que haber hecho era aceptar que hay un gran descontento con su gobierno y no centrarse en el orden público, como lo hizo en su primera alocución. Lo que tenía que haber hecho era reconocer a los líderes visibles de la movilización y no tratar de diluirlos, como ha intentado hacerlo.

Como se lo sugirió con gran lucidez la nueva alcaldesa de Bogotá, Claudia López, Duque tiene que revestirse de una gran humildad que hasta ahora no se le ha visto en lo absoluto, reconocer que hay cosas que van mal (por ejemplo, el Esmad) y que ha habido “errores inaceptables como el que niños y jóvenes estén nuevamente muriendo en una guerra absolutamente prevenible e indeseable”, entender que el diálogo no es “para explicar con más profundidad las políticas gubernamentales” sino para hacer cambios y concesiones, y unir a Colombia, no en torno a los poderes desgastados que carecen de legitimidad, sino a temas que verdaderamente convoquen a la ciudadanía, como puede ser la realización de un pacto por los jóvenes y por la inclusión de la Colombia rural y profunda que sigue viviendo en medio del conflicto, la exclusión y la pobreza extrema.

Sin embargo, todavía es tiempo de que el presidente rectifique su camino; que decida fortalecer la implementación de todo el Acuerdo de Paz y no de una sola parte, como lo ha hecho hasta ahora; que reanude las conversaciones con el Eln, como le ha insistido su amiga María Isabel Rueda, y que emprenda este diálogo con honestidad, sin ponerle zancadillas y sin mamarle gallo al paro, porque si continúa jugando a que pase el tiempo, llegue Navidad y el diálogo se atomice, va a generar una inmensa frustración que, después, puede desembocar en una protesta mucho mayor, esa sí, de consecuencias imprevisibles.

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

NOVIEMBRE 22 DE 2019

¿Qué le estará pasando a María Isabel?

¿Qué le estará pasando a María Isabel?, es lo que muchos nos preguntamos cuando leímos su sorprendente columna del domingo, en la que planteó que llegó “la hora de que el gobierno de Duque cometa un acto de audacia y anuncie su intención de iniciar una mesa preliminar exploratoria con la guerrilla del Eln”.

Y María Isabel, que ha sido tan crítica del expresidente Juan Manual Santos y de su proceso de paz, y tan defensora del presidente Duque, agregó que Santos “tuvo la inmensa habilidad de gobernar con un libreto” del cual carece Duque. Por eso le sugirió que, como se está clamando que se abra a otras fuerzas políticas, convoque “los fervores más opuestos a él y a lo que representa”, y se lance “a invitar al Eln a que se siente a explorar una manera de entenderse con este Gobierno”.

Como cosa rara, esta vez estoy de acuerdo con esa columnista a quien aprecio, pero con quien casi siempre estoy en desacuerdo. ¡Eso es lo que justamente tiene que hacer Duque! Y eso es lo que con insistencia la bancada de la paz, mayoritaria en el Congreso, le plantea desde hace tiempos: que haga un gran pacto político para impulsar la implementación completa del Acuerdo de Paz con las Farc y que reanude el diálogo con el Eln.

Pero lo más interesante de la columna de María Isabel es que dice que Estados Unidos vería con buenos ojos la reapertura de los diálogos con el Eln y que el embajador Philip Goldberg, en una entrevista que le hizo, soltó esta perla: “Tenemos simpatía política con la idea de que haya líderes del Eln que estén presentes en La Habana”.

¿Eso qué significa? ¿Acaso lo que ocurre es que, al insistir en que Cuba como país garante del proceso con el Eln incumpla los protocolos y extradite a los negociadores de esa guerrilla, el presidente Duque y su antiguo canciller han seguido los lineamientos no del Departamento de Estado, sino del amigo de Duque, el senador Marco Rubio, quien quiere tumbar a toda costa al gobierno cubano y seguramente se pondría feliz de que la isla volviera a ingresar a la lista de países que apoyan el terrorismo? ¿Eso era lo que había detrás de esa terquedad del excanciller que ni escuchaba a los países europeos ni a los juristas expertos que le insistían en que estaba equivocado? ¿Eso es lo que se ha estado jugando? Si así fuera, no solo sería vergonzoso sino muy desleal con Cuba, un país que se ha empeñado en ayudar a que Colombia consiga la paz.

En todo caso, la afirmación del embajador, unida a otra que indica que para EE. UU., como para todos los conocedores del tema, tienen validez los protocolos (“entendemos la razón de que Colombia pida una acción cubana. Pero (…) hay razones legales que se involucran también en el asunto”), debe ser tenida muy en cuenta por la nueva canciller, Claudia Blum, una mujer capaz y con experiencia en asuntos multilaterales como embajadora que fue ante la ONU, quien no puede seguir equivocándose en el manejo de la política exterior como se equivocó su antecesor en el trato que le dio al tema de Cuba y al de Venezuela, donde casi sería factible que Trump acabará negociando con Maduro, como lo hizo con Corea, y Colombia se quedará viendo un chispero.

¡Así que ojo, presidente Duque, y ojo, canciller: bien vale la pena que, en este caso, escuchen lo que se está preguntando María Isabel!

Nota. Ojalá el paro de ayer se haya convertido en una masiva y pacífica presencia que haga reflexionar al presidente sobre la urgencia de que convoque a las otras fuerzas políticas y cambie de rumbo.

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

NOVIEMBRE 15 DE 2019

 

Por qué marcharé el 21

Porque en un bombardeo murieron ocho niños o más y el Gobierno no solo ocultó el hecho, sino que, una vez conocido, el presidente ni siquiera se disculpó ante las madres de esas criaturas llevadas a la fuerza por las bandas armadas y después desmembradas por las bombas del Estado, ni tuvo para con ellas una palabra o un gesto de condolencia, voy a marchar el 21 en paz.

 

Porque a los indígenas los están matando por oponerse al narcotráfico que se pasea por el departamento del Cauca vigilado por cerca de siete batallones, la mayoría de cuyos miembros, cuando pasan los cargamentos de droga, probablemente miran para otro lado, voy a marchar el 21.

 

Porque van 247 líderes sociales y 90 excombatientes de las Farc asesinados durante el mandato del presidente Duque, y el Gobierno no ha tomado medidas efectivas y concertadas con las comunidades para detener la matanza, voy a marchar el 21.

 

Porque el Gobierno parece no oír el clamor de las comunidades en riesgo que desde los territorios le piden que cumpla el Acuerdo de Paz, voy a marchar el 21.

 

Porque el presidente no escucha a los partidos mayoritarios del Congreso que, desde hace tiempo, le están solicitando que haga un acuerdo político para desbloquear y sacar adelante al país, y sigue en las mismas y con los mismos, voy a marchar el 21.

 

Porque el Gobierno se abstuvo de votar en la ONU la resolución en la que 187 países pidieron que se levante el bloqueo de EE. UU. a Cuba, con el argumento de que se trata de una censura política porque la isla les sirve de refugio a los miembros del Eln que están allá por solicitud del Estado colombiano, cuando la verdad es que el gobierno Duque no ha querido acordar los detalles de su regreso al país como lo establecen los protocolos acordados para los casos de rompimiento de las negociaciones, ni tampoco ha buscado negociar otro protocolo, voy a marchar el 21.

 

Porque con esa actitud el presidente Duque está cerrando las puertas para que en el futuro, durante otros gobiernos, algún país quiera servirnos de garante en la negociación de otros inevitables procesos de paz, voy a marchar el 21.

 

Porque la paz está en peligro y creo que tengo el deber de defenderla, voy a marchar el 21.

 

Porque en este Gobierno el desempleo regresó a los dos dígitos, voy a marchar el 21.

 

Porque al llegar casi a la tercera parte de su gobierno es la hora en que el presidente Duque no ha logrado que entendamos cuál es el rumbo que quiere darle al mismo, voy a marchar el 21.

 

Porque el país no parece gobernarlo el presidente, sino el jefe del partido de gobierno, voy a marchar el 21.

 

Porque me uno al malestar que tienen los distintos sectores que convocan el paro —estudiantes, campesinos, trabajadores, mujeres, indígenas, docentes, pensionados, sindicatos, partidos políticos y comunidades afros y LGBT—, voy a marchar el 21.

 

Porque quiero un Gobierno que haga de Colombia un país incluyente, justo y en paz, voy a marchar el 21.

 

Porque estoy hasta la coronilla de las torpezas del Gobierno, voy a marchar el 21.

 

Porque todas esas razones, más las otras que ustedes tengan, son más que suficientes, los invito el 21 a rechazar la violencia y a marchar en paz.

 

Nota. Ojalá el alcalde Peñalosa recapacite y le aumente el presupuesto a la Casa de Poesía Silva a un nivel que le permita subsistir. Sería muy triste que, además de todo, su alcaldía terminara con el inri de haber matado esa casa que fundó la querida poeta María Mercedes Carranza y que tanto estimula la poesía.

 

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

NOVIEMBRE 7 DE 2019

No sólo es Botero

El bombardeo, en agosto, de un campamento de disidentes de las FARC en Caquetá, en el que murieron ocho niños, entre ellos una niña de doce años, y el ocultamiento del hecho por parte del ministro de Defensa y del Comandante del Ejército, quienes presentaron el suceso como un exitoso operativo militar en el que fallecieron 14 criminales, según lo denunció el Senador Roy Barreras en su debate para promover la moción de censura contra el ministro de Defensa, Guillermo Botero (a quien aprecio porque fuimos compañeros en la universidad), serían suficientes motivos no sólo para que renunciara el ministro, sino también el Comandante del Ejército. Y si el Presidente Iván Duque justifica el hecho, o guarda silencio ante el mismo, también tendría que caerse él.

 

Es que lo que está pasando con la política de defensa es muy grave. Y dicha política no sólo la dicta el ministro sino, principalmente, el Presidente, que es el Comandante de las Fuerzas Armadas.

 

Miremos ejemplos: no para la matanza de líderes sociales; van cerca de 170 desmovilizados de las FARC asesinados, uno de ellos dentro de una zona resguardada por la fuerza pública; el descubrimiento, por parte de The New York Times, de directrices, dentro del Ejército, que podrían generar el regreso a los falsos positivos, las cuales fueron retiradas de los instructivos militares después del escándalo; las revelaciones de la revista Semana sobre órdenes dadas por el Comandante del Ejército para hacer polígrafos dentro de la institución con el fin de ubicar a los oficiales que le suministraron la información al diario estadounidense, y el mutismo del General Nicasio Martínez ante la denuncia de ese hecho que él había negado sistemáticamente; el homicidio del desmovilizado Dimar Torres por orden de un coronel del Ejército, muerte que al principio fue presentada por el Ministro de Defensa como si hubiera obedecido a un forcejeo entre la víctima y el cabo que ejecutó la acción y, luego, su censura al General que le pidió perdón a la comunidad por el asesinato de Torres; el homicidio, al parecer por la espalda, del campesino Flower Trompeta; la pérdida de imagen ante la opinión pública de las Fuerzas Militares; los constantes asesinatos de indígenas en el Cauca, hasta el punto de que la semana pasada mataron a 16 en ese departamento donde hay siete batallones, y está claro que lo hicieron porque son los indígenas, y no los militares, los que se oponen a los narcotraficantes en la zona... Además, como lo dijo el arzobispo de Cali, Darío Monsalve, quien visitó el Cauca, “se perciben los soldados en las vías de manera muy estática, mientras se mueven con toda tranquilidad esas personas que están dedicadas a asesinar a los a indígenas, especialmente a la guardia indígena. Y la omisión es tan evidente que genera sospechas de vinculación. Creo que lo primero es que se concerte con los indígenas una acción rápida y de fondo(…), de modo que no resulte siendo una ofensa más para ellos”.
 

En fin, son demasiados los hechos que indican la necesidad de que Duque le dé un revolcón a su doctrina militar, y que nombre a una cúpula y a un ministro de su confianza, que no se guíe por directrices ajenas.

 

Pero, eso si, tiene que quedar claro que así el ministro sea un fusible al que el Presidente puede remover en cualquier momento, quien de verdad debe responder por la seguridad en el país y porque en Colombia se respeten la vida, honra y bienes de los ciudadanos, es el Presidente de la República.

 

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

NOVIEMBRE 1 DE 2019

Mensajes electorales

 

El triunfo de Claudia López en Bogotá, luchadora incansable contra la corrupción y la parapolítica, y de Daniel Quintero en Medellín, brillante líder progresista quien solito derrotó a Uribe en su casa, más la victoria de los alcaldes de Cartagena, Cúcuta, Villavicencio y Manizales, y la de los otros elegidos en alianza con el Partido de Verde, empezando por Jorge Iván Ospina en Cali, demuestran que el país no es el que el presidente Iván Duque cree: Colombia ya no es el país de extrema derecha que le come cuento a Álvaro Uribe y al Centro Democrático, pues su principal partido es hoy el Verde. Eligió en sus grandes ciudades a alcaldes comprometidos con el Acuerdo de Paz. Se hartó de la polarización encarnada por el enfrentamiento entre Gustavo Petro y Álvaro Uribe, los derrotados de las pasadas elecciones. Quiere superar la politiquería y caminar hacia la modernidad. Y no desea seguir hundida en la guerra.

 

Llegó la hora de que esos mensajes de las elecciones los escuchen varios:

 

Primero, debe oírlos el presidente Duque quien, a partir de los resultados electorales, tiene todo el aval para buscar una alianza en el Congreso con la Bancada de la Paz (Partido Verde, Liberal, de la U, Polo Democrático, Cambio Radical, Decentes y FARC), y así superar el estancamiento político y sacar adelante sus proyectos.

 

Después, debe oírlos el Eln, con el fin de que deje su empeño en continuar la guerra, entienda que le dan más frutos los caminos democráticos, busque un acuerdo con el Gobierno y reinicie las conversaciones de paz.

 

También debe escucharlos Gustavo Petro, quien tiene que entender que ya él no es el gran jefe de la izquierda, pues las principales mujeres de su Colombia Humana (Ángela María Robledo, María José Pizarro y María Mercedes Maldonado), como era lógico, apoyaron a Claudia López y buena parte de su electorado votó en enhorabuena por la alcaldesa.

 

Tiene que oírlos además el senador Uribe, quien debe darse cuenta de que ya es hora de que se dedique a sus nietos y a sus caballos y deje a este país en paz, porque Colombia anhela nuevos liderazgos.

 

Y tiene que volverlos a escuchar el presidente Duque, quien debe sintonizarse con ese nuevo país, cambiar su política de defensa, obligar a las tropas a regresar al respeto a los derechos humanos y empeñarse en la consolidación y conquista de la paz completa.

 

Y, por supuesto, deben escucharlos los nuevos alcaldes, que disponen de todo el apoyo ciudadano para hacer de sus ciudades urbes incluyentes, alejadas de la polarización, con espacios democráticos, prósperas y listas a apoyar la implementación completa del Acuerdo de Paz.

Para finalizar, quiero preguntarle al alcalde Enrique Peñalosa: ¿no es mucho más elegante, sensato y respetuoso de la democracia, que se siente de nuevo con la alcaldesa, que discuta con ella sus objeciones al POT, las incorpore y expida un POT fruto del consenso?

 

Nota. Me dicen que el presidente Duque está inclinado a ordenar que el próximo jueves Colombia vote en la ONU a favor del bloqueo a Cuba o que al menos se abstenga de hacerlo. ¡Esa sería la mayor afrenta a la tradición internacional del país, que nunca, ni siquiera en épocas de Uribe, asumió semejantes posiciones! Además, iría en contra de las corrientes mayoritarias que se expresaron el domingo en las urnas. ¡Por favor recapacite, presidente!

 

                                                                                  ***

 

Adiós, querido Alfredo Molano. ¡Qué falta van a hacer tus reportajes! ¡Qué falta vas a hacernos a tus amigos! Paz en tu tumba.

 

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

OCTUBRE 25 DE 2019

Mi deuda con Perry

—¿Le mando mi libro y le hace un comentario? —me escribió a comienzos de agosto Guillermo Perry—. En él la menciono.

 

—Claro —le dije—. ¿Y por qué me menciona?

—No me acuerdo. ¡Le va tocar leerlo todo! —repuso muerto de la risa ese gran amigo por más de 40 años.

 

El 8 de agosto, en un almuerzo en mi casa, se veía feliz: la semana siguiente presentaría su libro Decidí contarlo, un texto de 530 páginas en el que relata la historia económica y política del país en los últimos 50 años, como testigo de ella en su condición de economista graduado de MIT, primero en Planeación Nacional durante los gobiernos de Carlos Lleras y Misael Pastrana, luego en la Dirección de Impuestos bajo Alfonso López, después como consultor de varios gobiernos, ministro de Minas y Energía de Virgilio Barco, senador, constituyente, ministro de Hacienda de Ernesto Samper y, finalmente, como observador de los gobiernos siguientes. En la mesa, Perry se refirió a anécdotas picantes del libro, entre otras, una del presidente Misael Pastrana, a quien dejaba muy mal parado.

 

El 13 de agosto, al terminar la presentación en la atiborrada biblioteca del Gimnasio Moderno, me acerqué a felicitarlo. ¡Cómo iba a imaginarme que esa sería la última vez que lo vería! ¡Cómo iba a pensar que después de haberle ganado la batalla a un cáncer de vejiga, mes y medio más tarde su corazón se detendría súbitamente!

 

Perry ya no puede leer esta nota, pero le cumplo la promesa. Y lo hago un mes después de su muerte, porque no quería escribirla sin leerme cada una de las 530 páginas de este libro interesante, didáctico, ilustrativo, que muestra de manera amena y crítica la historia económica —siempre tan árida— de este país convulsionado, inserta en medio del acontecer político, comenzando al final del Frente Nacional y terminando en el gobierno de Duque.

 

Definitivamente, Decidí contarlo, una especie de memoria de la vida de Colombia y de la de Perry, hecha como si él hubiera presentido la cercanía de la muerte, es un texto que tanto expertos como legos en economía debemos leer.

 

Sin embargo, no refleja a su autor en toda su dimensión: lo retrata solo como el gran economista y el importante consultor internacional que fue, como el político, como el hombre interesado en la defensa de la ética pública y como el padre que amó a sus hijos y vivió enamorado de Claudia, su mujer… Pero no lo muestra como ese ser multifacético, aventurero, interesado por todo —los viajes, los amigos—, apasionado por la cultura, por el teatro, la literatura, la poesía, la música, hasta el punto de que sin tener oído musical escribió vallenatos y un bolero, este musicalizado por nuestro inolvidable amigo Mario Ochoa (q.e.p.d.), que en un par de apartes dice:

 

“Yo no sé si es verdad o es mentira lo que yo te digo, / pero sé que en la noche profunda me muero de amor (…) / Yo no quiero que llegue mañana ni la luz del día, / yo prefiero vivir en tinieblas sintiendo tu amor / y extraviarme en caminos sin rumbo por tu cuerpo lento / y perderme en un instante eterno de loca pasión”.

 

¡Ay, Perry, qué falta que va a hacernos!

 

Elecciones. Mis candidatos al Concejo: Clara López (Colombia Renaciente), Marisol Gómez (Bogotá para la Gente), Jorge Rojas (FARC), Ana Teresa Bernal (Colombia Humana), Diego Cancino (Alianza Verde).

 

Y en la Alcaldía, aunque con estilos diferentes, tanto Carlos Fernando Galán como Claudia López lo harían muy bien. En Medellín votaría por Daniel Quintero y en Cali por Jorge Iván Ospina.

 

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

OCTUBRE 18 DE 2019

El fenómeno Galán

Carlos Fernando Galán se ha convertido en un fenómeno político: con su discurso no polarizante y la insistencia en mantener su independencia de los partidos, se ha sintonizado con el sentir de buena parte de la opinión que está mamada con la peleadera de Uribe y de Petro, y a la que el estilo de frecuente confrontación que caracteriza a Claudia López le suena a lo mismo, no obstante que está bien capacitada para ser alcaldesa.

Esa actitud de independencia de Galán no es nueva. Por una parte, debió aprenderla de su padre, el carismático Luis Carlos Galán, quien creó el movimiento disidente Nuevo Liberalismo para oponerse a las prácticas clientelistas y corruptas del Partido Liberal. Por otra, la demostró primero en el 2015, cuando renunció a la presidencia de Cambio Radical porque ese partido apoyó para la Gobernación de la Guajira a Oneida Pinto, quien estaba investigada por corrupción en adjudicación de contratos, y a Luis Pérez, que quería la Gobernación de Antioquia y estaba cuestionado por sus aliados políticos. Después, en diciembre del 2017, Galán dijo que no aspiraría a su reelección en el Senado por Cambio Radical porque no estaba de acuerdo con el criterio usado para conformar la lista, que de nuevo incluyó a candidatos cuestionados. Y, finalmente, en el 2018, luego de que Cambio Radical apoyó a Iván Duque en la segunda vuelta, Galán renunció al Senado y al partido pues consideró que seguir ahí no era coherente con sus principios, y votó en blanco en la segunda vuelta.

Pero antes de retirarse del Senado, protagonizó un duro enfrentamiento con el expresidente Álvaro Uribe porque, en un debate de control político sobre supuestos actos de corrupción en los Planes de Ordenamiento Territorial (POT), Galán puso en duda la legalidad de la participación de los hijos de Uribe en un proyecto que tienen en Mosquera (Cundinamarca). Uribe reaccionó a los gritos y Galán no se le quedó atrás, enfrentando al energúmeno senador.

Y ahora, como candidato a la Alcaldía de Bogotá, se ha posicionado como el vocero del centro, y ha presentado un equipo serio, integrado, entre otros, por tres exministros del gobierno de Santos: el de Justicia, Yesid Reyes; el de las TIC, David Luna, y el de Ambiente, Carlos Costa. También, por un exministro de Desarrollo de Pastrana, Eduardo Pizano; por Frank Pearl, miembro del equipo negociador con las Farc y el Eln; por la excandidata uribista a la Alcaldía, Ángela Garzón, destituida por Uribe; por Claudia Parias, reconocida gestora cultural, quien fuera directora de la Orquesta Filarmónica, y por su mano derecha, su hermano el exsenador Juan Manuel Galán. Con ese equipo capacitado, bajo su dirección reposada e inteligente, Galán puede hacer una alcaldía que logre en el Concejo los consensos necesarios para ejecutar sus planes de gobierno.

Pero a Carlos Fernando no sólo lo han favorecido su campaña tranquila, su política de independencia y su buena pinta, sino también las celebraciones que hubo con motivo de la conmemoración de los 30 años del asesinato de su padre, abaleado por el narcotráfico con el apoyo de políticos corruptos. Entonces, muchos bogotanos se sintieron en deuda con Luis Carlos Galán y decidieron votar por su hijo menor para la Alcaldía. Y Carlos Fernando se disparó en las encuestas.

Aún quedan 10 días y todo puede pasar. Pero si las cosas siguen como van y si Claudia y Petro no se unen, el alcalde será Galán.

PATRICIA LARA SALIVE

OCTUBRE 11 DE 2019

Uribe: “Fue a mis espaldas”

Siempre he pensado que el caso del senador Álvaro Uribe debe ser igual al de Eusebio, el marido de Custodia, mi antigua empleada: él, como tantos maridos, llega borracho en las madrugadas a pegarle a su mujer dizque porque anda con otros hombres, cuando justamente quien llega de acostarse con otras es Eusebio.

 

Eso, en psicoanálisis, se llama proyección. Y en lenguaje popular se define con el dicho de “el ladrón juzga por su condición”.

 

Pues ocurrió que, en el 2012, el senador Iván Cepeda le hizo un debate a Uribe en el cual dijo que él y su hermano Santiago habían estado involucrados en paramilitarismo y en la fundación del Bloque Metro de las Autodefensas Unidas de Colombia. Después, Cepeda denunció a Uribe. Y el expresidente denunció a su vez a Cepeda porque supuestamente había sobornado a falsos testigos para que lo incriminaran. Sin embargo, luego de una investigación de cerca de seis años, la Corte absolvió a Cepeda y, en cambio, compulsó copias para investigar a Uribe, ya que encontró que había indicios para pensar que era él quien supuestamente había sobornado testigos. Así, en febrero del 2018, le abrió investigación al expresidente por soborno y fraude procesal.

 

A paso lento, como se mueve la justicia, la investigación continuó y, el martes, se produjo la indagatoria de Uribe. De ella, como es su deber, porque hay que respetar la reserva del sumario, la Corte no dijo nada, salvo que el expresidente “contará siempre con plenas garantías” y que “ninguna presión, manifestación o protesta pública influirá en las decisiones que están obligados a tomar los magistrados en ejercicio de su función”. En cambio, Uribe habló, durante casi hora y media, de lo divino y lo humano. Y reconoció que su cuestionado abogado Diego Cadena —quien no solo ha sido apoderado suyo sino también de narcotraficantes como alias Don Diego, Don Mario y Diego Rastrojo— le dio $2 millones o $7 millones (no está claro, porque Uribe habló primero de dos y luego de siete) al testigo Carlos Enrique Vélez, un paramilitar que primero acusó a Cepeda pero que, a comienzos de septiembre, afirmó que lo había contactado Cadena para buscar testigos y planear una campaña de falsas declaraciones contra Cepeda.

 

No obstante, a pesar de su confesión, el exmandatario aseguró que le había dicho a Cadena: “Hombre, si me hubiera consultado, le hubiera dicho no. Terminantemente no”.

 

Es decir, Uribe aceptó que su abogado le hizo un pago a un testigo, pero sostuvo que fue a sus espaldas.

 

Al día siguiente, Cadena dijo que no le había consultado ese pago a Uribe porque no había considerado que fuera necesario hacerlo. Es decir, en principio aceptó la tesis del senador. Sin embargo, se sabe que hay soportes de $9 millones más de pagos al testigo. (¿Esos tampoco los habrá consultado Cadena con su cliente?). Y el testigo, en entrevista con la revista Semana, dijo que él o allegados suyos habían recibido pagos por $40 millones.

 

De modo que aún queda mucha tela que cortar. Mientras el magistrado del caso, que ya vinculó formalmente a Uribe al proceso, decide si lo llama a juicio o no, yo sigo en mi teoría: el caso de Uribe debe ser igualito al de Eusebio, el marido de Custodia…

 

Nota. La semana pasada le dijimos adiós al inolvidable Guillermo Perry. Esta semana despedimos a Javier Darío Restrepo, periodista riguroso y recto, experto en la ética de esta profesión que cada día necesita más de voces como la suya. ¡Paz en su tumba, maestro!

 

@patriacialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

OCTUBRE 4 DE 2019

No se equivoque más, Presidente

La amenaza del Presidente Duque a Cuba en el sentido de que las relaciones se romperían si en 6 meses la isla no extradita a los miembros de la Delegación de Paz del ELN que están allá por petición del estado colombiano, es no sólo una equivocación, sino una evidencia de la poca confianza que él tiene en la capacidad del Ejército para capturar a los insurgentes luego de que, una vez cumplido el protocolo acordado para su regreso en caso de ruptura del proceso de paz, ingresen al país.

 

Es una equivocación por estas razones: 1. En la práctica, Colombia está diciéndole a Cuba que si no viola un compromiso internacional -el protocolo que firmó como país garante del proceso de paz-, rompe relaciones. 2. Ese protocolo, como dijo el jurista Rodrigo Uprimy, “es un acto internacional de Colombia frente a los Estados garantes, por lo cual gobiernos posteriores deben cumplirlo de buena fe o deben modificar expresamente ese compromiso”, cosa que no ha buscado hacer el gobierno de Duque, ya que su posición es que se viole el protocolo, y punto. 3. Colombia no puede aplicarle a Cuba la Resolución 1373 adoptada por el Consejo de Seguridad de la ONU, la cual establece los compromisos de los Estados contra el terrorismo, como dice Duque, porque Cuba no alberga a los miembros del ELN por voluntad propia sino en virtud de un compromiso internacional como garante. 4. “Si un Estado ofrece garantías a su enemigo para negociar y luego las desconoce para capturar o matar a los negociadores, como dijo Uprimy, incurre en una grave violación al derecho internacional humanitario, que es la perfidia”. 5. El incumplimiento del protocolo sería un precedente inaceptable no solo para Colombia, sino para cualquier proceso de paz en el mundo, ya que deben existir reglas fiables si la negociación fracasa, como dijo el ministro de Estado alemán Michael Roth. 6. Con su actitud, Duque nos cierra las puertas de la paz, porque ningún país va a aceptar ser garante de un proceso que emprenda un Estado que no cumple sus compromisos. Y 7, si Colombia rompe con Cuba por esa razón, manchará su imagen internacional.

 

Y es una falta de confianza en la capacidad de nuestro Ejército, porque el protocolo establece que, por 72 horas, rija un cese el fuego en un área acordada, que tradicionalmente ha sido de unos 50 Kms cuadrados. Esa área podría rodearla el Ejército. Ahí, en ese lapso, los tipos del ELN aterrizarían en un helicóptero de la Cruz Roja, en el que viajarían con delegados de los garantes y de Colombia. Vencidas las 72 horas, el Ejército podría y debería perseguirlos, capturarlos y entregarlos a la justicia.

 

Como me decía un importante General: “si de mi dependiera, yo haría cumplir el protocolo y le diría al Comandante del Ejército: le doy un mes para que coja a esos tipos, y si no, se va”.

 

¿Por qué no lo ha hecho así el gobierno? Aún pueden hacerlo. Así nos ahorraríamos ese desgaste internacional y los elenos, pronto, acabarían presos o muertos. Como quiere Duque.

 

(¿Y por qué la ONU no nos ayuda a superar este impase?)

Nota: ¡Qué dolor produce la muerte de Guillermo Perry, amigo por más de 40 años! Lo vi por última vez el día del lanzamiento de su libro, Decidí contarlo, un compendio de su vida y obra, escrito como si hubiera tenido la premonición de que su vida llegaba a su fin…¡Estaba radiante!

¡Quién iba a imaginar que mes y medio después estaría muerto! ¡Qué falta vas a hacernos, Perry!

Les mando a Claudia, a Juana y a Antonio, un abrazo fuerte y largo.

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

SEPTIEMBRE 27 DE 2019

La explosiva verdad de Char

La declaración ante la JEP del exsenador David Char —que apenas comienza— ha pasado desapercibida. Pero es de gran trascendencia porque deja al descubierto no sólo las relaciones que un vasto sector de la clase política ha tenido con los paras, sino que revela, en la propia voz de un miembro de uno de los más influyentes clanes políticos, cómo ha funcionado la compra de votos y hasta dónde cohabitan la corrupción y la política local.

Hasta la semana pasada Char, que fue acusado por la Corte Suprema de recibir para su campaña dinero del Frente José Pablo Díaz del Bloque Norte de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc), de prestar carros a esa organización criminal, de reunirse con jefes paras para efectos electorales, de aportarles plata por medio de la empresa Acodensa perteneciente a la familia Char, y de suministrarles una caja de munición explosiva, ha dicho varias cosas a la JEP, donde fue aceptado porque se comprometió a revelar una verdad mayor a la dada en la justicia ordinaria, a reparar a las víctimas y a contribuir a la no repetición. Char ha dicho que, mientras en Soledad y Malambo los paras instalaron su poder a base de usar el miedo y la violencia, en Barranquilla lo hicieron a través de alianzas con políticos, entre otros el exalcalde Guillermo Hoenigsberg, que fue apoyado por el dirigente liberal José Name Terán. Agregó que las Auc tenían lobistas que se les aproximaban a los congresistas de Sucre, Córdoba, Guajira, Magdalena, Cesar y Atlántico. Añadió que “las tres casas más importantes del Atlántico” eran las de los Name, Gerlein y Char y que “si alguien quería participar en política a nivel de Gobernación y Alcaldía necesitaba tener el aval de alguna de estas tres familias”. Dijo que allá las Auc se consolidaron porque lograron elegir a Rosa Stella Ibáñez en la Alcaldía de Soledad y, “a través de ella, consiguieron que les adjudicaran el Hospital Materno Infantil, que fue su fortín”. Contó que alcanzaron también la Alcaldía de Malambo y que, a través de esas alcaldías, trataron de cooptar la contratación y los puestos del departamento. Y ahondó en cómo funcionaba la compra de votos, que según Char tenía tres modalidades: se hacía a través del cambio de materiales de construcción por votos, de la compra en efectivo del voto y de lo que llamaban “carrusel de la votación”, en el que se contaba con la complicidad de la Registraduría para aumentar la votación en las mesas.

 

Char dijo que no participó en esa última modalidad de compra de votos, pero sí en las demás; reconoció que apoyó “a un grupo paramilitar que causó daños en la sociedad en todos sus niveles” y se comprometió a reparar a las víctimas haciendo un proyecto cooperativo y sostenible de siembra y comercialización de maíz y de ají, que incluye construir y dotar un colegio para más de 100 alumnos, y brindar asesoría psicosocial de especialistas en posconflicto.

 

La confesión de Char no sólo es un ejemplo de los beneficios que traerá la JEP, sino también una voz de alarma de lo que pasa en las regiones: porque lo que él dice que ocurría hace 13 años es lo mismo que sucede ahora: la disputa de las distintas mafias por el dominio político de los poderes locales. Por eso esta campaña ha sido tan violenta.

 

Y el Gobierno se ha hecho el loco ante la verdadera causa de esta violencia, que no es otra que la retoma del país por el paramilitarismo. ¿Hasta cuándo el presidente Duque seguirá cerrándole los ojos a esa peligrosa realidad?

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

SEPTIEMBRE 6 DE 2019

¡Qué torpes!

La decisión de Márquez y Santrich de reiniciar la lucha armada después de firmar la paz demuestra su torpeza política y su infinita incapacidad de entender el país y de percibir cuáles son los sentimientos de su gente; pero también denota su egoísmo y su narcisismo descomunal. Porque independientemente de que la implementación del Acuerdo de Paz haya sido lenta; de que la reforma rural integral, las 16 curules para las víctimas y la reforma política contempladas en el Acuerdo estén en cero; de que los programas de sustitución de cultivos ilícitos no sean prioridad de esta administración, y de que el partido de gobierno y el presidente Duque hayan insistido, afortunadamente sin éxito, en modificar la JEP y otros aspectos del pacto de paz, lo cual pudo infundirles inseguridad jurídica, la motivación fundamental de la decisión de Márquez y Santrichparece corresponder más a la necesidad de solucionar un problema personal que a un asunto político: Santrich sintió muy probablemente que la Corte Suprema iba a dictarle orden de captura y se escapó antes de rendir indagatoria, a pesar de las promesas que le había hecho al país de que se sometería a la justicia y acataría sus decisiones. Y Márquez, que no ha podido explicar la relación con su sobrino Marlon Marín, involucrado en narcotráfico y convertido en informante de la DEA, sintió también pasos de animal grande y, en lugar de acogerse a la JEP y aclarar su situación, decidió crear una nueva guerrilla y, para satisfacer su ego, se volvió jefe de otra aventura armada, sin importarle las nuevas víctimas que deje en el camino, ni el perjuicio que con su decisión les cause a los cerca de 10.000 excombatientes que siguen apostándole a la paz, ni el impacto negativo que su decisión tenga en la consolidación de la democracia en el país. Pero es tal el rechazo que ha generado su notificación del regreso a la guerra, que por más de que ejecuten unas cuantas acciones urbanas, la posibilidad de que tengan audiencia o interlocución política es nula.

 

Dicho esto, hay que enfatizar en que si bien el Gobierno debe garantizar que los militares demuestren eficiencia no solo en la persecución a la nueva guerrilla sino también a los demás grupos y bandas armadas, la prioridad del presidente tiene que ser, ahora sí de verdad y con toda celeridad, cumplir el Acuerdo de Paz como un todo. No se trata, como tantas veces lo ha dicho él, de cumplirles a quienes han cumplido. No. Se trata de cumplir el Acuerdo y punto. Los que han incumplido están por fuera del Acuerdo, y sobre eso no hay discusión. Pero el Acuerdo es mucho más que lo que concibe este Gobierno, cuyo comisionado Archila está dedicado a demostrar su eficiencia en la implementación de los proyectos productivos, etc. Y eso está muy bien. Pero el Acuerdo es bastante más que eso, porque su propósito fundamental es garantizar la no repetición de nuestra tragedia; es decir, lograr que las condiciones de inequidad, atraso y exclusión que reinan en la mayor parte del campo colombiano se superen, y conseguir que el Estado haga presencia y garantice la seguridad en todo el territorio, especialmente en las zonas más afectadas por la violencia y el narcotráfico.

 

Ahora el presidente Duque tiene la gran oportunidad de unir al país, dejar sin argumentos a los violentos y lograr que regrese la paz. Ojalá la aproveche, porque lo más triste que podría sucederle sería que la paz muriera en sus manos.

 

Nota. Por viaje, esta columna reaparecerá el 27 de septiembre.

 @patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

AGOSTO 30 DE 2019

El comandante del Ejército tiene la palabra

En su artículo de portada, la revista Semana reveló apartes del pliego de cargos de la Procuraduría contra el general Eduardo Quirós, antes al mando del Comando de Apoyo de Combate de Contrainteligencia Militar (Cacim), y contra su segundo, el teniente coronel William Roberto Medina. Allí se establece que ellos lideraron una persecución dentro del Ejército para determinar, mediante interrogatorios y prácticas de polígrafo, qué militares les suministraron a The New York Times y Semana las informaciones sobre directrices establecidas en el Ejército que podían conducir de nuevo a la criminal práctica de los falsos positivos y que, enhorabuena, fueron retiradas de la institución, así como quiénes habían cometido actos de corrupción dentro de ella. Es decir que, para ellos, lo malo sería no que esos crímenes y delitos se produjeran, sino que se supieran.

 

Sin embargo, lo que es más grave es que en sus testimonios queda claro que la orden para realizar esas operaciones de consecución de información se las dio el comandante del Ejército, quien ha negado sistemáticamente que esa “cacería” se haya producido.

 

Dice Semana que “los oficiales tendrán que enfrentar un proceso señalados de cometer ‘faltas gravísimas’, que implican una sanción de más de diez años”.

 

¿Y qué proceso tendría que enfrentar el que dio la orden, que todo parece indicar habría sido el jefe del Ejército, si además se tiene en cuenta que él le habría mentido al país?

Como afirmó un editorial de El Espectador, “esta situación es gravísima y las respuestas del Ejército y el Ministerio de Defensa no pueden ser sus usuales evasivas”.

 

Pero así han sido, por lo menos hasta ahora, pues el Comando del Ejército se ha limitado a publicar un comunicado en el que no desmiente lo dicho por Semana y en el que agrega que, a partir de las publicaciones, “se efectuaron (…) las acciones administrativas pertinentes, con el propósito de esclarecer las circunstancias [… y] los responsables de las presuntas irregularidades”, y en el que se insta a los medios y a las autoridades a respetar la reserva legal de las investigaciones.

 

El Comando del Ejército se equivoca en materia grave en su forma de afrontar esta gravísima situación, no solo por hacerse el loco ante semejante denuncia que afecta directamente a la cabeza de la institución, sino por creer que los periodistas debemos silenciar informaciones obtenidas de los procesos. ¡No, señores! Al contrario. Nuestro deber es divulgarlas. Investigarlas hasta las últimas consecuencias. Caiga quien caiga. Y, en este caso, quien tendría que caer sería el comandante del Ejército, a no ser que él pueda demostrar que lo dicho a la Procuraduría por el general Quirós y el teniente coronel Medina es falso.

 

Y, a todas estas, ¿qué opinan del caso los jefes inmediatos del comandante del Ejército: el ministro de Defensa y el presidente?

 

Porque después de tantos cuestionamientos, la moralidad de varios miembros de esa importante institución está en entredicho. Y ahora, al estarlo también la credibilidad del comandante del Ejército, si el ministro y el presidente no hacen que se aclaren las cosas o no actúan en consecuencia en caso de que no puedan aclararse, estaría también en entredicho la credibilidad de la institución como un todo. Y, de paso, la de la política de legalidad que, con tanta insistencia, enarbola como bandera de su gobierno el presidente Duque.

 

Ahora, el general y sus jefes tienen la palabra…

 

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

AGOSTO 23 DE 2019

Escuche a la gente, presidente

Lo que se comenta de las encuestas se limita normalmente al tema de si la popularidad del presidente subió o bajó. Pero, a veces, de ellas se desprenden datos interesantes que quedan sepultados por la superficialidad habitual. Es lo que ocurre con una encuesta realizada a comienzos de mes por el Centro Nacional de Consultoría para el noticiero CM&, la cual le puede dar luces a Iván Duque sobre cómo y por dónde enrutar este país tan necesitado de que su presidente le fije un rumbo claro.

 

Primero hay que destacar que, según ese sondeo, el 93 % de los colombianos quiere que a Duque le vaya bien y el 88 % cree que el presidente es una persona serena. Pero el estado de ánimo de la gente no es bueno: el 58 % piensa que el país va por mal camino y solo el 39 % opina que va bien.

Sin embargo, hay un tema, el más interesante de la encuesta, que, si el presidente lo analizara y lograra despojarse de su terquedad y, tal vez, de su soberbia, podría señalarle un camino muy positivo al país: y es el camino de la inclusión, que tanta falta nos ha hecho y por cuya ausencia se han librado tantas guerras en esta tierra. En concreto, la encuesta pregunta: “Este primer año el presidente Duque ha gobernado con su partido, el Centro Democrático y el MIRA. ¿Qué considera más conveniente, que siga apoyado en su partido o debe abrir colaboración a otros partidos?”. Pues casi las tres cuartas partes de los encuestados, el 70 %, desean que Duque abra la posibilidad de colaborar con otros partidos. Y tan solo el 25 % se opone a ello.

 

Y a la pregunta de si “considera que el presidente Duque en un futuro debe ser más cercano a los demás partidos”, el 58 % dice que sí, el 24 % opina que debe ser más autónomo y solo el 14 % quiere que sea más cercano al Centro Democrático y al expresidente Uribe.

 

De manera que no es sino que el presidente ponga en práctica su propósito de buscar la unidad del país, esbozado desde su discurso de posesión y reiterado, solo en palabras, a lo largo de su mandato, pues hubo únicamente una oportunidad en la que Duque dio un paso concreto para buscarla: aquella en la que convocó a la Casa de Nariño a todas las fuerzas políticas, incluido el jefe del partido FARC, para acordar lo relacionado con los proyectos anticorrupción, que casi en su totalidad naufragaron luego. Y la mayoría del país se alegró con ese intento de concertación. Pero este no continuó porque, según me han dicho, al día siguiente de celebrarla, de su partido le llovieron rayos y centellas.

 

Sin embargo, el presidente quiere lograr la unidad. No más este martes, durante la ceremonia que realizó en la Casa de Nariño para honrar la memoria de Luis Carlos Galán, afirmó: “Necesitamos superar las divisiones de la pequeña política para avanzar en la construcción de un mejor país”.

Pero, para superarlas, el presidente tiene que proclamar su independencia, dar el primer paso y buscar la unidad, por ejemplo, aceptando la invitación que un grupo de parlamentarios de los partidos independientes y de oposición —mayoritarios en el Congreso— le hizo con el fin de crear “una mesa multipartidista para sacar adelante los proyectos de ley y la reforma constitucional necesarios para avanzar en la implementación del Acuerdo de Paz”.

Eso el país se lo agradecería… Y así daría el primer gran salto hacia la unidad y lograría “avanzar en la construcción de un mejor país”.

 

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

AGOSTO 16 DE 2019

¡A responder, Gobierno!

Veinte parlamentarios de las bancadas de paz, liderados por Juanita Goebertus, representante del Partido Verde, presentaron un informe de 120 páginas sobre la implementación del Acuerdo de Paz en el primer año de Duque. Sus puntos deberían ser contestados uno a uno por el Gobierno, sobre todo si se tiene en cuenta que el documento lo firman parlamentarios de los partidos que hacen mayoría en el Congreso: el Liberal, la U, Cambio Radical, Verde, Polo Democrático y Movimiento Decentes.

El informe anota que el 57 % de las normas indispensables para implementar el Acuerdo de Paz no se han presentado al Congreso; que la meta del Acuerdo de Paz es entregar y formalizar 10 millones de hectáreas a campesinos, pero que solo “se han dotado y formalizado 73.000 hectáreas”, lo que representa un 8,7 % de lo que se debería estar haciendo; que según el Plan Marco, la implementación del Acuerdo le costaría al país alrededor de $139 billones en los próximos 15 años y que el presidente Duque “propone como proyecto de presupuesto para el 2020 la inversión de $9,8 billones para temas de paz”, pero que al ver el presupuesto se observa que “alrededor del 40 % tiene que ver con programas de interés general, de impacto social, pero no focalizados” en el tema de la paz; que a las principales agencias e instituciones para transformar los territorios se les ha disminuido el presupuesto entre el 17 y 7 %; que se deberían haber invertido mínimo $4,6 billones para cumplir las metas de desarrollo en los PDET y solo se han invertido $56.000 millones; que no se han creado las 16 curules que debían darles representación a las víctimas en el Congreso; que no ha habido una reforma integral del sistema político, ni tampoco se han implantado las medidas para impulsar el voto rural; que el 83 % de los combatientes que hicieron dejación de armas hoy no tienen acceso a proyectos productivos; que el 94 % de las 99.097 familias vinculadas al Programa Nacional de Sustitución de Cultivos de Uso Ilícito cumplieron con la erradicación concertada, pero apenas el 0,7 % de dichas familias tuvieron la posibilidad de acceder a proyectos productivos; que se ha disminuido el desminado, fundamental para continuar con un proceso serio de erradicación manual; y que durante este año del Gobierno de Duque se repararon 56 % menos víctimas que el promedio anual reparado desde cuando se promulgó la Ley 1448.

 

Todas son observaciones fundamentales. Además, el documento hace una propuesta importante, la cual merece ser atendida por el Gobierno de inmediato: crear “una mesa multipartidista para sacar adelante los proyectos de ley y la reforma constitucional necesarios para avanzar en la implementación del Acuerdo de Paz”.

 

¿Por qué el presidente Duque no atiende esa propuesta de la bancada mayoritaria del Congreso, se sienta en la mesa de concertación y empieza a tejer de verdad esa unidad a la que tanto ha convocado? ¿No sería esta la oportunidad de hacerlo?

 

Notas. Doña Cecilia Caballero de López nos deja un lindo recuerdo: inteligente, amable, comprometida, discreta, liberal, dulce, siempre sonriente, fue no solo una gran primera dama, sino una madre excepcional. Les envío mi abrazo estrecho a sus hijos Felipe, Alfonso y Juan Manuel, a María y demás nietos. ¡Paz en su tumba!

Veinte años sin Jaime Garzón y 30 sin Luis Carlos Galán, dos colombianos de otra dimensión, dos grandes amigos… ¡Qué falta le hacen a este país! La justicia tiene el deber de no dejar sus crímenes en la impunidad.

 

 @patricialarasa

#AdiósALaGuerra

PATRICIA LARA SALIVE

AGOSTO 9 DE 2019

“Los tebanos”, una obra fundamental

Solo a Ricardo Camacho, fundador y director del Teatro Libre desde hace más de 45 años, obsesivo genial del teatro clásico, podía ocurrírsele realizar Los tebanos, que reúne en una sola obra cuatro de las tragedias principales del teatro griego: Edipo rey, Edipo en Colono y Antígona, de Sófocles, y Los siete contra Tebas, de Esquilo.

 

Adaptada con inteligencia y conocimiento de las claves del teatro por Patricia Jaramillo, Los tebanos cuenta la historia completa de Edipo, rey de Tebas, y de su descendencia; su alzamiento para salvar la ciudad de la maldición de la Esfinge; su trágico descubrimiento de ser, sin saberlo, el asesino de su padre y, luego, el marido de su madre y el padre de sus propios hermanos; el suicidio de Yocasta, su madre y esposa, desesperada al darse cuenta de su vida incestuosa; la decisión de Edipo de sacarse los ojos atribulado por la culpa; su abandono del trono; su deambular desterrado acompañado por su hija Antígona; la maldición que Edipo profiere contra sus hijos, Eteocles y Polinices, cuando se entera por su otra hija, Ismene, de que ellos se disputan el trono de Tebas y el primero logra desterrar a su hermano de la ciudad; la muerte de los dos hermanos en lucha fratricida por el poder; la decisión de Creonte, convertido en rey de Tebas, de que Eteocles reciba sepultura y honras fúnebres por haber defendido al pueblo mientras Polinices debe ser arrojado al campo para que lo devoren las alimañas y las aves de rapiña; la decisión de Antígona de desobedecer al rey y enterrar a su hermano; su condena a ser sepultada viva, y su suicidio seguido por los de su prometido y su madre.

 

Esta obra, que parece una locura por lo ambiciosa, según Patricia Jaramillo, le fue propuesta al Teatro Libre por Ricardo Camacho, quien “había venido cavilando en los últimos años (para) contar en una sola obra la historia de Edipo, rey de Tebas, condenado por los dioses a envilecer no solo su vida sino la de su pueblo y la de sus descendientes (...) La propuesta implicaba ensamblar las obras de los dos dramaturgos (Sófocles y Esquilo), tratando de superar las diferencias de estilo y de lenguaje teatral, pero también era la ocasión para aproximarse al mundo griego con una nueva mirada, puesto que ya, en 1999, el Teatro Libre había montado La orestíada y en esa ocasión se habían desentrañado las lecciones cardinales de los padres del teatro”.

 

Según Ricardo Camacho, la mayor dificultad de hacer Los tebanos “fue encontrar la especificidad de cada obra y, luego, la de integrarlas en un espectáculo orgánico y coherente. Y este proyecto solo ha sido posible porque se trata de un grupo permanente y estable, que ha desterrado el temor de caminar por el borde de la cornisa”.

Y sí, Los tebanos demuestra que el hecho de que Camacho y su grupo hayan perdido el miedo a caminar por el borde del abismo, siempre haciendo el mejor teatro con las uñas y contra viento y marea, ha valido la pena y ha permitido que en Colombia podamos disfrutar de un buen teatro clásico.

 

No se pierdan, pues, Los tebanos, que estará en cartelera hasta mañana en el Teatro Libre de Chapinero y hasta el 14 de septiembre en la sede del centro (calle 12B n.° 2-44).

 

Y no puedo terminar esta columna sin darles mi más sentido abrazo de condolencia a Ricardo y a todo el grupo del Teatro Libre por la muerte, esta semana, de Héctor Bayona, uno de sus grandes actores de siempre. Paz en su tumba.

 

 @patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

AGOSTO 2 DE 2019

¿Hacia un fiscal de bolsillo?

Se sabe que la terna de candidatos a fiscal, que el presidente le enviaría a la Corte Suprema de Justicia para que de ella escoja al sucesor de Néstor Humberto Martínez, estaría conformada por tres personas muy cercanas a él: Clara María González, secretaria jurídica de la Presidencia; Miguel Ceballos, comisionado de Paz, y Francisco Barbosa, consejero para los Derechos Humanos. Es decir que el fiscal sería, en la práctica, un subalterno del presidente Duque; un fiscal de bolsillo cuyas actuaciones, de antemano, tendrían una sombra de duda. Podría resultar algo parecido a lo que ocurre en Venezuela, donde la Fiscalía obra de acuerdo con los deseos del presidente. Y no habría nada más perjudicial que eso para este país azotado por esa polarización que lo tiene estancado y no lo deja ocuparse de temas que le permitan progresar.

Para evitar que ese disparate se repita (si no se logra que Duque se olvide de cometer esa burrada, como le dijo él a Maduro), hay que darle la bienvenida al proyecto de ley presentado por la senadora Angélica Lozano, el cual establece que la Corte elija al fiscal general de una terna conformada a partir “de un proceso de selección público de mérito (…), garantizando (…) publicidad, transparencia, participación ciudadana y equidad de género. La terna deberá estar conformada por candidatos que se hayan ubicado en los diez primeros puestos de calificación y no podrán incluirse nombres por fuera de estos”.

Si la senadora Lozano saca adelante su proyecto, la transparencia de nuestro sistema de justicia daría un salto adelante. ¡Ojalá lo logre!

 

***

 

Y una pregunta: al ver la descalificación que el exalcalde Gustavo Petro le hizo a la candidata Claudia López por no casarse con su proyecto de metro subterráneo y decir que si el alcalde Peñalosa deja firmado el contrato del metro elevado ella lo respetaría, y al recordar cómo también Peñalosa desestimó los estudios del metro subterráneo que dejó hechos Petro, los cuales, según dicen, eran serios, ¿no sería una buena idea hacer una reforma para que Bogotá tuviera una junta de planificación urbana, con similar independencia del alcalde a la que tiene del presidente la Junta del Banco de la República, que tuviera la función de garantizar un desarrollo coherente de la ciudad, no sujeto a los caprichos, simpatías, antipatías o intereses del alcalde de turno?

 

El presidente Carlos Lleras decía que a ningún presidente le gusta su antecesor ni su sucesor. Lo mismo ocurre con los alcaldes. Y esta ciudad no resiste más que el alcalde que llega, movido por el prurito de contradecir a su antecesor, haga lo posible por desbaratar o no continuar la obra del alcalde anterior. No puede ser que desde comienzos de los años 40, cuando Carlos Sanz de Santamaría fue alcalde de Bogotá, se estén haciendo estudios para construir un metro y, después de más de 75 años, sigamos en las mismas, pero cada vez más atascados y con menos posibilidades de transportarnos de una manera humana y rápida.

 

La Junta del Banco de la República tiene siete miembros y el presidente, en su período, solo puede escoger a dos de ellos. De manera que actúa con bastante independencia del Gobierno y así ha conseguido, por ejemplo, mantener a raya la inflación, que es uno de sus principales objetivos.

 

¿No podrá Bogotá inventarse una institución similar, cuya función sea conseguir que en esta ciudad sea grato vivir, que nos podamos mover con facilidad y respirar un aire que no nos mate?

 

 @patricialarasa

 

#AdiósALaGuerra

PATRICIA LARA SALIVE

JULIO 26 DE 2019

Hoy es el día

¡Hoy es el día de gritar “No más”! ¡No más atentados contra mujeres, madres la mayoría, que han tenido el valor de defender a sus comunidades del robo de tierras, de la corrupción política, de la minería ilegal; que han promovido la sustitución de los cultivos de coca! ¡No más asesinatos a líderes sociales! ¡No más huérfanos!

Hoy es el día de salir a la calle, a las cinco de la tarde, para gritar a favor de la vida e invitar con contundencia al presidente Iván Duque a que priorice esta situación, como acción fundamental de su gobierno, pues debe ponerle fin a la matazón de líderes sociales y excombatientes que han optado por la paz. En su discurso del 20 de julio, él apenas mencionó el tema. Y lo hizo apoyado en generalidades.

 

Y no es tan difícil detener el genocidio, si se tiene la voluntad política de hacerlo, porque esa violencia atroz está concentrada en unas pocas regiones. Según cifras de la Defensoría del Pueblo, el 80 % de los homicidios se ha presentado en municipios advertidos como potenciales escenarios de violencia según las alertas tempranas. Y los asesinatos se han producido solo en 99 de los 1.122 municipios que hay en Colombia. ¿Entonces por qué el presidente Duque no ordena concentrar la acción y la presencia del Estado en esos municipios?

Pero ocurre que a esos lugares casi nunca va un gobernador; en ellos la Policía es escasa y, lo que es peor, allá la población tiene la sensación de que las autoridades locales están cooptadas por las bandas criminales y los grupos armados.

 

Además hay otro problema grave: el presidente y su Gobierno parecen tener un diagnóstico errado de la situación, porque dan a entender que a los líderes sociales los están matando los grupos armados. Y eso no es sino parcialmente cierto: según el investigador Ariel Ávila, si bien el 30 % de esos asesinatos los cometen grupos armados y miembros de las disidencias, el 70 % los han perpetrado autores particulares; es decir, sicarios contratados para matar a los líderes.

Así que las respuestas que deben darnos cuanto antes el presidente y su Gobierno son: ¿quién está contratando a los sicarios? ¿Quién está mandando a matar a los líderes sociales? Hasta ahora, que se sepa, no han descubierto a un solo autor intelectual de alguno de esos asesinatos. ¡Y eso es una vergüenza!

De modo que salir a marchar hoy es fundamental: no podemos preferir quedarnos en casa por más lluvia o frío que haya. Tenemos que salir... No podemos dejar pasar esta oportunidad de demostrarles a los violentos que el país no tolera su violencia ni está dispuesto a dejarse arrebatar la paz; no podemos dejar pasar esta circunstancia para decirle al presidente que percibimos su pasividad ante la muerte de exguerrilleros y líderes sociales, y que le exigimos que actúe y defienda la vida de esas personas, como se lo ordena la Constitución. No podemos desaprovechar este 26 de julio para convidar a Iván Duque a que se una con su Gobierno a esta causa, la de parar la guerra, y la de gritar “no más”, un “no más” que se escuche en todos los rincones del país, porque lo peor que le puede pasar a Colombia, y a él como presidente, es que en estos tres años que le quedan de mandato, en lugar de consolidarse la paz, regrese la guerra.

 

Nos vemos a las cinco de la tarde de hoy, para marchar desde el Centro de Memoria Histórica (calle 26 con carrera 19B) y gritar: ¡no más muerte! ¡No más!

 

@patricialarasa

 

#AdiósALaGuerra

PATRICIA LARA SALIVE

JULIO 19 DE 2019

El 26 grite con nosotros, presidente

“Nos están matando el futuro. Están matando las oportunidades de nuestros niños y niñas. Están matando el campo, donde crecen las cosas buenas del país. Están matando la tolerancia. Están matando el amor que nos debemos tener unos a otros. Están matando el respeto por nuestra bandera. Están matando a nuestros padres, a nuestras madres, a nuestros hermanos. Están matándonos la esperanza de tener una sola Colombia cada vez mejor. Están matando las voces de centenares de colombianos para callarlas. Y seguimos indiferentes… Se nos olvidó que en nuestras manos tenemos la posibilidad de tener un país en paz. Y estamos pasmados dejando que la maten. Más de 400 líderes sociales han sido asesinados desde la firma del Acuerdo de Paz. Y los siguen matando. ¡Despertemos!”, dice una voz profunda mientras sobre un fondo negro, al ritmo de cada frase, desfilan las fotografías y los nombres de algunos líderes sociales y excombatientes asesinados: Temístocles Machado, Emilsen Manyoma, Maritza Quiroz Leyva, Gilberto Valencia, Ana María Cáceres, Dalmyro Reyes, Gilberto Zuloaga, Yadira Sucerquía, José Víctor Ceballos, Dimar Torres…

Se trata del escalofriante video que aportaron los publicistas Francisco Samper y Carlos Rodríguez a la campaña para promover la gran caminata que bajo el nombre de El Grito (#Julio26ElGrito) realizaremos en todos los lugares de Colombia y del exterior para gritar ¡no más asesinatos a líderes sociales, no más homicidios de excombatientes que se acogieron a la paz, no más muertes, no más dolor, no más! Ese día, a las cinco de la tarde, todos los que sentimos y queremos a Colombia, en cualquier lugar donde nos encontremos, lanzaremos nuestro grito de desesperación, un grito que va a acompañar al emitido por el niño de María del Pilar Hurtado, quien, al ver el cadáver de su madre acribillada a su lado, corría y daba vueltas gritando su desesperación, su desamparo, su soledad… Un grito que se va a juntar con el de todos los niños huérfanos de sus madres, porque ahora los asesinos andan con la moda de matar mujeres, líderes valientes que promueven la sustitución de cultivos de coca o que defienden sus territorios de quienes se quieren robar la tierra, el oro, los presupuestos públicos locales, en últimas, de quienes quieren asesinar la paz.

Este próximo viernes 26, en Bogotá, nos reuniremos a las 5 p.m. en el Centro de Memoria Histórica (calle 26 con carrera 19B), subiremos por la 26 hasta la carrera décima, seguiremos hasta la calle 13, iremos hasta la carrera séptima y nos concentraremos en la Plaza de Bolívar para gritar nuestra angustia y dar un grito que no solo esperamos que escuche el presidente Duque, sino que también lance él como primera autoridad de Colombia.

Presidente, lo invitamos a gritar con nosotros porque usted, como primera autoridad del país, tiene que ser el colombiano más preocupado por el asesinato sistemático de excombatientes y líderes sociales. Pero su preocupación no ha sido expresada con la suficiente fuerza y eficacia como para que los asesinos la sientan como una orden suya de parar ya de matar.

Por eso es muy importante que usted, presidente Duque, este 26 de julio, encabece la caminata que haremos legiones de colombianos y que nos acompañe a gritar ¡no más muertes, se acabó el genocidio, basta ya!

Nota: a las cinco de la tarde, en Cali, el plantón será en la Plazoleta San Francisco; en Medellín, será en el Parque San Antonio, y en Barranquilla la caminata saldrá del Parque Esthercita Forero hasta llegar a la Plaza de la Paz.

#NoLasDejamosSolas

 

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

JULIO 12 DE 2019

Respuesta de la vicepresidenta

La vicepresidenta, Marta Lucía Ramírez, envió una carta —que por falta de espacio no transcribo completa—, en la que dice que responde las preguntas de mi columna titulada “La mala fe del Gobierno”, donde hablaba de las respuestas torcidas que le dieron a las declaraciones del excomisionado de Paz, Sergio Jaramillo, y en la que le pedía que contestaran algunas preguntas, entre otras las hechas por él sobre ¿por qué el Gobierno está haciendo tan poco para cumplir los puntos diseñados para garantizar la no repetición de la violencia?

En su carta, la vicepresidenta no respondió los puntos en concreto, sino que mencionó diez acciones que, según ella, ha impulsado el Gobierno en cumplimiento del Acuerdo de Paz, a saber:

1. “El lanzamiento y vigencia de la política de estabilización ‘paz con legalidad’, para cerrar la brecha urbana-rural”.

2. La culminación de “la etapa de formulación de 14 de los 16 planes de acción de los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET)”.

3. “En un trabajo conjunto con las comunidades, se han entregado 400 obras PDET de infraestructura comunitaria, relacionadas con salud, vivienda, educación y deporte, que benefician a 76.000 familias de zonas rurales”.

4. “Con una inversión de $247.000 millones, mediante Obras por impuestos” (…) en 2019 41 empresas han ejecutado “42 proyectos en 57 municipios, de los cuales 28 son PDET”.

5. “Pese a que los acuerdos determinaban el mes de agosto de 2019 como fecha final de la figura jurídica transitoria de los 24 Espacios Territoriales de Capacitación y Normalización (ETCR), donde están más de 3.000 excombatientes de las Farc con sus familias, el Gobierno Nacional resolvió mantener la atención, la renta básica y las garantías de reincorporación, por el tiempo que sea necesario, a fin de garantizar su vinculación a la vida civil en un marco de legalidad”.

6. “Se han aprobado 24 proyectos productivos colectivos que vinculan a 1.567 personas en proceso de reincorporación con un valor de $17.430 millones. Del total de aprobados, se han desembolsado recursos a 17 proyectos que vinculan a 1.216 excombatientes”, por $12.798 millones.

7. “Se han aprobado y desembolsado 162 proyectos productivos e individuales que benefician a 190 personas”, por $1.479 millones.

8. “Se cuenta con 1.137 personas contratadas en la Unidad Nacional de Protección (UNP) y en la ARN se tienen contratados 35 excombatientes”.

9. “Se han vinculado 30.000 familias al Programa de Sustitución de Cultivos Ilícitos (PNIS)”.

10. “Existen aproximadamente 100.000 personas vinculadas al Programa PNIS. Los campesinos han arrancado de raíz casi 35.000 hectáreas de hoja de coca (…) Este programa transforma en la práctica las condiciones de vida de los campesinos que le apostaron a la legalidad”.

A pesar de su pastoral, la vicepresidenta dejó de responder en concreto estas preguntas: ¿en qué va la implementación de la reforma rural integral? ¿Cuántas hectáreas se han distribuido a los campesinos de los tres millones que, según el Acuerdo, hay que repartir? ¿Cuántas se han formalizado de los siete millones que hay que formalizar? ¿Y cuáles son los resultados en cuanto a la protección efectiva de líderes sociales y excombatientes de las Farc, la cual debería traducirse en ausencia de muertos?

Seguimos esperando que el Gobierno, cuya vocería en este caso la tomó la vicepresidenta, responda en concreto esas preguntas.

Nota. ¡No se pierdan El sendero de la anaconda, de Alessandro Angulo! Es un documental espléndido con una cámara magistral.

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

JULIO 5 DE 2019

No más “Santrich”

El país no puede seguir girando en torno a Santrich. Aquí hay problemas y prioridades que no se atienden por el embeleco de insistir en temas que hace rato han debido chulearse: el primer semestre del año se perdió, por ejemplo, en el debate de las objeciones presidenciales a la JEP, con el que Duque recibió una derrota contundente y se retrasó, en el parlamento y en el Gobierno, la atención a temas fundamentales como el ascenso del desempleo y de la pobreza, y la reinstalación del paramilitarismo en ciertas zonas como Córdoba, Montes de María y Bajo Cauca, asunto ante el cual el Gobierno cierra los ojos. Y durante el viaje a Londres, en lugar de oír al presidente hablar de temas de interés internacional, lo escuchamos dando declaraciones sobre Santrich, ¡por Dios!

Y el proceso de paz tampoco puede depender de Santrich. Como bien lo dijo esta semana un editorial de El Espectador, “Jesús Santrich no es la paz”. Y “su comportamiento desafiante”, agregó este diario, “no debería opacar el cumplimiento que tantos otros excombatientes han hecho de lo pactado”. En efecto, más de 10.000 exguerrilleros, de cerca de 13.000, se han reincorporado, han cumplido los acuerdos, están dedicados a desarrollar proyectos agrícolas, turísticos, artesanales, de confección, y cultivan la ilusión de consolidar nuevas familias y desarrollar una vida en la legalidad.

Y tampoco debería opacarse el cumplimiento que de las obligaciones desprendidas del Acuerdo han hecho otros dirigentes del partido FARC, como los que ocupan curules en el Senado, comenzando por su jefe, Rodrigo Londoño (Timochenko), Griselda Lobo (Sandra Ramírez, viuda del fundador de las Farc, Manuel Marulanda), Jorge Torres Victoria (Pablo Catatumbo), Julián Gallo (Carlos Antonio Lozada) y Judith Simanca (Victoria Sandino), quienes no solo han asistido puntualmente a sus citas con la Jurisdicción Especial para la Paz y han aguantado con estoicismo las andanadas del Centro Democrático, sino que también han enviado con frecuencia mensajes de reconciliación e, incluso, como lo hizo la senadora Lobo, han llegado hasta regalarle al senador Uribe una matica con motivo del final del año.

Justamente lo que queríamos era ver a esos antiguos combatientes echando lengua en vez de bala —como diría el maestro Darío Echandía—, desarrollando su vida de manera normal y haciendo aportes positivos al país. Y esos logros, que no solo son del gobierno anterior sino también de este, no vamos a permitir que los echen para atrás los Márquez, los Paisas, los Romañas y, ahora, Santrich.

Sin embargo, hay que insistir en que Santrich, si no ha salido del país, para lo cual requiere autorización de la JEP, todavía no ha entrado en falta, pues no hay contra él una orden de captura.

Pero si este martes no cumple su cita para rendir indagatoria ante la Corte Suprema de Justicia, quedará convertido en prófugo de la justicia, le caerá todo el peso de la ley y, lo que es peor, habrá faltado a su palabra, habrá perdido su credibilidad; habrá defraudado a la institucionalidad, que lo ha rodeado de garantías; les habrá fallado a las víctimas, a quienes les debe verdad, y a su partido, al que le debe lealtad, y les habrá dado a los enemigos del Acuerdo de Paz toda clase de argumentos para atacarlo.

No obstante, como Santrich no es la paz, los partidarios del Acuerdo haremos lo necesario para defenderlo. Por eso saldremos a las calles el próximo 26 de julio para gritar al unísono: ¡no más asesinatos de líderes sociales! ¡Adelante la paz!

 @patricialarasa

 

#NoMasGuerra

PATRICIA LARA SALIVE

JUNIO 28 DE 2019

¿Quién mata a los líderes sociales?

El investigador Ariel Ávila, autor del estupendo libro Detrás de la guerra en Colombia, nos da varias pistas: según él, el 60 % de los líderes asesinados son reclamantes de tierras, como es el caso de María del Pilar Hurtado, recién acribillada en Tierralta, Córdoba, ante la mirada atónita de su niño que, infructuosamente, buscaba ayuda y daba alaridos de dolor; reclamantes de verdad o miembros de las juntas de acción comunal que se oponen a la siembra de coca u otras economías ilegales; o personas que participan en política con banderas de lucha contra la corrupción local.

Después, por fuera de ese 60 %, hay otras categorías de líderes asesinados, como la de los que hacen control ambiental, que van en aumento.

Y la Fiscalía, que ha hecho investigaciones sobre los autores materiales de los crímenes, no sabe nada (o no nos ha comunicado nada) sobre quiénes son los autores intelectuales. ¡Y sus nombres son los que de verdad importa descubrir!

Encontrarlos no debe ser tan difícil: lo más probable es que los autores intelectuales sean los ocupantes de las tierras que están siendo reclamadas; los narcotraficantes de las zonas, cuyos nombres, en esos sitios, todo el mundo conoce; los poderes locales que usufructúan la corrupción, llámense alcaldes, contratistas, concejales, o quienes se benefician con obras que acaban con el medio ambiente, como es el caso de la minería, etc.

Y estos personajes, autores intelectuales de los asesinatos, se lucran de un Estado autoritario a escala local; tienen ejércitos a su servicio o contratan sicarios para que eliminen a aquellos que se les atraviesan a sus intereses y, de paso, así, aterrorizan a la población con el fin de que a nadie se le ocurra seguir su ejemplo.

¿Y a todas estas los alcaldes qué hacen?, le pregunto a Ariel Ávila. “A los alcaldes no les gustan los líderes sociales porque les mandan derechos de petición”, dice. Es decir, no les gustan porque les hacen control político. Por eso los estigmatizan, y algunos dicen que son comunistas o cercanos a las Farc, estimulan la persecución contra ellos y no reaccionan con contundencia ante sus asesinatos. ¿O será que, a veces, hasta se alegran con su muerte?

La verdad es que todo el que se oponga a la corrupción local es susceptible de ser asesinado, especialmente en esos territorios donde el Gobierno no ha sido capaz de hacer presencia con todas sus instituciones (escuelas, hospitales, vías, etc.) ni de llegar con un Ejército y una Policía que, en esas zonas, garanticen que todos sus miembros no actúen como cómplices de las bandas armadas. Como dice Ávila, “al que levante la cabeza a nivel local se la quitan”.

Hay que pensar, también, que las estadísticas señalan que los crímenes contra líderes sociales aumentan en vísperas electorales. Ello significa que hay personas interesadas en sacarlos del juego político porque les estorban.

¿Y a todas estas el Gobierno qué hace? Pues tal vez hace muchas cosas, pero con cero resultados. Porque a los líderes los están matando a un ritmo de uno cada dos días, según la Defensoría del Pueblo, o de uno cada cuatro días, según el Gobierno.

Así las cosas, la única solución que existe es que el Gobierno decida encarar el problema, desnudando a esos poderes locales mafiosos, judicializándolos y desbaratándoles su feudos, así caiga quien caiga y así el Gobierno central pierda sus apoyos locales.

Todo lo demás es cerrar los ojos ante las verdaderas causas de la matazón.

@patricialarasa

#AdiósALaGuerra

PATRICIA LARA SALIVE

JUNIO 14 DE 2019

Las lideresas somos porque las otras están

Por Audes Jiménez González*

Escribo no solo en mi nombre, sino en el de todas las compañeras de la Red de Mujeres del Caribe (RMC) y de la Red de Mujeres Afrocaribes, donde trabajamos por construir una región y un país que reconozcan la riqueza de nuestra diversidad y de nuestros aportes al desarrollo del territorio, el bienestar y la convivencia.

Trabajamos por una región Caribe y una Colombia justas, humanas y solidarias. Muchas llevamos entre tres y treinta años de experiencia en la RMC. Ha sido un trabajo arduo para avanzar en la construcción del modelo de sociedad con el que soñamos.

Para lograrlo, nos hemos preparado académicamente, hemos reflexionado y hemos entendido la democracia como un estilo de vida que debemos practicar en la forma de relacionarnos con las otras personas. Creamos encuentros anuales denominados Congresos por la Regionalización del Caribe Colombiano, que tienen una perspectiva de género, etnia y derechos humanos, donde trabajamos para rescatar nuestras costumbres ancestrales y practicamos estrategias para sanar colectivamente los duelos y traumas padecidos. Los congresos, desarrollados bajo el paraguas de la RMC, le apuestan, principalmente, al desarrollo de la autonomía regional y se proponen crear un plan piloto en la región del Caribe colombiano que repercuta en todo el país.

Quisimos impulsar una ley orgánica de ordenamiento territorial, pero lamentablemente el proyecto no pasó por falta de apoyo político. Este impase no nos desanimó; por el contrario, nos fortaleció: a partir de ahí, trabajamos con mayor contundencia en fortalecer los procesos locales, con miras a desarrollar liderazgos sociales y políticos. Es así como creamos la Red de Mujeres Afrocaribes, que hoy es un referente para la interlocución con diferentes actores políticos y sociales sobre las reivindicaciones de las mujeres negras, afros, raizales y palenqueras. El mismo trabajo se ha realizado con jóvenes de diferentes municipios y departamentos, donde se han creado organizaciones y se han promovido redes que trabajan desde el arte procesos que promueven la cultura de paz.

A partir del 2016 denominamos nuestro espacio Encuentro Polifónico de Mujeres y Paz. Para desarrollarlo, realizamos alianzas con la Universidad del Atlántico, la Nacional sede Caribe, la de los Andes y la Corporación Colombiana de Teatro.

A través de nuestro Encuentro Polifónico interactuamos con más de diez mil mujeres de diferentes edades y sectores de la región. Por ello hemos podido resistir todas las violencias que se ejercen contra nosotras. Por ello no han logrado silenciarnos ni invisibilizarnos. Por ello no podrán acallar nuestras voces.

Por una voz que callen sembrarán cien y mil más: aun cuando quieran matarnos, seremos semilla. Por eso les proponemos a los violentos que hagamos un pacto por la vida y por un territorio en paz, donde tengamos vida en abundancia.

* Nota de Patricia Lara Salive: es un honor cederle mi espacio hoy a la docente Audes Jiménez González, asesora de la Red de Mujeres del Caribe, directora ejecutiva de la Asociación Prodesarrollo de Familias e integrante del movimiento de mujeres negras, afrocolombianas, palenqueras y raizales.

***

¡Felicitaciones y gracias, Doris Salcedo y Comisión de la Verdad, por estrujar la conciencia de Colombia para que detengamos el exterminio de los líderes sociales!¡Y felicitaciones y gracias, revista “Semana” por corregir el rumbo y lograr que regrese el indispensable columnista Daniel Coronell!

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

JUNIO 6 DE 2019

Sobre la responsabilidad política

                  

Poco se conoce aquí el significado de responsabilidad política. Para descubrirlo, vale la pena recordar el escándalo que estalló en Francia en 1.991, cuando el ex primer ministro Laurent Fabius renunció a su inmunidad parlamentaria para que lo juzgaran por “atentar involuntariamente contra la vida” de los pacientes de un hospital que, durante su mandato, se contagiaron de SIDA por recibir transfusiones de sangre contaminada. Entonces se consideró que la demora en tomar medidas preventivas causó la tragedia. Al explotar el escándalo, Francois Mitterrand, Presidente al ocurrir el suceso, declaró que los ministros debían “rendir cuentas de sus actos.” El ex ministro de Salud, Edmond Hervé, fue condenado. Y Fabius, no obstante que la Corte lo absolvió, ostenta en su hoja de vida el poco honorífico calificativo de haber sido “considerado responsable, pero no culpable” del hecho.

 

Sin embargo, en Colombia, ¿quién asume la responsabilidad política por tantos horrores, por ejemplo, el asesinato e intento de desaparición del cadáver del ex FARC Dimar Torres por parte de un miembro del Ejército? ¿Quién responde por los homicidios de 20 líderes sociales en mayo, de los cerca de 500 acribillados desde la firma de los Acuerdos de Paz y del asesinato, después de la misma firma, de 135 ex combatientes de las FARC? ¿Y quién por el hecho de que las Autodefensas Gaitanistas de Colombia, los Caparrapos y demás bandas de narcotraficantes se paseen como Pedro por su casa por territorios en los cuales los pobladores desconfían de la mayoría de los policías y soldados pues piensan que protegen a los mafiosos? ¿Y quién responde porque las antiguas zonas de las FARC estén copadas tanto por ellos como por el ELN y los desertores de esa guerrilla? ¿Y quién porque el mes pasado, en el Bajo Cauca, durante varios días, los Caparrapos dispararon indiscriminadamente, desde sus motos, contra casas y locales comerciales sin que nada pasara? ¿Quién responde por las amenazas de las Águilas Negras contra defensoras de derechos humanos y por la estigmatización de los líderes sociales la cual propicia que los maten, según dicen ellos? ¿Quién responde por la falta de protección efectiva de esos líderes, por el lenguaje incendiario y, en ocasiones, con tono de justificación, utilizado por el Ministro de Defensa, y por su falta de condenas contundentes de los asesinatos y atentados contra los líderes sociales? ¿Quién responde porque, como por fortuna lo denunció The New York Times, en el Ejército se regresara a los estímulos por cadáveres en vez de establecer estímulos por disminución de asesinatos en las zonas? ¿Quién responde por tanto horror?

 

Por lo menos, deberían responder los Comandantes del Ejército y de la Policía, como directos responsables de lo que se haga y deje de hacer para salvaguardar la paz y la seguridad en el país; y el ministro de Defensa, como responsable político de todo lo que ocurra o deje de ocurrir en las instituciones bajo su mando.

                                  

                                      *   *   *

Ante el despido de Daniel Coronell de la revista Semana, y los desafortunados hechos que lo rodearon, no puedo menos que expresarle mi respeto y mi solidaridad a ese columnista irremplazable. Ojalá los implicados en los hechos reflexionen, recapaciten y rectifiquen el rumbo, y los lectores de Semana, revista que se ha distinguido por destapar los peores entuertos de los poderosos, podamos volver a tener el privilegio de leer en sus páginas las columna de Coronell.

 

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

MAYO 31 DE 2019

Miren la paz

De tantas noticias, incluso la irrefutable sepultura que la Corte Constitucional les dio a las objeciones presidenciales a la ley estatutaria de la JEP, la más transcendental, por la certeza que genera de que la reconciliación es posible, fue el foro “Hablemos de verdad”, convocado por El Espectador.

Bajo la tutela de Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad, y después de escucharle al fotógrafo Jesús Abad Colorado sus relatos de esta guerra que él ha retratado por años, y luego de oír a Andrea Echeverri cantar “todas somos mamitas / y no debemos parir / para en esta guerra / nuestros hijos ver morir. / Todos somos hijitos / hermanitos de Caín / refresquemos la memoria / pa que no se vuelva a repetir”, los enemigos de ayer respondieron la pregunta de la periodista Gloria Castrillón: “¿Por qué es tan difícil contar la verdad?”.

Rodrigo Londoño, Timochenko, excomandante de las Farc, dijo que le daba miedo contarla porque al ver los resultados de esa lucha que emprendieron convencidos de que defendían al pueblo, siente vergüenza.

 

Luis Eduardo Cifuentes, el Águila, excomandante del Bloque Cundinamarca de las Autodefensas (Auc), quien pagó 11 años de cárcel, pidió perdón: “Nada justifica nuestro accionar”; afirmó que le cumplieron a la justicia pero a las víctimas lo que les interesa es saber dónde están y qué pasó con sus seres queridos; se quejó de que a muchos de las Auc los han matado y agregó: “Ni las víctimas han sido reparadas por el Estado ni a los reinsertados se les ha dado una oportunidad para reinsertarse en la sociedad”.

El general (r) Rafael Colón, uno de los duros en el combate, quien participó en el desminado humanitario, dijo que “cuesta decir la verdad porque se pueden perder” estatus y responsabilidades; habló de esa concepción que hubo en sectores del Ejército sobre que el enemigo de mi enemigo es mi amigo, la cual llevó a no combatir el paramilitarismo en algunas zonas; afirmó: “Hay que preguntarles también a los gobernadores y alcaldes por qué parte de sus presupuestos iban a las Auc, y a los ganaderos, por qué las Auc llegaban a sus fincas”, y concluyó: “Las verdades hay que contarlas como son… Tenemos que contar la verdad de los falsos positivos para deshacernos de esa cruz”.

Jorge Ballén, presidente de Panaca, cuyo hermano secuestró la guerrilla y quien como empresario sufrió muchas extorsiones en Urabá, confesó que a él le tocó “comprar vida” y pidió que se construya una nueva verdad.

Luego hablaron las víctimas: representantes de las comunidades negras que han sido asesinadas, de los indígenas que han sido discriminados, de las mujeres que han sido violadas... Todos claman por que se cumpla ya el Acuerdo de Paz para que no los maten ni se extingan sus territorios.

De último habló el comisionado de Paz, Miguel Ceballos. También contó su verdad: “Me metí de cura después de ser abogado para buscar una verdad. Y me salí. Y trabajé como secretario de la Comisión de Conciliación. Y tuve que trabajar con el Eln. Y fui señalado como guerrillero. Y luego fui viceministro de Uribe y me acusaron de extraditar a los paras. La más difícil es la verdad personal”.

Al final, resonaron las palabras del general Colón: “Necesitamos construir confianza: Duque y sus ministros tienen que decir al unísono si apoyan el Acuerdo de Paz o no”.

Y, en la conciencia, se estampó el ruego de Aída Quilcué, indígena del norte del Cauca, quien pidió respeto para quienes piensan distinto e imploró:

“Que la paz no nos cueste la vida”.

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

MAYO 24 DE 2019

¡Más generosidad, presidente!

Hay que abonarle al presidente Iván Duque que, a pesar de todas las presiones, no se ha dejado imponer del senador Uribe y de la extrema derecha del Centro Democrático la peligrosa idea de decretar el estado de conmoción interior para extraditar a Santrich. Ello equivaldría, ni más ni menos, a brincarse las cortes y los procedimientos judiciales y, así, dar un golpe de Estado camuflado que, sin lugar a dudas, se hundiría por inconstitucional, pues carecería de los requisitos para decretarse, pero facilitaría la extradición inmediata de Santrich y, así, haría volar en pedazos lo que queda del proceso de paz, ya que los miembros del partido FARC consideran que las pruebas contra Santrich son un montaje y que la estabilidad jurídica de toda la guerrillerada tambalea. ¡Y no les faltan indicios para pensarlo!

Dicho lo anterior, hay que alertar a la opinión porque ese riesgo no ha desaparecido del todo, no obstante que cada vez es más evidente que no hay crisis institucional, como se dijo, porque la institucionalidad está funcionando a la perfección: al fiscal renunciado ya la Corte le aceptó la renuncia y será reemplazado, a la ministra de Justicia también el presidente le nombró reemplazo, el fallo de la JEP que le otorgó el beneficio de no extradición a Santrich fue apelado por el procurador. Ese fallo será confirmado o revocado por la Sala de Revisión de la JEP; si lo revoca, pasará a estudio de la Corte Suprema de Justicia y ella será la que determine si Santrich debe ser extraditado o no. Si la Corte decide que sí, finalmente sería el presidente quien tendría la última palabra y diría si por razones de conveniencia nacional lo extradita o no.

Pero el peligro de que se decrete la conmoción interior se mantiene aún puesto que, según le dijo a este diario el senador John Milton Rodríguez de Colombia Justa Libres, quien asistió a la reunión de Duque con el Centro Democrático y los partidos aliados, el plan es que si la Corte Constitucional hunde las objeciones a la ley estatutaria de la JEP, si la JEP no resuelve a favor la apelación de la no extradición de Santrich y si no se logra el consenso de los partidos en torno a los caprichos del Gobierno, decretarían la conmoción interior. O sea que si el gran consenso nacional, en vez de concertarse con los partidos, incluidos los de oposición como debe ser, no se convierte en un pupitrazo para hacer lo que al Gobierno le dé la gana, el Centro Democrático presionará para que se decrete ni más ni menos que una dictadura al estilo de Maduro.

Sin embargo, eso no es lo que le conviene a este país. Ni tampoco le conviene al presidente Duque, que lleva un año perdido, patrocinando una pelea que no es suya y a quien sólo le quedan un poco más de tres años para construir su legado.

En cambio, si el presidente se apoyara en el bloque mayoritario de partidos que está dispuesto a construir con él un acuerdo para detener el genocidio de los líderes sociales, disparado por el incremento inusitado del paramilitarismo, y a impulsar la implementación del Acuerdo de Paz, Iván Duque podría escribir aún una página importante de nuestra historia. Pero, para hacerlo, se requeriría que tuviera motivaciones positivas: por ejemplo, que, en vez de insistir en que “el que la hace la paga”, repitiera algo así como “todos unidos construiremos una Colombia mejor”. No obstante, para hacer eso, necesitaría disponer de mucha más generosidad…

#AdiósALaGuerra

 

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

MAYO 17 DE 2019

No nos dejaremos morir

 

Nota: Para mi, Patricia Lara, autora habitual de esta columna, es un honor cederle mi espacio hoy a Sofía Garzón, economista caucana que se encontraba con Francia Márquez, ganadora del Premio Goldman al Medio Ambiente, cuando atentaron contra su vida los inacabables “enemigos agazapados de la paz”.

¡Tenemos que frenar el genocidio como sea! Por eso me uno a la campaña #UnLiderEnMiLugar iniciada por el periodista Daniel Samper Ospina, que busca mostrarle al país el rostro de esos líderes sociales a quienes están matando y que no son, como muchos creen, indios y negros estúpidos y “castrochavistas”, sino dirigentes comunitarios brillantes y cultos que luchan para impedir que las bandas armadas y las economías ilegales acaben con sus territorios.

 

Por Sofía Garzón

Esta columna ofrece su voz a La Movilización de Mujeres Negras por el Cuidado de la Vida y los Territorios Ancestrales, un proceso que en el 2014 movilizó alrededor de 100 personas, entre mujeres negras y guardia cimarrona, con la decisión de  proteger al río Ovejas, afluente del río Cauca, de la minería ilegal la cual, para nosotras, es la que se hace con maquinaria pesada y títulos entregados a multinacionales, sin que haya existido una consulta previa, libre e informada.

Para proteger el río, caminamos hasta Bogotá y le contamos a la gente que el agua que corre por el Cauca está contaminada con cianuro y mercurio; que especies de peces que antes había no existen más; que nos estábamos enfermando de beber esa agua envenenada y de lavar nuestra ropa con ella; y que queríamos, a toda costa, cuidar el Río Ovejas, porque ese río es parte de nuestra comunidad; es más, es el río que nos ha hecho comunidad. Ovejas está vivo por el cuidado de nuestros abuelos que lucharon para no dejarlo desviar: es nuestra responsabilidad dejarlo sano y libre para nuestros renacientes.

Acordamos caminar hasta llegar a Bogotá en una asamblea comunitaria. Y aun cuando al iniciar la marcha, muchas de nosotras ni nos hablábamos, nuestro amor por el río estaba por encima de cualquier desavenencia. Además, estábamos muy cansadas de tocar tantas puertas: las de las alcaldías, la gobernación, la corporación ambiental, la Procuraduría, las altas cortes y hasta Naciones Unidas.

La caminata nos tomó más de una semana: recorrimos casi 500 kilómetros y nos abrieron las puertas y los oídos las mujeres de los corteros de caña, los colectivos de mujeres negras, las redes de académicas, los colectivos de estudiantes, ambientalistas, sindicalistas, periodistas, personas que, además de escuchar, vieron que es justa nuestra causa de cuidar la casa, y que cuidaron de nosotras con respeto. Caminar hasta Bogotá fue aprender que no estábamos tan solas.

Vimos la fuerza que tenemos para detener esa manera dañina de hacer minería. Cuando nos movilizamos, más del 50% del departamento del Cauca estaba solicitado para hacer explotación minera. Esas peticiones siguen vigentes. Pero, en ese año, sólo en el norte del Cauca, había alrededor de 200 retroexcavadoras que ya no están porque fuimos a ponerles el pecho a las que había en el Río Ovejas. Y las sacamos. Y luego aumentaron las amenazas: no han dejado de llegar… Algunas decían que ya sabían en dónde estudian nuestros hijos. Así también pasó cuando regresamos de Bogotá, decepcionadas, porque el Gobierno no nos escuchó. 

¡Sin embargo, seguimos! Somos Mujeres Negras del Norte del Cauca. Somos líderesas sociales. Somos constructoras de paz… No nos dejaremos morir porque el territorio es la vida. La vida no se vende. La vida se ama. La vida se defiende.

@patricialarasa

 

#AdiósALaGuerra

PATRICIA LARA SALIVE

MAYO 10 DE 2019

¡Ya está bueno de tanta sangre!

Como dice en su columna de Semana Álvaro Jiménez, citando a Francia Márquez, “ya está bueno de tanta sangre”.

(Francia, ganadora en el 2018 del llamado Premio Nobel del Medio Ambiente dado por la Fundación Goldman, es la líder que el viernes se salvó, por fortuna, del atroz atentado perpetrado por desconocidos en Santander de Quilichao contra ella y demás dirigentes de la comunidad negra que, en ese momento, preparaba la reunión que tendrán con el Gobierno a raíz de los compromisos salidos de la minga. Como Francia, 462 líderes sociales han sido asesinados desde la firma del Acuerdo de Paz. Dirigentes locales y nacionales los han tildado a veces de estar cerca del Eln y de las Farc para así tal vez justificar su muerte. En su página web, la Fundación Goldman describe a Francia como “una formidable líder de la comunidad afrocolombiana”, que “organizó a las mujeres de La Toma y detuvo la extracción ilegal de oro en sus tierras ancestrales”).

Pero sí, ¡basta ya de tanta sangre! Hoy hablaré más bien de poesía: me referiré al poemario Perder el tiempo de Eduardo Camacho Guizado, el gran profesor de literatura de toda una generación de alumnos de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de los Andes, fallecido a los 82 años en España, el pasado enero.

Como homenaje a su memoria, varios de sus alumnos y familiares nos unimos para hacer posible la publicación de su poesía, inédita, hoy reunida en este precioso libro editado por Ícono. En la última página se halla la lista de alumnos contribuyentes: las escritoras Laura Restrepo y Piedad Bonnett, por ejemplo; los periodistas Enrique Santos Calderón y María Elvira Samper; los directores de teatro Ricardo Camacho y Jorge Plata; críticos literarios, editoras, profesores, en fin, toda una generación de intelectuales que marcó a Colombia, país herido en el que pensamos cada instante; país por el que lloramos y batallamos pues no nos resignamos a que lo destruyan quienes quieren saquearlo e incendiarlo y, para ello, asesinan a la mejor gente de sus territorios.

Esa Colombia es la que evoca desde lejos el inolvidable profesor Camacho en este poema suyo que les comparto hoy:

Aquí lejos

La tarde plomiza,

propensa, propicia,

deposita su manta gris sobre los incipientes

retoños de marzo, y la nostalgia,

aguda y suave, pérfida y mimosa,

ha venido,

vestida, como siempre, de melancolía:

ah, tardes de la sabana como esta,

de eucaliptus y alisos y vacas impasibles;

seres queridos que viven sin mí, allá,

lejos, en las laderas de suave kikuyo, hoy

un país sangrante, ayer la juventud,

aquello que he perdido.

Duele desde aquí, desde lejos,

duele cerca, muy cerca, muy dentro.

Musita su adiós el país del ayer,

cielos azules, calor de amigos y de patria, hoy

olores de ceniza, lejanía.

País mío: aunque quieras

hacerte extraño a mí, ajeno,

me parió tu trágica belleza.

Desde mis confusiones, hoy vuelvo a ti;

jamás podré alejarme de tu mano rugosa,

de tu aire sobre el que solo queda el cielo,

de la tibia brisa de tus mares,

de aquella luz que ardía

en la ventana de mi casa

entre el ladrido jubiloso de los perros

y el final estornudo del caballo.

País mío: no quiero morir

sin morir entre la riqueza de tu aroma,

sin temblar en el temblor de aquel abrazo.

Con el cabello ceniciento vuelvo

al azote de aquel viento, allá,

lejos, en la colina de la infancia,

hoy extraña y sin embargo tierra mía

con toda su ceniza.

#AdiósALaGuerra

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

MAYO 3 DE 2019

Se necesita un presidente

El espectáculo liderado por el senador Uribe ha sido lamentable: después de que el 8 de abril fueron derrotadas en la Cámara las objeciones presidenciales a la ley estatutaria de la JEP por 110 votos contra 44, el 30 de abril, luego de dilaciones orquestadas, el Senado por fin pudo votar y las hundió por 47 votos contra 34.

Entonces, con argucias, el uribismo se empeñó en aumentar el quorumcon dos senadores que nunca se posesionaron, Iván Márquez y Aída Merlano, para decir que el total de habilitados para votar era de 108 y no de 106, cuando la ley es clara al respecto. Si a esos 106 posesionados se les restan los 14 impedidos, el quorum es 92. Y la mayoría indiscutible es 47.

De modo que el entierro de las objeciones es incuestionable tanto jurídica como matemáticamente. Y políticamente sí que es evidente pues, para llegar a ese resultado tan dañino para la paz y la imagen del país, Uribe, Duque y su combo han pasado por encima de la ética: han enloquecido a los jefes de las bancadas liberal, de la U y de Cambio Radical: César Gaviria, Germán Vargas Lleras y Aurelio Iragorri, para que modifiquen su posición digna y vertical en defensa del Acuerdo de Paz; y han tratado de seducir a los senadores de esos partidos con el fin de que se volteen contra sus bancadas —lo cual acarrea sanciones— o no asistan a las votaciones, tal como ocurrió cuando el presidente Uribe logró cambiar el “articulito” que, en el 2006, le permitió reelegirse y por lo cual su ministro del Interior, Sabas Pretelt, y los parlamentarios Teodolindo Avendaño y Yidis Medina acabaron en la cárcel. Ese podría llegar a ser el caso de la senadora de la U Maritza Martínez, quien anunció que votaría contra las objeciones por disciplina de bancada, pero huyó del recinto antes de votar. Luego se supo que el 26 de abril el presidente y su ministro de Ambiente, Ricardo Lozano, mediante el Decreto 734, nombraron representante de Duque ante el Consejo Directivo de Cormacarena a Orlando Barbosa Villalba, uno de los financiadores de la senadora Martínez. Todo indica que el caso pararía en la justicia y, probablemente, enredaría a los firmantes del decreto y a la senadora, quien tendría que demostrar que su fuga no fue estimulada por la mermelada presidencial.

Ya es hora de que el presidente Duque entienda que esa obsesión de Uribe contra la JEP daña no sólo a este país que no avanza por culpa de esa pelea perdida, sino su imagen, pues ya aparece claro que él actúa como títere de ese a quien llamó “presidente eterno”. Y perjudica demasiado el prestigio internacional de Colombia, porque el mundo, empezando por el Consejo de Seguridad de la ONU, no entendería que el presidente pudiera resultar acusado de cometer cohecho para hacer trizas la paz.

Reflexione, presidente Duque, aún le queda una oportunidad: detener el circo, aceptar el resultado limpio de la votación, sancionar sin dilaciones la ley estatutaria de la JEP, buscar un consenso entre todas las fuerzas políticas empezando por los líderes del partido FARC —los otros firmantes del Acuerdo de Paz— y doblar la página para determinar, entre todos los sectores, cuál es la Colombia grande que queremos construir, e impulsar al país a trabajar unido para alcanzarlo. Así, usted se crecería y podría gobernar solito.

Pero, para lograrlo, como Freud descubrió que les ocurre a los hombres, tiene que desmarcarse de esa figura castradora de autoridad y, de una manera simbólica, en lenguaje sicoanalítico, matar al padre.

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

ABRIL 26 DE 2019

Senador Uribe: Gaviria y Vargas Lleras no son unos peleles

 

Sin reparar en que ya existe un acuerdo de la mayoría del Senado, el senador Álvaro Uribe, jefe del Centro Democrático, haciendo gala de su omnipotencia, les pidió a los demás partidos “un tiempo” para alcanzar un “acuerdo mayoritario en el Senado” con el fin de “por lo menos aprobar” dos de las objeciones que el presidente Iván Duque le hizo a la Ley Estatutaria de la JEP: la que tiene que ver con la extradición y la de los supuestos colados.

Para lograr su propósito, Uribe, quien tiene como norma ese dicho que le repetía su mamá: “La constancia vence lo que la dicha no alcanza”, anunció una ofensiva para enloquecer al jefe del Partido Liberal, el expresidente César Gaviria, y al excandidato Germán Vargas Lleras, jefe de Cambio Radical, con el fin de que vuelvan a reunir a sus bancadas para que cambien su decisión y aprueben las objeciones.

Pero ¿qué está creyendo el expresidente Uribe? ¿Que Gaviria y Vargas Lleras son unos peleles a quienes él puede manipular a su antojo? ¡No, señor! César Gaviria es tan expresidente como Uribe; es un convencido de las bondades del Acuerdo de Paz y está decidido a defenderlo. Y Vargas Lleras, quien antes de que se aprobara la Ley Estatutaria de la JEP tuvo algunos reparos que fueron corregidos, quedó satisfecho con el texto y se comprometió, junto con su bancada, a negar las objeciones, como lo hicieron también Aurelio Iragorri, jefe del Partido de la U, y su bancada. Y los tres están decididos a cumplir su palabra porque este, además de ser un tema de principios y de defensa del Estado de derecho pues la constitucionalidad de esa ley ya había sido revisada por la Corte, también es un asunto de dignidad.

Y es que lo que está en discusión puede tener una repercusión enorme en el país: es, nada menos, la de que nunca se conozca la verdad de lo ocurrido en el conflicto, porque lo que pretende el Centro Democrático con su empeño en salvar la objeción de la extradición es que se facilite que se sepulte en las cárceles de EE. UU. a los jefes de las Farc y a ciertos militares sometidos a la JEP, de modo que no hablen, como hizo el gobierno de Uribe con los jefes paramilitares, y como se está haciendo ahora con el exfiscal anticorrupción Gustavo Moreno, extraditado por aceptar un sobornito de 10.000 dólares, cuando él es el que sabe, y quiere revelar, los secretos del andamiaje de la corrupción en nuestra justicia.

Y la otra objeción que desean salvar es la que pretende que sea el comisionado de Paz, y no la JEP —una entidad respetable con toda la capacidad investigativa—, el que rechace o conceda las garantías de no extradición. Es decir, el que en últimas determine o manipule quién entra a la JEP y quién no.

De manera que queda claro que lo que está en juego es el propósito desesperado de Uribe y su Centro Democrático de impedir que se conozca la verdad. Pero ni Gaviria, ni Vargas Lleras, ni Iragorri le van a jalar al asunto, ni se van a dejar presionar, ni van a permitir que les pisoteen su dignidad.

Y lo otro que queda claro es el poco compromiso del presidente Duque con las reglas del juego democrático: si presentó las objeciones para que el Congreso decidiera, en lugar de quedarse impávido viendo o promoviendo dilaciones para que no decida, lo que lo enaltecería como líder sería que promoviera que se votaran cuanto antes, de modo que, una vez chuleado el tema, por fin pudiera empezar a gobernar… Por fin…

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

ABRIL 5 DE 2019

¿Ad portas de un acuerdo sobre lo fundamental?

 

Que Germán Vargas Lleras, César Gaviria y Aurelio Iragorri, jefes de los partidos Cambio Radical, Liberal y de la U, asuman una posición vertical como bancada y como personas que respetan el Estado de derecho, en contra de las objeciones presentadas por el presidente Duque a la Ley Estatutaria de la JEP, es un hecho político que genera optimismo sobre la posibilidad de que esos dirigentes, que tienen la mayoría del Congreso en alianza con la oposición, enderecen el rumbo violento, torcido y peligroso que está tomando este país que en mala hora cayó en manos de un improvisado presidente del Centro Democrático, que está enrutando de nuevo a Colombia por el atroz camino de la guerra.

¡Felicitaciones a los tres! Todos ellos han sido víctimas del conflicto. Igual que lo han sido otros que trabajan por la misma causa, como el senador Iván Cepeda y el exministro Juan Fernando Cristo; el uno, dirigente del Polo Democrático, y el otro, líder del movimiento En Marcha, disidente del Partido Liberal. Y hay otros como el senador Antanas Mockus y la representante Juanita Goebertus, miembros del Partido Verde, que trabajan de la mano de los miembros del Polo, de la Unión Patriótica, de Colombia Humana, del partido FARC, de Cambio Radical, del Partido de la U y del Partido Liberal para sacar adelante el mismo propósito: hundir las objeciones a la Ley Estatutaria de la JEP con el fin de que ella pueda marchar por fin a todo vapor y sin más zancadillas.

Y de esa alianza tan significativa, esos jefes políticos que representan cerca del 80 % del Congreso podrían fácilmente pasar a comprometerse con algo más amplio que, de hecho, ya los tiene reunidos: sacar adelante el Acuerdo de Paz, ponerle vapor a la tarea legislativa que aún queda por hacerse, especialmente en lo relacionado con la reforma rural integral, consolidar la paz y volver a convertirla en un propósito nacional.

Entonces habríamos llegado a lo que el dirigente conservador Álvaro Gómez Hurtado (q.e.p.d.) llamaba un acuerdo sobre lo fundamental, que en este caso comenzaría con un punto básico: que las partes del tratado, por un lado el Estado como un todo (incluidos el Congreso, las Cortes y el Gobierno), y por otro las Farc, se unen en el propósito sincero de no ponerle conejo al Acuerdo de Paz.

En ese instante, Colombia habría dado un salto adelante, porque comenzaría a sentirse más la paz en los territorios, ya que los desmovilizados recobrarían la confianza; se les daría empuje a puntos del Acuerdo, como la sustitución de cultivos ilícitos, indispensable para que haya paz; los loquitos guerreristas se quedarían peleando solos, sin eco y sin fuerza, y se desdibujaría esa polarización que nos tiene atrapados y que neutraliza y estanca al país.

Por eso es tan interesante la iniciativa de los exministros Cristo y Guillermo Rivera y del senador Cepeda de crear el grupo Defendamos la Paz: ya hay capítulos en varias regiones, y participamos, unidos en torno a nuestro acuerdo sobre lo fundamental —defender la paz—, congresistas de los partidos Cambio Radical, Liberal, la U, Polo Democrático (el senador Robledo incluido), Verde, FARC, movimiento Colombia Humana, exgenerales, obispos, indígenas, sindicalistas, líderes sociales, artistas, columnistas, en fin, una miscelánea que, si se mantiene unida, endereza el país.

¡Bienvenida esa alianza!

Vamos bien: Defendamos la Paz.

Nota. Por vacaciones, esta columna reaparecerá el 26 de abril.

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

MARZO 22 DE 2019

A la fuerza no es

“Todos los días hay muertos: hay que estar dando para el cofre y no tenemos con qué”, comenta la alcaldesa encargada de Cáceres en una reunión sostenida hace unos días entre el defensor del Pueblo, Carlos Alfonso Negret, y los alcaldes de los municipios del Bajo Cauca.

Esta semana, la violencia, que en esa región es una pesadilla diaria, se volvió noticia nacional porque en la noche del lunes, en la zona rural de Tarazá, Antioquia, bandas armadas detuvieron siete vehículos de carga y, ante la reacción de las tropas de la Fuerza de Tarea Conjunta Aquiles, quemaron dos en la huida.

En el Bajo Cauca, como sucede en las regiones donde la coca es fuente principal de sustento de los campesinos, el Estado no ha sido capaz de hacer presencia, por lo cual el Eln y antiguos paramilitares, muchos de los cuales trabajan hoy para los carteles mexicanos de Jalisco y Sinaloa, se disputan territorios que ocupaban las Farc; y el Gobierno ha incumplido los compromisos con los campesinos que optaron por la sustitución de cultivos y ha desestimulado los planes de sustitución voluntaria. En cambio, ha priorizado la erradicación forzada y, si la Corte lo permite, fumigará con glifosato.

Y si el Gobierno opta por esas soluciones de fuerza, ¿cuál será el efecto? Los propios habitantes de la zona dan la respuesta:

“Si a la gente le erradican, al otro día está sembrando coca porque no tiene nada más que hacer”, dice la alcaldesa encargada de Tarazá.

“Nos dijeron que la sustitución de cultivos no va más y que sólo habrá erradicación forzada; si llegan a erradicar, lo más probable es que se incrementen los cultivos”, afirma un líder de El Bagre.

“Como el Gobierno no cumplió con la sustitución de cultivos, la gente está aguantando hambre”, dice un campesino de San José de Uré, quien añade: “Los proyectos productivos no llegaron y, para buscarse la comida, la gente va a tener que volver a sembrar coca”.

“La sustitución de cultivos está estancada porque la gente no tiene tierra dónde sembrar”, comenta otro líder del municipio.

“Los campesinos cumplimos, pero la plata no llegó”, afirma uno más.

“Con la implementación del Acuerdo de Paz no ha pasado nada y ya estamos en marzo”, dice un campesino de San José de Uré.

“Todos los escenarios que logró abrir el proceso de paz se están cerrando con Duque”, afirma un líder de El Bagre.

“Íbamos por buen camino en la conquista de la paz estable y duradera, pero retrocedimos a los años 90”, comenta otro.

“En el sur de Córdoba nos están matando y el Gobierno no está haciendo nada; en cambio sí está cerrando los canales que se habían abierto”, dice otro líder del Bajo Cauca.

“La ruptura de las negociaciones con el Eln ha aumentado los problemas: hay más violencia y más desapariciones”, afirma el personero de Zaragoza.

Mientras todo eso sucede en los territorios —la estadística muestra que la resiembra de coca en caso de erradicación voluntaria es del 0,6 %, y se eleva al 35 % en los casos de erradicación forzada—, el presidente se dedica a promover la erradicación forzada, para complacer a los gringos. ¿No es ese el mundo al revés?

Nota. Los bajos, injustos y mal intencionados ataques a la Corte Constitucional intentan minar una institución que es motivo de orgullo y de tranquilidad de los demócratas de Colombia, porque ella garantiza que se respete la Constitución y se salvaguarde nuestro Estado social de derecho. ¡Mi apoyo y respeto a la Corte y a todas sus decisiones!

 @patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

MARZO 15 DE 2019

Se le dijo, se le advirtió…

El presidente Duque logró lo impensable: con sus objeciones a la Ley Estatutaria de la JEP no sólo unificó a la oposición, que nombró como vocera a la parlamentaria del Partido Verde Juanita Goebertus, sino que también unió a los excandidatos Sergio Fajardo, Humberto de la Calle y Gustavo Petro, quienes, si se hubieran aliado antes, hubieran derrotado a Duque en primera vuelta.

Los tres —además de casi 150.000 personas entre las cuales hay miembros de los dos equipos negociadores de paz y de la recién nombrada Misión de Sabios, exministros, congresistas, escritores, exrectores universitarios, académicos, periodistas, juristas, artistas, economistas, empresarios, líderes sociales, generales retirados y hasta un arzobispo— firmaron la carta dirigida al secretario general de Naciones Unidas en la que, entre otras cosas, dicen:

1. Que a pesar del apoyo dado a la Justicia Especial para la Paz (JEP) por la ONU y por la Corte Penal Internacional, el Gobierno de Duque “persiste en formular nuevos obstáculos”, como es el conjunto de objeciones que presentó a la ley, no obstante que ella “ya fue objeto de control por parte de la Corte Constitucional”.

2. Que “buena parte de las objeciones (…) están orientadas a desconocer decisiones que la Corte Constitucional tomó”.

3. Que el anuncio del Gobierno no solo supone “una variación unilateral del Acuerdo de Paz, sino el desconocimiento de las normas constitucionales que consagran los principios fundamentales que deben regir el funcionamiento de la JEP”.

4. Que para que la JEP logre hacer justicia “debe contar con todas las herramientas institucionales, financieras y legales que necesite de acuerdo con la envergadura de su tarea”.

5. Que “de no ser así, habría riesgos para el pleno ejercicio de sus competencias” y que la falta de herramientas jurídicas podría favorecer la impunidad y limitar “la garantía de los derechos de las víctimas”.

En todos esos puntos están de acuerdo los firmantes de la carta, que fácilmente representan a cerca del 60 % de los votantes de la primera vuelta presidencial, y que le piden a la ONU que esté atenta. Además, le envían copia de la carta al Consejo de Seguridad de la ONU y a la fiscal de la Corte Penal Internacional.

Pero falta más: ya el Partido Liberal en pleno dijo que negará las objeciones de Duque. Y por ese camino va buena parte del Partido de la U. Y, muy probablemente, esa ruta también la tome Cambio Radical que, con su pragmatismo, mal haría en echarse encima a la mayoría del país.

Y en la visita del canciller al secretario general de la ONU para explicarle las objeciones, aquel recibió un baldado de agua fría porque Guterres destacó la importancia de la JEP y “reiteró las preocupaciones expresadas anteriormente por la ONU con respecto a la incertidumbre en torno a la adopción de la Ley Estatutaria”.

Y todavía quedan por verse las acciones que pueda tomar la Corte Penal Internacional, las derrotas que sufra el Gobierno en el Congreso y en la Corte Constitucional y las movilizaciones populares que ya comenzaron. Y para este lunes 18 se anuncia una gran manifestación. Y el malestar y las protestas continuarán…

Y todo ese caos, ¿para qué?

Sólo para que Duque, el presidente que decía que iba a unir al país, pueda dividirlo para complacer al presidente eterno...

Nota. ¡Qué falta nos va a hacer Gloria Zea a sus amigos, a su familia y a la cultura para la cual trabajó hasta el final de sus días! Para sus hijos, mi abrazo de condolencia. Paz en su tumba.

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

MARZO 8 DE 2019

 ¡Aun puede evitar el caos, Presidente!

_¿Quién podrá decirle a Duque que si objeta la ley estatutaria de la JEP pierde la gobernabilidad?_, comentó en una tertulia reciente un conocedor de los intríngulis de la política.

 

Se refería a la reacción adversa que ese hecho generaría en las agrupaciones estudiantiles y sindicales que realizarían múltiples protestas; en los partidos independientes y de izquierda; y en otros como el Liberal, el Verde y sectores de Cambio Radical y de la U, los cuales seguramente negarían las objeciones al llegar al Congreso, y le propinarían a Duque una derrota política descomunal.

 

_Si el Presidente objeta la ley, además se echaría encima la comunidad internacional que apoya los acuerdos_, interrumpió otro analista.

 

_Y muy probablemente provocaría la intervención de la Corte Penal Internacional, que ha apoyado de manera contundente a la JEP_, comentó otro asistente.

 

_Y perdería popularidad porque en el país es más popular la JEP que Duque y que Uribe_, afirmó un tertuliante, refiriéndose a un reciente sondeo del Centro Nacional de Consultoría, según el cual la JEP tiene 58% de opinión favorable, mientras que Duque tiene 52 y Uribe 44.

 

_Y generaría un impacto muy negativo en los desmovilizados que ya están muy tristes y ven amenazada su seguridad jurídica, que es lo que más les importa_, dijo una funcionaria que acababa de visitar las zonas de desmovilización.

 

_Y golpearía a la Corte Constitucional y provocaría un choque de trenes, _pensé yo,_ porque como afirmó en la revista Semana Gloria Ortíz, Presidenta de esa Corte, _la comunidad jurídica debe evaluar si un reparo de inconveniencia como este puede afectar la cosa juzgada.

 

_Y las objeciones no servirían de nada porque así el Congreso las aprobara, seguramente la Corte reafirmaría su posición y las volvería a tumbar_, seguí pensando.

 

Y se echaría encima a gran parte de los militares que están encantados con la JEP, como lo demuestra el que 1.500 de ellos, agrupados en la Fundación Fuimos Héroes, le hayan pedido a Duque que no objete la ley, con el argumento de que esa jurisdicción les ha permitido, a muchos militares acusados de cometer delitos durante el conflicto, obtener libertad condicional. (Ya hay 1.957 militares y ex militares que han firmado actas de compromiso con la JEP).

 

Y heriría aún más a las víctimas, pues al acabar la JEP o al golpearla tan duramente, haría casi imposible que ellas conocieran la verdad de lo que ocurrió con sus muertos, desaparecidos y secuestrados y tuvieran garantías de justicia, reparación y no repetición.

 

Y regaría con gasolina la brasa encendida que es este país, porque muchos, quizás la mayoría de los desmovilizados, frustrados y angustiados, se unirían a los desertores de las FARC, al ELN o las Bacrim que les ofrecen pagarles un millón mensual.

 

Entonces, ¿cuál puede ser la conveniencia política de que Duque objete, total o parcialmente, la ley estatutaria de la JEP?¿Tiene algún sentido que corra semejante riesgo político e institucional sólo por complacer a su partido minoritario, al Senador Uribe y al Fiscal General que no sabe qué nueva treta inventarse para torpedear los acuerdos de paz?

 

¡No! El Presidente tiene la obligación de hacer hasta lo imposible para garantizar que este país que ha sufrido tanto, no regrese a la guerra.

 

Por ello, es un deber moral suyo, y de todos los colombianos, rodear a la JEP y hacerle sentir a su Presidenta, Patricia Linares, una jurista honesta, capaz y ponderada, que la apoyamos, la respetamos y que estamos con ella.

 

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

MARZO 1 DE 2019

Se le está incendiando el país, presidente

“Todos los días faltan dos o tres niños y no se vuelve a saber de ellos”, dice un profesor de Cáceres, municipio del Bajo Cauca antioqueño, cuyas calles de casas pintadas de colores ahora están casi desiertas porque su gente huye o se encierra por miedo a la violencia generada por la disputa territorial entre las Autodefensas Gaitanistas y los Caparrapos, que no son más que antiguos paramilitares mal desmovilizados, quienes hoy trabajan para los carteles mexicanos de la droga. En esa disputa territorial también interviene ahora, con menor intensidad y poder, el Eln.

“Hay orden de reclutar a nuestros niños desde los 11 años; estoy amenazada; nos han dejado solos; llevamos 19 homicidios este año”, dice, sollozando, una mujer de la Mesa de Víctimas.

Y un maestro afirma: “Me siento preso; mis hijos no salen a la calle; no tengo vecinos; la única representación del Gobierno somos los docentes; la jornada escolar ha sido recortada; se ha ido más del 33 % de estudiantes; ¿qué hago con mis hijos?; estoy pidiendo traslado; no soporto más el estrés…”. Entonces, este acuerpado profesor se derrumba y, en medio del llanto, exclama: “¡Yo no quiero ver más que maten a mis alumnos! ¡No quiero que manden 2.000 o 3.000 policías! ¡Quiero que manden tres que sean honestos!”.

Esa tragedia no ocurre sólo en Cáceres: durante un recorrido que hicimos con Carlos Alfonso Negret, defensor del Pueblo (casi la única instancia institucional que escucha a esta gente y hace lo posible por transmitirle su desesperación al gobierno, a base de hacer llamadas a altos funcionarios, Presidente de la República incluido, y de emitir alertas tempranas a las que pocas bolas les paran), también la escuchamos de gente de otros municipios del Bajo Cauca, tanto en Córdoba como en Antioquia: San José de Uré, Montelíbano, Caucasia, La Apartada, Puerto Libertador, Ayapel, Tarazá, Puerto Claver, Puerto López y El Bagre.

Allí matan a los líderes sociales... ¿Y por qué los matan? Porque promueven la sustitución de cultivos ilícitos, o los acusan de ser sapos, o saludan a alguien que pueda ser cercano a alguno que pertenezca a un grupo y lo asesinan los amigos del otro, o traspasan la barrera invisible más tarde de la hora señalada, o cargan celular donde no deben, o se niegan a pagar extorsiones, o promueven la restitución de tierras, o los matan por nada... Y en medio de esa situación, la mayoría desconfía de la policía: “Sólo una señora en la plaza nos vende”, me dijo un agente. “Los policías tenemos que peluquearnos entre nosotros porque nadie nos peluquea”, agregó.

“La gente habla mucho de que hay connivencia entre los grupos y la policía”, afirmó un experto que nos acompañó en el recorrido.

“Desde la misma estructura del Estado se fomenta la impunidad; muchos alcaldes del Bajo Cauca están presos”, comentó un personero.

Semejante drama no se limita al Bajo Cauca. Se extiende como mancha de aceite en otras cuatro regiones del país: Buenaventura, Chocó (costa Pacífica y Alto y Bajo Baudó), Catatumbo y Tumaco. Y se repite en menor medida en los Llanos Orientales.

Y, mientras tanto, el presidente Duque anda dedicado a Guaidó, a llevarnos al borde de la guerra con Venezuela, a volver irreversible el proceso con el Eln y a cavilar sobre cómo acaba con lo que sí funciona: la paz con las Farc y la JEP.

(Y a todas estas, ¿los periodistas en qué país vivimos? ¿Dónde estamos?).

Continuará…

Nota. Por seguridad, omito los nombres de los entrevistados.

 @patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

FEBRERO 22 DE 2019

“El peligro de la historia única”

“El pasado lo escriben quienes ganan las guerras”, afirma la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie, quien en su libro El peligro de la historia única dice: “Las historias importan (…) Pueden quebrar la dignidad de un pueblo, pero también pueden restaurarla (…) Cuando rechazamos la historia única, cuando nos damos cuenta de que nunca hay una sola historia sobre ningún lugar, recuperamos una suerte de paraíso.”

Esa reflexión cobra vigencia ahora que el presidente Iván Duque confirmó el nombramiento del historiador Darío Acevedo Carmona como director del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), no obstante que su candidatura fue cuestionada porque él niega que en este país, que completa ya casi nueve millones de víctimas, haya existido un conflicto armado, y porque entra a dirigir una institución que tiene por ley la tarea de recopilar las historias de las víctimas y las atrocidades cometidas, justamente, durante ese conflicto.

La reacción por su nombramiento ha sido tal que incluso Leyner Preciado, vocero de las víctimas de la masacre de Bojayá, por la cual más de 70 civiles refugiados en una iglesia murieron a causa de un cilindro-bomba lanzado por las Farc, anunció que su colectivo de víctimas y varios más retirarán el material aportado al CNMH, porque consideran que “un funcionario que desconoce el conflicto armado no puede hacer memoria en Colombia”.

Sin embargo, a pesar de que lo deseable era que Duque hubiera sido consecuente con su promesa inicial de buscar la unión del país y, siguiendo esa línea, hubiera nombrado en la dirección del CNMH a un historiador más imparcial (a un Jorge Orlando Melo, o a un Álvaro Tirado Mejía, por ejemplo), una vez designado Acevedo es preferible buscar lo positivo, como hizo el presidente de la Comisión de la Verdad, padre Francisco de Roux, quien invitó al nuevo director del CNMH a generar “una colaboración fructífera” entre las dos entidades, con miras a “construir el futuro que anhelamos todos los colombianos”.

Imitando al padre, luego de examinar la hoja de vida de Acevedo —su pasado en la izquierda, primero como militante de una facción del Epl y luego en el movimiento Firmes; su tránsito hacia el uribismo; sus actuaciones académicas; sus polémicos trinos, y sus declaraciones—, encuentro algo que me genera optimismo: me refiero a esa declaración suya en la que afirma: “La memoria mal recolectada, mal trabajada, puede llevar a nuevos odios, a nuevas violencias, a venganzas (…) Aquí hay que hacer pedagogía (…) en el sentido de que todos los que de alguna manera han sido protagonistas de los acontecimientos entiendan que la verdad no es única, que el relato no es único, que no debe haber verdades oficiales y que si se va a estigmatizar a un sector de la población (…), a su vez esos que estigmatizan podrán ser estigmatizados”.

Y ese, precisamente, es el planteamiento de Chimamanda: “Comienza la historia con las flechas de los nativos americanos y no con la llegada de los británicos y obtendrás un relato completamente distinto”, dice ella.

De manera que, si es consecuente, Acevedo Carmona puede, como director del CNMH, hacer que se plasmen las diferentes verdades de todas las víctimas de nuestra tragedia y, así, a base de sumar verdades disímiles, recuperar una suerte de paraíso, como dice la nigeriana, y tejer nuestra verdad: la de que aquí, al final, por acción o por omisión, todos hemos sido responsables. Y todos hemos sufrido...

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

FEBRERO 15 DE 2019

Quién le teme a la JEP?

 

A pesar de que los miembros del Centro Democrático (CD) quieran acabar con la Justicia Especial para la Paz (JEP) y manipulen para que sólo se conozca la mitad de la verdad sobre el conflicto, les va a salir el tiro por la culata.

Hasta ahora, el CD ha bombardeado la JEP y la posibilidad de que se sepa la verdad, presentando un proyecto para sacar a los militares de esa jurisdicción; intentando dejarla sin fondos; haciendo lo posible para que los terceros —es decir, políticos, paramilitares, empresarios y civiles en general— no puedan ser juzgados por la JEP; (finalmente, la Corte Constitucional decidió que los terceros no tienen la obligación de acudir a ella, pero sí pueden hacerlo si lo desean); poniendo en el Centro de Memoria Histórica a un exmaoísta convertido al uribismo quien niega que aquí hubo conflicto armado, a pesar de la evidencia de que en Colombia existen, por esa causa, más de ocho millones de víctimas; dilatando en el Congreso el envío, para que reciba la sanción presidencial, de la ley estatutaria de la JEP, que ya había sido estudiada y declarada constitucional por la Corte; advirtiendo, a través de la ministra del Interior, Nancy Patricia Gutiérrez, que el presidente puede objetar toda la ley estatutaria de la JEP o parte de ella.

Pero si Duque llega a objetarla por razones políticas —porque jurídicas no hay, dado el estudio minucioso que de esa ley hizo la Corte Constitucional—, se crearía una crisis interna, la popularidad del presidente volvería a caer y el desprestigio internacional de Colombia, que ya alcanza niveles preocupantes por su insistencia en que se desconozcan los protocolos acordados en caso de terminación del diálogo con el Eln, llegaría a un punto vergonzoso, pues la comunidad internacional defiende tanto los acuerdos de paz como la JEP, que es su columna vertebral.

Todo lo anterior lleva a hacerse la pregunta que les plantea en un trino el columnista Ariel Ávila tanto a Duque como al CD: ¿cuáles son las personas que “participaron en el conflicto” que “quieren que no se juzguen?”.

Sin embargo, por más triquiñuelas que hagan, la realidad los va a desbordar: así se desprende de la carta que desde La Picota les dirigieron a la JEP, a la Comisión de la Verdad y a la Unidad de Búsqueda de Desaparecidos más de 300 presos —la mayoría, excombatientes de las Farc y de las autodefensas, pero también exintegrantes del Eln, del Epl, del Ejército y de bandas criminales como los Rastrojos—. En ella, los presos dicen que desean acogerse al Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición y “aportar verdades, algunas ya conocidas, otras que han venido estando guardadas por mucho tiempo (…) Es absolutamente indispensable —agregan— no guardar más en secreto cómplice los hechos de violencia y guerra interna (…), los nombres de actores participantes sin consideración de su sexo, raza, estirpe, oficio o condición económica, social o profesional (…) lo mismo que el origen de las fuentes de financiación”. Así, esos presos, y otros que se anuncian, quieren ayudar a “hacer realidad la reconciliación buscada, la reparación y la no repetición”.

De manera que todo indica que, por más de que el CD intente tapar el sol con un dedo, toda la verdad, por fortuna, va a brillar.

Nota. Presidente Duque, ¿sabe usted que a Colombia no pueden ingresar tropas extranjeras sin la autorización del Congreso? ¿Y sabe que uno de sus principales deberes como presidente es defender la soberanía nacional?

@patricialarasa

 

PATRICIA LARA SALIVE

FEBRERO 8 DE 2019

 

Que Uribe sea el comisionado de Paz

“Un facilitador es quien consigue que si Ud. no quiere vender un caballo y su vecino no desea comprar un caballo, Ud. venda el caballo y su vecino compre el caballo”, nos mandó a decir el presidente Álvaro Uribe con Luis Carlos Restrepo, comisionado de Paz, a los miembros de la Comisión Facilitadora del proceso con el Eln.

Para ser justos, hay que decir que en la era Uribe, cuando ya el Eln había cometido atrocidades como la masacre de Machuca y los secuestros masivos de la ciénaga del Torno y el fokker de Avianca, se avanzó en el proceso con esa guerrilla: a los cuatro meses de posesionado Uribe,

Restrepo visitó en la cárcel de Itagüí a los presos del Eln Pacho Galán y Felipe Torres, y les planteó que buscaran una salida negociada al conflicto. Los acercamientos siguieron. En el 2004 Uribe le propuso al presidente Vicente Fox que México facilitara la negociación. Tanto México como el Comando Central del Eln (COCE) aceptaron, y Fox nombró un enviado especial para ello. Pero México se alineó con la política gringa, se alejó de su tradición de no intervención, votó contra Cuba en la ONU de Ginebra y, por eso, el Eln dijo que no quería más la facilitación mexicana: los diálogos quedaron en el limbo. Entonces los académicos Alejo Vargas y Álvaro Jiménez, y el empresario Morris Ackerman, de acuerdo con Restrepo, se inventaron las Casas de Paz para desarrollar conversaciones entre el Eln y la sociedad civil —lo que es prioritario para los elenos— y convencieron a Restrepo de que sacaran de la cárcel a Galán y lo llevaran en detención domiciliaria a una Casa de Paz, pues llevaba 13 años preso mientras que los paramilitares la máxima pena que habían recibido, en virtud de la Ley de Justicia y Paz, era de ocho años.

Se continuó con esos diálogos y el 11 de noviembre del 2005 la Comisión Facilitadora y los garantes de Casas de Paz les enviamos una carta a Restrepo y al COCE en la que decíamos que ya se había dialogado con la sociedad civil y que ya era hora de que el Gobierno y el Eln conversaran directamente. El Gobierno y el COCE aceptaron de inmediato y, en diciembre, los miembros de la Comisión viajamos a Cuba, se instalaron los diálogos y se realizaron ocho rondas.

Dada la cercanía con Colombia, a comienzos del 2007 la mesa se trasladó a Venezuela, y se avanzó mucho en un documento base donde se hablaba de la convención nacional que proponía el Eln y de un cese temporal del fuego que ese grupo decretaría. Incluso el presidente Uribe propuso que se buscaran fondos para financiar la manutención del Eln durante el proceso de paz, de modo que suspendieran los secuestros. Pero, a fin de año, Uribe destituyó a Chávez como mediador en el proceso con las Farc, se armó la bronca entre los dos presidentes, el Eln suspendió los diálogos y se quedó en Venezuela. Después comenzó la era Santos.

Así que ahora, cuando es evidente que el comisionado de Paz, Miguel Ceballos, fracasó en su gestión porque recibió unas negociaciones avanzadas y un cese del fuego bilateral a punto de firmarse con el Eln pero, en lugar de terminar de hacer la paz, está consolidando la guerra y ya no tiene nada más qué hacer en ese puesto, hay que buscar otras opciones.

Y la mejor opción, indudablemente, sería que al senador Uribe lo nombraran comisionado de Paz: él muy probablemente lograría que Duque, que no parece querer la paz, y el Eln, que a veces la quiere y a veces la coge a patadas, lleguen a un acuerdo.

Senador Uribe, ¡salve usted la paz!

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

FEBRERO 1 DE 2019

No nos dejemos utilizar

“Que no nos utilicen para enviar sus amenazas”, se titula un pasado editorial de este diario. Se refería a lo devastadora que sería para Colombia una confrontación militar con Venezuela, a propósito de la nota de puño y letra del consejero de Seguridad Nacional de EE. UU., John Bolton, que decía: “5.000 tropas para Colombia”.

El Espectador pregunta: “¿Por qué se siente cómodo un alto funcionario de la administración de Donald Trump utilizando nuestro territorio para enviar amenazas veladas?”.

Me atrevo a responder que se siente cómodo porque nosotros permitimos que nos utilicen; porque el gobierno de Duque, con sus actitudes arrodilladas y contradictorias, parece indicarle a EE. UU. que está autorizado para hacerlo.

Miremos los hechos: en septiembre, en una rueda de prensa en el diario La Opinión de Cúcuta, Luis Almagro, secretario general de la OEA, acompañado por el canciller, Carlos Holmes Trujillo, y el embajador ante la OEA, Alejandro Ordóñez, dijo que en Venezuela “ninguna opción, ni la militar, se puede descartar”. Ante semejante barbaridad, ambos guardaron silencio. Un par de días después, el Grupo de Lima se pronunció contra la declaración de Almagro, con una votación de once países contra tres. Pero Colombia no hizo parte de las naciones que protestaron. Al día siguiente, nuestro embajador en Washington, Francisco Santos, dijo que en Venezuela “todas las opciones deben ser consideradas”. Luego el presidente Duque declaró que buscaría “los canales diplomáticos y multilaterales” para lograr que Venezuela “recupere su libertad”, y agregó: “Esto no es con espíritu belicista”. Sus palabras tranquilizaron un poco.

Entonces se intensificó la presión para derrocar a Maduro y Colombia, acompañando a Estados Unidos, adoptó un papel protagónico, sin considerar el perjuicio que su actitud tan hostil puede causarles a los pobladores de nuestra frontera, especialmente en caso de que se produzca una intervención militar.

Luego vino el reconocimiento de Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela por parte del gobierno de Trump y, de inmediato, del de Duque. Y ahora aparece el papelito del consejero de Seguridad con la anotación de “5.000 tropas para Colombia”, sobre la cual Colombia no ha exigido una explicación con la severidad que el hecho merece, no obstante que Bolton ha insistido en que, para el gobierno Trump, “todas las opciones están sobre la mesa” y nadie de ese gobierno lo ha desautorizado.

Y por su parte nuestro canciller tampoco ha protestado, sino que se ha limitado a decir que, “con respecto a la mención a Colombia en el cuaderno de notas que tenía en sus manos el señor John Bolton, se desconocen el alcance y la razón de dicha anotación”. Nada más.

¿Pero cómo es posible que no se haya solicitado una aclaración a EE. UU., como aconsejó el editorial de este diario? ¿Por qué no se ha preguntado por qué Bolton se atreve a hablar sobre la presencia de tropas en Colombia? ¿Por qué el presidente Duque no ha hecho una declaración airada en defensa de la soberanía nacional? ¿O es que ese tema se ha discutido entre funcionarios gringos y colombianos?

La actitud blandengue del gobierno de Colombia ante un asunto tan grave deja muchas dudas.

In memoriam. ¿El viernes nos cruzamos mensajes llenos de afecto y hoy estás muerto, Fernando Gaitán? ¡Qué falta vas a hacernos, amigo, maestro de maestros! ¡Qué falta van a hacerle tus historias llenas de humanidad a este país que tanto las necesita! Paz en tu tumba, querido Fernando Gaitán.

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

ENERO 25 DE 2019

Recapacite, presidente

El atroz atentado del Eln contra la Escuela de Policía General Santander, en el que asesinaron a 20 estudiantes e hirieron a cerca de 80 más, el cual ha sido condenado por todo el país, por la comunidad internacional y por los opinadores que hemos manifestado nuestro repudio al Eln,  a su inhumana acción y nos hemos solidarizado con las familias de las víctimas, no puede llevar al presidente Duque a cerrarle para siempre a Colombia la puerta de la paz completa. “La paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento”, dice la Constitución.

Y a la paz se llega convenciendo a los insurgentes de que la lucha armada no tiene sentido y doblegando su voluntad de combate para que, como sucedió con las Farc, negocien en serio la paz. Y para negociar la paz, es indispensable contar con la ayuda de países y de organizaciones que sirvan de garantes y que hallen soluciones imposibles de lograr sin su cooperación, dada la desconfianza que hay entre las partes en guerra. Y para que existan países que se presten a ser garantes, tiene que haber la certeza de que la palabra de Colombia se cumple y que los acuerdos que los involucren se honrarán. De ahí que sea indispensable que el presidente recapacite y acepte cumplir los protocolos acordados para el caso de la terminación de los diálogos con el Eln.

Si él insiste en pedirle a Cuba que extradite a los negociadores, en vez de buscar una salida que respete los protocolos y que permita que Cuba se deshaga, como está establecido, de semejante problema en el que se metió, no para albergar terroristas sino para ayudarle a Colombia a alcanzar la paz, en el futuro no habrá país que acepte colaborarnos para conseguirla. ¡Y sí que los necesitaremos! Y no ayuda que el presidente manipule a la opinión haciéndole creer que la ONU y los garantes, con excepción de Cuba y Noruega, apoyan que Colombia incumpla los protocolos. ¡Eso no es cierto! Si bien Chile, Ecuador y la ONU condenaron duramente al Eln y apoyaron la firme determinación del Gobierno colombiano “de llevar a la justicia a los responsables de este brutal acto terrorista”, ningún país, a excepción de Colombia, y menos la ONU ni su Consejo de Seguridad, ha dicho que está de acuerdo con que se incumplan los protocolos.

Hay que ser claros: todos los países, incluido Cuba, que expresamente condenó y rechazó “todos los actos, métodos y prácticas terroristas en todas sus formas y manifestaciones”, condenan al Eln y su accionar terrorista. Todos los países creen que los culpables deben ser llevados ante la justicia y apoyan a Colombia en su determinación de hacerlo. Pero eso es muy distinto a decir que están de acuerdo con que se incumplan los protocolos. Hasta el momento de escribir esta columna, ningún país, salvo Colombia, lo ha dicho.

Y en la reunión del miércoles del Consejo de Seguridad de la ONU, en la que se insistió en la importancia de cumplir los acuerdos con las Farc, no se avaló el incumplimiento de los protocolos, como pretendía el Gobierno, ni siquiera se tocó el tema, sino que se condenó de manera contundente el atentado del Eln y se insistió en la necesidad de buscar una vía de diálogo para solucionar el conflicto. Los atentados “nos recuerdan lo urgente que es ponerle fin a la violencia y perseverar en los esfuerzos por garantizar un futuro más pacífico a los colombianos”, dijo Carlos Ruiz Massieu, representante del secretario general de la ONU.

Así que, presidente Duque, por favor no tergiverse. Esa actitud nos lleva a privarnos para siempre de la paz.

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

ENERO 18 DE 2019

Las generalizaciones ayudan a matarlos

La matazón de líderes sociales aumenta, lo mismo que las declaraciones inocuas del presidente, la ministra del Interior y el fiscal sobre el tema, con el resultado obvio de que la situación se agrava: “Vamos a fortalecer los instrumentos de denuncia y de reacción a las alertas tempranas, para que no se sigan presentando esos incidentes”, dijo Duque. Pero, seguro porque la creó su antecesor, es la hora en que él no ha convocado a la Comisión Nacional de Garantías de Seguridad, instancia emanada del Acuerdo de Paz para crear estrategias que desarticulen las organizaciones criminales que atentan contra los líderes sociales y que debe convocar mensualmente el presidente.

Y la ministra del Interior, Nancy Patricia Gutiérrez, afirmó: “Existe la preocupación del Estado por el fenómeno de ataques, violaciones a los derechos humanos contra los líderes sociales, y estamos generando una armonización de acciones a efectos de poder dar resultados concretos en el territorio”. Pero tampoco ha mostrado interés en impulsar las medidas de protección colectiva de las comunidades en riesgo creadas en el Decreto 660 del 2018, como lo declaró a este diario Franklin Castañeda, delegado de la Coordinación Colombia-Europa-Estados Unidos, una de las plataformas de derechos humanos que hacen parte de la Comisión Nacional de Garantías de Seguridad.

Según él, ese decreto “no buscaba dar carros blindados, esquemas de escoltas y chalecos antibalas, sino que partía de un criterio de concertación, en cabeza del Ministerio del Interior, con las comunidades, para saber cuáles son las medidas más convenientes para su protección”. Y ahí, justamente, está el meollo del asunto: porque son las comunidades, y no unos funcionarios llegados de la estratósfera, las que saben por dónde se mueven las aguas en esos territorios.

Y el fiscal general, Néstor Humberto Martínez, resolvió reconocer, sólo a estas alturas, que en los crímenes de líderes sociales hay sistematicidad. Pero en cambio, como lo escribió el exministro de Justicia Yesid Reyes, se atravesó para que no funcionara con independencia de la Fiscalía, como lo establecía el Acuerdo de Paz, la “Unidad Especial de Investigación para el desmantelamiento de las organizaciones y conductas criminales responsables de homicidios y masacres que atenten contra defensores de derechos humanos, movimientos sociales o movimientos políticos”. Con esa Unidad se buscaba impedir lo que está sucediendo: que después de firmada la paz hubiera una escalada de atentados contra defensores y líderes sociales. Pero Martínez dijo que eso podría convertirse en rueda suelta dentro de la Fiscalía y convenció al Gobierno de expedir un decreto que estableciera que ella estuviera adscrita a su despacho. De manera que sobre Martínez recae la responsabilidad de descubrir con nombres y apellidos quiénes y por qué dan las órdenes de matar a cada uno de los líderes sociales.

Y es que las frías estadísticas no sirven para nada: hay que saber, en concreto, qué hacía cada uno de los líderes asesinados y por qué lo mataron: lo más seguro es que los asesinos se encuentren muy cerca de esos poderes locales que, sin hallar obstáculos de parte de las autoridades, les permiten a los mafiosos y a los políticos reinar y robar y delinquir sin Dios ni ley en esos territorios. Y los líderes sociales dificultan sus propósitos.

Lo que se necesita es que el presidente, la ministra y el fiscal abandonen sus generalizaciones y ataquen con valentía las fuentes de la matazón. ¡No más!

 

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

DICIEMBRE 28 DE 2018

Diálogo con el canciller

“Esa es la instrucción”, me dijo el canciller Carlos Holmes Trujillo en la llamada que me hizo desde Tokio para responder (por escrito y por teléfono) el chat en el que le pregunté por qué no contestó las cartas que Jorge Arreaza, su homólogo venezolano, le envió con el “propósito de intentar restablecer el canal de comunicación natural” entre el gobierno de Colombia y el de Venezuela.

“La línea de comunicación con Venezuela no está rota, toda vez que las relaciones diplomáticas siguen existiendo a nivel de encargados de negocios. A través de ese canal se pueden tratar todos los temas que tengan que ver con la relación bilateral”, me escribió.

“Pero lo cortés no quita lo valiente. Eso se lo puede contestar en una carta al canciller. Me parece muy complicado torear así a los venezolanos. Y Colombia no tiene cómo enfrentarse militarmente a Venezuela porque nuestro Ejército es experto en pelear guerras de guerrillas, no guerras entre países. Colombia carece del armamento para ello. Y con las necesidades que tiene, comprarlo sería un disparate. ¡Están jugando con candela, querido canciller!”, repuse.

“Es bueno tener presente que ellos están dedicados a tratar de romper el cerco diplomático que se les ha estrechado de cara al próximo 10 de enero. Juegan con candela quienes creen que Maduro tiene razón y que el Gobierno colombiano está equivocado”, contestó.

“¡No creo que Maduro tenga razón en nada!”, le dije. “Pero hay que bajarle al micrófono de parte y parte. Además, con semejante frontera, la posición de Colombia ante una crisis con Venezuela es mucho más vulnerable que la de cualquier país”.

Me referí entonces a que, a pesar de las malas relaciones que teníamos con Venezuela, las anteriores cancilleres mantenían un chat para comunicarse directamente; le hablé del teléfono rojo que aún existe entre EE. UU. y Rusia, creado en 1963, cuando el mundo estuvo al borde de la guerra nuclear; y le recordé que fue el diálogo el que solucionó la crisis entre EE. UU. y Cuba, generada a raíz de la apertura del puerto de Mariel por el que zarparon hacia EE. UU. cientos de barcos llenos de migrantes cubanos.

“Esas lecciones históricas las conozco bien. Cuando regrese pondré en su conocimiento más cosas que ahora desconoce. Un abrazo”, me escribió.

“Yo también le mando un abrazo lleno de preocupación por el estancamiento del diálogo con el Eln, a propósito del cual el Gobierno no sabe qué más inventarse para evitar que avance; por el caso Santrich, al que no sabe cómo más darle candela; por el sometimiento a la justicia del Clan del Golfo, que iba avanzando, pero este Gobierno lo detuvo; y por la situación con Venezuela la cual, si continúan los insultos de Maduro y las provocaciones de Colombia, es fácil que evolucione hacia una guerra. Como dice el analista León Valencia, son cuatro brasas que pueden regarse con agua o con gasolina. Y parece que el Gobierno está optando por regarlas con gasolina. Y si este país se incendia, la responsabilidad será del presidente Duque. ¡Todo es muy peligroso, canciller! Y es demasiado triste, pues estuvimos muy cerca de llegar a la paz completa... usted, más que nadie, como comisionado de Paz que fue del gobierno Samper, lo sabe”.

“La busco en Colombia: hay muchos otros temas”, repuso a manera de despedida.

Hoy mi preocupación aumenta porque Colombia, siendo país fronterizo, está liderando el bloqueo diplomático a Venezuela. Pero esa es la instrucción… ¿O será más bien que la instrucción es provocar la guerra?

* * *

¡Feliz año, queridos lectores! Regresaré el 18 de enero.

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

DICIEMBRE 23 DE 2018

 

El nuevo mejor enemigo

Ayer visité a mi vieja terapeuta: hacía seis noches que casi no dormía: el atafago del fin de año, el alboroto de la neurosis del ama de casa y la locura de este país guiado por el presidente Duque, que lo tiene a punto de que le exploten insospechadas guerras, me tenían al borde de un ataque de nervios.

Luego de llevar varios minutos en el diván, le pregunté: Cuando alguien que no puede vivir sin un enemigo se queda sin enemigo, ¿cómo reacciona?

 

—Puede desarrollar alguna enfermedad psicosomática o sufrir algún accidente en el carro que no tendría por qué sucederle, o algo así —, dijo ella.

 

—Y si la persona no maneja, ¿puede caerse de un caballo? —, le pregunté al recordar que, cuando Iván Duque llevaba 17 días como presidente electo y Juan Manuel Santos estaba a punto de dejar el poder y ya no tenía futuro como enemigo de Álvaro Uribe, éste se había caído de un caballo, se había fracturado una costilla y había recibido una incapacidad de un mes.

 

—¡Claro!—, exclamó mi psicoanalista. Y agregó: —pero lo más probable es que esa persona se consiga otro enemigo.

—Y si esa persona es Álvaro Uribe, ¿podría servirle como enemigo el presidente Maduro?—, le dije.

 

—Ese le quedaría perfecto—, exclamó mi sabia consejera.

 

Entonces recordé que cuando se acercaba su salida del poder, el presidente Uribe, sin decirle una palabra al presidente electo, Juan Manuel Santos, denunció a Venezuela ante la OEA y la acusó de albergar a la guerrilla colombiana, lo cual llevó a que Chávez rompiera relaciones diplomáticas con Colombia y Santos tuviera que posesionarse con semejante chicharrón entre las manos. Luego, cuando el nuevo presidente se reunió con Chávez para buscarle una solución a la crisis, y lo llamó su “nuevo mejor amigo”, Uribe se enfureció hasta tal punto que no se lo perdonó y, así, el presidente eterno encontró en él a su nuevo mejor enemigo. De manera que durante los ocho años del gobierno de Santos, Uribe tuvo la dicha de contar con dos poderosos enemigos: el nuevo presidente y las Farc.

 

Pero al expresidente se le fue acabando su oasis de enemigos porque, primero, a pesar de los torpedos que le puso al proceso, la paz con las Farc se firmó y se desmovilizaron cerca de 14.000 combatientes y milicianos que entregaron casi 9.000 armas que fueron fundidas por la escultora Doris Salcedo en un contramonumento llamado Fragmentos, localizado en la carrera 7ª Nº 6B-30, cuya visita les recomiendo. Y segundo, porque a pesar del pánico que sembró Uribe al insistir en que Santos les estaba entregando el país a las Farc y en que aquí iba a instalarse el castrochavismo, nada de eso ocurrió: las Farc sacaron apenas 80.000 votos y el ganador fue Iván Duque, candidato de Uribe. Y con Duque, a Uribe le queda muy mal pelear, a pesar de que esté muerto de ganas de hacerlo.

 

Entonces, el problema es muy grave, porque el senador Uribe, quien tiene un perseguidor adentro, necesita de un gran enemigo afuera para vivir tranquilo, porque, de lo contrario, se daría cuenta de que él es su propio enemigo.

 

Y a juzgar por los indicios, su incapacidad de vivir sin un enemigo puede llevar a que su pupilo, Iván Duque, le obedezca tan ciegamente que acabemos convertidos en el teatro de operaciones de una confrontación de aristas insospechadas con Venezuela.

 

Así que, por favor, Uribe-Duque, Maduro y sus respectivos combos, bájenles a los micrófonos y a las provocaciones, y déjennos vivir en paz.

 

                                                                            ***

¡Feliz Navidad, queridos lectores!

 

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

DICIEMBRE 14 DE 2018

Profecía autocumplida

Que Duque iba a pretender silenciar a Daniel Coronell (DC) y a Noticias Uno, noticiero del que él y su esposa son socios mayoritarios, lo había profetizado Álvaro Uribe en un trino que lanzó en la campaña: “DC, político y contratista de Santos, tiene pánico y con razón; un Gobierno de Iván Duque manejará con transparencia las concesiones de televisión”, decía.

Entonces Coronell trinó: “Álvaro Uribe empieza a anunciar la venganza contra los medios que han sacado a flote los actos de corrupción y abusos de poder de su gobierno (chuzadas, AIS, zona franca, notarías, parapolítica, etc.)”.

Y Uribe ripostó: “¿Por qué se asustan DC y sus amigos cuando se menciona transparencia por oposición al favor oficial con contratos? Todo lo que adjudiqué en radio, TV, fue transparente”.

Por su parte Duque, ante la presión para que se pronunciara, dijo tras dos días de silencio que no iba a referirse o a interpretar un trino; habló de su “respeto irrestricto a la libertad de prensa” y agregó: “Todo aquel que tenga una concesión en Colombia, y la esté administrando conforme a la ley, no tendrá nada que temer de parte de un gobierno mío”.

¡Pues sí teníamos que temer! Iniciando su mandato saltó la liebre, y está a punto de volver realidad la amenaza de Uribe, ya que están que aprueban un proyecto de ley de modernización de las TIC que contiene un mico que quebraría al Canal Uno y, así, desaparecería el noticiero que ha destapado la mayoría de los escándalos de corrupción.

Lo extraño es que, a diferencia de proyectos realmente apremiantes como los anticorrupción, este ha gozado de mensaje de urgencia del presidente, ha sido velozmente debatido dos veces en las comisiones y está a punto de aprobarse en las plenarias.

De volverse ley, excluiría al Canal Uno de los beneficios que tendrían los operadores de TV privada como Caracol y RCN, a los que se liberaría de pagar $128.000 millones, se les extendería el plazo de pago de dos a 20 años, se les alargaría la concesión y sólo tendrían que desembolsar el 2,2 % de su participación comercial. En cambio, al Canal Uno lo clavarían con $107.500 millones, pagaderos en apenas dos años y por la mitad del tiempo de concesión de los privados. Así quebrarían el canal y callarían a Noticias Uno.

Como si lo anterior fuera poco, el proyecto crea un nuevo ente que estaría integrado por el ministro de turno; un delegado del presidente; un representante de los operadores públicos regionales que, como dice la columnista Cecilia Orozco, “en la práctica sería vocero de los gobernadores quienes dependen, en buena medida, del Gobierno Nacional”, y dos delegados más elegidos quién sabe cómo.

En resumen, Duque, Uribe y compañía están que desaparecen a Noticias Uno, quiebran a Coronell y censuran al resto: ¿ese comportamiento de Duque y su combo no les huele al de Maduro?

***

La cultura está de luto. ¡Paz en la tumba del expresidente y amigo Belisario Betancur! Les envío mi abrazo de condolencia a Beatriz, María Clara, Diego, sus nietos y Dalita.

***

P. D. Al cierre de esta columna me entero de que gracias a la denuncia de Yamid y a que los partidos distintos al de Uribe no le jalan a aprobar el mico, algunos ponentes pidieron que las condiciones sean similares para los privados y los concesionarios del Canal Uno. Veremos. Pero como hay que estar alertas por si salta de nuevo la liebre, esta columna sigue vigente.

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

DICIEMBRE 7 DE 2018

Renuncie, señor fiscal

“Vas a ver que se van a inventar otro escándalo para tapar este”, le dije a mi hijo cuando estalló la bomba de las grabaciones que les entregó a los medios, antes de su muerte, Jorge Enrique Pizano, en las que quedaba claro que el fiscal Néstor Humberto Martínez, siendo abogado de Luis Carlos Sarmiento, sabía desde meses antes de ser fiscal que miles de millones habían sido desviados de forma torcida por el consorcio conformado por Odebrecht y Corficolombiana, empresa de Sarmiento, y que siendo fiscal sólo actuó cuando el escándalo fue revelado por las autoridades gringas.

Pues fabricaron el escándalo con el grotesco video del opositor Gustavo Petro recibiendo fajos de billetes de un antiguo amigo y colaborador. Y le hicieron daño a Petro aunque, al parecer, ahí no hay delito.

Y todo lo montaron para dejar intacto el tema de fondo: las inhabilidades del fiscal general para ejercer su cargo de manera idónea, por los múltiples conflictos de intereses que lleva a cuestas, y que no se solucionan nombrando a un fiscal ad hoc para tres casos, pues el fiscal general y sus subalternos están impedidos para actuar en muchos más: por ejemplo, en las decenas de pleitos que involucran a Odebrecht, en el de la muerte del hijo de Pizano, en el de Carlos Mattos y en el del exdirector de la Agencia Nacional de Infraestructura Luis Fernando Andrade, a quien el fiscal, en un delirio paranoide, acusó de ser un conspirador en su contra, en compañía de su esposa norteamericana y del presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, Luis Alberto Moreno, primo de Andrade.

A todas estas, la bancada del Gobierno y sus afines sabotearon el martes la continuación del debate contra el fiscal, y demostraron así que el Gobierno y sus amigos lo que tienen es un fiscal de bolsillo.

Siempre he considerado que NHM es un abogado brillante. Pero ahora se le están yendo las luces y, tal vez, el uso que le está dando a la Fiscalía para salvaguardar sus intereses le está impidiendo ver que lo mejor que puede hacer en beneficio de su dignidad es renunciar: su renuncia ya la han pedido varios periodistas y dos connotados juristas: por una parte, el profesor Rodrigo Uprimny considera que “sobre el fiscal general no pueden recaer dudas de comportamientos indebidos”. Y agrega: “hoy sufrimos un déficit de fiscal, que no se remedia con un fiscal ad hoc para ciertos casos. Tendría que ser un fiscal ad hoc para todos los casos de la Fiscalía, esto es, un nuevo fiscal general”. Y el exministro de Justicia Yesid Reyes se pregunta: “¿para qué sirve la figura del fiscal ad hoc? Para solucionarle a Martínez un problema que solo él creó con sus conflictos de intereses y, de esa manera, permitirle continuar en su cargo. Todo este enredo tiene una salida jurídica mucho más simple: la renuncia del fiscal general”.

Y el procurador Fernando Carrillo propone que se cree una Fiscalía ad hocen la que los fiscales e investigadores no dependan de NHM, es decir, que en la práctica se cree una Fiscalía paralela, con los costos que ello implica.

¿No es mejor tanto para NHM, quien perdió la credibilidad como fiscal, como para la institución que renuncie y se nombre un nuevo fiscal general, sin tantos conflictos de intereses como los que tiene NHM, que le harían la vida invivible, tanto a él como al país, durante el año y medio que le resta en el cargo?

Piénselo, doctor Martínez.

***

Imperdible el documental La negociación. Lo presentan esta semana en Cinema Paraíso.

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

NOVIEMBRE 30 DE 2018

Así no se trata a un amigo, presidente Duque

El manejo olímpico que el Gobierno de Duque ha tenido de las relaciones con Cuba tiene a Colombia a punto de llegar a una situación muy complicada, pues puede llevar a que perdamos la credibilidad ante tantas organizaciones internacionales y naciones que nos han apoyado en procesos de paz, como Noruega, Chile, España, la ONU, la Unión Europea, etc.

Veamos los hechos:

 

En julio, el Estado colombiano le solicitó a Cuba, país que con la mayor generosidad prestó su territorio y su infraestructura durante seis años para que en él se desarrollaran los diálogos con las Farc, que recibiera a Nicolás Rodríguez Bautista, alias Gabino, jefe del Eln, para que recibiera allí tratamiento médico. Además, le pidió a Venezuela que le permitiera el tránsito y le asegurara el traslado, según lo confirmó la Agencia Francesa de Prensa (AFP), citada el martes por el Nuevo Herald.

 

En vista de que Gabino seguía delicado de salud, el gobierno de Santos prorrogó hasta el 6 de agosto, es decir, hasta la víspera de su salida de la Presidencia, la petición a Cuba para que Gabino pudiera continuar con el tratamiento médico que recibía allá.

 

Cuando se inició el gobierno de Duque, Cuba le solicitó al nuevo Gobierno que le buscara una salida al asunto, ya que el líder del Eln requería seguir tratándose.

 

Pero el 3 de octubre, por petición de la Fiscalía —que de paso no sabe qué más inventarse para tirarse la paz—, la Interpol expidió su circular roja mediante la cual Cuba, y los demás países que albergaran terroristas, tienen la obligación de entregarlos.

 

El 6 de noviembre, Colombia le pidió al gobierno de Cuba que hiciera efectiva la circular roja.

 

¡Sin embargo, ocurre que el terrorista que está en Cuba y que ahora el gobierno de Colombia le pide a Cuba que entregue a la Interpol está allá por solicitud del Estado colombiano! ¡Y, además, se encuentra ahí por razones humanitarias, en una clínica, como lo reveló la AFP en artículo publicado el martes en el Nuevo Herald!

 

El 10 de noviembre, el comando central del Eln respondió una vieja solicitud y aceptó que Gabino hiciera parte de la delegación de paz de La Habana.

 

Esa parecía ser la fórmula salvadora, tanto del grave impasse con Cuba, como del estancamiento del proceso con el Eln, organización que carece de una estructura jerárquica rígida, lo que complica que se logren avances. Por eso, con la autoridad que tiene Gabino frente al grupo en la mesa de negociación, los diálogos podrían, por fin, llegar a conclusiones.

 

Pero no. El 11 de noviembre, el presidente Duque insistió en decirles a Cuba y a Venezuela que tenían que entregar a todos los que tuvieran circular roja.

 

¿Qué se propone Duque? Es bastante difícil de comprender, a no ser que quiera la ruptura de relaciones con Cuba, el peligroso escalamiento de las tensiones con Venezuela y el estallido de la guerra total con el Eln, con su elevado saldo de secuestros, atentados y voladuras de oleoductos.

 

Por si no lo ha pensado, y por si alguien le cuenta, le digo al presidente Duque algo que es obvio: Cuba, como país garante que es y ha sido de los procesos de paz, no puede entregarle a Gabino a la Interpol. Y Colombia no puede solicitárselo: si lo hace, ¿qué otro país aceptará servirle de garante de algún proceso?

 

Y Duque tampoco puede poner a Cuba, ante Estados Unidos y el mundo, como país que incumple las órdenes de la Interpol y, por lo tanto, se vuelve susceptible de convertirse en nuevo miembro de la lista de países que albergan a terroristas.

 

No, presidente Duque, así no se trata a un amigo.

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

NOVIEMBRE 23 DE 2018

 

Réplica

Cumpliendo el derecho de réplica, publico los principales apartes de la carta que me envió Carlos Ardila Ballesteros, a propósito de la columna en la que apoyé la petición de Juan Manuel y Carlos Fernando Galán, y de Gloria Pachón de Galán, para que el Consejo Nacional Electoral les conceda la personería jurídica del Nuevo Liberalismo.

Dice Ardila:

“Lamento que en su afán por obtener una personería política, y dentro del recorrido de medios que está haciendo para ello, el exsenador Juan Manuel Galán le haya dicho a la periodista Patricia Lara que yo utilicé abusivamente el nombre de Nuevo Liberalismo, como lo menciona ella en pasada columna.

 

Eso no es cierto, y relato por qué:

En 1977, fui abordado por Alfonso Valdivieso para que me vinculara a la campaña al Senado del exministro de Educación Luis Carlos Galán Sarmiento. Con 23 años, abogado litigante y profesor universitario, los fines de semana acompañaba al doctor Galán por carreteras de Santander. Viajábamos en su vehículo a los diferentes municipios del departamento hasta su elección como senador. En las elecciones locales de 1980, contando con mi incondicional lealtad y dedicación, el doctor Galán me permitió ser candidato y concejal de Bucaramanga a nombre del NL. Honrosamente para mí, fuimos elegidos ambos y me inicié en la actividad política. Me desempeñé como dirigente del NL en Santander ocupando el lugar de suplente de Alfonso Valdivieso en la Cámara de Representantes en el cuatrienio 1982-1986, fui candidato ‘quemado’ a la Cámara en 1986, diputado en la Asamblea de Santander en 1988, secretario de Gobierno de Alberto Montoya Puyana en su alcaldía de Bucaramanga, siempre a nombre del NL. Jamás hice política bajo una bandera distinta. Desaparecido el doctor Galán, algunos de sus herederos políticos y compañeros de lucha seguimos trabajando en Santander con el mismo nombre y en la misma casa.

Diez años después de su asesinato, con dirigentes, concejales y diputados consideramos más que justo no dejar nuestro nombre a la deriva y, ante comentarios de que algunos políticos pretendían solicitarlo, reunimos más de 50.000 firmas e hicimos el trámite legal que llevó a que el CNE, mediante la resolución 269 del 12 de abril de 2000, nos otorgara personería jurídica como Movimiento NL, nombre que, como ya dije, seguíamos utilizando (...).

Igualar el episodio de la Unión Patriótica al del NL es una falacia; el NL de Luis Carlos Galán nunca perdió su personería. Lo liquidó voluntariamente el doctor Luis Carlos Galán, quien fue acribillado cuando aspiraba a ser escogido como candidato a la Presidencia de la República por el Partido Liberal”.

Doctor Ardila: como digo en la columna, si matar a Galán, a Lara, a dos periodistas, cuatro concejales, una exdiputada, un exalcalde, cinco dirigentes de provincia, un escolta; atentar contra Alberto Villamizar, Iván Marulanda y Enrique Parejo; herir a Pedro Nel Angulo; ponerle una bomba al avión de Avianca donde iba a viajar César Gaviria, atentar contra un restaurante cuya dueña era del NL y secuestrar a Maruja Pachón no es una operación de exterminio sistemático, ¿entonces qué lo es?

Usted me informó que se opuso a que un tercero de apellido Galindo solicitara la personería jurídica del NL, pero que desde cuando supo que tras esa solicitud estaban los hijos y la viuda de Galán apoyó la petición. Si es así, lo felicito. Eso es lo mínimo que Galán hubiera esperado de un colaborador leal.

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

NOVIEMBRE 16 DE 2018

 

Preguntas para el presidente y el fiscal

Señor presidente, ¿por qué le dijo al país que había un déficit de $14 billones dejado por el gobierno anterior y no que usted y sus ministros quieren gastar $14 billones más “por el bien de la patria”? ¿Por qué no nos contó que encontró, a fines de julio, un presupuesto radicado que se ajustaba a la regla fiscal y les pidió a sus ministros que lo analizaran para saber si los proyectos que tenían podían financiarse con él y, entonces, al sumar sus aspiraciones, resultó que faltaban $25 billones, pero después ellas se redujeron a $14 billones? ¿Por qué no nos dijo que esos $14 billones están distribuidos en $5 billones que quiere invertir en programas nuevos, $4 billones que quiere aumentarles a programas viejos como los de salud y alimentación escolar y $5 billones de recortes que planteó el gobierno Santos que usted no desea hacer? ¿Por qué, para justificar esa disparatada reforma tributaria que pretende gravar con IVA la canasta familiar y que ni su propio partido, el Centro Democrático, apoya, usted le mintió al país, presidente?

***

Señor fiscal Néstor Humberto Martínez, le hago las siguientes preguntas que debe estar haciéndose media Colombia:

1. ¿Por qué si usted sospechaba desde el 2015 que podían ser coimas o giros a paramilitares los pagos que por $55.000 millones hizo la concesionaria de la Ruta del Sol II, de la cual era socia Corficolombiana, empresa del Grupo Aval que usted asesoraba, como consta en la grabación de la conversación que usted sostuvo con Jorge Enrique Pizano (q.e.p.d.), controller nombrado por el Grupo Aval para vigilar los movimientos de dinero de esa concesionaria, no inició la investigación del caso apenas se posesionó como fiscal general de la Nación, a comienzos de agosto del 2016? ¿Por qué se esperó para abrirla hasta después del 21 de diciembre del 2016, cuando el Departamento de Justicia de EE. UU. reveló que 12 países, entre ellos Colombia, habían recibido US$788 millones en sobornos?

2. En la grabación mencionada usted dice que de inmediato le va a informar a Sarmiento, dueño del Grupo Aval (no se sabe si se refiere al padre o al hijo), las irregularidades de las que acaba de enterarlo Pizano. ¿Qué le dijo Sarmiento al respecto?

3. Como abogado de Sarmiento, usted redactó el contrato que tuvo como fin que Odebrecht le restituyera a la Concesionaria Ruta del Sol II los pagos “que no fueron explicados a satisfacción de Corficolombiana”. Pero, como fiscal general que fue meses después, ¿no era lógico que, independientemente de que se le hubiera devuelto la plata a la empresa, usted investigara el asunto hasta encontrar a los responsables del supuesto delito?

4. ¿Por qué si usted le informó a Sarmiento lo ocurrido en el 2015, el Grupo Aval dice que solo se enteró de las acciones ilícitas de Odebrecht el 21 de diciembre del 2016, cuando el Departamento de Justicia de EE. UU. las publicó?

5. ¿Por qué si era tan evidente que usted tenía impedimentos en ese caso, solo en abril de 2017 se declaró impedido para actuar dentro de la indagación contra la exministra de Transporte, Cecilia Álvarez, por la firma del otrosí que permitió que Odebrecht construyera la vía Ocaña-Gamarra sin licitación y como parte de la Ruta del Sol?

Esperamos respuestas…

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¡Aplausos para Álvaro Restrepo y su Colegio del Cuerpo! Su presentación en la iglesia Saint Peter’s de Nueva York, que anticipó extractos de la función llamada Animal Family que estrenará en Cartagena el 13 de diciembre, fue maravillosa.

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

NOVIEMBRE 9 DE 2018

Uribe, Petro, FARC, vuélvanse a sentar

Continúa el debate sobre si fue buena o mala la reforma a la JEP surgida del inverosímil pacto político celebrado, en presencia de la FARC y del Polo, entre los senadores Álvaro Uribe, Gustavo Petro y miembros de los partidos Verde, de la U y Cambio Radical.

Mientras columnistas como Laura Gil, Cecilia Orozco y Ramiro Bejarano se manifestaron en contra, voces autorizadas en el tema del Acuerdo de Paz, como las del jefe del equipo negociador del Gobierno, Humberto de la Calle, y del jurista Rodrigo Uprimny, lo apoyaron con entusiasmos variables: para De la Calle, “la fórmula adoptada es conveniente”, porque al incluir nuevos magistrados en la JEP y al “establecer garantías frente a las incriminaciones ficticias” se le da “mayor solidez a lo pactado”. Y además aleja el fantasma de que, en el futuro, se desbarate la JEP, aludiendo al hecho de que Uribe se comprometió a no introducirle más modificaciones al proyecto que está en curso. Para Uprimny, en cambio, el proyecto “es malo” e “inconstitucional, pues el Congreso modificaría unilateralmente el Acuerdo de Paz, lo cual viola el Acto Legislativo N.°2 de 2017, que dio estabilidad a ese acuerdo por 12 años. Pero, paradójicamente”, agrega, “este proyecto malo e inconstitucional podría tener efectos positivos si hace parte de un pacto público y serio de todas las fuerzas políticas, incluida la FARC, para implementar, con ajustes que no toquen su esencia, el Acuerdo de Paz”.

En mi opinión, ahí está el meollo del asunto: el pacto es malo porque no fue concertado con las Farc, el otro signatario del Acuerdo de Paz. Y sin ellas no podía aprobarse porque más o menos equivalía a casarse sin pedirle el consentimiento al novio.

Pero el hecho de que se hubiera producido esa reunión de siete horas entre Uribe y todas las fuerzas políticas, incluida la FARC, en la que en lugar de insultos se intercambiaron opiniones y se trató de construir un acuerdo, es un comienzo positivo en el camino de abrir ese diálogo político que hizo tanta falta profundizar entre los partidarios del No y del Sí hace dos años, cuando el Gobierno perdió el plebiscito. Pero, entonces, hacerlo era virtualmente imposible porque para Uribe el verdadero enemigo era Santos y no las Farc, y él no estaba dispuesto a facilitarle el triunfo de haber logrado la paz. Sin embargo, ahora que Santos salió del ring, que Uribe le ganó la batalla política y que, como dice la revista Semana, hace las veces tanto de primer ministro como de jefe de la oposición, seguramente estaría dispuesto a sentarse con la FARC para abrir ese diálogo que tanto le pidió Timochenko que sostuvieran en La Habana y llevarse, él, Uribe, la gloria. (¡Es que no debe olvidarse que el “presidente eterno” trató por todos los medios de iniciar con las Farc ese diálogo de paz que Santos coronó!).

Ahora, lo que no puede suceder es que se le abra una tronera a la JEP ni que se toque la esencia del Acuerdo de Paz, pues a éste ya se le otorgó una estabilidad constitucional que debe respetarse. Y tampoco puede abrírsele la puerta a la intervención de la Corte Penal Internacional, que no va a estar contenta con que se nombren nuevos magistrados amigos de los militares para que sean ellos los que los juzguen, como quedó establecido en el pacto Uribe-Petro. Con eso, los perjudicados serían los uniformados, que caerían en manos de la justicia internacional. Así que todos, por favor, vuélvanse a sentar. Pero esta vez, en el pacto, incluyan a la FARC.

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

NOVIEMBRE 2 DE 2018

No todo lo de Duque es malo

No todo es malo en este Gobierno. Y hay que decirlo. La entrevista que el alto consejero para el posconflicto, Emilio Archila, le dio a la revista Semana es una prueba de que algunos funcionarios que el presidente Duque ha nombrado están comprometidos con llevar a buen término el proceso de paz, cumplir la palabra empeñada entre el Estado y las Farc, y sacar adelante el Acuerdo de La Habana.

Este alto consejero, que reemplazó en sus funciones a Rafael Pardo, sostiene, por ejemplo, que el presidente no sólo “cumplirá con lo pactado”, sino que, además, “ve una oportunidad de cerrar las brechas en las zonas históricamente más afectadas por la violencia”.

¿Ello quiere decir, doctor Archila, que Duque va a impulsar la Reforma Rural Integral acordada en La Habana? ¿Y, si es así, por qué el Gobierno parece querer permitir que dicho proyecto duerma en el Congreso el sueño de los justos?

Archila agrega que el presidente sabe que él “votó por el Sí en el plebiscito de paz y eso lo ve como una ventaja”. Añade que Duque dijo “que el cumplimiento del Acuerdo, en lo sustancial, se debe hacer con o sin acuerdos”; que “ninguna de las reformas constitucionales que Duque ha presentado toca una sola coma de lo que se pactó”; que “en cada uno de los frentes del Acuerdo” saben la ruta que se debe seguir; que tienen claro “que la estabilización de las zonas más afectadas por la violencia se dará en un lapso más o menos de diez años”; que ese tiempo les “permitirá acabar con las condiciones que permiten reciclar la violencia”; que la visita a Pondores que Duque les hizo a las ex-Farc fue “espiritualmente muy impresionante”; que “el presidente respondió todas las 20 preguntas que tenían los exguerrilleros”; que “durante el encuentro Joaquín Gómez le dijo que era muy esperanzador y que quedaban con gran ilusión”; que “la comunidad internacional siente tranquilidad con la seriedad del presidente”; que “el mensaje que trasmitió en su visita él ya lo había hecho público” y es que “se va a cumplir el Acuerdo de Paz con las Farc”; que “el Consejo de Seguridad apoyó de manera unánime el proceso”; que éste “tiene un significado para los colombianos, pero también para el mundo”; que “la implementación tiene un número de frentes muy amplio” y ahora están tratando de entender “hasta dónde llegó, mirar qué se debe hacer en cada uno y planear ejecuciones durante los próximos años”, y que “la identificación de dificultades presupuestales no es una manera de excusar que no se va a cumplir”.

Finalmente, ante la pregunta sobre si tramitarán los proyectos que quedaron colgados en el fast track, Archila responde que sí; que “el presidente ha dicho que es un hombre de palabra”, que “los desarrollos legales que están pendientes se van a hacer” y que “existe una negociación entre el Estado y las Farc, y cuando hay un acuerdo entre dos partes, cuyo cumplimiento se extiende por 15 años en temas tan complejos, es indispensable que existan instancias de diálogo”.

¡Qué distintas y reconfortantes suenan estas palabras del nuevo zar del posconflicto si se comparan con los gritos proferidos por la senadora Paloma Valencia en el sentido de que “¡ganó el No, y ganó el presidente que representaba el No!”. ¿Y saben dónde las gritó? En una reunión privada cuyos asistentes eran, entre otros, los senadores Álvaro Uribe, Carlos Antonio Lozada del partido FARC, Iván Cepeda, Gustavo Petro, Roy Barreras, Angélica Lozano y Paloma Valencia.

¡Qué vueltas que, para bien, da la vida!

 

 @patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

OCTUBRE 26 DE 2018

Háganle justicia a Galán

Que los hijos y la viuda de Luis Carlos Galán tengan que batallar en el Consejo Nacional Electoral para que le devuelvan la personería jurídica al Nuevo Liberalismo, movimiento que fundó Galán, quien estuvo tan cerca de llegar al poder que por eso lo mató la mafia con la complicidad de políticos y policías, es algo que sólo puede suceder en este país santanderista de leguleyos que todo lo obstaculizan, o de partidos a los que no les conviene que el NL irrumpa en el escenario, esta vez dirigido por los hijos de Galán, Juan Manuel y Carlos Fernando, quienes han demostrado ser valientes y tener principios liberales y liderazgo político.

Veamos los hechos: además de Galán y de Rodrigo Lara, quienes libraron una batalla feroz contra la infiltración de la mafia en la política, fueron asesinados dos periodistas, cuatro concejales, una exdiputada, un exalcalde, cinco dirigentes de provincia y un escolta. Hubo atentados contra los líderes Alberto Villamizar, Iván Marulanda y Enrique Parejo; fue herido el escolta Pedro Nel Angulo; le pusieron una bomba al avión de Avianca HK-1803 donde iba a viajar el dirigente César Gaviria; atentaron contra el restaurante La Estación cuya dueña era del NL, y secuestraron a Maruja Pachón.

¿Si esa no es una operación de exterminio sistemático, entonces qué lo es?

Con base en ese argumento, el 9 de noviembre de 2017, Gloria Pachón de Galán y otros le solicitaron al CNE que le otorgara la personería jurídica al NL. La petición se acompañaba con sentencias que demuestran que a Galán lo mataron por su ideología y que fue asesinado por narcotraficantes, agentes del Estado, miembros de la clase política y las Autodefensas del Magdalena Medio.

Pero el 24 de noviembre, el exmagistrado del CNE y exsimpatizante del NL Carlos Ardila Ballesteros, empujado seguramente por algún maquiavélico político al que no le conviene que resurja el NL, pidió ser parte del proceso y se opuso a la solicitud, con el argumento de que ese movimiento había adherido en el 2000 a Cambio Radical. Según me explicó Juan Manuel Galán, fue Ardila quien, abusivamente, inscribió un movimiento NL y, después, lo adhirió a Cambio Radical.

Entonces, el CNE, ciego, o enceguecido por intereses políticos, concluyó el disparate de que Gloria Pachón de Galán y compañía no eran peticionarios legítimos porque el último representante legal del NL había sido Ardila Ballesteros.

Sin embargo, el 6 de julio el Consejo de Estado actuó con lógica y justicia, y le ordenó al CNE volver a estudiar la solicitud teniendo en cuenta que se había demostrado que los peticionarios (Gloria Pachón y cía.) son legítimos, que no había habido continuidad de la actividad política del NL y le pidió que analizara a fondo la violencia sufrida por ese movimiento.

La semana pasada se celebró una audiencia. Allí, el senador Iván Marulanda dijo que el Estado, entonces, “estaba penetrado por la criminalidad organizada”, que la enfrentaron en condiciones de desigualdad y que terminaron por aniquilarlos como fuerza política. Y agregó: “Lo justo con esta sociedad es que esas personas que quieren reivindicar esa lucha, esas ideas, tengan la oportunidad y el derecho que les quitaron las armas”.

El CNE tomará en noviembre la decisión final. Ojalá que, al hacerlo, piense en la importancia de que surjan nuevas fuerzas que debiliten la polarización y consoliden un centro político y que, al fallar, prevalezcan la lógica y la justicia y no los mezquinos intereses politiqueros.

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

OCTUBRE 19 DE 2018

Mejora, presidente Duque

Se requería un mensaje de confianza. Por eso es positivo que el presidente Duque haya visitado a los desmovilizados de las Farc en La Guajira y se haya reunido con ellos, incluido Joaquín Gómez, antiguo comandante del Bloque Sur y crítico del liderazgo que ejercen Rodrigo Londoño (Timochenko) y otros dirigentes del ala moderada del nuevo partido.

Seguro Gómez, uno de los duros de las Farc, quien ha desarrollado una labor eficaz como líder del Espacio Territorial de Pondores (Guajira), le planteó al presidente las inquietudes que agobian a los desmovilizados.

Sin embargo, para sacar la paz de la incertidumbre, no basta esa visita. Se requiere que Duque vaya a los demás espacios de reincorporación, que converse con los dirigentes de todos los sectores de la FARC, que no desconozca a los jefes y, ante todo, que tenga la voluntad política de salvar el proceso y demuestre que la tiene. Ello implica, necesariamente, transmitirles a sus funcionarios que el Gobierno tiene como prioridad cumplir los acuerdos, poner al ministro de Hacienda a que encuentre los recursos para que ello sea posible, hacer que sus ministros impulsen en el Congreso los proyectos que faltan, especialmente la reforma rural integral y el catastro multipropósito, y olvidarse de las críticas que puedan lloverle de los halcones del uribismo.

Ya, con dos meses en la Presidencia, Duque tiene que haberse dado cuenta de que para la comunidad internacional es clave el proceso de paz. El comunicado del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, del 28 de septiembre, es claro al respecto. Dice, entre otras cosas, que sus miembros “reafirmaron su apoyo pleno y unánime al proceso (…); notaron que la responsabilidad principal de la implementación del Acuerdo de Paz se ha trasladado a una nueva administración; reafirmaron su seria preocupación en torno a (…) la violencia que continúa en ciertas zonas afectadas por el conflicto, incluyendo un patrón persistente de asesinatos de líderes comunitarios y sociales (…), y están a la expectativa de la implementación de medidas al respecto (…); recalcaron que la independencia y autonomía de la JEP deben ser plenamente respetadas; (...) reafirmaron su compromiso de trabajar con Colombia, bajo su nuevo Gobierno, para renovar el impulso de la implementación del Acuerdo de Paz (…) y resaltaron que el proceso de paz de Colombia sigue siendo importante como una fuente de inspiración para los esfuerzos realizados en muchas partes del mundo para poner fin a los conflictos y construir la paz”.

Así que, ante esa claridad de la junta directiva del mundo, al presidente Duque le queda muy difícil hacerse el bobo con la paz.

***

 

¡Hasta siempre, Roberto Burgos!

¡Qué falta nos va a hacer tu pluma, pero, mucho más, qué falta va a hacernos tu afecto incondicional, tu presencia discreta, tus correos llenos de mensajes bellos y profundos, tus palabras de aliento en los momentos fundamentales de la vida…

Conocí a Roberto por ser el amigo más cercano de Eligio García Márquez, mi compadre. Entonces nos volvimos compadres por analogía. Y nos unió más el haber compartido el calvario de la agonía y la muerte prematura de Eligio… Ahora, la muerte súbita de ese espléndido escritor y ser humano que era Roberto aumenta ese hueco en el corazón que ha ido ampliándose a medida que han ido desgranándose los grandes amigos. Para Dorita, sus hijos y los amigos, va mi abrazo adolorido.

 

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

OCTUBRE 12 DE 2018

Cualquiera es mejor que él

“Usted no merecería ser violada porque es muy fea”.

“Yo sería incapaz de amar a un hijo homosexual (…) Ante eso, prefiero que un hijo mío muera en un accidente”.

“El 90 % de los hijos adoptados (por parejas homosexuales) van a ser homosexuales y se van a prostituir, con seguridad”.

“(Mis hijos no tendrán parejas de raza negra) porque están muy bien educados”.

“(El indígena) debería ir afuera y comer pasto, así puede mantener sus orígenes”.

“(Las comunidades negras) no hacen nada mientras que nos gastamos más de mil millones de dólares al año en ellos”.

“No emplearía a hombres y mujeres con el mismo salario”.

“Vamos a fusilar a los petistas (militantes del Partido de los Trabajadores)”.

“Un policía que no mata no es un policía”.

“Bandido bueno es bandido muerto”.

“Estoy a favor de la tortura”.

“El error de la dictadura fue torturar y no matar”.

“A través del voto no se va a cambiar nada en este país. Nada. Las cosas sólo van a cambiar, infortunadamente, cuando lleguemos a una guerra civil y hagamos el trabajo que los militares no hicieron: matar a 30.000”.

Esas son algunas de las frasecitas pronunciadas a lo largo de su carrera política por Jair Bolsonaro, quien fuera capitán de la Armada brasileña durante 17 años y congresista desde 1991, y quien ahora, al estar Lula preso e inhabilitado para ser candidato presidencial, es muy probable que, al haber obtenido el 46 % de los votos en la primera vuelta, se convierta el 28 de octubre en el próximo presidente de Brasil, nuestro vecino, el país más importante de América Latina y el quinto del mundo.

Pero esas frases que aterran a cualquier persona sensata y que, por supuesto, le encantan a la inverosímil senadora del Centro Democrático María Fernanda Cabal, quien está dichosa con la posibilidad de que ese bárbaro pueda ser presidente de Brasil, no lo son todo: Bolsonaro ha dicho que si llega a la Presidencia flexibilizará el control de armas de manera que la gente pueda defenderse (él acostumbra hacer con la mano, cada rato, el ademán de que va a disparar), y hará que Brasil se retire del Grupo de París para el control del cambio climático, lo cual puede tener un impacto devastador en la conservación de la Amazonía y, por consiguiente, de la especie.

Haddad, el candidato del PT puesto por Lula quien obtuvo 29 % de los votos, debe hacer un esfuerzo gigantesco para acercarse a las otras fuerzas políticas y tomar distancia frente a los escándalos de corrupción en los que se vio involucrado ese partido. De igual forma, debe poder darle garantías a Brasil de que, con un gobierno suyo, bajaría la criminalidad y mejoraría la economía.

Ese país tan entrañable tiene que reaccionar y entender, como dijo en su famoso programa de T.V. Last Week Tonight el periodista John Oliver, que cualquiera es mejor que Bolsonaro. ¡Por favor, aún es tiempo: reflexiona, querido Brasil!

***

¡Qué alegría le produjo al país el regreso al seno de su familia del niño Cristo José, quien había sido secuestrado, al parecer, por delincuentes comunes! El rechazo que produjo su plagio debe servirle al Eln para darse cuenta de que este país no perdona el secuestro: debe liberar ya al resto de secuestrados y aclarar la suerte que hayan corrido otros que reclama el Gobierno. Una vez dado ese paso, nos tendrá a muchos, y a la comunidad internacional, presionando al presidente Duque para que reinicie ya los diálogos de paz.

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

OCTUBRE 5 DE 2018

David contra Goliat

Al ver la pelea obsesiva por el chanchullo de Odebrecht entre el fiscal Néstor Humberto Martínez y el hijo del hombre más rico de Colombia, Luis Carlos Sarmiento, por una parte, y, por la otra, el exdirector de la Agencia Nacional de Infraestructura Luis Fernando Andrade, un tipo con pinta de ingenuo que nunca había sido funcionario público, y María Jimena Duzán, quien se ha enfrentado con valor al fiscal y, enhorabuena, acaba de derrotar a un fiscalito que la entuteló por una de sus columnas sobre el caso, fui a conocer a Andrade en su detención domiciliaria.

Después de tratar de entenderle su embrollo jurídico durante un par de horas, concluí que estamos ante un caso kafkiano porque es inconcebible que NHM —quien en su condición de ministro de la Presidencia y de abogado de Sarmiento tuvo que ver con las gestiones para que se le otorgara una adición a la concesionaria de la Ruta del Sol, la empresa que éste constituyó con Odebrecht, y luego, como abogado, dio un concepto positivo en el que se basó Andrade para celebrar un contrato— sea el mismo que dirige la institución que ahora quiere dejarlo preso 30 años por hacer lo que Martínez dijo en su concepto que podía hacerse.

Como esta es una pelea de David contra Goliat, transcribo apartes de mi charla con el más débil:

 

—Doctor Andrade, ¿de qué lo acusan?

—Tengo ocho cargos: 1°, interés indebido en el otrosí que autorizó los diseños del tramo de la carretera Ocaña-Gamarra y 2°, en el que autorizó las obras. Eso es absurdo porque se tuvo la aprobación de todas las instancias hasta llegar al Conpes, donde firmó NHM. 3°, celebración del contrato sin requisitos legales, también absurdo porque, para celebrar el contrato, nos basamos en tres conceptos jurídicos favorables: el de NHM, el de la interventoría y el del área jurídica de la ANI. 4°,interés indebido en reclamaciones por sobrecostos de la Ruta del Sol. Eso sí que es absurdo porque nunca aceptamos los sobrecostos y, por eso, están en un tribunal de arbitraje. 5°, interés indebido en el cierre financiero del contrato de Navelena, también absurdo porque no lograron el cierre y, por eso, declaré la caducidad. 6°, falso testimonio como determinador. 7°, alteración de material probatorio. Y 8°, falsedad en documento público, todo lo cual tiene que ver con el número de reuniones que tuve con el senador Ñoño Elías y con Martorelli, gerente de Odebrecht, pues remití un reporte del área administrativa que tenía el número de ingresos registrados en la ANI para esos personajes, y dicen que alteré los registros y le ordené al funcionario Juan Sebastián Correa que mintiera sobre el número de reuniones ante los entes de control. A la fecha no han demostrado que hubo alteración del sistema de ingresos. Y siempre dije que era posible que algún senador entrara sin registrarse. Esas acusaciones están montadas sobre un testimonio falso, sin pruebas documentales, que da Correa en un principio de oportunidad, y que son muy fáciles de desmontar. ¡Pero no me acusan de haber recibido un peso! Sospecho que me imputaron cargos porque me volví muy incómodo para Odebrecht y Sarmiento.

—¿Y por qué Sarmiento le tiene tanta bronca?

—Porque me negué a reconocer $750.000 millones en sobrecostos y a aceptar su fórmula de liquidación del contrato que les generaría ingresos adicionales por $400.000 millones.

—¿Y el fiscal por qué no lo quiere?

—Porque él representa los intereses de Sarmiento.

En esta columna no cabe más información. ¡Pero con esta es suficiente!

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

SEPTIEMBRE 21 DE 2018

¿Guerra con Venezuela?

Un editorial publicado el lunes en La Opinión de Cúcuta, titulado “Colombia quiere guerra”, hace un llamado angustiado que, en este país centralista, ha sido desconocido por la capital.

Por la gravedad del tema, transcribo algunos de sus apartes:

“Dolorosamente, el Gobierno colombiano pareciera querer que suenen los tambores de la guerra en torno de Venezuela. Dos actitudes similares, en 48 horas, así lo corroboran.

El viernes, durante una rueda de prensa conjunta con Almagro; el canciller, Carlos Holmes Trujillo, y el embajador ante la OEA, Alejandro Ordóñez, la reportera de La Opinión preguntó al secretario general si consideraba que una intervención militar en Venezuela (…) es la solución para ese país.

Almagro dijo que ninguna opción, ni la militar, se puede descartar. Esas palabras, en boca del líder de una organización creada para (…) la búsqueda de solución a cualquier problema por la vía del diálogo, dinamitaron los principios de la OEA.

Y Colombia lo avaló, pues su canciller y su increíble embajador ante el organismo hemisférico guardaron silencio.

Solo un día después, el llamado Grupo de Lima, creado con el fin exclusivo de buscar solución a la crisis venezolana, se pronunció, obvio, contra la declaración de Almagro. De los 14 votos, 11 fueron de rechazo. Y Colombia, el país que sería, sin la menor duda, el principal afectado con una guerra, se negó…

O, cuando suene el primer tiro de una invasión de EE. UU., ¿a dónde correrán en estampida los venezolanos? A Cúcuta, no nos podemos equivocar. Y si, como puede pasar, Venezuela tiene capacidad de respuesta, ¿a dónde disparará, sino a la frontera, es decir, a Cúcuta y sus carreteras, para obstaculizar que desde acá llegue apoyo a la invasión?

Desde luego, esa situación (…) tiene a los políticos de Bogotá sin el menor cuidado (…). Si no, ¿por qué no han reaccionado por la complacencia del Gobierno con Almagro y su apoyo a la intervención militar, su silencio en el Grupo de Lima, y el asentimiento de Ordóñez y Trujillo a todas las palabras del secretario de la OEA?”.

Para rematar, al día siguiente, Francisco Santos, nuestro embajador en Washington, dijo que, en Venezuela, “todas las opciones deben ser consideradas”. Entonces el presidente Duque declaró que buscaría “los canales diplomáticos y multilaterales” para lograr que Venezuela “recupere su libertad”, y agregó: “Esto no es con espíritu belicista”.

¡Ni una palabra más!

Sin embargo, las señales que sobre la posibilidad de una intervención militar en Venezuela da el Gobierno de Duque, como ocurre con el proceso de paz, son contradictorias y preocupantes.

Ello significa una de dos cosas: o que Duque va a patrocinar la intervención militar gringa en Venezuela y no se atreve a decirlo, o que no les ha dicho a sus funcionarios cuál es su política en ese y en otros campos.

Es claro que falta liderazgo presidencial. Y también lo es que La Opinióntiene razón de preguntarse que “si no hemos podido solucionar el problema de los 30.000 inmigrantes diarios que cruzan la línea en busca de su supervivencia (…) ¿cómo haremos para recibir a decenas de miles que quieran escapar al tiempo de la guerra?”.

¡Y eso que les faltó decir que, si hay invasión a Venezuela, las balas no sólo se dispararían hacia la frontera, sino que, además, el Eln y los disidentes de las Farc se volcarían a defender al vecino e incendiarían a Colombia para disuadir al Gobierno de agredir a Venezuela.

¡La paz del país requiere de su claridad, decisión y liderazgo, presidente Duque!

***

Motivo viaje, esta columna reaparecerá en dos semanas.

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

SEPTIEMBRE 14 DE 2018

Urgen señales de confianza

Ahora, cuando se conocen las cartas enviadas por dos de los excombatientes de las Farc que abandonaron las zonas de reincorporación, Fabián Ramírez y Romaña, en las que indican que siguen comprometidos con el Acuerdo de Paz pero que se sienten inseguros, en una especie de limbo jurídico, y piden que se implemente el Acuerdo, cobra más importancia la exhortación que el pasado lunes el procurador general de la Nación, Fernando Carrillo, le hizo al presidente Duque para que impida “que la paz se nos vaya de las manos”.

En su comunicación, Carrillo afirma: “Se hace urgente la acción del Estado para garantizar que quienes han creído en la paz y entregaron las armas se mantengan dentro del proceso de reincorporación”.

Es indudable que Iván Márquez, el Paisa y compañía, al dejar las zonas de reinserción, como dijo la ONU, abandonaron sus responsabilidades con cerca de 1.500 excombatientes que se encontraban allí. Pero, por una parte, nadie ha afirmado que hayan vuelto a delinquir y, por otra, nadie puede negar que a los líderes de la antigua guerrilla la Fiscalía y el nuevo Gobierno les han enviado mensajes confusos sobre su futuro: en primer lugar, estuvo la captura de Jesús Santrich por parte de la Fiscalía, a solicitud de la DEA, que lo pidió en extradición; en segundo término, las embestidas del fiscal contra la JEP; después, los mensajes del presidente Duque, en el sentido de que iba a modificar el Acuerdo; luego, sus declaraciones que les daban tranquilidad a los excombatientes rasos pero desconocían a los jefes; y, finalmente, su falta de interlocución con los ex-Farc, pues no han nombrado voceros en las instancias creadas para monitorear el Acuerdo, como el Consejo Nacional de Reincorporación y la Mesa Técnica de Seguridad. De manera que ¡a nadie debe extrañarle que ahora los jefes se sientan amenazados y se escondan!

Como afirmó Alejandro Éder, quien trabajó en el gobierno de Uribe en la reintegración de excombatientes, en el de Santos como alto consejero para la Reintegración y que fue consultado por el presidente Duque en lo referente a la política de paz, “Duque ha insistido, lo mismo que su comisionado de Paz, en el compromiso del Gobierno con la base de la FARC, pero no hacen mucha referencia a los dirigentes… Tiene que ser generoso con la base y con los antiguos comandantes que quieran estar en la legalidad y la democracia”. Y añadió: “Son más de 60.000 los desmovilizados que hemos tenido en Colombia. Es más, creo que son 74.000, incluyendo los de las Farc. Durante muchos años desmovilizamos comandantes de las Farc que se comprometieron con mantenerse en la legalidad, lo hicieron y son ciudadanos de bien”.

De manera que, en lugar de empujar a los antiguos jefes de las Farc a que, por miedo, regresen a la clandestinidad, el presidente Duque y el comisionado de Paz, ojalá ayudados por el fiscal general, lo que tendrían que hacer es brindarles confianza, darles garantías, cumplir el Acuerdo y, así, acercarlos a la paz.

Utilizando palabras del procurador, le insisto al presidente Duque en que se vuelva el líder de la paz, para que no caigamos “nuevamente en esta espiral de violencia, que puede volverse inatajable e irreversible”.

Apresúrense a ir a la obra de teatro, Amor en tiempos de la radio (Teatro Nacional), escrita y dirigida por Laura Villegas. Está bien documentada, es divertida y nos recuerda nuestra propia historia… ¡No se la pierdan!

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

SEPTIEMBRE 7 DE 2018

¡Que no se rompa el diálogo con el Eln!

Hoy se cumplen el primer mes de la presidencia de Iván Duque y el plazo que el presidente dio para definir si continúa o no con los diálogos de paz entre el Gobierno y el Ejército de Liberación Nacional, Eln.

 

Hasta el momento de escribir esta columna hay sobre la mesa una serie de hechos: por una parte, declaraciones reiteradas de manera pública y privada por parte de Pablo Beltrán y otros negociadores del Eln, que se encuentran en La Habana a la espera de que se reanuden las conversaciones, en el sentido de que quieren continuar con los diálogos, que habían avanzado durante el gobierno anterior. Por otra parte, una posición clara del presidente y del comisionado de Paz, Miguel Ceballos, sobre que el Eln debe definir la liberación de todos los secuestrados antes de mañana, de lo contrario, “no se puede continuar con la mesa”. De otro lado, el Eln, que había aceptado liberar a los secuestrados pero exigía que, en el proceso de liberación, intervinieran los garantes internacionales Cuba y Noruega, ante la negativa del Gobierno, accedió a correr el riesgo y liberó unilateralmente a tres, no obstante los movimientos militares que hay en las zonas. Falta que liberen a los otros seis que secuestraron últimamente cerca al Chocó. Así se completarían los nueve cuya liberación el Eln anunció. Sin embargo, el Gobierno exige que se libere ya a todos los plagiados. Y ahí pueden enredarse las cosas, porque no se sabe en qué condiciones o lugares estén. Además, a lo mejor no todos estén vivos.

 

El Gobierno y el Eln tienen que tener en cuenta que este es un momento crucial y que no pueden ponerse a jugar con candela: por una parte, el Eln debe comprender que tiene como contraparte a un presidente elegido debido al resentimiento del pueblo colombiano por el accionar de la guerrilla, de lo cual se desprende el corolario de que aquí la lucha armada no tiene posibilidad de éxito. En consecuencia, el Eln debe hacer una profunda reflexión y decidir abandonar la lucha armada y, con ella, la abominada práctica del secuestro. Por otra parte, también tiene que analizar que, a pesar de que el Gobierno fue elegido con un mandato de modificar sustancialmente los Acuerdos de Paz con las Farc, al parecer no va a insistir en su posición ni va a permitir que se impongan las posiciones del ala radical de la derecha extrema uribista. Y, finalmente, debe valorar una rectificación hecha por el presidente Duque, que ha pasado desapercibida, y es la de que, luego de haber nombrado como directora de la Unidad de Protección a una señora que se había dedicado a despotricar contra el proceso de paz y los dirigentes de la FARC, hecho que con razón los llevó a protestar porque con ella al mando de la Unidad sentían que no tenían garantías para sus vidas, ahora nombró a Pablo Elías González, exdirector del CTI, un abogado de izquierda, vertical, valiente y honesto, que está dispuesto a jugársela toda por proteger a los excombatientes y a los líderes sociales.

 

Y el Gobierno, por su parte, debe entender que la mayoría del país —así lo dicen las últimas encuestas— ha expresado que desea que continúe el diálogo con el Eln y que, por lo tanto, no puede poner ultimátums tan perentorios los cuales, por las condiciones del terreno, por la situación militar de las zonas, por las diferencias internas del Eln o por el estado de los secuestrados, puedan volverse imposibles de cumplir.

¡Más flexibilidad y más comprensión de las partes podrían salvar esta paz! Ténganlo presente…

 

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

AGOSTO 31 DE 2018

Así no se empieza la lucha anticorrupción, presidente

 

Que casi 12 millones de colombianos se hayan movilizado para votar en contra de la corrupción, con el senador Álvaro Uribe boicoteando la consulta y trinando en su contra, y sin que hayan sido motivados por dádivas o compra de votos, ni haya habido una gran campaña publicitaria, ni la clase política tradicional haya apoyado la votación, indica que algo se está moviendo en el país.

Ese despertar del inconformismo comenzó a verse en la campaña presidencial, cuando Gustavo Petro, con su movimiento Colombia Humana, llenó las principales plazas y obtuvo ocho millones de votos.

Semejante alarido contra la corrupción ha obligado al presidente Iván Duque a encabezar la cruzada contra los corruptos y, así, no dejarles del todo la bandera a los ganadores indiscutibles de la jornada: las senadoras Claudia López y Angélica Lozano, y los senadores Antanas Mockus, Antonio Navarro y Jorge Robledo. ¡Para ellos, felicitaciones!

Por lo anterior, el presidente, en persona, radicó en el Congreso su proyecto anticorrupción, que contiene algunas preguntas votadas en la consulta. Por lo mismo recibió en la Casa de Nariño a sus promotores. Y por eso también está tratando de dar ejemplo al no ofrecer mermelada a cambio de que le aprueben sus propuestas en el parlamento, actitud encomiable que, de paso, afectará su gobernabilidad.

Sin embargo, hay un contrasentido: un presidente que quiere luchar contra la corrupción no puede premiar, nombrándolo embajador ante la OEA, a Alejandro Ordóñez, quien fue destituido de la Procuraduría por corrupto, es decir, por utilizar, para perpetuarse en su cargo, justamente las prácticas que se pretenden erradicar, esto es, entre otras, el intercambio de apoyos a cambio de nombramientos de allegados de sus electores como procurador. Y, como si esto fuera poco, ese ex “guardián de la moral pública” se hizo poner 15 camionetas blindadas y 70 escoltas que se pagaron con nuestros impuestos, cuando abandonó su puesto.

Ese personaje, por más votos que haya aportado, ¡no puede representar ante la OEA a un gobierno que tiene la lucha contra la corrupción como su principal bandera!

El presidente, que ha tenido el valor de rectificar en el caso de otros nombramientos equivocados, puede hacerlo en este, el cual, además, es mucho más significativo, ya que a la OEA está adscrita la Corte Interamericana de Derechos Humanos, contra la que el exprocurador se ha expresado de manera agresiva.

Esperamos que el presidente Duque rectifique esa incomprensible designación. Así podremos comenzar a creer en su cruzada anticorrupción.

***

Es inaudito que la ley pretenda encasillar la realidad: alguna interpretación distinta tiene que haber para que Colombia Humana, el movimiento de Petro, sea reconocida como partido político y obtenga los beneficios que se derivan del Estatuto de Oposición. El argumento de que no tiene derecho a ello porque la Constitución dice que sólo se les puede conceder personería jurídica a los grupos que obtengan más del 3% de la votación en las elecciones de Senado y Cámara, y que Colombia Humana no participó en esa elección pues los candidatos que respaldó Petro se inscribieron en la Lista de la Decencia, tiene que tener un contraargumento. ¡Es que mucho más peso que el 3% de la votación para Senado y Cámara tiene el 42% que obtuvo Petro con su Colombia Humana en las elecciones presidenciales! ¡Así que esperamos que en el próximo Consejo Nacional Electoral, que estrena nuevos magistrados, se imponga la lógica!

 

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

AGOSTO 24 DE 2018

La cultura de la corrupción

“Lo que Santos hizo con la paz, Duque lo debe hacer con la corrupción”, dijo el rector de la Universidad Externado de Colombia, Juan Carlos Henao. “Antes (…) había un castigo social a la persona corrupta. Hoy hay una expansión de la corrupción dentro de nuestra cultura”.

La propuesta de Henao es muy importante. Por eso hay que ponerle toda la atención: él sostiene que aquí todo se ha centrado en subir penas y volver imprescriptibles los delitos, etc. Pero las medidas tomadas han sido ineficaces.

Esa afirmación la hace después de promover un profundo estudio de tres gruesos tomos sobre la corrupción en Colombia. Dice que ese cáncer no se soluciona expidiendo normas, pues el problema de fondo está en que “dentro de la forma de actuar normal de los colombianos se incrustó la corrupción”. En entrevista con María Isabel Rueda agrega: “La corrupción se incrustó en el país porque está tanto en las esferas públicas como en las privadas”.

Henao sostiene que todo cambió a raíz del auge del narcotráfico. El corrupto “termina siendo exitoso. Piense en los Nule”, dice, “se paseaban en todas las altas esferas de la política, de la sociedad, de los clubes… En todos lados el corrupto ha adquirido una relevancia social, porque (…) la sanción penal no es la más importante, es la social”.

Y para recuperar la sanción social es que les pide al presidente Duque y a la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez que hagan con la corrupción lo que Santos hizo con la paz: volver el asunto el principal tema de su gobierno, usar la publicidad oficial en prensa, radio y TV para enseñar qué es corrupción, editar cartillas, dar instrucción en los colegios, educar a los profesores: porque la corrupción no es simplemente serruchar en Reficar o recibir sobornos de Odebrecht. La corrupción comienza por aprovecharse de lo público en beneficio propio: por ejemplo, usar el tiempo de los empleados estatales para hacerles favores a funcionarios de mayor rango; o usar los bienes del Estado (carros, helicópteros, etc.) en beneficio personal. Hay una anécdota del presidente Carlos Lleras Restrepo que muestra bien hasta dónde llegaba su concepto de rectitud: una vez, uno de sus hijos necesitaba pegar algo en un trabajo del colegio. Cuando fue a utilizar el frasco de pegante que encontró sobre su escritorio, le dijo: hijo, eso no lo puedes usar porque es un bien del Estado.

Pero la corrupción también está en el ámbito privado. Por ejemplo, cuando en las oficinas los empleados se dedican a chatear con sus amigos o parejas o a distraerse navegando por internet, utilizan el tiempo que les paga la empresa en asuntos personales, es decir que, de alguna manera, roban a la empresa. Con ejemplos similares podemos seguir ad infinitum...

Si la TV, la radio y las redes sociales mostraran sistemáticamente pequeñas historias como las señaladas, iríamos aprendiendo qué es corrupción.

Y, a propósito, ¡felicitaciones a Daniel Samper Ospina por su estupendo video El reguetón de la corrupción. ¡Cómo le queda de bien al senador Jorge Robledo el oficio de reguetonero! Lo mismo que a los senadores Lara, Velasco y Lozano. ¡Y Claudia López y Antanas, con su voz de bajo, no lo hacen nada mal! ¡Pero el que se ve de maravilla, meneando su pata de palo, es el exsenador Navarro! ¡Bravo, reguetoneros!

Y ahora, ¡a alistarnos todos a obedecerle al presidente Duque y a votar sí la consulta anticorrupción del próximo domingo! ¡Así les mostraremos a los colombianos que rechazamos la corrupción!

 

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

AGOSTO 17 DE 2018

Sí a la consulta anticorrupción

El próximo 26 de agosto ( de este domingo en una semana) será la consulta anticorrupción. Debería ser un tema de primera importancia en un país como el nuestro donde, según el contralor, Edgardo Maya, la corrupción nos cuesta cerca de $50 billones anuales, es decir, a cada colombiano le vale un millón de pesos por año.

Mucho se ha discutido sobre si las normas que se votarán en la consulta son eficaces para acabar con la corrupción, sobre si ellas no repiten prohibiciones que ya existen, sobre si no podrían aprobarse en el Congreso y sobre si se justifica que el Estado gaste $300.000 millones en hacer la consulta.

Ante esas preguntas, se me ocurren estas reflexiones: ya es un hecho que la consulta va a realizarse, y va a hacerse precisamente porque más de ocho veces Claudia López y otros parlamentarios presentaron esas reformas al Congreso y las hundieron o no las consideraron, y es muy difícil que el Congreso las apruebe porque muchas de ellas implican que los políticos se hagan su propio harakiri, y si ya existen leyes contra la corrupción y no se aplican o no son eficaces, es justamente porque no hay la suficiente conciencia de que la corrupción es una práctica perversa que nos afecta a todos por igual, y precisamente porque es indispensable crear en cada uno de nosotros la conciencia de que la corrupción merece un rotundo rechazo social y que no puede ser mínimamente tolerada, que contra ella tenemos que levantarnos y decir NO MÁS. Por eso es muy importante aprobar la consulta.

Y para ello se requiere hacer un esfuerzo monumental, pues se necesita que voten más de 12 millones de personas y que cada una de las preguntas la aprueben más de seis millones.

Son siete las propuestas: reducir el salario de congresistas y altos funcionarios del Estado; mandar a la cárcel, no a la casa, a los corruptos y prohibirles volver a contratar con el Estado; establecer un sistema de contratación transparente, obligatorio, en todo el país; hacer presupuestos públicos con participación de la ciudadanía; obligar a los congresistas a que rindan cuentas de su asistencia, votación y gestión; hacer públicas las propiedades e ingresos de los políticos elegidos y extinguirles el dominio a los bienes que no tengan justificación; y establecer un máximo de tres periodos para los miembros de las corporaciones públicas.

Ahora, hay que aclarar que el hecho de votar la consulta no implica aprobar todo lo que en ella se propone. Por ejemplo, hay quienes no están de acuerdo con que se les baje el salario a los congresistas y a los altos funcionarios porque dicen que ese punto no tiene que ver con la corrupción. Pues pueden votar no a esa pregunta y sí a las otras. Pero lo que sí es muy importante es que votemos todos. Y que aprobemos el mayor número de propuestas. Es que no puede sucedernos con la consulta anticorrupción lo mismo que nos pasó con el plebiscito: que uno de los países más violentos del mundo, con ocho millones de víctimas de la guerra, le dijo no a los Acuerdos de Paz.

De manera que el domingo 26, ¡a dejar la pereza y a salir a votar todos contra la corrupción!

¡Aplausos, muchos aplausos, para Cristina Gallego y Ciro Guerra por su película Pájaros de verano! Lo mismo a Gonzalo Córdoba y Caracol TV por apoyar el proyecto. Es de las mejores películas del cine colombiano. ¡No se la pierdan!

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

JULIO 19 DE 2018

Presidente Duque, ahora, de usted depende la paz

Ya pasaron los tiempos en que usted, Presidente Duque, podía despotricar, sin consecuencias, de los acuerdos de paz. Ya usted, a partir del 7 de agosto, será el responsable de cada vida que se salve, pero también de cada muerte que hubiera podido evitarse. Ahora, cada palabra suya o cada silencio, cada acción o cada omisión, tendrán un impacto enorme en el devenir nacional.

Y usted debe decidir ya si desea lidiar con una Colombia incendiada de nuevo por la guerra, para lo cual lo único que tendría que hacer es permitir, como lo ha hecho hasta ahora, que los halcones que lo rodean, y no usted, quien ha preferido guardar silencio ante sus desbordamientos, sean los que manden la parada, generando así un ambiente enrarecido en el que han aumentado los asesinatos a líderes sociales, las amenazas a periodistas y los ataques bajos a figuras tan valiosas como el padre Francisco de Roux; o si prefiere consolidar la paz y pasar a la historia como el hombre que volvió realidad el milagro de Colombia.

 

A juzgar por su acertada afirmación de que se propone construir un acuerdo nacional para “lograr que la paz sea estable”, uno diría que lo que quiere es consolidarla. ¡Pues manos a la obra, presidente: eso es lo que tiene que hacer! Sin embargo, ese acuerdo debe construirlo no como aparentemente planea hacerlo, con los que piensan como usted, sino con los que opinan distinto; no con los 7,5 millones de colombianos que votaron por usted en primera vuelta, sino con los 2,5 que se le sumaron y le dieron el triunfo en la segunda, más el casi millón de votantes en blanco, más los ocho millones que votaron por Petro y, por supuesto y ante todo, más la otra parte signataria del acuerdo de paz, que son las Farc.

Cualquier modificación que quiera hacerle al acuerdo debe concertarla con sus dirigentes, presidente. No hacerlo dejaría a Colombia ante el mundo y ante ellos como un país que no cumple sus compromisos. No hacerlo sería muy peligroso, más en un momento tan complicado como este: por una lado, hay informes que indican que las disidencias de las Farc, que ahora se dedican al narcotráfico y que carecen de justificación política, quisieran unirse; por otra parte, Iván Márquez, el jefe del equipo negociador de las Farc, ha dicho que no asumirá su curul en el Senado porque, para él, la detención de Santrich es un “montaje judicial”; porque piensa que la JEP se ha desfigurado; y porque considera que falta determinación para cumplir el acuerdo de paz. Por otro lado, hay descontento en las bases guerrilleras porque no les han cumplido con los proyectos productivos; además, se avecina la decisión sobre la extradición de Santrich, que puede tener un impacto de consecuencias inimaginables en las bases y en Márquez. Si se tienen en cuenta esos factores que, al juntarse, pueden convertirse en el motor que lleve a la fundación de una nueva guerrilla que tendría como justificación política el incumplimiento de los acuerdos, por parte del Estado, usted, presidente Duque, tendría que enviarles YA un mensaje de tranquilidad a los dirigentes de las Farc y a sus bases, reunirse con ellos y decirles que el gran acuerdo nacional que quiere lograr va a contar con su opinión; y proceder a concertarlo.

 

Así lideraría usted la consolidación de la gran paz de Colombia y podría consagrarse al desarrollo del emprendimiento en el país, como quiere. De lo contrario, la guerra puede explotarle en cualquier momento...

 

Nota: por vacaciones, esta columna reaparecerá en cuatro semanas

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 @patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

JULIO 12 DE 2018

No es tan difícil dar con los culpables

La defensa de los líderes sociales no puede tener atenuantes. Como decía el padre Francisco De Roux, mientras en otros países ellos serían héroes nacionales, aquí lo asesinamos.

Sí, los asesinamos por acción o por omisión; porque no reaccionamos contra su muerte; porque de algún modo la justificamos con nuestras palabras o con nuestro silencio. Por ello no puede aceptarse que haya senadoras del Centro Democrático que se pregunten por twitter si el “escándalo por muerte de ‘líderes sociales’ es para tapar el verdadero escándalo de conversaciones sobre tema Odebrechet”, ni que divulguen mensajes de activistas que digan que “la estrategia ahora es hacer pasar como líderes sociales a todos los que Farc y Eln están matando.” Y tampoco puede aceptarse que funcionarios como el ministro de Defensa o el fiscal general diluyan su ineficacia en detener la matazón con disculpas del estilo de que muchos de los asesinatos obedecen a “líos de faldas” o riñas personales.

No, a los líderes sociales los están matando por una sola razón: porque hay fuerzas que en distintas regiones quieren descabezar y acallar a la oposición a sus acciones. Además, como lo reveló un estudio del Centro Nacional de Consultoría, un crimen afecta en un 92 por ciento la permanencia de las organizaciones sociales. Y en virtud de esos asesinatos, hay desplazamientos, la comunidad queda debilitada y dividida y, por lo tanto, disminuyen las denuncias contra las agresiones. Renovar un liderazgo, agrega el informe, puede tardar entre uno o cuatro años, pues no es automático que otra persona se gane la confianza de la gente y construya puentes con las instituciones.

De manera, pues, que hay móviles muy claros para ocasionar esas muertes. Y también hay vías para descubrir a sus autores intelectuales, que nada tienen que ver con las hipótesis y diagnósticos generales que, desde Bogotá, acostumbran emitir algunos funcionarios encargados de esos temas. Para llegar a conclusiones, simplemente, basta con hablar con la población. Así, con seguridad, rápidamente se obtendrían resultados. No es sino mirar, por ejemplo, las afirmaciones hechas por dos de los líderes sociales que asistieron a un reciente encuentro en Bogotá, en el que estaban presentes Fescol y el coordinador residente de la ONU en Colombia: uno de ellos, del Chocó, denunció que había un complot entre un grupo paramilitar y otras fuerzas para asesinar al presidente de una junta comunal en Bahía Solano. Y otro, de Sucre, afirmó que allí había alianzas entre los parapolíticos y los paramilitares que no se desmovilizaron, para amedrentar a quienes hacen control social y político a los recursos públicos.

Esas pistas son claras. De modo que si el fiscal y el ministro de Defensa van a las zonas, conversan con los líderes y siguen el hilo conductor de las investigaciones, pronto nos darían a conocer los nombres y apellidos de los autores intelectuales de los asesinatos. Eso sí, tendrían que interrogarlos, a ellos y a sus amigos, antes de que acaben de matarlos.

Finalmente, hay que celebrar que hayan firmado el “Pacto de Rechazo a la Violencia contra los Líderes Sociales” tanto el presidente Santos como el presidente electo, Iván Duque, los representantes de las distintas ramas del poder público y los directores de todos los partidos. Sin embargo, es un lástima que, en el caso del Centro Democrático, lo hubiera suscrito una tal Nubia Stella Martínez, y no su verdadero jefe, el senador Álvaro Uribe.

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

JULIO 5 DE 2018

Demuestre que usted es quien manda, presidente Duque

A pesar de que las primeras señales muestran que Iván Duque no será malo, como creíamos sus opositores, sino peor, aún puede demostrarnos que estábamos equivocados: se aproxima el anuncio del gabinete y, en ese momento, se sabrá si será títere de Álvaro Uribe, o si tendrá la personalidad y la fuerza emocional para desprenderse del expresidente, nombrar un equipo de su absoluta confianza y resistir el bombardeo que le caería por gobernar con los que él quiere.

Hasta ahora, el balance es preocupante, no obstante que Duque ha dicho que se va a dedicar a unir al país; que llegó la hora de pasar la página de las ponzoñas, tan del gusto de Uribe; y que su gabinete estará compuesto, en su mayoría, por mujeres y jóvenes. Los hechos, hasta el momento, dan señales distintas: apuntan a dividir más a Colombia, a multiplicar la ponzoña y a permitir que la jauría uribista, “cargada de tigre”, como diría el expresidente, se apodere del país. Por una parte, con una actitud dulzona y ausente, Duque dejó que la senadora Paloma Valencia, asumiendo el liderazgo de la bancada uribista y pronunciando un discurso incendiario que concluyó con un “bienvenidos al gobierno de Iván Duque”, delineara cómo piensan hacer trizas la paz, a base de incumplir lo que es la nuez de los acuerdos (el funcionamiento de una justicia transicional que juzgue a los distintos actores del conflicto y la participación en política de los dirigentes de las Farc); por otra permitió, sin protestar, por lo menos que se sepa, que el uribismo demuestra que quien manda es Uribe y no Duque. No es sino recordar cómo Alicia Arango, la exsecretaria privada de Uribe y jefa de campaña de Duque, anunció que el presidente es Duque, pero que el jefe es Uribe; cómo Paloma Valencia, cuando supo que Duque le había aceptado al presidente Santos que se le consultara al presidente de la Corte Constitucional si el Congreso podía aprobar la reglamentación de la JEP antes de que la Corte se pronunciara sobre la constitucionalidad de la misma, llamó al “Pre”, que era Uribe, y no Duque, para pedirle instrucciones sobre cómo proceder ante la decisión de éste y Uribe le dijo que la aceptara, pero imponiendo como condiciones que se dinamitaran los pilares mencionados del acuerdo de paz; y cómo el senador José Obdulio Gaviria llamó insultante a dos generales a decirles que ellos eran militares “enmermelados”. Finalmente, en los comités de empalme, si bien figuran jóvenes, hay viejos retrógrados que, de llegar al gobierno, garantizarían el retroceso en vez de la innovación. Y, como si lo anterior fuera poco, parece como si, después de las elecciones, los paramilitares se estuvieran sintiendo con licencia para actuar, pues han amenazado a una profesora y a militantes petristas, asesinaron a otra y han matado a otras 19 personas en los últimos ocho días.

Iván Duque: basta ya de palabras dulces. Con diez millones de votos de respaldo, es su hora de demostrar, con hechos, que es capaz, como lo prometió, de unir al país, de impedir que volvamos a la guerra y de gobernar por sí mismo. Le llegó el momento de dejar claro que quien manda es usted y no el “Presidente Eterno”, que usted es capaz de nombrar un gabinete de jóvenes de su confianza; y que no va a dejarse meter, en sus círculos cercanos, caballos de Troya, como las alicias o las palomas, que levantarían el teléfono para pedirle instrucciones a Uribe ante su menor señal de independencia. Sí, Iván Duque, se le aproxima la hora de comprobar que el que los colombianos eligieron como presidente es usted, y no Álvaro Uribe.

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PATRICIA LARA SALIVE

JUNIO 29 DE 2018

La mejor novela de Laura Restrepo 

Las elecciones me habían impedido hablar de Los Divinos, un retrato prodigioso de un narciso oligarquita y aristócrata, un niño consentido, simpático, fiestero y rico, que se convirtió en el monstruo que violó y asesinó a una niña de un barrio marginal. Inspirada en el feminicidio atroz de la chiquita Yuliana Samboní, Los Divinos es, a mi juicio, la mejor novela de Laura Restrepo. Su lectura deja al lector sin aliento.

En la obra la autora retrata a Muñeco, el yuppie-asesino y violador, y a sus cuatro compinches, quienes componen el grupo de los Tutti Frutti. Todos, sin querer y sin pensar siquiera, acaban siendo cómplices del horror, como cómplice termina siendo también la sociedad egoísta y superficial que les da origen. (“Me asalta la sospecha de que en el fondo Muñeco sólo sea la suma potenciada de todos nosotros”, dice uno de sus amigotes).

Los Divinos permite, además, descubrir los antivalores de muchos de los miembros de nuestra clase alta, privilegiada y hueca, interesada ante todo en la satisfacción de sus deseos y placeres. Por eso le queda tan fácil criar hijos narcisos, de ego desbordado, muchachitos “bien” levantados en cunas de oro, a quienes sólo les importa, como dice Laura, “lo lindo, lo fácil, lo que adorna al propio ego y le produce bienestar, la buena mesa, los viajes a hoteles de lujo, el culto al físico perfecto, la ropa costosa y de marca, el bronceado… Es un infantilismo y una necesidad de mantenerse en lo superficial como si todo fuera juego: la vida como parque de diversiones donde se viene a pasarla bien, en compañía de los que son como tú, se visten como tú, tienen un carrazo, un penthouse y una fincaza como los tuyos”.

El retrato de Muñeco no es el primero que Laura hace de un narciso. El primero fue el del Midas MacAllister en Delirio, con la diferencia, dice ella, “de que el Midas era producto del arribismo y del dinero de la mafia, mientras que Los Divinos son narcisos y niños bien de nacimiento, hijos de familias tradicionales”.

Otro logro de la novela es el lenguaje específico de cada uno de los cinco Tutti Fruttis quienes, junto con La Niña, intercalan sus relatos para conformar el libro. Para recrear ese lenguaje Laura contó con la ayuda de su hijo y de sus sobrinos, quienes “conocen bien y desde dentro a esa generación ya lejana de la nuestra”. Pero, ante todo, ella lleva “años de estar parando oído a los muchos lenguajes de nuestra ciudad, sobre todo, a sus discursos secretos”.

Y Laura agrega: “En medio de la rígida compartimentación geográfica y social, se dan en Bogotá esos raros puntos de cruce donde el estrato seis se toca con el estrato uno, donde el barrio rico empata con el arrabal. Ese es un cable de alta tensión, donde cualquier cosa puede suceder. Uno de esos puntos de cruce es el escenario central de la novela. Apuntarles a estos rasgos específicos de Bogotá era parte de mi propósito en el libro, pero también, o sobre todo, me interesaba ver en ese crimen atroz un indicio de esa cultura muy actual y afianzada por todo el mundo de lo que se ha dado en identificar como narcisismo”.

Definitivamente, Los Divinos es una novela que por miles de razones sociológicas y de técnica literaria hay que leer. Además, a su autora acaban de otorgarle el premio Córdoba por la Paz-Antonio Gala de Narrativa, “por ser una de las voces fundamentales de la literatura hispanoamericana actual”.

¡Y sí que lo es!

¡Felicitaciones de corazón, querida Laura!

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

JUNIO 21 DE 2018

Gracias, presidente Santos

En una foto tomada en 1962 por Nereo López, titulada Agradecimiento a Alberto Lleras y expuesta en la galería La Cometa, aparecen, en una camioneta, 15 hombres jubilosos, con sus brazos en alto, saludando a alguien que se asoma por una ventana. Detrás, desde un balcón, diez monjas observan complacidas la escena. Ese alguien es el presidente Alberto Lleras, quien terminaba su mandato. Y la gratitud que revelan esos rostros obedecía a que Lleras había acabado con la Violencia entre liberales y conservadores, la cual había durado 12 años y había dejado 300.000 muertos.

Pero después, por los incumplimientos del Estado, por el ataque militar a Marquetalia del gobierno de Guillermo León Valencia y por los asesinatos a exguerrilleros como Charro Negro y Guadalupe Salcedo, esa violencia mutó… Y se crearon las Farc. Y ya no fue la Violencia sino el Conflicto, estimulado por la inequidad en la distribución de la tierra y por la exclusión política que para muchos, como los comunistas o los miembros del MRL, dirigido por Alfonso López Michelsen, significó el Frente Nacional, ese pacto de repartición del gobierno entre godos y liberales, propiciado por Lleras y por el conservador Laureano Gómez, el cual si bien frenó la Violencia, al establecer durante 16 años la exclusión del poder de fuerzas distintas, favoreció que más tarde se extendiera la confrontación. Y esa guerra duró 52 años y dejó ocho millones de víctimas.

Y gracias al presidente Santos terminó casi por completo. Y si el nuevo presidente es inteligente y, con disimulo, sigue el rumbo de Santos, la violencia se acabará para siempre porque están puestas las bases para que la paz completa se vuelva realidad.

Y esas bases son un Acuerdo de Paz que desmovilizó a la guerrilla más antigua de América Latina; consolidó la apertura democrática, demostrada en las pasadas elecciones, las más pacíficas y pluralistas que haya habido; les abrió la puerta a opciones radicalmente opuestas; les quitó a otras fuerzas los argumentos para justificar la lucha armada con la disculpa de que no hay garantías, e inaugurará este 20 de julio el Estatuto de Oposición.

Pero ese Acuerdo contiene otros puntos cruciales que le corresponde al nuevo gobierno no entorpecer: el desarrollo de la Justicia Especial para la Paz y demás instituciones que garantizan los derechos de las víctimas, y la aprobación y puesta en marcha de la Reforma Rural Integral sin cuya ejecución, escúchelo bien, presidente Duque, estallará en nuestros campos una guerra civil, en la que ya no participarán las Farc y el Eln, sino los campesinos que clamarán por su tierra.

Queda por resolver el problema de los cultivos ilícitos. Para lograrlo se requiere invertir un montón de trillones en la sustitución de cultivos contemplada en el Acuerdo, y disponer de una fuerza militar que combata con eficacia a los carteles de la droga, con los cuales trabajan reductos de los antiguos grupos armados.

Y falta por completar la paz con el Eln. Pero se ha avanzado en ella. Y a Duque le corresponderá demostrar que es capaz de lograrla.

Sin embargo, usted, presidente Santos, ya ha hecho demasiado. Ya tiene derecho a descansar y, como premio Nobel de Paz, recorrer el mundo enseñando cómo hacer la paz cuando parece imposible. Y no deje que lo amargue la ingratitud de este país: algún día nuestros nietos mirarán su foto con el mismo agradecimiento con que los colombianos miraban a Alberto Lleras en la fotografía de Nereo.

¡Muchas gracias, presidente Juan Manuel Santos!

 

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

JUNIO 14 DE 2018

Prefiero a Petro

Por fin Colombia, como ocurre en varios países de Europa, va a escoger entre la derecha y la izquierda, y no, como sucedía siempre, entre una derecha extrema y una más desteñida, o entre la derecha y el centro izquierda.

Sin embargo, aquí hay dos diferencias fundamentales: la primera, que acabamos de negociar el fin de una guerra de más de 50 años. Y esa paz, apenas naciente, lograda gracias al presidente, Juan Manuel Santos, tiene que consolidarse y, como si fuera un niño, debe ser cuidada con afecto para que se desarrolle adecuadamente. Sin embargo, hay un candidato, Iván Duque, el de la extrema derecha, el designado por Uribe, el peor enemigo de Santos y, por ende, de todo lo que sea de su autoría, así se trate del bien supremo del país, que no es otro que la paz, que ha hecho planteamientos que la maltratan y pretenden acabar con su eje fundamental —la Justicia Especial para la Paz—. Por eso Duque pone la paz en grave riesgo, ¡así él y sus áulicos, viejos y nuevos, digan lo contrario!

Y la segunda diferencia es que el país se ha ido hundiendo en una corrupción propiciada por la clase política, que nace en las regiones y expande sus tentáculos en casi todo el Estado. Y esa corrupción está representada por los politicastros que acompañan en masa a Duque, un muchacho aparentemente inocente, que tendría que gobernar con ellos, o espantarlos como tábanos insistentes que acabarían picándolo.

De manera que la elección del domingo es crucial.

En mi caso, he hecho una reflexión profunda: como a mis lectores les consta, he vivido empeñada en que Colombia negocie y consolide la paz… Y si bien, desde hace mucho tiempo, hice todo lo que estuvo a mi alcance para que Humberto de la Calle —el negociador de la paz— y Sergio Fajardo —el luchador contra la corrupción— llegaran a un acuerdo con el fin de que solamente uno de los dos fuera el candidato, de modo que hubiera una opción de centro izquierda que tuviera la fuerza para pasar a la segunda vuelta y ganar la Presidencia, ahora, ante la única disyuntiva que tenemos, la de elegir a Duque o al candidato de la izquierda, Gustavo Petro, no puedo abstenerme de votar, ni votar en blanco, ni cruzarme de brazos a contemplar desde lejos, sin hacer nada para evitarlo, que gane el candidato que gobernaría navegando entre la corrupción y que, además, pondría en grave riesgo la paz, entre otras razones porque sería Uribe el presidente en la sombra y él su mandadero puro y simple, que desbarataría todo lo logrado por Santos, al actuar manipulado por la rabia y por el rencor que mueven a su jefe, a quien Duque llama nada menos que “presidente eterno”.

Además, en vez de estar del lado de la caverna, personificada por Ordóñez; de los expresidentes inconsecuentes, representados por Pastrana y Gaviria; de ese generador incansable de odio que se llama Álvaro Uribe, y de los beneficiarios de los chanchullos y de la mermelada, prefiero estar del lado de ese promotor de valores que es Antanas Mockus; de las vicepresidentas de Fajardo y De la Calle, Claudia y Clara López; de los artistas como Carlos Jacanamijoy y Doris Salcedo; de los poetas como Juan Manuel Roca, y de los escritores como Alberto Salcedo Ramos y Laura Restrepo… Sí, porque no quiero más corrupción ni más guerra, y porque además prefiero las buenas compañías, votaré por Petro y por Ángela María Robledo.

Y cordialmente los invito a ustedes a hacer lo mismo.

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

JUNIO 7 DE 2018

Iván Duque, ¿su padre hizo esto?

El entonces periodista de Newsweek Joseph Contreras y Fernando Garavito (q. e. p. d.) cuentan en su Biografía no autorizada de Álvaro Uribe Vélez que cuando Iván Duque padre era gobernador de Antioquia acusó, ante el presidente Julio César Turbay, a Álvaro Uribe Vélez, entonces director de la Aeronáutica, de concederle una licencia a un reconocido narcotraficante.

Afirman los autores:

“En el año de 1981, siendo director de (la) Aeronáutica Civil, Álvaro Uribe Vélez (…) le otorgó una licencia a Jaime Cardona (quien tenía antecedentes por narcotráfico desde 1977 y era considerado el segundo de la organización de Medellín), con el fin de que trabajara la ruta aérea Medellín-Turbo. Cuando Iván Duque Escobar (…) se enteró de la autorización, puso el grito en el cielo. Como no conocía al funcionario (…), preguntó quién era.

—Es —le contestó uno de sus asesores— uno de los hijos de don Alberto Uribe Sierra.

—¿Y qué méritos tiene para que lo hayan nombrado?

—Bueno —dijo el asesor—, es joven, tiene 29 años, y su padre ha sido siempre un liberal de raca mandaca.

—Nada de eso tiene importancia —tronó el gobernador—. A mí lo que me interesa es que sepa quién es Jaime Cardona.

El asesor no supo qué contestar. En su fuero interno pensó que en Antioquia todo el mundo sabía quién era Jaime Cardona, un empresario vinculado estrechamente a la mafia. Poco después fue condenado por el delito de narcotráfico, y más tarde murió en un accidente aéreo, cuando su avión particular despegaba de la pista que había construido en su hacienda. Duque (…) pidió que lo llamaran.

—Director —le dijo (…)—, me he enterado de la licencia que usted le otorgó a Jaime Cardona. Quiero decirle, en caso de que no esté enterado, que se trata de un empresario vinculado a la mafia.

Al otro lado de la línea, el gobernador oyó un silencio espeso. Y luego, cuando esperaba alguna reacción positiva, escuchó estupefacto que el hasta entonces desconocido hijo de don Alberto sostenía con voz fría y serena que el gobernador estaba mal informado y que el señor Cardona era un hombre de bien.

Colgaron. De inmediato, el gobernador pidió que lo comunicaran con la secretaria privada del presidente Turbay Ayala, donde solicitó una cita (...).

Mientras el presidente lo recibía, Duque Escobar se dedicó a averiguar qué otras medidas había tomado Aerocivil en los últimos meses. Supo entonces que había otorgado licencias para la construcción de aeropuertos en los municipios de Frontino, Amalfi y Urrao, y en la hacienda El 90, en Caucasia, propiedad, otra vez, de Jaime Cardona. Con esos datos (…) viajó a Bogotá. En el despacho del presidente, hizo un relato pormenorizado de las disposiciones. Para no comprometerse le dio el beneficio de la duda:

—Es posible que por su juventud no sepa quiénes son las personas que están detrás de esos negocios.

Pero Turbay, un viejo zorro político fogueado en muchas plazas, se tomó la cabeza a dos manos y (…) dijo (…):

—¡Válgame Dios, mi madre!

El gobernador salió convencido de que el asunto se resolvería en pocos días. Pero estaba equivocado. Aunque las licencias fueron derogadas, los archivos aparecieron misteriosamente borrados y el funcionario siguió en su puesto hasta el 7 de agosto de 1982, cuando el presidente terminó su período. Poco después, sobre la polémica actividad que él adelantó en Aerocivil, cayó el tenue manto del olvido”.

P.D.: Iván Duque, ¿esa historia es cierta? Y si lo es, ¿va Ud. a imitar a su padre o va a ser el títere de Álvaro Uribe?

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

MAYO 31 DE 2018

El voto en blanco: ¿bobada o cobardía?

Como no les gustan Iván Duque ni Gustavo Petro, algunos fajardistas y delacallistas entusados anuncian que votarán en blanco para no tener que escoger entre los dos extremos.

Seguro insisten en esa posición porque así tranquilizan su conciencia. Sin embargo, es sano para la siquis asumir las consecuencias del voto: al votar en blanco, no se hace cosa distinta que ayudar a elegir al que quedó de primero, por más lejano que él, o sea Duque, haya estado de los planteamientos de Fajardo o De la Calle. Claro que votando en blanco se evita el costo político, social y personal que implica adoptar una posición más difícil, pero más inteligente, como es influir para lograr un compromiso político con el temido Gustavo Petro (quien de paso siempre ha estado más cerca que Duque de los programas de Fajardo y De la Calle), con el fin de que conforme un gobierno de coalición que lo sitúe más hacia el centro y que garantice que este país no se convierta en otra Venezuela.

Sí, efectivamente es más cómodo decirse: yo no me unto, me mantengo inmaculado (a), voto por la honestidad, por la transparencia y por la anticorrupción; me sumo al voto en blanco (que no tiene ningún efecto práctico porque, así este gane, el presidente elegido será el que obtenga el mayor número de votos), veo los toros desde la barrera y permito y facilito, sin reatos de conciencia, que suba Duque y que gobierne su jefe y mentor, Álvaro Uribe, el más temido y el más cuestionado por hechos criminales (leer, entre otras, las columnas de Cecilia Orozco y Daniel Coronell).

Así, después, critico desde afuera y promuevo un partido de los Blancos, Honestos e Impolutos el cual, con Duque-Uribe en el poder, jamás tendrá oportunidad de gobernar, porque se revertirá la paz, se cambiarán la Constitución y las reglas del juego y se reducirá la justicia a su más mínima expresión, para que solo unos paguen por sus fechorías y otros, encabezados por el gran jefe, queden impunes por los siglos de los siglos. Por algo, Daniel Coronell, cuya columna de esta semana se titula “El que la hace la paga”, concluye: “la frase que sirve de título a esta columna se convirtió en el estribillo de Iván Duque. La consigna representa su promocionado compromiso con la cultura de la legalidad. Quizá le llegue la oportunidad de demostrar que no es solamente un eslogan. Su jefe, a quien él llama ‘presidente eterno’, no solo la hizo, sino que la sigue haciendo”.

Reflexionemos, por favor: el voto en blanco propicia el desastre, que no es otro que la consolidación de Uribe en el poder. No es cierto, como escribió mi querido colega Andrés Hoyos, que “la alternativa de afiliarse a las candidaturas extremistas vigentes” conduzca “a la catástrofe”. No es cierto porque esa alternativa ya se dio, es irreversible, no hay otra, es la única que existe, no hay nada que hacer: el presidente será Duque, mejor dicho, Uribe, o será Petro.

Amigos, más bien seamos valientes, pongámonos la mano en el corazón y pensemos a cuál elegimos: ¿a Petro o al candidato de Popeye?

***

Humberto de la Calle: gracias por haber logrado la paz. El país se lo está reconociendo. Muchos hemos colaborado con Una Vaca por De la Calle. Y estamos en mora de hacerle un gran homenaje. ¡Se lo merece!

 

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

MAYO 25 DE 2018

¡Agradézcale a la JEP, señor fiscal!

A raíz de la polémica por la decisión de la Justicia Especial para la Paz (JEP) de estudiar el caso Santrich y suspender el trámite de su extradición, liderada por el fiscal general, quien parece querer tirarse el andamiaje jurídico de la paz, cuyo principal eslabón es la JEP, se levantaron dos voces tan autorizadas como la suya, pero más comprometidas con la paz: la de José Luis Barceló, presidente de la Corte Suprema de Justicia, y la del sacerdote Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad.

En el reciente foro sobre justicia, Barceló pidió que “dejen que la JEP trabaje y genere un espacio de resultados”.

Y es que a pesar de que el fiscal le quiera quitar su competencia, el artículo 19 transitorio del Acto Legislativo número 1 del 2017 dice que “la Sección de Revisión del Tribunal para la Paz” evaluará la conducta del solicitado en extradición “para determinar la fecha precisa de su realización y decidir el procedimiento apropiado”.

Y el reglamento general de la JEP afirma: “En relación con solicitudes de extradición, la Sección de Revisión requerirá toda la información que estime necesaria a las autoridades nacionales e internacionales (…) para documentar su decisión y podrá ordenar la práctica de las pruebas (…). Una vez la Sección de Revisión evoque el conocimiento de la solicitud, el trámite de extradición se suspenderá”.

Así que tiene razón la presidenta de la JEP, Patricia Linares, cuando dice que la suspensión del trámite de extradición de Santrich “está dentro del marco normativo”.

Pero el que aterrizó el tema fue Francisco de Roux, quien dijo que Santrich estuvo dispuesto a dejarse morir y que gracias al pronunciamiento de la JEP y a la carta que él le envió, en la que le pedía que suspendiera la huelga de hambre para que no se llevara a la tumba su verdad del conflicto, detuvo el ayuno que lo tenía cerca de la muerte.

Y ésta, según De Roux y cualquiera que tenga un milímetro de sensatez, entre los cuales no parece encontrarse el fiscal, “hubiera traído consecuencias muy graves”, habría “minado la confianza que se ha logrado”, habría tenido “implicaciones a nivel internacional con los países garantes” y, “en plena época electoral, habría tensionado mucho más el ambiente”.

“Ustedes imagínense a toda esa muchachada de la exguerrilla manifestándose”, dijo De Roux.

Y usted, fiscal, imagínese el peso que habría recaído sobre su conciencia si hubiera muerto Santrich, sólo por su empeño en complacer los caprichos de la DEA, por más arbitrarios que ellos hubieran sido… Más bien, agradézcale a la JEP, fiscal.

Y a Pacho de Roux le dejo este fragmento de Los funerales de la Mamá Grande: “La estructura jurídica del país (…) no estaba preparada para acontecimientos como los que empezaban a producirse. Sabios doctores de la ley (…) ahondaron en hermenéuticas y silogismos, en busca de la fórmula que permitiera al presidente de la República asistir a los funerales (...). Hasta que alguien dotado de sentido de la realidad en aquella asamblea de jurisconsultos interrumpió el blablablá histórico para recordar que el cadáver de la Mamá Grande esperaba la decisión a 40 grados a la sombra. Nadie se inmutó frente a aquella irrupción del sentido común en la atmósfera pura de la ley escrita…”.

***

El domingo decidiremos si caemos en los extremos y agudizamos la polarización, o si nos despedimos del odio y optamos por el cambio tranquilo. Porque prefiero lo último, los invito a que votemos por Sergio Fajardo.

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

MAYO 17 DE 2018

Por qué votar por Fajardo (II)

¿Por qué la educación puede hacer que el país supere la pobreza y la corrupción?

Miren esta historia:

— En Dinamarca se pagan impuestos altos, pero la gente ve que el Estado se los retribuye, dice Guillermo Camacho, un editor colombiano que hace más de 20 años vive en Copenhague. —Allá todos cuentan con salud y educación gratuitas y de calidad, buena infraestructura, seguridad y tiempo libre para estar con sus familias y disfrutar de eventos culturales. En Copenhague —agrega— la gente trabaja cerca de seis horas diarias y tiene cinco o seis semanas de vacaciones obligatorias al año, que no pueden tomar en dinero, sólo en días de descanso.

— ¡Pero Dinamarca debe ser un país muy rico!, le digo.

— No tanto, contesta. — Dispone de algunas industrias farmacéuticas, de reparación naval, de productos químicos, de derivados del acero, del hierro y de metales no ferrosos, de procesamiento de alimentos, de textiles, de muebles y de madera.

— Y si no es tan rico en lo económico, ¿cómo ha llegado a ser tan rico en lo social?,_ le pregunto.

— Los daneses tienen una formación luterana y calvinista y, para ellos, primero está el trabajo; conciben su vida de manera austera, sin grandes lujos; y eso lo combinan con una conciencia y una convicción del cumplimiento del deber y de la honestidad. Por otra parte, en el siglo XX, la socialdemocracia implementó para la población una política de bienestar social.

— ¿Y cuáles son los valores de esa sociedad?, vuelvo a preguntarle.

— Primero, la honestidad, responde. —Por eso la corrupción es ínfima. Después, la transparencia: cualquiera puede acceder a los archivos públicos. La sencillez: muchos ministros van a su trabajo en bicicleta, y los nietos de la reina van al mismo colegio que los hijos de un chofer de bus. La franqueza: los daneses dicen las cosas de manera directa. El pragmatismo y la eficiencia: trabajan pocas horas pero producen mucho. La determinación: cuando deciden hacer algo, lo hacen. La intolerancia con lo que está mal hecho: son muy críticos de todo lo que los hace perder tiempo, no funciona, o está mal… Por esa razón, si alguien hace trampa o es corrupto, su mal comportamiento lo sacan a la luz pública, lo persiguen y lo “desprestigian”. Y el respeto por la vida: en Dinamarca, un asesinato es una noticia de orden nacional y, por supuesto, la criminalidad es muy baja.

Al despedirme de Guillermo Camacho pienso en el salto hacia adelante que daría un país tan rico y creativo como Colombia, si sólo cambiáramos ciertos valores y la inversión en educación fuera la prioridad.

Por ese motivo; porque estoy convencida de que si nos educamos y adquirimos conciencia de las necesidades de los otros; si practicamos la norma de que nuestros derechos terminan donde comienzan los de los demás; si aprendemos a ser honestos hasta el punto de que no toleramos ni usufructuamos la deshonestidad de nuestros allegados; si eliminamos de raíz la corrupción porque las mayores sanciones sociales que reciben los corruptos provienen de sus propias familias; si se impulsan la ciencia y la tecnología; y si se vuelve indiscutible que los acuerdos se tienen que cumplir, pronto alcanzaríamos el bienestar social de Dinamarca, una tierra mucho menos rica que la nuestra, pero habitada por gente mucho más educada que nosotros.

Por ello, y para que vivamos en un país donde la vida sea grata, los invito a votar por el único candidato que ha prometido que, si gana, educará a Colombia y nos cambiará al chip de la autodestrucción: Sergio Fajardo.

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

MAYO 11 DE 2018

Por qué votar por Fajardo

“El principal problema de nuestra sociedad es la confianza”, afirma el candidato Sergio Fajardo. “Tenemos que recuperar la confianza en las personas, en las instituciones. Derrotar la corrupción…”.

Y tiene razón Fajardo: si nos educamos, y aparte de más ciencias, matemáticas, artes y letras aprendemos a confiar en nosotros mismos para, así, poder confiar en los demás; si nos educamos hasta el punto de que descubramos que nuestros familiares, vecinos, amigos, conocidos y desconocidos son personas dignas de confianza; si los gobernantes nos demuestran que podemos confiar en ellos; si logramos hacer retroceder el índice de desconfianza de los colombianos, Colombia da un salto adelante.

Es que es inaudito que nuestro promedio acumulado de desconfianza, según las encuestas de cultura ciudadana de los últimos diez años, realizadas en 57 municipios, sea del 62 %. Es decir que sólo el 38 % de los colombianos confía en los otros cuando, por ejemplo, en los países escandinavos, más del 80 % de sus habitantes considera que sus semejantes son dignos de confianza.

Y esa desconfianza repercute en todo: en la economía, en los presupuestos del país y de las empresas, en el bienestar de la gente, en el desarrollo social, en la felicidad de las personas… ¿Ustedes se imaginan el dinero que nos ahorraríamos si en lugar de contratar tantos porteros que hacen requisas inútiles, escoltas que no sé a quién cuidan, contralores que quién sabe qué controlan, cárceles que se vuelven escuelas del crimen, y fiscales todopoderosos dedicados a perseguir “malos” que, muchas veces, no resultan tan malos se invierte en contratar maestros extraordinarios que se vuelvan verdaderos guías para que todos construyamos esa nueva sociedad que anhelamos tener, basada en valores constructivos?

¡Y es que la noticia es que no somos tan malos como creemos! Sólo requerimos un cambio de chip, que es precisamente lo que propone Fajardo. Vean esta grata sorpresa: la Corporación Corpovisionarios, fundada por ese gran maestro Antanas Mockus, y su director ejecutivo, Henry Murrain, han hecho interesantes experimentos sobre confianza en Colombia, y han concluido que “no es cierto que la gente sea tan mala y perversa como nos dicen”. Por ejemplo, a fines del año pasado, Henry puso un puesto de empanadas en el centro de Bogotá, justo al frente de la plazoleta de la Universidad del Rosario. Al lado colocó una caja con un letrero que decía: “La empanada vale $1.500 y con gaseosa cuesta $2.500. Como estoy manipulando alimentos, por favor, usted mismo páguese y coja las vueltas”. ¿Y saben cuál fue el resultado al final del día? Que se habían llevado 112 empanadas y habían pagado 110. Es decir, que sólo dos habían dejado de pagarlas, o sea, que el 98 % de quienes cogieron las empanadas eran personas confiables. (Caracol TV proyectará un documental sobre ese tema).

Experimentos similares se han repetido en empresas y en lugares públicos. Y el resultado ha sido parecido. Y, ¡sorpréndanse!, esos resultados son similares a los que arrojan experimentos semejantes en Londres y Nueva York.

¿Y saben qué pasó en Medellín en la alcaldía de Sergio Fajardo? Que a pesar de que le tocó una época tan difícil, pues lidió nada menos que con la reinserción de los paramilitares, al final de su mandato el índice de confianza se había situado cinco puntos por encima del promedio nacional.

Así que ese cambio de chip que Fajardo generaría en los colombianos, y que haría que el país diera un gran salto adelante, es la primera razón para votar por él.

(Continuará…).

 @patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

MAYO 3 DE 2018

¿Dónde está, presidente?

 

Querido presidente:

Me ha hecho falta últimamente: ¿dónde está ese Juan Manuel Santos que se la jugó por la paz?

La paz está a punto de deshacerse… Y mientras tanto usted aparece en TV diciendo que “a pesar de los vientos desfavorables, la implementación de la paz va viento en popa”.

 

Yo he creído en su empeño sincero en hacer la paz. Por eso lo he apoyado. Es más, considero que su terquedad en hacer la paz contra viento y marea ha sido su mayor virtud como gobernante. Y no dudo de que se hayan realizado las vías terciarias y demás acciones que usted mencionó en TV. Pero los vientos desfavorables son tan fuertes que, para sobrevivir a ellos, se requiere de su liderazgo político del proceso.

 

Ya el jefe de su equipo negociador, Humberto de la Calle, afirmó que se están tirando la paz, y explicó por qué. Y a esa lista de De la Calle hay que agregarle otros motivos de alarma: la captura de Santrich con fines de extradición por orden de la DEA; su decisión de morirse en huelga de hambre (ya va a completar cuatro semanas) antes de que lo extraditen; la renuncia de Iván Márquez, jefe del equipo negociador de las Farc, a su curul en el Senado pues siente que le faltan garantías, y su retiro a las orillas de la selva; la publicación en The Wall Street Journal y Univisión de que a Márquez también se lo quiere llevar la DEA, así el fiscal diga que no; el anuncio de De la Calle —antes partidario de la extradición de Santrich— de que rectifica su posición pues le parece sospechoso que ahora la DEA también quiera capturar a Márquez, y su propuesta de que, por razones de seguridad nacional, sea “la justicia colombiana la que examine a fondo las pruebas”, pues las “víctimas tienen derecho a conocer la verdad”, entre otras razones para evitar que ella “quede a la deriva como ocurrió con las víctimas de los paramilitares extraditados”; el apoyo de Vivanco, director de Human Rights Watch, al planteamiento de De la Calle; y la declaración inexplicable de su ministro del Interior sobre que la propuesta del jefe de su equipo negociador es “extemporánea, inoportuna e inconveniente”, cuando ella le brindaba a usted la oportunidad de usarla para superar esta crisis.

 

El país está atónito ante su ausencia, presidente… Parece como si nos lo hubieran cambiado pues, mientras todo eso ocurre, usted anda por el mundo diciendo que las autopistas de Colombia son tan buenas como las de Suiza y que el aeropuerto El Dorado es una maravilla.

 

Por favor regrese, presidente, cree un hecho político: diga por ejemplo que, por razones de conveniencia nacional, usted no extraditaría a Santrich ni a Márquez, aduciendo la misma razón política que esgrimió, a fines de 2015, para negar la extradición a EE. UU. de Julio Enrique Lemos Moreno, alias Nader, miembro de las Farc: afirmó entonces que extraditarlo podría entorpecer el proceso de paz.

 

Y eso ocurriría, con mayor razón, con las extradiciones de Santrich o Márquez: ellas minarían la confianza que aún les quede a los excombatientes y enredarían la implementación de la paz. ¡Y ni hablemos de lo que significaría la muerte de Santrich por inanición!: se tiraría la paz para siempre…

 

Regrese, presidente. ¡Juéguese sus restos! Conviértase en el Santos de antes… No se encapsule en la soledad del poder, como el Patriarca del Otoño. ¿Recuerda que a él sus áulicos le imprimían un periódico especial con las noticias que gustaba leer? Vuelva a ser periodista, presidente, palpe usted mismo la realidad y… salve la paz.

 

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

ABRIL 27 DE 2018

Después no pregunten por qué sube Petro

Los adolescentes que viajaron ilusionados desde esa Colombia donde se encienden las guerras, para interrogar a los candidatos sobre los problemas de la infancia y la adolescencia, regresaron a sus veredas frustrados y petristas porque Petro fue el único que asistió al debate, ya que los demás tenían prioridades distintas, pues los niños no ponen votos, como ellos dijeron, ni dan plata...

Vargas Lleras, Duque y Fajardo, desde un comienzo, manifestaron que no podían ir. Tres días antes, además de Petro, estaban confirmados De la Calle y Viviane Morales. Pero la víspera, éstos se disculparon. Duque, Fajardo y De la Calle quisieron enviar a sus vicepresidentas. Sin embargo, los promotores, que eran nada menos que NiñezYa y las 100 principales organizaciones de infancia, apoyadas por la Universidad de los Andes, con buen criterio respondieron que les agradecían el interés, pero que no aceptaban su participación porque, por ley, la política de infancia es una responsabilidad indelegable del presidente de la República (art. 204 del Código de Infancia y Adolescencia: “Son responsables (…) de las políticas públicas de infancia y adolescencia (…) el presidente (…), los gobernadores y los alcaldes. Su incumplimiento será sancionado disciplinariamente como causal de mala conducta”).

Los niños hicieron preguntas y contrapreguntas audaces y profundas.

Además, se trataba del principal debate que puede haber en este país enfermo de violencia y corrupción: no sé si ustedes saben, candidatos, que la ética se forma en los tres primeros años de vida y que quienes han sufrido en su infancia maltrato físico, sicológico o sexual son los más proclives a convertirse en adolescentes y en adultos violentos. Así me lo explicaron, hace 23 años, los sicoanalistas Otto y Paulina Kernberg (q.e.p.d.), expertos mundiales en personalidades fronterizas, es decir, las de la mayoría de quienes optan por la violencia y la delincuencia.

Esa entrevista para la revista Cambio16 Colombia la acompañamos con una gran encuesta que ratificaba la teoría de los Kernberg y que también he comprobado en los cientos de reportajes que, a lo largo de 38 años de trajinar con el tema, les he hecho a guerrilleros y paramilitares: muchos, por no decir que todos, me han confesado que se han ido a la guerra o han ingresado a las bandas delincuenciales siendo adolescentes, para huir del maltrato familiar y de la falta de educación y de oportunidades en sus zonas. Y si a ello se agregan la pobreza y la ausencia de autoridades, escuelas, hospitales, canchas deportivas, y posibilidades de estudio y trabajo en sus terruños, entrar a las guerrillas o a las bandas se les vuelve una solución de vida. Y si a eso se le suma la obsesión de esta sociedad por dividir el mundo entre buenos y malos, la violencia crece en espiral. (Y en eso sí que son expertos Uribe y su pupilo Iván Duque: “No hay criminales buenos y todos deben ir a la cárcel”, dijo en el debate del miércoles. Y yo le pregunto, doctor Duque: ¿cómo va a hacer entonces con nuestros principales héroes, Bolívar y Santander, que fueron unos criminales? ¿Los manda para el infierno, o los deja en el cielo?).

En fin, ¡hicieron mucha falta en el debate con los niños, candidatos! Y se perdieron de opinar sobre el tema clave de Colombia.

P.D. Gustavo Petro, lo felicito por haber respetado a los niños y por tener claras las prioridades: usted concluyó con esta verdad: “Si un niño tiene nutrición, educación y amor, jamás será un criminal”.

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

ABRIL 19 DE 2018

 

Que la paz no se muera en sus manos, presidente

Querido presidente:

Con todo respeto le ruego que no permita que esa paz por la que usted ha luchado tanto se haga trizas en sus manos. Y el riesgo de que ello ocurra es enorme, no sólo porque al marchar tan lentamente la ejecución de los acuerdos y el desarrollo de los proyectos productivos estará en riesgo la seguridad económica de los desmovilizados a partir del 30 de junio, cuando cesará la ayuda que les brinda el Estado, sino porque ahora, con la captura con fines de extradición de Jesús Santrich, muchos exmiembros de las Farc sienten que también está en riesgo su seguridad jurídica, que es la que más les importa.

Yo lo invito, presidente, a que piense por un momento en lo que puede ocurrir si Santrich, ese ideólogo de las Farc, tan cercano a Iván Márquez y tan querido por la mayoría de los desmovilizados, continúa en huelga de hambre, como ha dicho que lo hará (ya lleva 11 días en los cuales, hasta el martes, sólo había ingerido una mandarina) y se muere en La Picota, donde está recluido mientras se decide su extradición, solicitada por el gobierno de Trump en virtud de una acusación de la DEA sobre un delito que, según esa agencia, Santrich iba a cometer pero que, ni siquiera de acuerdo con la misma DEA, ha cometido… Si ello sucede, lo más probable es que la mayoría de quienes quedan en los campamentos y no se han ido aún a vivir del rebusque, asustados, frustrados y llenos de rabia, ingresen a las disidencias, armen otra guerrilla, o se acerquen al Eln y desbaraten la paz.

Y súmele a esa tragedia, presidente, el peso que caería sobre su conciencia y sobre su prestigio como Premio Nobel de Paz, si la paz de Colombia se vuelve trizas por habernos tragado enterito el cuento de la DEA y, después, se comprueba que, efectivamente, la acusación contra Santrich fue un montaje del gobierno de Trump, muy distinto del añorado gobierno de Obama que tanto apoyó los acuerdos… Usted sería el primero en no perdonárselo, presidente…

Como escribió Antonio Caballero, “tan importante como la CIA es la DEA; y tan propensa como aquella a burlar las leyes, no solo las de los países extranjeros en donde opera, sino las de los propios Estados Unidos. Una y otra utilizan a veces la intervención armada, pero el método más habitual para lograr sus triunfos es el llamado “entrapment”, el entrampamiento. Inducen a alguien a cometer un delito, y a continuación lo capturan, lo juzgan y lo condenan”.

En el caso de Santrich, ese delito ni siquiera se ha cometido aún…

En este país de abogados hay leyes e interpretaciones para todo… Por ello tiene que existir la posibilidad de que sea la Justicia Especial para la Paz la que evalúe las “pruebas” que contra Santrich, y contra todos los que se hayan sometido a su jurisdicción, presenten la DEA, la CIA o cualquier agencia extranjera, así el delito que se impute haya sido cometido después de la firma de los acuerdos.

¡Y si esa posibilidad no existe, hay que inventársela ya, antes de que se muera Santrich, presidente! No puede ser que la DEA, y la CIA y Trump y su combo presenten unas pruebas sin que la JEP, que tiene todo el respeto de los desmovilizados, sea la que las evalúe.

Y ¡ojo!, presidente. Llama la atención que por primera vez los países garantes, en su último comunicado, le piden sólo al Gobierno —ya no incluyen a las Farc—, que cumpla los acuerdos…

La paz está en sus manos, presidente… Y en usted seguimos confiando…

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

ABRIL 12 DE 2018

En los calzones de los otros

¿Qué pensaría hoy si usted fuera un desmovilizado de las Farc, guerrilla en la que vivía en peligro pero donde tenía su comida y su ropa aseguradas? ¿Qué se diría al recordar que en dos meses y medio tiene que salir a ganarse la vida quién sabe cómo, porque el Gobierno no le ha cumplido con involucrarlo en esos proyectos productivos que le prometió y que le aseguró que iban a garantizarle su sustento, lo cual fue un motivo importante para que usted decidiera desmovilizarse? ¿Y qué sentiría al oír que la plata de la paz se la están feriando en burocracia, contratos inútiles, sueldos jugosos y sistemas de información inoperantes? ¿Y qué creería cuando oye que lo más probable es que el próximo presidente sea un señor que va a desbaratar el proceso de paz y a acabar con la justicia transicional con cuya existencia usted sentía tranquilidad para desmovilizarse y entregar las armas? ¿Y qué tan seguro cree que se sentirá cuando, bajo el próximo gobierno, ande por el campo sabiendo que incluso en el de Santos, tan comprometido que estaba con sacar adelante el proceso de paz, mataron a centenares de líderes sociales? ¿Y qué pensaría si recuerda que en el Congreso volvieron patas arriba varios aspectos de los acuerdos de paz? ¿Y, para rematar, qué piensa ahora cuando sabe que a uno de sus jefes, Jesús Santrich, lo capturaron por solicitud de la DEA y, probablemente, lo extraditen a Estados Unidos acusado de cometer delitos de narcotráfico después de que entraron en vigencia los acuerdos de paz? ¿Y qué creería cuando escucha a sus jefes decir que eso un montaje, pero ve al fiscal exhibir las pruebas de que Santrich iba a mandar cocaína a Estados Unidos por valor de 15 millones de dólares? ¿A quién le creería? ¿Al Gobierno que le ha incumplido las promesas o a sus jefes que se fueron a Bogotá, ya son congresistas, van a ganar un muy buen sueldo y, por lo visto, se olvidaron de usted?

Seguro si el Gobierno le hubiera cumplido sus promesas, si su palabra no pareciera tan fácil de modificar por cualquier circunstancia, si usted tuviera su proyecto productivo andando y ya sus plátanos estuvieran a punto de cogerse o sus cachamas a punto de pescarse y usted albergara la ilusión de comenzar su nueva vida en paz, con su mujer y con ese hijo que ya, lejos de la guerra, se atrevió a tener, le creería al presidente y pensaría que Santrich delinquió luego de firmada la paz, que los acuerdos tienen que cumplirse y que, por eso, debe ser llevado a la justicia. Pero como casi nada de lo que dicen que se va a hacer se hace, y casi nada de los acuerdos se cumple, ¿por qué va a creerle al Gobierno ahora? ¿Y por qué va a creerles a sus jefes que desde hace tiempo viven tan cómodamente en la ciudad cuando usted pasa trabajos en el campo? Así las cosas, ¿qué camino va a coger? ¿Cuál le conviene más? ¿Quedarse ahí, muerto de miedo, sin armas, viviendo del rebusque? ¿O volver al monte e ingresar a una disidencia? ¿O entrar a una bacrim?

Pero eso no es lo que usted quería… Usted lo que deseaba era vivir en paz…

Si usted fuera ese guerrillero, querido lector, ¿qué respondería?

***

El Senado no puede frustrar a este país: el martes debe dar su aval para llevar a las urnas la #ConsultaAnticorrupción. Los senadores tienen que saber que lo que más atormenta hoy a los colombianos es la corrupción. Por favor, demuéstrennos, con su voto, que sí quieren acabarla.

 

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

ABRIL 5 DE 2018

La resurrección de Fajardo

La última encuesta, realizada por el Centro Nacional de Consultoría para el noticiero CM& y publicada el martes, muestra que el centro sí tiene posibilidades de pasar a la segunda vuelta. Y si llega a ella, muy probablemente ganaría.

No obstante que otros medios titularon “Duque se mantiene adelante en las encuestas,” lo que hay que destacar del estudio es que, por una parte, el candidato de la extrema derecha se desplomó, y perdió seis puntos, al pasar de una intención de voto del 42% que tenía el 22 de marzo a una del 36% que obtuvo el 3 de abril; que Petro, de la izquierda radical, bajó cuatro puntos, al caer del 26 % que reflejaba el 22 de marzo al 22% que mostró el 3 de abril; que Vargas Lleras, de la derecha, se mantuvo estable en el 6%; y, por otra parte, que los candidatos de centro subieron: Humberto de la Calle creció dos puntos, al ascender del 2% al 4%, y Fajardo se trepó cuatro, al saltar del 13% al 17%. Es decir que, sumados los dos candidatos del centro, estarían a un punto de Petro, lo que significa un empate con él si se considera el margen de error.

Es muy importante destacar este hecho porque apunta a que empezó a surgir un electorado dispuesto a votar por convicción, en vez de votar arrastrado por el miedo a Petro, o al fantasma sin pies ni cabeza del castrochavismo, o a que vuelva a gobernarnos el expresidente Uribe a través del muchacho que consiguió para ello.

Y no hay que desfallecer: ahora que se esfumó la alianza entre los dos candidatos de centro, Fajardo y De la Calle, porque el Partido Liberal no esperó a que el Consejo Nacional Electoral respondiera la pregunta que le hizo De la Calle sobre si podía ir a una consulta interpartidista y se apresuró a establecer que el liberalismo llegaría solo con su candidato a la primera vuelta, lo cual es un disparate porque significa que, así, lo lleva derechito al matadero para después negociar a muy buen precio sus apoyos en la segunda vuelta (¡qué vergüenza!), hay que apoyar decididamente al candidato de centro que tiene y que ha tenido más posibilidades de pasar a la segunda vuelta, esto es, Sergio Fajardo. Además, una presidencia de Fajardo le haría un gran bien al país: generaría un cambio de chip, se dedicaría a consolidar los valores, a derrotar la corrupción, a cumplir los acuerdo de paz y a pasar la página del conflicto armado para que ya no predominen las noticias sobre los guerrilleros, paramilitares, narcotraficantes y corruptos, sino que el país comience a identificarse con los maestros, con los científicos, con los artistas, con los emprendedores y con los intelectuales. Acabar la corrupción, expandir la educación para todos, cumplir los acuerdos de paz, consolidar los valores y poner a Colombia a marchar en torno a un proyecto común es lo que el país necesita. Y eso es, justamente, lo que haría Fajardo.

Les recomiendo el libro Los pretendientes de la Casa de Nariño de María Fernanda González, doctora en ciencia política de la Universidad de la Sorbona. Al leerlo podrán comparar las biografías y realizaciones de cada candidato y darse cuenta de cuáles son, en verdad, sus posiciones: en ese análisis descubrirán, por ejemplo, que Petro nunca ha defendido el régimen de Maduro, que Duque no ha hablado de castrochavismo y que, a pesar de que no lo dice explícitamente, es un hecho que va a hacer trizas los acuerdos de paz… El de María Fernanda González es un libro que, ahora, vale la pena leer.

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

MARZO 22 DE 2018

Perdonen que les insista

Queridos Sergio Fajardo y Humberto de la Calle:

 

Excúsenme por insistirles en la necesidad, cada vez más apremiante, de que ustedes, como candidatos que representan el centro del espectro político, lleguen a un acuerdo YA.

En momentos en que la opinión se siente atrapada por la disyuntiva de tener que escoger entre la extrema derecha, personificada por Iván Duque pero, en el fondo, representada por el expresidente Álvaro Uribe, quien sería el que de verdad gobernaría de ser elegido aquel muchacho, y Gustavo Petro que, a juzgar por los resultados de las pasadas elecciones y de las últimas encuestas asusta más que Uribe, ustedes no pueden darse el lujo de demorar esa decisión.

El país está ansioso de verlos unidos, conformando una sola candidatura fuerte que represente el centro. Eso quedó en evidencia a raíz de la carta que les escribimos el pasado fin de semana, pidiéndoles que lleguen a un acuerdo y que, si no lo hacen, nosotros encontraremos un mecanismo para seleccionar un solo candidato entre ustedes dos y, por ese candidato, nos comprometemos a votar.

Esa carta iba a ser suscrita por el grupo inicial, donde había algo más de 100 personas, entre fajardistas, delacallistas y bígamos, como yo, que los quiero a los dos, y que por cualquiera de ustedes dos votaría. Pues bien, en 24 horas, ya no éramos ciento y pico de firmantes sino 2.000. Y al día siguiente éramos 3.000. Y vamos como en 6.000 y el número de firmas crece minuto a minuto. Y si los lectores quieren firmar, pueden hacerlo entrando a este link: http://bit.ly/2u3K7AV

Colombia está clamando porque le brinden una opción ganadora de centro para que no la sometan a elegir entre los extremos. Ofrecerle esa posibilidad tan sólo depende de ustedes.

¡El tiempo apremia, Humberto y Sergio! Ojalá no sea ya demasiado tarde para que se genere el fenómeno político que implicaría su unión. Si ustedes llegan a un acuerdo en torno a una sola candidatura, el centro empezaría a crecer y Duque comenzaría a desinflarse, y no al revés, como está sucediendo ahora. Porque los votos que de verdad tiene él son los 2’500.000 que obtuvo el partido de Uribe en las pasadas elecciones. Los demás son votos generados por el miedo que despierta Petro en todos aquellos que, manipulados, se han tragado el cuento del peligro de que nos llegue el castrochavismo.

Colombia no puede seguir votando por miedo. Ojalá pudiera votar por convicción. Pero eso nunca será posible si no se le ofrece una opción ganadora de centro. La dispersión de ustedes se traduce en debilidad. Y la debilidad se convierte en estampida de votantes.

Por favor, no excluyan a más colombianos de la posibilidad de apoyarlos. En eso bien valdría la pena que escucharan al profesor Antanas. Él sí que tiene claro el paseo de la corrupción: no hay nadie que sea absolutamente malo ni absolutamente bueno. Todos tenemos un toquecito de maldad. Todos, alguna vez, nos hemos pasado un semáforo en rojo. Hay que abrirles la puerta a los colombianos de a pie, a todos aquellos que quisieran poder estudiar, trabajar y amar en paz. Hay que dejarlos entrar y, más bien, enseñarles a las ovejas descarriadas a enderezarse, así como hace Mockus, así como hizo Sergio Fajardo cuando manejó la reinserción de los paramilitares en Medellín, así como hizo Humberto de la Calle cuando construyó con las Farc el Acuerdo de Paz.

Hay que sumar, Sergio; hay que unir, Humberto; hay que ganar…

#ConFajardoyDelaCalle.

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

MARZO 16 DE 2018

Carta para Fajardo y De la Calle

Queridos Humberto y Sergio:

Les advierto que nombro primero a Humberto por razones de edad y de orden alfabético, ¡no porque lo prefiera sobre Sergio! Les confieso que, en este caso, estoy como una quinceañera que no sabe por cuál pretendiente decidirse, porque los quiere a los dos: me gustan ambos: Sergio es más churro, pero Humberto conserva ese toque nadaísta de su juventud, que me encanta... En serio que votaría feliz por cualquiera de ustedes, y lo haría con la misma convicción, con idéntica alegría y con igual certeza de que, en sus manos, el país estaría bien manejado, progresaría, disminuiría su pobreza, mejoraría la educación de su gente, navegaría por un mar tranquilo y sus heridas, que se cuentan por millones, pronto se restañarían, porque ustedes se encargarían de cumplir, al pie de la letra, los Acuerdos de Paz, de promover la paz que falte por hacer y de permitir que las heridas sanen, a base de incluir a la Colombia excluida, en vez de dejarla a un lado, marginarla más, no darle oportunidades y, así, empujarla hacia la delincuencia.

Y no crean que yo soy la única que está en ese dilema. Como yo, hay millones de colombianos que no nos resignamos a que nos pongan a escoger entre un extremo u otro, entre la extrema derecha y la izquierda radical, entre un presidente que haría trizas los Acuerdos de Paz y que, para rematar, tendría dueño, como sería Iván Duque, quien por más querido, buenecito, buenmocito e inteligente que sea, no se le ve que tenga —como decimos en la Costa— el perrenque para pararle el macho a Uribe y para decirle: “Qué pena, senador Uribe, pero resulta que aquí el presidente soy yo”; o un presidente como sería Gustavo Petro, muy brillante pero muy conflictivo, quien carecería de gobernabilidad porque tendría a la inmensa mayoría del Congreso en su contra, ahondaría los resentimientos de clase y exacerbaría los conflictos hasta un punto imprevisible, cuando este país lo que necesita ahora, justamente, es que lo dirija alguien como ustedes, que lo tranquilice y lo lleve por mares en calma.

De modo que, mis queridos Humberto y Sergio, tengo que decirles que ustedes tienen hoy una responsabilidad enorme con este querido país al cual no le cabe un sufrimiento más, ni un muerto más, ni un desaparecido más, ni un insulto más.

Como dice el sabio profesor Antanas, para que ustedes lleguen a un acuerdo para armar una coalición, no es sino que se vayan a un parque los dos, y al primer niño que se encuentren le pregunten: “¿A quién preferiría usted como presidente?”; o tómense juntos un tinto; o acéptenme un almuercito, o ¡lo que sea! Pero no dejen que Colombia se hunda en el desastre…

Sólo de ustedes dos depende… Tal vez lo logren más fácilmente si hacen una inmersión en zen intensivo, en la que les enseñan a olvidarse del ego… Si les interesa, yo le puedo pedir el dato de la finca donde hacen inmersión zen a Carlos, mi amigo matemático. Es que el ego es nuestro peor enemigo. Y, la verdad, el ego es una bobada. Por lo menos lo es al lado del bien que le significaría a la paz de Colombia que uno de ustedes dos se retire de la campaña presidencial para apoyar al otro, y para hacerlo con todo el corazón y con todo el entusiasmo.

¡Adelante, Humberto y Sergio, el tiempo apremia! Reúnanse, conversen, lleguen a un acuerdo… Colombia así lo espera…

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

FEBRERO 22 DE 2018

¡Muchachos, qué peligro!

“Hace meses fui con mis amigos al concierto de Aerosmith. Ya me había tomado unos aguardientes... Pero me exaltaba la música mucho más de lo normal… Y me sentía muy arrecho, no tenía calor, ni frío, ni hambre, ni sueño… Me hice amigo de todo el mundo... Se me fueron las inhibiciones… Quería comerme a todas las viejas, no podía esperar... Era un estado de felicidad plena…”.

“¡Me envenenaron el trago!, pensé, y se lo dije a Piojo, mi mejor amigo. Él comentó que sentía lo mismo que yo”, cuenta Pedro.

En efecto, después de indagar con varios compañeros, uno de ellos le confesó a mi joven amigo, muerto de la risa, que sí, que al trago le habían puesto “veneno”, lo cual, en el argot de los jóvenes, significa que le habían echado éxtasis o alguna otra droga, en este caso MDMA, que es un éxtasis puro... Así tendrían cuerda para que la rumba les durara hasta el amanecer.

Lo que me alarmó de la historia de mi gran amigo Pedro, con quien conversé largamente sobre el tema, a raíz de la reciente muerte de María Andrea Cabrera, causada por ingerir, al parecer de manera involuntaria, una mezcla de éxtasis y de trago, es que me dijera que esa es una práctica muy común, sobre todo en las fiestas electrónicas y en los conciertos.

“Echan el éxtasis en polvo en el trago o en los pasantes, y uno se pone feliz, y las viejas se lo dan a uno facilito, y la gente pasa la noche de maravilla”, afirma Pedro.

“A eso le dicen envenenar el trago”, añade. “Y no es percibido como algo malo”, concluye.

Ese punto es, justamente, el más alarmante: que esa práctica, que le causó la muerte a María Andrea, hoy sea vista por muchos jóvenes como algo normal, divertido.

El general Fabricio Cabrera, padre de la víctima, y su abogado, el destacado penalista Jaime Granados, han sostenido que el de María Andrea fue un homicidio culposo por omisión, que contempla una pena hasta de 25 años de cárcel, y dicen que van a proceder en consecuencia. Están en su derecho de hacerlo.

Además es lógico que el general Cabrera, como padre adolorido, quiera probar que la muerte de su niña obedeció a un asesinato y que ella no consumía drogas. Probablemente no lo hacía. Pero sí salía con amigos a quienes les parecía normal “envenenarles” el trago a las niñas con el fin de deshinibirlas.

Si María Andrea consumía drogas o no, no es un hecho relevante para la sociedad. Lo que sí lo es, pues se trata de algo definitivamente peligroso, es que para mejorar la rumba se acostumbre combinar el éxtasis con el licor.

En este caso, por alguna reacción particular del organismo de María Andrea, esa moda le causó la muerte. ¡Y enhorabuena se prendió el escándalo! ¡A ver si a raíz de que se conozca el peligro que conlleva esa mezcla dejan de hacerla! ¡Y a ver si los jóvenes comienzan a cuidarse y a tomar sólo del trago comprado por ellos y a no beber del que les ofrezcan sus vecinos o amigos!

Ahora es indispensable que el Gobierno haga un gran plan educativo y que, con los ministerios de Educación y Comunicaciones, RTVC e ICBF a la cabeza, las alcaldías, los medios de comunicación, los colegios y las universidades, se emprenda de inmediato una campaña que resuene en todo el territorio nacional para que no se repita otra muerte como la de María Andrea, una joven inocente que apenas comenzaba la vida.

***

Motivo viaje, esta columna reaparecerá en tres semanas.

PATRICIA LARA SALIVE

FEBRERO 15 DE 2018

Lucha anticorrupción: sean consecuentes, candidatos

Como estamos en Macondo, no sorprende que los presidenciables cercanos a los personajes o partidos responsables de la corrupción, en un reciente foro sobre ética pública, hayan jurado que, si llegan a la Presidencia, ellos sí van a acabarla.

Iván Duque, por ejemplo, el candidato de Álvaro Uribe, quien en su administración tuvo escándalos de corrupción (defraudación a la DIAN, Agro Ingreso Seguro, desfalco a la salud, yidispolítica, Odebrecht, etc.) —no obstante que su promesa de campaña fue “acabar con la corrupción y la politiquería”—, dijo que se comprometía a terminar con la “mermelada” y que gobernaría “sin el computador de Palacio”, con el cual, a base de otorgar contratos y nombramientos, se asegura el apoyo de los congresistas a los proyectos del Gobierno. ¿Significa esa afirmación que Duque promete alejarse del dominio de Álvaro Uribe, quien no dudó en llevar a dos de sus ministros a ofrecerles dádivas a los congresistas Yidis Medina y Teodolindo Avendaño para que se aseguraran los votos requeridos para cambiar “el articulito” de la Constitución y posibilitar su reelección? ¿Es capaz Iván Duque de condenar públicamente ese uso de la “mermelada” por parte de su jefe, uso que tiene presos a dos de sus ministros?

Y Germán Vargas Lleras, quien con inteligencia y conocimiento habló de las normas que para frenar la corrupción él impulsó en el Congreso, como la del aumento de penas para varios delitos contra la administración pública, el Código Disciplinario, la ley que reguló la carrera administrativa, la extinción de dominio y los estatutos antitrámites y anticorrupción, ¿es capaz de desligarse de los corruptos o de los vinculados con paramilitares a los que su partido, Cambio Radical, les dio avales para que fueran gobernadores o alcaldes, y de los parientes o fichas de políticos investigados o presos por corrupción que hoy figuran en su lista?

Y el liberal Humberto de la Calle, quien dijo que las “relaciones perversas que hay entre el Gobierno y el Congreso (son) la fuente de los mayores casos de corrupción”, y que “la irresponsabilidad de quienes dirigen el país se manifiesta” en ellas, es decir, en la llamada “mermelada”, ¿sería capaz de desligarse del Partido Liberal, involucrado tantas veces en casos de corrupción? (Recordemos que esa cercanía suya con el partido es la que ha impedido que se consolide la alianza entre él y Sergio Fajardo, con quien tiene ideas afines en muchos campos, especialmente en ese fundamental del respeto absoluto a los Acuerdos de Paz).

Y el “santo” exprocurador Alejandro Ordóñez, que posa de impoluto, ¿es capaz de revelar las decenas de nombramientos que hizo para garantizar su reelección como procurador?

¡Por Dios, señores!, sean consecuentes. Como bien dijo Germán Vargas, “esto es con hechos, no con discursos”. Así que comiencen por decir la verdad y por hacer un mea culpa público, para que quede claro que es por ese afán de llegar al poder o de atornillarse en él a toda costa que han tenido ustedes o sus mentores, que no se han preocupado por hacer el filtro elemental de quiénes militan en sus filas, ni se han detenido a examinar la procedencia de los dineros que los han financiado (recuérdese el proceso 8.000 en el caso del Partido Liberal, el de Odebrecht en las campañas uribista y santista, etc.).

Principien por practicar aquello de que son los medios los que justifican el fin y no al revés y, en ese instante, empezaremos a creerles que ustedes, en verdad, lucharán contra la corrupción. Antes no.

 @patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

FEBRERO 8 DE 2018

¡Ojo, Sergio Fajardo!

Si bien las encuestas divulgadas la semana pasada todavía no muestran en definitiva quiénes serán los candidatos presidenciales que pasarán a segunda vuelta, sí dejan algo claro: que si después de las elecciones parlamentarias del 11 de marzo, cuando se afiance el impacto que tendrán los buenos resultados que en términos de congresistas elegidos obtendrán los partidos Cambio Radical y Centro Democrático, los candidatos de centro izquierda, es decir, Sergio Fajardo y Humberto de la Calle, no llegan a algún tipo de acuerdo, el riesgo de que esa tendencia quede por fuera de la segunda vuelta es demasiado alto.

Como están las cosas, en los distintos sondeos Fajardo y Petro se disputan el primer lugar con diferencias que están dentro del margen de error, es decir que, entre ellos, habría un empate técnico. Pero esas encuestas no reflejan lo que ocurrirá en el momento en que, pasada la consulta interpartidista, la derecha tenga un solo candidato, ni tampoco tienen en cuenta la alianza entre Humberto de la Calle y Clara López. De modo que puede suceder que al unirse la derecha en torno a un solo candidato, y al crecer aún más por el miedo que en muchos sectores produce la posibilidad de que triunfe Petro, el candidato de esa corriente, bien sea Iván Duque o Marta Lucía Ramírez, se coloque en el primero o en el segundo lugar, y a la segunda vuelta pasen Petro y el representante de la coalición de la derecha.

Para que ello no suceda, Vargas Lleras tendría que poder capitalizar antes de la primera vuelta los votos del miedo a Petro. Y, por otra parte, Sergio Fajardo tendría que dispararse de nuevo, a base de tener mucha más presencia en las redes sociales y resultar el ganador en los debates, competencia en la que tanto Vargas Lleras como Petro son supremamente fuertes.

Pero si Fajardo no toma de nuevo una ventaja importante en las encuestas, lo que le daría posibilidades certeras de triunfo, sería que hiciera un replanteamiento político y, después de realizadas las consultas y las parlamentarias del 11 de marzo, llegara a un acuerdo programático con Humberto de la Calle. Ese acuerdo no podría involucrar ni arrastrar al clientelismo liberal, con el cual, por principio, Fajardo no puede ni quiere hacer pactos ni transacciones. Pero sí podría hacerse entre De la Calle, como antiguo jefe del equipo negociador, y Fajardo, de modo que la corriente partidaria de que se cumplan al pie de la letra los acuerdos de paz se sienta representada por esa alianza, que tendría que ser encabezada por Fajardo, si fuera él el que en ese momento continuara teniendo la delantera en las encuestas.

De darse esa alianza, el paso del centro izquierda a la segunda vuelta sería inatajable y la elección de Fajardo como presidente sería segura. (Eso sí, ¡Robledo tendría que deponer su terquedad y aceptar que en esa alianza se incluyera a Clara López, su antigua rival en el Polo Democrático!).

Pero si Fajardo continúa estancado y no toma de nuevo una ventaja evidente en las encuestas —una que por lo menos lo sitúe por encima del 25 %—, y si tampoco se alía con De la Calle, su paso a la segunda vuelta se torna difícil y el triunfo de la derecha, que se enfrentaría a Petro, prácticamente se volvería seguro. Porque aquí una multitud de gente, que se ha comido el cuento del peligro del castrochavismo, está dispuesta a aliarse hasta con el diablo con tal de no ver a Petro en la Presidencia.

PATRICIA LARA SALIVE

FEBRERO 1 DE 2018

Eln, se agota el tiempo de la paz

 

¡Qué tristeza produce ver que otra vez se están bombardeando regiones de Colombia; saber que, de nuevo, están muriendo indígenas y campesinos porque las bombas no distinguen entre civiles y miembros del Eln; sentir el dolor de los familiares de los siete policías —jóvenes humildes— que murieron por culpa de las explosiones que los elenos produjeron en la Costa en vísperas del carnaval! ¡Qué horror volver a sentir el pavor de la guerra cuando ya nos habíamos acostumbrado a la paz!

Pero parece que no hubiera más remedio. O, por lo menos, eso es lo que ha dado a entender el Eln con su incomprensible actitud de emprender una ofensiva terrorista en la madrugada del día en que terminaba el cese bilateral del fuego y en que debían reiniciarse los diálogos en Quito.

O, simplemente, tal vez fue un error del Gobierno abandonar su eficaz y poco comprendida táctica de negociar en medio del conflicto, utilizada con las Farc, y de sólo pactar el cese del fuego cuando la negociación ya no tenía marcha atrás.

Sin embargo, este es otro momento: el Gobierno está debilitado, el panorama lo dominan las conveniencias electorales, y el Eln no tiene interés en llegar a acuerdos con un gobierno que está por acabar y que por culpa del Congreso les incumplió a las Farc. Además, y lo que es más importante, la gente está hastiada de las guerras y ya no soporta una acción violenta más.

Así las cosas, si el Eln quiere que no se rompa el diálogo, como lo ha dicho, y desea seguir conversando así sea para adelantar temas que se definan en el próximo gobierno —como ese tan engorroso de la implementación de la participación de la sociedad civil en el proceso—, debe ser coherente, como lo ha dicho el presidente Santos.

Pero lo más importante es que el Eln entienda que los colombianos queremos la paz, que rechazamos la violencia y que mientras más la utilicen ahora, más se les cerrarán las puertas políticas del futuro. Porque al paso que van, terminarán por ser tratados como cualquier bacrim.

Por eso llegó el momento de que esos miles de jóvenes que después del plebiscito del 2 de octubre se movilizaron para implorar que no se hundiera la paz con las Farc hoy salgan a las calles con igual decisión para pedirle al Eln que baje la intensidad del conflicto o, mejor, que decrete ya un cese del fuego unilateral. ¡Se necesita con urgencia que el Eln demuestre con hechos que sí quiere la paz!

Y, a propósito, vale la pena que todos lean el último libro de Alonso Salazar, No hubo fiesta. En él queda claro el fracaso en el país de la lucha armada, las frustraciones que generó, las reacciones tan violentas que suscitó y ese reguero de cadáveres que dejó para nada: para que al final hubiera más violencia y más pobreza en las zonas de conflicto. Y para que Colombia se volviera un país de derecha, cuando acostumbraba ser un república liberal.

Y otro libro excelente: Rodolfo Llinás: la pregunta difícil, escrito por Pablo Correa, periodista y literato especialista en temas científicos. Es una amena biografía de Llinás, en la que se explican de manera comprensible los fascinantes descubrimientos del neurocientífico colombiano más importante de todos los tiempos. ¡Qué orgullo que Llinás sea colombiano y, más precisamente, barranquillero!

 @patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

ENERO 25 DE 2018

Hay un violador suelto

¡Esta vez la justicia no puede cojear!

La denuncia de violación por parte de un poderoso exjefe, hecha por Claudia Morales en El Espectador, condujo a que la Fiscalía cumpliera con su obligación de abrir investigación, basada en “fuentes abiertas”.

Y en este caso no sólo hay muchas “fuentes abiertas” sino que, dada la influencia de los sospechosos, es fundamental, para nuestra salud moral, que la investigación concluya a quién se refiere Claudia, y se produzcan las sanciones del caso: primero la penal y, si esta no llega por falta de la prueba física, por lo menos la social que el caso amerita.

Es que Claudia, quien por pánico al violador se reservó su nombre, y cuyo silencio respeto y comprendo, ha dado pistas que pueden conducir a concluir, primero, qué antiguos jefes suyos no lo fueron y, por descarte, quién queda de sospechoso.

Ella ha escrito, por ejemplo, que cuando fue violada “no existían las redes sociales”, su “papá estaba en una posición laboral que debía proteger” y su vida profesional, una vez renunció “al lugar donde trabajaba con ‘Él’, era incierta”. Agregó que el hecho ocurrió en un “hotel”; que el nombre del violador lo conocen su esposo, “un par de colegas amigos y otros dos amigos que no son periodistas”, que el violador es alguien a quien el país “oye y ve todos los días” y que es “una figura relevante (…) en nuestra historia”.

Así las cosas, la Fiscalía sólo tiene que investigar cuáles han sido sus jefes (Juan Carlos Pastrana; Yamid Amat; el presidente Uribe, de quien fue jefe de prensa internacional entre el 2003 y el 2004; Julio Sánchez Cristo; Hernán Peláez y Gustavo Gómez); con cuáles trabajó antes de que existieran las redes sociales, es decir, antes del 2004, cuando se fundó Facebook, y del 2009, cuando se inició WhatsApp (sus jefes fueron entonces los cuatro primeros); en qué trabajaba su padre (era general de la Fuerza Aérea); cuál de ellos podría afectar el trabajo de su papá; cómo se ha referido a esos exjefes (“Yamid Amat, mi maestro en la vida y en el periodismo. Y también Luis Alberto Moreno y Julio Sánchez”, ha dicho, y de Uribe escribió el 22 de julio de 2017: “Por asuntos puramente personales, hace unos años decidí no usar Twitter ni esta columna para calificar lo que pienso de él”); qué actitud han asumido sus exjefes ante el caso (Julio Sánchez y los noticieros del Canal Uno dirigidos por Yamid y Daniel Coronell le han dado despliegue a su denuncia, Juan Carlos Pastrana la reprodujo en Twitter y Uribe evadió hablar de ella); quiénes son sus amigos íntimos (de Rodrigo Pardo dijo que a él le ha confiado sus mayores secretos); cómo se han referido al tema sus colegas (Félix de Bedout tuiteó: “Conozco a Claudia, el silencio es para proteger a su familia y ese silencio le duele más a ella que a nadie”).

Así pues, a la Fiscalía, que debe entregarle el caso a una FISCAL MUJER, le queda fácil continuar la investigación y citar a declarar a los mencionados en esta columna y a los que falten. Con seguridad, entre ellos están los confidentes quienes, frente a una autoridad judicial, están obligados a no callar.

P.D.: Terminada esta columna, leo la reacción de Uribe al tuit en que el gran periodista Jon Lee Anderson lo señala como presunto responsable: “Omito comentar sobre el burdo ataque político, he sido decente con las mujeres a lo largo de mi vida. Nuestra oficina de prensa debe publicar viajes presidenciales en cuya comitiva estuvo la señora”, afirma. Como quien dice: ¡cero palabras de solidaridad con Claudia!

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

ENERO 18 DE 2018

¡Garzón vive!

Nunca podré olvidar la triste madrugada del 13 de agosto de 1999 cuando, poco antes de las 6 a.m., mientras me arreglaba de prisa, escuché por Radionet que acababan de atentar contra el periodista y humorista Jaime Garzón, mi amigo, con quien tres o cuatro horas más tarde debía encontrarme en Medellín para ingresar con él y con los demás miembros de la Comisión Facilitadora para el proceso de paz con el Eln a la cárcel de Itagüí, a conversar con los dirigentes de esa guerrilla, Pacho Galán y Felipe Torres, presos en ese plantel.

Me puse a llorar. Mis lágrimas parecían incontenibles. Llamé a algunos de los compañeros de la Comisión. Por supuesto, cancelamos el viaje a Medellín, a donde Jaime, no recuerdo por qué razón, iba a viajar en avión privado mientras nosotros llegaríamos en avión de línea.

Dos o tres días antes nos habíamos reunido en la oficina del entonces procurador general de la Nación, Jaime Bernal Cuéllar, para preparar el encuentro con Galán y Torres. Entonces Jaime nos contó que estaba muy amenazado por Carlos Castaño y que había decidido ir a hablar con él. Se veía nervioso, pero conservaba intacto su sentido del humor.

Después ya fue el duelo nacional; ese pesar que entonces comenzaba y que aún hoy, 19 años después, sigue presente; la concurrencia multitudinaria a la Plaza de Bolívar de todos los que queríamos despedirlo; las voces que coreaban “Justicia, justicia”; el adiós…

Jaime sabía que lo iban a matar para silenciar su voz y detener su lucha en favor de la paz y de la liberación de los secuestrados. Sin embargo, nunca pensó cesar su labor para salvar su vida. En él prevalecían los principios por encima de todo.

Por eso, que en este país que atraviesa una profunda crisis de valores, donde el dinero fácil y el ansia de poder están por encima del respeto a la ley, a los bienes públicos e, incluso, a la vida de los otros, RCN presente en TV, a la hora de mayor sintonía, una serie que muestra la historia de la vida y de la muerte de Jaime Garzón es algo digno de aplauso, especialmente si se tiene en cuenta que la posición de los dueños del canal no ha sido la más cercana a los diálogos de paz ni a las ideas de izquierda. Y si algo está claro es que a Garzón lo mataron los paramilitares liderados por Carlos Castaño, con la complicidad de militares y de miembros de organismos de inteligencia del Estado.

Felicitaciones, pues, a RCN; al director de la serie, Sergio Cabrera, quien fue amigo de Garzón y estuvo amenazado como él, y al actor Santiago Alarcón por su magnífica interpretación del personaje.

Y felicitaciones también al canal porque luego de la presentación de la vida de Garzón vendrá la de nuestro premio Nobel, Gabriel García Márquez, también dirigida por Cabrera. Esas son las historias que hay que mostrar, por supuesto, sin desdibujar ni demeritar la imagen de esos modelos de identificación que son los que hay que enseñarles a los colombianos, en vez de los de Pablo Escobar, el Mexicano, los miembros de los carteles de los sapos y demás sociópatas por el estilo.

De verdad que valdría la pena que el Gobierno lograra que los canales de TV se comprometieran a que durante una hora, en el tiempo de mayor sintonía, se presentaran series de personajes o de acontecimientos que sirvieran para reforzar los valores que el país tanto necesita.

Es que el vehículo más eficaz para fomentar la ética colectiva es la TV. Y también es el más eficaz para deformarla.

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

ENERO 11 2018

¡Pilas con la pobreza, alcalde!

Si bien la pobreza ha aumentado un poco en el país en los últimos dos años, la situación de Bogotá es preocupante.

De acuerdo con un informe escrito en Razón Pública por Jorge Iván González, Ph. D. en Economía de la Universidad de Lovaina y actual director del Centro de Investigaciones para el Desarrollo (CID) de la Universidad Nacional, las cifras son estas: mientras que en el 2015, cuando la pobreza llegó a su punto mínimo, ésta era en el país de 27,8 % y en Bogotá, en el 2014, al terminar el gobierno de Gustavo Petro, había descendido a 10,1 %, en el 2016, en el país subió a 28 %, y en Bogotá tuvo un aumento paulatino, primero al 10,4 % en el 2015, y luego al 11,6 % en el 2016. Es decir que, en el mismo período, la pobreza ascendió en el país 0,7 % y en Bogotá, 14,85 %.

Y en el caso de la pobreza extrema —que afecta a aquellos cuyos ingresos no alcanzan para comprar la canasta básica de alimentos—, el comportamiento de las cifras es similar: mientras en el 2015 ésta era, en el país, de 7,9 %, en el 2016 creció a 8,5 %; y en Bogotá pasó del 1,6 % en el 2013 a 2,3 % en el 2016. Es decir que, mientras que en el país la pobreza crítica aumentó un 7,6 %, en Bogotá ascendió a 26,8 %.

El autor del artículo señala cuatro causas de que la pobreza esté aumentando: “La política macroeconómica, la devaluación del peso, la aguda concentración del ingreso y de la riqueza y la falta de coordinación entre las políticas nacionales y las distritales”.

Sin embargo, y sin ser una experta en el tema, me atrevo a decir que la razón principal es la falta de voluntad política de los mandatarios para priorizar la lucha contra la pobreza en los presupuestos y en las políticas públicas.

En esta misma columna apoyé la elección de Enrique Peñalosa a la Alcaldía. Y no me arrepiento: consideré que si bien Bogotá había dado un salto en el combate contra la pobreza en el gobierno de Gustavo Petro y en el de sus antecesores de izquierda, comenzando por Lucho Garzón que fue tan eficaz en la erradicación del hambre, en la alcaldía de Petro había caos administrativo, exacerbación innecesaria de las confrontaciones políticas y de clase, y una falta de claridad sobre cómo se debía solucionar la movilidad. Y me parecía que Peñalosa podría significar un salto en la modernización de la ciudad. Y creo que, dentro de muchos años, como ocurrió con Fernando Mazuera y su construcción de los puentes de la 26, vamos a acabar agradeciéndole su gestión.

Pero Peñalosa debe priorizar de manera urgente el tema social y el combate contra la pobreza, y lograr, ¡ya!, que el número de pobres en Bogotá vuelva a bajar. De lo contrario, por más vías, trasmilenios, metros y ciclovías que haga, su gestión sería un fracaso.

¡Así que, alcalde, pilas, pues!

***

¡El Eln parece ciego y sordo! Es lamentable que hayan pasado por encima del clamor de la sociedad civil a la que tanto dicen que se debe escuchar. Es preocupante que no hayan oído su insistencia en la continuación del cese del fuego. Es triste que hayan reanudado la guerra sin dar siquiera un margen para renegociar las condiciones de un nuevo cese.

Señores del Eln: no crean que a punta de violencia van a obtener ventajas en la negociación. Aún pueden rectificar y ordenar la suspensión de las hostilidades por un tiempo para renegociar un cese del fuego con nuevas condiciones. ¡Ojalá el espíritu de Camilo los ilumine!

 

 @patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

ENERO 5 2018

 

¡Seriedad, Eln!

 

El Comando Central del Eln, encabezado por Gabino, nos sorprendió una vez más la semana pasada al afirmar tranquilamente que “con o sin cese del fuego, el Eln quiere seguir negociando la paz”.

¿Cómo así que con o sin cese del fuego? ¿Tiene algún sentido hablar de romper la tregua sin que medie un motivo mayúsculo para hacerlo?

Tanto el Gobierno como el Eln pueden alegar que ha habido incumplimientos a lo pactado, como fue el asesinato de un indígena por parte del Eln, o el hecho de que, en medio de las situación inhumana en que se encuentra la mayoría de los presos en Colombia, el Gobierno no ha logrado mejorar sustancialmente las condiciones de detención de los reclusos pertenecientes al Eln. Pero ninguno de esos hechos es razón suficiente para dar al traste con una tregua que les ha traído beneficios tangibles a regiones como Arauca, tan asoladas por el accionar permanente del Eln, y que ha permitido que en la mesa de negociación se avance sin que el obstáculo inmenso que significa la presencia de muertos y atentados obstruya la marcha de las conversaciones.

De modo que pensar en romper la tregua es un absurdo, sobre todo a partir de este martes cuando, si bien vence la vigencia del cese del fuego y hostilidades entre el Gobierno y Eln, pactado a raíz de la visita del papa Francisco a Colombia, se abrirá otro ciclo de conversaciones entre las partes, que estará presidido por un nueve jefe del equipo negociador del Gobierno, el exvicepresidente Gustavo Bell, quien fuera embajador de Colombia en Cuba durante todo el proceso de negociación con las Farc y, por lo tanto, tiene acumulado todo el conocimiento y la experiencia que le dio haber estado tan cerca de esas complejas y largas conversaciones.

Por ello, el nombramiento de Bell como cabeza de la negociación, que fue un acierto del presidente Santos, como en su momento lo insinuó el propio Eln, debe ser aprovechado por esta guerrilla para impulsar las negociaciones, especialmente en ese punto álgido y fundamental para ella que es la definición de las condiciones y la metodología de la participación de la sociedad civil en las negociaciones de paz.

Es que no puede pensar el Eln que, en medio de los secuestros, de las explosiones de los oleoductos, de la contaminación de las aguas que ellas conllevan y del terror que causan sus acciones en la población civil de las zonas de conflicto, pueda haber ambiente para articular la presencia de representantes de la sociedad civil en el proceso de paz

Al contrario, ahora el Eln lo que tiene que pensar es que debe aprovechar al máximo este último semestre del gobierno de Santos, para avanzar lo más posible en la negociación y volver la participación de la sociedad civil una conquista irreversible, de modo que al próximo gobierno, sea cual sea, incluso si el elegido fuera el candidato de Uribe, quien como presidente tanto intentó conseguir una negoción con el Eln, le quede imposible desconocerla.

Así, el Comando Central tendría un logro fundamental para mostrarle a su militancia.

Pero para obtener semejante resultado, los jefes del Eln tienen que lograr que todos sus frentes se muestren partidarios de la negociación de paz y que se fortalezca la unidad en sus filas. Y el Gobierno tiene que ser capaz de hacer que los compromisos que adquiere se cumplan.

Si las partes le ponen voluntad política a la mesa de Quito, este ciclo de conversaciones con el Eln en Ecuador, impulsado por Gustavo Bell, bien podría significar un salto adelante.

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

DICIEMBRE 28 2017

Pesimismo que mata

En vísperas de Año Nuevo vale la pena meditar sobre la afirmación hecha por el siquiatra Carlos Córdoba, en el sentido de que “somos un país alexitímico, es decir, incapaz de leer las cosas positivas”, y pensar en el consejo que acaba de darle Alejandro Gaviria, siempre lúcido, a un grupo de graduandos, el cual podría esclarecer la razón de por qué vivimos sumergidos en un pesimismo y negativismo devastadores.

“Mi único consejo es simple”, les dijo Gaviria a los muchachos. “No vean los noticieros de televisión. Cambien de canal. Apaguen el televisor. Hablen con sus padres. Llamen a la novia. Jueguen videojuegos. Lean El Quijote. Pero no les presten atención a las noticias”.

“Las noticias son repetitivas, exasperantes”, agregó. “La música apocalíptica de la apertura presagia que algo extraordinario ha ocurrido. Pero la verdad es otra, casi nunca pasa nada. Las noticias son las mismas día tras día. Rutinarias, predecibles, un inventario de la miseria humana: asesinatos, violaciones, robos, actos de corrupción, etc.”.

Y más adelante continuó: “Esa carga de negatividad diaria nos va convirtiendo en “espectadores sin memoria”. El escándalo de hoy reemplaza al de ayer. Los noticieros venden lo efímero como si fuera duradero. Prometen la novedad, pero entregan la rutina. Uno ve uno y los ha visto todos (…) Los noticieros entorpecen nuestro entendimiento del mundo (…) Las noticias se ocupan del estruendo, el escándalo y la tragedia individual. Pero el cambio social es gradual, parsimonioso, acumulativo y, por lo tanto, invisible. No suscita titulares. No genera emociones. No vende”.

Y luego afirmó algo que no queremos ver: “En nuestro país, por ejemplo, la tasa de pobreza es la menor de la historia. La tasa de homicidio, la menor en 40 años. La mortalidad infantil ha disminuido sustancialmente. La desnutrición también ha descendido. Pero la mayoría piensa que estamos viviendo en el peor de los tiempos, en medio de un desastre sin nombre. Los noticieros han creado una suerte de pesimismo artificial. Mentiroso (…) Las noticias han generado una suerte de negativismo por reflejo”.

Y concluyó: “Por supuesto, millones sufren todavía por el hambre, la enfermedad, la guerra, el odio y la corrupción. Pero el pesimismo no resolverá ninguno de estos problemas. Por el contario. Puede agravarlos”.

Y es tan cierta la afirmación de Gaviria que, por ejemplo, en los últimos seis años, el senador Álvaro Uribe, manipulando a los medios y manejando diabólicamente su Twitter, ha convencido a casi medio país de que estamos en el peor de los mundos y de que el proceso de paz con las Farc ha sido un desastre, cuando los hechos desmienten todos los días esa percepción, pues la guerrilla más poderosa y antigua de América Latina entregó sus armas, se desmovilizó y la mayoría de sus antiguos combatientes sueñan con vivir y trabajar en paz, y en gran parte del territorio se respira una tranquilidad que no se vivía desde hace décadas. Sin embargo, existe el riesgo de que ese pesimismo, sembrado malévolamente, lleve a que se elija a alguno de los candidatos que se empeña en desbaratar la paz, con lo cual, ahí sí, sobrevendría el desastre.

Pero aún estamos a tiempo para tomar conciencia y evitar la debacle.

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Felicitaciones al representante Rodrigo Lara, por su proyecto de ley para desheredar a los hijos que abandonen y maltraten a sus padres. Es una ley justa, que debe aprobarse cuanto antes.

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¡Que tengan un feliz 2018, queridos lectores!

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

DICIEMBRE 21 2017

Sin tanta timidez, señor fiscal

Por fin, muy tímidamente, después de que —según la fuente que se tome— entre 100 y 156 líderes sociales han sido asesinados en el 2016 y 2017, el fiscal general, Néstor Humberto Martínez, afirmó que “se está indagando sobre la posible presencia de reductos paramilitares en ciertas regiones del país, que estarían relacionados con asesinatos de defensores de derechos humanos”.

Esa cauta afirmación de un hecho tan evidente y peligroso de minimizar se produjo después de la lógica indignación que suscitaron las declaraciones del ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, sobre que los homicidios de líderes sociales eran, “en su inmensa mayoría, fruto de un tema de linderos, de un tema de faldas, de reivindicación, de pelea por rentas ilícitas”. Pero Villegas sólo repitió, en términos carentes de todo sentido político, la tesis que hasta ahora habían sostenido la Fiscalía y el Gobierno: que los asesinatos de líderes sociales tenían múltiples causas, y que no obedecían a un patrón sistemático.

Pero, frente al escándalo, ahora el fiscal salió a decir que “estamos identificando unos fenómenos que son preocupantes desde el punto de eventual presencia de reductos de autodefensas, que estarían actuando con algún grado de sistematicidad en algunas regiones del país”.

Y el presidente, también por fin, anunció que va a poner en marcha el Plan Orus, que se propone detener el asesinato de líderes sociales al brindar seguridad en 67 municipios y 595 caseríos en donde hacían presencia las Farc.

Es algo que ha debido hacerse hace mucho tiempo. Igual que, desde cuando se produjo el primer asesinato, el Gobierno en pleno, empezando por el presidente, el ministro de Defensa y el fiscal general, han debido ponerse en estado de alerta y darles todo la prioridad tanto a las investigaciones como a la prevención de los asesinatos, en lugar de hacerse los locos y minimizar el asunto, como lo han hecho desde entonces.

Puede haber uno o dos casos en que el móvil del crimen haya sido un asunto personal. Pero lo que es innegable es que la mayoría de los asesinatos ocurren en zonas que antes controlaban las Farc las cuales, aun cuando no nos guste reconocerlo, ejercían una especie de función de Estado, en unos territorios donde el Estado jamás había llegado. ¡Y sigue sin llegar, incluso más de un año después de firmada la paz! Y es que el Ejército estaba acostumbrado a atacar a la guerrilla y retirarse de la zona. Y ahora lo que tiene que hacer es lo contrario: quedarse y ejercer control territorial en esas regiones donde grupos paramilitares y disidentes de las Farc se están disputando esas tierras sembradas de coca y están empeñados en evitar a sangre y fuego que los reclamantes de ellas, y los líderes sociales que los apoyan, tomen posesión legítima de esos territorios.

¿Y qué opina de todo esto el vicepresidente Naranjo? Recuerdo que en vísperas de su posesión me dijo que él se iba a empeñar en lograr que los encargados de la seguridad en las zonas donde se produjeran los crímenes fueran destituidos de sus cargos por no cumplir eficazmente con sus funciones. ¿Qué pasó con ese propósito?

La peor actitud que pueden asumir el presidente, su equipo y el fiscal general, ante la matazón de líderes sociales, es la de esconder la cabeza como el avestruz.

La única actitud sensata es reconocer el problema y que el Estado, como un todo, decida solucionarlo asumiendo su responsabilidad de controlar esos territorios.

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¡Feliz Navidad, queridos lectores!

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

DICIEMBRE 14 2017

Que siga la sensatez

Después de larga negociación, se impuso la sensatez en los líderes de la Coalición Colombia, que por fin decidieron lo obvio: que sin que mediara consulta, Sergio Fajardo, el que según las encuestas tiene más posibilidades de llegar a la Presidencia, pues es el único que gana en todos los escenarios, sea el candidato presidencial de la Coalición.

La negociación fue difícil, porque quizás a Robledo le quedaba complicado aparecer ante su rígido partido, el Polo Democrático, endosando sin más la candidatura de Fajardo. Y tanto a Claudia López, del Partido Verde, como a Robledo, que cuentan con estructuras partidistas, les favorecía el mecanismo de la consulta. En cambio para Fajardo, que no tiene maquinaria, una consulta podía resultar desastrosa, entre otras razones porque les permitía a rivales suyos, interesados en hundirlo, poner a votar a sus clientelas por Robledo o por López. ¡Y ese riesgo no podía correrlo el ganador de todas las encuestas! Además, con esa competencia sin sentido entre Fajardo, Robledo y López se perdía la posibilidad de que el país contara con un senador valiente y capaz como Robledo, quien al ser candidato se hubiera inhabilitado. ¡Lástima que López decidiera no competir para el Senado! Con esa decisión se acalla la voz de una congresista que no tiene pelos en la lengua para denunciar la corrupción.

Capítulo aparte merece la decisión de Antonio Navarro de marginarse del Senado para competir por la Alcaldía de Bogotá. Con ella, se pierde un senador brillante y honesto. Pero si Navarro ganara la Alcaldía, Bogotá se haría a un gran alcalde. De hecho, cuando él fue alcalde de Pasto, un comité de notables, en el que participaron cacaos, lo eligió como el mejor alcalde del país. E igual ocurriría en el caso de Bogotá: Navarro reune condiciones óptimas: es buen administrador, organizado, disciplinado, práctico, con mentalidad de ingeniero, buen político, con conciencia social, conciliador y, por lo tanto, no exacerba las contradicciones de clase, a diferencia de Gustavo Petro. Pero la Alcaldía de Bogotá es difícil de ganar. De modo que ojalá esa decisión no acabe apagando su voz.

Y en cuanto a la batalla presidencial, llegó la hora de la verdad: con la definición de Iván Duque como candidato uribista dispuesto a participar en marzo, con los conservadores Marta Lucía Ramírez y Alejandro Ordóñez, en una consulta o encuesta interderecha; Humberto De la Calle, como candidato liberal que quiere liderar la gran coalición por la paz; Petro, como fuerte candidato de izquierda, que estaría dispuesto a hacer parte de una coalición de ese estilo, y Germán Vargas, como candidato del centro derecha, la competencia se pondrá al rojo vivo entre enero y marzo, cuando se aprovecharán las elecciones parlamentarias para definir el candidato único de la extrema derecha, que puede ser Duque o Marta Lucía; y quizás el de la coalición por la paz, que puede ser De la Calle o Petro.

Fajardo también ha reiterado que respetará los acuerdos de paz al pie de la letra. Pero ha dicho que no hará pactos con el corrupto Partido Liberal.

Sin embargo, si De la Calle y Fajardo de verdad priorizan la paz, deberían acordar que, a finales de marzo, abdicarán en favor del que, de ellos, lleve la delantera en las encuestas.

Y Petro, de hecho, tendría que tener claro que deberá abdicar en favor de Fajardo o De la Calle, porque su candidatura en segunda vuelta polarizaría tanto que garantizaría el triunfo de la derecha.

Y consolidar la paz es también, para Petro, la primera prioridad.

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

DICIEMBRE 7 2017

¡Qué vergüenza!

La actuación del Congreso con respecto a la paz no pudo ser más vergonzosa: después de que, con excepción de los uribistas, cuando tenían puestos por ganar, todos los aliados del Gobierno votaron a favor de la Justicia Especial para la Paz (JEP), a última hora los godos se corrieron, a algunos congresistas cercanos al Gobierno les dio pereza asistir al Parlamento y Cambio Radical, luego de haber tenido cuanta burocracia quiso, dejó solo a Santos en su propósito fundamental de lograr la paz. Y al presidente le faltó liderazgo...

Por todo ello, por un voto, (la votación fue de 50 a favor y 7 en contra) se hundieron las 16 curules destinadas a que las víctimas y los habitantes de las zonas de conflicto tuvieran representación en el Congreso por dos períodos. Pero, además, se hundieron porque excluían a los políticos de la competencia por la vocería de esos territorios olvidados, a los cuales es urgente oír, no excluir e incorporar a la institucionalidad.

Sin embargo, el Gobierno consiguió sacar adelante la JEP con dos modificaciones que desvirtúan el acuerdo. Una puede tener reverso: es la que establece inhabilidades absurdas y generalizadas para sus magistrados, como la de que los defensores de derechos humanos no pueden hacer parte del mismo. Es probable que la Corte declare inconstitucionales esas inhabilidades.

Y la segunda, que no tiene reverso, porque proviene de una sentencia de la Corte, y excluye a los civiles (empresarios, funcionarios, etc.) que promovieron y financiaron el conflicto, de la obligación de presentarse ante la JEP, puede amortiguarse cuando actúe la Comisión de la Verdad, presidida por el sabio padre Pacho de Roux. Ella, si bien no tiene potestad judicial, dada la calidad y experiencia de sus integrantes, puede promover que los culpables reconozcan la verdad, para satisfacción de las víctimas y para que empiece a mejorar la salud mental de este país tan loco, cuya mayoría votó en el plebiscito a favor de la guerra. Además, la Comisión puede salvar algo que modificó la Corte y constituye un punto de honor para las Farc: que no se centre exclusivamente la responsabilidad del conflicto en ellas, sino que también se establezca la responsabilidad de tantos otros que promovieron y financiaron la participación de grupos paramilitares en la guerra, y hasta se lucraron con ella.

Sin embargo, a pesar de que funcione la JEP, los de las Farc vayan al Congreso y marche la Comisión de la Verdad, quedan tres lunares grandes: el primero, que las víctimas y zonas de conflicto se hubieran quedado sin representación en el Congreso; el segundo, que se hubiera desvirtuado la reforma política y no se hubiera dado el paso completo hacia la apertura de nuestra democracia; y el tercero, y el más grave, que no se hubiera ni siquiera discutido en el Parlamento el acuerdo agrario, que constituye el primero y el más importante de los puntos del pacto de paz, ya que en el desequilibrio en la distribución de la tierra radica uno de los motores del conflicto.

¡Sabrá Dios cómo el Gobierno sacará adelante los dos últimos puntos en su última legislatura! Si no lo logra, la paz quedará herida…

Ya se escuchan voces de alarma… Ya, quienes están en contacto con los desmovilizados de las Farc dicen que “en los excombatientes y en los territorios a nivel nacional hay una sensación de engaño e incumplimiento y un temor de cómo, lo que no pasó en el Congreso y hacía parte del acuerdo, puede afectar la paz”.

Tremenda responsabilidad la que recaería sobre los hombros de esos políticos si por su culpa se desgranara la paz…

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

NOVIEMBRE 30 2017

“Mientras agonizo”

Como al escribir esta columna aún no sé cómo va a acabar el tránsito que por este Congreso inconsciente y politiquero han tenido los proyectos derivados de los acuerdos de paz, voy a dejar ese análisis para la semana entrante.

Hoy les hablaré de un tema que me obsesiona y en el que radican, a mi juicio, los principales errores de interpretación de la realidad de este país, cometidos tanto por opinadores como por ciudadanos del común, los cuales llevan a que en Colombia sucedan absurdos tan incomprensibles para el mundo como ese de que, en un plebiscito, se le dijo NO a la paz.

Me refiero a la ausencia casi absoluta del reportaje en los medios. Ya aquí no se cuenta el cuento de lo que ocurre, como tanto insistía García Márquez en que debía hacerse. Ya lo que le llega a la gente no es el retrato de la vida nueva que están teniendo los habitantes de las antiguas zonas de violencia, sino las opiniones de los panelistas que participan en las mesas centrales de los noticieros, en las que hay uno de centro, otro u otros de derecha y uno de izquierda. Y todos se interrumpen y dan su interpretación del acontecer sin que nadie les haya contado a los oyentes cuáles son los hechos, y sin que el periodista se haya convertido en esa cámara que debe transmitir la película de la realidad. Entonces la discusión se centra en quiénes son los buenos y quiénes los malos, y algunos acaban comentando olímpicamente que a pesar de que es cierto que a raíz del proceso con las Farc hay menos muertes y desplazamientos, el balance falta por hacerse porque el acuerdo está en proceso de incumplirse. Y eso lo dicen sin pensar en que, si se incumple, no es por culpa del Gobierno que, por supuesto, hubiera podido acelerar ciertos aspectos, sino fundamentalmente por la dinamita que le han metido al acuerdo, la cual lo ha puesto a agonizar por falta de apoyo parlamentario y de sectores desinformados de la opinión.

Y esas opiniones distorsionadas se dan, imagino, porque casi no van reporteros a las antiguas zonas de guerra, porque no se habla con la gente que ha sentido el conflicto, porque no se consuela a las víctimas y no se palpa la alegría de la mayoría de los pobladores de esas regiones que ya dejaron de vivir en su antigua pesadilla sangrienta. Por eso, tranquilamente, priorizan los argumentos jurídicos sobre los humanos; por eso para ellos es más importante el inciso que la vida. (Claro que hay excepciones como las de Alfredo Molano y Salud Hernández, quien tuvo la claridad de dejar su columna para dedicarse a ir a los confines de Colombia a contarnos el cuento).

La semana pasada, a raíz de que la Occidental me invitó amablemente a dictarles a los periodistas de Arauca un taller de reportaje, volví a constatar la abundancia de historias fundamentales que se suceden en las zonas de conflicto y que falta investigar: el robo, año tras año, de gran parte de las regalías petroleras; la explosiva situación de la frontera en la que hasta las prostitutas colombianas sienten competencia desleal por parte de sus colegas venezolanas; la contradicción en la que viven los periodistas que venden pauta y quieren informar con independencia; y, por supuesto, la buena noticia: que cesó la violencia de las Farc, que el Eln está cumpliendo la tregua y que, si en el Congreso y en los medios no se tiran la paz, se acabaron los muertos, o ese tipo de muertos, por lo menos.

¿Luego no era ese el propósito principal del acuerdo de paz?

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

NOVIEMBRE 23 2017

Disculpas a los niños

No es usual que en este país nos disculpemos con los niños. Hoy voy a contrariar esa costumbre:

Me dirijo, primero, de manera particular, a las niñas de noveno y décimo del Colegio Santa Francisca Romana, a quienes el pasado martes les incumplí mi compromiso de ir a conversar con ellas sobre el libro Mujeres en la guerra. ¡Perdón, niñas, por fallarles! Sé que habían preparado preguntas inteligentes, como acostumbran hacerlo en ese colegio; que habían movido agendas; que esperaban con entusiasmo el encuentro. Me dolió incumplirles. Pero no me quedó otra alternativa.

Ocurrió algo insólito, que vale la pena contar, a ver si el dueño de Avianca se entera de lo que ocurre en su empresa: el lunes, a las 11:30 p.m., la aerolínea canceló el vuelo 8529, en el que yo debía volar de Barranquilla a Bogotá a las 7:30 p.m. Primero dijeron que el retardo se debía al mal tiempo y que partiríamos a las 10:15 p.m. A las diez y media pasadas nos montaron a la aeronave. Demoraron como media hora para cerrar las puertas. Casi otro tanto para encender motores. Y cuando ya el avión iba a a carretear, dieron orden de regresar y de descender. Cancelaron el vuelo. Y el motivo fue inverosímil: uno de los tripulantes completaba su tiempo máximo de vuelo a las 12 de la noche y ya no podía viajar. ¡Hubieran podido preverlo mucho antes! Pero no… Los pasajeros, enfurecidos, les reclamaron a las funcionarias de Avianca, que no sabían qué decir. Varios temían que los despidieran de sus trabajos por faltar la mañana siguiente. Yo temía incumplirles a ustedes y al colegio. A las 2 a.m., llevaron a los pasajeros a distintos hoteles. El vuelo despegó finalmente sobre las 9:30 a.m. del martes y aterrizó en Bogotá un poco antes de las 11, justo a la hora en que debía iniciar mi charla en el colegio. Avianca se disculpó y nos ofreció recompensa en millas o algún reembolso en dinero. Pero el mal ya estaba hecho…

¡Perdón, niñas!

***

Sin embargo, ante todo, les ofrezco disculpas a esas decenas de miles de niños que en La Guajira, Chocó, Bolívar y, en general, en las zonas más pobres de Colombia padecen desnutrición, mientras que los hampones incrustados en el Gobierno Nacional, en las administraciones municipales y departamentales, y entre muchos de los contratistas del Instituto de Bienestar Familiar, que más parecen bandas de forajidos, se roban la comida que deben dar en los planteles infantiles y que, en la mayoría de los casos, constituye el principal alimento de esos niños.

Es que no hay derecho a que el mismo día en que se publica un informe del Ministerio de Salud, que establece que entre los menores de cinco años la desnutrición aguda subió casi dos puntos, que en cuatro de cada diez de esos niños se presenta algún grado de desnutrición, que más del 7 % de los que tienen entre cinco y 12 años están retrasados en talla, y que el 10 % de los adolescentes de las zonas más pobres también lo está, la Contraloría revele que en alimentos como el pollo se pagaron precios cinco veces mayores a los del mercado y que el año pasado dejaron de entregárseles a los niños más pobres raciones por valor de $33.000 millones. Y todo ello ocurre después del escándalo mayúsculo de hace unos meses, cuando se destapó la olla podrida de los contratos de alimentación escolar y el Gobierno, y los funcionarios de control, se rasgaron las vestiduras y dijeron que esos robos criminales ¡jamás se repetirían! Pero todo sigue igual.

¡Perdón, niños!

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

NOVIEMBRE 16 2017

De la Calle, ahora o nunca

El domingo, en la consulta liberal, se definirá si el candidato de ese menguado partido será Humberto de la Calle, quien, con inteligencia, paciencia y tino, logró lo imposible —la firma del acuerdo de paz con las Farc—, o Juan Fernando Cristo, hábil político, buen ser humano, quien fue eficaz como ministro del Interior y consiguió que el Congreso aprobara los principales proyectos de la paz, pero movido por su ambición de ser candidato presidencial abandonó el barco cuando más necesitaba de un capitán experto. Debido a ese abandono, entre otras cosas, la paz ha estado al borde del naufragio.

Por esa razón; porque De la Calle, quien fuera también registrador, magistrado de la Corte Suprema, ministro del Interior, representante del Gobierno de Gaviria ante la Asamblea Nacional Constituyente y vicepresidente, tiene más experiencia que Cristo en el manejo del Estado, y porque si es él el candidato liberal es más fácil que los candidatos del centro izquierda (Fajardo, Claudia López, Robledo, Clara López si Robledo lo permite y el propio De la Calle) alcancen un acuerdo para elegir entre ellos a un candidato único, vale la pena que todos, así no pertenezcamos al Partido Liberal, este domingo votemos por De la Calle en la consulta liberal.

Pero hay otras razones para hacerlo: una, la de que mientras el panorama de la derecha es bastante claro (los candidatos serán el que diga Uribe y Germán Vargas Lleras, quien últimamente ha dado pasos gigantescos para matricularse en ese sector y cuenta con el apoyo del empresario Luis Carlos Sarmiento y lo que ello significa en recursos financieros y publicitarios), el cuadro del centro izquierda y de la izquierda es muy confuso: por una parte, los primeros no han llegado a un acuerdo para elegir candidato único, y los segundos ya parecen más una multitud de egos de expertos en dividirse y en restar, que es el camino más expedito para que los derroten en política. Por eso se requiere que haya sobre el tapete del centro izquierda uno o dos candidatos con una opinión favorable muy fuerte. Estos serían Sergio Fajardo, quien consistentemente viene punteando en las encuestas y tendría asegurada la Presidencia si logra pasar a la segunda vuelta, y Humberto de la Calle, quien en una encuesta reciente del Centro Nacional de Consultoría barrió a Juan Fernando Cristo. Y si quedan ellos dos liderando los sondeos de opinión, es muy factible que se acuerde un mecanismo de encuestas que defina cuál tendría mayor opción de pasar a segunda vuelta. Porque lo que si es claro es que, si ese sector va dividido a la primera vuelta, los candidatos de la segunda ronda serán Vargas Lleras y el que diga Uribe, es decir, los representantes de la derecha y de la extrema derecha.

Pero también hay otro motivo para votar por De la Calle: en este momento, cuando el Congreso ha parecido empeñado en el naufragio del proceso de paz, sería un mensaje muy importante que el jefe de la negociación tuviera un apoyo contundente. Así, quizás, los parlamentarios sentirían cierto temor de perder sus voticos y acabarían de optar por no tirarse la paz.

***

¡En buena hora resucitó el presidente! El país no entendía que mientras la paz naufragaba y necesitaba de su liderazgo, él estuviera recibiendo condecoraciones pendejas en el exterior. Su discurso del martes, contundente, unido al fallo de la Corte Constitucional, empujó la aprobación de la Justicia Especial para la paz en el Senado, y nos hizo sentir otra vez que hay presidente.

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PATRICIA LARA SALIVE

NOVIEMBRE 10 2017

¿Todo tiempo pasado fue mejor?

Esta historia, de un exparamilitar con el que conversé hace poco, ilustra cómo operaba la justicia para ellos. Vale la pena recordarla ahora, cuando se considera inconcebible que los jefes guerrilleros no paguen cárcel, y tantos se hacen cruces porque militares y empresarios puedan ser juzgados por la JEP.

Resulta que Argemiro, como tantos, llegó a la guerra porque la vida lo puso en ese camino: cuando era adolescente, veía cómo las Farc, en el Cesar, cometían abusos y empezó a sentir rabia contra la guerrilla. Ingresó al Ejército. En su segundo combate, la guerrilla mató a su mejor amigo, un cabo, y a dos soldados más. Entonces peleó con tanto deseo de venganza y tanto arrojo que le dieron la medalla de orden público y lo ingresaron a un grupo especial de contraguerrilla. Enterada, la guerrilla le envió una carta diciéndole que lo había declarado objetivo militar y que, cuando se quitara el uniforme, lo matarían. Por ese motivo, al salir del Ejército, el segundo comandante del batallón, que conocía su situación, le preguntó qué iba a hacer. “Irme para la civil”, dijo. “Usted no puede hacer eso porque lo matan. Hay unos ricos y ganaderos que van a crear un grupo de choque contra la guerrilla. ¿Quiere irse con ellos?”.

Así fue como Argemiro hizo parte de la escolta de una rica familia del Cesar. Su misión era cuidar al patrón y bajar a cuanto sospechoso de ser guerrillero hubiera por ahí. No recuerda a cuántos mató… Con esos ganaderos duró cuatro años. Luego fue a Aguachica y trabajó en una empresa de muebles. Pero seguía conectado con los paras. Un día mató a un tipo que, según él, humillaba a la gente. “Y se me desbarató ese mundo”, dice. Entonces montó un grupo de cuatro o cinco y se dedicó a delinquir, a extorsionar, a robar ganado, carros... En esas estaba cuando, a raíz de un secuestro, a fines de 1989, lo capturaron y duró preso siete meses. Pero el mayor, su amigo, a quien después mataron las Auc por no haberles pagado un armamento, lo sacó de la cárcel. Entonces siguió delinquiendo. Después, por recomendación de los paras y del mayor, se empleó como escolta de otro ganadero, quien acabó despidiéndolo. Y le dio tanta rabia que secuestró a su antiguo patrón. Lo capturaron y permaneció en la cárcel 11 años. Al salir, en el 2002, trabajó un año como cocinero y luego ingresó a las Auc. Y se dedicó al narcotráfico. Primero lo mandaron a Venezuela, y después al Caquetá. Y delinquiendo y narcotraficando duró hasta que se desmovilizó en el 2006, como uno de los 590 hombres del Bloque Sur Andaquíes del Caquetá. Entonces se fue en bus a Medellín, y luego llegó a Bucaramanga, acogido al programa de reinserción. Recibía un subsidio de $380.000 mensuales, estudiaba cocina y asistía a talleres con sicólogos que le enseñaron a reintegrarse a la sociedad. Después lo llamaron porque le iban a hacer una investigación dentro de lo que fue Justicia y Paz. Entonces lo obligaron a aceptar los delitos de concierto para delinquir y porte ilegal de armas. Le dieron nueve años de condena. Pero como había tenido buen comportamiento, se los redujeron a 40 meses que aún está pagando de una manera muy cómoda: trabaja en un restaurante que puso con su mujer y, simplemente, no puede votar, ni ejercer sus derechos políticos, ni desempeñar cargos públicos. ¡Eso es todo!

Bien vale la pena recordarlo hoy: así era la justicia para los paras en épocas de Uribe…

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PATRICIA LARA SALIVE

NOVIEMBRE 2 2017

¡No más clichés, no más muertes!

El asesinato del gobernador indígena Aulio Isaramá Forastero, aceptado como de su autoría por el Frente de Guerra Occidental Omar Gómez, grupo del Eln que opera en el Chocó, demuestra una vez más la degradación y la dinámica diabólica a que lleva el hábito de la guerra: en un comunicado distribuido por la dirección de ese frente, vía internet, se dice tranquilamente que no se había dado autorización de atentar contra la integridad física de Isaramá, pues sólo se planeaba interrogarlo. Los guerrilleros se disculpan de lo ocurrido diciendo que una acción del propio líder indígena desencadenó el “trágico desenlace” (pues), “detenido y en camino al lugar del interrogatorio, el gobernador Aulio Isaramá Forastero se niega a caminar y se abalanza sobre uno de nuestros guerrilleros”.

De ese párrafo surgen varias preguntas: ¿no sabían los miembros del Frente de Occidente del Eln que ese grupo pactó con el Gobierno un cese al fuego y a las hostilidades y que asesinar a una persona es una violación de ese pacto? ¿Hay cohesión entre ese grupo y el resto del Eln que está negociando con el Gobierno? ¿Cómo pueden afirmar que no se había dado autorización para atentar contra la vida del indígena? ¿A cuenta de qué creen ellos que pueden decidir si un ser humano puede vivir o no? ¿Con qué derecho penetran en la vivienda del indígena y lo sacan a la fuerza? ¿Cómo quieren que reaccione cualquier persona que se ve sometida a ese tratamiento violento si no es utilizando la fuerza para tratar de salvarse de la situación?

La respuesta a la mayoría de esas preguntas no es sino una: son la superioridad y la omnipotencia que infunden el tener un arma en la mano las que mueven a estos guerrilleros a creerse los dueños de la “Justicia”, del poder, del destino y de la vida de la gente. Y es la degradación a la que lleva el habituarse a matar la que permite matar con tanta facilidad y referirse, luego, tranquilamente, a la “dolorosa” muerte del gobernador indígena.

Pero hay que reconocer que el comunicado del Frente de Occidente del Eln tiene de bueno que, por una parte, admite que ese grupo fue el autor del homicidio y, por otra, dice que sus miembros están dispuestos a hacer un “ejercicio de reflexión a todos los niveles internos para que hechos como este no se vuelvan a repetir”.

Así lo esperamos, porque sería inaudito que hechos similares volvieran a ocurrir y que dieran al traste con ese esquivo proceso de paz con el Eln el cual, por fin, estaba marchando por buen camino.

Lo lógico, lo que les conviene al país y al Eln, es que las conversaciones sigan progresando, que la sociedad civil se incorpore al proceso y que el cese al fuego y a las hostilidades, que vence en enero, se prorrogue mientras las negociaciones continúen y, ojalá, desemboquen en la firma de la paz completa.

Pero para llegar allí, hay que erradicar y superar creencias como la manifestada por la guerrillera Consuelo Tapias, delegada del Eln para concertar con sectores como el empresarial y el sindical, el mecanismo de participación de la sociedad civil en el proceso. Según ella, “la lucha armada en Colombia todavía sigue siendo necesaria.” Y da como justificación el que “no hemos superado este estado de gobierno y de dominación”.

Es hora de que Consuelo y el Eln en su conjunto reflexionen y se convenzan sinceramente de que tienen que renunciar para siempre a la lucha armada.

Son esos clichés que repiten como loros los que han llevado a propiciar el desangre del país.

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

OCTUBRE 26 2017

Ni rajan ni prestan el hacha

 

Produce angustia comparar el lenguaje constructivo utilizado por las Farc y el Eln en su comunicado del 23 de octubre con el incendiario utilizado en los medios por políticos tradicionales: mientras los insurgentes más temidos manifiestan su “firme decisión de llegar a una paz completa (…), de explorar mecanismos comunes para que se cumpla el Acuerdo suscrito entre el Gobierno y las Farc-Ep, avance la agenda de conversaciones pactada entre el Gobierno y el Eln” y se armonicen los dos procesos, representantes de la vieja clase política y algunos (as) periodistas se empeñan en tirarse el proceso de paz: así, por ejemplo, mientras miembros de las Farc buscan volver realidad su compromiso de usar las palabras en vez de las balas, el presidente de la Cámara y dirigente de Cambio Radical justifica el haberles impedido el ingreso a ese recinto que hace unos años recibió a Mancuso y compañía, con el argumento de que aún no se han sometido a un juez cuando, precisamente, su partido y el uribismo se han empeñado en hacer lo posible porque el mecanismo que los juzgará, esto es, la Justicia Especial para la Paz (JEP), no se apruebe. Y, de la misma forma, sorprende ver cómo columnistas le caen encima a Humberto de la Calle cuando dice que el hecho de que aún no se haya aprobado la JEP desemboca en que los de las Farc puedan hacer política sin haberse sometido a la justicia, cuando esos mismos comentaristas son los que no han ahorrado esfuerzos para hacerle mal ambiente a la aprobación del tribunal.

Y aterra que, mientras unos colombianos que han dejado las armas piden que les permitan ingresar a la sociedad, vivir en paz, participar en la vida política y desarrollar proyectos productivos comunitarios, como ese muy interesante que tienen en Agua Bonita, Caquetá, una oposición vindicativa, o antiguos beneficiarios del Gobierno que por conveniencias electorales le dieron la espalda, se empeñen en cerrarles la puerta en las narices, sin detenerse a evaluar cuál de los dos escenarios puede ser mejor para Colombia: el de cumplir los acuerdos, doblar la página de la violencia y avanzar en la construcción de un país con mayor educación y desarrollo, como propone Sergio Fajardo, o el de incumplir los pactos, generar una profunda frustración en los excombatientes y sus zonas de influencia y abonar, así, el terreno para que explote de nuevo la violencia.

Colombia vive un momento crucial. Es hora de que la clase política asuma su responsabilidad en la crisis del país. Es hora de que tenga la sabiduría para escuchar, por ejemplo, lo que nos dicen desde Ecuador el Eln y las Farc:

“Al reconocer avances en los últimos años en la solución política, también manifestamos nuestro rechazo a la persecución, manifestada en el creciente número de asesinatos y encarcelamientos de líderes sociales (…) y el asesinato de 30 excombatientes de las Farc”.

“Reiteramos que el paramilitarismo es la mayor amenaza para la paz (…) Por esta razón es necesario tomar medidas efectivas e inmediatas para el desmantelamiento definitivo de las operaciones y organizaciones paramilitares y sus redes de apoyo”.

“La verdad que habrá de conocerse para alcanzar la paz pondrá de presente las debilidades de un sistema que requiere prontas transformaciones y un compromiso de nunca más”.

¿Será que lo que tanto temen quienes se oponen a que se cumplan los acuerdos es, justamente, que se conozca esa verdad que los haga celebrar también a ellos o a sus amigos ese compromiso de NUNCA MÁS?

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

OCTUBRE 20 2017

Una prueba más

Los hechos que han sucedido en Tumaco, la muerte de los seis campesinos que se oponían a la erradicación forzada de los cultivos de coca, al parecer por balas disparadas por armas de la Policía; el asesinato de José Jair Cortés, miembro del Consejo Comunitario del Alto Mira, y el malestar social que genera el que la gente se vea, de un momento a otro, desprovista de su sustento, prueba dos cosas: una, que la única vía sensata para disminuir los cultivos de coca es la sustitución de cultivos; y dos, que lo único que, de verdad, puede acabar con el problema del narcotráfico, es la legalización de la droga. Todo lo demás es un disparate. Veamos:

Si se reinician las fumigaciones con glifosato, como acaba de proponerlo un candidato presidencial, no sólo se le hace un daño irreparable al ecosistema y se envenenan los campos y sus pobladores con un cancerígeno comprobado y cuyo uso ha sido prohibido por la Corte, sino que se deja sin sustento a los cultivadores quienes, por necesidad, al no estar dispuestos a morirse de hambre, acaban sembrando su coca en algún otro terreno.

Si se intensifica la erradicación forzada, probablemente se presenten nuevos choques violentos entre los campesinos y la fuerza pública, y se susciten más muertes, además de que se deja sin ingresos a las familias que viven del cultivo de la coca.

Y si no se hace nada, la coca acabaría inundando al país y los Estados Unidos terminarían por descertificar a Colombia.

De modo que la única alternativa inteligente que existe es la de proveer a los campesinos con financiación, asistencia técnica y apoyo en canales de comercialización para que, en lugar de coca, siembren yuca, o maíz, o plátano, o café. Pero como lo que producen esos cultivos es menos de lo que deja la coca, alguien tendría que subsidiar a los campesinos que cumplieran el compromiso de no volver a sembrarla. Y lo justo sería que ese subsidio lo pagaran los Estados Unidos que son los culpables, con su consumo desbordado de cocaína, de que la coca sea tan buen negocio y de que nuestros campos estén inundados de la milenaria matica. Y lo estarán, hasta tanto los gringos descubran cómo producirla, como hicieron con la marihuana, o hasta que el precio baje, como ocurriría si se legalizara la cocaína.

Y ahora me asalta una pregunta: ¿no sería mucho más eficaz y, por ende, mejor negocio para Estados Unidos, invertir bastante más dinero en apoyar a Colombia en la sustitución de cultivos y en proveer de subsidios a los antiguos cultivadores, que gastar sumas inmensas en reprimir y aumentar una población carcelaria que, como lo demuestran las estadísticas, en lugar de abandonar el delito, en un 65% de los casos, vuelve a delinquir?

***

La garrotera, los insultos y las injurias que se escucharon en el Congreso esta semana son una muestra de lo que va a ser esta campaña electoral: una competencia de improperios que van a profundizar la división del país, en vez de ser una competencia de tesis y de propuestas. Sólo uno de los candidatos, Sergio Fajardo, dijo que no respondería las acusaciones que le profirió Germán Vargas Lleras, porque no quería entrar en ese juego que ahondaba la polarización. ¡Y hace bien! La gente está hasta el cogote de los insultos y de la peleadera… Y esa actitud de Fajardo, de no contestar los improperios, con seguridad es una de las razones que lo tienen punteando en las encuestas. ¡Ojalá siga así!

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

OCTUBRE 12 2017

Peligro a la derecha

“El gran peligro que enfrenta Colombia no son las Farc ni la composición de los magistrados de la JEP. Es el propósito manifiesto de la derecha de hacer inviable la paz con quienes se sometieron voluntariamente en condiciones negociadas y están a merced del Gobierno, del Congreso y de la Corte Constitucional”.

Esa frase no proviene del senador Iván Cepeda ni de ningún izquierdista por el estilo. La escribió nada menos que el exministro de Hacienda y exasesor económico del expresidente Álvaro Uribe, Rudolf Hommes, graduado y doctorado en reconocidas universidades gringas, columnista de diversos medios, quien está mucho más cerca de los Chicago Boys que de los simpatizantes de la izquierda.

Hommes contaba en su columna titulada ‘Desproporciones’, que luego de una visita que realizó a un campamento de las Farc, reflexionó sobre “la desproporción que existe entre los temores que ha logrado propagar la derecha sobre el peligro inminente de una toma del poder por el ‘castrochavismo’ y lo que observó en el campamento en Icononzo, donde sus habitantes “exhiben una confianza en que se les va a cumplir con lo pactado, contra toda evidencia, y en que van a ser capaces de sacar adelante un proyecto de vida”. Agrega que “esa población joven, desprotegida y de muy escasos recursos”, está “ilusionada con la posibilidad de vivir en paz y establecerse posiblemente en el área si le dan tierra y recursos para cultivarla y formar o consolidar familias”.

Y comenta: “Es sorprendente cómo la derecha ha construido a partir de esto un tigre de papel para asustar a la ciudadanía. El peligro proviene más bien de que el próximo presidente y su gobierno renieguen de los compromisos del acuerdo de paz, como se espera que haría un presidente del Centro Democrático o de Cambio Radical. También existe el riesgo de que no se decida formalmente a renegar de los acuerdos, pero que en la práctica continúen la indolencia y la ausencia de diligencia en el cumplimiento de estos”.

Y concluye: “Se puede repetir lo sucedido al final de los 50, cuando desconocieron y sabotearon la paz acordada, lo cual tuvo como consecuencia que los conflictos armados se prolongaran otros 60 años”.

Porque estoy de acuerdo con Rudolf Hommes, hoy vuelvo a hacerles un llamado a Germán Vargas Lleras y a Rodrigo Lara para que reflexionen sobre el impacto que en esa población de excombatientes tendría que el Estado (porque para ellos no sería el gobierno de Santos sino el establecimiento y su clase dirigente) les incumpliera los acuerdos firmados y no aprobara el eje de los mismos, que es la Justicia Especial para la Paz, la cual justamente está diseñada para garantizar que no haya impunidad por lo sucedido durante estas décadas de horror, y a la que, a última hora, decidieron oponerse, buscando dividendos políticos, después de haber disfrutado de las mieles del poder y de la burocracia durante siete años ininterrumpidos.

Rodrigo, quien cuando era niño vio morir de violencia a su padre, uno de los políticos más brillantes y progresistas que ha tenido este país, y Germán, que estuvo a punto de fallecer en dos atentados, mal pueden querer que ellos o sus familiares vuelvan a vivir dolores semejantes.

A Rodrigo le ruego que piense en cuál sería la posición que adoptaría Rodrigo Lara padre frente a la JEP, y que le pida a su espíritu que lo inspire. Y a Germán le imploro que enderece el rumbo en la votación de la JEP en las plenarias y que no se tire la paz.

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

OCTUBRE 5 2017

Error de Germán Vargas

Grave error político comete Germán Vargas Lleras al bombardear la Justicia Especial para la Paz (JEP): se puede quedar sin el pan y sin el queso.

Sin el pan porque, si lo que pretende es ganar méritos ante Uribe para que lo apoye en su aspiración presidencial, se equivoca: primero porque no sólo la relación personal y política entre ambos está muy deteriorada desde hace años sino, principalmente, porque Uribe no va a apoyar a ningún candidato que no le brinde garantía absoluta de que se comportaría como su títere en caso de llegar a la Presidencia. ¡Y Vargas Lleras está muy lejos de llegar a ser títere de nadie! Además, como bien lo dijo el senador Horacio Serpa, “al perro no lo capan dos veces”. Y después de que Uribe se sintió traicionado por Santos y de que Vargas Lleras ya una vez se le salió del redil, menos va a apoyarlo hoy, cuando demostró que tampoco tiene inconveniente en volteársele al presidente, luego de que le dio toda la mermelada posible durante siete años, al permitirle disponer de una burocracia gigantesca como ministro del Interior y de Vivienda y como vicepresidente. Y al darle la espalda a Santos en el tema que más le interesa —sacar adelante la JEP, que es el eje central del proceso de paz—, de carambola Vargas Lleras le corroboró a Uribe que en él no puede confiar.

Y Germán Vargas también se puede quedar sin el queso porque, si bien existía una probabilidad de que, de llegar a la segunda vuelta enfrentado al candidato de Uribe, el centroizquierda y algún sector de la izquierda acabaran apoyándolo, como hicieron con Santos en su última elección, esa posibilidad queda reducida a cero si, por culpa suya, se hunde la JEP.

Sin embargo, si bien la tensión entre Vargas y el Gobierno parece estar en su punto máximo después de que el presidente anunció que quienes no apoyen la JEP no pueden hacer parte de su administración, aún es tiempo de que Vargas Lleras modifique el rumbo: por una parte, él y el presidente mantienen una buena relación personal y, por otra, sus ministros y demás cuotas burocráticas no han renunciado todavía, y el presidente no les ha pedido la renuncia. Además, si bien Cambio Radical, el partido de Vargas Lleras, no votó a favor de la JEP en los debates en las comisiones, todavía falta la votación en la plenaria, que constituye el momento decisivo.

Ahora, como buenos políticos que son, Vargas Lleras y Santos aún pueden llegar a algún acuerdo que los deje bien ante la opinión, al pactar alguna pequeña modificación al proyecto de la JEP que no afecte su filosofía central, o al decir que son suficientes las precisiones hechas al proyecto por recomendación del fiscal. Así, Germán Vargas habría ganado más méritos ante la derecha, y no perdería todas sus posibilidades de que lo apoyara la izquierda si necesitara sus votos decisivos en una segunda vuelta.

Así que ¡piénselo, Germán!

Y a mi amiga, la senadora Claudia López, le pregunto: ¿cómo usted, que siempre ha apoyado el proceso de paz, lo torpedea ahora? ¿Cómo puede pedir que no se cumpla el pacto del Teatro Colón? Como dice Sergio Fajardo, su compañero de alianza, ¡los compromisos hay que cumplirlos!

Y también el fiscal general se equivoca: si por alguien se podría poner la mano al fuego es por Marcelo Torres y Camilo Romero. Creo en su honestidad.

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

SEPTIEMBRE 28 2017

El tribunal de la esperanza

“Nuestro desafío es reponer la confianza del país”, dijo la presidenta del Tribunal Especial para la Paz, Patricia Linares, abogada que trabajó como investigadora del Centro Nacional de Memoria Histórica y que ahora acaba de ser escogida como miembro de ese tribunal de 51 magistrados que juzgarán desde los timochenkos y rito alejos, hasta los civiles que participaron en los horrores del conflicto.

En efecto, la podredumbre de la justicia ha llevado a que el país no crea en esa institución, no obstante el hecho positivo de que ya están cayendo tras las rejas hasta los presidentes de la Corte Suprema. Por eso, restablecer la confianza en el país es prioridad.

Y ahora hay motivos de esperanza: la forma como se escogió la JEP y los magistrados que la componen permiten creer que el tribunal actuará con equilibrio y agilidad y, poco a poco, restaurará la confianza.

El optimismo se fundamenta en que, de una lista de más de 2.500 candidatos, el Comité de Escogencia, conformado por cinco expertos, evaluó, con base en un modelo matemático, las hojas de vida y seleccionó un tribunal que tiene las siguientes características: 1. No tendrá una estructura patriarcal —asunto clave, especialmente si se trata de juzgar crímenes de guerra, cometidos en su mayoría por hombres—: más del 53 % de los miembros de la JEP son mujeres. Ese sólo hecho marca una diferencia con las demás instituciones. 2. No será una justicia centralista, pues el 61 % de los magistrados proceden de las regiones. 3. No será excluyente, porque en él están las minorías étnicas: 10 % son indígenas y 10 % son afrodescendientes. 4. No será endogámico, pues sus miembros proceden de distintas disciplinas: hay seis exdefensores de derechos humanos, dos exjueces penales militares, seis académicos, cuatro exjueces, seis extrabajadores de políticas públicas, tres de cortes internacionales de derechos humanos, cuatro de la Fiscalía, cuatro del Ministerio Público y tres litigantes. 5. Será pluralista. 6. No será una justicia guiada por intereses particulares, porque nadie le debe su elección a algún poderoso.

De modo que, lo más probable, es que esa JEP, que tantos quisieron impedir que naciera, se convierta en la esperanza que le haga creer al país que sí es posible que haya justicia.

Sólo falta que el Congreso y la Corte Constitucional discutan y aprueben pronto la ley estatutaria que permitirá que la JEP funcione.

***

En un país donde hay tantos lagartos que se convierten en candidatos presidenciales, hace bien encontrarse con la claridad del presidente del BID, quien, en entrevista con Ricardo Ávila, fue contundente en que no va a aspirar a la Presidencia porque a él lo “eligieron 48 países para ser presidente del BID hasta el 2020” y va “a cumplir ese compromiso”. Y ante la pregunta de por qué muchos no le creen, respondió: “Porque a veces hay gente que piensa que no quiere decir tal vez. En mi caso, no es no. Hay dos docenas y media de precandidatos y candidatos. No se necesita uno más”. Y sobre si no le tienta la idea de serlo, dijo: “Claro que (…) estar en el sonajero sirve para el ego. Pero hay que ser humilde (…) Uno no puede improvisar una candidatura”. Y ante la pregunta de qué va a hacer, dijo: “Seguir aquí (e) insistir en que necesitamos dejar de mirarnos al ombligo y entender las realidades globales. Y, sobre todo, contribuir a encontrar el consenso en el disenso. Los colombianos debemos ser capaces de aprender a ponernos de acuerdo en cuestiones que van más allá de la política del momento y que tienen que ver con el futuro del país”.

¡Buena esa, Luis Alberto Moreno!

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

SEPTIEMBRE 21 2017

Paul McCartney, en su mejor momento

Debía ir a Boston a fines del verano, y tuve la buena fortuna de que pude coincidir en Nueva York con uno de los dos conciertos que dio en el Madison Square Garden Paul McCartney, el legendario Beatle, quien el pasado 18 de junio cumplió 75 años.

Ese 15 de septiembre, Paul estuvo sublime: el concierto, impresionante por su energía, por su talento, por su versatilidad, por la espectacularidad de los escenarios y de los efectos luminotécnicos y escénicos; asombroso, por su dominio del público y por las emociones, la nostalgia y los recuerdos que despertó en cada uno de los asistentes, quienes no dejamos de cantar un minuto, ni de bailar, ni de gritar, ni, a veces, de llorar, duró nada menos que ¡tres horas!, cuando los conciertos de artistas como Silvio Rodríguez o Juan Luis Guerra duran hora y media. Es lo normal. Pero el de este gran anciano joven, padre de cinco hijos, lleno de una energía que le envidiaría cualquier buen deportista, se prolongó tres horas sin interrupción, sin teloneros que lo ayudaran, sin intermedios que le permitieran respirar, sin que él se sentara un instante, con la excepción del poco tiempo que tocó un piano de cola y otro con tapa de colores, porque la mayor parte del concierto tocó una guitarra, y otra, un bajo y otro, y hasta un ukelele más. Y Paul se paseó por las canciones viejas, aquellas que nos llevan a soñar, y a recordar, y una que otra vez a llorar, como You’re Going to Lose That Girl, A Hard Day’s Night, Eleanor Rigby, Love Me Do, Yesterday y Let It Be. Y tocó canciones nuevas, como esa que acaba de componerle a su tercera y actual esposa, Nancy. Y cantó esa preciosa obra que le compuso a su amigo John Lennon después de que lo mataron: entonces, montado en un escenario en el que él, solo, fue ascendiendo lentamente, como llegando al cielo para cantarle a John, Paul McCartney le dijo en música a su amigo ese “te quiero” que tanto añoraba decirle ahora pero ya no podía, ese mismo “te quiero” que hemos lamentado tanto no haberles dicho más a varios seres queridos, a tantos amigos que, de un momento a otro, cuando menos lo esperábamos, se nos han ido para siempre.

Y después de ese momento culminante, el concierto siguió. Y fue creciendo hasta que Paul cantó ese himno a la paz que todos deberíamos sabernos de memoria, Give Peace a Chance, sobre todo en este país donde ha habido tantos intentos de matar la paz. Y el público enloqueció. Y hubo un suspenso. Y creímos que, después de dos horas y media, el concierto había acabado. Pero no. Siguió con más intensidad. Y Paul cantó una canción durante la cual el escenario pareció incendiarse cuando seis u ocho llamaradas se alzaron sobre la plataforma, y se oyó una explosión, y apareció él, arriba, en medio del humo, sentado, tocando el piano. Y el concierto no se detuvo ahí. Y Paul cantó luego Hey Jude. Y todo el mundo coreó y se meció a ese ritmo de cuasi bolero. Y, por fin, a las 11:30 p.m., 180 minutos después de haber aparecido de pronto, surgiendo de la oscuridad, sin ningún anuncio previo, Paul McCartney concluyó su concierto con esa bellísima canción que me llena de nostalgia por esos hijos que se han ido y que dice: “Once there was a way to get back home”.

Y ahora, cuando ya ha dado 44 conciertos en esta gira One on One, que comenzó en abril del 2016 y terminará en Nueva Zelanda el 1º de enero, el joven Paul McCartney dará 27 conciertos más, entre ellos el del 24 de octubre en Medellín. ¡No se lo pierdan!

***

Toda nuestra solidaridad con México en esta tragedia inenarrable.

PATRICIA LARA SALIVE

SEPTIEMBRE 14 2017

Adiós, partidos

Que el jefe del Partido Liberal, el expresidente César Gaviria, y su principal precandidato, Humberto de la Calle, hayan dicho, según Julio Sánchez Cristo, que piensan salirse del Partido Liberal, no sólo es una noticia típica de Macondo, sino también un indicio grave de que los partidos en Colombia llegaron a su fin.

 

Si a eso se suma la gazapera protagonizada en el último tiempo por el expresidente Andrés Pastrana, jefe natural del conservatismo, con las directivas del mismo, y la renuncia de Marta Lucía Ramírez al Partido Conservador; y se agrega la desbandada del Partido de la U, cuyo principal candidato, el exministro de Defensa Juan Carlos Pinzón, hombre de confianza del presidente Santos, ya por fuera del Gobierno, ha sostenido un desleal enfrentamiento con su mentor; y si se añade la decisión del jefe del partido Cambio Radical, Germán Vargas Lleras, de lanzar su candidatura por firmas, seguro para separar lo más que pueda su imagen de los escándalos de corrupción protagonizados por miembros de su partido; y si se suma la guerra del dirigente del Polo Democrático, Jorge Robledo, contra la excandidata Clara López, la cual la llevó a salirse del Polo y a armar rancho aparte; y si se tiene en cuenta que ya decidieron lanzarse por firmas casi 30 candidatos, entre ellos Sergio Fajardo, Juan Carlos Pinzón, Alejandro Ordóñez, Piedad Córdoba, Gustavo Petro, Marta Lucía Ramírez, probablemente Humberto de la Calle y otros poco conocidos nacionalmente, como Jaime Araújo, Carlos Eduardo Caicedo y David Turbay, y unos absolutamente desconocidos como Myriam Pinilla, Aldemar Narváez, Hilmar Mario Moreno, Efraín Torres, Juan Sebastián de Zubiría, Jaime Enrique Bedoya, Alexánder Amaya, Luis Hernando Cifuentes, Eivar Galíndez, Neys Santana, Julio César Fuenmayor, Cristóbal Osorio, Fabio Antonio Forero, José Dagoberto Pulgarín, Héctor Orlando Martínez y Alejandro Sánchez, se llega a dos conclusiones: que en Colombia se acabaron los partidos tradicionales y que sólo existen dos partidos sólidos, que son, justamente, los dos más nuevos: el Partido Alianza Verde, creado en noviembre del 2005 y dirigido por Antonio Navarro y Claudia López, y el Centro Democrático, fundado en enero del 2013 por el expresidente Álvaro Uribe Vélez.

Lo que es paradójico es que, precisamente, sea Álvaro Uribe, el responsable de la desinstitucionalización de los partidos en Colombia, el que ahora dirija el partido más institucionalizado, más dictatorial, más monolítico y más fuerte. Porque no sobra recordar que Uribe, quien fuera liberal samperista y, en esa condición, resultara elegido gobernador de Antioquia, en el 2001 quiso lanzar su candidatura dentro del Partido Liberal, pero luego alegó que allí no encontraba garantías para competir en una consulta popular con Horacio Serpa y se presentó como candidato independiente. Y lo hizo con tal éxito que empezó a crecer en las encuestas porque logró calar en la opinión con su duro discurso contra su gran aliado de hoy, el presidente Andrés Pastrana, quien entonces llevaba a cabo su fallido proceso de paz con las Farc; y conquistó a parlamentarios conservadores y liberales que acabaron abandonando sus partidos y alineándose a su favor; y ganó en primera vuelta; y, en sus dos gobiernos, acabó de terminar con los tradicionales partidos Liberal y Conservador, hasta lograr darle la vuelta al panorama político en el que brillaban las viejas vertientes políticas de godos y cachiporros, y hacer que preponderaran dos nuevas: la de los pro Uribe y la de los anti Uribe.

¡Triste e impensable final para los viejos partidos centenarios!

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

SEPTIEMBRE 7 2017

¿Seremos capaces de escuchar al papa?

¡Bienvenido, papa Francisco! Gracias por visitar a Colombia, un país católico que lo acoge con ilusión y fe, no obstante que está sumergido aún en un océano de odios del cual, justamente, usted viene a rescatarlo.

Colombia es una nación cuya mayoría no consigue desprenderse de sus prejuicios para ver lo bueno que sucede en su territorio; que parece no ser capaz de darle a la vida el valor que tiene; que no considera un logro que, por ejemplo, ya el Hospital Militar no esté colmado de soldados mutilados por causa de la guerra; que no se da cuenta de que hace tiempo que no vemos esos tristes entierros de militares caídos en combate; que no valora la evidencia de que la violencia ha disminuido vertiginosamente; que ese tema parece no importarle en la medida en que la mayoría ha vivido en las ciudades, lejos de los territorios que han padecido las masacres.

 

Colombia es una país en el que el odio transmitido por los tuits se riega como pólvora y, en cambio, los mensajes que intentan contrarrestarlo carecen de audiencia. Y ese es, justamente, su gran desafío, papa Francisco: lograr que entendamos su palabra; que la mayoría de este país escuche su verdadero mensaje, y no el que cada cual quiere oír; que su voz llegue sin deformaciones al corazón de sus fieles; que entendamos que usted nos pide que construyamos “un país que sea patria y casa para todos los colombianos”; que no decaigamos “en el esfuerzo por construir la unidad de la nación”; que huyamos “de toda tentación de venganza y búsqueda de intereses particulares”; que comprendamos que “la inequidad es la raíz de los males sociales”; que “la sociedad no se hace sólo con algunos de pura sangre, sino con todos”; que “todos somos importantes”; que “Colombia necesita la participación de todos para abrirse al futuro de la esperanza”, y que, de una vez por todas, nos demos cuenta de que ha sido “mucho”, como usted nos ha dicho, nuestro “tiempo pasado en el odio y la venganza”.

 

Su gran desafío, querido papa Francisco, es conseguir el milagro de que acatemos su invitación a que todos demos “el primer paso” para reconciliarnos, para aceptar “vernos y tratarnos como hermanos, nunca como enemigos”, para “crear puentes, para crear fraternidad”, para “salir al encuentro del otro”, para “extender la mano y darnos el signo de paz” que Colombia busca hace tanto tiempo.

 

¿Qué tal que usted lograra, por ejemplo, que la oposición reconociera que, gracias al Acuerdo de Paz con las Farc, se han ahorrado muchas vidas; que la firma del cese al fuego con el Eln es un paso positivo, y que la posibilidad de que se someta a la justicia el clan del Golfo es una esperanza alentadora en la carrera hacia el fin de la violencia? ¿Y qué tal que usted consiguiera que el jefe del Gobierno le agradeciera al de la oposición el trabajo que él hizo para minar la fuerza de los guerreros y llevarlos a negociar?

 

¿Y qué tal que usted lograra que los que se oponen tanto a la Justicia Especial para la Paz entiendan que para que sus nietos no vivan en el horror de la guerra, todos, inclusive ellos mismos, tienen que estar dispuestos a que se conozca lo ocurrido, así la verdad los involucre?

 

¿Qué tal que usted logre el milagro, querido papa, de que la mitad del país no sienta que hace parte del bando de los buenos, en contraposición a la otra mitad que conforma el bando de los malos?

 

Ojalá Dios lo ilumine para que consiga que los colombianos lo escuchemos, papa Francisco.

 

 @patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

AGOSTO 31 2017

 

Cójalos a polígrafo, presidente,

por favor

Ahora resulta que el peor del paseo es el senador Musa Besaile quien, por más marrullas que haya cometido, tuvo el valor de denunciar, con lujo de detalles, cómo fue objeto de extorsión por parte del exfiscal anticorrupción Gustavo Moreno, y de los expresidentes de la Corte Suprema de Justicia Leonidas Bustos y Francisco Javier Ricaurte.

¡No, señores! Los peores del paseo son el paradójicamente nombrado fiscal anticorrupción y los honorables magistrados de la Corte implicados en el escándalo quienes, se supone, deben ser los personajes más honestos, pulcros y justos que tenga una sociedad, y no los extorsionistas más peligrosos, como acaba de hacerse evidente.

Es que los magistrados corruptos, que tienen el poder de acabar con la honra y la libertad de las personas, son tal vez más peligrosos que un secuestrador, pues si bien éste puede matar a su rehén, el magistrado corrupto, además de acabar con el buen nombre de su víctima, hiere gravemente la credibilidad de la justicia.

Y el asunto es mucho más grave si ocurre, como viene sucediendo en Colombia, que los escándalos de corrupción de la rama judicial son cada vez peores, que fracasan todos los intentos de reforma a la justicia y que parece como si no hubiera remedio que valiera.

Tal vez ello sea así porque generalmente se ha pretendido, en vez de solucionar el problema de raíz, vender el sofá, como lo hace aquel tonto marido engañado. Por eso se han propuesto toda clase de leyes, decretos, normas, reformas constitucionales y hasta constituyentes para solucionar la crisis de la justicia, y no se ha hecho lo único que de verdad arreglaría la situación actual, independientemente de las normas que tengan que dictarse para que esta podredumbre no se repita: sacar ya a los pillos que se han enquistado, a todos los niveles, en los aparatos de justicia.

Y es que la situación es tan alarmante (el último escándalo es apenas uno más de las decenas que se conocen y de las centenas que aún no han salido a la luz) que el fiscal general tendría que tomar una medida de emergencia que, por ejemplo, podría consistir en establecer el principio de oportunidad para todos aquellos que hayan sido extorsionados por jueces y fiscales, de manera que se estimule la delación de los funcionarios judiciales corruptos, como acaba de hacerlo Musa Besaile, a cambio de que a quienes denuncien se les garantice que, si no se les prueba el delito original por el cual se les acusó, no se les impute como un nuevo delito en su contra el haber sido extorsionados y forzados a pagar un soborno.

Y el presidente Santos bien podría decretar una emergencia judicial mediante la cual se establezca que TODOS los funcionarios de la rama, desde los magistrados de las más altas cortes hasta el último fiscal, sustanciador o secretario de juzgado, tengan que pasar una prueba de polígrafo y de exámenes proyectivos de la personalidad para determinar si tienen los niveles éticos y de equilibrio mental necesarios para desempeñar sus cargos de manera idónea. Y si carecen de ellos, que sean retirados y reemplazados por otros que sí pasen las pruebas.

Claro que se corre el riesgo de que muy pocos las aprueben. Pero no importa. Es mejor que no haya jueces a que los que existan sean bandidos.

Señor presidente, piénselo bien: si usted no se inventa una fórmula para sacar a los pícaros del sector judicial, este país no tendrá remedio.

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

AGOSTO 24 2017

Como borregos

Ha pasado desapercibido para la opinión el experimento realizado por Corpovisionarios, entidad liderada por el exalcalde Antanas Mockus, el cual demuestra que el fanatismo y la obediencia a ciegas a los postulados de los líderes de los extremos del espectro político nos están llevando a una irracionalidad y a una estupidez política, que bien puede desembocar en que cualquier dictadorzuelo se instale y se atornille en el poder.

Resulta que Corpovisionarios escogió a 32 colombianos divididos por mitad entre seguidores del expresidente Álvaro Uribe y del exalcalde Gustavo Petro, y agrupó a los 16 uribistas en un lado y a los 16 petristas en otro.

Entonces les presentaron cuatro frases. Unas dichas por Uribe, que se las mostraron a los petristas, diciéndoles que eran afirmaciones de Petro, y viceversa.

Los participantes debían indicar qué tan de acuerdo estaban con ellas. En algunos casos, era evidente que habían sido hechas por sus respectivos autores, pues utilizaban el lenguaje típico de ellos: por una parte, hablaban, por ejemplo, de “la Bogotá Humana” y de la necesidad de “detener el fascismo” y, por otra, de las “altas tasas de inversión” y de que había que “apoyar la competitividad”.

El resultado no pudo ser más disparatado y sorprendente: la inmensa mayoría de los uribistas manifestaron que estaban de acuerdo con lo que ellos creían que había dicho Uribe, no obstante que lo había dicho Petro, y viceversa.

La sorpresa de los participantes fue tal que alguno confesó que sentía vergüenza y otra dijo que tenía “mucho miedo” por el país, pues “estamos creyendo ciegamente en figuras y no nos estamos fijando en qué necesitamos”.

Por supuesto, miedo tenemos que sentir, ante la incultura política del país; ante la falta de discernimiento de la mayoría; ante su incapacidad para el análisis.

Y es que esa falta de análisis puede conducir a que, en el momento menos pensado, ante el descontento fomentado por la avalancha de mensajes descalificadores y repletos de odio, llegue al poder cualquier populista devastador.

Tal vez convendría que los espacios de opinión se desmontaran un poco de esos formatos que se han impuesto, en los que se convoca a dos seguidores de un líder y a dos seguidores de otro, para que se agarren en vivo y en directo, muchas veces hablando todos al tiempo, y les den paso a formatos en los que se propicie el análisis de la información, de la coyuntura y de los problemas. Eso da menos rating pero le conviene más al país.

Es que hay que tener muy en cuenta la advertencia que, en la revista Semana, hizo Joaquín Villalobos, antiguo combatiente del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (Fmln), quien señaló que, en Colombia, nos puede ocurrir lo mismo que en El Salvador: que después de un proceso de paz exitoso, la polarización impidió que las fuerzas moderadas se fortalecieran, y “convirtió una oportunidad en un desastre”.

“Con la polarización extrema”, afirma Villalobos, “la racionalidad pierde valor, las emociones toman control, el fundamentalismo derrota al pragmatismo, la calidad de la política y de los políticos se degrada, la inteligencia se convierte en defecto, la incompetencia se vuelve crónica, los acuerdos se vuelven imposibles, los problemas se quedan sin resolver y el país se va al infierno.”

Es una buena reflexión que los medios y los que tanto dicen amar la Patria bien podrían tener en cuenta.

@patricialarasa

PATRICIA LARA SALIVE

AGOSTO 17 2017

El sabor de la paz

Entusiasmada por la crónica que hace unas semanas le leí a Fidel Cano, director de este periódico, viajé como turista a La Macarena, ese territorio que en épocas de Pastrana hizo parte de la zona de despeje; allí donde las Farc eran la autoridad y donde las leyes que se obedecían eran las suyas; allá donde la guerra sí se vivía a diario, como la describió Alirio, nuestro guía, quien en varias oportunidades, desde muy niño, escapó del fuego cruzado entre el Ejército y las Farc; y tuvo que caminar a diario, con cuidado, por el largo camino que lo conducía a la escuela, sin salirse a jugar por las laderas, para no tropezarse con alguna de las minas quiebrapatas sembradas por todas partes; y se vio obligado a vivir y a moverse en medio del conflicto de lealtades en que permanecían los habitantes de la zona, quienes tenían que negar, como Pedro, que conocían o habían visto, unas veces a la guerrilla, otras al Ejército; y tuvo que sufrir con la muerte de varios de sus amigos, que fueron asesinados en esa práctica atroz que se denominó falsos positivos; y se acostumbró a sentir miedo a todas horas, un miedo que ahora, después de lograda la paz, se esfumó por fin, y ojalá para siempre.

Hoy Alirio, como Lucho, como Albeiro, como tantos, es un guía turístico capacitado, que se gana la vida con alegría, acompañando a los miles de turistas que visitan la región, y llevándolos a Caño Cristales, ese paraíso de ensueño donde corre el río de los siete colores, visitado cada vez por más extranjeros, en su mayoría franceses, italianos, españoles, alemanes, norteamericanos, y por muchos colombianos interesados en conocer esa parte de Colombia a la que prácticamente antes de que se firmara la paz no se podía ir, porque era, palabra más palabra menos, el país de las Farc.

El año pasado, casi 17.000 turistas visitaron La Macarena. Y este año se espera que esa cifra sea mucho mayor. Y gracias al desarrollo del ecoturismo, que se ha convertido en la segunda fuente de ingresos de la región, después de la ganadería, 600 familias han solucionado su manutención. Y los jóvenes han comenzado a vislumbrar un futuro distinto. Y han adquirido conciencia de la necesidad de cuidar el ecosistema. Y se encargan de educar a los turistas para que no contaminen Caño Cristales, y no arrojen papeles y desperdicios a sus aguas cristalinas, y no usen bloqueadores ni repelentes, y no boten basura en los senderos.

—¿Y ustedes están de acuerdo con que se haya firmado la paz? —le pregunto a Alirio.

—Claro que sí —me dice—. Ahora vivimos sin ese miedo…

Y le hago la misma pregunta a Lucho, quien me responde de igual manera y agrega:

—En La Macarena ganó el sí.

En efecto, en ese municipio el plebiscito por la paz ganó en una proporción de uno a tres. Es que, definitivamente, es muy fácil, desde la comodidad lejana y segura de las grandes ciudades, sentarse a criticar los acuerdos de paz, a decir que han debido ponerles más penas y darles menos beneficios a los de las Farc; y mirar los toros desde la barrera, y aplaudir que maten guerrilleros, y ver cómo los soldaditos cumplen con el deber de morirse en combate, sin que quienes vociferan contra la paz lograda corran el más mínimo riesgo.

Pero cuando se vive en medio de las balas, ¡cómo se aprecian y se disfrutan los beneficios de la paz!

Y a propósito de guerras, hoy hace 28 años el narcotráfico, con la complicidad de sectores del Estado, asesinó a Luis Carlos Galán. ¡Cómo nos hace de falta usted, recordado Luis Carlos!

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PATRICIA LARA SALIVE

AGOSTO 10 2017

Sergio sube, Uribe baja

No es casual que, por una parte, las encuestas muestren que, por primera vez, la imagen negativa del expresidente Álvaro Uribe supera su imagen positiva y que, simultáneamente, la salida del cargo como comisionado de Paz del filósofo y filólogo Sergio Jaramillo haya producido semejante avalancha de elogios sobre su gestión como “arquitecto de la paz”.

En realidad, ambas apreciaciones van de la mano, pues todo lo que Sergio Jaramillo logró construir con inteligencia, discreción, paciencia, perseverancia y hasta intransigencia fue justamente lo que Álvaro Uribe quiso impedir que se construyera. Sí, ese armazón tan complejo y tan difícil de acoplar que Jaramillo elaboró durante seis años fue precisamente el mismo que Uribe cogió a patadas y que, por fortuna, no logró desbaratar.

De modo que el hecho de que, simultáneamente, Jaramillo deje su cargo en medio de una ovación y la imagen de Uribe, por fin, comience a descolgarse es algo absolutamente lógico. Y será un fenómeno que irá en aumento, pues a medida en que la paz se consolide y que el país empiece a darse cuenta de que, efectivamente, las Farc cumplieron, que se acabaron como grupo armado, que entregaron sus armas y, lo que es más importante, que abandonaron su voluntad de usarlas, comenzará a aumentar la gratitud hacia los artífices del milagro.

Y así, mientras Sergio Jaramillo, quien paradójicamente fue la persona que, como funcionario de Uribe, redactó la política de seguridad democrática, trabaja a distancia como embajador ante la Unión Europea y regresa a esa vida de familia con la que soñaba y que había abandonado durante estos años de ausencias forzadas en aras de la persecución de la paz, Álvaro Uribe empezará a ver cómo, poco a poco, lo irá abandonando ese público incondicional que le aplaudía su incesante peleadera; sus permanentes llamados a la guerra; su incontrolable deseo de destruir cualquier logro de su sucesor; su impulso desenfrenado a desbaratar cualquier consenso, a impedir que la patria, su patria, camine para adelante; su llamado a la división de los colombianos y a la polarización del país, de las familias y de los grupos de amigos… Sí, Uribe, necesariamente, tendrá que irse quedando sin público porque ya su poderoso enemigo de marras, las Farc, dejó de existir. Entonces empezará a buscar nuevos enemigos, como los periodistas y, a raíz de cualquier comentario inocuo, inventará calumnias de las cuales tendrá que retractarse. Y ante la visita del papa, que vendrá a buscar la reconciliación de los colombianos, tendrá que pasar agachado a la espera de que su efecto apaciguador se diluya y él pueda encontrar un nuevo enemigo. Pero el público, hastiado de la polarización, irá dejándolo que gire solo en su círculo de odio…

Y Uribe se enfrentará a un problema muy difícil de solucionar: y es el de que él, que no puede vivir en paz consigo mismo si afuera no dispone de un poderoso enemigo, sólo dispone de un enemigo más potente y vigoroso que las Farc. Lo que pasa es que le queda muy complicado encontrarlo pues, para hallarlo, tendría que tener mucha más inteligencia, más humildad y más valor: ¿no ve, doctor Uribe, que su principal enemigo está dentro de usted? ¿No ve que su mayor enemigo es usted mismo?

¡Feliz viaje, Sergio Jaramillo! Y gracias, muchas gracias, por haber armado la estructura que les permitirá a mis hijos, y a los hijos de mis hijos, vivir en una Colombia en paz.

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PATRICIA LARA SALIVE

AGOSTO 3 2017

Señores de la izquierda, ayuden a Venezuela

La crisis venezolana no solo está lejos de resolverse, sino que puede agravarse hasta extremos inmanejables para los vecinos, especialmente para Colombia. Por ello, los demócratas del continente y los dirigentes de la izquierda colombiana que hayan sido cercanos al Gobierno venezolano tendrían la obligación de actuar y de integrar un grupo de personas que le hable al oído al presidente Nicolás Maduro y lo convenza de la necesidad de encontrar caminos de diálogo que impidan que Venezuela se convierta en otra Siria, un país sumido en el horror de una guerra civil a la que no se le vislumbra salida, y que cada día genera legiones de desplazados.

De hecho, ya en Venezuela pasa de 125 el número de muertos producidos durante las manifestaciones de los últimos cuatro meses; ya muchos venezolanos que han cruzado la frontera duermen en las calles de Arauca; ya los hospitales de Norte de Santander están al borde del colapso; ya hay malestar en los departamentos fronterizos porque los venezolanos aceptan que les paguen menos del salario mínimo y, así, afectan el empleo de los colombianos, en fin, ya han comenzado a sentirse los efectos de la crisis, sin que ella haya hecho metástasis aún.

Por eso les hago un llamado a dirigentes como Gustavo Petro, Antonio Navarro, Iván Cepeda, Clara López, Ernesto Samper, Piedad Córdoba y William Ospina para que, en vez de que emitan declaraciones de apoyo a Maduro o guarden un silencio cómplice, se acerquen a él y le hagan ver que Venezuela es un país fracturado por mitad y, por lo tanto, inmanejable, incluso si se aceptan las cifras del Gobierno, que indican que en las elecciones de la Asamblea Constituyente participaron 8 millones de votantes, cifra que ya fue cuestionada no solo por la oposición, que dice que votaron un poco más de 2 millones, sino también por Smartmatic, la empresa que proveyó la tecnología necesaria para la votación, la cual sostiene que la participación fue por lo menos de un millón menos.

Así las cosas, en el plebiscito contra la Constituyente, convocado por la oposición, debieron participar más de 7 millones de venezolanos, lo mismo, o un poco menos, que los que votaron por la Constituyente. Y esa Constituyente pretende nada menos que acabar, como sea, con la Asamblea Nacional elegida popularmente, y reformar la Constitución impulsada por el presidente Hugo Chávez y promulgada por una Asamblea Constituyente convocada, esa sí, con un apoyo popular incustionable.

Y a esa situación crítica desde el punto de vista político se le suman dos factores no menos graves: la díficil crisis económica que atraviesa Venezuela, un país que cabalga sobre una inflación cercana al 700 % y que depende por completo de la venta de su petróleo, cuyo precio cayó a la mitad; y el rechazo internacional al proceder de Maduro, a quien en América Latina solo apoyan Ecuador, Bolivia, Cuba, El Salvador y Nicaragua, a quien los países europeos ven con muy malos ojos, contra quien EE. UU. decretó sanciones económicas, y a quien solo le queda el apoyo de Rusia y el menos evidente de China.

Si estuviéramos en los años 80, hace rato se habría formado un Grupo de Contadora para ayudar a sacar a Venezuela de la crisis. Pero como hoy América Latina carece de líderes de la talla de los presidentes de entonces, bien vale la pena formar una especie de Grupo de Contadora de los amigos pensantes de Maduro, para que lo hagan entrar en razón.

Ojalá eso fuera posible…

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PATRICIA LARA SALIVE

JULIO 27 2017

El caso es que los están matando

“Siempre que se han comenzado a presentar en Colombia asesinatos en cifras significativas, las autoridades reaccionan negando la existencia de patrones sistemáticos… Pero la cruda realidad acaba por imponerse. Así ocurrió en el caso de la Unión Patriótica y de los falsos positivos”, afirma el senador Iván Cepeda a propósito de mi pregunta sobre el reguero de cadáveres de líderes sociales que, como en los años 80 y 90, están empezando a quedar tendidos en las zonas donde operaban las Farc. “No se puede aplicar la política del avestruz”, dice Cepeda.

Y esa política es, precisamente, la que parece estar imponiéndose: la discusión se ha centrado en si la cifra de 186 líderes sociales y defensores de derechos humanos asesinados desde el 1 de enero de 2016, dada por la Defensoría del Pueblo, es la correcta; o si la adecuada es la de 91, suministrada por la ONU y adoptada por la Fiscalía; o si la cierta es la de 112 dada por Cumbre Agraria, o la de 135 sostenida por Marcha Patriótica.

Y en lugar de examinar la realidad, para disponer de herramientas que impidan que se repita un genocidio similar al de la Unión Patriótica, se discute si los homicidios corresponden a hechos aislados, a riñas o a enredos pasionales, como creen la Fiscalía y el Gobierno, o si los culpables son los paramilitares, que podrían estar operando de manera sistemática, como sospechan los miembros de las Farc.

Sin embargo, es innegable que hay algo en un común detrás de esos homicidios: que la mayoría ocurren en los antiguos territorios de las Farc los cuales, en virtud del proceso de paz, en lugar de ser hoy zonas del Estado, son tierra de nadie, pues en ellos no hay Ejército, ni Policía, ni escuelas, ni centros de salud. Pero, en cambio, sí hay plantaciones de coca o explotaciones mineras ilegales, muy atractivas para los grupos fuera de la ley, llámense bacrim, paramilitares, Eln o disidentes de las Farc. Y todos buscan dominar esos territorios, propósito en el cual los líderes sociales se les convierten en estorbo.

Y hay otro problema: la sociedad no percibe que la Fiscalía haya mostrado resultados en la lucha contra el exterminio de líderes sociales, como afortunadamente sí los ha exhibido en el combate contra la corrupción. No obstante, el fiscal general sostiene que “en más del 50 % de los casos se ha logrado identificar a los autores, y que esa es una cifra inédita”. (¡Obviamente, si los asesinados son 91 como cree la Fiscalía, y no 160, como dice la Defensoría, el porcentaje de éxito es mucho mayor!). Pero así sea verdad la afirmación de la Fiscalía, el país aún no sabe quiénes son los autores intelectuales de esos crímenes, ni cuáles son sus móviles, ni tiene conciencia de que haya una campaña contundente del Estado entero para castigarlos e impedirlos.

Y a los asesinatos de líderes sociales se añaden los ocurridos últimamente contra indultados y desmovilizados de las Farc, y la amenaza que pesa contra los miembros del Secretariado: según les informaron los antiguos jefes paramilitares a ellos y a los demás asistentes a su reciente e inverosímil encuentro, empresarios antioqueños les ofrecieron un millón de dólares por la cabeza de algún miembro del Secretariado. ¿Qué dicen de eso el fiscal y el Gobierno? ¿También ello obedece a móviles pasionales?

Señor fiscal: así como es indispensable que los colombianos nos convenzamos de que ser pillo no paga, tenemos que saber que a los asesinos se les castiga, que la gente tiene derecho a pensar distinto y que matar es malo. ¡Parece absurdo decirlo! Pero ocurre que, de eso, parecemos no estar muy convencidos…

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PATRICIA LARA SALIVE

JULIO 20 2017

 

A propósito de dos infamias

 

La primera infamia se refiere a la calumnia proferida por el expresidente Álvaro Uribe Vélez contra el columnista Daniel Samper Ospina, acusado por él de ser un “violador de niños”.

Samper Ospina anunció, con indignación, que ya emprendió las acciones legales del caso. ¡Lo felicito! El mal ya está hecho y ese atropello no puede dejarse pasar. Así se frena, de una vez por todas, a Uribe y a su coro de áulicos amenazantes, encabezados por el senador José Obdulio Gaviria y por John Jairo Velásquez, Popeye, asesino confeso del exministro de Justicia Rodrigo Lara, del exprocurador Carlos Mauro Hoyos y de otras 200 personas que, según sus cálculos, él mató con sus propias manos.

Es que, ante lo ocurrido, sólo quedan dos alternativas: o Uribe prueba que Samper es un “violador de niños”, lo cual le será imposible porque, sencillamente, no es cierto; o el expresidente se va para la cárcel.

En este caso no caben términos medios, ni por principio se puede transar: la acusación es demasiado grave. Además, el expresidente tiene que entender que no puede seguir sembrando, impunemente, el odio entre los colombianos, ni incendiando el país.

En este episodio me alineo a favor de Daniel Samper, por encima de cualquier diferencia en el pasado… Le deseo suerte y valor… Y le recomiendo que se cuide…

***

La segunda infamia se relaciona con los más de 5.000 jóvenes inocentes asesinados en la primera década del 2000 por miembros del Ejército, luego de haber sido vestidos con uniformes de guerrilleros, para ser presentados como logros en la lucha antisubversión y, así, obtener beneficios. Una historia sobre esos monstruosos casos, denominados falsos positivos, es recreada en la estupenda película “La semilla del silencio”, dirigida por Felipe Cano, girardoteño de 38 años.

La cinta, que constituye su primer largometraje, compite como finalista en los Premios Platino del Cine Iberoamericano que se entregarán mañana en Madrid, en la categoría de mejor actriz, por el papel que la protagonista, Angie Cepeda, hace de una fiscal de derechos humanos que se enfrenta con la corrupción de la Fiscalía, incluida la del fiscal general; investiga la participación de un alto mando militar en varios falsos positivos y logra que un soldado confiese su autoría de un crimen cometido por él por orden del militar. Pero la honesta fiscal no concluye su labor porque, luego de ser amenazada y sobornada infructuosamente, es asesinada en su propia casa.

Cano logra con su primer largometraje obtener el Premio del Público en la Semana del Cine Colombiano. Además la cinta, estrenada el año pasado, ha sido preseleccionada entre las 800 películas iberoamericanas presentadas a estos Premios Platino, como una de las 20 mejores de Iberoamérica en las categorías de mejor película, mejor opera prima, mejor música, mejor montaje, mejor sonido, mejor actor protagonista y mejor actriz protagonista.

Ojalá Angie Cepeda se lleve mañana el gran galardón. Se lo merece por su magnífica actuación. Y le conviene a Colombia que así suceda: no sólo para que brille en el mundo por la calidad de sus actores y de su cine, sino para que en el país vuelva a hablarse de esa mancha horrenda que significaron los falsos positivos, y semejante horror no vuelva a repetirse.

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PATRICIA LARA SALIVE

JULIO 13 2017

Chévere Fajardo, pero solo no llega

“Hacer ‘trizas’ el acuerdo (de paz) es ponerle una bomba a Colombia (...) ¡Es un llamado a la guerra! Es hacer una convocatoria a la destrucción,” dijo el matemático Sergio Fajardo, exalcalde de Medellín, exgobernador de Antioquia, hoy candidato presidencial en busca de las más de 470.000 firmas que avalarán su aspiración presidencial.

Bajo esa premisa, Fajardo planteó “pasar la página de violencia y corrupción que ha marcado el país por décadas, a una nueva que tiene que ver con las capacidades y la apuesta por la riqueza” de regiones, personas y comunidades, la cual “se hace desde la educación, la ciencia, la tecnología, la innovación, el emprendimiento y la cultura. Vamos a cambiar de protagonistas en Colombia”, dijo. “Los protagonistas de este país, en la últimas décadas, han sido guerrilleros, paramilitares, narcotraficantes, ilegales y corruptos. Vamos a escribir una nueva página en la que los protagonistas serán maestros, innovadores, científicos, emprendedores y artistas”.

Y es verdad: las primeras planas de los medios se dedican a informar sobre las capturas del fiscal anticorrupción; de los jueces y fiscales a sueldo de delincuentes; del secretario de Seguridad de Medellín, al parecer vinculado con bandas criminales; de los implicados en la financiación, por parte de Odebrecht, de las campañas presidenciales; y a comentar los escándalos de Reficar, etc, para no hablar de la obsesión con las Farc, el Eln y los narcoterroristas.

Y si a esas dosis diarias de noticias penales, les sumamos los cientos de mensajes que nos llegan por las redes sociales, la mayoría mentirosos y cargados de odio, acabamos convencidos de que Colombia es un país de hampones, sin remedio ni esperanza.

Sin embargo, como anotó la economista Ana María Ibáñez, “deberíamos concentrarnos en fortalecer lo positivo y solucionar los múltiples problemas que tenemos”.

Y eso es justamente lo que propone Fajardo: “tenemos raíces muy profundas asociadas con la destrucción”, dijo. “Por eso dentro de los programas nuestros está la reconciliación explicada en tres puntos: respeto a los acuerdos, cultura ciudadana (convivencia y legalidad) y seguridad ciudadana”.

Y Fajardo tiene autoridad para hablar del tema, pues como alcalde de Medellín encontró que allá se acababan de desmovilizar 4.500 paramilitares, y tuvo que manejar su reincorporación a la sociedad. Y lo hizo a base de brindarles educación, atención sicológica y oportunidades de trabajo. Y tuvo bastante éxito, pues sólo una minoría reincidió en el delito. Y hoy en el país hay 6.500 guerrilleros para reinsertar. De manera que con menos odio y más educación, es posible lograrlo.

Y tanto en Medellín como en Antioquia, Fajardo consiguió dar un salto en educación. Y fomentó la cultura y la equidad de género. Y gobernó sin que lo eligiera el clientelismo y sin acceder al chantaje de los políticos. E hizo cosas buenas. Y sería un buen presidente. Como lo serían también otros candidatos que comparten la necesidad de respetar los acuerdos de paz y de luchar contra la corrupción: Antonio Navarro, Claudia López, Clara López, Jorge Robledo, Humberto de La Calle...

Sin embargo la pregunta es: ¿cómo diablos van a lograr escoger muy pronto a un solo candidato que se enfrente al de Uribe y la derecha unida? Porque con el apoyo unificado del centro y del centroizquierda, esa propuesta política tendría posibilidades de pasar a la segunda vuelta. Pero si excluyen de la coalición a una sola de esas fuerzas, marcharían hacia el suicidio...

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PATRICIA LARA SALIVE

JULIO 6 2017

Preguntas para el ministro Alejandro Gaviria

Se sorprende el ministro de Salud, Alejandro Gaviria, de que la noticia sobre su cáncer haya suscitado interés. “Yo creí que el asunto iba a despertar alguna curiosidad, pero no tantos comentarios”, dijo.

Pero, ministro: ¿cómo va a sorprenderse de ello, si en esta triste Colombia de hoy, inmersa en la envidia, la rabia, la polarización y la descalificación del otro, las reflexiones profundas, llenas de contenido filosófico, humano y poético, como las que usted hace, brillan por su ausencia? ¿Cómo va a sorprenderse si aquí destruyeron esa confianza pública y esa credibilidad que usted irradia y lucha por reconstruir? ¿Cómo va a sorprenderse si en este país muchos de los que detentan el poder nos tienen acostumbrados a que anteponen sus intereses particulares a los intereses del Estado, hasta el punto de que se les borran los límites entre lo que es de ellos y lo que nos pertenece a todos y, por eso, no tienen inconveniente en gastarse la plata de nuestros impuestos en viajes y beneficios personales? ¿Cómo va a sorprenderse si aquí muy pocos tienen el valor de ponerles el tatequieto a las multinacionales (en este caso las farmacéuticas) y al gobierno gringo, como usted lo hizo, hasta lograr bajarles el precio a drogas que salvan vidas de pacientes, entre ellas las de los que sufren el cáncer que acaban de descubrirle, y hasta terminar con las fumigaciones con glifosato que también, por esas casualidades, provoca el cáncer que usted padece? ¿Cómo va a sorprenderse, ministro, si aquí muy pocos tienen el valor de decir lo que piensan y de vivir de manera consecuente con sus convicciones, como lo hace usted, que dice que es ateo y se mantiene en su posición, por más de que ahora, con poco más de 50 años, tenga temor de morir sin terminar de acompañar a su hijo a crecer? ¿Cómo va a sorprenderse si a usted no le tiemblan las piernas para dar batallas tan difíciles de librar en este país que ahora se volvió de extremas derecha y mojigatería, como aquellas en favor de la eutanasia, del aborto, de la legalización de la marihuana medicinal y del derecho a adoptar niños por parte de las parejas gais? ¿Cómo va a sorprenderse, ministro, si usted no descansó hasta que desterró la politiquería del Ministerio de Salud, gracias a su desapego del poder, por lo cual no transa y no le importan las consecuencias de no hacerlo? ¿Cómo va a sorprenderse, si en vez de anhelar ser presidente, como todos los políticos de este Macondo, usted quiere, al final de sus días, ser profesor de bachillerato de un pueblo anónimo o, como dice Voltaire en su Cándido, cuidar un jardín? ¿Cómo va a sorprenderse, ministro, si su sensibilidad le permitió convertir en su “guía, en una suerte de oración pagana”, como me lo dijo hace poco, el poema Lo nuestro del venezolano Eugenio Montejo, descubierto por usted gracias a que se lo escuchó a una niña, entonces estudiante de literatura, María Gómez Lara, que lo incluyó en el discurso que pronunció en la ceremonia de grado de la Universidad de los Andes?

No se sorprenda, ministro: ¿no ve que cuando usted habla o escribe nos hace sentir, como dice Montejo, que “sólo trajimos el tiempo de estar vivos entre el relámpago y el viento”?

***

¡Enhorabuena! Me alegra que Rodrigo Londoño, antes Timochenko, se esté recuperando de su percance de salud. Así tendrá la energía para seguir trabajando, de la mano de sus compañeros y del Gobierno, en la consolidación de la paz.

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PATRICIA LARA SALIVE

JUNIO 29 2017

Ese odio que nos arrastra…

“…Ay, esos otros sentimientos, / debiluchos y torpes. / ¿Desde cuándo la hermandad / puede contar con multitudes? / ¿Alguna vez la compasión / llegó primero a la meta? / ¿Cuántos seguidores arrastra tras de sí la incertidumbre? / Arrastra solo el odio, que sabe lo suyo”.

Wislawa Szymborska, El odio, fragmento.

“Hay un buen número de colombianos que considera la paz una derrota”, afirmó la revista Semana a raíz de la entrega de armas de las Farc y de su terminación como movimiento armado.

¿Cómo puede ser eso posible?, me pregunté al leer el comentario. ¿Cómo puede no alegrarse el país entero ante el arribo de la noticia más importante del último medio siglo, esa que definitivamente parte en dos la historia de Colombia, esto es, el fin de la guerra con el movimiento guerrillero más antiguo y poderoso de América Latina, las Farc, una guerrilla que ninguno de los últimos presidentes (Guillermo León Valencia, Carlos Lleras Restrepo, Misael Pastrana, Alfonso López, Julio César Turbay, Belisario Betancur, Virgilio Barco, César Gaviria, Ernesto Samper, Andrés Pastrana, Álvaro Uribe I y Álvaro Uribe II) había podido derrotar; una insurgencia tan arraigada en vastas zonas campesinas que ni siquiera el más guerrero de los guerreros, Álvaro Uribe Vélez, había conseguido que le entregaran un solo fusil? ¿Cómo es posible que el país no se levante de pie a aplaudir el mayor logro de su historia?

“Eso se debe a que en el último año de las negociaciones de paz ya había bajado sustancialmente la violencia atribuible a las Farc”, decía el analista Héctor Riveros, “y a que muchos otros factores de violencia siguen activos (Eln, Clan del Golfo, etc.)”, agregaba.

O se debe a que “la predisposición positiva de los colombianos hacia la paz se perdió tras la negociación fallida con las Farc en el Caguán”, comentaba el senador Antonio Navarro, y a que “las Farc intentaban por la fuerza ganar espacio en la negociación, pero lo perdían en la opinión pública, y sólo al final le dieron importancia”, añadía.

¿O será, como dice el escritor Héctor Abad, que el país es “alérgico a las buenas noticias”? Y que “el medio país de viudas del poder, cuando empezó el proceso de paz, dijo que las Farc nunca firmarían un acuerdo.

 

Cuando lo firmaron, que era un pésimo acuerdo. Cuando lo cambiaron siguiendo las sugerencias de los del No, entonces dijeron que no lo cumplirían. Cuando lo empezaron a cumplir desmovilizándose y yendo a las zonas de concentración, que no entregarían las armas. Y ahora que llega la entrega de armas, vuelve y empieza la misma retahíla de negación y mentiras”.

O, me pregunto, ¿será que nos asusta vivir sin un enemigo al cual acusar de nuestra propia maldad y más fácil que mirarnos al espejo nos queda mirar hacia esos malos que allá nos matan y nos secuestran?

¿O también será que los que se niegan a aceptar las evidencias de que el proceso de paz culminó con éxito llevan a cuestas montañas de rabias, de resentimientos personales, de odios y de envidias que hacen que se identifiquen de inmediato con quien enarbola la bandera del odio movilizado por su propia e irremediable envidia?

¿O será que de odiarnos tanto y durante tanto tiempo, como en el poema de Szymborska, ya no nos mueven ni la compasión ni la hermandad y sólo el odio nos arrastra?

Quizás sea todo a la vez…

Pero ya es hora de que nos desprendamos de nuestro caparazón de envidias y de odios y de que empecemos a caminar livianos, y en paz…

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PATRICIA LARA SALIVE

MAYO 11 2017

Revocatoritis y referenditis

“¡Oh democracia, bendita seas, aunque así nos mates!”.

Esa frase, que le oí alguna vez a papá, hizo parte del discurso que el conservador Guillermo Valencia pronunció ante la tumba del general liberal Rafael Uribe Uribe, quien había sido asesinado. Vuelve ahora a mi memoria a raíz del complejo tema de la proliferación de referendos, consultas e intentos de revocatorias de mandatarios locales.

¿Son malos esos mecanismos de la democracia? ¿O son buenos pero nos quedaron mal diseñados y se están prestando para que los políticos y los fanáticos, o ambos, abusen de ellos y hagan inmanejables los municipios y el país? ¿O están perfectos así?

Examinemos primero el esperpento de Viviane Morales, una mujer inteligente que se dejó obnubilar por el fanatismo religioso, y cuyo referendo, ahí sí ¡gracias a Dios!, lo hundió la Cámara de Representantes a pesar del apoyo del uribismo: dado nuestro déficit de adopciones, en la práctica, de haber sido aprobado, habría privado a muchos niños abandonados del derecho a crecer con amor, al ser adoptados por mujeres u hombres solteros, madres cabeza de familia o parejas del mismo sexo, que los hubieran querido como a hijos. ¿Habría sido válido someter a referendo un derecho de los niños y, además, hacerle gastar al fisco los 280 mil millones que hubiera costado el disparate?

¿Y qué tal la consulta popular sobre si se reanudan o no en Bogotá las corridas de toros? Si se convoca para un día diferente al de las elecciones, le costaría a la ciudad cerca de 35 mil millones. Si coincide con comicios, valdría 75 por ciento menos. ¿Obligar a la ciudad a gastar ese montón de plata en una consulta especial para decidir esa bobada no es una idiotez? ¡Que ese dinero se invierta más bien en mejorarles las condiciones de vida a los niños abandonados! ¡Porque uno puede decir que pobrecitos los toros! Pero como la plata no alcanza para todo, nos deben preocupar mucho más los pobrecitos niños.

¿Y qué tal las revocatorias de mandatarios locales? En este momento, 100 de ellos, entre los que figuran cinco gobernadores y cinco alcaldes de capitales, empezando por el de Bogotá, Enrique Peñalosa, están en peligro de ser revocados. ¡Y esos procesos le costarían al erario cerca de 200 mil millones! Y sus mandatos serían revocados un año y medio o dos después de haberse posesionado y, en muchos casos, se justificarían con el argumento de que los elegidos no han cumplido con su programa de gobierno. Pero ¿puede cumplirse en un año o dos con un programa, cuando la aprobación y puesta en ejecución del nuevo presupuesto toma un año o más y, después, lograr que algo surta los trámites legales y se haga, en este país de leguleyos, es tarea de titanes?

Así me regañen los lectores, creo que hay que racionalizar la democracia: establecer, entre otras cosas, que los derechos no pueden someterse a plebiscitos; que las consultas populares, del estilo de la de los toros, sólo puedan realizarse si coinciden con unas elecciones; y que las revocatorias de los mandatarios locales por incumplimiento del programa únicamente se hagan a partir del tercer año de posesionados, o en cualquier momento si se les comprueban hechos de corrupción. ¡Pero los gobernadores y alcaldes tienen que poder administrar sus localidades sin perder tiempo evitando que los derrotados los tumben con cualquier disculpa!

Así que, parodiando a Valencia, mejor sería decir: ¡oh democracia, bendita seas, pero no nos mates!

Nota: Esta columna reaparecerá en un mes.

PATRICIA LARA SALIVE

MAYO 4 2017

Dilatando el caos

Hace poco, el escritor William Ospina, quien ha defendido la revolución chavista, le escribió una carta a su amigo, el presidente Nicolás Maduro, en la que le decía, en medio de alabanzas, que “las revoluciones tienen sus pausas y sus reveses”; que “el poder desgasta y las comunidades terminan sintiendo que la alternación es necesaria”; que “hay que afrontar el escrutinio popular aceptando con fortaleza la posibilidad de un resultado adverso, porque es evidente que la fuerza de este cambio es tan grande, que el chavismo ya no desaparecerá de la vida venezolana”; que “el chavismo no debe cometer el error de aferrarse innecesariamente a unos cargos que sólo valen si son indiscutibles”; y que le hace la siguiente propuesta: que “el gobierno mantenga sus atributos legales y cumpla su período sin vacilación(…), pero tome cuatro decisiones que demostrarán su confianza en la propia causa y su grandeza histórica: convocar a las elecciones regionales aplazadas, fijar la fecha de las elecciones presidenciales, conceder una amnistía presidencial a los prisioneros por causas políticas y revocar la inhabilitación de líderes de la oposición”.

“Estos cuatro gestos”, continúa Ospina, “desactivarán el peligroso caldero de una confrontación civil y le demostrarán a la oposición y al mundo que el chavismo(…) sólo se propone conservar el poder mientras el pueblo se lo confirme y está dispuesto sin miedo a pasar a la oposición si el pueblo se lo ordena”.

Y concluye: “la visión de Hugo Chávez (…) es para un siglo. Ahora depende de usted que esa visión estratégica conjure los peligros de la violencia”.

Sin embargo, Maduro, torpemente, desatendió el llamado de su amigo y se empeñó en buscar un camino mucho más tortuoso: el de convocar a una Asamblea Constituyente que modificaría la Constitución chavista, esa misma que Chávez dijo que debería durar cien años, y cuyas convocatoria, expedición y ratificación, en 1999, surtieron un proceso democrático que nadie puede cuestionar.

Puede que la Constituyente le sirva a Maduro para distraer un tiempo a los venezolanos. Pero, mientras tanto, la inflación seguirá al galope (ya va por el 700 por ciento), la escasez de drogas y alimentos continuará, la clase media se desesperará aún más, las marchas de la oposición seguirán, la represión aumentará, los muertos en los disturbios crecerán, la opinión internacional incrementará su presión contra Maduro y el temido momento en que no puedan pagarse los compromisos de la deuda externa llegará tarde o temprano. A no ser que se produzca un milagro, que los precios del petróleo suban considerablemente y que Maduro se consiga unos genios que le enderecen las finanzas. Pero nada de eso parece probable. Y si el resultado de la Constituyente es que Maduro, con menos del 20 por ciento de aceptación, se atornilla más en el poder e impide que se realicen las elecciones regionales y presidenciales, la situación se le puede volver inmanejable.

¿Hasta cuándo, por más pacífico que sea ese pueblo, mantendrá su paciencia? ¿Cuándo la rabia y la frustración llegarán al extremo de generar en Venezuela un estallido del estilo del que hubo en Colombia el 9 de abril?

El Che Guevara decía que la lucha armada se volvía viable cuando se cerraban todos los canales democráticos. De manera que si Maduro se empeña en acabar de cerrarlos, la crisis económica continúa y el descontento de los venezolanos llega al límite, la violencia se les convertirá en el único camino. Y Maduro sería el responsable del desangre.

PATRICIA LARA SALIVE

ABRIL 27 2017

¡Y el horror no para!

Después del rapto, violación, tortura y asesinato de la niña de 7 años Yuliana Samboní, el pasado 4 de diciembre, por parte de Rafael Uribe Noguera, el país se conmovió profundamente, y hubo miles de llamados de alerta y de titulares del estilo de “¡Que no sea repita!”, “No más”, etc.

Pero esta semana nos enteramos de que una bebita de ¡apenas cuatro meses! fue violada en el Meta por un soldado de 19 años, que era hermanastro de la madre de la niña. Y también supimos que, en el Tolima, otra niña de tres años había muerto luego de haber sido violada y golpeada bestialmente. Y además leímos que en Soledad, Atlántico, otra criatura de 11 años había sido raptada y violada pero que, afortunadamente, había logrado huir antes de que el depravado la matara.

Y de nuevo se produjeron protestas, y marchas, y pedidos de condenas ejemplarizantes. Y la directora de Bienestar Familiar, Cristina Plazas, solicitó que se estableciera la cadena perpetua para los violadores de menores. Y una vez más se repitieron en los medios las aterradoras estadísticas y se dijo que, el año pasado, hubo17.908 casos de abusos de menores y que, en el primer trimestre del 2017, ha habido 4.135 llegados a Medicina Legal.

Ello da un promedio aterrador: más de dos niños por hora son violados en este país. Pero esos son los casos que se reportan. ¿Cuántos serán los que no? A juzgar por el aumento de 300 por ciento en las denuncias, que se produjo a raíz de que en diciembre se dio al servicio el número telefónico 141 para que la gente reportara las violaciones de menores y el maltrato infantil, podría pensarse que cerca de 14.400 niños son violados o maltratados diariamente en Colombia.

¿Y qué será de la vida de esos niños cuando sean adultos? Muy probablemente, muchos de ellos, si no reciben tratamiento sicológico adecuado, se convertirán en personas proclives a la violencia y al abuso.

Razón tiene la directora de Bienestar Familiar al decir que, “durante décadas, al país se le olvidó invertir en el núcleo de la sociedad, que es la familia”, y de afirmar que “se debe instruir a los papás en temas de crianza y resolución de conflictos para que el hogar sea un lugar donde haya amor, respeto y tolerancia”.

Pero fuera de los golpes de pecho que nos damos a menudo, ¿qué se ha hecho en concreto? ¿Qué escuelas de padres existen o ha organizado el Estado? ¿Qué talleres o terapias de grupo promueve el gobierno para que las madres y los padres sanen sus problemas y no dejen que esa violencia interior que llevan adentro se vuelque sobre sus hijos? ¿Qué política seria de Estado se ha diseñado para solucionar el problema de la salud mental y para prevenir que él se profundice?

Normalmente se habla de establecer penas máximas contra los violadores, de hacer que se pudran en la cárcel, etc. Que haya sanciones drásticas y se cumplan, está muy bien. Pero con sólo ellas no se soluciona el asunto.

Colombia es un país que tiene ocho millones de víctimas y que, por supuesto, está enfermo a causa de la guerra. Si a ello se le agrega la pobreza y la falta de políticas sistemáticas y masivas de prevención del abuso y el maltrato, el panorama se vuelve aterrador.

Definitivamente, la atención a la salud mental y a los niños es mucho más importante en Colombia de lo que los gobiernos creen. Por ello las políticas de infancia y de familia no tendrían por qué estar relegadas a las oficinas de las primeras damas de turno, sino que es el Estado entero, desde el presidente para abajo, el que debería darles absoluta prioridad.

PATRICIA LARA SALIVE

ABRIL 20 2017

La pelea por el cascarón

 

La renuncia de Clara López al Polo era inevitable, porque el sector que ella representa y el del Moir que dirige el senador Jorge Robledo son como el agua y el aceite, como lo eran también con el mismo Moir los otros sectores que se han ido desgranando de ese partido: el de Petro, el de Navarro, el de Lucho Garzón, etc.

Las diferencias se han ido ahondando porque Robledo se ha mostrado hostil a alianzas de tipo táctico, como las que en distintas ocasiones han surgido, lideradas por Clara López o por Lucho Garzón, para apoyar el proceso de paz de Santos. Con esas alianzas deben haber comulgado los senadores Iván Cepeda y Antonio Navarro, e incluso el exalcalde Gustavo Petro, quien ya le pidió a Clara que se una a “una alianza por la paz y la justicia social”.

Entre ellos, a pesar de las rivalidades que puedan tener, es posible lograr una unión. Pero con Robledo esa unión es imposible: sus posiciones son a veces tan intransigentes que parece más cercano al Centro Democrático de extrema derecha de Uribe que al centro izquierda. Por eso se explica que en el comunicado del Comité Ejecutivo del Polo, que esta semana separó a Clara del partido, se diga que la medida se tomó “dadas sus posiciones favorables a las (…) del gobierno de Juan Manuel Santos”, y que “el Polo Democrático ratifica su oposición frente a los gobiernos nacionales de Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos”.

Y ese es el punto: para Robledo y su combo, Uribe y Santos son la misma cosa. Pero, pensarlo así, es un disparate mayúsculo: Santos está a punto de terminar esta guerra que lleva 70 años y de ampliar la democracia colombiana, mientras que Uribe sueña con eternizarla y, así, perpetuar la exclusión política y el poder de los terratenientes y de las camarillas locales. ¡Que Santos no es de izquierda en materia económica, por supuesto que no! Pero la prioridad para la izquierda, a la que tanto ha perjudicado la existencia de la guerrilla, tiene que ser, ante todo, acabar la guerra que ya nos lleva por los ocho millones de víctimas. No puede haber confusiones: ¡se trata de salvarle la vida al enfermo! Ya después se verá cómo se le curan los otros males.

Sin embargo, además de las diferencias en las concepciones políticas entre ambos bandos, en el Polo se estaba librando la misma batalla que tantas veces se ha librado en el Partido Liberal y que ha dejado tan mal paradas a sus disidencias: la guerra para definir quién se queda con el trofeo de la legitimidad y del nombre, lo cual significa quedarse con el cascarón y con la maquinaria, y acceder a los beneficios que el Estado les concede a los partidos políticos, esto es, la financiación basada en la reposición de votos y el acceso a determinados espacios en televisión, entre otros privilegios.

Y esa guerra por el cascarón la empezó a ganar Robledo cuando consiguió la mayoría en el Comité Ejecutivo, y la acabó de ganar ahora, cuando sacó a Clara López, su principal rival, quien obtuvo la no despreciable cifra de dos millones de votos en las elecciones presidenciales.

No obstante, nadie garantiza que ese senador formidable consiga que el cascarón se le mantenga: porque a punta de restar, de excluir, de separar y de alejar militantes y líderes reconocidos, Robledo puede hacer que el Polo quede reducido a su más mínima expresión e, incluso, que no alcance el umbral y desaparezca como partido.

Y eso sí que sería triste, después de aquellos 3.600.000 votos obtenidos en el 2006 de la mano del maestro Carlos Gaviria...

PATRICIA LARA SALIVE

ABRIL 6 2017

 

Venezuela, ¿en el comienzo del fin?

Pareciera que el régimen de Maduro estaría llegando a esta sinsalida: para poder cumplir, a mediados de abril, con los compromisos de deuda que tiene Venezuela, y que casi ascienden a los US$3.000 millones, el gobierno necesita que la Asamblea Nacional lo autorice a enajenar activos petroleros. De otra manera no podría hacerlo.

Esa sería la principal razón que se escondería tras la decisión que, obedeciendo indicaciones de Maduro, tomó la semana pasada el Tribunal Supremo de Justicia, de cerrar la Asamblea Nacional y asumir sus funciones. Pero la reacción internacional fue contundente (Perú retiró su embajador en Caracas), y la dirigencia chavista tampoco se alineó totalmente con semejante decisión dictatorial e, incluso, la fiscal Luisa Ortega objetó la medida. Por ese motivo, el Tribunal Supremo de Justicia tuvo que reversarla.

Así las cosas, o Maduro llega a un improbable acuerdo con la Asamblea Nacional, en la que tiene mayoría la oposición, para que lo autorice a comprometer activos petroleros para pagar la deuda, o el país incumple y tiene que asumir las consecuencias financieras internacionales que ello conlleva.

Por ese motivo, ahora más que nunca cobra interés el planteamiento que hizo el politólogo Fernando Cepeda Ulloa en su reciente entrevista con María Isabel Rueda.

Dice él que hay que tener en cuenta que si bien puede haber tendencias dentro del chavismo que estén dispuestas a que se dé una renovación interna, debe tenerse claro que no van a permitir que fracase el socialismo del siglo XXI.

Cepeda explica que no se puede “construir una salida política en Venezuela que excluya totalmente a las fuerzas chavistas” y que, por esa razón, hay que buscar “cómo reconciliar esas dos corrientes políticas para que la sociedad venezolana encuentre un camino”.

Agrega que Colombia podría asumir el liderazgo y ayudar a que Venezuela encuentre una salida, así como ese país lideró el propósito de que Colombia consiguiera la paz.

No se trata de ayudar a Maduro, ni a la oposición, dice Cepeda, sino de “ser un protagonista, un actor neutral que contribuya no a un diálogo, que eso ya fracasó, sino a una negociación seria, de verdad. Con opciones, con salidas, que les permitan a los venezolanos(…) encontrar una fórmula política que le dé gobernabilidad democrática a ese país”.

Y la salida, como dice él, pasa por un compromiso con el chavismo. Como anotaba recientemente el New York Times, en Venezuela la gente no sólo está cansada del Gobierno, sino también de los fracasos de la oposición, que no ha hecho más que demostrar su incapacidad de darle una salida coherente a semejante crisis. Es que con una inflación de 750 %; una contracción del PIB del 6 %; una reducción de las importaciones del 85 % en los últimos tres años por la poca disponibilidad de dólares del Estado y la baja en los ingresos petroleros; un desabastecimiento de productos básicos del 60 %; escasez de medicamentos; censura de prensa; y represión, era de que la oposición hubiera logrado avances contundentes. Pero no…

Como escribía Héctor Abad, si se quedan “esperando a que un Trump o un Uribe los saquen del aprieto. Si buscan en los nefastos populistas de derecha la solución al nefasto populismo de izquierda, lamento decirlo así, están jodidos”.

Piénsenlo, señores: la salida para Venezuela, necesariamente, pasa por fórmulas inteligentes y audaces, como las planteadas por Fernando Cepeda.

* * *

El drama de los habitantes de Mocoa es infinito. Hagámosle sentir nuestra solidaridad. #TODOSCONMOCOA

PATRICIA LARA SALIVE

MARZO 30 2017

¿Marchar para que nos odiemos más?

Muchas veces hemos escuchado al expresidente Álvaro Uribe hablar de “la Patria”. Se diría entonces que se considera un patriota, es decir, una “persona que tiene amor a su patria y procura todo su bien”, según la definición de la Academia de la Lengua.

Sin embargo, el lenguaje incendiario que utiliza; su twitter virulento; sus descargas de odio que por esta vía les llegan diez o 15 veces diarias a sus casi cinco millones de seguidores; las tergiversaciones que lanza; el miedo que infunde; y los sofismas que se inventa, como ese de que “el dilema es democracia o chavezdesgracia”, indican que con su verbo lo que procura es el mal de la patria y la deformación de la percepción de la realidad, para que se piense que el bueno era él.

Y con ello hace daño, porque llena a los colombianos de pesimismo, de odio y de rabia. Y como, además, su Centro Democrático y su gobierno se han visto envueltos en toda clase de escándalos (recordemos no más los pagos y chanchullos de Odebrecht; los desfalcos a la salud y a la DIAN; los dos exministros presos por sobornar congresistas para lograr la aprobación de la reelección presidencial; el exministro condenado por beneficiarse políticamente con los subsidios de Agro Ingreso Seguro; el jefe de seguridad del presidente extraditado a EE. UU. por su relación con el narcotráfico; el primo, senador y dirigente de su movimiento político, preso por sus relaciones con los paramilitares y acusado de beneficiarse con tierras arrebatadas por estos a los campesinos, etc, etc,), y como la gente, por más que quiera a Uribe, sabe que todo eso ha sucedido, se va llenando de desesperanza y se va convenciendo de que, en Colombia, nada se puede, nada tiene remedio.

Por eso no es de extrañar que el 70 por ciento de los colombianos crea que el país va por mal camino, según una encuesta reciente de Gallup. Es que como una proporción importante de la gente cree, sin detenerse a reflexionar un instante, en lo que dice Uribe, lo más probable es que muchos se coman el cuento de que el comunismo está a punto de tomarse el poder, de que el presidente es un infiltrado del narcoterrorismo, de que este país lo maneja una banda de hampones, en resumen, de que Colombia es un desastre, como diría Donald Trump.

 

Pero ello no es así: nadie más lejano del comunismo que un aristócrata de derecha, socio del Country Club, como Juan Manuel Santos. Y la corrupción, que existe desde hace mucho tiempo, no se instauró en este gobierno. ¡No es sino que miremos para atrasito!

Por un momento tengamos en cuenta los hechos: la tasa de homicidios ha disminuido en casi dos terceras partes en los últimos 15 años; los secuestros han bajado vertiginosamente; en la sala de urgencias del Hospital Militar parece como si asustaran, pues prácticamente se acabaron los soldados heridos por la guerra; ya no hay tomas de pueblos ni asesinatos de candidatos presidenciales; cinco millones de personas salieron de la pobreza entre el 2010 y el 2016; la educación primaria llega hoy al 92 por ciento; los kilómetros construidos de vías y carreteras se duplicaron desde 2009; la esperanza de vida al nacer subió diez años y hoy llega a 74; y la economía colombiana es una de las mejor libradas en esta etapa de desaceleración latinoamericana del crecimiento.

¡Claro que falta mucho por hacer, por corregir, por depurar y por cambiar! Pero como no quiero ayudar a que se confunda más el país, no saldré a marchar mañana. Y los invito a que ustedes tampoco marchen.

PATRICIA LARA SALIVE

MARZO 16 2017

Suficientes mentiras

Nuestro principal problema no es la corrupción. Es la mentira que le sirve de caldo de cultivo. Aquí casi todos mienten. Aquí existe, como decía Diego Montaña Cuéllar (q.e.p.d.), un país formal y un país real. Aquí la Constitución y las leyes van por un lado y la realidad por otro.

Miremos no más el panorama actual:

Hay un presidente, cuya primera campaña fue financiada en parte con 400.000 dólares que dio en afiches una empresa extranjera, lo cual está prohibido por la ley, y dice que de eso no tenía ni idea.

Hay un expresidente que acusa al presidente de corrupción en la financiación de su campaña, no obstante que cuando la empresa extranjera lo financió, él apoyaba a ese candidato; y luego, en la campaña siguiente, lanzaba como candidato opositor a su ex ministro de Hacienda, cuyo estratega brasileño también fue pagado por la misma empresa. Y tanto el expresidente como su candidato dicen igualmente que de eso nada sabían, no obstante que el gerente de esa campaña era el hijo del candidato opositor.

Hay un ex procurador general que convoca a una marcha “contra la corrupción que amenaza a todos los colombianos”, y remata la cuña diciendo: “Cada vez somos más los colombianos de bien”, no obstante que él tuvo que salir de su cargo por corrupción, ante un fallo del Consejo de Estado que estableció que habría nombrado a familiares de los consejeros que lo nominaron y de los parlamentarios que lo eligieron. Y no obstante, además, como lo denunció el periodista Daniel Coronell, que “dejó prescribir la investigación por los sobornos a funcionarios en la licitación de la Ruta del Sol y la autopista Bogotá-Girardot,” porque “le ordenó expresamente a la funcionaria a cargo de la investigación que se concentrara en otros procesos” y, con el mayor descaro, publicó un video en el que dijo “que las investigaciones no prosperaron porque la Procuraduría no tuvo suficientes pruebas”.

Hay un expresidente —el mismo— que también invita a la marcha y enarbola la bandera anticorrupción, a pesar de que en su gobierno hubo múltiples escándalos, como el de los sobornos de Odebrecht para lograr multimillonarios contratos, Saludcoop, Agro Ingreso Seguro, la Dirección Nacional de Estupefacientes, el involucramiento de su jefe de seguridad en negocios de narcotráfico y, como si fuera poco, la compra de su reelección con base en que ministros suyos habrían sobornado a dos parlamentarios para lograr la mayoría necesaria con el fin de que se cambiara el artículo de la Constitución que la prohibía. Por supuesto, este expresidente dice que nombró a sus funcionarios convencido de que eran santas palomas y que, de toda la podredumbre de su gobierno, nada sabía, como también hay otro expresidente que dice que la financiación de su campaña por el narcotráfico ocurrió a sus espaldas.

¡Aquí nadie sabe nada! Pero hay una cosa que sí saben todos: que fueron elegidos con el apoyo de corruptos. Y que con tal de que les consiguieran votos, se hacían los locos ante sus prácticas, y poco les importaba rodearse de bandidos.

De modo que si se quiere que el país cambie, el Consejo Nacional Electoral tendría que dictar las sanciones que corresponden por la financiación de campañas por parte de una empresa extranjera. Y ello implicaría que les quitara la personería jurídica a los partidos que apoyaron a uno y a otro candidato, o sea, al Centro Democrático, al Partido Conservador, al Partido de la U, al Liberal y a Cambio Radical.

Así empezaría a lucharse contra la corrupción.

PATRICIA LARA SALIVE

MARZO 9 2017

Horrores desapercibidos

Ha pasado desapercibido, justo en vísperas de la celebración del Día Internacional de la Mujer, uno de los más atroces horrores cometidos contra las menores en este país. Y ha quedado impune, como casi siempre ocurre:

Al paramilitar caldense Hernán Giraldo, extraditado en el 2008 por el Gobierno de Uribe a EE. UU., una Corte Federal de Washington lo acaba de condenar a 16 años de prisión por narcotráfico, y es de suponer que le descuenten, por lo menos, el tiempo que lleva preso, es decir, que deberá estar libre a más tardar en siete años, sin haber sido juzgado ni condenado por las centenas de violaciones que cometió cuando se paseaba como “El Patrón” de la Sierra Nevada de Santa Marta, matando por doquier con la complicidad de políticos y violando a las niñas que le venía en gana. Por eso lo apodaban “El Taladro”, pues usaba ese instrumento para torturar a sus víctimas, y violaba a las vírgenes aprovechándose, en muchos casos, de la ignominia de los padres que le entregaban a sus hijas para que abusara de ellas a cambio de unos pocos millones de pesos.

El Gobierno de Colombia debería pedir la extradición de Giraldo para juzgarlo y condenarlo aquí por violación de menores. Pero, además, el fiscal general, Néstor Humberto Martínez, tiene que investigar, capturar y hacer que se juzgue de inmediato, lo más férreamente posible, a los padres y madres que les vendieron sus hijas no sólo a Hernán Giraldo, sino a tantos monstruos que deambulan campantes.

 

Testimonios de casos así hay innumerables en las investigaciones hechas por el Centro de Memoria Histórica.

“Se trataba de una costumbre del campo”, llegó a afirmar Giraldo. Y en otro testimonio se indicó: “Yo conocí tres muchachitas que fueron vendidas por sus padres a Hernán Giraldo, una era de 12, otra de 13 y otra de 15 (…) yo estaba en la casa de él cuando llegaron. Cuando eso sucedía, él mandaba a todos los que estaban en la casa a encerrarse en un cuarto y el que observara algo, ¡que se atuviera a las consecuencias! Yo observaba cuando llegaban el papá o la mamá junto con la menor. Hernán les pagaba (…) se quedaba con la menor en un cuarto”. Y otra testigo manifestó: “Él era el patrón y todo allá era para el patrón: la mejor gallina y la mejor niña”.

 

¡Qué horror! ¡Eso sucedió en este país! Y es inaudito que casos semejantes se repitan con frecuencia. Incluso esta semana la prensa contó la historia de una niña de 13 años que no entendía por qué su madre no la dejaba salir sola, la mantenía encerrada con llave y no le permitía tener novio ni amigos.

 

Después lo supo: su mamá había vendido su virginidad: un día se la entregó a una mujer que le tomó fotos, le examinó la vagina, le advirtió bajo amenazas que debía hacer lo que le pidieran sin decir una palabra y se la llevó a un viejo gordo y agresivo que le hablaba en inglés. El tipo la desnudó y la violó. A su mamá le dieron un celular Nokia y dinero para pagar una deuda y comprar mercado.

 

El fiscal Martínez tiene que hacer algo tan eficaz en favor de nuestras niñas como lo que está haciendo contra la corrupción. Debe castigar ejemplarmente a los padres y madres que comercian con los cuerpos de sus hijas, y capturar y procesar a los violadores o cómplices de su violación y secuestro, así sean ellos generales de la República, como denunció que fue su caso la valiente periodista Jineth Bedoya.

¡Hay que golpear ya la cultura patriarcal, generadora de todas las violencias, señor fiscal!

PATRICIA LARA SALIVE

MARZO 3 2017

 

O se unen o se suicidan

Si alguien sabe de política es Álvaro Uribe. Por eso ya le pidió a la extrema derecha que se una para llegar a las elecciones con un solo candidato. Por eso también ya llamó al orden a los dirigentes de su partido y les solicitó que dejen de pelear. Y como su autoridad nadie la cuestiona, le obedecerán. Así que seguro la extrema derecha se presentará monolítica a la primera vuelta.

¿Y mientras tanto los demás qué?

Por un lado, el vicepresidente Germán Vargas, de derecha, quien se ha mantenido distante del proceso de paz, y pronto lanzará su candidatura, ha coqueteado con el Partido Liberal, pero sin buenos resultados. Hay quienes creen que se acercará a Uribe. Sin embargo eso no es fácil porque el distanciamiento personal entre ambos es profundo.

Y en el centro y la izquierda reina la confusión: sólo dos se han lanzado al ruedo: Claudia López, por el Partido Verde, quien recoge firmas a favor de su consulta anticorrupción; y Jorge Robledo, candidato del Comité Ejecutivo del Polo Democrático, quien dice que se propone unir a su partido, en lugar de aglutinar a todas las fuerzas que no pertenezcan a la extrema derecha, que sería lo sensato. Los demás se sabe que aspiran, pero no cómo piensan llegar: en el Partido de la U suenan desde el senador Roy Barreras hasta el embajador en Washington, Juan Carlos Pinzón; en el Liberal, desde el senador Juan Manuel Galán, hasta el ministro Juan Fernando Cristo, pasando por la senadora Viviane Morales, que se propone reunir el voto cristiano. En la izquierda, aspiran desde la ministra de Trabajo, Clara López, hasta el exalcalde Gustavo Petro. En el centro, está el exgobernador Sergio Fajardo, organizando bases y diciendo que, partiendo de que hay que respetar los acuerdos de paz porque hacerles tratmpa implicaría regresar a la violencia, hay que centrarse en la lucha contra la corrupción y las desigualdades, que se superan permitiendo que todos tengan el mismo acceso a la educación. Finalmente, Humberto de La Calle, exjefe del equipo negociador, ha pedido que se conforme, antes de la primera vuelta, una coalición de todos los partidos que defienden el acuerdo de paz, para impedir que el Centro Democrático lo modifique si llega al poder.

Algunos de los aspirantes han dicho que sería suicida que el sector progresista no hiciera una coalición.

 

Pero no tienen claridad de cómo lograrla. ¡Ya Robledo anunció que no se unirá con De La Calle porque colaboró con Santos! Todo indica que es muy difícil que el candidato único lo escojan por la vía institucional: se requeriría que cada partido hiciera consultas internas y que después se realizara una consulta interpartidista que escogiera al candidato único. Y eso, probablemente, ocurriría en las elecciones parlamentarias de marzo, dos meses antes de las presidenciales, cuando ya la extrema derecha llevaría mucho tiempo en campaña. En ese escenario, el riesgo de no pasar a la segunda vuelta sería altísimo.

Así que más vale que Sergio, Claudia, Humberto, Petro, Robledo y Clara depongan sus egos para que, por ejemplo, acuerden que, en agosto, las seis principales encuestadoras realicen sondeos con idéntica metodología, y que quien obtenga en promedio la mayor ventaja sea el candidato único de este sector y busque acuerdos con el Partido Liberal y la U, para que todos se presentaran con el mismo candidato a la primera vuelta.

De lo contrario, la segunda vuelta se la disputarán el uribismo y Vargas Lleras.

Así que en sus manos está: o se unen o se suicidan.

PATRICIA LARA SALIVE

FEBRERO 23 2017

¿Confusión en la cumbre?

Que ahora se presente un proyecto de reforma política que va a distraer al Congreso de su tarea prioritaria, esto es, sacar adelante las leyes y reformas constitucionales que, utilizando el mecanismo del fast track, deben aprobarse para que se implementen los acuerdos de paz, es un absurdo.

Y que se pretenda utilizar esa vía rápida para aprobar esa reforma es abusar de una facultad que se instauró únicamente para sacar adelante los asuntos relacionados con la paz.

Y que, para rematar, el presidente no esté de acuerdo con todos los puntos de la propuesta presentada por su ministro del Interior, es una inconsistencia inexplicable.

En efecto, según reportes de prensa, si bien el presidente apoya varios puntos de la reforma política, no comparte tres ejes fundamentales de ella.

Santos está de acuerdo con que se elimine la Vicepresidencia que les ha traído tantos dolores de cabeza a los presidentes, y se restaure la figura del designado, como existía antes. También está de acuerdo con que se amplíen a cinco años los períodos del presidente y de los jefes de los organismos de control y con que se elimine la posibilidad de que estos sean reelegidos, como ocurre ya con el presidente de la República. Le parece bien que, para abaratar los costos de las campañas y reducir la corrupción, el Estado las financie en un ciento por ciento. Y aprueba que se regrese a las listas cerradas para Congreso, de manera que no se vote por una persona sino por un partido. Esos puntos son positivos, indudablemente, pero no es el momento de presentarlos: al Gobierno apenas le faltan 18 meses y no puede dilapidar el poco capital político que le queda en esa discusión no prioritaria. Además, con esa reforma, tampoco se depurarían definitivamente las costumbres políticas. Y, en cambio, sí se distraería la atención del Congreso de su tarea fundamental.

Los puntos de la reforma en los que el presidente no está de acuerdo son: que se establezca el voto obligatorio, que se habilite para votar a los mayores de 16 años y que se permita que los ciudadanos propongan leyes prioritarias por la vía digital.

Ante la confusión que existe sobre quién propuso la reforma, uno se pregunta: ¿será que fue presentada por el ministro Cristo al Congreso sin consultársela al presidente? Si así fuera, Santos tendría que destituirlo.

 

¿O será que el presidente y el ministro apenas conversaron por encimita del tema y Cristo presentó el proyecto con “sus miquitos,” como dijo el presidente? Si así fuera, el presidente tendría que pensar en no delegar tanto las tareas de su gobierno, en microgerenciar un poco más, así con ello se pareciera a Uribe, quien prácticamente no dejaba actuar a sus subordinados (no obstante que ahora, ante los escándalos de corrupción de su gobierno, dice que de esos asuntos nada sabía), y en hacer que las cosas se hagan y no sólo se planeen. Porque Santos puede pasar a la historia como el gobernante que consiguió el milagro de la paz, y que además la consolidó de manera definitiva. Pero también puede ser recordado como el presidente que se empeñó en conseguir la paz pero que, al final, al no hacer que se cumplieran los compromisos del gobierno, le generó al país quizás la mayor frustración de su vida. Y eso sólo se evita si el presidente, ya, personalmente, toma las riendas de la situación, se le juega para que no haya más asesinatos de líderes sociales y vigila muy de cerca, y a diario, que cada uno los compromisos de La Habana se vuelvan realidad.

PATRICIA LARA SALIVE

FEBRERO 17 2017

 

¡Conejo no, por Dios!

En reciente columna, Rudolf Hommes, alarmado por el asesinato de líderes sociales y el copamientos por parte de grupos delincuenciales de zonas abandonadas por las Farc, hizo una propuesta que merece tenerse muy en cuenta: la de “organizar veedurías ciudadanas, movimientos de opinión (y) activismo político para obligar a los dirigentes a actuar con responsabilidad y evitar que caigan en la tentación” de ponerle un imperdonable conejo a la paz.

Es que no puede dejarse prosperar la idea de que la paz ya está chuleada, que los acuerdos de La Habana pueden modificarse y que no sería mala idea incumplirles a las Farc.

¡No, señores! Esos acuerdos son inmodificables por alguna de las partes, pues son el producto de un consenso entre dos bandos, el Estado y las Farc, que estaban en guerra y que, en virtud de ellos, pactaron la paz. Si algún cambio se quiere introducir, debe ser el resultado de un pacto entre el Gobierno y las Farc. Cualquier otra cosa, equivaldría a una trampa que redundaría en que, más temprano que tarde, volviera a estallar la guerra con otro nombre, guerra protagonizada entonces por exguerrilleros que se sentirían desprotegidos y burlados, y por campesinos frustrados y desengañados, pues habrían creído en los nuevos planes e incentivos que para sustituir cultivos ilícitos y aumentar sus ingresos, les prometía un gobierno mentiroso.

Ese conejo que el uribismo, y con él tantos amigos del Country, y del Jockey, y de Los Lagartos, y del Gun Club, quisieran ponerles a las Farc, sería, nada menos que la legitimación de la rebelión armada contra un Estado tramposo, en cuya palabra, ya se habría comprobado que no se podría creer.

De manera que la sociedad civil, impulsada por esos jóvenes entusiastas que salieron a la calle para impedir que después del plebiscito fracasara la paz, tiene que constituirse ahora, como dice Hommes, en veedora de los acuerdos, de modo que se garantice la seguridad de los desmovilizados de las Farc y de sus bases de apoyo; que se obligue al Ejército a ocupar de manera permanente las zonas que dominaban las Farc, con el fin de que impidan que en ellas se libre una guerra peor, protagonizada por bandas de narcotraficantes y de usufructuarios de la minería ilegal; y que se presione a los ministerios de Agricultura y del Postconflicto para que los acuerdos sobre tierras se cumplan ya y para que se doten las zonas de desmovilización de los servicios y comodidades mínimas prometidas.

En este momento —y debemos aceptarlo—, el buen ejemplo lo están dando las Farc, que con sus más de seis mil hombres y mujeres, decenas de las cuales aprovecharon los primeros minutos de la paz para satisfacer su anhelo de convertirse en madres, llegaron a las zonas de desmovilización de manera ordenada, confiando en la palabra del Gobierno, no obstante que en ellas aún no había ni servicios públicos.

De modo que ahora le toca al Estado cumplir. Por fortuna, en un mes estará actuando como vicepresidente el general Óscar Naranjo, cuyas metas principales son lograr que se implementen y se cumplan los acuerdos de paz e impedir que se asesine a un solo líder social más. ¡Es una gran responsabilidad que Naranjo sabrá cumplir mejor que nadie! Pero, obviamente, le quedaría mucho más fácil ejercer su tarea si los jóvenes, y la sociedad civil, y todos, nos dedicáramos a presionar a cada uno de los estamentos del Estado para que, en lo que a cada cual le corresponde, cumplan los acuerdos.

En ese caso, al paz sería irreversible.

PATRICIA LARA SALIVE

FEBRERO 7 2017

Dos ideas para el gobierno y el Eln

Para llegar al meollo del asunto digamos que en estas negociaciones hay dos puntos clave: para el Gobierno, el principal es la renuncia al secuestro por parte del Eln. Y para el Eln, el fundamental es la participación de la sociedad civil en el proceso y la ampliación de la democracia.

El secuestro, de una manera absurda y carente del menor sentido político, es reivindicado por el Eln como una fuente legítima de financiación de su lucha. Ese es un punto que la sociedad colombiana jamás va a aceptar ni a entender y que el Eln debe tener claro. Pero si el equipo negociador del Gobierno lograra convencer al Eln de que el cese al fuego bilateral que pide se extienda también a un cese de hostilidades, lo que implicaría que el Eln dejara de secuestrar, se destrabaría ese punto tan complicado.

 

Por supuesto que el Eln preguntaría que si deja de secuestrar, ¿cómo se financiaría? Recordemos que alguna vez, durante el gobierno de Uribe, se avanzó un poco en la posibilidad de que un fondo especial financiara al Eln durante el proceso de paz. De modo que si se lograra alguna solución de ese estilo (cese bilateral del fuego y de las hostilidades, a cambio de alguna financiación al Eln por un tiempo determinado, que bien podría provenir de la comunidad internacional) se daría un salto hacia esa paz esquiva, y se le abriría la puerta a la participación efectiva de la sociedad civil.

 

Ahora, el punto de la participación de la sociedad civil, tan clave para el Eln, y que es tan loable desde el punto de vista filosófico, si no se reglamenta, y si no se aclara bien quiénes representan a la sociedad civil y cómo participan en las conversaciones, puede convertirse en el motivo del fracaso del proceso.

 

Por eso quiero sugerirle al Eln que tenga en cuenta esta magnífica idea que les oí a amigos de la paz negociada: la de que como producto de los acuerdos de paz, se establezca la obligación, en todos los municipios y departamentos, de establecer presupuestos participativos, es decir, que la comunidad, reunida en cabildos abiertos, decida cómo se gastan los presupuestos de inversión, vigile su ejecución e incluso, aporte trabajo y recursos, para que esas obras que desea y necesita se ejecuten con eficiencia.

Así no sólo se lograría la participación permanente de la sociedad civil en el rumbo de los gobiernos locales, pues lo que determina a quién beneficia un gobierno es el uso que hace de sus recursos, sino que además se acabaría la corrupción o, por lo menos, se reduciría a niveles ínfimos.

Piénsenlo, amigos...

PATRICIA LARA SALIVE

FEBRERO 3 2017

Ante el tsunami de Trump

A propósito de la embestida del presidente Trump contra México, circula vía WhatsApp un video que, con el sonido de fondo de un mariachi que interpreta el Son de la Negra (“negrita de mis pesares/ ojos de papel volando,/ a todos diles que sí,/ pero no les digas cuándo;”), y con una sucesión de preciosos paisajes de México y de letreros que dicen, por ejemplo, “si queremos rescatar al hermoso país tenemos que unirnos”, indica lo que tenemos que hacer:

Simplemente, decirles adiós a Disney World, Nueva York, Miami, Las Vegas, California y, en cambio, visitar Ciudad de México, Cancún, Los Cabos, Puerto Vallarta y Acapulco; dejar de comprar carros Ford, Chevrolet y Chrysler, y preferir los Toyota, Nissan, Audi, Honda, Mazda, BMW y Kia; no volver a Starbucks, Mc Donalds, Burger King y Home Depot (su propietario dijo que apoyaba a Trump para que levantara el muro), y comer tacos, tortillas y guacamole; cambiar el whiskey por el tequila; no comprar en las tiendas de alimentos gringos sino en los mercados de la esquina; olvidarnos de su Papá Noel y adoptar nuestro pesebre; en resumen, no consumir nada “made in U.S.A”, sino comprar lo hecho en México, o mejor, lo hecho en Colombia, o en cualquier país de América Latina.

Como decía el magnate Carlos Slim, ante las absurdas medidas de Trump contra México, la única alternativa es fortalecer el mercado interno. Nos toca hacer eso, además de estrechar las alianzas entre los países latinoamericanos y acercarnos más a Europa y a Asia. Porque al paso que vamos, el muro que Trump pretende construir a lo largo de la frontera entre EE. UU. y México bien puede convertirse en un muro entre EE. UU. y el mundo, con la curiosa excepción de Rusia.

Por ejemplo, es muy diciente la circular que a fines de la semana pasada les envió la Universidad de Harvard a todos sus estudiantes extranjeros. En ella les advirtió que la orden ejecutiva de Trump prohibiendo el ingreso y reingreso a EE. UU. a los oriundos de Irán, Irak, Libia, Somalia, Sudán, Siria y Yemén “contempla que nuevos países puedan adicionarse a la lista. Por ello, les dijo: “dada la posibilidad de que ocurran cambios en la políticas gubernamentales que puedan entrar en efecto de inmediato, todos los extranjeros deben evaluar cuidadosamente si realmente vale la pena correr el riesgo de viajar fuera del país”. Y en caso de que tengan que salir del territorio, la Universidad les sugirió que le informen su itinerario y que, si no son readmitidos en EE. UU., de inmediato se lo hagan saber a Harvard para que les brinde la asistencia que requieran.

El peligro de que lo que empezó como una cacería contra musulmanes y mexicanos se extienda a los colombianos es grande, dado el aumento de los cultivos de coca en el país y el hecho de que las Farc no han sido excluidas de la lista de terroristas y ya están cobijadas por el proceso de paz. Si la sustitución de cultivos no tiene el éxito esperado y este año no hay una disminución radical de ellos, fácilmente entraríamos a hacer parte de la lista negra y a ser objeto de represalias comerciales. De hecho ya estamos en una lista de observación, y esta semana devolvieron a la primera colombiana.

 

De modo que mejor preparémonos desde ahora: comamos tamal, ajiaco y arepa de huevo; vistámonos con ropa colombiana; viajemos por el país; visitemos América Latina; protejamos nuestros mercados.

 

Fortalecer lo nuestro y unirnos mucho más entre todos los países de América Latina, es nuestra única defensa.

 

PATRICIA LARA SALIVE 

26 ENE 2017

 

¿Trump criollo a la vista?

 

Antes de hablar de política, les pregunto a Petro, a Hollman Morris y a los animalistas que se manifiestan contra las corridas de toros si eliminaron de su dieta la ingesta de carne y pollo.

¡Si no lo hicieron, serían inconsecuentes! Para no serlo, tendrían que volverse vegetarianos y no estimular, a base de consumirlos, el asesinato de los pobres animalitos a los que matan a punta de cuchilladas en la yugular. ¡De manera que, señores, a olvidarse de los sancochos y de la carne salada! Se requeriría mucha madurez política de los sectores de centro y de izquierda para lograr que uno de sus candidatos llegue a la segunda vuelta en las elecciones del 27 de mayo de 2018.

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Tal como están las cosas, hay uno que seguro estará en ella: el vicepresidente Germán Vargas Lleras, fundador de Cambio Radical, quien ya obtuvo 1’473.627 votos en el 2010 y, ahora, tiene para mostrar las carreteras, casas gratis y acueductos veredales que inaguró en la Vicepresidencia y en el Ministerio del Interior. A pesar de su carácter atravesado y de su maridaje con la clase política (que le da mala imagen en unos sectores, pero votos en otros), Vargas es visto como un ejecutor que logra hacer las cosas en un país donde muy poco se hace. Por otra parte, su lejanía, mas no su oposición, al proceso de paz, le puede generar simpatizantes entre quienes votaron en contra de los acuerdos de La Habana, y no crearle demasiadas resistencias entre quienes se abstuvieron en el plebiscito o, incluso, votaron a favor.

 

El competidor de Vargas en la segunda vuelta estaría entre una de las siguientes opciones: por una parte, el candidato uribista que se escoja mediante el mecanismo que decidan Uribe y su monolítico Centro Democrático, que sería Óscar Iván Zuluaga, Iván Duque, Carlos Holmes Trujillo, o tal vez Luis Alfredo Ramos; y, por otra, uno de los candidatos de la gazapera, a saber:

Por el Partido Conservador, Martha Lucía Ramírez, Alejandro Ordóñez y el ministro Mauricio Cárdenas.

Por el Partido Liberal: los senadores Juan Manuel Galán y Viviane Morales, el ministro Juan Fernando Cristo y el jefe de la negociación, Humberto De La Calle.

Por el Partido de la U: el senador Roy Barreras, el ministro Aurelio Iragorri y el embajador Juan Carlos Pinzón.

Por la izquierda: la ministra Clara López, el senador Jorge Robledo, Piedad Córdoba y Gustavo Petro, si se soluciona su inhabilidad.

Por el Partido Verde: la senadora Claudia López, quién sabe si Antonio Navarro, y tal vez el ministro Jorge Londoño.

Y como independiente, pero cercano a los Verdes, el exgobernador Sergio Fajardo.

Se espera que los partidos lleguen a acuerdos para realizar consultas internas.

Pero el gran desafío es lograr que quienes defendieron el proceso de paz de La Habana, algunos de los cuales tienen ahora como bandera la lucha contra la corrupción, lleguen a un acuerdo para realizar una consulta interpartidista que coincida con las elecciones parlamentarias de marzo, y que incluya a la U, a los liberales, al Polo y demás de izquierda, a los Verdes y a Sergio Fajardo.

En ese caso, con mucho esfuerzo, el candidato ganador de esa consulta podría derrotar en la primera vuelta al uribista y al conservador. De lo contrario, en la segunda estarán Vargas y Uribe, por interpuesta persona. En ese caso, y aunque ahora parezca una locura, la izquierda no tendría opción distinta que apoyar a Vargas.

Así que pilas, amigos: ¡que sus ambiciones no nos lleven a que aquí también se nos instale Trump!

PATRICIA LARA SALIVE 

19 ENE 2017

 

Sí a la consulta anticorrupción

 

Ahora que las Farc no existen como grupo armado y no monopolizan la atención de los medios, nos enfrentamos a nuestra realidad, esa que siempre ha estado ahí pero que antes no queríamos ver porque teníamos a un malo al cual echarle la culpa de toda nuestra escoria: las Farc.

 

Ya sin las Farc en la pantalla, salta a la vista lo feo de nuestra sociedad: el microtráfico, la inseguridad ciudadana, ese monstruo de estrato seis llamado Rafael Uribe Noguera, el enorme chanchullo de Reficar, el serrucho pagado por Odebrecht para hacerse a un tramo de la Ruta del Sol, la corrupción...

Y al parecer, después de la eficaz labor efectuada por el fiscal Néstor Humberto Martínez tanto en el caso de la captura de Uribe Noguera como del viceministro de Transporte de Uribe, Gabriel García, quien recibió el soborno de Odebrecht, la lucha contra la corrupción se puso de moda y parece que va a ocupar en los medios el lugar que tenían las Farc. Que así fuera sería muy importante porque, como le decía el procurador Fernando Carrillo a Yamid Amat, “lo que no hemos atacado con efectividad ha sido la cultura de la corrupción”.

De manera que si se logra que la gente denuncie a los corruptos, tanto del sector público como del privado; que no les pague coimas; que la Fiscalía los capture; que los sancionen de manera ejemplar; y que la sociedad les de la espalda, para que sientan, como decía Carrillo, que “ser pillo no paga”, la corrupción, que según el contralor Edgardo Maya vale 40 o 50 billones anuales, es decir, siete u ocho reformas tributarias, tiene que disminuir.

¡Pero esa es una tarea de todos! Por eso invito a apoyar masivamente la Consulta Nacional Anticorrupción que promueven la senadora Claudia López y su Partido Verde, la cual requiere de un soporte descomunal: cinco millones de firmas recogidas en seis meses para que sea sometida a votación, y un mínimo de 11 millones de votantes. De ser aprobada por la mayoría, el Presidente de la República tendría que expedirla por decreto si en el Congreso no pasa.

Esa Consulta Anticorrupción busca limitar a máximo tres períodos el tiempo que los elegidos pueden permanecer en corporaciones de elección popular (yo agregaría que la prohibición incluyera a los hijos y hermanos de los elegidos, de manera que se eliminen las dinastías políticas); establecer como requisito para ejercer el cargo, la publicación anual de las declaraciones de bienes, patrimonio, renta, impuestos y conflictos de interés de todos los elegidos por voto popular (yo extendería el requisito a los hijos y cónyuges); obligar a los congresistas a rendir cuentas de manera periódica y detallada; establecer que todos los presupuestos de inversión se desglosen y prioricen en Audiencias Públicas con la ciudadanía, la cual vigilaría su ejecución y su contratación; ordenar que se terminen sin indemnización los contratos entre el Estado y las personas condenadas por delitos contra la administración pública; establecer que las penas de los corruptos se paguen en la cárcel sin reclusión especial; y fijar un tope de 25 salarios mínimos para remunerar a los congresistas y altos funcionarios del Estado.

Puede que esa iniciativa sea mejorable. Pero es importante apoyarla para ayudar a crear la cultura anticorrupción. Aquí no puede generalizarse la creencia guajira de que el que no se enriquece en un cargo público es un pendejo. No. Los corruptos tienen que sentir que no tienen cabida en su entorno. Así empezaríamos a derrotar la corrupción.

PATRICIA LARA SALIVE   

12 ENE 2017

 

¡Adiós querido Obama!

 

¡Qué falta va a hacer Obama!

 

A partir del 20 de enero, cuando se posesione Donald Trump como presidente de EE. UU. y empecemos a escuchar sus disparates, sus descalificaciones y sus planteamientos llenos de concepciones que incitan a la discriminación y a la violencia, a Obama lo van a extrañar, incluso, muchos abstencionistas y otros tantos de los que votaron contra él.

Su discurso de despedida, pronunciado el pasado martes en Chicago, la ciudad donde inició su carrera política, fue especialmente inspirador y generoso con su gente, con su esposa y con su país.

A lo largo de su alocución de más de una hora se le escucharon frases como estas:

“Cada día aprendí de ustedes. Ustedes me hicieron un mejor presidente y un mejor hombre”.

“Michelle(…), tú hiciste de la Casa Blanca un lugar que le pertenece a todo el mundo. Y una nueva generación eleva sus aspiraciones porque te tiene a tí como modelo. Tú me llenaste de orgullo. Y llenaste de orgullo al país”.

“Aquí (en Chicago) aprendí que el cambio sólo ocurre cuando la gente ordinaria se involucra, se compromete, se une y lo pide”.

“El trabajo de la democracia siempre ha sido duro, polémico y a veces sangriento. Por cada dos pasos que se dan hacia adelante, a menudo se siente como si se diera uno para atrás”.

“Continuamos siendo la nación más rica, poderosa y respetada de la Tierra(...) El futuro debe ser nuestro. Pero ese potencial se realizará solo si nuestra democracia funciona. Sólo si nuestra política refleja la decencia de nuestra gente”.

“Debemos estar en guardia contra el debilitamiento de los valores que nos convirtieron en lo que somos (...) Por eso, en los pasados ocho años, trabajé para basar la lucha contra el terrorismo en un terreno legal firme. Por eso acabamos con la práctica de la tortura”. (¡Y pensar que una de las promesas de campaña de Trump fue reestablecerla!).

En su discurso, Obama se detuvo en explicar su concepción de la democracia. “La democracia”, dijo, “require un sentido básico de la solidaridad”. A su juicio, ella está amenazada por la desigualdad, el racismo y “la costumbre creciente de aislarnos en especies de burbujas tanto en los vecindarios, como en las escuelas y en las redes sociales: sólo compartimos con quienes tienen nuestras mismas opiniones; no nos mezclamos con los que piensan distinto; y nos sentimos tan seguros en nuestra burbuja, que en lugar de basarnos en evidencias, aceptamos únicamente información que encaje con nuestras opiniones, así sea falsa o verdadera”, afirmó.

Y agregó: “la política es la batalla de las ideas(...) Pero sin una referencia común sobre los hechos, sin un deseo de admitir nuevas informaciones y de aceptar que los opositores pueden tener razón en algo, y que lo que diga la ciencia importa, (…) es imposible hacer compromisos”.

Al final, el presidente se declaró optimista porque, según él, su trabajo “no sólo ha ayudado sino que ha inspirado a muchos americanos”.

“El honor de mi vida ha sido servirles”, dijo. “Y no me detendré; de hecho, estaré junto a ustedes, como ciudadano, durante todos los días que me queden. Por ahora (…) tengo una sola petición para hacerles en mi condición de presidente, la misma que les hice hace ocho años: les pido que crean. No en mi habilidad de traerles el cambio, sino en la de ustedes de conseguirlo”, concluyó.

¡Ojalá este no sea un sueño suyo más! ¡Ojalá en cuatro años, EE. UU. y el mundo se hayan sacudido la pesadilla que se aproxima!

¡Sí, qué falta va a hacer Obama!

PATRICIA LARA SALIVE 

5 ENE 2017

Le llegó la hora de decidir, Gabino

 

Comandante Gabino:

 

Me pregunto en vísperas del 10 de enero, cuando debe celebrarse en Quito un encuentro entre los equipos negociadores del Gobierno y del Eln, y definirse si arranca por fin la fase pública de las negociaciones de paz con la guerrilla que usted representa, ¿cuál sería, en esta coyuntura, la posición de ese dirigente revolucionario que fue el padre Camilo Torres, cuya ética está fuera de discusión? ¿Sería él partidario de arriesgar la paz por un secuestro? ¿Tendría él empantanadas las negociaciones de paz por la discusión de qué es primero, si el huevo o la gallina, es decir, si primero el Eln libera a Odín Sánchez y después el Gobierno nombra gestores de paz e indulta a dos presos del Eln, o viceversa?

Creo que jamás Camilo hubiera jugado de esa forma con la paz. El secuestro no es un método de lucha aceptado por el pueblo colombiano. Su práctica fue precisamente la que hizo que gran parte del país se opusiera al proceso de paz con las Farc. La defensa del secuestro no puede ser una bandera de ese Eln que dice inspirarse en los postulados de Camilo. Usted, comandante, no puede permitir que la esperanza de paz de los colombianos se hunda por su empeño de no liberar a un secuestrado, por más cuestionado que él sea. Recuerde lo que hace poco escribió el sabio jesuita Francisco de Roux: “cada secuestro del Eln destruye la dignidad de todos los del Eln y hunde en la desesperanza a todos los hogares de Colombia”.

Pero ahora cambiemos de tema y hablemos más bien de lo que hay de fondo en todos estos ires y venires y en esta indecisión del Eln sobre si se le mide o no a la paz: seamos honestos, comandante: en todo esto ronda una pregunta: ¿Quieren los dirigentes del Eln negociar la paz? ¿Cuántos de ustedes desean hacerlo? Si representan la mayoría, ¿puede usted permitir que la minoría que se opone a la paz se imponga sobre la mayoría por el temor que existe a que, si se avanza en la negociación, el Eln se divida?

Le llegó la hora de las decisiones, comandante Gabino. Como representante del Eln, usted puede optar ya por avanzar en el camino de la paz, poniéndole a ese propósito toda la voluntad política que se requiere para volverlo realidad. Claro que podría correr el riesgo de que unos mandos medios del Eln no acataran su decisión y siguieran en la guerra, como ocurrió en el caso de las Farc. Pero ya sería mucho, o casi todo, lo que se habría avanzado en el camino que conduciría al final de esa guerra que tanto ha perjudicado a los pobres de Colombia, pues les ha significado a ellos, mucho más que a los ricos, muerte, desplazamiento y pobreza.

En cambio, si usted no opta ya por dar el salto hacia la paz, por temor de que el Eln se divida en sus manos, la alternativa que le queda es permanecer en la guerra, generar más tristeza, continuar en esa lucha estéril sin perspectivas de triunfo y someter al pueblo a crueldades como las que se viven en Arauca, donde, por ejemplo, el Eln ha matado a novias de policías por el solo hecho de atreverse a amarlos.

Por el contrario, si usted decide apostarle en serio a la paz, se abre un futuro no sólo para usted, para el Eln y para sus dirigentes, sino también para esa sociedad civil que se identifica con sus postulados y que, gracias a los nuevos acuerdos de paz con ustedes, tendría una voz que sería escuchada.

Le llegó la hora de decidir, comandante Gabino. Piénselo. Y pídale a Camilo que lo ilumine.

PATRICIA LARA SALIVE

DICIEMBRE 30 2016

Los lectores se vuelven poetas

 

El 1 de septiembre, cuando comenzaba la campaña por el plebiscito, convoqué a los lectores de esta columna a que se unieran a las marchas estudiantiles por la paz, a que conformaran uno de los grupos promotores del Sí y a que nos encontráramos todos, ese mediodía, en el Parque de los Periodistas, para enfatizar nuestra voluntad de aprobar los acuerdos de La Habana y para escuchar allí a poetas y artistas, entre ellos a la cantautora Marta Gómez, quien cantaría su preciosa canción Para la guerra nada, compuesta a partir de un verso suyo escrito a propósito de la guerra entre Israel y Palestina, el cual fue continuado por artistas que respondieron su llamado a seguir la letra.

 

En esa columna invitaba además a los lectores a que se volvieran poetas y me enviaran estrofas para componer la versión colombiana de Para la guerra nada. Muchos respondieron mi llamado y mandaron versos libres, que no encajaban en la estructura de la canción. Entre ellos destaco a Gabriel Marín, Catalino Molina, Sobeida Rojas, María Victoria Duque, Clara Zuluaga, Clemencia Uribe y Arturo Salazar. Les agradezco su esfuerzo. Otros se sometieron estrictamente a la métrica y a la rima utilizada por Marta Gómez. Y a partir de algunos de esos versos, organicé esta versión de Para la guerra nada, inspirada en el cansancio que nos ha dejado el conflicto, e impulsada por nuestra profunda esperanza de paz.

Gracias a los autores. Sus nombres aparecen en la nota de pie de página colocada al final de esta columna.

 

Esperamos que pronto Marta Gómez incorpore a su repertorio esta nueva canción.

Para la guerra nada

(versión colombiana)

 

Para la lluvia un abrigo

Para el mendigo un hogar

Pa´ las cometas buen viento

Y para el velero buen mar

Para las letras mil versos

Para el pincel tu color

Y un gran cántaro de agua

Para la sed del cantor

Para la guerra, NADA (1)

Para las rosas, primavera

Para los barcos el mar

Para las aves todo el cielo

Para la novia un cantar (2)

Para un pajarito, el cielo

Para el cariño, la flor

Para las hojas, el viento

Para Colombia, mi amor (3)

 

Para la guerra, NADA

Para tu casa flores libres

Luz de sol pa´l ruiseñor

Viento puro pa´ las nubes

Tiempo dulce pa´l reloj (4)

Para mis hijos el alma

Pa´ mi amada el corazón

Para Colombia la Paz

Para los hombres razón (5)

 

Para la guerra, NADA

Pa´las montañas, su aroma

Para los ríos, su furor

Pa´l Caribe su alegría

Pa´los llanos, su extensión (6)

Para mis hijos, ¡futuro!

Para mi pueblo, ¡el amor!

Para Colombia, ¡la Paz!

Para Cristo una oración (7)

 

Para la guerra, NADA

Para mis hijos la vida

Y para el día el sol

Pa´ Colombia un mañana

Para la paz el perdón (8)

Para la alegría el canto

Pa' la vida el corazón

Pa´ mi niña una muñeca

Para Colombia mi amor (9)

Para la guerra, NADA

Para la guerra, NADA

1. Gloria Arias Nieto, 2. José Luis Díaz Granados, 3. Carlos Lemoine,. 4. Gloria Arias Nieto, 5. Mario Mejía Valencia, 6. Sergio Clavijo, 7. Lilian de Restrepo, 8. Gloria Arias Nieto, 9. Patricia Lara.

***

¡Feliz año a todos, queridos lectores! ¡Ojalá, por fin, en este 2017 seamos capaces de consolidar la paz!

PATRICIA LARA SALIVE

DICIEMBRE 16 2016

Ahora, ¡ACCION!

—¡ACCIÓN!, exclamaba Guillermo, La Chiva, Cortés (q.e.p.d), gerente de la revista Cambio16 Colombia, cada vez que los periodistas perdíamos tiempo conversando por ahí. Y ¡ACCIÓN! es lo que se requiere ahora, una vez que la Corte Constitucional avaló el fast track para que el Congreso apruebe rápidamente las leyes y reformas constitucionales requeridas para la implementación del nuevo acuerdo con las Farc.

 

Urge que haya ¡ACCIÓN! de parte de las fuerzas de seguridad para que desmantelen los grupos paramilitares y detengan los asesinatos de líderes sociales.

¡ACCIÓN! es lo que se necesita para que las zonas donde se están desmovilizando las Farc se adecúen y se doten de inmediato de servicios públicos.

 

Se necesita y se ha necesitado siempre ¡ACCIÓN! de parte de este y de los anteriores gobiernos, para que lo que se acuerde en las Cortes y en el Congreso se vuelva realidad; y para que el Estado esté presente en todo el territorio nacional de manera efectiva —no sólo con su Ejército y su Policía, sino muy especialmente con sus escuelas, centros de salud, servicios públicos, caminos veredales, etc.—, de modo que no haya espacios vacíos que puedan ser copados por otros grupos armados o bandas criminales.

 

Y para conseguir lo anterior, no se requieren leyes ni fast tracks. Únicamente se necesita ¡ACCIÓN! y cambio de chip. El Ejército y la Policía, por ejemplo, que fueron tan eficaces en la lucha contra las Farc, utilizando la táctica de golpear y salir, tienen que volver a los territorios para quedarse. Es que, según me contaba mi amigo dentista, quien hace poco fue en su Jeep de excursión a La Macarena, allá hay pueblos enteros, contruidos por las Farc, ahora abandonados porque ellas están en proceso de desmovilización; y hoy son pueblos fantasmas los cuales, si el Gobierno no los aprovecha ya para beneficiar a las comunidades, muy pronto se convertirán en nuevas sedes de las Bacrim o de cualquier grupo armado.

¡OJO! Lo más triste que podría suceder es que, después de terminar con tanto esfuerzo este proceso de paz, cuyos beneficios se sienten desde hace tiempo porque hace meses no hay en el país una toma de pueblo, ni una emboscada, ni un combate de las Farc, la violencia vuelva porque el Estado no haya tenido la eficiencia necesaria para hacer presencia en las zonas donde operaban las Farc.

Así que, por favor, ¡ACCIÓN!

 

Reconocimientos: En nombre de mis hijos y nietos, y de los niños de Colombia, les digo gracias a quienes lograron que se aprobara la paz: ¡Gracias!, ante todo, al presidente Santos; ¡gracias! a los miembros del equipo del Gobierno, Humberto De la Calle, Sergio Jaramillo, generales Mora, Naranjo y Flórez, María Paulina Riveros, María Ángela Holguín, Roy Barreras, Juan Fernando Cristo, Rafael Pardo; ¡gracias! al equipo de las Farc, Rodrigo Londoño, Luciano Marín, Milton de Jesús Toncel, Jorge Torres, Félix Antonio Muñoz, Julián Gallo y Seusis Pausivas; ¡gracias! a los juristas Juan Carlos Henao, Manuel José Cepeda, Yesid Reyes y Enrique Santiago; ¡gracias! a Cuba y a Noruega, a Chile y a Venezuela; ¡gracias! a la Corte Constitucional y al Congreso; ¡gracias! muy especiales a Enrique Santos Calderón, quien ambientó la paz, y a Álvaro Leyva y a Iván Cepeda que trabajaron tanto para que ella fuera posible; ¡gracias! a los demás miembros de los dos equipos. ¡Y gracias con aplausos prolongados a los jóvenes que se movilizaron para impedir se hundiera la paz! A todos, ¡GRACIAS!

PATRICIA LARA SALIVE

DICIEMBRE 9 2016

Llegando  de Trumpland

Días después de la elección de Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos, una profesora de Harvard, dominicana, blanca con facciones de mulata, lider de una campaña para que la universidad adquiera ese status especial que impide que deporten a los estudiantes indocumentados, caminaba por el campus cuando unos tipos le echaron café en la cara y le gritaron: “go back to México”.

Antes, otros monos ojiclaros les gritaron a unas estudiantes latinas: “go Trump, go Trump”.

Y en el Upper West Side de Manhattan, a un amigo peruano, trigueño, una gringa del color de la leche lo insultó porque en una lavandería atestada de gente, a donde él ha ido desde hace 20 años, sin ningún motivo decidió que él estaba acosando a su hija.

—¡Cuando no la había rozado siquiera!—, dijo él.

Esos fueron los casos de hostilidad contra latinos que me tocaron de cerca durante el mes que pasé en Estados Unidos, sin contar los muchos que supe y que se han dado luego de la elección de Trump, registrados con alarma por los principales diarios estaunidenses.

Y es que Trump, con su estridencia anti- mexicana y su insistencia en construir el muro en la frontera, lo cual afecta a los que hablan español (para la mayoría de los gringos todos los latinos somos lo mismo); con sus ataques al Islam; y con su invitación a “hacer a América grande otra vez”, ha destapado la rabia reprimida contra los inmigrantes, en ese país construido y desarrollado precisamente por el trabajo sin tregua de esos extranjeros que hacen allá los oficios duros que los norteamericanos blancos no suelen hacer.

—¿Por qué cree que esa rabia se está manifestando más contra los latinos que contra los negros?—, le pregunté al periodista Daniel Coronell, director de Noticias de Univisión.

—Porque piensan que los negros, al ser norteamericanos, tienen derecho a estar en Estados Unidos: no los pueden devolver para África. En cambio, para los latinos estar aquí es un privilegio: aquí los extranjeros no tienen derechos sino privilegios—, explica.

Después de elegido, Trump ha insistido en que es hora de unir a ese país diverso. Pero ¡quién sabe cómo piensa hacerlo si, al mismo tiempo, ha nombrado como asesores cercanos a reconocidos racistas con fobia contra el Islam y los inmigarntes en general!

¡Qué angustia que eso ocurra en un país donde cualquiera tiene derecho a portar un arma y a dispararla cuando quiera!

¡Qué miedo!

***

TREMENDO DISPARATE. La multa de $200.000 millones impuesta por la Contraloría Distrital al exalcalde Gustavo Petro, dizque por causarle un detrimento patrimonial al Distrito al reducir la tarifa de Transmilenio en el 2.012, es un exabrupto. La Contraloría Distrital, al considerar que las empresas del Estado se rigen por el ánimo de lucro que anima a las empresas privadas y no por el del servicio a la comunidad, desconoce el concepto del servicio público. Si Petro se hubiera enriquecido con esa acción, o si hubiera perseguido beneficio distinto al de aliviar las cargas de los más pobres, bienvenida la sanción. Pero ese no es el caso. Por otra parte, los móviles de la sanción son bastante sospechosos, por cuanto ella conlleva una inhabilidad política de cinco años, a no ser que Petro pague la multa; y va dirigida nada menos que contra el aspirante a la Presidencia que va de segundo en las encuestas. ¿y quién tiene semejante suma de dinero? No creo que Petro la tenga, en todo caso.

PATRICIA LARA SALIVE

2 DICIEMBRE 2016

Fidel en persona

De improviso, alguien dijo "llegó” y todos se levantaron. Yo no sabía qué estaba pasando. El silencio se apoderó del salón de la casa de protocolo de La Habana, donde por esos días de 1982 se alojaba Jaime Bateman, quien había viajado a Cuba por asuntos médicos.

Yo, que también había ido a someterme a una intervención quirúrgica, visitaba a Bateman para comentar con él las reacciones que había suscitado en Colombia la publicación de mi libro de perfiles de los tres jefes principales del M-19, Siembra vientos y recogerás tempestades.

Fidel ingresó al salón. Una fuerza especial se apoderó del recinto.… Fidel saludó a Bateman con mucho afecto (era su niño consentido), tal vez lo abrazó, saludó a los demás colombianos y cubanos que lo acompañaban y, cuando llegó a mí, alguien le comentó que yo era la autora del libro. Entonces Fidel me dijo:

— Me gustó mucho tu libro. Pero en lo que no estoy de acuerdo es en la forma como presentas el 9 de abril. Tú no le das a esos acontecimientos la dimensión que tuvieron. Y ellos fueron casi una insurrección. Pero nadie mandaba… Yo lo sé porque yo estaba ahí…

 

Entonces este hombre altísimo, de un carisma incuestionable, que siempre habló de pie, inició un relato que duró más de una hora en el que contó paso a paso los hechos que le constaron del 9 de abril, sus intentos por canalizar la protesta, su encuentro con Jorge Eliécer Gaitán dos días antes de que lo mataran, en fin, su experiencia inolvidable de esos días infernales vividos por él en Bogotá y a partir de los cuales explotó la violencia en Colombia.

 

Luego, un par de años después, un 31 de diciembre, en la casa de protocolo de La Habana donde se alojaba Gabriel García Márquez, se repitió la historia: minutos antes de las 12, cuando en la fiesta se oían música, murmullos y risas, alguien dijo “llegó”. Entonces el silencio se apoderó del salón, y un magnetismo especial impregnó el ambiente, a tiempo que Fidel ingresaba para desearle un feliz año a su amigo y no desperdiciar la oportunidad de preguntarles, a cada una de las personas con quienes habló, todo lo que se le pasó por la cabeza. Porque Fidel parecía más un periodista, con ese modo suyo de preguntar y preguntar…

 

Esas fueron las dos veces que tuve ocasión de conversar con Fidel Castro. Las otras oportunidades lo vi de lejos, cuando pronunció algún interminable discurso o cuando fue ovacionado en Naciones Unidas después de su alocución como presidente del Movimiento de Países No Alineados.

 

Fidel era un líder inconmensurable, a pesar de sus incontables enemigos… Líder hasta el punto de que a base de inteligencia, de audacia, de conocimiento profundo de su contendor y de una inmensa capacidad política para conservar el fervor de sus seguidores, pudo mantener a raya a la primera potencia del planeta la cual, desde cuando la gobernaba Kennedy hasta cuando la gobernó Bush, durante medio siglo, hizo todo posible por matarlo, por acabar con su revolución o por invadir su isla, situada apenas a 90 millas de sus costas.

 

De Fidel pueden decir lo que sea: que su proyecto económico fracasó; que reprimió; que coartó la libertad de expresión… Pero hay dos cosas que tienen que reconocerle: que le dio salud y educación gratuita a todos los cubanos, y que a los latinoamericanos, y al mundo entero, nos enseñó lo que significa la palabra dignidad…

 

Paz en su tumba.

PATRICIA LARA SALIVE

25 NOVIEMBRE 2016

No más consultadera

Debe haber claridad: en su condición de máximo responsable del orden público, el presidente Santos no sólo puede refrendar el acuerdo de paz con las Farc por la vía del Congreso —el cual además no tenía ninguna obligación de someter a plebiscito—, sino que está en el deber de hacerlo y de implementarlo lo antes posible:

Cinco atentados el pasado fin de semana contra líderes sociales y defensores de derechos humanos, en los que dos resultaron muertos; más otros 30 asesinatos ocurridos después de que entrara en vigencia el cese al fuego bilateral y definitivo; más el incidente en el que fueron dados de baja dos guerrilleros de las Farc, son prueba de que la situación es alarmante. Por ese motivo, es indispensable echar a andar de inmediato los mecanismos de verificación y las garantías de seguridad contempladas en el acuerdo, y ponerles punto final ya a la indefinición y a la consultadera con los representantes del No.

Suficiente tiempo se les dio para que discutieran. Muchas de sus propuestas fueron acogidas. Y todas fueron llevadas por los negociadores del Gobierno ante las Farc, que constituían la otra parte de la negociación y que, como se sabía, se negaron a aceptar lo que para ellas eran sus líneas rojas: la posibilidad de que sus dirigentes no fueran elegidos congresistas y de que pagaran su pena en cárceles con barrotes.

Y se llegó a un nuevo y mejor acuerdo. Ahora la prioridad es aprobarlo e implementarlo y, ante todo, garantizar como sea la seguridad de los miembros de las Farc, de los líderes sociales y de los defensores de derechos humanos, para que por favor no se repita el plan de exterminio que hubo contra la Unión Patriótica.

El Gobierno debe ser implacable en su acción contra el paramilitarismo, no importa de dónde provenga. El fiscal general, Néstor Humberto Martínez, tiene que mostrar resultados ya en sus investigaciones. El país tiene el deber de reaccionar y salir de la nefasta polarización: mucho daño le hace esa concepción de que Colombia está dividida entre buenos y malos, porque ella acaba por darles argumentos a los violentos de todas las especies para exterminar a sus supuestos “enemigos”. Su lenguaje, senador Uribe y doctor Óscar Iván Zuluaga, tiene que cambiar: como decía el presidente Alberto Lleras, un discurso en el Parlamento se convierte en veinte mil muertos en las veredas. ¡Atención! ¡Que la palabra no desate de nuevo la violencia!

 

El senador Iván Cepeda le solicitó al fiscal general que determine la “posible comisión de los delitos de instigación a delinquir e injuria, por parte del alcalde de San Vicente del Caguán, Humberto Sánchez”, los cuales pudieron desencadenar los atentados ocurridos contra los líderes de la zona. Se requiere que Martínez Neira actúe de manera ejemplarizante en este caso. No se puede tolerar que dirigentes públicos pongan en la mira a futuras víctimas.

Es hora de pasar la página y de cerrar filas para apoyar ese nuevo acuerdo de paz que, además, va a ser muy positivo para el país y que no va a traer ninguna consecuencia que pueda asustar a los militares ni a los empresarios (los planteamientos agrarios del acuerdo están mucho menos a la izquierda que los contemplados en los años 60 en la reforma agraria de Carlos Lleras, ¡por Dios!). El acuerdo va a modernizar el campo, a integrar al país olvidado, a expandir la democracia, a enseñarnos a convivir con los que piensan distinto y, ojalá, a alejarnos poco a poco de nuestra adicción a la violencia. ¡Apoyémoslo, pues, con tranquilidad y entusiasmo!

PATRICIA LARA SALIVE 

18 NOVIEMBRE 2016

 

 

La hora de la verdad

                           

Llegó la hora de las definiciones. Ya vamos a saber si es cierto que los líderes del no quieren la paz.

 

Ya el Presidente y los negociadores escucharon al país (los voceros del No que se opusieron a algunos puntos del acuerdo pero que insistieron en que sí quieren la paz, los voceros del Sí, los empresarios, las víctimas, los militares, los pastores y hasta el ex Procurador Ordóñez que no se sabe en representación de quién actúa como jefe de fuerza política). 

 

Ya las FARC entendieron que el país quería modificaciones,  y mostraron realismo político y deseos de paz al aceptar hacer cambios en 56 de los 57 temas que les llevó el gobierno.

 

Ya, en el nuevo acuerdo, se les dio gusto a todos, en casi todo: a las víctimas se les complació en que las FARC entreguen sus bienes para utilizarlos en su reparación; a los militares se les reiteró que si contribuyen con verdad y reparación pueden obtener beneficios incluyendo la excarcelación o la terminación de sus procesos por hechos relacionados con el conflicto; al ex presidente Pastrana se le aceptó que los jueces de la justicia transicional sean nacionales, que los responsables de delitos graves sean recluídos en zonas con restricción de la movilidad, que el tiempo de duración de la Jurisdicción Especial para la Paz tenga un límite, que los de las FARC (y los demás) que se presenten ante la Justicia Especial de Paz entreguen toda la información relacionada con el narcotráfico, que en lo pactado haya protección plena de la propiedad privada y que el acuerdo no se incorpore al bloque de constitucionalidad; a la conservadora Martha Lucía Ramírez se le complació en que la financiación del partido que surja de las Farc sea igual a la de los demás partidos y en que la guerrilla no participe en la Comisión Nacional de Garantías de Seguridad; a Ordóñez y a los pastores se le aceptó eliminar cualquier ambigüedad sobre ideología de género; y al Senador Uribe se le dio gusto en muchas cosas: en reiterar que el gobierno puede fumigar los cultivos ilícitos, en tranquilizar a los empresarios con que no se va a afectar la agroindustria en el campo, ni se va a expropiar a los latifundistas por la vía del Fondo de Tierras, ni mediante el catastro se les van a aumentar los avalúos y, por consiguiente, los impuestos, ni van a ser víctimas de cacería de brujas por haberles pagado extorsiones a paramilitares o guerrilleros. 

 

¡Si quieren más que les piquen caña!, como dice el dicho.

 

En lo que sí no se les pudo dar gusto fue en lo obvio, es decir, en lograr lo que ellos no consiguieron en sus 12 años de gobierno (4 de Pastrana y 8 de Uribe): que las FARC se rindieran, pagaran la pena tras las rejas y sus jefes desistieran de hacer política e ir al Congreso. 

 

Los ex presidentes no pueden poner como requesito que se incluya en el nuevo acuerdo lo que ellos no lograron hacer. 

 

Por fortuna, se sabe que el diálogo de tres horas entre Santos y Uribe fluyó bien y que “fue el de dos hombres de estado empeñados en buscar el bien del país. “Uribe es otro ante la galería”, dijeron las fuentes. De hecho, el Senador se comprometió a estudiar el texto y antes de ayer dijo que acepta participar en una sesión especial del Senado para que los miembros del Congreso expongan sus obervaciones y se llegue a un consenso nacional sobre el acuerdo.

 

Es que Uribe sabe que quedar de culpable de que se desbarate la paz, es un estigma con el que ningún político sensato quisiera acabar sus días.

#TenemosAcuerdo

PATRICIA LARA SALIVE 

3 NOV 2016

Al oído del Eln

 

Ojalá se inicie ya, sin más dilaciones, el diálogo público entre el Gobierno y el Eln.

Ojalá el Eln entienda que debe ir más allá de los recientes compromisos adquiridos con el Gobierno y liberar ya a todos los secuestrados, porque Colombia ha sufrido tanto con el secuestro que no lo tolera como método de lucha. Ojalá hayan aprendido las lecciones y no cometan los mismos errores de las Farc. Ojalá hayan entendido el resultado del plebiscito. Ojalá comprendan el significado de las movilizaciones que reclaman un “acuerdo ya”. Ojalá aprovechen la oportunidad de contar, por año y medio más, con un presidente que se la juega por la paz. Ojalá no defrauden a la sociedad civil que dicen defender. Ojalá se vuelvan habitantes de este país y no de uno que se inventan ellos.

Es que si algunas lecciones dejaron estos cuatro años de diálogos con las Farc y de apariciones públicas de sus dirigentes fueron las de que su arrogancia, sus dilaciones de la negociación, su desdén inicial por las víctimas, su pretensión de justificar el dolor que causaron con el dolor ocasionado por los otros actores del conflicto, su renuencia a pedir perdón desde un comienzo (recuérdese el rechazo que generó la respuesta, con sonrisa y canto, del “quizás, quizás, quizás”, dada por Santrich a la pregunta de si pensaban pedirles perdón a las víctimas). Todo ello unido y explicado por su falta de sintonía con el país llevó a que la mayoría de los colombianos (aunque fuera escasa) desconfiara de la voluntad de paz de las Farc, no creyera en el proceso ni en un presidente que le apostaba a la paz, fuera permeable a los argumentos engañosos del senador Uribe y su campaña del No, votara contra los acuerdos de paz e hiciera ver que estaba herido por las Farc, que no estaba dispuesto a perdonarlas tan fácilmente y que deseaba la paz, pero no a cualquier precio.

Y, una vez hundida esa paz en el plebiscito, el país reaccionó, se movilizó y marchas espontáneas de jóvenes invadieron las calles y plazas de Colombia para pedir que hubiera un ¡acuerdo ya! Pero ese clamor no era otro que el de que el país les imploraba —y les implora— a los violentos de todas las especies que paren ya la guerra, que detengan los secuestros y los atentados y las desapariciones forzadas y las masacres y los despojos de tierras; y que les exige a los políticos que dejen ya de ponerles zancadillas a la paz para alimentar sus egos y sus envidias y para favorecer sus intereses políticos y electoreros.

El país y su sociedad civil quieren la paz sin dilaciones, sin mezquindades, sin disculpas, sin prenderse de los incisos para demorar la liberación de un secuestrado a ver si le sacan un peso más o si se ganan un punto…

El Eln, seguro, argumentará: “El secuestro es nuestro método para financiar la rebelión”. ¡Pero del secuestro han abusado tanto que lo abomina el país, incluida su sociedad civil!

Sería sensato que el Eln dijera, por ejemplo: “Liberamos a todos los secuestrados ya, pedimos que se destine una suma para sufragar nuestros gastos mientras duran las negociaciones y nos comprometemos a no volver a secuestrar mientras ellas tengan lugar. Y, si firmamos la paz, jamás habrá un nuevo secuestrado del Eln”.

Entonces, la sociedad civil comenzaría a confiar…

Señores del Eln, entiendan que la oportunidad de la paz es esta. No hay otra. No la desperdicien…

Posdata: Por motivo viaje, esta columna no se publicará la semana entrante.

 #AcuerdoYa

PATRICIA LARA SALIVE 

27 OCT 2016

 

¡Cesó la horrible noche!

 

Si todo salió como se esperaba, hoy amanecimos con nuevo procurador general de la Nación, Fernando Carrillo Flórez, jurista con dos maestrías de la Universidad de Harvard, quien fuera constituyente, ministro de Justicia y del Interior, representante del BID en París y Brasilia y embajador en España.

Por su equilibrio, verticalidad, espíritu liberal y concepción de la democracia, Carrillo es garantía de que la Procuraduría va a dejar de ser una institución que parecía guiada por el Demonio, y se va a dedicar a lo que es su tarea: representar a los ciudadanos frente al Estado y velar por el correcto ejercicio de las funciones encomendadas a los servidores públicos en la Constitución y la Ley.

En manos de Carrillo, la Procuraduría se descentralizará, combatirá la corrupción desde las regiones y dejará de ser el Reino de la Santa Inquisión, pues ya él advirtió que iba a “desechar las ideas peregrinas que han convertido la Procuraduría en instrumento de persecución política”.

Y es que Alejandro Ordóñez, fanático de extrema derecha con aspiraciones presidenciales, hizo de la Procuraduría un organismo de control dedicado a proferir juicios arbitrarios que buscaban descabezar a la oposición e inhabilitar políticamente a los sectores progresistas (recuérdese como destituyó al exalcalde Gustavo Petro y lo inhabilitó por 15 años, por razones administrativas que jamás tuvieron que ver con hechos de corrupción, y cómo el Consejo de Estado le tumbó sus injustas decisiones con las que inhabilitó al exalcalde de Medellín Alonso Salazar y a la exsenadora Piedad Córdoba).

Pero Ordóñez también se dedicó a legislar según sus preferencias religiosas y a ir, por ejemplo, en contravía de las decisiones de la Corte Constitucional, como las relacionadas con abortos permitidos por ella, olvidándose de que este es un Estado laico.

Y ejerció su poder con doble moral, mirando la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Por eso acusó a los exministros Sabas Pretelt y Diego Palacios de sobornar con puestos a la exparlamentaria Yidis Medina, para que cambiara su voto a favor de la reelección de Uribe, mientras él se hizo reelegir Procurador a base de hacer lo mismo con muchos congresistas, pero con el fin de lograr un resultado más censurable: conseguir su propia reelección, y no la de un tercero. Eso fue tan evidente, que por ello el Consejo de Estado lo destituyó y no terminó su período.

Pero siendo procurador, Ordóñez hizo algo peor: usó sistemáticamente su poder para destruir el proceso de paz, inventándose toda suerte de mentiras, como esa de que los acuerdos implantarían la ideología de género, lo que hizo que tantos incautos creyeran que a sus hijos los iban a volver gais en los colegios, y votaran No en el plebiscito.

Así que ¡bienvenido procurador Carrillo! Con usted habrá cambio de era, y cesará la horrible noche.

Los invito a visitar la exposición Camino y Ausencia, de la escultora Clemencia Uribe, una mujer que vive para el arte –es dibujante, pintora, escultora y bailarina y, como tal, se ha dedicado a explorar el cuerpo—. Esta vez nos sorprende con figuras lúdicas, llenas de color y movimiento. Clemencia Uribe, quien ya ha llegado a la madurez de su carrera, ha realizado exposiciones no sólo en Bogotá, sino también en ciudades como Nueva York, La Habana, París y Brasilia. Esta nueva obra suya es digna de verse. (Abierta al público hasta el 12 de Noviembre, Mecánica Taller y Laboratorio de Arte, Cra 12 #119-86).

#AcuerdoYa

PATRICIA LARA SALIVE 

20 OCT 2016

Nudos ciegos

 

Luego de llevar tres semanas de tusa transformada en desconcierto pues, una vez hundido el plebiscito, escuchados los distintos voceros del No y oído el negociador de las Farc Iván Márquez ("si no se llega a un acuerdo pronto el proceso de paz puede pasar del limbo al infierno”), nada hay claro en el panorama.

Y a pesar de que el presidente Santos prometió que no nos va “a dejar colgados de la brocha”, no se vislumbra una salida fácil, pues hay discrepancias de fondo con voceros del No, especialmente con el Centro Democrático.

De modo que si el presidente no tiene un as bajo la manga, solo hay dos opciones:

La primera, que una vez incorporadas a los acuerdos algunas observaciones aceptadas por las Farc, el nuevo texto se presente al Congreso. Ese camino tomaría por lo menos un año, pues hay temas, como la jurisdicción especial para la paz, que implica reforma constitucional y requiere ocho vueltas. Y lo que sólo necesita la expedición de leyes podría someterse a largos debates de los cuales probablemente saldrían modificaciones. Además, en ese caso, el presidente tendría que lidiar con que le dijeran que desconoció la voluntad popular manifestada en el plebiscito.

Y la segunda, que una vez incorporadas propuestas de voceros del No aceptadas por las Farc, el nuevo texto se sometiera a otro plebiscito, lo cual implicaría correr el riesgo de que se volviera a perder y la paz quedara hundida para siempre, pues el Centro Democrático bien podrían volver a usar los efectivos mensajes de Twitter, WhatsApp y otras redes sociales para sembrar mentiras y miedos en el inconsciente colectivo, como lo hizo en el plebiscito anterior.

Una tercera opción, que sería la óptima y que consistiría en que se llegara a un gran acuerdo nacional, parece cada vez más remota, no sólo porque para las Farc hay diferencias con el Centro Democrático, que equivalen a sus líneas rojas, sino porque también las hay entre el Gobierno y Uribe: por una parte, mientras las Farc no aceptan que se acabe con la elegibilidad política de los miembros del Secretariado, acusados de delitos de lesa humanidad, y con la posibilidad de que paguen sus penas sin restricción absoluta de su libertad, como plantea Uribe, por otra, el presidente ya manifestó que el concepto de justicia transicional contenido en los acuerdos es un principio fundamental, y Uribe exige que se desmonte esa justicia especial para la paz, es decir, esa posibilidad de que no sólo los guerrilleros sino también los colaboradores y financiadores de los paramilitares sean juzgados.

Y como si los anteriores nudos ciegos fueran pocos, ya las Farc rechazaron la posibilidad, autorizada por el presidente, de que los voceros del Centro Democrático se reúnan con su abogado, Enrique Santiago. Según Pastor Alape, eso equivaldría a “legitimar a los saboteadores” y a caer en el juego de las maniobras dilatorias de los uribistas.

De modo que los del No ya van viendo cómo son las cosas: no se trata de vociferar que se incluya en los acuerdos lo divino y lo humano, sino de que las Farc lo acepten. Y, por ahora, ellas ni siquiera aceptan reunirse con los uribistas, como en los ocho años de gobierno Uribe no aceptaron iniciar negociaciones con él. ¿Entonces…?

Pronto tendremos nuevo procurador general. ¡Qué maravilla! No conozco a María Mercedes López. Pero entre los otros dos candidatos, rezo para que elijan a Fernando Carrillo: él garantiza pulcritud, conocimiento y ausencia de fanatismos y pasiones en el manejo tan clave cargo.

#AcuerdoYa

 

PATRICIA LARA SALIVE 

13 OCT 2016

Usted responde, senador Uribe

 

A Uribe le llegó el momento de consagrarse como el gran líder que pase a la historia como hacedor de la paz.

Primero porque combatió a la guerrilla hasta convencerla de que no podría ganar la guerra y, segundo, porque cuando se acordó el pacto de paz entre el Gobierno y las Farc y su oposición a él logró imponerse por muy pocos votos en el plebiscito, se irguió como el gran dirigente que depuso sus pasiones y, en vez de atravesarse como mula muerta al deseo de desarmarse que han demostrado las Farc, optó por proponer modificaciones al acuerdo que fueron aceptadas por ellas.

En ese caso, Uribe llegaría a ocupar un puesto destacado en nuestra historia.

Pero, si por el contrario, su posición sigue siendo la de avanzar con paciencia, es decir, la de dilatar que se llegue a un acuerdo pronto y, ante cualquier provocación, vuela en pedazos el cese del fuego o, lo que es peor, la guerrillerada, hoy dirigida en sus zonas de seguridad por sus mandos medios, ante el desconcierto y la falta de claridad sobre su futuro, se fracciona y se vuelve inmanejable para este gobierno y para los próximos, Uribe pasará a la historia como el líder más mezquino y despreciable que haya tenido este país.

Y es que el anhelo de conseguir una paz completa, que está a la vuelta de la esquina, es mucho más evidente ahora, sobre todo después de iniciada la etapa pública de las negociaciones con el Eln. Así lo demuestran las movilizaciones populares que en todo el país exigen un acuerdo ya, y así lo dicen también casi 400 empresarios, entre los que están los representantes de los principales grupos económicos, quienes afirman que “el país se encuentra en un momento único en su historia, el cual debe ser aprovechado por la sociedad para concretar un acuerdo de paz en forma expedita”, y agregan que “es responsabilidad de esta generación hacer todos los esfuerzos en este sentido”. Además, hacen “un llamado a los representantes” del Sí, del No y de las Farc “para que impere la razón(…), dedicando sus máximos esfuerzos a la búsqueda pronta y decidida de un acuerdo definitivo, incluyente y sostenible dentro del marco de un Gran Pacto Nacional que conduzca a la unidad de la Nación”.

Sin embargo, en esta coyuntura se pierden de vista asuntos fundamentales: el primero, que la negociación no es con el Gobierno sino con las Farc. El segundo, que en este momento difícil las Farc han sido sensatas. Y el tercero, que el eje del pacto de paz es el acuerdo sobre justicia y que él no se puede romper.

Uribe ha hecho observaciones factibles de incorporar, como la de que “se debe privilegiar la erradicación manual de drogas ilícitas, sin que el Gobierno pierda la facultad de fumigar cuando lo estime conveniente, siempre con el cuidado de no hacer daño al ser humano”, etc. No obstante, insiste en presentar sus “lineamientos generales sobre aspectos de fondo”, es decir, en echar por la borda el paciente trabajo que el equipo negociador hizo durante más de cuatro años.

Pero, senador Uribe, no se equivoque: ¿no ve las inmensas manifestaciones de gente que en las calles pide un acuerdo ya? ¿Por qué no transa y ocupa el puesto que le corresponde en la historia? ¡Ceda! ¡No quede de responsable de nuevos miles de muertos!

Como sé que pronto se definirá la paz, les pido que envíen más estrofas para agregar a Para La Guerra Nada. En diciembre, un jurado de tres buenos poetas premiará a la mejor.

 

#AcuerdoYa

PATRICIA LARA SALIVE 

6 OCT 2016

Hay un camino, presidente

Presidente Santos: Usted tiene la sartén por el mango. Como lo dijo luego de reunirse con los expresidentes Pastrana y Uribe y con los más recalcitrantes representantes del No a los acuerdos con las Farc (el exprocurador Ordóñez y los excandidatos Zuluaga y Ramírez), “la paz de Colombia está cerca”, y no nos queda sino “perseverar, perseverar y perseverar”

Por eso está bien que, en principio, haya aceptado los resultados del plebiscito que indicaron que a un poquitico más de la mitad de los que votaron no les gustan esos acuerdos; que a un poquitico menos de la mitad sí nos gustan; y que al 63,32% de los colombianos, que no votaron, les importa un comino este país.

Por eso también está bien que, como demócrata, decidiera oír a los sectores del No: me lo imagino escuchando, flemático, la retahíla inmodificable de Uribe, que no se resigna a nada menos que gobernar él; las estridencias fanáticas de Ordóñez; y las consideraciones de Pastrana, quien tiene una actitud distinta, que podría resumirse en que le gustan los acuerdos, pero no acepta quedarse por fuera de la foto de la paz y, ante esa posibilidad, prefiere dañarla; y lo veo reuniéndose con los pastores de las iglesias, manipulados por Uribe y Ordóñez, quienes los convencieron del disparate de que los acuerdos con las Farc instaurarían la ideología de género, y conversando la semana entrante con el ex vicepresidente de Uribe y primo suyo, Pacho Santos, a quien han dejado por fuera de la foto de los anti Sí, y quien tiene una posición menos retrógrada, entre otras razones porque él fue de los organizadores del Mandato por la Paz.

Está bien que los escuche a todos unos diítas, presidente. Y que les pida a los negociadores que les cuenten a las Farc lo que dijeron, para saber si están dispuestas a acoger algunas propuestas de los pastores, de Pastrana y de Pacho Santos. Así se haría un nuevo acuerdo de paz que, al incluir a esos abanderados del No, tendría un apoyo que podría considerarse mayoritario. Entonces sería legítimo que usted lo hiciera aprobar por el Congreso, donde tiene mayoría abundante.

Pero no se puede perder tiempo: las Farc están en la incertidumbre, armadas aún; tienen que disponer de recursos ilegales para sobrevivir; su cohesión interna se complica en la medida que los días pasen y no haya soluciones; y una división a pedazos de la insurgencia haría la situación inmanejable tanto para usted como para su sucesor. De modo que no pueden gastarse semanas en consultas, ni pararle bolas a la tomadura de pelo de Uribe, a quien lo único que le interesa es satisfacer su ego y su libido imperandi y, por consiguiente, dilatar cualquier solución concreta con el ánimo de volverle el país ingobernable, de modo que en el 2018 vuelva a reinar él, y solo él. Por algoThe Washington Post tituló hace poco: “El principal obstáculo para la paz en Colombia pueden no ser las Farc sino un expresidente”. El prestigioso diario se refería a Uribe, por supuesto.

 

Usted se la ha jugado por las víctimas, presidente. Deje a Uribe solo con su paz engañanosa que le abre las puertas a la guerra. Mire las inmensas movilizaciones: la gente clama paz. ¡Adelante, presidente! ¡Lo apoyamos!

Y usted, querido padre Gabriel Izquierdo, que en mala hora se nos fue, ayúdenos desde el cielo a conseguir esa paz por la que luchó sin descanso. ¡Paz en su tumba!

Ahora, más que nunca, los invito a que me envíen estrofas para sumarle a la canción: Para la Guerra, ¡NADA!

PATRICIA LARA SALIVE 

29 SEP 2016

Un Sí por la esperanza

Llegó la hora. El domingo decidiremos si seguimos matándonos con cualquier disculpa, o si paramos ya esta guerra, que para unos lleva 52 años, para otros 68, para otros 86 y para algunos cerca de 200.

 

En todo caso, nuestra historia ha sido una pesadilla de violencia de la cual ya es hora de que despertemos. ¡Y no es fácil hacerlo! La violencia se nos ha convertido en adicción y, por eso, nos inventamos disculpas para no desprendernos de ella: por ejemplo, preguntarnos si no será mejor continuar la guerra en vez de que haya diez representantes de las Farc en el Congreso, en el que tendrían cinco por ciento de delegados, mientras que en otros países donde ha habido conflictos a los rebeldes les han dado entre 20 y 30 por ciento; o aterrarnos de que vaya a haber impunidad y los de las Farc no pasen 30 años en la cárcel, sin pensar en que, justamente, durante estas décadas es cuando ha reinado la impunidad porque se han movido como Pedro por su casa, han secuestrado, han establecido frentes y han mandado en territorios; o llevarnos las manos a la cabeza porque el Estado les vaya a dar dos millones de pesos por una sola vez para que tengan cómo salir a la vida civil y, en lugar de pagar $1.100.000 mensuales que vale mantener a un preso en la cárcel, les dé a cada uno $620.000 por mes durante dos años, mientras aprenden a sobrevivir sin delinquir, cuando Uribe les dio a los paramilitares $637.000 que, a pesos de hoy, son más de un millón mensual; o, finalmente, morirnos de pánico porque dizque si gana el Sí, aterriza el castrochavismo, como si aprobar el fin de la guerra significara que se fuera a elegir presidente a Timochenko…

 

¡No, por Dios! ¡Acabar la guerra lo que va a implicar es que las Farc se conviertan en un partido político muy minoritario que, además, tendrá que competir con curtidos ases de la política como Uribe, Vargas Lleras, Roy Barreras, Gustavo Petro o Sergio Fajardo! De ese modo, Timochenko y los suyos no tienen opción de llegar al poder. Sencillamente van a aspirar a él y, para ello, van a pelear a punta de ideas y de palabras y no de bombas y de balas.

 

Pero viene la pregunta final de quienes prefieren votar No: ¿y no será que si gana el Sí, las Farc puedan llegar un día al poder y se instale aquí el castrochavismo?

Les contesto: no me parece posible. Y les pregunto: ¿ustedes creen en la democracia? Es decir, ¿creen que todos, si se ajustan a la ley, así no nos gusten sus ideas, tienen derecho a participar en política y a aspirar a que los elijan? ¿O lo que quieren es una democracia en la que sólo participen los que piensan más o menos como ustedes? En ese caso, ¿qué creen que debemos hacer con los que piensen distinto? ¿Matarlos? ¿O prefieren más bien que otros los maten? (¡Eso es más o menos lo mismo!)

 

Es que, en últimas, lo que definiremos este domingo es si valoramos la vida: porque si gana el No, morirán muchos. Y si triunfa el Sí, se salvarán muchas vidas. Con salvar una, el proceso se justificaría: ¿qué tal, por ejemplo, que la que se salvara fuera su vida, o la de su hijo?

 

¡Confiemos, amigos! Todo saldrá bien: vamos a reconciliarnos y a construir juntos un mejor país… Entonces renacerá la esperanza...

* * *

 

Los invito hoy a las 12 del día a que concurramos a la gran manifestación en el Parque de los Periodistas, armados de banderas blancas.

 

Y no olviden enviarme sus últimas estrofas para completar la canción Para la guerra, ¡nada!

#ObvioQueSí

PATRICIA LARA SALIVE  

22 SEP 2016 

Esto es la guerra

 

“La guerra son los entierros”, afirma una de las excombatientes entrevistadas por la Premio Nobel de Literatura, Svetlana Alexiévich, para su libro 'La guerra no tiene rostro de mujer'.

Miremos cómo ha sido la guerra nuestra, que en vez de durar seis años, como esa Segunda Guerra Mundial, ha permanecido siete décadas —no 50 años, como dicen—.

Algunas de Las mujeres en la guerra (Editorial Planeta, 2000) nos la describen:

Dora Margarita (ex Eln y M-19):

“Yo no amaba las armas. De niña me gustaban las muñecas de trapo que me hacía mi mamá…”.

“Nos llevaron al Cantón Norte... Llegó el primer torturador: ‘No te vayas a atrever a mirar para atrás porque te mato —dijo—. ¡Tú debes ser una de esas perras que se acuestan con todos los guerrilleros!’

Llegó otro. Me empujó...

‘Hable, perra, si no quiere que se la pase a Fulano, que sí sabe violar’.

Lo más duro de la guerra es la muerte. La pérdida de los compañeros. Son dolores que se van acumulando.

 

Uno no es consciente de ello mientras está en la lucha. Pero cuando para, lo devora a uno el dolor de cada muerto, de todos los muertos”.

 

Olga Marín (Farc):

“A veces, mi papá se refería a las matanzas, a los pájaros, a los cortes de franela. Contaba que cuando mataron a Jorge Eliécer Gaitán… desvalijaron su almacén de ropa... A él no le interesaba tocar…el tema de

 

La Violencia por el repudio que había generado contra los conservadores. Además no hablaba mal de los liberales porque mi mamá era liberal. Ella sí contaba que fue terrible cuando quedó huérfana de madre a los siete años, y a ella y a sus tres hermanos los repartieron: dos en casa de conservadores y dos en casa de liberales. A mi mamá la mandaron para la de los liberales. Y cuando Miguel, uno de sus hermanos, iba a jugar con ella, lo regañaban y le decían: ¡Váyase!. Usted no puede volver aquí porque es conservador!”.

 

La Chave (ex Auc):

 

“En el velorio, los campesinos decidieron pelear contra la guerrilla… Alguno de los asistentes dijo:

 

- ¡Matemos a ese perro de Irán.

 

- ¡Matemos a ese perro!, exclamaron(...)

 

Un grupito de 40 campesinos llegó hasta su casa. Lo sacaron…Cogieron un cuchillo de escamar pescado. Y, como un rito, cada uno de los 40 lo chuzó hasta que lo mataron.

 

Llevaron el cadáver… hasta un lugar donde pasaba todo el mundo y, descuartizado, lo botaron ahí”.

 

María Eugenia de Antequera (viuda de la UP):

 

“Reconocí sus pies. Pepín estaba en una camilla, destapado, agujereado, parecía un colador.

 

- ¿Te das cuenta cómo estás de despeinado?, le dije.

 

Tenía mirada de desconcierto. Parecía como si se hubiera muerto diciendo: ‘Pero ¿por qué?’.

 

Le cerré los ojos. Estuve un rato a solas con él (…) Llegué a la casa. Los niños estaban allá... Los abracé...

 

- A su papito lo mataron y no va a volver, les dije.

 

Se quedaron en silencio, muy junticos, pegaditos a mí.

 

Maxelén Boada (viuda de militar):

- Habla la esposa del teniente Pulido, le dije.

 

- ¿Cómo le va, señora, me dijo con un tono de voz que lo revelaba todo.

 

- Quiero saber de mi esposo, le contesté.

 

- Lo siento mucho, lo emboscaron, dijo.

 

- Yo no quiero que me devuelva la bandera, mayor. Yo le mandé a mi esposo.

 

Y así continúan los relatos ad infinitum… Entonces, lectores: ¿vamos por fin a parar esta guerra y a

responder Sí en el plebiscito?

 

#ObvioQueSí

 

Hoy los invito al carnaval de estudiantes con banderas blancas: 10am, Plaza del Che, Universidad Nacional.

 

Por favor envíenme más estrofas para añadirle a Para la guerra, NADA de Marta Gómez: habrá sorpresas.

PATRICIA LARA SALIVE

SEP 15 DE 2016

El perdón sana. Pero falta...

 

“Es paradójico que los que menos han sufrido la guerra sean los menos dispuestos a la paz”, dijo Sigifredo López, único diputado del Valle sobreviviente entre los 12 secuestrados por las Farc.

 

Él, luego de permanecer siete años como rehén, dos de ellos agobiado por el dolor de la muerte de sus compañeros, tuvo además que soportar que la Fiscalía lo acusara de ser cómplice del múltiple secuestro y de que algunos medios, obsesionados por el afán de la chiva y de aumentar sintonía, divulgaran esa imputación de un falso testigo, logrando así que la gente desfilara frente a la casa donde vivía con su mujer y sus hijos, y les gritara “asesinos”.

 

Y Patricia Nieto, su esposa, quien con los familiares de los diputados asesinados se encontró en La Habana con los jefes de las Farc para gritarles su dolor acumulado durante años y escucharlos pedirles perdón, me dijo: “Era muy doloroso tener en frente a quienes tuvieron tantos años a Sigifredo y no expresaron a tiempo que él era inocente. Sentía una gran incertidumbre. Los de las Farc entraron. Les dimos la mano. (Los jóvenes no lo hicieron). Me presenté. Los miré a los ojos. Sentí ganas de gritar. Lloré. Todos lloramos, les dijimos todo, no nos guardamos nada. Ellos se secaban las lágrimas”.

 

Entonces Catatumbo dijo: “No vamos a evadir la responsabilidad. Estaban en nuestras manos, y no se puede reparar lo irreparable, se trata de resarcir el daño, que es distinto (…) La muerte de los diputados fue lo más absurdo de lo que he vivido en la guerra, el episodio más vergonzoso, no nos enorgullecemos de él. Hoy, con humildad sincera, pedimos perdón. Ojalá ustedes puedan perdonarnos”.

 

Patricia me relató que Sebastián Arizmendi, quien tenía cuatro años cuando secuestraron a su padre, dijo que, al enterarse —a los 9 añitos—, de que él había muerto en la masacre, “estalló en ira, rompió vidrios y cuadros y juró que a los de las Farc los iba a matar. Pero al ir a La Habana y oirlos pedir perdón, sintió paz”.

“Escucharlos pedir perdón hace que el corazón de los familiares tenga algo de sanación, y ese es el comienzo del perdón”, agregó ella. “Prefiero la verdad y el perdón. La justicia es algo complementario. Ellos van a pagar una pena social”.

 

Pero falta que los medios que reprodujeron la calumnia contra Sigifredo, sin dicernirla, también le pidan perdón. No basta que lo haga RCN, que divulgó el video que lo inculpaba. Ya las Farc aclararon que su único delito “fue haber sobrevivido”. Y la Fiscalía y el Estado le pidieron perdón. Queda que los periodistas hagamos autocrítica y, los que la deban, paguen su pena social, que no es otra que rectificar en el mismo lugar y con el mismo despliegue en que divulgaron la falsa noticia. Así lo manda la ética de la profesión. Sin modestia digo que cuando capturaron a Sigifredo lo defendí sin conocerlo (http://bit.ly/2cAj6uu). Era tan disparatada su acusación…

 

Y falta, también, que los que masacraron a las personas cercanas a las Farc, y los que pagaron para que otros las mataran, les pidan por igual perdón...

A ver si así empezamos a construir la verdadera paz.

                                                                 

                                                                                                       * * *

Hoy los invito a ir a las 10:30 a.m. a la plazoleta de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, para marchar luego hasta llegar a las 12 al Parque de los Periodistas, y gritar al unísono: ¡Sí a los acuerdos de paz!

 

#ObvioQueSí

 

¡Y gracias a tantos que me enviaron estrofas para que Marta Gómez crezca su canción Para la Guerra, NADA! Espero más.

PATRICIA LARA SALIVE

Sep 8 de 2016

Los militares no quieren más guerra

“Después de que el Estado llegó al jefe de las Farc (Alfonso Cano) y lo neutralizó, y yo era director de la Policía(…), la pregunta que me hice es: la sociedad colombiana(…) ¿a quién me va a exigir ahora que yo siga persiguiendo? ¿Me va a exigir que neutralice hasta el último de los guerrilleros? ¿O llegó la hora de que el Estado obre con magnanimidad y diga: aquí estoy, entendámonos en una mesa para poner fin al conflicto?”, afirmó el general Naranjo en la brillante entrevista que le dio a Darío Arizmendi.

 

 

Sí, ¿cuántos colombianos más les vamos a pedir a los militares que maten?

Es que, por más de que sea en defensa de las instituciones, matar tiene que ser muy duro, sobre todo si se tiene un alma noble…

“En la guerra tú matas o te matan”, me decía Jaime Bateman, jefe del M-19, en la entrevista que le hice para mi libro Siembra Vientos y Recogerás Tempestades.

 

Por eso hay que parar YA la máquina de matar. Por eso, como decía el general Naranjo, citando una frase de una tribu africana, “si cambia la música también cambia el baile. Y si cambia la música de la guerra, el baile de las instituciones tiene que ser distinto”.

 

Y también el general Flórez le decía a Julio Sánchez Cristo en otra gran entrevista: “Me desarmé, Julio… Llegué con el honor y la dignidad de soldado, pensando siempre en la sociedad colombiana y en las Fuerzas Armadas que tanto quiero, y me desarmé, como un ser humano normal, para saludar a unos seres humanos normales, colombianos que tienen una visión de país diferente, que desafortunadamente utilizaron las armas para la toma del poder(…), y que afortunadamente reflexionaron”.

Y agregó: “llegamos a un consenso, las dos partes ganamos, ninguno perdió. Me voy tranquilo y sé que después de mirar a los ojos a Carlos Antonio Lozada, a Joaquín Gómez y a Romaña, (...) efectivamente las Farc van a dejar las armas” y a dedicarse a debatir en palabras en las plazas públicas su visión de país.

 

Y como le dijo a Claudia Gurisati el comandante del Ejército, general Alberto José Mejía, “después de 30.000 heridos y 6.000 muertos, los militares (…) ganamos esta guerra(...) Si todo sale bien, termina la marca Farc. ¿Y cuántos niños van a dejar de reclutar? Por lo menos 10.000. ¡10.000 mamás que van a dejar de perder a sus hijos! Pero como eso no es en Bogotá…”

 

Partidarios del No, situados en Bogotá y otras ciudades grandes que no sufren la guerra: como manifestó el general Flórez, si gana el No, y el 3 comienza a correr “el tiempo prudencial” acordado “para que las Farc vuelvan a sus campamentos y regresen a la vida clandestina en las selvas de Colombia” y, por ende, se reinicia la guerra, ¿a cuántos colombianos más les van a exigir a los militares que maten? ¿Quieren que nos reencontremos en otra negociación “dentro de 10.000 muertos”, como les dijo Alfonso Cano a los negociadores en Tlaxcala?

 

¡No! Más bien manden sus versos a mi página web y crezcamos la canción de Marta Gómez, ¡Para la guerra nada! Ella los espera. (https://www.youtube.com/watch?v=GBF1sEqGzGw).

 

Aquí va el mío:

 

Para la alegría el canto

 

Para la vida el amor,

 

P’a mi niña una muñeca,

 

Para Colombia el perdón.

 

¡Para la guerra NADA!

 

¡Anímense, lectores! ¡Compongan su verso! Todos somos poetas…

 

Para vincularse al Grupo de Promotores del Sí, manden sus datos a comiteporlapaz@gmail.com

Y hoy viernes, a las 11 a.m., marchemos de nuevo, a ritmo de tambores, armados de banderas y pañuelos blancos, desde las universidades hasta el Parque de los Periodistas.

 

Allá nos vemos.

 

#ObvioQueSí

PATRICIA LARA SALIVE 

Septiembre 1 de 2016

¡Para la guerra, NADA!

#ObvioQueSí

 

Hoy, los miembros del grupo de Promotores del Sí, convocamos a todos los colombianos, los de centro, los de izquierda, los de derecha pero amigos de una paz posible; los estudiantes, los profesores, los intelectuales; los actores, los artistas, los escritores; los poetas, los músicos, los mimos; los jóvenes, los viejos, los niños; pero, sobre todo, los soldados, policías y combatientes que padecieron la guerra; y las madres, los padres y los hijos de los heridos, los desaparecidos y los muertos; y todos los que amamos la vida, a que nos encontremos a las 11 en punto de la mañana de hoy viernes en el Parque de los Periodistas, armados de banderas y pañuelos blancos, para que al unísono gritemos y cantemos un Sí muy grande a la vida; un Sí apoyamos el “acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera;” un Sí a Colombia; ¡un Sí a la paz!

Será un encuentro alegre y espontáneo, al que todos podremos asistir sin directrices especiales; sin buses que nos lleven ni nos traigan; sin gamonales que nos paguen.

Habrá cantantes y artistas improvisados; y twitters de actores trinando a las 11, pues los miembros de su asociación dijeron, en un comunicado, que decidieron decir “Sí a la Paz” porque creen “que si callan las balas”, su voz “resonará más fuerte que la de los actores del conflicto;” y “los lugares de nuestra nación que han servido de teatro de los acontecimientos de la guerra, podrán convertirse en escenarios de reconciliación y paz”; y la verdad será desentrañada para que ellos la transmitan, transformada en obras que nos ayuden a construir la memoria y que les permita a las generaciones futuras no repetir los horrores de la guerra nunca más”.

*   *   *

Y habrá poetas, como José Luis Díaz Granados, que aportarán su “Sí a la Paz”. Aquí van unos fragmentos:

1
La guerra es un áspero crepúsculo
sin espera o certezas, sin fulgor.
Sangre escrita en el mapa, oscura ola,
marejada de sombras, trueno insomne,
sonrisa entre las balas y el espanto,
zozobras incitadas por la furia,
silencios fugitivos de sí mismos,
paloma hecha de cólera y de pólvora.

Guerra sucia, impostora. Sorda y ciega
efusión de exterminios y de ruinas,
malogrado proyecto del rencor,
beso abortado, vientos de ceniza.

2
Pero llega la paz, palabra dócil
y concisa para expresar la luz
o el amor o todo lo que quieras
(…)

3
¡Por fin las aves, tantos años tácitas,
canturrean delante del cazador!

¡Por fin las armas fúnebres, siniestras,
se han ocultado y se han enmudecido!
(…)

4
Si la guerra ha cesado, yo he cesado mi arenga
de rebelión. Hoy mi poema
es oda del amor, hoy mi palabra
es sinfonía coral de la alegría.

*  *  *

Hoy, la cantante Marta Gómez, acompañada por una legión de portadores de pañuelos y banderas blancas, cantará en el Parque de los Periodistas “Para la Guerra Nada”, iniciada por ella y continuada por autores espontáneos, como usted:

“Para el viento, una cometa
para el lienzo, un pincel
para la siesta, una hamaca
para el alma, un pastel
para el silencio una palabra
para la oreja, un caracol
un columpio pa la infancia
y al oído un acordeón
para la guerra, nada”.

Continúenla ustedes…
Y manden sus versos…
Y vuélvanse activistas de #ObvioQueSí a la paz…
Y escriban a comiteporlapaz@gmail.com

Porque… para la guerra, ¡Nada!

Algunas columnas De

El Espectador

PATRICIA LARA SALIVE 

18 AGO 2016

Hasta lo malo es bueno

Ver al general Javier Flórez, antiguo jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Militares, uno de los más duros en la lucha contra las Farc, quien fuera clave en las acciones que llevaron a la muerte a los líderes guerrilleros Alfonso Cano, Raúl Reyes y el Mono Jojoy, trabajando en el alistamiento de los lugares donde se pondrá fin al conflicto armado, hombro a hombro con el comandante de las Farc Carlos Antonio Lozada, quien dirigiera la Red Urbana Antonio Nariño y, como tal, realizara montones de operativos de terror, me llevó a preguntarme: ¿sería posible que si fracasara el plebiscito y volviera la guerra, estos dos hombres que han compartido juntos tantas horas de trabajo en La Habana y en Colombia y que se han mirado a los ojos, puedan enfrentarse a muerte de nuevo y disparase en un campo de batalla?

— No lo sé, me dije. En todo caso, ese segundo retrato de la paz (el primero fue el de soldados y guerrilleros desminando juntos un territorio) me llevó a imaginar la tristeza y la frustración que sentiríamos gran parte de los colombianos, incluidos muchos de los partidarios del No en el plebiscito, si perdiera el Sí y, a los pocos días, como consecuencia de esa decisión, renaciera la guerra y volvieran los combates, los entierros frecuentes de soldados y policías cuyos cajones estarían envueltos en la bandera nacional, los atentados, los desaparecidos…

— Cuánto dolor hubiéramos podido evitarnos si hubiéramos votado Sí, empezaríamos a pensar, cuando ya nuestra decisión no tendría reversa, como no la tiene la que tomaron los ingleses, muchos de los cuales ya están arrepentidos de haber escogido salir de la Unión Europea, pero ya no pueden hacer nada para impedirlo.

Sin embargo aquí vamos a decidir algo mucho más importante: si escogemos un futuro de guerra constante o de paz en consolidación.

¿Y paz a cambio de qué? ¿Qué sería lo que estaríamos aprobando? Un montón de cosas buenas, y unas pocas que puedan no gustarnos tanto…

Las buenas: darles tierra, asistencia técnica, financiación e infraestructura a los campesinos que carecen de ellas y que han acudido a la siembra de coca para sobrevivir; crear un censo de tierras incorporadas a un sistema de catastro que incluya a todos los propietarios de modo que todos paguemos impuestos y se desestimule la existencia de esos latifundios improductivos; disminuir el narcotráfico mediante la incorporación de las Farc a la sustitución de cultivos y su renuncia a lucrarse de él y; darles a las víctimas, en lo posible, la información de qué pasó con sus seres queridos, de modo que elaboren el duelo, repararlas e iniciar procesos de reconciliación; ampliar la democracia, crear un estatuto de oposición, hacer una reforma electoral que les permita participar en política a movimientos nuevos y carentes de maquinaria y cambiar la protesta a bala por la protesta social, que puede ser incómoda, pero que es mucho menos dolorosa que la que genera explosiones, combates y muertos.

Y las malas: que a los responsables de crímenes graves se les restrinja la libertad por un período que solo va de cinco a siete años, en vez de que pasen 20 o 30 en prisión. ¿Pero es más cárcel lo que esta sociedad necesita? ¿No son nuestras cárceles fábricas de más y peores delincuentes? ¿No es mejor ver a Lozada trabajando con el general Flórez en la construcción de un país en paz que observarlo retorcerse de odio y morirse de viejo en una cárcel?

Porque incluso lo malo de los acuerdos me parece bueno, voto por el Sí.

Patricia Lara Salive

1 Jul 2016

De acuerdo con Uribe

Por supuesto que es mucho mejor echar lengua que echar bala, como decía el Maestro Darío Echandía. 

 

Y por supuesto también que, por ese motivo, tiene razón nadie menos que el ex presidente Álvaro Uribe, cuando en la mitad de su primer gobierno decía: “si un acuerdo de paz aprueba que los guerrilleros de las Farc vayan al Congreso, hay que remover el obstáculo constitucional que lo impide, porque hoy el ordenamiento jurídico prohíbe la amnistía y el indulto para los delitos atroces. Entonces, en un acuerdo de paz con las guerrillas, ese cambio habría que llevarlo a efecto constitucional para que puedan ir al Congreso por el bien de la patria.” 

 

Y eso que cuando Uribe hacía esa afirmación se encontraban secuestrados por las Farc decenas de soldados y policías y varios políticos, entre ellos la ex candidata presidencial Ingrid Betancur, su asesora, Clara Rojas, y los doce diputados del Valle, dados de baja años después.

 

De modo que el anuncio que acaba de hacer el jefe negociador, Humberto De La Calle, en el sentido de que el país tiene que prepararse para ver a los jefes de las FARC haciendo política, no debe escandalizar a nadie.

 

Es evidente, como lo dijo él, que “el propósito final y fundamental del acuerdo (sobre el fin del conflicto) es poner fin al uso de las armas y abrir las puertas a la participación política”.

 

No de otra manera se puede pretender que las FARC, una guerrilla que no ha sido derrotada y que, por cierto, es la más antigua de América Latina, vaya a entregar las armas, a desmovilizar sus frentes y a destinar a buena parte de su gente a que trabaje hombro a hombro con el gobierno en el desminado del territorio y en la erradicación de los cultivos ilícitos, negocio que podría suministrarles los recursos suficientes para eternizarse como guerrilla sobreviviendo y matando mosquitos en el monte, pero sin opción de llegar al poder.

 

Sin embargo, eso no es lo que ellos quieren. Como lo dijo el líder de las FARC, Timochenko, la política es su “razón de ser”, pero ya no para tomarse el poder por las armas, pues se dieron cuenta por fin y gracias a Dios de que ello no es viable en estos tiempos. Es su razón de ser para intentar llegar al poder “por medios legales y pacíficos, gozando de los mismos derechos y garantías de los demás partidos”. 

 

Ahora, que lo logren, es casi imposible, dado el recuerdo nefasto que sus acciones violentas estamparon en la memoria de los colombianos.

 

Lo anterior lo corrobora una reciente encuesta del Centro Nacional de Consultoría, dada a conocer por el noticiero CM&. Según ella, si bien sólo el 9.7% del país prefiere que las FARC sigan armadas y continúe la guerra, y 78% de los colombianos opta, en cambio, porque ellas se desarmen y participen en política, únicamente el 19% estaría dispuesto a votar para el Senado por un ex guerrillero de las FARC, mientras que un 74% ni de riesgos lo haría.

 

De manera que el miedo que existe en ciertos sectores a que, si se consigue la paz a cambio de que las FARC participen en política, el llamado castro-chavismo pueda instalarse en Colombia, no tiene razón de ser.

 

En cambio, si se silencian los fusiles y aprendemos a protestar y a dirimir nuestros conflictos en paz, habríamos conquistado ese soñado paraíso de que hablaba Echandía, donde se prefiere echar lengua en vez de echar bala.

De acuerdo con Uribe

Por Patricia Lara Salive

 

Por supuesto que es mucho mejor echar lengua que echar bala, como decía el Maestro Darío Echandía. 

 

Y por supuesto también que, por ese motivo, tiene razón nadie menos que el ex presidente Álvaro Uribe, cuando en la mitad de su primer gobierno decía: “si un acuerdo de paz aprueba que los guerrilleros de las Farc vayan al Congreso, hay que remover el obstáculo constitucional que lo impide, porque hoy el ordenamiento jurídico prohíbe la amnistía y el indulto para los delitos atroces. Entonces, en un acuerdo de paz con las guerrillas, ese cambio habría que llevarlo a efecto constitucional para que puedan ir al Congreso por el bien de la patria.” 

 

Y eso que cuando Uribe hacía esa afirmación se encontraban secuestrados por las Farc decenas de soldados y policías y varios políticos, entre ellos la ex candidata presidencial Ingrid Betancur, su asesora, Clara Rojas, y los doce diputados del Valle, dados de baja años después.

 

De modo que el anuncio que acaba de hacer el jefe negociador, Humberto De La Calle, en el sentido de que el país tiene que prepararse para ver a los jefes de las FARC haciendo política, no debe escandalizar a nadie.

 

Es evidente, como lo dijo él, que “el propósito final y fundamental del acuerdo (sobre el fin del conflicto) es poner fin al uso de las armas y abrir las puertas a la participación política”.

 

No de otra manera se puede pretender que las FARC, una guerrilla que no ha sido derrotada y que, por cierto, es la más antigua de América Latina, vaya a entregar las armas, a desmovilizar sus frentes y a destinar a buena parte de su gente a que trabaje hombro a hombro con el gobierno en el desminado del territorio y en la erradicación de los cultivos ilícitos, negocio que podría suministrarles los recursos suficientes para eternizarse como guerrilla sobreviviendo y matando mosquitos en el monte, pero sin opción de llegar al poder.

 

Sin embargo, eso no es lo que ellos quieren. Como lo dijo el líder de las FARC, Timochenko, la política es su “razón de ser”, pero ya no para tomarse el poder por las armas, pues se dieron cuenta por fin y gracias a Dios de que ello no es viable en estos tiempos. Es su razón de ser para intentar llegar al poder “por medios legales y pacíficos, gozando de los mismos derechos y garantías de los demás partidos”. 

 

Ahora, que lo logren, es casi imposible, dado el recuerdo nefasto que sus acciones violentas estamparon en la memoria de los colombianos.

 

Lo anterior lo corrobora una reciente encuesta del Centro Nacional de Consultoría, dada a conocer por el noticiero CM&. Según ella, si bien sólo el 9.7% del país prefiere que las FARC sigan armadas y continúe la guerra, y 78% de los colombianos opta, en cambio, porque ellas se desarmen y participen en política, únicamente el 19% estaría dispuesto a votar para el Senado por un ex guerrillero de las FARC, mientras que un 74% ni de riesgos lo haría.

 

De manera que el miedo que existe en ciertos sectores a que, si se consigue la paz a cambio de que las FARC participen en política, el llamado castro-chavismo pueda instalarse en Colombia, no tiene razón de ser.

 

En cambio, si se silencian los fusiles y aprendemos a protestar y a dirimir nuestros conflictos en paz, habríamos conquistado ese soñado paraíso de que hablaba Echandía, donde se prefiere echar lengua en vez de echar bala.

Patricia Lara Salive

25 Feb 2016

¿Qué país quieren, señores?

 

Esa pregunta me la hago a diario, cuando escucho a tantos colegas de la radio y de la televisión y leo a ciertos columnistas que no cesan de sembrar el odio, un monstruo que se esparce como pólvora y genera incendios que después son difíciles de apagar…

Por: Patricia Lara Salive

Sí, esta pregunta me retumba en la cabeza al oír a mis amigos socios de los más exclusivos clubes bogotanos vociferar contra el proceso de La Habana, sin ahorrar esfuerzos para calumniarlo como loros y volverlo añicos con el fin de poner en peligro el plebiscito por la paz: ¿cómo es la Colombia en la que anhelan que crezcan sus hijos y nietos, amigos?

¿Es una Colombia como la de ayer y antes de ayer, en la que los oleoductos volaban a diario y se contaminaban las aguas, y los secuestros eran pan de cada día, y el miedo campeaba por doquier y, en las noches, ante el ladrido de los perros en el campo, el pánico se apoderaba de nosotros porque sentíamos que ya nos llegaba la hora, que el peligro nos rondaba cerca, a la orilla del río, quizás?

¿O prefieren vivir en una Colombia en paz; en un país en el que podamos volver a pescar de noche, como decía el maestro Darío Echandía?

Porque —por si no lo saben— esa Colombia dejó de existir hace más de 70 años, bastante antes del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948, pues fue justamente porque la violencia nos estaba haciendo imposible la vida que él pronunció, dos meses antes de su asesinato, ante esa impresionante multitud silenciosa que, en la noche, iluminaba la plaza de Bolívar con sus antorchas encendidas, su preciosa Oración por la paz: “Impedid, señor presidente, la violencia. Sólo os pedimos la defensa de la vida humana que es lo menos que puede pedir un pueblo,” dijo.

Poco después lo mataron. Entonces se esparció la muerte… Y cundieron los cortes de franela… Y se colmaron de cadáveres las fosas comunes que, desde esa época, y hasta hace muy poco, no han cesado de llenarse… Y se extendieron las violaciones a las mujeres en los campos… Y empezaron los despojos de tierras… Y solo disminuyeron en los últimos tres o cuatro años…

¿Esa es la Colombia en la que quieren morir? ¿Ese es el país que desean dejarles como herencia a sus hijos y nietos?

Yo no quiero esa Colombia para mí, ni para mi prole, ni para la gente que amo.

Por eso apoyo la Unidad por la Paz que convocó el presidente Santos y me atrevo a hacerles una sugerencia a él y a la ministra de Educación, Gina Parody: ¿Qué tal si decretan que este semestre, durante un mes, los estudiantes de todos los colegios y universidades del país tengan que prestar un servicio social obligatorio en la antiguas zonas de conflicto?

Así verán, y les contarán a sus papás, lo que yo vi en un reciente viaje a Popayán y Pasto con los ministros del Interior, Juan Fernado Cristo, y del Post-conflicto, Rafael Pardo, y con los gobernadores del Cauca (Óscar Campo) y de Nariño (Camilo Romero): que en esas zonas, donde la guerra se paseaba, hoy se empieza a saborear la paz: allí la gente, comenzando por los comandantes de las brigadas de esas regiones de candela, se ve contenta.

Como lo dijo ese día el general Rodríguez González, comandante de la Policía del Suroccidente (Cauca, Valle y Nariño), “después del cese al fuego del 20 de julio se ha vivido un Cauca muy distinto y hemos podido dedicarnos a trabajar por la convivencia y la seguridad ciudadanas”.

Es que Colombia, señores, ¡gracias a Dios!, no es Bogotá...

 

Patricia Lara Salive

18 Feb 2016

Entre el amor y la política

 

Esta semana, a los 96 años, murió Margarita Escobar, esposa de Álvaro Gómez Hurtado.

Por: Patricia Lara Salive

Su noviazgo duró tres años y su matrimonio 49, hasta 1995, cuando lo asesinó aún no se sabe quién. Margarita le inspiró a Gómez un amor permanente y romántico —“amor contante más allá de la muerte”, diría Quevedo, el poeta español. Ese amor quedó plasmado en cartas que él le envió durante sus ausencias en las distintas etapas de la vida colombiana. En ellas se entreteje el amor con la historia, vista por sus ojos de hombre culto y brillante, quien además de vivir enamorado de su mujer, era unos de los más controvertidos del país, no sólo por sus acciones y textos, sino porque era la mano derecha de su padre, Laureano Gómez, el terror de los liberales.

Esas cartas están contenidas en el libro Pensando en ti, Margarita. Se dividen por etapas y están inmersas en nuestros principales acontecimientos: el golpe contra López Pumarejo (1944); el 9 de abril del 1948; la presidencia de Laureano; el golpe de Estado contra él (1953); la dictadura de Rojas; el destierro de Gómez y su familia; el exilio; su regreso al país; el Frente Nacional; sus viajes, muchos en misiones oficiales; su secuestro por el M-19 (1988) y su cautiverio.

Así, Gómez, pintor, escritor, literato, amante de la poesía, gran contradictor y polemista, temido político acusado de haber instigado en los 60 la guerra actual, escribió las más bellas cartas de amor.

De ellas, transcribo algunos apartes:

1944: “El inmenso pesar de no estar contigo es lo único que impide estar en un verdadero paraíso. No te podrás nunca imaginar la maravilla que es declararse en calidad de asilado”.

1945: “Siempre pienso en ti y no he dejado de pensarte un solo instante. Únicamente me preocupa que puedas llegar a olvidarme con el tiempo. (…) No llego a conformarme con la idea de que algún día, tal vez muy pronto, no me quieras ya más”.

Punta del Este, 1961: “Cada vez me haces más falta porque ‘yo ya no soy yo’, ni soy aquel que camina junto a mí sin yo verlo, sino TÚ. En el fondo me ha gustado la separación para apreciar cuanto me faltas. ¡Me faltas tanto como me faltaría el corazón! En serio, te quiere mucho”.

Secuestrado, julio de 1988: “Margarita: Estoy bien. En todo momento he estado bien. Han preservado mi dignidad. Todos sabemos que tú no puedes hacer nada por mí. ¡Tranquilízate! De nuevo te lo digo. No estoy afligido. Me faltas tú como me faltaría el corazón. Que es todo tuyo”.

Secuestrado: “Margarita: (…) te confirmo que estoy bien. Me tratan afablemente. Tengo lo indispensable. Invento oficio. Me entretengo explorando mi vida interior, que resulta ser una aventura maravillosa, para lo que nunca antes tuve tiempo bastante. Y repaso recuerdos, todos plácidos. Comprobé que, frente a la prueba, mantengo la convicción sobre la nimiedad de la vida, tal y como lo hemos entendido tú y yo en nuestras conversaciones. Mi vida no tiene valor de intercambio. Ni tú, ni mis hijos, ni lo que de ellos depende, pueden hacer nada por mí. En ninguna de las opciones de esta circunstancia tengo algo que perder. Ustedes tampoco. Es un don divino que, por estar en esta actitud intelectual, podamos todos mantener elevado el corazón. No te dejes herir el alma. No le des esa oportunidad al sentimentalismo. Yo leo, dibujo, hago notas. Estoy jovial. Como en otro escenario. Como fuera del tiempo. Muy alto, muy alto. La adversidad ha servido para descubrir lo mucho que los quiero”.

¡Descanse en paz, Margarita! ¡Qué gran mujer fue usted para despertar ese amor grande y eterno y en semejante hombre!

 

Patricia Lara Salive

29 Mayo 2014

Por qué voto por Santos

 

Votaré por Santos por más derecha que les parezca a los de izquierda, o por más de izquierda que les parezca a los de derecha, porque ha tenido el valor y la claridad para apostarle su capital político a esa paz que él, como ministro de Defensa y como presidente, empujó al máximo desde el punto de vista militar, y que luego condujo al terreno político, al emprender una negociación compleja y larga que le está abriendo las puertas a una nueva Colombia donde quepamos todos.

Y sería imperdonable, queridos lectores, e inconcebible desde el punto de vista estratégico, amigos Enrique Peñalosa, Clara López, Jorge Robledo, Camilo Romero, Antonio Sanguino, Jorge Iván Ospina, Claudia López, Antonio Navarro y Ángela Robledo, entre otros, que justo cuando Colombia está a punto de conseguir esa paz que terminará por fin esta guerra de 50 años, aborte ese sueño que ha llenado de esperanza a media Colombia, y que no ha sido comprendido por la otra media, porque ha faltado una explicación adecuada que desvirtúe la propaganda negra hecha por los enemigos del proceso.

Miremos, en síntesis, lo que se ha conseguido en los diálogos con las Farc:

1. En lo agrario, se acordó crear un banco de tierras, registrarlas e incorporarlas al catastro para que todas paguen impuestos; formalizar los títulos de los terrenos de los campesinos, y realizar programas ambiciosos de infraestructura y de desarrollo rural, de manera que ellos tengan salud, educación y disfruten de niveles de vida similares a los de los citadinos.

2. En lo político, las Farc se comprometieron a renunciar a la toma del poder por las armas, a respetar la Constitución y, junto con el Gobierno, a propiciar una apertura democrática que permita la participación en política de quienes hasta ahora no han tenido espacios para hacerlo, para lo cual se crearían circunscripciones de paz donde la fuerza pública les garantizaría la vida a los líderes que emergerían de ese nuevo país. En ese punto, los generales Mora y Naranjo han jugado un papel clave.

3. Y en cuanto al narcotráfico, las Farc se comprometieron a erradicar manualmente los cultivos ilícitos en sus zonas de influencia, que son las de mayor expansión de los mismos; a romper sus vínculos con el tráfico de drogas; a ayudar en el desminado del territorio, y a informar dónde se ubican las minas antipersonas en este país minado en tantas partes.

Aún falta acordar lo relacionado con víctimas y el fin del conflicto. Pero si el proceso sigue adelante, todo será más fácil porque en 19 meses “se ha encontrado un lenguaje común y se ha construido confianza para trabajar”, como comentaba una asesora de los negociadores. Y ello ha ocurrido entre dos bandos que han librado por décadas una guerra a muerte.

¿Les parecen pocos los logros obtenidos, señores de la derecha? ¿Y ustedes, amigos del centro, creen que podemos permanecer indiferentes ante la posibilidad de que nazca esa nueva Colombia? ¿Y los compañeros de la izquierda consideran que tienen derecho a convertirse en cómplices del aborto de este proceso de paz, al optar por la vía cómoda de lavarse las manos y llamar a la abstención o a votar en blanco?

¡No, señores! ¡No echemos la paz por la borda! ¡No permitamos que se rompa el proceso al dejar que llegue un presidente con propuestas inaceptables para los insurgentes! ¡No empujemos a Colombia al desangre! ¡Acabemos de abrir el camino de la reconciliación entre hermanos! ¡Confiemos!

¡Y votemos por Santos! (por más “aburrido, cachaco, antipático, politiquero, traidor, neoliberal, o feo” que parezca).

¡Salvemos la paz!

Patricia Lara Salive

15 Mayo 2014 

Carta a Álvaro Uribe

 

Doctor Uribe: usted es un líder con la capacidad de estadista de Carlos Lleras, la habilidad manzanilla de Julio César Turbay y la genialidad política de Jaime Báteman y, en ocasiones, puede ejercer de salvador y de ángel, pero, en otras, apela a cualquier método con tal de lograr su propósito.

Por: Patricia Lara Salive

Y también puede transformarse en un caballo desbocado al que usted mismo le teme, como me lo dijo en su primera campaña presidencial, durante una gira de dos días en la que, para escribir un perfil suyo, lo acompañé a Medellín y al Chocó, donde saludó de mano y por el nombre, como Turbay, a cada nativo y les preguntó cómo está su mamá, Fulanita, y donde usted, como Lleras, corchó a su asesor, Andrés Uriel Gallego (q.e.p.d.), en el número de kilómetros de un tramo de carretera o en el volumen de aguas de un río.

¿Recuerda que en esa ocasión le pregunté si se tenía miedo a sí mismo y usted me respondió: “Siempre he hecho esfuerzos para controlarme. Uno es humano y las reacciones no pueden dejarse desbocar como caballo sin rienda. He procurado tener rienda”? Y le volví a preguntar, ¿y si se le suelta la rienda? Y usted dijo: “Grave. Se desboca el caballo, y un caballo desbocado no se sabe dónde va a caer, se tira por un precipicio o le hace daño a alguien”. Entonces le dije: ¿y es cierto que lo que más le pide a Dios es paciencia? “Le pido paciencia y que me ayude a no hacerle mal al prójimo”, respondió.

Pues llegó la hora de que le rece a Dios bastante más, doctor Uribe, porque está haciendo mucho daño con su caballo del rencor desbocado contra Santos, a quien no le perdona que no haya sido su títere ni que esté a punto de hacer esa paz que usted buscó con las Farc, primero acosándolas con la guerra, luego liberándoles gratis a Granda y, al final, enviándoles a la selva, en secreto, a sus emisarios, los prelados de la Iglesia, para que acordaran con ellas algún comienzo de paz. Pero como Santos, siguiendo sus pasos, sí avanzó en el proceso, no se lo perdona, como tampoco le perdona que no le declarara la guerra a su examigo-enemigo Chávez y que, pragmático, optara porque conviviéramos en paz con el vecino.

Por ello, llevado por su peligroso caballo, a días de elecciones, acusó a Santos de recibir dos millones de dólares del narcotráfico, sin que les haya entregado una sola prueba a las autoridades competentes, como es su deber legal, ni al país, como es su deber moral, pero sí sembrando la duda en sus millones de adoradores.

¿Sabe, doctor Uribe? Es triste que a pesar de su gran amor por Colombia y de su gran capacidad de construir, a quien más daño le esté haciendo sea a su patria querida, a la que está llenando de divisiones y de odio. Y esos sentimientos, alimentados por su ágil Twitter, abonan de pólvora la psiquis colectiva que, ante cualquier provocación, o ante una simple borrachera, podría estallar en violencia y, así, regresaríamos a esa horrible noche en la que, instigados por incendiarios jefes políticos, abonamos nuestros campos con 300.000 cadáveres.

¿Qué se hizo su corazón grande, doctor Uribe? Recuerdo que usted me confesó que lloraba fácilmente, que todo lo conmovía, y me dijo, con los ojos aguados: “Estoy conmovido porque un critico mío, Fernando Garavito, salió del país amenazado. ¡Estoy harto y dolido con eso!”. Y luego agregó: “¡Yo me hago moler! Mi gobierno no dejará desbocar espíritus dañinos”.

Pues ahora, con su influencia, parecería que es usted quien los está desbocando. ¿No es mejor que ocupe el alto puesto en la historia que este país quiere darle y merece y que, de la mano de Santos, su ministro de Defensa, quien siguiendo sus políticas debilitó a las Farc y las llevó a negociar, hagan esa paz que también es suya?

Entonces, seguramente, Colombia lo pondría para siempre a la altura de Bolívar... Piénselo bien, doctor Uribe...

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